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domingo, 19 de diciembre de 2010

DESTROYER (BRAZO DE ACERO)

¿Saben qué me ha hecho siempre mucha gracia del exploitation italiano?, que por mucho que se empeñen, por mucho que vayan a rodar a Estados Unidos o contraten acabados actores americanos, sus pelis continúan siendo indiscutiblemente italianas. Su look, su fotografía, sus zooms, sus diálogos, incluso sus actores sobreactuantes les delatan. Jamás de los jamases he visto una italianada que lograra hacerse pasar por yankee. "Destroyer (brazo de acero)" ("Vendetta del futuro" en su país de origen, "Fists of steel" en países de habla inglesa y -mi favorito- "Atomic Cyborg" en Francia) tampoco.
Supongo que no meto la gamba si digo que este oportuno refrito de "Terminator" es una de las últimas muestras de exploiation italiano "old school", con su inconfundible lista de virtudes y cagadas estético-formales. Encima, a las riendas tenemos a uno de los clásicos, Sergio Martino, que según cuando y donde firmaba con su alias Martin Dolman.
Y sí, la cosa va de un cyborg enviado a sesgar la vida de un científico que puede salvar la tierra de su inevitable final. Pero tiene un lado humano y no cumple la orden, por lo que a partir de ese momento será perseguido por sus "creadores" con intención de destruirlo. Por medio, muchas explosiones, muchos tiros y unas -muy- leves dosis de truculencia a la italiana.
La verdad es que la deuda que "Destroyer" tiene con el clásico de James Cameron es mínima, aunque no se pueden estar de -literalmente- reproducir uno de los momentos más impactantes de "Terminator", cuando el cyborg se repara su propio brazo en una muestra de cirugía a lo burro.
Delante de la cámara tenemos a uno de esos cachas cuadrados que destacaba en los estantes de los video-clubs, Daniel Greene, solo que este se lo montó mejor, colaborando posteriormente en algunos títulos de los hermanos Farrelly (a los que le uniría una notable amistad, presupongo). A su lado, todo un clásico, John Saxon y unos cuantos rostros típicos del cine exploit de la bella italia: George Eastman, Janet Agren y/o Claudio Cassinelli. Tras la cámara, acompañando a Martino, Dardano Sacchetti entre los innumerables guionistas, Claudio Simonetti a los teclados y el inevitable Sergio Stivaletti en los efectos de maquillaje.

Apuntar que la espectacular carátula sería luego plagiada por otro producto italiano de parecidas intenciones pero peor calaña, "Cy-Warrior", el decepcionante debut en la dirección del habitualmente maestro de efectos especiales de maquillaje Giannetto De Rossi (aquí ejemplos). Otra muestra más de cómo la mentalidad copiadora de esta gente rozaba lo absurdo, pues no se limitaban a imitar productos de otras tierras, gustaban también de robarse a si mismos.
¿Y la peli?, pues como todas las italianadas, visionable pero no precisamente la cosa más entretenida del mundo.

domingo, 11 de diciembre de 2011

BODY COUNT

¡Y anda que no chanaba la carátula de "Body Count" en el video-club!. Apostaría una espinilla a que todos los que por entonces teníamos la edad adecuada, picamos como tontos. Yo la alquilé y la vi con mi sr.padre. He de confesar que ambos nos aburrimos mortalmente. ¡¿Qué esperaba?!, ¡era un slasher!. Claro que por entonces andaba menos informado y no tenía la mente y el cuerpo preparados. Ayer noche fue la segunda vez en mi vida que la veía... y además como más me mola, por sorpresa. Hacía zapping y ¡zasca!, me la anuncian de madrugada en un canal local. ¡¡Toma ya!!. Claro, en estas condiciones hubiera sido raro no disfrutarla un mínimo. Y así fue. Por cierto, que a pesar de la decepción siendo adolescente, los del vídeo-club tuvieron el detalle de regalarme un abalorio promocional de "Body Count" que anduvo decorando una estantería de mi dormitorio hasta que... bueno, terminó en la basura, ¡¡ouch!!.
Que si, que la peli tiene varios títulos, pero cojones, yo pongo y me quedo con el que la conocí en su época, "Body Count". Y lo que tenemos aquí no dista casi nada (casi) de la fórmula habitual. Chavales de acampada, asesino misterioso, muertes relativamente sangrientas (aunque la versión que vi ayer tenía pinta de estar cortada, algunas escenas de muerte terminaban de un modo muy brusco). ¿Cuales son los elementos mínimamente diferenciadores?, pues a ver: La peli no se centra únicamente en los personajes jóvenes, también en los adultos y sus trifulcas culebronescas. Las chavalas son más golfas de lo habitual. El gordo gracioso es especialmente irritante. Por lo demás, se mantienen fieles a esa clase de amistad tan típica de los slashers basada en pasarse toda la peli odiándose mutuamente. Y claro, el asesino, que mola bastante, un supuesto chamán extremadamente viejo y, por ende, extremadamente feo... ¿o es alguien que se hace pasar por él?.
Sí claro, "Body Count" es lenta, es previsible (salvo por el drama de infidelidades mil que viven los personajes mayores de 18 años) y etc, etc, pero bueno, si te la ves consciente de lo que hay y con paciencia, pues tiene su coña y algún acierto fugaz, como la secuencia de la pesadilla (de chaval me pareció genuinamente inquietante) y los hermosamente tristes parajes naturales elegidos para rodar el film.
Aunque lo realmente interesante está detrás de las cámaras. Ruggero Deodato, hastiado creador de "Holocausto Caníbal" (y a quien el terror no le tira nada), dirige con sapiencia pero sin ganas. La lograda banda sonora la firma todo un jefe, Claudio Simonetti, ex-"Goblin" y habitual colaborador de Dario Argento. Entre los guionistas (que son legión para una peli tan básica como esta), destaca Alex (Alessandro) Capone, que pocos años después debutaría en la dirección con el -según recuerdo- aburrido film de horror "Pesadilla (Witch Story)". Y el reparto, casi reúne el "quien es quien" del cine italiano de horror, tenemos a David Hess (recordémoslo de prota en "La última casa a la izquierda", pero también en su explotación "Trampa para un violador", dirigida por el mismo Deodato), Mimsy Farmer (la has visto nada menos que en el "4 Moscas sobre terciopelo gris" de Argento y el "Black Cat" de Fulci), John Steiner (su rostro ha asomado en incontables italianadas: "Caligula", "El último cazador", "Los aventureros del tesoro perdido", "Tenebre", "Yor, el cazador que vino del futuro", "Comando Leopardo" y un largo etcétera), Ivan Rassimov (ya curró para Deodato en "¡Mundo canibal!, ¡mundo salvaje!" y luego repitió en el tema junto a Umberto Lenzi con "Comidos vivos") y ya fuera de ese grupo, pero no menos carismático, el bueno de Charles Napier haciendo de sheriff (recordemos que tanto este como Hess dejaron nuestra dimensión recientemente). El reparto juvenil no me interesa lo más mínimo.
Con semejante panorama, ¿qué puedo decir?, mediocre... pero visible en un momento dado (aunque únicamente sea por su "entrañiblismo").

miércoles, 10 de abril de 2019

DEMONS

"Demons" tiene en su currículo varios honores. Principalmente, ser el salto del cisne del "buen" terror moderno Italiano. El testamento de una era "dorada" repleta de títulos que, ante todo, sorprendían por su cuantiosa truculencia. Así mismo, también le pertoca la entrañable condición de producto eminentemente juvenil, desenfadado y, en una palabra, macarra. "Demons" va directa a la entrepierna, a la "alucinada", y da igual los medios que necesite para lograrlo: Una banda sonora trufada de heavy metal ochentero que adorna las secuencias más violentas e impactantes. Momentos como el enfrentamiento entre los monstruos y el héroe subido a una moto, sable en ristre, es el ejemplo más gráfico. Imposible no fliparse con semejante material. Y es que "Demons" es un puto tebeo, uno malo y chusco, pero uno que funciona perfectamente dentro de su peculiar universo.
La historia es lo de menos. Un grupo de individuos anónimos es invitado al pase de una película de terror sobre demonios pestilentes que cobrará vida en la platea. Los espectadores serán poseídos uno tras otro, y los que se libren tendrán que defenderse. Una excusa como cualquier otra para encadenar locuras visuales, gore del de antes y muy italiano en su sádico detalle, luces de colores, humo, interpretaciones que duelen y unos diálogos que es para prender fuego al guión.
Pero no importa, porque "Demons" es una película cafre que reconoce y abraza su condición, no la oculta para nada. Tal vez de modo consciente, o tal vez no. Es tan mala como gozable en su estupidez, detalle este que se les ha escapado a muchos. Hay un fandom por ahí que la adora como si fuese realmente adorable, y no, creo que se equivocan. Pero allá cada uno con lo suyo.
Dario Argento quiso producirle a Sam Raimi una secuela de "Posesión Infernal", antes de que esta se materializara por cortesía de Dino de Laurentiis, pero no pudo ser. Algo me dice que el padre de "Suspiria" se quedó con las ganas y produjo "Demons" para desquitarse. Consciente de que el invento no era digno de él -no en aquella época, hoy sería otro cantar- contrató al mediocre Lamberto Bava para que la dirigiera. Y el resto es historia. O histeria.
Fue un exitazo y generó una segunda parte inferior. La tercera nunca acabó de llegar, a pesar de que hubo varios intentos bastardos.
La música de Claudio Simonetti es estupenda en lo suyo y deja huella.
Un divertimento que se recomienda ver con el cerebro puesto en "Off".

miércoles, 15 de febrero de 2012

LA MADRE DEL MAL

Dario Argento completa la trilogía de las tres madres con esta "La madre del mal", en la que vemos cómo el director ha evolucionado pero sin abandonar su estilo de antaño. Es más, lo mejor de la película son esos brutales crímenes al viejo estilo "giallo". 
No obstante, hay quien le pide peras al Olmo y opina todo lo contrario, que no tiene nada que ver con el viejo Argento.
En "La madre del mal" un obispo desentierra a un tal Oscar de la Vallé, y con él, un cofre que contiene una túnica mágica. Dicho cofre llega a manos de una restauradora de arte antiguo (Asia Argento), quien descubre que la "madre de las lágrimas" va a llegar a Roma con el fin de iniciar un nuevo reino de brujas.
La película está bastante bien, es un lavado de cara al cine de Argento. Quizás hay momentos en los que pierdes el hilo y otros tediosos a más no poder, pero da gusto ver todos esos asesinatos en primerísimo primer plano, salvajes y a toda pastilla mientras suena la música de Claudio Simonetti, una autentica obra maestra.
No deja de parecerme curiosa la poca vergüenza del señor Argento, que no se corta un pelo en filmar a su hija en pelota picada. Una escena de ducha de tal gratuitismo que no comprendo cómo se ha atrevido, ¡¡OLE LOS COJONES DE ARGENTO!!.
Junto a la niña de Dario, el indispensable Udo Kier.
Los amantes del terror Italiano no deberían quejarse de esta película, porque quitando lo ridículo de algunas escenas infográficas, y algún fantasma a lo "Casper", Argento permanece en plena forma.
Y es que el cine de terror Italiano ha molado siempre, sigue molando y digo yo que molará en el futuro.

sábado, 12 de febrero de 2022

MORIRÁS A MEDIANOCHE

¿Nunca se han preguntado por qué Lamberto Bava se adaptó tan bien a la televisión cuando esta arrasó con todo el cine de género italiano, especialmente el terror? ¿Por qué es uno de los pocos de su quinta -sin contar al eterno Dario- que sobrevivió a la catástrofe? En "Morirás a medianoche" tienen la respuesta. Otro seudo-giallo ochentero que el fetuccini se curró nada menos que entre los dos "Demons", donde hacía gala de un estilo colorista y gran guiñolesco debido, tal vez, a la supervisión de maese Argento. En cuanto este se ausenta, lo que obtenemos por parte de Lamberto es un cine plano, frío y aséptico como una mala cosa. Muy televisivo (y ahí tienen la respuesta al enigma, el cineasta se adaptó bien porque llevaba el "telefilmismo" en la sangre). Eso mismo se nota un huevo con "Morirás a medianoche" que, sin embargo, me ha molado un poquito -solo un poquito- más que "Cuchillos en la oscuridad". Quizás porque se mantenía virgen para mis hastiados ojos, quien sabe.
Un policía y su cornuda mujer se pelean, llegando a las manos. Todo parece que va a terminar en tragedia hasta que él se contiene y sale a por tabaco. Ella, dolorida, corre a la ducha. De pronto aparece en escena una figura misteriosa que la mata con un pico de hielo. Naturalmente las sospechas recaen en el policía pero ¿es él o un famoso asesino supuestamente fallecido que ha regresado para seguir matando?.
Todo en esta peli del 86 es rematadamente de manual. Todo. Incluido un desenlace algo tramposillo. Y su deuda con la entrañable "Tenebre" del inevitable Dario, también. La banda sonora firmada por Claudio Simonetti parece surgida de los descartes de la que él mismo compuso junto a Massimo Morante y Fabio Pignatelli para aquella. Y si nos ponemos farrucos, hasta podemos extendernos al resto de la filmografía Argentiana, porque hay un detalle narrativo directamente mangado de "El pájaro de las plumas de cristal". Tal cual (hoy lo llamarían homenaje).
En el reparto, los inevitables rostros habituales de esta clase de cine, destacando por fácilmente reconocibles los de Paolo Malco y Peter Pitsch, que venía de protagonizar "Demons". Aunque a mi me ha llamado poderosamente la atención Lara Wendel, primero porque la he reconocido de su rol secundario en -otra vez- "Tenebre" (allí salía con el pelo largo y estaba más guapa) y, luego, porque al investigar he descubierto que fue una de las protagonistas de la extremadamente polémica "Maladolescencia", famosa por incluir imágenes de niñas menores -pero de verdad- desnudándose y efectuando actos sexuales. Wendel era una de ellas. Cuando la prensa de la época le preguntó cómo había osado reunir valor a sus tan solo once primaveras, afirmó que la movía un fuerte deseo de convertirse en actriz, costara lo que costara. Lástima que tanto esfuerzo no quedara compensado cuando se retiró de la profesión en 1993.
Como detalle curioso, mencionar la escena en la que una de las chicas se tumba en la cama a leer una novela de crímenes titulada "Blood" cuya llamativa portada viene firmada por el gran -y ya fallecido- Enzo Sciotti, responsable así mismo del cartel de esta "Morirás a medianoche" (ese que ven aquí al lado) y de, como bien saben, un sinfín de maravillosos pósters de películas afines.
Aunque Lamberto Bava figura con letras grandes como "mecenas" (¿imitando de nuevo a Dario en sus escarceos productiles?) a la hora de firmar dirección, montaje y co-autoría del guion (junto al gran Dardano Sacchetti), echa mano de su entrañable alias John Old Jr. ¿Motivo? Lo desconozco.
"Morirás a medianoche" es una peliculilla que se olvida con pasmosa facilidad, pero tampoco ofende y es útil si lo que se busca es un rato de desacomplejada e intrascendente evasión.

viernes, 20 de octubre de 2017

THE EDITOR

El postmodernismo ha matado el cine de terror de Serie B.
Cuando una panda de inútiles tras las cámaras, jovenzuelos aficionados al cine de terror se ponen a invertir todos sus ahorros en hacer películas de su género favorito, todo se ve emponzoñado precisamente por la amalgama de conceptos, el mucho querer abarcar del fan que aunque tenga bien estudiado el cine de terror, aunque tenga unas nociones de dirección solventes, acaba queriendo recrear en su película todo aquello que le gusta convirtiendo todo su material en poco menos que una puta mierda. Máxime, cuando por una cuestión de inseguridad incluye en su película las consabidas dosis de humor para acabar justificando su inutilidad diciendo que es que su película en realidad es una comedia. Desesperanzador del todo.
Y si dentro de estas nuevas generaciones de realizadores del terror barato podemos tener cosas medio decentes dentro de esta vertiente homenajistica como pueda ser “All Through The House”, la mayoría de estas nuevas películas deambulan entre la pantomima burda y la ensalada de conceptos mal entendidos. 
“The Editor” homenajea, sin orden ni concierto, el “Giallo” italiano con su fotografía colorista y su banda sonora y el cine de terror setentero —de estudio— con  sus títulos de crédito y su estética recargada. Y todo mal, porque ni recrea bien el “Giallo”, ni el cine de terror setentero. Es más, ambientada en los setenta,  con esos actores ataviados con sus pelucones, sus patillas y sus bigotazos, exagerados hasta la extenuación yo diría que involuntariamente, sin afán de hacer comedia con el maquillaje y el vestuario, resultan cargantes y absurdos. Además de tener la película una cadencia ágil y una edición muy de ahora que casa muy poco con el tipo de cine que intenta recrear. Todo esto no serían más que  minucias con las que el espectador talludito y maniático (servidores) podría convivir de no ser porque, aparte de todo esto, “The Editor” es un coñazo de tres pares de pelotas. Apaga y vámonos.
Por otro lado decir que, seguramente de una forma casual, esto es una puesta al día gamberra y cafre de la atmosférica “Berberian Sound Studio” de Peter Strickland.
Tenemos a un montador de “Giallos” que debido a un colapso nervioso pierde los dedos de una de sus manos. Justo en el momento en el que está trabajando en una película de terror de Serie Z, alguien comienza a asesinar a los miembros del equipo cortando, además, los dedos de una mano a sus víctimas, justo los mismos que le faltan al montador por lo que la policía comienza a sospechar de él. De mientras, el delirio y la sin razón hacen acto de presencia en la vida de este currela del séptimo arte.
Tras este pastiche se encuentran los Canadienses Adam Brooks y Matthew Kennedy, guisándoselo y comiéndoselo ellos solitos (escriben, dirigen y hasta protagonizan), formando un colectivo llamado “Astron 6” bajo el que perpetran una serie de películas con ese tufo postmodernista que tanto me cabrea y que funciona a nivel local entre el fandom más desprejuiciado, aquel que consume cine de terror sin ningún filtro, que les ríen las gracias a estos realizadores mediocres, con muy poco que decir, a parte de demostrar una y otra vez lo muchísimo que les gusta el cine de terror. Sinceramente, el terror barato, casi mejor si no lo hacen fans.
En la galería de clichés, decir que la protagonista femenina es Paz de la Huerta, mala actriz hasta la exasperación, recauchutada y fea (eso si, con un buen culo) que se está convirtiendo poco a poco en musa de este tipo de productos. Vista también en “Nurse 3D”. 
Más clichés; Udo Kier, como en todo buen producto de tercera, tiene su cameo, así como estos aprendices de Rob Zombie cuentan con piezas exclusivas de Claudio Simonetti en la banda sonora y un  cartel diseñado por Graham Humphreys— suyo es uno de los más llamarivos carteles de “Posesión Infernal”, entre otros muchos— para hacerse respetar entre la caterva de aficionados que les dorarán la píldora.
Un coñazo.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

DRÁCULA 3D DE DARIO ARGENTO

Fui a ver "El fantasma de la ópera" de Dario Argento en su pase por el Festival de Sitges del respectivo año. En plena proyección, y a pesar del supuesto tono trágico de la peli, el público comenzó a descojonarse ante lo ridículo de todo ello. Yo, que había crecido siendo fan del italiano, adorando "Tenebre", "Suspiria" o "Phenomena", no podía creer semejante falta de respeto. Sin embargo, a medida que el film avanzaba, tuve que rendirme a la evidencia: Sí, aquel "Fantasma de la ópera" era patético y risible... así que yo también me subí al carro del cachondeo reinante. Fue la primera señal de que Dario Argento estaba perdiendo su "touch". Y de ahí en adelante, todo fue cuesta abajo. Que sí, que aún tuvo tiempo de producir alguna cosa potable, como "Insomnio", su aportación a la serie "Masters of Horror" e incluso la incomprensiblemente denostada "Giallo", pero en general estaba claro que los mejores tiempos de Argento habían llegado a su fin. El día que se anunció que iba a dirigir una nueva adaptación del clásico de Bram Stoker, en 3D y producido por Enrique Cerezo, todos comenzamos a temblar. Y con razón.
No teníamos muy claro qué iba a pasar con tan absurdo proyecto una vez se terminara. Todos dábamos por sentado su pase por algún festival y, con suerte, una edición exclusiva en DVD, igual que le había pasado a otro de los Argentos recientes y más o menos soportables, "La madre de las lágrimas". Pero cual fue mi sorpresa al enterarme de que se estrenaba el Viernes pasado, y en uno de los cines punteros de Barcelona. Eso sí, dentro de un horario algo restringido ya que únicamente la daban a las 20 horas y en 2D. Si la querías en 3D, tenías que esperar hasta las 22. No tuve la más mínima duda de que quería ir a verla (al pase de las 20 horas... no me interesaba TANTO como para perderme la cena). Era totalmente consciente de que sería algo parecido a un churrasco, sin embargo, lo especial de la ocasión bien merecía el sacrificio, ¿cuando podría volver a ver una peli de Dario Argento en un cine de estreno?, seguramente nunca mais. Era todo tan anacrónico que merecía vivirse. ¿Un film italo-español de terror de presupuesto limitado, dirigido por una vieja gloria del cine fantástico europeo, repleto de un erotismo y una truculencia honestos en los tiempos que corren en los que todo es tan aséptico, tan falsamente estilizado, y en el que las multinacionales y sus productos perfectamente fríos dominan el cotarro?. Vivirlo para creerlo. Además, sin contar lo visto en Sitges, hacía muchos años que no iba al pase de una peli de Argento en un cine normal. Las últimas que recordaba eran "Los ojos del diablo" en funciones de co-director junto a George A. Romero y sus dos "apadrinamientos" para Michele Soavi, "La secta" y "El engendro del diablo".
¿Y que tal la experiencia?, pues "bien". Cuando la he calificado de anacrónica, no iba desencaminado. El "Drácula" de Dario Argento se inicia muy dolorosamente, con un supuesto vuelo rasante por una aldea que es puro CGI de saldo. Podéis tomarlo como un aviso, porque todos los efectos informáticos que seguirán están a la misma altura, la del betún caducado. A su lado, lo que hace Asylum parece el puto "Avatar". Lo que sigue, está bastante mejor. Una escena erótica de esas tan almidonadas y torpes típicas del cineasta, en la que una TREMENDÍSIMA Miriam Giovanelli luce TREMENDÍSIMO palmito (y lo volverá a hacer más adelante). Primera sonrisa, ¡que gusto recuperar esa clase de material!. Pronto nos encontraremos con más efectos de ordenador patéticos (el auténtico talón de aquiles del film, atención al tren que reposa parado en la estación), actores tirando a limitados y una ambientación correcta aunque por los pelos de un calvo. Se nota que el dinero escasea desde los créditos iniciales.
La puesta en escena de Argento es muy teatral, largos planos paridos por una cámara bastante reposada, aspecto este incrementado ante la sensación de "cartón piedra" que gasta todo el pack, desde la iluminación hasta los efectos de sonido. Casi todos ellos suenan como si alguien pisara cáscara de huevo. O mejor, como si "Calamardo" estuviera dando tumbos por el plató durante el rodaje.

Claro, de entrada todo esto choca e invita al descojone. Lo que ocurre es que, una vez asumido, comienzas a meterte en la peli, un poquito, y terminas viéndola tranquilamente hasta que concluye. A ver, que es bastante pesadica, y más teniendo en cuenta que nos sabemos la puta historia de Drácula al dedillo (y dan igual los cambios aportados por Argento y su troupe, en esencia es lo mismo de siempre), pero en fin, que se puede ver como si fuera un telefilm de esos insulsos pero pasables. Ayudan un poco las tetas (las mentadas y las de Asia Argento), la epatante pero ridícula e innecesaria aparición de una mantis religiosa gigante (???????), el gore (no excesivo, pero bien presente), arrebatos nostálgicos (esos hachazos en primerísimo plano que nos recuerdan a "Tenebre"), la simpática y fantasmagórica banda sonora del inevitable Claudio Simonetti y, sobre todo, ese envejecido Rutger Hauer haciendo de un Van Helsing la mar de bruto, que extermina vampiros y lacayos con una rapidez, facilidad y contundencia que asusta. El actor holandés es sin duda lo mejor de este "Drácula" argentiano. 
Otro "clásico" que encontramos en el apartado técnico es Sergio Stivaletti, habitual chico de los efectos especiales que, supongo, se encarga aquí del poco látex que hay (porque si los de CGI son cosa suya, es pa darle de palos). Precisamente en una entrevista reciente, Stivaletti comentaba que el cine de Argento había perdido fuelle porque en realidad el director era ya un señor mayor cansado del terror y que se moría por rodar historias de amor. Bien, su "Drácula" es prueba de ello. El italiano intenta regodearse en todo el apartado romántico propio del libro de Bram Stoker, como hasta hoy han hecho casi todos los directores que lo han adaptado, pero claro, procede con ese sentido de lo romántico tan hortera, ñoño, acartonado y de "karaoke" que ya mostró en su temible "Fantasma de la ópera". Seamos prácticos, Dario Argento siempre fue un realizador eminentemente visual y en su cine los actores y los guiones no eran precisamente de lo mejor que uno podía encontrar. Claro, si le quitas los delirios estéticos, los colores chillones, la cámara circense y etc, ¿qué queda?... pues cosas como este "Drácula".
En fin, no sé muy bien qué decir. Si la miras con cariño, con afecto, pues tiene un pase y se deja ver, sobre todo si pones algo de paciencia por tu parte... pero por otro lado, no hay duda de que se trata de un producto terriblemente mediocre, cutre, pobre y almidonado. Duele pensar que tras el se encuentre el señor que hizo "Suspiria", "Inferno" o "El pájaro de las plumas de cristal".

sábado, 30 de agosto de 2014

LOS OJOS DEL DIABLO

Aunque ya en 1978 Dario Argento y George A. Romero compartieron créditos en la mítica "Dawn of the dead" original, no sería hasta el año 1990 cuando realmente se repartirían -creativamente hablando- la paternidad de una película, este "Los ojos del diablo", "Two Evil Eyes", "Due occhi diabolici" (originalmente bautizada como "Poe", tal y como demuestra el pre-cartel que les dejo por ahí abajo, o "Metropolitan Horrors"), producción italo-yankee que jugaba con una premisa a priori atractivísima para cualquier aficionado medio, dos maestros del género unían fuerzas para adaptar sendos relatos de un titán de la literatura macabra, Edgar Allan Poe. Lástima que pal cambio de década Argento y Romero habían perdido ya un poco su "punch" (aunque nada comparado a lo que vendría después), algo que a mí no me importó ni un pimiento, que corrí al cine para ver la película resultante el día de su estreno. Es interesante señalar que, en principio, los directores no iban a ser únicamente el italiano y el de Pittsburgh, también querían liar a gente como John Carpenter, Wes Craven, Stuart Gordon o Clive Barker, aunque lo problemático de aunar calendarios convenció a sus perpetradores (los Argentos, Claudio y Dario) de que lo más fácil era contar con aquel al que ya conocían y con quién habían currado previamente de manera harto satisfactoria. De haberse materializado el pifostio tal y como se quería en un principio, hablaríamos ahora de todo un hito en el género.
Puesto que se trata de la unión de un par de mediometrajes, bastante diferentes a pesar de churrupetear del mismo escritor, me permitirán que anal-ice cada uno como si de dos títulos totalmente independientes se tratara. Y si no les gusta, que les den.
LA DE ROMERALES: El viejo Georgie se encargó de adaptar mi relato favorito de don Poe, "La verdad sobre el caso del señor Valdemar". Evidentemente, y dado el nivel de paletismo que acarreo, no he leído el texto original, pero sí vi en su día las versiones que firmaron Roger Corman y Narciso Ibáñez Serrador y en ambos casos (pero sobre todo el segundo) me cagué de miedo. Su concepto siempre me pareció genuinamente aterrador. Un tipo que fallece mientras se encuentra en estado de hipnosis, lo que lo mantiene atrapado en el limbo. Su cadáver se marchita, pero su mente aúlla agónicamente con un "¡Estoy mueeeerto!". Uf, escalofriante.
El caso es que George Romero lo pilla y lo lleva a su terreno, el del director de cine de horror cansado ya de la puta etiqueta y de tener que estar siempre liado con muertos vivientes y bichos apestados. La suya es una versión muy culebronesca, que hace más hincapié en el drama y el suspense que en el terror puro. La esposa de un millonario al pie de la tumba anda liada con el médico de este. Juntos planean aprovechar hasta el último halo de vida que le queda al viejo para que, mediante hipnosis, firme todos los documentos posibles y les ceda sus riquezas. Pero el tipo la palma en pleno subidón, lo que impedirá cruzar el portal del más allá y se montará un cristo de órdago, volviendo de la pre-muerte para cometer venganza.
Contaba don Romero que en aquellos tiempos andaba de bajona por el fracaso en taquilla de "Atracción Diabólica" y que aceptó el proyecto porque no requería una gran implicación emocional por sus partes. Y se nota, ya que le quedó muy fría, sosa, plana y -decían en la época- telefílmica. Él mismo así lo reconoció poco después, confesando que se sintió fatal después de ver el despliegue de imaginación que invirtió Dario Argento en su propuesta. Y hasta el italiano comentaría por ahí que en aquella ocasión la inspiración de Georgie anduvo bajo mínimos. Yo mismo me aburrí mortalmente cuando la consumí y durante mucho tiempo tuve un concepto muy pobre de ella, seguramente por su casi ausencia de gore, algo por entonces muy ligado a la obra del padre del zombie moderno. Pero el otro día, y como suele pasar, me pareció bastante mejor de lo que la recordaba. Sí, es cierto que no transpira ni mucha pasión ni mucha vida, que Romero puso el automático y tiró millas, pero aún así, su sobriedad, su saber hacer, su acabado más que solvente y su guión, bien parido y estructurado, la convierten en un producto bastante digno.
Contribuyen a ello sus actores, especialmente cuatro que ya habían currado previamente con
Romero en otra antología, la maravillosa "Creepshow", es decir, una ya avejentada Adrienne Barbeau (que lo hace muy bien, la verdad), Bingo O'Malley, E.G.Marshall y el bueno de Tom Atkins. Completan el cuadro Ramy Zada, muy popular en mi tierra durante inicios de los 90 a raíz de su protagonismo en una serie co-producida por la televisión de Cataluña sobre un justiciero titulada "Dark Justice" ("Quan es fa fosc", "Cuando se hace oscuro", aquí) y Christine Romero, la "esposa de", que pal caso interpreta un personaje idéntico al que diera vida, justamente, en la anterior "Atracción Diabólica", enfermera/cuidadora borde.
LA DE ARGENTALES: El caso de Argento es diametralmente opuesto al de Romero. Se nota que él fue uno de los instigadores del proyecto, que le pirra Poe y que comparte intereses con él y su universo. Su mediometraje es pura pasión... lo que no significa necesariamente que sea la repolla, pero sí que al menos viene plagado de guiños, tributos y homenajes al autor y su obra. Oficialmente adapta "El gato negro", aunque solo es una excusa pa salpicar la movida con referencias a "El pozo y el péndulo", "La caída de la casa Usher", "Ligeia" o "El corazón delator", entre otras.
Rod Usher (bingo!) es un fotógrafo especializado en sacar instantáneas de crímenes cruentos. Vive con una pava súper-lerda y espiritual que adora los/as gatos/as, como una de bien negra que ha traído a casa y que, ya de entrada, se lleva fatal con el maromo. Además, su vida conyugal cada vez anda peor y al parecer ella se ha buscado un amante (o uno en ciernes) joven y bien mono. Borrachuzo, celoso y rabioso, el muy hijo de puta de Rod decide pagarla matando al felino, no sin antes sacar fotos del proceso para ilustrar un libro recopilatorio de su macabra obra (titulado, justamente, "Metropolitan Horrors" -ver más arriba-). Cuando ella lo descubra, se liará parda, aparecerá un nuevo gato negro -que se parece mucho al anterior (lo que tampoco es nada nuevo porque todos los gatines niggas son cagaos entre ellos, yo fui poseedor de uno la mar de majo-) que él querrá aniquilar convencido de que acarrea una maldición. Cuando ella intenta salvarlo, él la mata y oculta su cuerpo tras una pared falsa. No hace falta decir que lo tendrá jodido para salirse con la suya... gracias en parte al enigmático black cat... o a su prole.

A nivel visual y narrativo, como decía, es lo opuesto a Romero, un despliegue de ideas, dinamismo, truculencia, locura y flipadas totalmente ausentes en la historia del Sr.Valdemar. La mayor diferencia es la duración (la del italiano es más larga) y el guión, bastante peor estructurado y con peor ritmo. Nada nuevo bajo el sol, ya que esa es una constante en el director de "Suspiria", "Phenomena" y "Tenebre". Y como en esos mismos títulos, la falta de dominio narrativo queda compensada por el desmadre visual, la cámara apañándose movimientos imposibles (en un momento dado adopta el punto de vista del péndulo de la muerte), el gore (gráficas cuchilladas, empalamientos...) y las típicas "argentadas" tan irritantes como entrañables. Esas salidas de tono en las que exclamas un "Anda yaaaa, no me jodas!". Antes solía preguntarme cómo era posible que Argento no se diera cuenta de lo tontunas y ridículas que eran, pero hoy considero que ya las hacía aposta como elemento  epatante, como parte de su estilo. En este caso no hablamos ni de asesinas esculturas punzantes ni de absurdas vagonetas-extermina-ratas, sino de cierto muñeco económicamente confeccionado para lograrse una coartada y.... en fin, no recuerdo la otra, pero eran dos de esas que dolían, y más con la sombra de Edgar Allan Poe detrás. Naturalmente, Argento se pasa un poco por el forro de lírica del escritor y -como Romero- se lo lleva totalmente a su terreno, exagerando sus ideas hasta el desquicie (esos gatitos mutantes devorando la carne de un cadáver). Pero ya mola, que pa algo es quien es, ¡carayo!.
"El gato negro" la protagonizan Harvey Keitel, un poco antes de su redescubrimiento de la mano de Tarantonto y pasando una etapa algo oscurilla, Madeleine Potter, una actriz que venía de cierto cine cultureta y se supone que despierta pasiones a pesar de lo poco agraciada que resulta (esa boquita suya en perenne estado de "piñonismo" dan ganas de soltarte una yoya) y algunos veteranos, entre los que destacan John Amos, Sally Kirklan, Kim Hunter y Martin Balsam en el inevitable guiño a Hitchcock.

Añadir como colofón que fue la primera película rodada en terreno yankee por el italiano (que cada vez que se va para allá, la verdad es que le salen mejor) y que la versión que vi hace unas noches (descargada de ese demonio llamado emule) incluía una escena cortada de la versión estrenada en España, una pesadilla en la que Keitel viaja a la época medieval para recibir doloroso y rectal castigo. No deja de ser gracioso tener en cuenta que los Argentos impidieron a Romero adaptar "La máscara de la Muerte Roja" porque no querían nada con ambientación "de época" en su producto, pa luego incluirla ellos en "El gato negro". ¡¡Malditos fetuccinis!!.
PLUS: De los notables efectos especiales se encargó, cómo no, Tom Savini, quien se reserva un papel como el demente que desentierra un cadáver para extraerle los dientes, idea esta sacada también del universo Poe (concretamente de su cuento "Berenice"). Hacer notar que tío Tom va ataviado con ropas victorianas.
La banda sonora es del siempre genial Pino Donaggio, que a la hora de poner música al capítulo de Dario se adapta a sus habituales partituras rimbombantes y semi-electrónicas, más propias de unos "Goblin"/Claudio Simonetti o un Keith Emerson.
Aunque el ayudante de dirección del italiano era en un principio Michele Soavi, fue al poco sustituido por el bueno de Luigi Cozzi cuando el otro cayó enfermo.
RESUMIENDO (ya tocaba): Aunque la historia de Argento es mucho más viva, colorista y apasionada, se me hizo un pelín pesada (tal vez por esa falta de capacidad de construcción narrativa -parece que no, pero a la larga es algo que se nota- o tal vez por extensión). Creo que esta vez me moló más la de Romero, a pesar de los pesares. Puede ser mi vejez, puede ser culpa de las expectativas, puede ser por ir la primera o el signo del cambio de los tiempos. Sea como sea, ambas se complementan bien y esputan un film bastante majo, sobre todo ahora que han pasado ya más de dos décadas, que sus autores andan en horas bajísimas y que el cine de terror, en general, va como va.