Un grupo de documentalistas realizando un documental sobre chamanismo acuden a entrevistar a una popular chamana que, invocando a no se cual diosa, es capaz de curar cualquier tipo de enfermedad acarreada por el uso de la magia o el ocultismo. Durante la confección del mismo, los documentalistas comenzarán a seguir con su cámara a la sobrina de la chamana, porque se empieza a acusar cierto comportamiento extraño y sospechan que, igual, está poseída por una diosa. Con lo que no contaban es con que, efectivamente, la muchacha está poseída, pero no por la diosa que creen… si no por ciento y la madre de espíritus que están ahí dentro para todo tipo de cosas y ninguna buena.
Tailandia en co-producción con Corea del Sur, se marca una suerte de found footage exótico con los campos tailandeses y todo el folclore de la zona como telón de fondo, único y excelso motivo por el que, de primeras, llama la atención la película. Toman el formato de falso documental para contarnos esta historia, y montan como si se tratara de una película de ficción, cosa que a estas alturas no nos importa porque el subgénero está emitiendo sus últimos estertores.
Pasa una cosa —no precisamente buena— con esta película que la hace destacar de entre el resto de found footages de las últimas hornadas, y es que, siendo estos orientales buenos creando atmósferas y dando miedo, se toman la película entera con tanta calma que, cuando una situación está a punto de aterrar al espectador, la alargan tanto que para cuando esta acaba, al espectador ya se le ha pasado el miedo. Y eso es un auténtico latazo porque la película está a punto de molar mucho en más de 10 ocasiones… pero luego se va todo a tomar por el culo.
Le daremos, a rasgos generales, un aprobadillo porque sí que hay momentos en los que el canguelo y el acojone es mucho.
Pensando en la película tras haberla reposado, llego a la conclusión de que, además de alargar las escenas de suspense, lo que le pasa a “The Medium” es que es demasiado larga y lenta. Dos horas y diez de película con casi 40 minutos de clímax final.
Por lo demás, la originalidad brilla por su ausencia en este refrito; “The Medium” se alimenta de las cosas que funcionaron en otros found footage de las décadas pasadas, tomando prestado un poquito de “Rec”, otro poquito de “Paranormal Activity”, otro poquito de “The Devil Inside”… con mucho infrarrojo, mucho poseído y mucha parafernalia que, a estas alturas, si algo no hace, desde luego es sorprendernos. Pero con paciencia, se deja ver.
Los primeros 20 minutos, cojonudos. El resto ya…
Carne de festivales de cine fantástico universales —fue a concurso la pasada edición de Sitges—, “The Medium” está dirigida por un muchacho de ojos rasgados con cierto nombre en el cine de terror de su país: Banjong Pisanthanakun, que ya se tomó su tiempo en 2004, justo cuando la moda del cine asiático de terror daba sus últimos coletazos, con la película “Shutter” ¿La recuerdan?
lunes, 28 de febrero de 2022
sábado, 26 de febrero de 2022
DEATH SCREAMS
Y vamos con otro slasher oscurillo que, según me consta, nunca llegó a estos lares. Les hablo de "Death Screams" (también conocida como "House of Death"), producida por ahí 1982 y que se llevaría el premio gordo en un concurso de slashers trillados.
La cosa no tiene mucho truco: Un asesino misterioso se está cargando a las juventudes de un pequeño pueblo de la Norteamérica profunda. A pesar de todo -y fiel a los dogmas del subgénero- un grupo de ellos (algunos bastante creciditos ya) deciden pasar la noche en el cementerio local, lo que conllevará que el criminal les siga y comience con la consabida escabechina que, lastimosamente, se reduce a los últimos... ¿quince? minutos. El resto es, mayormente, bla, bla y bla.
Sí, amigos. Los slashers nunca se han destacado por resultar muy entretenidos. Ni contar grandes historias. En muchos sentidos son el hermano feo del cine contemplativo. ¿Por qué digo eso? Porque en títulos como "El Mutilador", la icónica "Viernes 13" o este mismo "Death Screams" encontramos que gran parte del metraje se limita a escenas insustanciales incapaces de aportar absolutamente nada de nada. Retratos de la vida mundana de seres mundanos que dialogan sobre mundaneces. Van. Vienen. Hacen cosas. Y en un momento dado, mueren, dando pie a un crimen que dura escasos segundos. Eso es todo y, sin embargo, resulta fascinante. A mi es una cualidad que me flipa, aunque no sea especialmente gozable. Y en lo que respecta a la reseñada, hablamos de un caso flagrante.
Superado todo eso, pues sí, tenemos un puñado de tetillas, algún fugaz felpudo, incluso un culo masculino. Y luego, obvio, los asesinatos. En su mayoría bastante poco llamativos salvo los del final, donde se dejan algo de capital para hacerlos levemente más explícitos. No, desde luego no compensa... pero, ya saben lo que hay. Tratándose del producto genuino, de su genuino tiempo, rodado en sus genuinos 35mm y etc, etc, pues se sufre con una sonrisa cómplice en los labios.
Al pack de ideas trilladas, tropos y formulas, podemos añadir la ristra de personajes. No falta nadie: el gracioso irritante, la golfa malcarada, la virginal medio lerda, el mazas, el tonto del pueblo y el sheriff gordo. A este último da vida uno de los pocos nombres/rostros reconocibles de la peli, William T. Hicks, que hemos visto -posteriormente- en un par de películas de Worth Keeter. Justamente, en "Death Screams" Keeter se encarga de los poco vistosos y algo risibles efectos especiales (mola esa cabeza estallando cual globo por efecto de una bala de calibre modesto). Al parecer él y Hicks hicieron buenas migas durante el rodaje, de ahí sus consiguientes colaboraciones. Ambos desarrollaron carreras bajo el mandato del infra-productor Earl Owensby. Y Owensby es el apellido que acompaña a uno -o dos- de los nombres que aparecen en los créditos finales de "Death Screams"... ¿familia directa?... ¿casualidad?... ¿o el pre-nacimiento de una porción histórica del cine "trash"?. A saber.
Tampoco sabemos, o no demasiado, la motivación del psycho-killer. Sí, nos la explican en un flashback fugaz. Pero, vamos, todo está como cogido con pinzas, de esas baratas que venden los chinos. Y es que, desde luego, el guionista Paul C. Elliott no tendría demasiada idea de lo que hacía. Antes se encargó de una serie documental dedicada al country para, pasada "Death Screams", esfumarse.
Entre los "great hits" tenemos que el personaje del tonto del pueblo, al que todo el rato nos pintan como sospechoso, en un momento dado desaparece misteriosamente de la trama... sin que nunca llegamos a saber qué fue de él (eso o es que, simplemente, no me enteré de nada).
El director se llama David Nelson. Según "la secre" venía de una carrera como actor (en plan ídolo de niñas), le pilló gusto a la dirección y parió varios títulos, pero nunca dejó la interpretación, llegando a asomar el careto en "Cry-Baby" del odioso John Waters (de cuando se vendió como una rata, pero manteniendo la dignidad. Las cosas empeorarían en el momento que, integrado ya en el mainstream, intentara recuperar parte de su "sucio" pero calculado pasado).
Lo cierto es que "Death Screams" es un rollaco de tomo y lomo. Pero uno de 1982, así que la cosa cambia. Créanme si les digo que no le di al avance rápido y únicamente dediqué un par de minutos a mirar el móvil. Ya es algo.
La cosa no tiene mucho truco: Un asesino misterioso se está cargando a las juventudes de un pequeño pueblo de la Norteamérica profunda. A pesar de todo -y fiel a los dogmas del subgénero- un grupo de ellos (algunos bastante creciditos ya) deciden pasar la noche en el cementerio local, lo que conllevará que el criminal les siga y comience con la consabida escabechina que, lastimosamente, se reduce a los últimos... ¿quince? minutos. El resto es, mayormente, bla, bla y bla.
Sí, amigos. Los slashers nunca se han destacado por resultar muy entretenidos. Ni contar grandes historias. En muchos sentidos son el hermano feo del cine contemplativo. ¿Por qué digo eso? Porque en títulos como "El Mutilador", la icónica "Viernes 13" o este mismo "Death Screams" encontramos que gran parte del metraje se limita a escenas insustanciales incapaces de aportar absolutamente nada de nada. Retratos de la vida mundana de seres mundanos que dialogan sobre mundaneces. Van. Vienen. Hacen cosas. Y en un momento dado, mueren, dando pie a un crimen que dura escasos segundos. Eso es todo y, sin embargo, resulta fascinante. A mi es una cualidad que me flipa, aunque no sea especialmente gozable. Y en lo que respecta a la reseñada, hablamos de un caso flagrante.
Superado todo eso, pues sí, tenemos un puñado de tetillas, algún fugaz felpudo, incluso un culo masculino. Y luego, obvio, los asesinatos. En su mayoría bastante poco llamativos salvo los del final, donde se dejan algo de capital para hacerlos levemente más explícitos. No, desde luego no compensa... pero, ya saben lo que hay. Tratándose del producto genuino, de su genuino tiempo, rodado en sus genuinos 35mm y etc, etc, pues se sufre con una sonrisa cómplice en los labios.
Al pack de ideas trilladas, tropos y formulas, podemos añadir la ristra de personajes. No falta nadie: el gracioso irritante, la golfa malcarada, la virginal medio lerda, el mazas, el tonto del pueblo y el sheriff gordo. A este último da vida uno de los pocos nombres/rostros reconocibles de la peli, William T. Hicks, que hemos visto -posteriormente- en un par de películas de Worth Keeter. Justamente, en "Death Screams" Keeter se encarga de los poco vistosos y algo risibles efectos especiales (mola esa cabeza estallando cual globo por efecto de una bala de calibre modesto). Al parecer él y Hicks hicieron buenas migas durante el rodaje, de ahí sus consiguientes colaboraciones. Ambos desarrollaron carreras bajo el mandato del infra-productor Earl Owensby. Y Owensby es el apellido que acompaña a uno -o dos- de los nombres que aparecen en los créditos finales de "Death Screams"... ¿familia directa?... ¿casualidad?... ¿o el pre-nacimiento de una porción histórica del cine "trash"?. A saber.
Tampoco sabemos, o no demasiado, la motivación del psycho-killer. Sí, nos la explican en un flashback fugaz. Pero, vamos, todo está como cogido con pinzas, de esas baratas que venden los chinos. Y es que, desde luego, el guionista Paul C. Elliott no tendría demasiada idea de lo que hacía. Antes se encargó de una serie documental dedicada al country para, pasada "Death Screams", esfumarse.
Entre los "great hits" tenemos que el personaje del tonto del pueblo, al que todo el rato nos pintan como sospechoso, en un momento dado desaparece misteriosamente de la trama... sin que nunca llegamos a saber qué fue de él (eso o es que, simplemente, no me enteré de nada).
El director se llama David Nelson. Según "la secre" venía de una carrera como actor (en plan ídolo de niñas), le pilló gusto a la dirección y parió varios títulos, pero nunca dejó la interpretación, llegando a asomar el careto en "Cry-Baby" del odioso John Waters (de cuando se vendió como una rata, pero manteniendo la dignidad. Las cosas empeorarían en el momento que, integrado ya en el mainstream, intentara recuperar parte de su "sucio" pero calculado pasado).
Lo cierto es que "Death Screams" es un rollaco de tomo y lomo. Pero uno de 1982, así que la cosa cambia. Créanme si les digo que no le di al avance rápido y únicamente dediqué un par de minutos a mirar el móvil. Ya es algo.
Naxo Fiol
viernes, 25 de febrero de 2022
MR. MIKE'S MONDO VIDEO
Tenía yo ganas de hincarle el diente a este documento muy buscado durante los 90 por los aficionados, pero que en plena era Internet ya está disponible para todos aquellos que lo deseen en cualquier formato imaginable. “Mr. Mike’s Mondo Video” es una prueba de que no todo lo que salió del “Saturday Night Live” tiene por qué ser genial o divertido, es más, esto es bastante desagradable, poco gracioso y desconcertante, y desde luego, es un producto concebido al amparo de las toneladas de cocaína que consumían sus artífices.
En los años 70, el documental mondo italiano estaba en auge, y en concreto “Este perro mundo”, había suscitado la controversia de rigor, sobre todo, en los Estados Unidos que es el lugar idóneo para que el populacho pique el anzuelo de los italianos.
Por otro lado Michael O’Donoghue, por aquel entonces valor en alza de la National Lampoon y guionista destacado de “SNL”, tenía un encargo de la NBC para que realizara un especial que sirviera para sustituir el programa madre durante las vacaciones, y a Donoghue no se le ocurrió otra cosa que hacer una particular parodia en clave humorística de los documentales mondo, fijándose sobre todo en la estructura, precisamente, de “Este perro mundo”. El resultado del experimento es este “Mr. Mike’s Mondo Video” que utiliza la estructura del mondo para hilvanar una serie de sketchs que, no solo no tienen puta gracia, sino que incluso se pasan de la raya mostrándonos imágenes de ligero maltrato animal —de las que no entraré en detalles— quizá no tan denunciables como las que nos ofrecía el género mondo en sí, pero igual de deleznables, porque encima se conciben con el fin de hacer reír al respetable. Una absoluta ida de pinza de un Michael O’Donoghue en su momento de mayor megalomanía en un producto que pretendiendo ser de mal gusto, resulta ser el delirio de un drogadicto que se cree muy gracioso.
Así, van desfilando los sketchs ante la impasibidad del espectador, destacando en todo caso uno en el que Dan Aykroid dice ser un mutante real y muestra a cámara los dedos palmeados de sus pies demostrando que son reales con la ayuda de un destornillador, o uno en el que el elenco femenino de “SNL” se dirige a cámara para decir que son las cosas que más les ponen de los hombres y estas, en tono sexy, dicen que las uñas negras, el mal aliento o la grasa en el pelo. A parte de eso, el resto, mierda. Y estos que he destacado tampoco es que sean un alarde de genialidad.
Los sketchs van unidos a través de presentaciones que hace el propio O’Donoghue e incluyen actuaciones musicales como la de Sid Vicious cantando el “My Way”.
Cuando O’Donoghue presentó esta basura a los ejecutivos de NBC, estos, rechazaron de facto el especial alegando la vulgaridad y baja calidad del mismo, por lo que lo nunca llegó a emitirse. Sin embargo, se le ofreció a O’Donoghue la cesión de derechos del especial por los 300.000 dólares que había costado producirlo, siempre y cuando no se emitiera en ningún canal televisivo, es decir, que si quería exhibir su trabajo tendría que ser en cine. Michael O’Donoghue aceptó el trato.
Por supuesto, el material había sido grabado en vídeo, por lo que tuvo que inflar este a 35 mm, además de buscar más material para poder llegar a la duración mínima de un largometraje si quería estrenarlo, así que incluyó unos cortometrajes de animación con plastilina sobrantes de una de las secciones de “SNL” que fueron cedidos por su autor. Así llegamos a la hora y media de metraje.
“Mr. Mike’s Mondo Video” se estrenó en cines con más pena que gloria, pero al final resultó un producto rentable porque O’Donoghue pudo venderlo a la televisión por cable donde se emitiría con los pertinentes cortes, así como se distribuiría en vídeo en los albores de los 80, convirtiéndose en una película de culto para los adoradores de “SNL”, aunque solo sea porque no es un producto demasiado bueno.
Asimismo esta película generó controversia cuando se editó en DVD por primera vez, puesto que Paul Anka, autor de la letra del “My Way” que en la película canta Sid Vicious, se negó en rotundo a que su canción apareciera en “Mr Mike’s Mondo Video”, así que en formato digital la escena en cuestión aparece sin audio y con una inscripción que reza que Paul Anka no ha dado su permiso para que suene la canción en la película. En su estreno teatral o en su primigenia edición en vídeo, sí que se podía escuchar.
De este modo tenemos una autentica rareza proveniente del mainstream que, más allá de eso, no sirve para nada. Es tonta, confusa y desagradable, pero sobre todo, nada graciosa.
Como en esencia se trata de un producto “SNL”, muchos de los sketchs están interpretados por el elenco original del programa o personalidades afines al mismo, por lo que podremos ver, además de al anteriormente citado Dan Aykroid, a Bill Murray, Carrie Fisher, Terri Garr, Margot Kidder, Deborah Harry o Gilda Radner.
Sin embargo, esto es purria de primer orden, además de, como diría José Mójica Marins, delirios de un anormal.
En los años 70, el documental mondo italiano estaba en auge, y en concreto “Este perro mundo”, había suscitado la controversia de rigor, sobre todo, en los Estados Unidos que es el lugar idóneo para que el populacho pique el anzuelo de los italianos.
Por otro lado Michael O’Donoghue, por aquel entonces valor en alza de la National Lampoon y guionista destacado de “SNL”, tenía un encargo de la NBC para que realizara un especial que sirviera para sustituir el programa madre durante las vacaciones, y a Donoghue no se le ocurrió otra cosa que hacer una particular parodia en clave humorística de los documentales mondo, fijándose sobre todo en la estructura, precisamente, de “Este perro mundo”. El resultado del experimento es este “Mr. Mike’s Mondo Video” que utiliza la estructura del mondo para hilvanar una serie de sketchs que, no solo no tienen puta gracia, sino que incluso se pasan de la raya mostrándonos imágenes de ligero maltrato animal —de las que no entraré en detalles— quizá no tan denunciables como las que nos ofrecía el género mondo en sí, pero igual de deleznables, porque encima se conciben con el fin de hacer reír al respetable. Una absoluta ida de pinza de un Michael O’Donoghue en su momento de mayor megalomanía en un producto que pretendiendo ser de mal gusto, resulta ser el delirio de un drogadicto que se cree muy gracioso.
Así, van desfilando los sketchs ante la impasibidad del espectador, destacando en todo caso uno en el que Dan Aykroid dice ser un mutante real y muestra a cámara los dedos palmeados de sus pies demostrando que son reales con la ayuda de un destornillador, o uno en el que el elenco femenino de “SNL” se dirige a cámara para decir que son las cosas que más les ponen de los hombres y estas, en tono sexy, dicen que las uñas negras, el mal aliento o la grasa en el pelo. A parte de eso, el resto, mierda. Y estos que he destacado tampoco es que sean un alarde de genialidad.
Los sketchs van unidos a través de presentaciones que hace el propio O’Donoghue e incluyen actuaciones musicales como la de Sid Vicious cantando el “My Way”.
Cuando O’Donoghue presentó esta basura a los ejecutivos de NBC, estos, rechazaron de facto el especial alegando la vulgaridad y baja calidad del mismo, por lo que lo nunca llegó a emitirse. Sin embargo, se le ofreció a O’Donoghue la cesión de derechos del especial por los 300.000 dólares que había costado producirlo, siempre y cuando no se emitiera en ningún canal televisivo, es decir, que si quería exhibir su trabajo tendría que ser en cine. Michael O’Donoghue aceptó el trato.
Por supuesto, el material había sido grabado en vídeo, por lo que tuvo que inflar este a 35 mm, además de buscar más material para poder llegar a la duración mínima de un largometraje si quería estrenarlo, así que incluyó unos cortometrajes de animación con plastilina sobrantes de una de las secciones de “SNL” que fueron cedidos por su autor. Así llegamos a la hora y media de metraje.
“Mr. Mike’s Mondo Video” se estrenó en cines con más pena que gloria, pero al final resultó un producto rentable porque O’Donoghue pudo venderlo a la televisión por cable donde se emitiría con los pertinentes cortes, así como se distribuiría en vídeo en los albores de los 80, convirtiéndose en una película de culto para los adoradores de “SNL”, aunque solo sea porque no es un producto demasiado bueno.
Asimismo esta película generó controversia cuando se editó en DVD por primera vez, puesto que Paul Anka, autor de la letra del “My Way” que en la película canta Sid Vicious, se negó en rotundo a que su canción apareciera en “Mr Mike’s Mondo Video”, así que en formato digital la escena en cuestión aparece sin audio y con una inscripción que reza que Paul Anka no ha dado su permiso para que suene la canción en la película. En su estreno teatral o en su primigenia edición en vídeo, sí que se podía escuchar.
De este modo tenemos una autentica rareza proveniente del mainstream que, más allá de eso, no sirve para nada. Es tonta, confusa y desagradable, pero sobre todo, nada graciosa.
Como en esencia se trata de un producto “SNL”, muchos de los sketchs están interpretados por el elenco original del programa o personalidades afines al mismo, por lo que podremos ver, además de al anteriormente citado Dan Aykroid, a Bill Murray, Carrie Fisher, Terri Garr, Margot Kidder, Deborah Harry o Gilda Radner.
Sin embargo, esto es purria de primer orden, además de, como diría José Mójica Marins, delirios de un anormal.
Victor Olid
miércoles, 23 de febrero de 2022
"AQUÍ VALE TODO" NÚMERO 2,5
Era finales de los 90 y todavía andaban calentitos los dos ejemplares del prozine que acabaría dando nombre y entidad a este mismo blog. La experiencia de facturarlos había sido satisfactoria. Y las ventas decentes. Así que nos pusimos manos a la obra con un número tres. Por entonces acababa de contactar con el legendario John Holmstrom, co-padre fundador de "Punk Magazine", dibujante de comics y portadista de "Ramones" (aunque ese mérito no sea del todo suyo), lo que dio pie a una macro-entrevista destinada a ser el contenido estrella del nuevo "Aquí Vale Todo". Aprovechando el Salón del Cómic de Barcelona de 1998, realicé sendas entrevistas a "gente del gremio" que por entonces tenía en mi lista de amistades (con los años uno se hizo especialmente famoso... aunque no por los motivos esperados / deseados) y el bueno de Robert Martex (que en paz descanse) y yo nos pusimos a maquetar el pifostio. Pero al poco de terminar, y con el prozine totalmente completado dentro del respectivo cd-rom, nos llegó la noticia que la "empresa editorial" cerraba trato con su distribuidora y, por ende, todos los proyectos caían. Incluido aquel "Aquí Vale Todo número 3" que tanto nos había costado facturar y en el que invertimos tantísima ilusión. Obviamente fue un disgusto. Y de los gordos. Intenté levantarlo por mi mismo, sin éxito. Reciclé parte del contenido -especialmente la entrevista con Holmstrom- en otro fanzine. Y, sí, la cosa fue bien... pero me quedó el gusanillo de un tercer "AVT". Tanto que seguí insistiendo y, tras mucho fracasar y mucha decepción, lo logré. Pero para entonces había transcurrido ya "demasiado tiempo" (¡un año!) y quise hacer algo totalmente nuevo y de contenido distinto... más influenciado por mis nuevos intereses (especialmente el "Weirdo" de Robert Crumb)
Pasaron los años. Nació el blog, se editaron más fanzines bajo el nombre de "Aquí Vale Todo" (aunque tirando de fotocopia y un contenido totalmente versado en el cine) y en 2017, coincidiendo con el veinte aniversario de "la marca", nos animamos a sacar un libro -cortesía de "Vial of Delicatessens"- donde se recopilaba todo lo publicado hasta entonces. Durante la búsqueda de material di con las páginas originales jamás aireadas de aquel infame tercer ejemplar. Me planteé reconstruirlas e incluirlas en el libro, pero desestimé la idea.
Sin embargo, hace poco me reencontré con ellas. Y, again, pensé aquello de "¿Y si?". Solo que esta vez procedí. Y lo terminé. Sí, amigos, tirando del material disponible, y los recuerdos aún vivos, he dado forma por fin al "Aquí Vale Todo" inédito que, por formato y, sobre todo, contenido, denota mucho la influencia de "Punk Magazine", menos presente en el que finalmente sería el tercero oficial. La portada se parece muchísimo a lo que en su momento ideamos Martex y yo, solo que sin su talento a mano, ha quedado menos lustrosa.
Naturalmente no tengo intención de pasar por la copistería, y muchísimo menos la imprenta, para darle forma física y ponerlo a la venta. No van por ahí los tiros. Lo he limitado al formato PDF y a una descarga gratuita destinada a los fieles de este blog. Por supuesto tengan en cuenta el año en que se hicieron todas esas entrevistas, escribieron todos esos textos y dibujaron todos esos comics. La información ha quedado totalmente desfasada. Y puede que algunas opiniones también. Pero como ejercicio entrañable, nostálgico, divertido (he disfrutado muchísimo) y, sobre todo, curioso (y completista, si tienen el mentado libro recopilatorio o, mejor, todos los prozines y fanzines de "AVT" en papel), funciona.
Dadas las circunstancias, he optado por numerarlo 2,5, ya que cae justo en medio del segundo ejemplar y el que finalmente fue el tercero.
Son 30 páginas que, espero, gocen. Disponen del enlace de descarga justo a continuación.
¡Gracias!
Pasaron los años. Nació el blog, se editaron más fanzines bajo el nombre de "Aquí Vale Todo" (aunque tirando de fotocopia y un contenido totalmente versado en el cine) y en 2017, coincidiendo con el veinte aniversario de "la marca", nos animamos a sacar un libro -cortesía de "Vial of Delicatessens"- donde se recopilaba todo lo publicado hasta entonces. Durante la búsqueda de material di con las páginas originales jamás aireadas de aquel infame tercer ejemplar. Me planteé reconstruirlas e incluirlas en el libro, pero desestimé la idea.
Sin embargo, hace poco me reencontré con ellas. Y, again, pensé aquello de "¿Y si?". Solo que esta vez procedí. Y lo terminé. Sí, amigos, tirando del material disponible, y los recuerdos aún vivos, he dado forma por fin al "Aquí Vale Todo" inédito que, por formato y, sobre todo, contenido, denota mucho la influencia de "Punk Magazine", menos presente en el que finalmente sería el tercero oficial. La portada se parece muchísimo a lo que en su momento ideamos Martex y yo, solo que sin su talento a mano, ha quedado menos lustrosa.
Naturalmente no tengo intención de pasar por la copistería, y muchísimo menos la imprenta, para darle forma física y ponerlo a la venta. No van por ahí los tiros. Lo he limitado al formato PDF y a una descarga gratuita destinada a los fieles de este blog. Por supuesto tengan en cuenta el año en que se hicieron todas esas entrevistas, escribieron todos esos textos y dibujaron todos esos comics. La información ha quedado totalmente desfasada. Y puede que algunas opiniones también. Pero como ejercicio entrañable, nostálgico, divertido (he disfrutado muchísimo) y, sobre todo, curioso (y completista, si tienen el mentado libro recopilatorio o, mejor, todos los prozines y fanzines de "AVT" en papel), funciona.
Dadas las circunstancias, he optado por numerarlo 2,5, ya que cae justo en medio del segundo ejemplar y el que finalmente fue el tercero.
Son 30 páginas que, espero, gocen. Disponen del enlace de descarga justo a continuación.
¡Gracias!
Naxo Fiol
lunes, 21 de febrero de 2022
UN PASOTA CON CORBATA
Los mayores de 40 años con mejor memoria, recordarán que a principios de los años 80, y durante bastante tiempo, la marca Schweppes bombardeó la televisión con una agresiva campaña publicitaria con el fin de promocionar su famosa agua tónica. Así, comenzaron a producir una serie de spots publicitarios en los que un individuo con gafas de concha ofrecía tónica a sus interceptores en situaciones de toda índole, situaciones que cada vez se volvían más descabelladas cuanto más popular se iba haciendo el spot publicitario. En estos anuncios, el de las gafas podía ofrecer tónica a la gente en la piscina, en un globo aerostatito, en una discoteca o en un pueblo de la España profunda. Fue tal el bombardeo, que no solo la tónica de esta marca se volvió terriblemente popular, sino que el protagonista de estos spots se convirtió en una celebridad a la que el público bautizó con el sobrenombre de “El hombre de la tónica”. Este caballero era un actor francés acostumbrado a interpretar papeles secundarios en toda suerte de films franceses llamado Bernard Le Coq, que más allá de la popularidad obtenida en nuestro país en los 80 por aquellos anuncios, continuó su carrera actoral hasta nuestros días, llegando incluso a ganar en 2003 el premio César al mejor actor de reparto por su intervención en la película “Acordarse de las cosas bellas”.
Como fuere, tenemos también en 1982 a un cineasta al cual hoy parece que se le ha tragado la tierra, Jesús Terrón, que con su productora Arte 7 produce y dirige lo que a priori parece un éxito seguro: Una película para lucimiento de “El hombre de la tónica”, esta “Un pasota con corbata”. La película pasó en su momento por nuestros cines de manera discreta con casi 250.000 espectadores de la época. Probablemente se estimaba un éxito mayor para este proyecto, y al no obtenerlo, aunque después la película tuvo vida comercial en vídeo de alquiler en una edición de IVS, “Un pasota con corbata” cayó en el más profundo de los olvidos.
Se trata de una película de lo más extraña, una comedia que en principio se pretende sofisticada y que gira en torno al periodismo, con más visos de querer adscribirse a la nueva comedia madrileña o al cine de la tercera vía que a la comedia popular española, pero que al final acaba siendo una especie de híbrido entre todas estas tendencias. El resultado es una cosa marciana, con un guion tan mal llevado a la pantalla que en lugar de contarnos una historia lineal parece que estemos viendo una película de sketchs.
Le Coq interpreta —doblado por el mismo actor que le doblaba en los spots televisivos— a un periodista que, por un lado intenta llevar a cabo su profesión con dignidad, encontrándose siempre con dificultades que le impiden publicar sus reportajes como a él le gustaría, y por otro, soltero empedernido como es, se relaciona con toda suerte de mujeres, siendo seducido por una lolita de 17 años, aspirante a periodista, interpretada por una novatilla Emma Suarez que, asimismo, también era menor de edad. Bajo estas dos premisas, se va desarrollando el argumento sin que haya en realidad una línea argumental clara.
Lo más curioso de todo es que tenemos, en papeles secundarios, a toda una ristra de personalidades del periodismo de la época que aparecen en la cinta en calidad de colaboración especial, así, tenemos a Joaquín Arozamena interpretando a un atracador de bancos, a Jesús Hermida haciendo de sí mismo, a Isabel Tenaille interpretándose también a sí misma, y luego, en otros papeles, a Luis García Berlanga como hombre aburguesado que juega al golf con nuestro protagonista o a Micky (de Micky y Los Tonys) como productor de cine “S” que desprecia un guion ofrecido por el personaje de Le Coq . A esa nómina hay que sumarle las apariciones del popular Doctor Cabeza y del mismísimo Sam Peckinpah, que aunque aparecen acreditados dentro del reparto, sus apariciones forman parte de los reportajes rodados por el protagonista, por lo que es muy difícil adivinar si el material empleado en sus apariciones forma parte de algún tipo de archivo, o si está rodado ex profeso para la película. Mi sensación es que es material insertado. Completarían el reparto actores y actrices nuestros de toda la vida como puedan ser Manuel Alexandre, Ricardo Palacios o Nadine Rochex, una actriz exageradamente tetuda y habitual de las películas de Pajares y Esteso.
No puedo decir que sea una mierda, puesto que algo de oficio hay en ella, pero sí que se trata de una película que, una vez saciada la curiosidad que sin duda suscita por su condición de rareza, deja a uno frío. Básicamente no ocurre nada, es solo una colección de escenas montadas sin demasiada coherencia entre ellas.
Bernard Le Coq con los años volvió a intervenir en nuestro cine y, en la película “GAL” de 2006, que indagaba en las pesquisas del grupo antiterrorista, Le Coq interpreta a una especie de sosias de Felipe González. También se le pudo ver en producciones de prestigio como “Caché” de Michael Haneke.
En cuanto al máximo responsable de "Un pasota con corbata", Jesús Terrón, poco más se sabe. Investigando un ratillo, he dado con su canal de Youtube que lleva por nombre “Círculo Cinematográfico Sam Peckinpah” y en el que sube extractos de cortometrajes o entrevistas que realiza el propio Terrón a distintas personalidades, por lo que parece estar vivo y coleando, pero por lo demás, en IMDB, la única película que se le adjudica como director es la presente.
Como fuere, tenemos también en 1982 a un cineasta al cual hoy parece que se le ha tragado la tierra, Jesús Terrón, que con su productora Arte 7 produce y dirige lo que a priori parece un éxito seguro: Una película para lucimiento de “El hombre de la tónica”, esta “Un pasota con corbata”. La película pasó en su momento por nuestros cines de manera discreta con casi 250.000 espectadores de la época. Probablemente se estimaba un éxito mayor para este proyecto, y al no obtenerlo, aunque después la película tuvo vida comercial en vídeo de alquiler en una edición de IVS, “Un pasota con corbata” cayó en el más profundo de los olvidos.
Se trata de una película de lo más extraña, una comedia que en principio se pretende sofisticada y que gira en torno al periodismo, con más visos de querer adscribirse a la nueva comedia madrileña o al cine de la tercera vía que a la comedia popular española, pero que al final acaba siendo una especie de híbrido entre todas estas tendencias. El resultado es una cosa marciana, con un guion tan mal llevado a la pantalla que en lugar de contarnos una historia lineal parece que estemos viendo una película de sketchs.
Le Coq interpreta —doblado por el mismo actor que le doblaba en los spots televisivos— a un periodista que, por un lado intenta llevar a cabo su profesión con dignidad, encontrándose siempre con dificultades que le impiden publicar sus reportajes como a él le gustaría, y por otro, soltero empedernido como es, se relaciona con toda suerte de mujeres, siendo seducido por una lolita de 17 años, aspirante a periodista, interpretada por una novatilla Emma Suarez que, asimismo, también era menor de edad. Bajo estas dos premisas, se va desarrollando el argumento sin que haya en realidad una línea argumental clara.
Lo más curioso de todo es que tenemos, en papeles secundarios, a toda una ristra de personalidades del periodismo de la época que aparecen en la cinta en calidad de colaboración especial, así, tenemos a Joaquín Arozamena interpretando a un atracador de bancos, a Jesús Hermida haciendo de sí mismo, a Isabel Tenaille interpretándose también a sí misma, y luego, en otros papeles, a Luis García Berlanga como hombre aburguesado que juega al golf con nuestro protagonista o a Micky (de Micky y Los Tonys) como productor de cine “S” que desprecia un guion ofrecido por el personaje de Le Coq . A esa nómina hay que sumarle las apariciones del popular Doctor Cabeza y del mismísimo Sam Peckinpah, que aunque aparecen acreditados dentro del reparto, sus apariciones forman parte de los reportajes rodados por el protagonista, por lo que es muy difícil adivinar si el material empleado en sus apariciones forma parte de algún tipo de archivo, o si está rodado ex profeso para la película. Mi sensación es que es material insertado. Completarían el reparto actores y actrices nuestros de toda la vida como puedan ser Manuel Alexandre, Ricardo Palacios o Nadine Rochex, una actriz exageradamente tetuda y habitual de las películas de Pajares y Esteso.
No puedo decir que sea una mierda, puesto que algo de oficio hay en ella, pero sí que se trata de una película que, una vez saciada la curiosidad que sin duda suscita por su condición de rareza, deja a uno frío. Básicamente no ocurre nada, es solo una colección de escenas montadas sin demasiada coherencia entre ellas.
Bernard Le Coq con los años volvió a intervenir en nuestro cine y, en la película “GAL” de 2006, que indagaba en las pesquisas del grupo antiterrorista, Le Coq interpreta a una especie de sosias de Felipe González. También se le pudo ver en producciones de prestigio como “Caché” de Michael Haneke.
En cuanto al máximo responsable de "Un pasota con corbata", Jesús Terrón, poco más se sabe. Investigando un ratillo, he dado con su canal de Youtube que lleva por nombre “Círculo Cinematográfico Sam Peckinpah” y en el que sube extractos de cortometrajes o entrevistas que realiza el propio Terrón a distintas personalidades, por lo que parece estar vivo y coleando, pero por lo demás, en IMDB, la única película que se le adjudica como director es la presente.
Victor Olid
sábado, 19 de febrero de 2022
BLOOD RAGE
Nada más darle al "play", bastaron dos minutos para arrepentirme de no haber visto antes esta película. El plano que abre situado en un auto-cine donde proyectan una de terror (en un alarde de guiño auto consciente adelantado -y mucho- a "Scream" & company), la dicharachera música de sintetizador, la fugaz aparición de Ted Raimi como vendedor de condones (en su primer rol ajeno al universo de su famoso hermano) y la acreditación del gran Ed French en los efectos especiales (luego hablamos de ello) me hicieron comprender que me había estado perdiendo algo, cuanto menos, interesante. Demasiadas aparentes virtudes, sumadas a su año de producción (1983, aunque no se estrenó hasta 1987) y al título que aparece en esta versión: "Slasher". Dispone de unos cuantos más, entre ellos el mismo "Blood Rage" o "Nightmare at Shadow Woods" para su pase televisivo. No me consta que llegara a España en ningún formato, pero tampoco le faltan títulos en castellano, como la literal traducción del último, "Pesadilla en Sherman Woods" o un ignoto "Rostro del asesino". Resulta curioso plantearse que si "Blood Rage" se hubiese estrenado cuando le tocaba, 1983, habría encajado como un guante en las de su gremio. Pero "Pesadilla en Elm Street" estalló entre medias, así que cuando finalmente la reseñada vio la luz, tuvo que readaptarse, recibiendo el mentado título con la palabra "Nightmare..." para su pase cajatontil y un eslogan muy clarificador: "No todo el mal está en la calle Elm".
Pero "Blood Rage" queda muy lejos de las desventuras de Freddy Krueger. Y, de hecho, tampoco es que sea un slasher ortodoxo. Sí se mantiene fiel a algunas ideas ya entonces muy sobadas, como la bromita pesada que sirve de susto barato (en este caso, la perpetradora se curra un maquillaje prácticamente profesional, sin que sepamos cómo), la escena de la ducha, los cadáveres expuestos para espantar a la "final girl", etc. Pero también arriesga, alejándose de la imagen del asesino misterioso y/o enmascarado. En "Blood Rage" lo conocemos desde buen principio, le vemos -sin cubrirse la cara- hablar y moverse entre sus semejantes. Para animar la trama, dispone de un gemelo. Todo comienza en 1974, durante una noche en el auto-cine. Uno de los dos hermanos pilla una hacha y, por puro deleite, se carga a un pobre desgraciado que andaba tirándose a su novia. Adelantándose a la llegada de testigos, el chaval le cede el arma a su igual y consigue que le culpen del crimen. El verdadero asesino se pasa diez largos años portándose bien hasta que, deducimos, el anuncio de que su madre se va a casar con otro hombre... o la fuga del hermano acusado injustamente, despiertan en él las ganas de matar de nuevo y, en fin, que se pone manos a la obra.
Y aquí nos quedamos, porque la galería de asesinatos es notable. Para ser una de terror medianamente "normal" fechada a principios de los ochenta, lo cierto es que el nivel de truculencia es generoso, gráfico y licuoso. Muy parecido al que se hace hoy día con mentalidad retro. Como decía, de los potentes efectos se encarga el gran Ed French quien, además, aparece interpretando un papelito (cosa que ya solía hacer eventualmente) y se deja asesinar. La imagen de su realista cabeza decapitada colgada en el marco de la puerta, bien chorreante, es ya casi icónica (la incluyo al final de todo, por puro gusto).
El otro elemento que se aleja un poco de terrenos trillados es la presencia de Louise Lasser, una actriz que por aspecto físico, maneras y cazallosa voz, me da un poco de grima. Le van como anillo al dedo los papeles de maruja sufriente, que es lo que interpreta en "Blood Rage". De hecho, se pasa tres pueblos, casi parece que pretenda ganar un Oscar con tanto drama y tanto llanto. Ella y Ted Raimi volverían a compartir créditos en "Ola de crímenes, ola de risas" dos años después (o dos antes... según se mire).
Que la película proyectada en el auto-cine al principio de "Blood Rage" (y en una televisión poco después) sea "The House That Cried Murder" ("La novia asesina" en España) tiene una explicación. El co-guionista de aquella, John Grissmer, es el director de esta, que puso prematuro punto y final a su escueta filmografía (solo dispone de una película previa, "Bisturí").
No les voy a negar que parte de la diversión -moderada- de ver "Blood Rage" también se la debo a algunos momentos risibles compuestos de ciertas incongruencias narrativas e interpretaciones un poco desmadradas (Doña Lasser es un compendio de muchas de ellas), pero lo cierto es que, si se la toman como hay que tomársela, pueden pasar un rato majo y muy pringoso.
Pero "Blood Rage" queda muy lejos de las desventuras de Freddy Krueger. Y, de hecho, tampoco es que sea un slasher ortodoxo. Sí se mantiene fiel a algunas ideas ya entonces muy sobadas, como la bromita pesada que sirve de susto barato (en este caso, la perpetradora se curra un maquillaje prácticamente profesional, sin que sepamos cómo), la escena de la ducha, los cadáveres expuestos para espantar a la "final girl", etc. Pero también arriesga, alejándose de la imagen del asesino misterioso y/o enmascarado. En "Blood Rage" lo conocemos desde buen principio, le vemos -sin cubrirse la cara- hablar y moverse entre sus semejantes. Para animar la trama, dispone de un gemelo. Todo comienza en 1974, durante una noche en el auto-cine. Uno de los dos hermanos pilla una hacha y, por puro deleite, se carga a un pobre desgraciado que andaba tirándose a su novia. Adelantándose a la llegada de testigos, el chaval le cede el arma a su igual y consigue que le culpen del crimen. El verdadero asesino se pasa diez largos años portándose bien hasta que, deducimos, el anuncio de que su madre se va a casar con otro hombre... o la fuga del hermano acusado injustamente, despiertan en él las ganas de matar de nuevo y, en fin, que se pone manos a la obra.
Y aquí nos quedamos, porque la galería de asesinatos es notable. Para ser una de terror medianamente "normal" fechada a principios de los ochenta, lo cierto es que el nivel de truculencia es generoso, gráfico y licuoso. Muy parecido al que se hace hoy día con mentalidad retro. Como decía, de los potentes efectos se encarga el gran Ed French quien, además, aparece interpretando un papelito (cosa que ya solía hacer eventualmente) y se deja asesinar. La imagen de su realista cabeza decapitada colgada en el marco de la puerta, bien chorreante, es ya casi icónica (la incluyo al final de todo, por puro gusto).
El otro elemento que se aleja un poco de terrenos trillados es la presencia de Louise Lasser, una actriz que por aspecto físico, maneras y cazallosa voz, me da un poco de grima. Le van como anillo al dedo los papeles de maruja sufriente, que es lo que interpreta en "Blood Rage". De hecho, se pasa tres pueblos, casi parece que pretenda ganar un Oscar con tanto drama y tanto llanto. Ella y Ted Raimi volverían a compartir créditos en "Ola de crímenes, ola de risas" dos años después (o dos antes... según se mire).
Que la película proyectada en el auto-cine al principio de "Blood Rage" (y en una televisión poco después) sea "The House That Cried Murder" ("La novia asesina" en España) tiene una explicación. El co-guionista de aquella, John Grissmer, es el director de esta, que puso prematuro punto y final a su escueta filmografía (solo dispone de una película previa, "Bisturí").
No les voy a negar que parte de la diversión -moderada- de ver "Blood Rage" también se la debo a algunos momentos risibles compuestos de ciertas incongruencias narrativas e interpretaciones un poco desmadradas (Doña Lasser es un compendio de muchas de ellas), pero lo cierto es que, si se la toman como hay que tomársela, pueden pasar un rato majo y muy pringoso.
Naxo Fiol
viernes, 18 de febrero de 2022
ESTRELLAS DE LOS DIBUJOS ANIMADOS AL RESCATE
Gusta mucho, a los deglutidores de nostalgia, este especial televisivo cargado de buenas intenciones que, en realidad, lo que está haciendo es camuflar una campaña de McDonalds, de órdago, que promocionaba con esta excusa sus restaurantes a nivel internacional. Pero, desde luego, la idea no podía ser más atractiva.
“Estrellas de los dibujos animados al rescate”, además, responde a una tendencia audiovisual muy de moda a finales de los 80 y primeros 90, que son los vídeos educacionales para la prevención de la drogadicción (de los que ya hemos dado cuenta de vez en cuando por aquí), y que servían, sobre todo, para que quienes se veían involucrados en tan noble causa se colgaran una medallita. Es como cuando Maradona y Julio Alberto, futbolistas ambos que tomaban la cocaína a través de un embudo, se manifestaban en espacios publicitarios espetando “No a la droga”. Así, los detractores de la franquicia de restaurantes que se encargó de este mediometraje animado, podían llegar a pensar que, igual, esos mercaderes no eran tan malos. Esta película es una sensacionalista limpieza de cara, hablando en plata.
Así, y en una campaña de marketing maestra, se concibió este mediometraje que reunía a lo más granado en personajes de las series animadas del momento, los que lo petaban en el año 1990 en todos los canales televisivos americanos, cedidos desinteresadamente para la ocasión por sus respectivas productoras. De este modo tenemos a Los Pitufos, Alf, Garfield, Alvin y las ardillas, Las Tortugas Ninja, Los sobrinos del pato Donald (por “Patoaventuras”), Slimer de Los Cazafantasmas, Winnie The Pooh, Los Pequeñecos, Bugs Bunny y el Pato Lucas juntos en una misma película y por una noble causa: La prevención de la droga.
La producción se encargó al estudio taiwanés Wang Film Productions que tardó en realizar la película tan solo seis semanas, cuando lo normal para una cosa de estas características era emplear el doble o triple de tiempo. Dada la eficacia de la empresa, posteriormente las productoras norteamericanas les encargaron montones de capítulos de distintas series y animaciones, siendo en la actualidad uno de los estudios de coproducción más longevos y prolíficos.
Un adolescente tiene un enganche considerable a la marihuana, lo que le insta a robar la hucha del cerdito a su hermanita para costearse el vicio. Los personajes de los dibujos animados presentes en el merchandising existente en la habitación de la chica, cobran vida tras ser testigos del hurto y se ponen en marcha para intentar sacar a este muchacho de la droga. Cuando, azuzado por las malas compañías, el chaval está tentado a probar el crack, se le presentarán distintos personajes de dibujos animados que le mostrarán la consecuencia del consumo de drogas, animándole a que no lo pruebe.
Se trata de una especie de versión inspirada en el “Cuento de Navidad” de Charles Dickens (o incluso, una versión apócrifa) convenientemente remozada para la ocasión. Una cosa amena y para críos que cuenta con el handicap de tener en el mismo lugar a toda esa ristra de personajes míticos, concediéndole a la película un valor añadido; es más, diría que la temática antidrogas importa un bledo y que “Estrellas de los dibujos animados al rescate” se sostiene por la impresionante galería de personajes. Está entretenidilla pero en realidad es bastante cutre y salchichera, que de no ser por el crossover que nos propone, jamás habría tenido trascendencia alguna.
La película se emitió en Abril de 1990 simultáneamente en todos lo canales importantes de los Estados Unidos, así como en algunos locales y la televisión por cable. Además, se hacía acompañar por un mensaje alentador de George Bush, lo que lograba que el producto se tomara mucho más en serio de cara al gran público. También se editó en VHS y podía solicitarse de manera gratuita en los video-clubs o en los restaurantes McDonalds de los USA.
Por supuesto, la estrategia comercial se extendió al resto del mundo, llegando a nuestro país dos años después, en 1992, donde a la hora de emitirse no se respetó totalmente la simultaneidad, pero sí que se emitió en todos los canales de nuestra televisión, en distintos días y a distintas horas, siendo sustituido el mensaje de George Bush por el de la Reina Sofía, que con su pronunciación macarrónica del castellano, decía a los chavales que hicieran caso a estas entrañables criaturas y no se drogasen. Fue distribuida de manera gratuita en restaurantes McDonalds de España, así como la cinta es material docente para las instituciones gubernamentales o no, que luchan contra la droga. A día de hoy, las copias originales en VHS son un producto de coleccionista cotizado en las webs de venta de segunda mano.
Por otro lado, la condición de rareza de esta película viene precedida porque, a pesar del éxito que supuso en su momento, jamás volvió a emitirse o a ser distribuida y parece que se la hubiera tragado la tierra, sobreviviendo únicamente en las copias de VHS existentes de cuando se movió en su momento, o en las miles de cintas vírgenes de quienes la grabaron el día de su emisión. Esto es debido a que, aunque todas las productoras habían cedido los derechos de sus personajes, el creador de Garfield, Jim Davis, jamás había dado permiso. En su defensa, los creadores de la serie “Garfield y sus amigos”, que era la que en ese momento estaba en emisión, aclararon que en realidad Davis si había cedido al personaje para “Estrellas de los dibujos animados al rescate”, pero solo si esta película se emitía por un tiempo limitado. Así que no se volvió a saber más de ella por este motivo, que era lo acordado con Davis, y quiero suponer que por otro tipo de burocracias. Como fuere, la gracia del asunto radica precisamente en eso, en que se trata de una cosa rara que se emitió en su momento en televisión, que se distribuyó de manera gratuita con fines altruistas (y promocionales, no nos olvidemos) y de la cual nunca se volvió a saber… hasta que llegó Internet, y con él, miles de ripeos para que podamos volver a ver la película tantas veces como nos plazca.
Sin más, decirles también que si son coleccionistas, y les gustaría poseer una copia en DVD, en el mercado pirata podrán hacerse con una por pocos duros.
“Estrellas de los dibujos animados al rescate”, además, responde a una tendencia audiovisual muy de moda a finales de los 80 y primeros 90, que son los vídeos educacionales para la prevención de la drogadicción (de los que ya hemos dado cuenta de vez en cuando por aquí), y que servían, sobre todo, para que quienes se veían involucrados en tan noble causa se colgaran una medallita. Es como cuando Maradona y Julio Alberto, futbolistas ambos que tomaban la cocaína a través de un embudo, se manifestaban en espacios publicitarios espetando “No a la droga”. Así, los detractores de la franquicia de restaurantes que se encargó de este mediometraje animado, podían llegar a pensar que, igual, esos mercaderes no eran tan malos. Esta película es una sensacionalista limpieza de cara, hablando en plata.
Así, y en una campaña de marketing maestra, se concibió este mediometraje que reunía a lo más granado en personajes de las series animadas del momento, los que lo petaban en el año 1990 en todos los canales televisivos americanos, cedidos desinteresadamente para la ocasión por sus respectivas productoras. De este modo tenemos a Los Pitufos, Alf, Garfield, Alvin y las ardillas, Las Tortugas Ninja, Los sobrinos del pato Donald (por “Patoaventuras”), Slimer de Los Cazafantasmas, Winnie The Pooh, Los Pequeñecos, Bugs Bunny y el Pato Lucas juntos en una misma película y por una noble causa: La prevención de la droga.
La producción se encargó al estudio taiwanés Wang Film Productions que tardó en realizar la película tan solo seis semanas, cuando lo normal para una cosa de estas características era emplear el doble o triple de tiempo. Dada la eficacia de la empresa, posteriormente las productoras norteamericanas les encargaron montones de capítulos de distintas series y animaciones, siendo en la actualidad uno de los estudios de coproducción más longevos y prolíficos.
Un adolescente tiene un enganche considerable a la marihuana, lo que le insta a robar la hucha del cerdito a su hermanita para costearse el vicio. Los personajes de los dibujos animados presentes en el merchandising existente en la habitación de la chica, cobran vida tras ser testigos del hurto y se ponen en marcha para intentar sacar a este muchacho de la droga. Cuando, azuzado por las malas compañías, el chaval está tentado a probar el crack, se le presentarán distintos personajes de dibujos animados que le mostrarán la consecuencia del consumo de drogas, animándole a que no lo pruebe.
Se trata de una especie de versión inspirada en el “Cuento de Navidad” de Charles Dickens (o incluso, una versión apócrifa) convenientemente remozada para la ocasión. Una cosa amena y para críos que cuenta con el handicap de tener en el mismo lugar a toda esa ristra de personajes míticos, concediéndole a la película un valor añadido; es más, diría que la temática antidrogas importa un bledo y que “Estrellas de los dibujos animados al rescate” se sostiene por la impresionante galería de personajes. Está entretenidilla pero en realidad es bastante cutre y salchichera, que de no ser por el crossover que nos propone, jamás habría tenido trascendencia alguna.
La película se emitió en Abril de 1990 simultáneamente en todos lo canales importantes de los Estados Unidos, así como en algunos locales y la televisión por cable. Además, se hacía acompañar por un mensaje alentador de George Bush, lo que lograba que el producto se tomara mucho más en serio de cara al gran público. También se editó en VHS y podía solicitarse de manera gratuita en los video-clubs o en los restaurantes McDonalds de los USA.
Por supuesto, la estrategia comercial se extendió al resto del mundo, llegando a nuestro país dos años después, en 1992, donde a la hora de emitirse no se respetó totalmente la simultaneidad, pero sí que se emitió en todos los canales de nuestra televisión, en distintos días y a distintas horas, siendo sustituido el mensaje de George Bush por el de la Reina Sofía, que con su pronunciación macarrónica del castellano, decía a los chavales que hicieran caso a estas entrañables criaturas y no se drogasen. Fue distribuida de manera gratuita en restaurantes McDonalds de España, así como la cinta es material docente para las instituciones gubernamentales o no, que luchan contra la droga. A día de hoy, las copias originales en VHS son un producto de coleccionista cotizado en las webs de venta de segunda mano.
Por otro lado, la condición de rareza de esta película viene precedida porque, a pesar del éxito que supuso en su momento, jamás volvió a emitirse o a ser distribuida y parece que se la hubiera tragado la tierra, sobreviviendo únicamente en las copias de VHS existentes de cuando se movió en su momento, o en las miles de cintas vírgenes de quienes la grabaron el día de su emisión. Esto es debido a que, aunque todas las productoras habían cedido los derechos de sus personajes, el creador de Garfield, Jim Davis, jamás había dado permiso. En su defensa, los creadores de la serie “Garfield y sus amigos”, que era la que en ese momento estaba en emisión, aclararon que en realidad Davis si había cedido al personaje para “Estrellas de los dibujos animados al rescate”, pero solo si esta película se emitía por un tiempo limitado. Así que no se volvió a saber más de ella por este motivo, que era lo acordado con Davis, y quiero suponer que por otro tipo de burocracias. Como fuere, la gracia del asunto radica precisamente en eso, en que se trata de una cosa rara que se emitió en su momento en televisión, que se distribuyó de manera gratuita con fines altruistas (y promocionales, no nos olvidemos) y de la cual nunca se volvió a saber… hasta que llegó Internet, y con él, miles de ripeos para que podamos volver a ver la película tantas veces como nos plazca.
Sin más, decirles también que si son coleccionistas, y les gustaría poseer una copia en DVD, en el mercado pirata podrán hacerse con una por pocos duros.
Victor Olid
miércoles, 16 de febrero de 2022
GALERÍA DE ESCANEOS BONITOS 6 (LOS CLÁSICOS, 1ª PARTE)
Imágenes extraídas de las fermosas páginas de "Mad Movies", "L´Ecran Fantastique" y otras revistas franchutes que me alegraron la adolescencia por ahí los años 80/90....
No hemos subtitulado a esta entrada "Los
Clásicos" porque sí. Aquí tenemos al gran Dick Smith, el
rey de los maquillajes horroríficos. Tanto como el de arriba,
perteneciente a "Historia Macabra". Lo crean o no, de
chaval esta imagen (y todas las que acompañaban al mismo
cadáver en progresivo estado de descomposición) me resultaban
totalmente aterradoras. Y no era para menos.
La de abajo pertenece a aquella alucinada película de Ken
Russell titulada "Viaje alucinante al fondo de la mente". No sé hasta qué
punto Smith estaba involucrado en lo que vemos, siendo más un
efecto visual... pero vamos, que el resto de materia confeccionada
con látex de la peli era paternidad totalmente suya.
Donde no hay discusión posible es con
la imagen que hace tres, que pal caso forma parte
de los excelentes trucajes de "El Ansia", la ultra-estilizada
epopeya vampírica de Tony Scott.
Clásicos" porque sí. Aquí tenemos al gran Dick Smith, el
rey de los maquillajes horroríficos. Tanto como el de arriba,
perteneciente a "Historia Macabra". Lo crean o no, de
chaval esta imagen (y todas las que acompañaban al mismo
cadáver en progresivo estado de descomposición) me resultaban
totalmente aterradoras. Y no era para menos.
La de abajo pertenece a aquella alucinada película de Ken
Russell titulada "Viaje alucinante al fondo de la mente". No sé hasta qué
punto Smith estaba involucrado en lo que vemos, siendo más un
efecto visual... pero vamos, que el resto de materia confeccionada
con látex de la peli era paternidad totalmente suya.
Donde no hay discusión posible es con
la imagen que hace tres, que pal caso forma parte
de los excelentes trucajes de "El Ansia", la ultra-estilizada
epopeya vampírica de Tony Scott.
Dejamos tranquilo a Smith y nos centramos en otros
grandes, la KNB Group y los efectos especiales que
parieron para la fallidísima novena entrega de "Viernes 13"
sobre la que pueden leer a fondo AQUÍ.
En su día, cuando aún estaba pendiente de estreno, estas
imágenes prometían un auténtico espectáculo de gore
desmadrado como hacía siglos no se veía en una de las
aventuras de Jason. Luego, ya saben, no fue pa tanto.
Pero molan un rataco...
grandes, la KNB Group y los efectos especiales que
parieron para la fallidísima novena entrega de "Viernes 13"
sobre la que pueden leer a fondo AQUÍ.
En su día, cuando aún estaba pendiente de estreno, estas
imágenes prometían un auténtico espectáculo de gore
desmadrado como hacía siglos no se veía en una de las
aventuras de Jason. Luego, ya saben, no fue pa tanto.
Pero molan un rataco...
Naxo Fiol
lunes, 14 de febrero de 2022
SEXUAL ENCOUNTER GROUP
Muy interesado en la pornografía desde los inicios de su carrera, antes de convertirse en el director porno Rex Borsky especializado en películas sobre sexo anal, Alex de Renzy firmaba sus películas con su propio nombre y, más que un director porno, era un esteta vanguardista que experimentaba con películas de sexo. Recientemente Vinegard Syndrome ha editado un pack con lo más granado de esa primera etapa donde combinaba el cinema verité con el documental, como mera excusa para filmar a gente follando, que era lo que al final le interesaba al director.
Su película más distinguida y popular es este “Sexual Encounter Group” que rodada en 16 mm y a tiempo real, nos muestra como, en lo alto de una colina, hay una casita muy apañada en la que se reúne un grupo de 20 personas, mitad hombres, mitad mujeres, todos medio hippies, y, tras conversar acerca de la libertad sexual unos minutos, comenzarán una sesión de sexo grupal que De Renzy filmará, prácticamente del tirón. Así, la cosa comenzará con una serie de tocamientos entre los participantes para ir perdiendo el pudor, pasarán al sexo común y corriente, y, tras el clímax, la película concluirá en una piscina donde los participantes se relajarán entre pequeños juegos acuáticos y tocamientos. Fin. Entre medias, se ve que la banda de sonido se echó a perder, por lo que durante media película el sonido ambiente de la orgía es suplido por músicas funkeras propias del cine porno, y vemos un plano repugnante en el que el individuo que lleva la voz cantante en este grupo de follarines, se limpia el rabo de sangre, obviamente porque acaba de penetrar a una mujer con la menstruación.
“Sexual Encounter Group”, aún siendo una película porno, funciona más como ejercicio estético que como material para hacerse pajas. Como se trata de una filmación muy natural de lo que está sucediendo en ese mismo momento, el grueso de la hora y cuarto que dura se lo lleva la parte en la que los integrantes de este grupo se conocen físicamente, reduciéndose todo el folleteo a los 15 minutos finales de metraje, amen de procurarse De Renzy tiros de cámara y enfoques propios del cine experimental. Así que pajilleros, guarden sus diminutos penes; no se les va a poner duro.
Los aficionados al cine marginal reivindican ahora la figura de Alex de Renzy, al menos, en esta primera etapa de primeros de los 70 en la que, aun teniendo el sexo muy presente, ofrecía propuestas sensacionalistas con mayores valores cinematográficos de lo que ofrecería años después bajo el seudónimo de Rex Borsky, con el que se pasa al porno convencional donde rueda tropecientas películas de enculadas en las que no aplicaba ni una sola de las nociones estéticas que poseían estos primeros documentales. Era porno noventero de la peor calaña. Sin embargo, “Sexual Encounter Group”, como cualquiera de sus otros trabajos primerizos, dejan claro que dentro de la industria del porno había cineastas con una pretensiones que se encontraban a años luz de lo que acabarían haciendo. En el caso de De Renzy sería una evolución natural, puesto que al individuo le gustaba el folleteo cosa mala.
Se ve que murió de un derrame cerebral en 1997, mientras rodaba la que sería su última película porno.
En cuanto a “Sexual Encounter Group”, una vez vista, me ha dejado un poco igual que estaba y me he aburrido de lo lindo.
A priori, este tipo de productos sean pornográficos o no, me suelen llamar poderosamente la atención, y una vez vistos, tomo nota o no… con esta, no tomo nota.
Su película más distinguida y popular es este “Sexual Encounter Group” que rodada en 16 mm y a tiempo real, nos muestra como, en lo alto de una colina, hay una casita muy apañada en la que se reúne un grupo de 20 personas, mitad hombres, mitad mujeres, todos medio hippies, y, tras conversar acerca de la libertad sexual unos minutos, comenzarán una sesión de sexo grupal que De Renzy filmará, prácticamente del tirón. Así, la cosa comenzará con una serie de tocamientos entre los participantes para ir perdiendo el pudor, pasarán al sexo común y corriente, y, tras el clímax, la película concluirá en una piscina donde los participantes se relajarán entre pequeños juegos acuáticos y tocamientos. Fin. Entre medias, se ve que la banda de sonido se echó a perder, por lo que durante media película el sonido ambiente de la orgía es suplido por músicas funkeras propias del cine porno, y vemos un plano repugnante en el que el individuo que lleva la voz cantante en este grupo de follarines, se limpia el rabo de sangre, obviamente porque acaba de penetrar a una mujer con la menstruación.
“Sexual Encounter Group”, aún siendo una película porno, funciona más como ejercicio estético que como material para hacerse pajas. Como se trata de una filmación muy natural de lo que está sucediendo en ese mismo momento, el grueso de la hora y cuarto que dura se lo lleva la parte en la que los integrantes de este grupo se conocen físicamente, reduciéndose todo el folleteo a los 15 minutos finales de metraje, amen de procurarse De Renzy tiros de cámara y enfoques propios del cine experimental. Así que pajilleros, guarden sus diminutos penes; no se les va a poner duro.
Los aficionados al cine marginal reivindican ahora la figura de Alex de Renzy, al menos, en esta primera etapa de primeros de los 70 en la que, aun teniendo el sexo muy presente, ofrecía propuestas sensacionalistas con mayores valores cinematográficos de lo que ofrecería años después bajo el seudónimo de Rex Borsky, con el que se pasa al porno convencional donde rueda tropecientas películas de enculadas en las que no aplicaba ni una sola de las nociones estéticas que poseían estos primeros documentales. Era porno noventero de la peor calaña. Sin embargo, “Sexual Encounter Group”, como cualquiera de sus otros trabajos primerizos, dejan claro que dentro de la industria del porno había cineastas con una pretensiones que se encontraban a años luz de lo que acabarían haciendo. En el caso de De Renzy sería una evolución natural, puesto que al individuo le gustaba el folleteo cosa mala.
Se ve que murió de un derrame cerebral en 1997, mientras rodaba la que sería su última película porno.
En cuanto a “Sexual Encounter Group”, una vez vista, me ha dejado un poco igual que estaba y me he aburrido de lo lindo.
A priori, este tipo de productos sean pornográficos o no, me suelen llamar poderosamente la atención, y una vez vistos, tomo nota o no… con esta, no tomo nota.
Victor Olid
sábado, 12 de febrero de 2022
MORIRÁS A MEDIANOCHE
¿Nunca se han preguntado por qué Lamberto Bava se adaptó tan bien a la televisión cuando esta arrasó con todo el cine de género italiano, especialmente el terror? ¿Por qué es uno de los pocos de su quinta -sin contar al eterno Dario- que sobrevivió a la catástrofe? En "Morirás a medianoche" tienen la respuesta. Otro seudo-giallo ochentero que el fetuccini se curró nada menos que entre los dos "Demons", donde hacía gala de un estilo colorista y gran guiñolesco debido, tal vez, a la supervisión de maese Argento. En cuanto este se ausenta, lo que obtenemos por parte de Lamberto es un cine plano, frío y aséptico como una mala cosa. Muy televisivo (y ahí tienen la respuesta al enigma, el cineasta se adaptó bien porque llevaba el "telefilmismo" en la sangre). Eso mismo se nota un huevo con "Morirás a medianoche" que, sin embargo, me ha molado un poquito -solo un poquito- más que "Cuchillos en la oscuridad". Quizás porque se mantenía virgen para mis hastiados ojos, quien sabe.
Un policía y su cornuda mujer se pelean, llegando a las manos. Todo parece que va a terminar en tragedia hasta que él se contiene y sale a por tabaco. Ella, dolorida, corre a la ducha. De pronto aparece en escena una figura misteriosa que la mata con un pico de hielo. Naturalmente las sospechas recaen en el policía pero ¿es él o un famoso asesino supuestamente fallecido que ha regresado para seguir matando?.
Todo en esta peli del 86 es rematadamente de manual. Todo. Incluido un desenlace algo tramposillo. Y su deuda con la entrañable "Tenebre" del inevitable Dario, también. La banda sonora firmada por Claudio Simonetti parece surgida de los descartes de la que él mismo compuso junto a Massimo Morante y Fabio Pignatelli para aquella. Y si nos ponemos farrucos, hasta podemos extendernos al resto de la filmografía Argentiana, porque hay un detalle narrativo directamente mangado de "El pájaro de las plumas de cristal". Tal cual (hoy lo llamarían homenaje).
En el reparto, los inevitables rostros habituales de esta clase de cine, destacando por fácilmente reconocibles los de Paolo Malco y Peter Pitsch, que venía de protagonizar "Demons". Aunque a mi me ha llamado poderosamente la atención Lara Wendel, primero porque la he reconocido de su rol secundario en -otra vez- "Tenebre" (allí salía con el pelo largo y estaba más guapa) y, luego, porque al investigar he descubierto que fue una de las protagonistas de la extremadamente polémica "Maladolescencia", famosa por incluir imágenes de niñas menores -pero de verdad- desnudándose y efectuando actos sexuales. Wendel era una de ellas. Cuando la prensa de la época le preguntó cómo había osado reunir valor a sus tan solo once primaveras, afirmó que la movía un fuerte deseo de convertirse en actriz, costara lo que costara. Lástima que tanto esfuerzo no quedara compensado cuando se retiró de la profesión en 1993.
Como detalle curioso, mencionar la escena en la que una de las chicas se tumba en la cama a leer una novela de crímenes titulada "Blood" cuya llamativa portada viene firmada por el gran -y ya fallecido- Enzo Sciotti, responsable así mismo del cartel de esta "Morirás a medianoche" (ese que ven aquí al lado) y de, como bien saben, un sinfín de maravillosos pósters de películas afines.
Aunque Lamberto Bava figura con letras grandes como "mecenas" (¿imitando de nuevo a Dario en sus escarceos productiles?) a la hora de firmar dirección, montaje y co-autoría del guion (junto al gran Dardano Sacchetti), echa mano de su entrañable alias John Old Jr. ¿Motivo? Lo desconozco.
"Morirás a medianoche" es una peliculilla que se olvida con pasmosa facilidad, pero tampoco ofende y es útil si lo que se busca es un rato de desacomplejada e intrascendente evasión.
Un policía y su cornuda mujer se pelean, llegando a las manos. Todo parece que va a terminar en tragedia hasta que él se contiene y sale a por tabaco. Ella, dolorida, corre a la ducha. De pronto aparece en escena una figura misteriosa que la mata con un pico de hielo. Naturalmente las sospechas recaen en el policía pero ¿es él o un famoso asesino supuestamente fallecido que ha regresado para seguir matando?.
Todo en esta peli del 86 es rematadamente de manual. Todo. Incluido un desenlace algo tramposillo. Y su deuda con la entrañable "Tenebre" del inevitable Dario, también. La banda sonora firmada por Claudio Simonetti parece surgida de los descartes de la que él mismo compuso junto a Massimo Morante y Fabio Pignatelli para aquella. Y si nos ponemos farrucos, hasta podemos extendernos al resto de la filmografía Argentiana, porque hay un detalle narrativo directamente mangado de "El pájaro de las plumas de cristal". Tal cual (hoy lo llamarían homenaje).
En el reparto, los inevitables rostros habituales de esta clase de cine, destacando por fácilmente reconocibles los de Paolo Malco y Peter Pitsch, que venía de protagonizar "Demons". Aunque a mi me ha llamado poderosamente la atención Lara Wendel, primero porque la he reconocido de su rol secundario en -otra vez- "Tenebre" (allí salía con el pelo largo y estaba más guapa) y, luego, porque al investigar he descubierto que fue una de las protagonistas de la extremadamente polémica "Maladolescencia", famosa por incluir imágenes de niñas menores -pero de verdad- desnudándose y efectuando actos sexuales. Wendel era una de ellas. Cuando la prensa de la época le preguntó cómo había osado reunir valor a sus tan solo once primaveras, afirmó que la movía un fuerte deseo de convertirse en actriz, costara lo que costara. Lástima que tanto esfuerzo no quedara compensado cuando se retiró de la profesión en 1993.
Como detalle curioso, mencionar la escena en la que una de las chicas se tumba en la cama a leer una novela de crímenes titulada "Blood" cuya llamativa portada viene firmada por el gran -y ya fallecido- Enzo Sciotti, responsable así mismo del cartel de esta "Morirás a medianoche" (ese que ven aquí al lado) y de, como bien saben, un sinfín de maravillosos pósters de películas afines.
Aunque Lamberto Bava figura con letras grandes como "mecenas" (¿imitando de nuevo a Dario en sus escarceos productiles?) a la hora de firmar dirección, montaje y co-autoría del guion (junto al gran Dardano Sacchetti), echa mano de su entrañable alias John Old Jr. ¿Motivo? Lo desconozco.
"Morirás a medianoche" es una peliculilla que se olvida con pasmosa facilidad, pero tampoco ofende y es útil si lo que se busca es un rato de desacomplejada e intrascendente evasión.
Naxo Fiol
viernes, 11 de febrero de 2022
CORAZÓN DE CRISTAL
Co-producción Hispano-Americana de mediados de los ochenta orquestada por José María Reyzabal de Izaro Films —el productor de gran parte de las películas de Pajares y Esteso—, que estiraba el presupuesto hasta límites insospechados en un film que, de cara a Europa, pudiera dar el pego como eminentemente americano. Además, basada en un relato propio, el guion está ejecutado por el escritor Alberto Vázquez Figueroa en colaboración con Linda Shayne.
Se trata de una de las pocas películas en las que participó Lee Curreri. Curreri, pianista de profesión, saltó a la fama gracias a la película de Alan Parker “Fama” y a su posterior serie, en las que daba vida a Bruno Martelli. Da la casualidad que en España la serie fue un auténtico bombazo y, en consecuencia, Curreri una verdadera estrella, a pesar de que como actor, y más fuera de los parámetros de la propia “Fama”, era más bien tirando a malo. Después de “Corazón de cristal” apareció esporádicamente en alguna película más, pero abandonó la imagen para dedicarse a lo suyo que era la música. La estrella femenina sería la emergente Tawny Kitaen, posteriormente musa de la "serie B", que por aquel entonces venía de protagonizar el rol femenino de una película que también había funcionado muy bien aquí: “Despedida de soltero”, aunque se la pudo ver en otra película más o menos célebre de la época como “Gwendoline” de Just Jaeckin (El director de Emmanuelle), así como en la posterior "Witchboard (Juego Diabólico)". Que guapa era. Falleció en mayo de 2021 por una sobredosis de barbitúricos, muy echada a perder y con la cara como un cromo por culpa de tanta operación estética.
Así, el presupuesto se va en las dos estrellas americanas, y se escatima en localizaciones. Se rueda en Los Angeles pero en dos o tres localizaciones cutronas, y con un póster absolutamente ochentero y llamativo ya tenemos película americana. El elenco de secundarios está compuesto por los típicos actores españoles que se incorporaban a las co-producciones amparándose en el hecho de que sabían hablar inglés, o sea, Simón Andreu y Jack Taylor que era yanki.
Supongo que, al exportarse al extranjero, la película a rasgos generales funcionaría bien, a pesar de que en cines españoles apenas lograría llegar a los 300.000 espectadores. Tras su estreno tuvo vida comercial en vídeo de alquiler, y a día de hoy, poco programada en televisión y sin haber sido distribuida en DVD, es una película totalmente olvidada. Pero yo me acuerdo perfectamente de cuando se estrenó… sin haber sentido ganas de verla hasta el día de hoy.
Se trata de un drama romántico, tan previsible, que cuando la película lleva media hora de metraje el espectador intuye cual va a ser el desenlace. Y acierta.
Un joven tiene una extraña enfermedad inmunológica que le mantiene confinado en una burbuja de cristal. El chaval se entretiene tocando el teclado (había que explotar la principal virtud de Curreri…) o viendo la tele, y su manera de socializar es a través de correo. Envía cartas a una joven aspirante a estrella del rock que le contesta solo para hacerse publicidad. Pero un día va a visitarle y acaba enamorándose de él. Se trata de una relación imposible porque el muchacho no puede salir del habitáculo en el que se encuentra confinado.
Mientras él discute con sus padres, y ella esquiva el acoso y el maltrato al que le somete su manager (Simón Andreu), el muchacho se escapa de la burbuja y se va al encuentro de su amada. Todo se complicará, naturalmente.
En verdad es un folletín repetitivo y que busca la lagrima fácil, sin embargo, el hecho de que se trate de una película prácticamente española con ínfulas internacionales, y el espectáculo de sobreactuación que nos ofrece Lee Curreri, que está desatado cuando su personaje se lleva una rabieta de campeonato porque no puede salir de su burbuja, la convierten en un producto un poquito, poquito interesante. Salvo por eso, impera la mediocridad más rutilante y la total falta de imaginación. Pero, en resumidas cuentas, está curiosa. Además el póster, tan ochentero, con esa tipografía a base de neones y esos focos de luces de colores, me encanta.
Por supuesto, contar con el protagonismo de Lee Curreri y la Kitaen se llevó la mayor parte del presupuesto de la cinta, así que hubo que racanear en lo que al director se refiere. Reyzabal quería que fuera un americano, y en lugar de contratar a un director con experiencia en largometrajes de presupuesto medio bajo, contrató a Gil Bettman que, sí, es americano, pero hasta “Corazón de cristal” no había dirigido más que capítulos sueltos de “Billy Joe y su mono” o “El coche fantástico” y un par de videoclips. Reyzabal le brindó su debut en la gran pantalla. Después de esto, Brettman dirigió otra cinta de la época, muy marciana, esta vez meramente americana y con John Stamos de protagonista, que inevitablemente acabará cayendo por aquí un día de estos y que lleva por título “Nunca es pronto para morir”. Después, más videoclips, más capítulos sueltos en series, y el ostracismo.
Puede que “Corazón de cristal”, que resultó un éxito moderado en Italia, sea su película más conocida… y no la conoce ni Dios...
Se trata de una de las pocas películas en las que participó Lee Curreri. Curreri, pianista de profesión, saltó a la fama gracias a la película de Alan Parker “Fama” y a su posterior serie, en las que daba vida a Bruno Martelli. Da la casualidad que en España la serie fue un auténtico bombazo y, en consecuencia, Curreri una verdadera estrella, a pesar de que como actor, y más fuera de los parámetros de la propia “Fama”, era más bien tirando a malo. Después de “Corazón de cristal” apareció esporádicamente en alguna película más, pero abandonó la imagen para dedicarse a lo suyo que era la música. La estrella femenina sería la emergente Tawny Kitaen, posteriormente musa de la "serie B", que por aquel entonces venía de protagonizar el rol femenino de una película que también había funcionado muy bien aquí: “Despedida de soltero”, aunque se la pudo ver en otra película más o menos célebre de la época como “Gwendoline” de Just Jaeckin (El director de Emmanuelle), así como en la posterior "Witchboard (Juego Diabólico)". Que guapa era. Falleció en mayo de 2021 por una sobredosis de barbitúricos, muy echada a perder y con la cara como un cromo por culpa de tanta operación estética.
Así, el presupuesto se va en las dos estrellas americanas, y se escatima en localizaciones. Se rueda en Los Angeles pero en dos o tres localizaciones cutronas, y con un póster absolutamente ochentero y llamativo ya tenemos película americana. El elenco de secundarios está compuesto por los típicos actores españoles que se incorporaban a las co-producciones amparándose en el hecho de que sabían hablar inglés, o sea, Simón Andreu y Jack Taylor que era yanki.
Supongo que, al exportarse al extranjero, la película a rasgos generales funcionaría bien, a pesar de que en cines españoles apenas lograría llegar a los 300.000 espectadores. Tras su estreno tuvo vida comercial en vídeo de alquiler, y a día de hoy, poco programada en televisión y sin haber sido distribuida en DVD, es una película totalmente olvidada. Pero yo me acuerdo perfectamente de cuando se estrenó… sin haber sentido ganas de verla hasta el día de hoy.
Se trata de un drama romántico, tan previsible, que cuando la película lleva media hora de metraje el espectador intuye cual va a ser el desenlace. Y acierta.
Un joven tiene una extraña enfermedad inmunológica que le mantiene confinado en una burbuja de cristal. El chaval se entretiene tocando el teclado (había que explotar la principal virtud de Curreri…) o viendo la tele, y su manera de socializar es a través de correo. Envía cartas a una joven aspirante a estrella del rock que le contesta solo para hacerse publicidad. Pero un día va a visitarle y acaba enamorándose de él. Se trata de una relación imposible porque el muchacho no puede salir del habitáculo en el que se encuentra confinado.
Mientras él discute con sus padres, y ella esquiva el acoso y el maltrato al que le somete su manager (Simón Andreu), el muchacho se escapa de la burbuja y se va al encuentro de su amada. Todo se complicará, naturalmente.
En verdad es un folletín repetitivo y que busca la lagrima fácil, sin embargo, el hecho de que se trate de una película prácticamente española con ínfulas internacionales, y el espectáculo de sobreactuación que nos ofrece Lee Curreri, que está desatado cuando su personaje se lleva una rabieta de campeonato porque no puede salir de su burbuja, la convierten en un producto un poquito, poquito interesante. Salvo por eso, impera la mediocridad más rutilante y la total falta de imaginación. Pero, en resumidas cuentas, está curiosa. Además el póster, tan ochentero, con esa tipografía a base de neones y esos focos de luces de colores, me encanta.
Por supuesto, contar con el protagonismo de Lee Curreri y la Kitaen se llevó la mayor parte del presupuesto de la cinta, así que hubo que racanear en lo que al director se refiere. Reyzabal quería que fuera un americano, y en lugar de contratar a un director con experiencia en largometrajes de presupuesto medio bajo, contrató a Gil Bettman que, sí, es americano, pero hasta “Corazón de cristal” no había dirigido más que capítulos sueltos de “Billy Joe y su mono” o “El coche fantástico” y un par de videoclips. Reyzabal le brindó su debut en la gran pantalla. Después de esto, Brettman dirigió otra cinta de la época, muy marciana, esta vez meramente americana y con John Stamos de protagonista, que inevitablemente acabará cayendo por aquí un día de estos y que lleva por título “Nunca es pronto para morir”. Después, más videoclips, más capítulos sueltos en series, y el ostracismo.
Puede que “Corazón de cristal”, que resultó un éxito moderado en Italia, sea su película más conocida… y no la conoce ni Dios...
Victor Olid
miércoles, 9 de febrero de 2022
EL OTRO BAÚL DE TÍO VICENTE 7 (ESPECIAL NEW WAVE 3 / FINAL)
Y cerramos este repaso a cuando la revista "Casablanca" centró sus páginas en el cine "new wave" con un compendio de reseñas de algunos títulos proyectados en la "XXVII Semana Internacional del cine de Valladolid". Están los obvios, dos de Amos Poe, uno de Jim Jarmusch (otro de su novia, Sara Driver) y el "Killer of Sheep" reseñada por Víctor hace poco, pero mi favorita es "Vortex" de Beth y Scott B., pareja más que popular dentro del underground neoyorquino de los ochenta (influencia directa del, más o menos posterior, Cinema of Transgression, con quienes llegaron a codearse e incluso acostarse -Beth B fue pareja de Nick Zedd-. De hecho, más que "New Wave" se los considera precursores de la "No Wave", pero ese es otro rollo que no me apetece tocar ahora), especializados en cortos y largos paridos en Súper 8 (el más famoso de ellos es "Black Box", protagonizado por Lydia Lunch), con "Vortex" afrontan su proyecto más ambicioso, para lo que cambian a los 16 mm y apuestan por un rollo semi-de-género, con regusto a "B movie", a novela "pulp" (de cuando no era "fashion" hacerlo), que pinta cuanto menos curioso. Lo cierto es que hace tiempo fui bastante seguidor de los B., me agencié alguna de sus obras y hasta puede, solo puede, que viese "Vortex" y no me gustara. O tuviese acceso a ella y, entonces, ya no me apeteciera. Me suena algo así. En cualquier caso, como concepto llama mucho y, a diferencia de la mayoría de películas de sus compañeros de escena, la suya pintaba más desenfadada.
Con los años, mientras Beth B. ganó algo de prestigio, se hizo profesional y, hoy por hoy, es una artista bastante reputada, Scott B. desapareció en la más absoluta de las oscuridades.
Fascinante mundo el del llamado "cine new wave". Ahora entenderán por qué me pone tanto y por qué le he dedicado tres entradas seguidas que, espero, hayan disfrutado.
Con los años, mientras Beth B. ganó algo de prestigio, se hizo profesional y, hoy por hoy, es una artista bastante reputada, Scott B. desapareció en la más absoluta de las oscuridades.
Fascinante mundo el del llamado "cine new wave". Ahora entenderán por qué me pone tanto y por qué le he dedicado tres entradas seguidas que, espero, hayan disfrutado.
Naxo Fiol
lunes, 7 de febrero de 2022
LOVE AFTER DEATH
Película perteneciente a la filmografía de un extraño director de cine del que los estudiosos del tema poco han podido averiguar. Se trata de un director de procedencia dominicana pero con nacionalidad puertoriquense, que se traslada a Nueva York con el fin de desarrollar su carrera cinematográfica allí. Así, completaría su extraño y escueta currículum con películas que van desde la comedia costumbrista “Soñar… no cuesta nada joven” hasta el biopic sobre un célebre delincuente puertorriqueño, “Toño Bicicleta”. Además se sabe que grabó unos cuantos discos de spoken word (palabra hablada o poesía) en los años 50 de escasa repercusión (y que se pueden encontrar en el mercado de segunda mano). Su nombre no puede ser más musical, Glauco del Mar. Y más allá de esto, poca info existe acerca de él y parece que se lo hubiera tragado la tierra a partir de los años 70.
Esta “Love Alter Death”, también conocida como “Unsatisfied Love” es una cosa de lo más marciana. Producida por el Charles Abrams —otro extraño productor neoyorquino con cuatro títulos producidos—, la película es una producción del llamado Nuyorican Cinema, es decir, películas destinadas al publico latino de Estados unidos, realizadas por un equipo puertoriqueño y habladas en español, pero rodadas en la ciudad de Nueva York con producción americana. Toda una corriente que tuvo su tiempo de auge durante los años 60 y de la que no se habla en los libros de cine. Con lo que tenemos una cinta que, rescatada de las catacumbas por la gente de Something Weird video y American Genre Film Archive (AGFA)—para su restauración en 2K—, fue tomada por sudamericana por sus distribuidores videográficos, obviando todos estos detalles sobre el Nuyorican Cinema de los que les he hablado más arriba. Los de Something Weird la lanzaron en DVD directamente como si fuera una película argentina, mientras que en su más reciente edición en Blu Ray, la lanzaron diciendo que se trataba de una película rodada en algún lugar de Sudamérica, así, en tono despectivo, cosa esta, que no hace más que acrecentar el oscurantismo que, ya de por sí, trae consigo la cinta. En una página web que se dedica precisamente a rescatar datos sobre estas películas de procedencia puertorriqueña-neoyorquina, se preguntan como sus distribuidores la toman por argentina cuando no hace falta más que verla para darse cuenta de que es una producción estadounidense (vamos, nuyoriqueña)… en fin un lío.
Como fuere, resulta ser un sexploit al uso pero con cierta gracia.
Un individuo se queda catatónico. Ante esta situación su esposa y su médico, que da la casualidad de que están liados, no se percatan del estado de nuestro protagonista y le dan por muerto, por lo que le entierran estando vivo. Una vez bajo tierra, el individuo despierta de su catatonia y, como puede, se escapa de su tumba escarbando con el fin de vengarse de su esposa infiel. Mientras, decidirá tirarse a un buen número de jamonas a las que seduce (o le seducen) por el camino. La policía se percata de que el individuo se ha escapado de su tumba, por lo que comenzará a investigar, porque sospechan que pudiera ser que le hubieran enterrado estando vivo. El final es una de las cosas más estúpidas y desconcertantes que he visto en mi vida.
Rodada en español y mal doblada al inglés (y se desconoce de si esta película conoció vida comercial en español), aunque la mayor parte del tiempo es prácticamente muda, “Love After Death”, con todas esas señoras a las que en muchas ocasiones, y en glorioso blanco y negro de 1968, les vemos hasta las amígdalas, es una película entretenida y curiosa, más descarada que otras muestras similares de la época, y mucho más extraña porque, aunque se trata de un sexploit en el que el argumento es una mera excusa para mostrarnos el folleteo, esta película tiene visos de querer deambular por todos los géneros posibles. Así, tiene momentos que parecen de pura vanguardia, momentos de comedia vodevilesca (y puramente latina, con infidelidades, hombres escondidos en el armario, etc), ciertos ramalazos de cine de terror, y una buena parte de cine negro. Todo ello en cutre salchichero, faltaría más, pero mezclado con mucho gracejo. Por lo demás, soft bastante sucio y atrevido, muchos y orondos culos, lesbianismos varios, y un protagonista muy simpático que nos ofrece una sobreactuación de las que da gusto ver; Guillermo de Córdova, quien nunca más volvió a aparecer en una película. Para una en la que sale, se pone las botas.
Poco más. Recomendable para mentes inquietas y paladares exquisitos. Y como dura poco menos de hora y cuarto, no se hace especialmente dura.
Esta “Love Alter Death”, también conocida como “Unsatisfied Love” es una cosa de lo más marciana. Producida por el Charles Abrams —otro extraño productor neoyorquino con cuatro títulos producidos—, la película es una producción del llamado Nuyorican Cinema, es decir, películas destinadas al publico latino de Estados unidos, realizadas por un equipo puertoriqueño y habladas en español, pero rodadas en la ciudad de Nueva York con producción americana. Toda una corriente que tuvo su tiempo de auge durante los años 60 y de la que no se habla en los libros de cine. Con lo que tenemos una cinta que, rescatada de las catacumbas por la gente de Something Weird video y American Genre Film Archive (AGFA)—para su restauración en 2K—, fue tomada por sudamericana por sus distribuidores videográficos, obviando todos estos detalles sobre el Nuyorican Cinema de los que les he hablado más arriba. Los de Something Weird la lanzaron en DVD directamente como si fuera una película argentina, mientras que en su más reciente edición en Blu Ray, la lanzaron diciendo que se trataba de una película rodada en algún lugar de Sudamérica, así, en tono despectivo, cosa esta, que no hace más que acrecentar el oscurantismo que, ya de por sí, trae consigo la cinta. En una página web que se dedica precisamente a rescatar datos sobre estas películas de procedencia puertorriqueña-neoyorquina, se preguntan como sus distribuidores la toman por argentina cuando no hace falta más que verla para darse cuenta de que es una producción estadounidense (vamos, nuyoriqueña)… en fin un lío.
Como fuere, resulta ser un sexploit al uso pero con cierta gracia.
Un individuo se queda catatónico. Ante esta situación su esposa y su médico, que da la casualidad de que están liados, no se percatan del estado de nuestro protagonista y le dan por muerto, por lo que le entierran estando vivo. Una vez bajo tierra, el individuo despierta de su catatonia y, como puede, se escapa de su tumba escarbando con el fin de vengarse de su esposa infiel. Mientras, decidirá tirarse a un buen número de jamonas a las que seduce (o le seducen) por el camino. La policía se percata de que el individuo se ha escapado de su tumba, por lo que comenzará a investigar, porque sospechan que pudiera ser que le hubieran enterrado estando vivo. El final es una de las cosas más estúpidas y desconcertantes que he visto en mi vida.
Rodada en español y mal doblada al inglés (y se desconoce de si esta película conoció vida comercial en español), aunque la mayor parte del tiempo es prácticamente muda, “Love After Death”, con todas esas señoras a las que en muchas ocasiones, y en glorioso blanco y negro de 1968, les vemos hasta las amígdalas, es una película entretenida y curiosa, más descarada que otras muestras similares de la época, y mucho más extraña porque, aunque se trata de un sexploit en el que el argumento es una mera excusa para mostrarnos el folleteo, esta película tiene visos de querer deambular por todos los géneros posibles. Así, tiene momentos que parecen de pura vanguardia, momentos de comedia vodevilesca (y puramente latina, con infidelidades, hombres escondidos en el armario, etc), ciertos ramalazos de cine de terror, y una buena parte de cine negro. Todo ello en cutre salchichero, faltaría más, pero mezclado con mucho gracejo. Por lo demás, soft bastante sucio y atrevido, muchos y orondos culos, lesbianismos varios, y un protagonista muy simpático que nos ofrece una sobreactuación de las que da gusto ver; Guillermo de Córdova, quien nunca más volvió a aparecer en una película. Para una en la que sale, se pone las botas.
Poco más. Recomendable para mentes inquietas y paladares exquisitos. Y como dura poco menos de hora y cuarto, no se hace especialmente dura.
Victor Olid
sábado, 5 de febrero de 2022
CREEPSHOW TV (3ª TEMPORADA)
CAPÍTULO 1 - "Mums" / "Queen Bee" : En la primera historia, una esposa asesinada por su marido vuelve de la tumba convertida en planta vengativa gracias a la ayuda de su hijo que, ya al final, mirará con delectación y una sonrisa maliciosa cómo mamá se papea a los malos, algo que conecta, por evidente que suene, con el niño del vudú en el "Creepshow" original (graciosamente interpretado por Joe Hill, aquí autor del relato inspirador, convertido en guion gracias en parte al novelista de terrores David J. Schow -responsable del libreto de "Leatherface: La matanza de Texas 3"-). Por lo demás, todo muy previsible. Hay demasiado drama y la cosa tarda en alcanzar el cenit. Cuando llega, pues sí, mola mucho ver a la mamá seudo-Audrey a base de efectos prácticos... pero es lo único salvable. Dirige Rusty Cundieff, que ya anduvo en la temporada anterior.
La siguiente arranca muy prometedoramente. Unos adolescentes gilipollas se enteran que su ídola del pop va a parir en el hospital donde curra la madre de una de ellas, así que le roban la tarjeta de acceso y acuden, llevándose la sorpresa de su vida al descubrir la verdadera naturaleza de la diva. Una vez más son las escenas de efectos prácticos lo que salvan un poco la papeleta, el problema es que aparecen a mitad de capítulo. Luego, todo es cuesta abajo. El CGI sigue siendo un horror. Michael Rousselet, co-guionista, es co-director de una cosa con pinta de postmodernez titulada "Dude Bro Party Massacre", ello explicaría el nada sutil homenaje de rigor: el hospital donde ocurre todo se llama "Haddonfield Myers", ¡¡juas!!. Pero se lo perdonamos por haber co-escrito el mejor capítulo de la segunda temporada, "Dead and Breakfast". Dirige Greg Nicotero.
CAPITULO 2 - "Skeletons in the closet" / "Familiar": En la primera, un super coleccionista de cine mata a otro y decide convertirlo en parte de una exposición. Naturalmente, no tardará mucho en regresar de la muerte clamando venganza. Bien, "Skeletons in the closet" retoma ese baboso, suculento y relamido servicio oral hacia los fans que tanto daño hace a esta serie. Al ir la cosa de coleccionistas de atrezzo cinematográfico, y especialmente dentro del terror, la lista de homenajes, referencias, guiños y chascarrillos (incluidos la propia "Creepshow" original) es casi aturdidora, pura pornografía. El devoto, cegado ante tanto tributo, no se percatará de la vergüenza ajena que provoca lo que le están contando. ¡¡Terrible!! Apunto estuve de apagar el reproductor por culpa de esto. Entre los escasos aspectos positivos, la presencia de James Remar.
La historia siguiente es sosilla y un poco tontaina. No acabas de ver hacia donde va hasta que termina. Pero al menos no provoca urticaria e incluye un monstruo bastante "cool". Una pareja acude a un pitoniso. Este alerta al marido de una presencia diabólica que, a partir de ese momento, verá a todas horas, hasta que decide terminar con ella igual que lo hacía Hal Holbrook con el monstruo de la caja en el clásico de George A. Romero. Dirige Joe Lynch.
CAPITULO 3 - "The Last Tsuburaya" / "Okay, I'll Bite!": Dos historias escasas de "Creepshowismo" genuino, pero que se dejan consumir. Concretamente, "The Last Tsuburaya" presenta la premisa más interesante: Un multimillonario malo como el demonio compra el último dibujo inédito de un artista japonés especializado en garabatear monstruos horripilantes y, una vez saboreado, lo quema para que nadie más pueda. A partir de ahí, obvio es, el bicho del lienzo se le aparecerá y le perseguirá. Dirige Jeffrey F. January, habitual de "The Walking Dead".
En la otra, un presidiario de buen corazón tiene varias arañas como mascota, especialmente una gordísima que vive oculta tras la pared. En el momento que un guardia corrupto y sus matones le hagan mobbing y se carguen una, se vengará con ayuda de los bichos. Elemental, pero consumible. Escribe y dirige John Harrison, todo un veterano de la marca "Creepshow", tanto la cinematográfica como la televisiva.
CAPÍTULO 4 - "Stranger Sings" / "Meter Reader": "Stranger Sings" narra un intento de ligoteo, aparentemente exitoso, que termina con el aspirante secuestrado por dos tipas, una de ellas una sirena de cánticos embaucadores. Aunque se deja ver, no alcanza los niveles de solvencia que su directora, Axelle Carolyn, demostró en su capítulo de la segunda temporada, el mentado "Dead and Breakfast". Casi casi, lo mejor es el "chiste" del título. También el guion corre a cargo de una tipa, por lo que habrá el típico berzas que calificará al pifostio de empoderamiento femenino o alguna gilipollez por el estilo.
Si hasta ahora Joe Lynch había logrado que la manía que le dispenso descendiera unos grados, con esta, su nueva aportación a la serie, "Meter Reader", consigue que el río vuelva a su cauce. El concepto es interesante: En un futuro semi-post-apocalíptico en el que el mal surge de los abismos y lo empaña todo, los exorcismos a domicilio se han convertido en una rutina. Uno de los responsables de llevarlos a la práctica vuelve a casa, pero su mujer e hijos no le dejan entrar porque desconfían de su estado, así que le mandan a hacer cuarentena. Las cosas se saldrán de madre, claro. Probablemente este capítulo se parió en plena pandemia, de ahí ciertos paralelismos, algo que debemos a su guionista reincidente, John Esposito. En cualquier caso, Joe Lynch desaprovecha la materia y factura un segmento monótono y muy aburrido. Soso. En cuestiones actoriles destaca Johnathon Schaech que estuvo en "Los malditos, vampiros del desierto" y "Una noche para morir" haciendo de psycho-killer.
CAPÍTULO 5 - "Time Out" / "Things in Oakwood's Past": Un universitario recibe como herencia un viejo armario con poderes. Si te metes dentro, verás que el tiempo corre hacia atrás. Pero no olvides llevar siempre la llave encima, porque como no puedas salir, de ti solo quedará polvo. El chaval lo aprovecha a conciencia, convirtiéndose con los años en el mejor abogado de su bufete y un padre ejemplar. Lógicamente, las cosas darán un giro dramático que vemos venir desde el minuto uno. Y ese sería el mayor defecto de "Time Out", la falta de sorpresas. Por lo demás, una historia más propia de "Twilight Zone" que "Creepshow", pero correcta (ayuda que soy un devoto de las tramas con paradojas temporales y tal). Dirige Jeffrey F. January, de la plantilla de "The Walking Dead".
La que sigue desconcierta porque está facturada cien por cien mediante una animación algo limitada. En el misterioso pueblo de Oakwood encuentran una de esas cápsulas temporales. La historiadora local descubre que no sería buena idea abrirla. Como es de ley, no le hacen ni caso. Este es el capítulo más brutalmente gore de toda la serie... pero claro, hay truco, ¡son dibujitos!. Inevitablemente la sinopsis recuerda a "La caja" del "Creepshow" original, algo que oficializa el que reciba incluso una alusión directa. Tratándose de un capítulo animado, lo normal es mandar guiños a los dibujantes afines a la marca, de ahí que algunos personajes lleven apellidos como Wrightson o Kamen (de Jack Kamen, dibujante de la misma E.C. y autor de uno de los dos maravillosos posters de "Creepshow"). Tampoco falta el guiño a Romero himself formato "foto enmarcada". En cuanto a la historieta en sí, pues lo cierto es que la animación distrae bastante y deja un poco frío. Entre los dobladores localizamos voces ilustres como las de Mark Hamill o la "scream queen" Danielle Harris. Dirige Greg Nicotero, ayudado por una panda de animadores.
CAPÍTULO 6 - "Drug Traffic" / "A Dead Girl Named Sue": La última entrega de esta tercera temporada me ha descolocado mucho y aburrido más. La primera historia va sobre una madre asiática y su hija enferma que son detenidas en la frontera de Estados Unidos. La niña se convertirá en una de esas "cabezas voladoras fantasma" tan típicas del folclore del sudeste asiático y comenzará la escabechina. De por medio hay un político racista que se hace pasar por progre con la intención de dar buena imagen. Y el gran Michael Rooker como único elemento positivo de la función. ¿"Creepshow" dándoselas de panfletismo?. Ay, duele!. Esto casi podría haberlo dirigido el Joe Dante de "Masters of Horror", pero pal caso hablamos del inevitable Señor Nicotero. Confieso que se me cerraban los ojos durante el trayecto.
La siguiente, "A Dead Girl Named Sue", es un pelo más digerible... pero tampoco nada que deslumbre. En parte porque, por enésima y cansina vez, retomamos el guiño al universo zombie de George Romero, situando la historia en la misma noche de los muertos vivientes (con su blanco y negro, su ambientación de finales de los sesenta y un televisor donde se emiten las imágenes que salían en el noticiario del clásico). El sheriff local detiene al pijo del pueblo sospechoso de haber matado a una niña. Habiendo como hay zombies en la zona, cuesta asegurar la naturaleza real de dicho asesinato, si fue por maldad o supervivencia al tratarse de un revivido y no una víctima inocente. Descubrirlo se supone la gracia del asunto. Pero no. El episodio es puro bla, bla, bla hasta un desenlace tampoco muy inspirado. Y sí, aburre bastante. Guioniza la televisiva Heather Anne Campbell, que hizo tres cuartos de lo mismo para la igualmente chaposa -y panfletaria- reciente versión de "Twilight Zone". Dirige un clásico de la casa, John Harrison (lo que hace el descalabro aún mayor).
Vale la pena destacar como colofón que, en esta tercera temporada, los célebres "efectos visuales" destinados a darle un toque de cómic a las imágenes son muy escasos. Prácticamente nulos. Igualmente, las transiciones animadas gastan un look demasiado "flash" para mi gusto.
Naxo Fiol
viernes, 4 de febrero de 2022
EROS HOTEL (EL HOTEL DEL AMOR)
Según se cuenta, el trasfondo de esta película durante su preproducción era político, tratando de emular las películas exploit americanas que usaban ese tipo de reivindicaciones a la hora de mostrar teta en pantalla, darle un poco de enjundia al producto, no solo peludos coños y turgentes senos. Sin embargo, “Eros Hotel”, una vez rodada, resultó ser una más de las muchas películas “S” que se exhibieron en salas acondicionadas a películas de tal categoría antes de que el porno se legalizase, una mediocridad. Por otro lado, al tratarse de una co-produccion hispano- italiana, y al no existir en Italia una categoría como esa, el erotismo de esta película se queda un tanto descafeinado en comparación con otros títulos “S” de producción eminentemente española, para amoldarse al tipo de cine erótico italiano que se llevaba entonces en el país de la pizza, un poquito más comedido.
El argumento, como no, es una tontería: Con la excusa de mostrar carne y escenas de sexo, tres parejas de distinta nacionalidad deciden ir a pasar una temporada a un hotel en Turquía —obviamente, para abaratar costes a la producción— y así resolver allí sus diferencias sexuales. Pero una de estas parejas acude con una joven sobrina de 18 años que dice ser muy liberada, lo que acarreará la discordia sexual entre todos ellos. Por otra parte, en el hotel hay una especie de sátiro con bigote, que tirará la caña a todas las hembras que por allí pululan, llegando a mojar en alguna que otra ocasión con algunas de ellas.
Nada. Una película de folleteo vacía y sin un atisbo de reivindicación política como se preveía —gracias a dios—.
Sin embargo llama poderosamente la atención que la película entera es un vehículo para el lucimiento del palmito de la actriz Violeta Cela, secundaria habitual del cine español en la era “Ley Miró” que aparecía en “Amanece que no es poco”, “El año de las luces” y tantas otras películas de prestigio, que ganó cierta popularidad a finales de los setenta por interpretar a un personaje del programa infantil “La mansión de los Plaff”, y que aseguró a la prensa que era sobrina de Camilo José Cela. Nadie puso en duda esto hasta que, años más tarde, se descubrió todo el pastel y se supo que no era sobrina de Cela, que se lo había inventado para darse importancia, pero sí lo era del director de las películas de Joselito, Antonio del Amo. También era prima de la vedette Paloma Cela. El caso es que me llama la atención, que con una carrera ascendente en televisión durante los primeros 80 que se tradujo luego en la regularidad que ofrece el ser una actriz secundaria, combinó esa faceta televisiva de marcado carácter infantil con los protagónicos en el cine “S”, apareciendo pizpireta en lo de “La mansión de los Plaff”, a la vez que de despendolaba, más pizpireta todavía, como Dios la trajo al mundo y completamente desinhibida en películas seminales del subgénero tales como “¡Susana quiere perder… eso!”, “Suave cariño, muy suave” y, más tarde, la que nos ocupa. Cosas de la época.
Por lo demás, un producto de lo más miserable, la típica película “S” que cubre el cupo de escenas picantonas y, para rellenar, construye un par de tramas insaboras y pretendidamente cómicas que en absoluto resultan eficaces. El cine menos autoral y menos eficaz de cuanto se hizo en nuestro país tras la muerte de Franco, que únicamente sirvió para cubrir la demanda pajera de la época, o para rellenar la programación de madrugada en canales de dudosa procedencia como 8 Madrid, a partir del nuevo milenio.
En esta ocasión, al ser una co-producción y ser el reparto procedente de distintos puntos de la geografía europea, se le encomienda la tarea de dirigir a todo un artesano de la serie B/Z italiana, Sergio Bergonzelli, que comenzó con el spagueti western, se paseó por el cine erótico y la comedia bobalicona, siendo una se sus películas más célebres una que co-dirigida con Carlos Aured, ni tan siquiera le da a Bergonzelli crédito como tal ; “Apocalipsis Sexual”.
Para completistas muy completistas.
El argumento, como no, es una tontería: Con la excusa de mostrar carne y escenas de sexo, tres parejas de distinta nacionalidad deciden ir a pasar una temporada a un hotel en Turquía —obviamente, para abaratar costes a la producción— y así resolver allí sus diferencias sexuales. Pero una de estas parejas acude con una joven sobrina de 18 años que dice ser muy liberada, lo que acarreará la discordia sexual entre todos ellos. Por otra parte, en el hotel hay una especie de sátiro con bigote, que tirará la caña a todas las hembras que por allí pululan, llegando a mojar en alguna que otra ocasión con algunas de ellas.
Nada. Una película de folleteo vacía y sin un atisbo de reivindicación política como se preveía —gracias a dios—.
Sin embargo llama poderosamente la atención que la película entera es un vehículo para el lucimiento del palmito de la actriz Violeta Cela, secundaria habitual del cine español en la era “Ley Miró” que aparecía en “Amanece que no es poco”, “El año de las luces” y tantas otras películas de prestigio, que ganó cierta popularidad a finales de los setenta por interpretar a un personaje del programa infantil “La mansión de los Plaff”, y que aseguró a la prensa que era sobrina de Camilo José Cela. Nadie puso en duda esto hasta que, años más tarde, se descubrió todo el pastel y se supo que no era sobrina de Cela, que se lo había inventado para darse importancia, pero sí lo era del director de las películas de Joselito, Antonio del Amo. También era prima de la vedette Paloma Cela. El caso es que me llama la atención, que con una carrera ascendente en televisión durante los primeros 80 que se tradujo luego en la regularidad que ofrece el ser una actriz secundaria, combinó esa faceta televisiva de marcado carácter infantil con los protagónicos en el cine “S”, apareciendo pizpireta en lo de “La mansión de los Plaff”, a la vez que de despendolaba, más pizpireta todavía, como Dios la trajo al mundo y completamente desinhibida en películas seminales del subgénero tales como “¡Susana quiere perder… eso!”, “Suave cariño, muy suave” y, más tarde, la que nos ocupa. Cosas de la época.
Por lo demás, un producto de lo más miserable, la típica película “S” que cubre el cupo de escenas picantonas y, para rellenar, construye un par de tramas insaboras y pretendidamente cómicas que en absoluto resultan eficaces. El cine menos autoral y menos eficaz de cuanto se hizo en nuestro país tras la muerte de Franco, que únicamente sirvió para cubrir la demanda pajera de la época, o para rellenar la programación de madrugada en canales de dudosa procedencia como 8 Madrid, a partir del nuevo milenio.
En esta ocasión, al ser una co-producción y ser el reparto procedente de distintos puntos de la geografía europea, se le encomienda la tarea de dirigir a todo un artesano de la serie B/Z italiana, Sergio Bergonzelli, que comenzó con el spagueti western, se paseó por el cine erótico y la comedia bobalicona, siendo una se sus películas más célebres una que co-dirigida con Carlos Aured, ni tan siquiera le da a Bergonzelli crédito como tal ; “Apocalipsis Sexual”.
Para completistas muy completistas.
Victor Olid