He contado la siguiente anécdota un porrón de veces. Puede que incluso lo haya hecho por estos lares. Pero, dadas las circunstancias, es del todo necesario que recurra de nuevo a ella. Festival de Sitges, 1999. Dario Argento viene en persona a presentar su nueva película, una versión muy suya del clásico de Gastón Leroux "El fantasma de la ópera". Son los tiempos en los que tengo gran respeto por el cineasta Italiano, así que acudo genuinamente interesado.
Arranca la película y poco a poco me voy dando cuenta de que... en fin, muy buena no es. De hecho, hacia la mitad el público presente comienza a descojonarse de risa. Y no en las afortunadamente escasas escenas de comedia voluntaria, sino en los momentos más románticos y dramáticos. ¡Pero bueno!, ¿cómo se atreven?, ¡¡que es Dario Argento!!. Indignado sigo viéndola... y no, no mejora. Nada. Finalmente acepto lo que hay y me dejo llevar por la corriente. Vamos, que yo también empiezo a descojonarme de ella. Y así hasta el final.
Luego, acudo a la rueda de prensa en la que Dario suelta las mil monsergas cultas de rigor sobre los clásicos, el arte, etc. Incluso osa referirse a sí mismo en tercera persona, como toda una etiqueta y se sitúa junto a Mario Bava. Vaya, pienso, el amigo no necesita abuela. Más que "El fantasma de la ópera de Dario Argento", igual debería haberse titulado "El fantasma... de Dario Argento".
Desde entonces había evitado revisarla de nuevo, consciente de que, probablemente, sea esta la peli que marcó el inicio de su extensa decadencia (si dejamos de lado las notables aportaciones que hizo para la serie "Masters of Horror"). Pero el otro día leí algo sobre ella, me dieron ganas de verla y... bueno, aquí estoy, tecleando.
¿La trama?, ya saben, la puñetera historia de "El fantasma de la opera" solo que contada por el delirante director de "Suspiria", "Tenebre" o "Phenomena" (la peli, no el desafortunado evento). No he leído el original de Leroux, así que desconozco qué es cosa suya y qué del italiano. Aunque puedo hacerme una idea. Aquí el fantasma no es un músico con la cara desfigurada, sino un bebé abandonado y criado por ratas de alcantarilla (quienes se tomaron la molestia de enseñarle a hablar con pomposa perfección) que, por algún misterioso designio, adquiere fuerza casi sobrenatural. Hasta que le vemos con el aspecto de Julian Sands, pensamos que teniendo en cuenta lo que hace a sus víctimas (partirlas por la mitad o lanzarlas por los aires) debe de ser un monstruo horrible. Pues no. En realidad es un tipo sensible y romántico por el que las chicas se vuelven locas, a pesar de que sea tan bruto, mantenga una relación zoofílica con los roedores y mate con tanta facilidad a personas inocentes. Salvo en el caso de la niña acosada por un pederasta. Aquí es este último el que acaba con el cuello rebanado en una de las escenas más regocijantes de la peli.
Otros momentos seguramente ausentes en la novela son cuando el fantasma se sienta en un tejado a lo Batman y tiene visiones, destacando una muy grotesca con un montón de hombres-rata atrapados en una trampa. Aunque quizás la joya de la corona sea esa secuencia ridícula del automóvil caza-roedores digno de "Los Picapiedra".
En una ocasión Sergio Stivaletti, afamado técnico de efectos especiales que para la ocasión -suyos son los de la peli reseñada- se luce bastante, comentaba que si el cine de Argento había perdido tanto fuelle se debía a que el hombre, ya mayor, estaba cansado de terror y quería rodar bonitas historias de amor, solo que no le dejaban. Tampoco es de extrañar si tenemos en cuenta su sentido del romanticismo: cutre, pasteloso y digno de karaoke. Suerte que el tipo es consciente de lo que su audiencia espera de él y a ratos nos deleita con unas agradecidas gotas de buen gore... y de tetas. Tetas como las de la protagonista, su hija, la inevitable Asia Argento que, by the way, actúa con el culo. Ese tan hermoso que tiene. Siempre pone la misma cara, sus reacciones melodramáticas son harto exageradas y no te crees ni por el forro que sea capaz de cantar como los ruiseñores.
Para no ser tan negativos, citar otro buen momento de la peli: La caída sobre el público de la macro-lámpara que cuelga del techo de la ópera. Muy Argento en su sádico detalle. Claro que 24 horas después ya está arreglada, se ha limpiado todo y la gente no tiene ningún reparo en volver al recinto como si nada. ¡Qué eficientes y osados eran en el siglo XIX!.
A pesar de mi sarcasmo, y de que toda la parte romántica y pseudo-erótica me sigue resultando absolutamente penosa, no encontré "El fantasma de la opera de Dario Argento" TAN mala como la recordaba. Dejémosla en un poco triste pero con sus momentos majos.
De hecho, Argento haría después cosas aún peores... por increíble que parezca. Así que, quien no se consuela es porque no quiere.
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sábado, 31 de diciembre de 2016
miércoles, 14 de noviembre de 2012
DRÁCULA 3D DE DARIO ARGENTO
Fui a ver "El fantasma de la ópera" de Dario Argento en su pase por el Festival de Sitges del respectivo año. En plena proyección, y a pesar del supuesto tono trágico de la peli, el público comenzó a descojonarse ante lo ridículo de todo ello. Yo, que había crecido siendo fan del italiano, adorando "Tenebre", "Suspiria" o "Phenomena", no podía creer semejante falta de respeto. Sin embargo, a medida que el film avanzaba, tuve que rendirme a la evidencia: Sí, aquel "Fantasma de la ópera" era patético y risible... así que yo también me subí al carro del cachondeo reinante. Fue la primera señal de que Dario Argento estaba perdiendo su "touch". Y de ahí en adelante, todo fue cuesta abajo. Que sí, que aún tuvo tiempo de producir alguna cosa potable, como "Insomnio", su aportación a la serie "Masters of Horror" e incluso la incomprensiblemente denostada "Giallo", pero en general estaba claro que los mejores tiempos de Argento habían llegado a su fin. El día que se anunció que iba a dirigir una nueva adaptación del clásico de Bram Stoker, en 3D y producido por Enrique Cerezo, todos comenzamos a temblar. Y con razón.
No teníamos muy claro qué iba a pasar con tan absurdo proyecto una vez se terminara. Todos dábamos por sentado su pase por algún festival y, con suerte, una edición exclusiva en DVD, igual que le había pasado a otro de los Argentos recientes y más o menos soportables, "La madre de las lágrimas". Pero cual fue mi sorpresa al enterarme de que se estrenaba el Viernes pasado, y en uno de los cines punteros de Barcelona. Eso sí, dentro de un horario algo restringido ya que únicamente la daban a las 20 horas y en 2D. Si la querías en 3D, tenías que esperar hasta las 22. No tuve la más mínima duda de que quería ir a verla (al pase de las 20 horas... no me interesaba TANTO como para perderme la cena). Era totalmente consciente de que sería algo parecido a un churrasco, sin embargo, lo especial de la ocasión bien merecía el sacrificio, ¿cuando podría volver a ver una peli de Dario Argento en un cine de estreno?, seguramente nunca mais. Era todo tan anacrónico que merecía vivirse. ¿Un film italo-español de terror de presupuesto limitado, dirigido por una vieja gloria del cine fantástico europeo, repleto de un erotismo y una truculencia honestos en los tiempos que corren en los que todo es tan aséptico, tan falsamente estilizado, y en el que las multinacionales y sus productos perfectamente fríos dominan el cotarro?. Vivirlo para creerlo. Además, sin contar lo visto en Sitges, hacía muchos años que no iba al pase de una peli de Argento en un cine normal. Las últimas que recordaba eran "Los ojos del diablo" en funciones de co-director junto a George A. Romero y sus dos "apadrinamientos" para Michele Soavi, "La secta" y "El engendro del diablo".
¿Y que tal la experiencia?, pues "bien". Cuando la he calificado de anacrónica, no iba desencaminado. El "Drácula" de Dario Argento se inicia muy dolorosamente, con un supuesto vuelo rasante por una aldea que es puro CGI de saldo. Podéis tomarlo como un aviso, porque todos los efectos informáticos que seguirán están a la misma altura, la del betún caducado. A su lado, lo que hace Asylum parece el puto "Avatar". Lo que sigue, está bastante mejor. Una escena erótica de esas tan almidonadas y torpes típicas del cineasta, en la que una TREMENDÍSIMA Miriam Giovanelli luce TREMENDÍSIMO palmito (y lo volverá a hacer más adelante). Primera sonrisa, ¡que gusto recuperar esa clase de material!. Pronto nos encontraremos con más efectos de ordenador patéticos (el auténtico talón de aquiles del film, atención al tren que reposa parado en la estación), actores tirando a limitados y una ambientación correcta aunque por los pelos de un calvo. Se nota que el dinero escasea desde los créditos iniciales.
La puesta en escena de Argento es muy teatral, largos planos paridos por una cámara bastante reposada, aspecto este incrementado ante la sensación de "cartón piedra" que gasta todo el pack, desde la iluminación hasta los efectos de sonido. Casi todos ellos suenan como si alguien pisara cáscara de huevo. O mejor, como si "Calamardo" estuviera dando tumbos por el plató durante el rodaje.
Claro, de entrada todo esto choca e invita al descojone. Lo que ocurre es que, una vez asumido, comienzas a meterte en la peli, un poquito, y terminas viéndola tranquilamente hasta que concluye. A ver, que es bastante pesadica, y más teniendo en cuenta que nos sabemos la puta historia de Drácula al dedillo (y dan igual los cambios aportados por Argento y su troupe, en esencia es lo mismo de siempre), pero en fin, que se puede ver como si fuera un telefilm de esos insulsos pero pasables. Ayudan un poco las tetas (las mentadas y las de Asia Argento), la epatante pero ridícula e innecesaria aparición de una mantis religiosa gigante (???????), el gore (no excesivo, pero bien presente), arrebatos nostálgicos (esos hachazos en primerísimo plano que nos recuerdan a "Tenebre"), la simpática y fantasmagórica banda sonora del inevitable Claudio Simonetti y, sobre todo, ese envejecido Rutger Hauer haciendo de un Van Helsing la mar de bruto, que extermina vampiros y lacayos con una rapidez, facilidad y contundencia que asusta. El actor holandés es sin duda lo mejor de este "Drácula" argentiano.
Otro "clásico" que encontramos en el apartado técnico es Sergio Stivaletti, habitual chico de los efectos especiales que, supongo, se encarga aquí del poco látex que hay (porque si los de CGI son cosa suya, es pa darle de palos). Precisamente en una entrevista reciente, Stivaletti comentaba que el cine de Argento había perdido fuelle porque en realidad el director era ya un señor mayor cansado del terror y que se moría por rodar historias de amor. Bien, su "Drácula" es prueba de ello. El italiano intenta regodearse en todo el apartado romántico propio del libro de Bram Stoker, como hasta hoy han hecho casi todos los directores que lo han adaptado, pero claro, procede con ese sentido de lo romántico tan hortera, ñoño, acartonado y de "karaoke" que ya mostró en su temible "Fantasma de la ópera". Seamos prácticos, Dario Argento siempre fue un realizador eminentemente visual y en su cine los actores y los guiones no eran precisamente de lo mejor que uno podía encontrar. Claro, si le quitas los delirios estéticos, los colores chillones, la cámara circense y etc, ¿qué queda?... pues cosas como este "Drácula".
En fin, no sé muy bien qué decir. Si la miras con cariño, con afecto, pues tiene un pase y se deja ver, sobre todo si pones algo de paciencia por tu parte... pero por otro lado, no hay duda de que se trata de un producto terriblemente mediocre, cutre, pobre y almidonado. Duele pensar que tras el se encuentre el señor que hizo "Suspiria", "Inferno" o "El pájaro de las plumas de cristal".
No teníamos muy claro qué iba a pasar con tan absurdo proyecto una vez se terminara. Todos dábamos por sentado su pase por algún festival y, con suerte, una edición exclusiva en DVD, igual que le había pasado a otro de los Argentos recientes y más o menos soportables, "La madre de las lágrimas". Pero cual fue mi sorpresa al enterarme de que se estrenaba el Viernes pasado, y en uno de los cines punteros de Barcelona. Eso sí, dentro de un horario algo restringido ya que únicamente la daban a las 20 horas y en 2D. Si la querías en 3D, tenías que esperar hasta las 22. No tuve la más mínima duda de que quería ir a verla (al pase de las 20 horas... no me interesaba TANTO como para perderme la cena). Era totalmente consciente de que sería algo parecido a un churrasco, sin embargo, lo especial de la ocasión bien merecía el sacrificio, ¿cuando podría volver a ver una peli de Dario Argento en un cine de estreno?, seguramente nunca mais. Era todo tan anacrónico que merecía vivirse. ¿Un film italo-español de terror de presupuesto limitado, dirigido por una vieja gloria del cine fantástico europeo, repleto de un erotismo y una truculencia honestos en los tiempos que corren en los que todo es tan aséptico, tan falsamente estilizado, y en el que las multinacionales y sus productos perfectamente fríos dominan el cotarro?. Vivirlo para creerlo. Además, sin contar lo visto en Sitges, hacía muchos años que no iba al pase de una peli de Argento en un cine normal. Las últimas que recordaba eran "Los ojos del diablo" en funciones de co-director junto a George A. Romero y sus dos "apadrinamientos" para Michele Soavi, "La secta" y "El engendro del diablo".
¿Y que tal la experiencia?, pues "bien". Cuando la he calificado de anacrónica, no iba desencaminado. El "Drácula" de Dario Argento se inicia muy dolorosamente, con un supuesto vuelo rasante por una aldea que es puro CGI de saldo. Podéis tomarlo como un aviso, porque todos los efectos informáticos que seguirán están a la misma altura, la del betún caducado. A su lado, lo que hace Asylum parece el puto "Avatar". Lo que sigue, está bastante mejor. Una escena erótica de esas tan almidonadas y torpes típicas del cineasta, en la que una TREMENDÍSIMA Miriam Giovanelli luce TREMENDÍSIMO palmito (y lo volverá a hacer más adelante). Primera sonrisa, ¡que gusto recuperar esa clase de material!. Pronto nos encontraremos con más efectos de ordenador patéticos (el auténtico talón de aquiles del film, atención al tren que reposa parado en la estación), actores tirando a limitados y una ambientación correcta aunque por los pelos de un calvo. Se nota que el dinero escasea desde los créditos iniciales.
La puesta en escena de Argento es muy teatral, largos planos paridos por una cámara bastante reposada, aspecto este incrementado ante la sensación de "cartón piedra" que gasta todo el pack, desde la iluminación hasta los efectos de sonido. Casi todos ellos suenan como si alguien pisara cáscara de huevo. O mejor, como si "Calamardo" estuviera dando tumbos por el plató durante el rodaje.
Claro, de entrada todo esto choca e invita al descojone. Lo que ocurre es que, una vez asumido, comienzas a meterte en la peli, un poquito, y terminas viéndola tranquilamente hasta que concluye. A ver, que es bastante pesadica, y más teniendo en cuenta que nos sabemos la puta historia de Drácula al dedillo (y dan igual los cambios aportados por Argento y su troupe, en esencia es lo mismo de siempre), pero en fin, que se puede ver como si fuera un telefilm de esos insulsos pero pasables. Ayudan un poco las tetas (las mentadas y las de Asia Argento), la epatante pero ridícula e innecesaria aparición de una mantis religiosa gigante (???????), el gore (no excesivo, pero bien presente), arrebatos nostálgicos (esos hachazos en primerísimo plano que nos recuerdan a "Tenebre"), la simpática y fantasmagórica banda sonora del inevitable Claudio Simonetti y, sobre todo, ese envejecido Rutger Hauer haciendo de un Van Helsing la mar de bruto, que extermina vampiros y lacayos con una rapidez, facilidad y contundencia que asusta. El actor holandés es sin duda lo mejor de este "Drácula" argentiano.
Otro "clásico" que encontramos en el apartado técnico es Sergio Stivaletti, habitual chico de los efectos especiales que, supongo, se encarga aquí del poco látex que hay (porque si los de CGI son cosa suya, es pa darle de palos). Precisamente en una entrevista reciente, Stivaletti comentaba que el cine de Argento había perdido fuelle porque en realidad el director era ya un señor mayor cansado del terror y que se moría por rodar historias de amor. Bien, su "Drácula" es prueba de ello. El italiano intenta regodearse en todo el apartado romántico propio del libro de Bram Stoker, como hasta hoy han hecho casi todos los directores que lo han adaptado, pero claro, procede con ese sentido de lo romántico tan hortera, ñoño, acartonado y de "karaoke" que ya mostró en su temible "Fantasma de la ópera". Seamos prácticos, Dario Argento siempre fue un realizador eminentemente visual y en su cine los actores y los guiones no eran precisamente de lo mejor que uno podía encontrar. Claro, si le quitas los delirios estéticos, los colores chillones, la cámara circense y etc, ¿qué queda?... pues cosas como este "Drácula".
En fin, no sé muy bien qué decir. Si la miras con cariño, con afecto, pues tiene un pase y se deja ver, sobre todo si pones algo de paciencia por tu parte... pero por otro lado, no hay duda de que se trata de un producto terriblemente mediocre, cutre, pobre y almidonado. Duele pensar que tras el se encuentre el señor que hizo "Suspiria", "Inferno" o "El pájaro de las plumas de cristal".
sábado, 25 de febrero de 2023
PAURA (DARIO ARGENTO)
Ahora que acabo de consumir las 384 páginas de "Paura", la autobiografía del célebre Dario Argento, si tiro de memoria para recuperar mis pasajes favoritos y/o + destacables, solo me vienen dos cosas: que Argento era un niño rico y todos los pasos importantes en su carrera los dio gracias a su padre (desde entrar como crítico de cine en un periódico, a conseguir financiación para su primer largometraje). Y que, con el fin de poner a raya a un fan acosador, recurrió a sus amigos / colaboradores Luigi Cozzi y Michele Soavi para que... ¡¡le dieran unas pocas hostias intimidatorias!! Y lo cuenta el propio Argento, así que será verdad. Chungo, ¿eh?
Del resto, poco recuerdo. Con eso no quiero decir que no me haya gustado. Para nada. Viene repleta de información, mucha honestidad por parte del cineasta (habla sin tapujos de algunos momentos vergonzantes de su existencia humana, entre los que debería figurar la pobre lagartija atravesada por un alfiler -todo real- en la aburridísima "Rojo Oscuro", pero, a pesar de mencionarlo, no entra en detalles) y gasta un ritmo acelerado. No aburre ni un segundo, aunque todo me ha resultado como bastante de manual. Sin más sorpresas que las expuestas en el párrafo de apertura.
Argento nos cuenta sus primigenios pasos en la vida, y solo se detiene en sus primeras ocho películas. Es decir, desde "El pájaro de las plumas de cristal" a "Inferno". Se siente orgulloso de ellas y es consciente de su buena prensa mundial, de ahí que se curre los respectivos capítulos narrando gestación, anécdotas del rodaje y posterior estreno. A partir de "Tenebre" va limitando más y más la información, hasta sus títulos recientes menos exitosos y mucho menos reconocidos, algunos de los cuales trata en cuatro líneas, como "El jugador". Y no me extraña. Sin hacer grandes esfuerzos literarios, canta como una almeja el deterioro creativo del cineasta. De autor ambicioso, repleto de ilusión, ganas e inquietudes, a mero artesano que asume su condición de "nombre de peso en el género del terror" y rueda como quien va al curre, ficha y se ve sumido en la más absoluta rutina.
De entre los seres queridos de Dario Argento, parece que la favorita sea su hija Asia, a la que menta continuamente, incluido cuando tocaba rodar escenas de desnudos y sexo, lo que no deja de resultar curioso... y un pelo perturbador.
El libro se detiene tras la terrible "Drácula 3D". Argento comenta que está currando en "The sandman", pero como saben nunca llegó a buen puerto. La reciente, y aséptica, "Occhiali neri" queda fuera.
Las citas cultas efectuadas por el cineasta son innumerables. Los artistas del pasado, escritores de categoría, pintores y arquitectos son sus grandes héroes. A la hora de abordar cineastas admirados, pues los de siempre (Hitchcock, Ford...) y otros que aún casan menos con el universo y la maneras de Argento, pero ahí están (Antonioni, Visconti...) Sé que es una tontería "decepcionarse" con eso, algo que ya tengo asumido y todos conocemos de sobras, pero no lo puedo evitar.
Recomiendo el libro a los fans del filmmaker por lo obvio, pero también a cualquier otro ser humano que busque lectura entretenida y cuya principal pasión en esta vida sea sentarse frente una pantalla en busca de sueños y evasión.
Del resto, poco recuerdo. Con eso no quiero decir que no me haya gustado. Para nada. Viene repleta de información, mucha honestidad por parte del cineasta (habla sin tapujos de algunos momentos vergonzantes de su existencia humana, entre los que debería figurar la pobre lagartija atravesada por un alfiler -todo real- en la aburridísima "Rojo Oscuro", pero, a pesar de mencionarlo, no entra en detalles) y gasta un ritmo acelerado. No aburre ni un segundo, aunque todo me ha resultado como bastante de manual. Sin más sorpresas que las expuestas en el párrafo de apertura.
Argento nos cuenta sus primigenios pasos en la vida, y solo se detiene en sus primeras ocho películas. Es decir, desde "El pájaro de las plumas de cristal" a "Inferno". Se siente orgulloso de ellas y es consciente de su buena prensa mundial, de ahí que se curre los respectivos capítulos narrando gestación, anécdotas del rodaje y posterior estreno. A partir de "Tenebre" va limitando más y más la información, hasta sus títulos recientes menos exitosos y mucho menos reconocidos, algunos de los cuales trata en cuatro líneas, como "El jugador". Y no me extraña. Sin hacer grandes esfuerzos literarios, canta como una almeja el deterioro creativo del cineasta. De autor ambicioso, repleto de ilusión, ganas e inquietudes, a mero artesano que asume su condición de "nombre de peso en el género del terror" y rueda como quien va al curre, ficha y se ve sumido en la más absoluta rutina.
De entre los seres queridos de Dario Argento, parece que la favorita sea su hija Asia, a la que menta continuamente, incluido cuando tocaba rodar escenas de desnudos y sexo, lo que no deja de resultar curioso... y un pelo perturbador.
El libro se detiene tras la terrible "Drácula 3D". Argento comenta que está currando en "The sandman", pero como saben nunca llegó a buen puerto. La reciente, y aséptica, "Occhiali neri" queda fuera.
Las citas cultas efectuadas por el cineasta son innumerables. Los artistas del pasado, escritores de categoría, pintores y arquitectos son sus grandes héroes. A la hora de abordar cineastas admirados, pues los de siempre (Hitchcock, Ford...) y otros que aún casan menos con el universo y la maneras de Argento, pero ahí están (Antonioni, Visconti...) Sé que es una tontería "decepcionarse" con eso, algo que ya tengo asumido y todos conocemos de sobras, pero no lo puedo evitar.
Recomiendo el libro a los fans del filmmaker por lo obvio, pero también a cualquier otro ser humano que busque lectura entretenida y cuya principal pasión en esta vida sea sentarse frente una pantalla en busca de sueños y evasión.
jueves, 29 de noviembre de 2012
TENEBRE
Un escritor yankee de gran éxito, especializado en novelas de asesinatos, llega a Roma para promocionar su nuevo libro. Justo aterriza, comienzan a producirse crímenes, en los que el culpable se limita a seguir las fechorías del psycho-killer de la novela y, ya de paso, implica a su autor en todo ello. Este, ayudado por unos y otros, investigará, descubrirá, luego se perderá... y nosotros con él. Pero eso no importa porque la peli termina en un delirante y generoso baño de sangre que lo arregla todo... vamos, que te deja tan contento que te suda la polla si eso cuadra con aquello o no.
De entre medias, pues mucho material para el recuerdo, destacando sin duda alguna la estupenda y pegadiza banda sonora de los casi-Goblin Simonetti-Morante-Pignatelli, cuyo tema central es ya todo un clásico. Luego, pues ea, un reparto de lo más típico del cine de género italiano que intenta no parecerlo demasiado (Anthony Franciosa, John Saxon, John Steiner o el gran Giuliano Gemma), una buena ración de crímenes -misóginos- y bastante truculentos (la tipa a la que obligan a comer las páginas de la novela, la fascinante pareja de lesbianas viciosas, la adolescente con el estómago reventado a base de hacha... que por cierto, esto último en la versión en vídeo de la época andaba parcialmente censurado), las inimitables, carnosas, voluptuosas e inexpresivas hembras italianas, el inquietantemente erótico flash-back (protagonizado por una churri de notoria nariz... ¡cómo le ponen a Argento las hembras narigudas!, será por propio complejo... si hasta su santa hija tiene una napia de órdago), ese maravilloso primerísimo primer plano de la ensangrentada cuchilla limpiándose bajo el agua del grifo (y que tanto me influyó en mis propios delirios creativos), el presentador de televisión recibiendo un hachazo en pleno cabestro y, en fin, como apuntaba antes, el brutal clímax final bañado en hemoglobina, en el que muere hasta el apuntador, en el que vemos cómo un brazo es troceado con todo lujo (muy impactante!) y donde Dario Argento da rienda suelta a sus desvaríos. ¡Aaaay!, pero cómo molaban las locuras del italiano en aquellos tiempos, ¿o no?, en "Tenebre" tenemos el fascinantemente inútil paseo de la cámara por la fachada de un edificio (¡¿pero pol qué?!) o ese doberman incansable y cabezón. Otro de mis momentos favoritos: La sra. de Argento, Daria Nicolodi, abandona una habitación, la cámara se desplaza un metro y encuadra un objeto metálico puntiuagudo brillando (¡¿pero pol qué, again?!)... aunque para objetos puntiagudos, el final-final y su escultura asesina... absurdo, demencial... brillante.
Vamos, que sí, que a diferencia de "Phenomena", "Tenebre" volvió a gustarme. Es más, resulta bastante entretenida... algo no muy habitual en el cine de Argento... y el cine italiano en general. Y como dato fricoso, por ahí pululan Lamberto Bava y Michele Soavi ayudando a su mentor y marcándose unos cameos y tó.
En fin, un título imprescindible para fans de Dario Argento y, ¿por qué no?, del terror de la época. Hasta casi me atrevería a decir que "Tenebre" fue su última peli buena de verdad... a pesar de que, obvio, en aquel momento recibió palos de los críticos hasta en el DNI o, como dirán allá, l´identità nazionale. Pero ¿¿qué coño sabrán ellos, hijos de puta??.
jueves, 3 de marzo de 2016
"PROFONDO ROSSO": IL MUSEO DEGLI ORRORI


Con tanto rollo había casi olvidado la atracción principal de “Profondo Rosso”, ¡¡su sótano!!, un museo dedicado a las creaciones del universo cinematográfico de Dario Argento. Pillamos las respectivas entradas (cinco euros por cabeza) y nos dispusimos a esperar que de el saliera un grupo de amiguitos que habían entrado previamente. Antes, mi señora me compró una taza a modo de recordatorio, en la que destaca el cartel de "Creepshow" mutado a promo del mismo museo. Teniendo en cuenta las colaboraciones que Argento y George Romero han desarrollado en el pasado, supongo que tal mangoneo era lícito.

Finalmente pudimos descender. El muchacho le dio al “play” del acompañamiento sonoro y hala. ¡Que comience el show!. El "museo degli orrori di Dario Argento”, que así se llama oficialmente, es algo parecido a una mazmorra muy bien ambientada con luces de colores y efectos de sonido terroríficos como gritos, truenos y aullidos que acompañan al paliqueo del narrador (puedes elegirlo en inglés o en italiano, en este segundo caso es el mismo Argento quien le da al pico). Vas andando por un pasillo y vas viendo el contenido de diferentes celdas, todas ellas dispuestas con supuesto material genuinamente usado en títulos como “Demons” y secuela, “Phenomena”, “Opera”, “El engendro del diablo” o “Los ojos del diablo”. He oído acusaciones de cutre y chapucero, pero ¿qué quieren que les diga?, a mi me encantó. En serio. Me lo pasé bomba, hice un porrón de fotos y videos (te dan previo y expreso permiso para ello) y disfruté como un enano reconociendo los respectivos títulos antes de que la voz esputada por megafonía los desvelara (cada vez más tenue a medida que te alejas de la entrada). Me encantó visitar tan emblemático lugar, y eso puedo extenderlo a toda la tienda en sí. Hacía años que sabía de ella, y conocía gente que había estado allí (nuestro Víctor mismo), por lo que, para mí, como fan del género, ex-fan del horror italiano y simpatizante de Argento, era casi tarea obligada. Ahora ya había cumplido y documentado el sueño convenientemente.
Lo celebramos parando a sorber un super-capuccino que me entró de mil maravillas. Si algún día van a Roma, no olviden incluir entre su lista de tareas echar un ojo a "Profondo Rosso” y especialmente su "museo degli orrori". ¡Vale mucho la pena!.
miércoles, 6 de noviembre de 2013
AQUARIUS
Durante mucho tiempo consideré "Aquarius" como "la última película buena del cine de terror moderno italiano". Revisada recientemente, cambio el slogan a: "La -casi- única película buena del cine de terror moderno italiano".
Seamos prácticos, visto hoy, el trabajo de gente como Lucio Fulci, Sergio Martino, Umberto -papanatas- Lenzi o, especialmente, Lamberto Bava, resulta bastante aburrido. O, mejor, totalmente mortecino. Sin embargo, "Aquarius" no solo mantiene el tipo, además logra algo casi imposible de encontrar en un producto ítaloparlante adscrito al género de mis amores: No aburre. Y no solo no aburre, ¡entretiene!. Eso sí que es un milagro. Dentro de tal elitista tendencia también cabe el amigo Dario Argento, especialmente en sus mejores tiempos. Y no es puta casualidad, pues los lazos entre el padre de "Inferno" y Michele Soavi, director debutante en "Aquarius", eran bien fuertes. De hecho, la gracia de esta película es que se erige casi como testamento de la era dorada del terror italiano post-Mario Bava por así decirlo, el de los 70 y, muy especialmente, los 80. Y lo firma el pupilo más aventajado posible, el amigo Soavi, en cuyo curriculum previo encontramos el famoso documental que dedicó a su maestro Argento con "Il mondo dell'orrore di Dario Argento" para quien, antes de currar como director, lo hizo como asistente y actor (en "Tenebre", "Phenomena" y "Ópera"). Pero Argento no fue el único, también dio lo suyo para Lamberto Bava en idénticas funciones ("Cuchillos en la oscuridad", "Demons", el remake de "La máscara el demonio" y "Blastfighter, la furia de la venganza", en la primera hacía de -si la memoria no me falla- asesino travesti y en la segunda era el tipo de la media-máscara que reparte propaganda del estreno del film diabólico en el metro). Su vinculación al horror italiano no se queda ahí, ya que Soavi ha ejercido exclusivamente de intérprete en films tan característicos como "Alien 2", "Miedo en la ciudad de los muertos vivientes" (la de Fulci, para quien también colaboró en "El destripador de Nueva York"), "El día del cobra" (de Enzo G. Castellari), "Los invasores del abismo" (de Ruggero Deodato) o "Il gatto nero" (de Luigi Cozzi -amigo de Víctor-). Y aunque curiosamente su nombre siempre va asociado al de Argento, en realidad otro para quien curró a destajo en sus inicios fue el no menos legendario Aristide Massaccesi, más conocido como Joe D´Amato. Michele fue actor, co-guionista no acreditado y asistente en títulos tan variados y demenciales como "Bronx lucha final", "2020 Los rangers de Texas", "Terror sin límite", "Calígula 2" o "Ator el poderoso". Tal vez por ello fue Massaccesi, y no Argento, el primero en producirle un largometraje comercial, es decir, este mismo "Aquarius" que Aristide apadrinó desde su flamante "Filmirage" y que, como guinda del pastel, cuenta con un guión original de Luigi Montefiori, más conocido como George Eastman, el caníbal de "Gomia, terror en el mar Egeo" (dirigida por D´Amato, of course), que pal caso se esconde tras el alias de Lew Cooper. Ahí es nada. Visto lo visto, está claro que solo Michele Soavi podía cerrar el círculo aplicando lo aprendido y, encima, tan bien (y americanizando su nombre a Michael, como debe ser).
Un puñado de actores hambrientos, y su director, ensayan desesperadamente un espectáculo teatral de danza moderna sobre un anónimo asesino. Todo pinta que va a ser un desastre. Esa noche, la prota de la función, aquejada de dolores en el tobillo, hace caso omiso al jefe y se marcha al hospital más cercano para que le venden la pupa. Su presencia motivará la huida de un peligrosísimo psicópata que se le cuela en el coche, se carga a la chica de guardarropía del teatro y desaparece. Llega la policía, registra el lugar, no encuentra nada y se marcha dejando únicamente dos agentes que de poco servirán (uno de ellos encarnado por el propio Soavi). El director decide aprovechar el suceso y convierte su obra en un inesperado biopic del psycho-killer visitante... así que, pa meterse caña con los ensayos, se encierra a si mismo y a los actores en el teatro, escondiendo la llave. Poco saben todos ellos que el homenajeado también ronda por allí, dispuesto a cargárselos y, para más inri, la primera persona a la que asesina es la única que sabe dónde está escondida la llave de la puerta principal. La noche que les espera será de órdago.
"Aquarius" fui a verla el día de su estreno, al cine. Lo recuerdo muy bien porque los Viernes por la tarde solía reunirme con los idiotas de mis ex compañeros de EGB para acudir a las películas. En aquella ocasión, elegí yo. Naturalmente entonces ya sabía mucho sobre la peli de marras gracias a mis queridas revistas francesas, aunque la reconocía más por el título que allí recibió, "Bloody Bird". Al entrar, un sensacionalista cartel que el mismo cine se había sacado de la manga, nos advertía que lo que íbamos a ver era muy fuerte porque resultaba "totalmente verosímil". Menuda chorrada!!. De hecho, y aunque lo pasamos muy bien durante el visionado, al terminar uno de mis "amigos" criticaba el desenlace del film aludiendo, justamente, a su falta de verosimilitud. En fin, jóvenes presuntuosos. A mi todo aquello me daba igual, me la sudaba, había disfrutado como un enanito y salí bien saciado, ya que por entonces lo que buscaba con desesperación en un film de horror era la más generosa y gráfica truculencia y, en ese sentido, "Aquarius" iba la mar de bien servida. ¡Qué tiempos aquellos en los que el cine de terror incluía gore valiente y gráfico, pero en sus justas dosis, sin caer en el exceso por el exceso, ni el humor, ni la estilización en busca de la aprobación de las élites políticamente correctas!, preocupándose más por ser "una de miedo con gore" que "una gore con miedo" o, peor, "una gore con gore" o, ya de pesadilla, "una gore con risas".
El caso es que, menos experimentado en estas lides, consideraba "Aquarius" una muestra moderna de "giallo". Bien cierto es que guarda algunas características propias de esa clase de cine, pero en realidad la obra de Michele Soavi encaja mucho mejor en la etiqueta de "slasher". ¿Una mezcla de lo mejor de ambos bandos?, pues sí, me parece bien. Por parte "slasher" tenemos a un asesino mudo e imparable ataviado con un uniforme negro y una máscara de lo más chanante. Esa cabeza de búho gigante es ya legendaria. Tenemos el grupo de jóvenes servidos para ser asesinados con las más variadas armas y los crímenes más impactantes y sangrientos, que incluyen cosas tan clásicas como hachas o una surrealista pero efectivísima sierra mecánica. Y tenemos el climax en el que la "final girl" y el malo se enfrentan cara a cara, así como la aparente invulnerabilidad del segundo. En el terreno del "giallo" encaja el mini-puzzle que resolver del final, el asesinato enfocado como todo un arte (los cadáveres de las víctimas reunidos es algo muy "slasher", pero no lo de presentarlos de forma tan artística) y, en general, la concepción elegante, bonita y estilizada que Soavi tiene del terror, algo directamente heredado de su amigo y vecino Dario y que destaca especialmente con la hipnótica y pomposa banda sonora, así como con esas plumas flotantes o los números musicales de la obra que ensayan los protagonistas (el sumum de lo cual viene cuando la que conoce la ubicación de la llave es asesinada brutalmente delante de todos, convencidos de que el agresor es el actor disfrazado. Ese es uno de los momentos más "giallo", más Argento, de la fiesta, a base de soundtrack orquestal e iluminación azulada).
Hace unas líneas hablaba de los asesinatos truculentos y salvajes. Déjenme volver a ello. En la época se consideraba "Aquarius" como una película "fuerte" y seguramente en 1987 sí encajaba en la etiqueta. No estábamos tan acostumbrados a ver de modo claro y sin disimulos cómo una sierra mecánica abría el estómago a un tipo, y aquí es algo que está bien presente y, además, rodado de modo muy efectivo, muy tétrico, con una linterna como única fuente de luz, el asesino con la máscara salpicada de sangre y la víctima, gritando agónicamente, rodeados de oscuridad y asentados sobre un Argentiano suelo inundado de agua. Brillante. En posteriores entrevistas Soavi decía que no se consideraba muy amigo del gore (¡ni del terror de los ochenta!, al que acusa de poco imaginativo), pero que aceptaba que un film de terror iba ligado a la muerte y la sangre, y que en cierto modo esta última era lógicamente inevitable. También comentaba que el presupuesto con el que contaron para "Aquarius" era mínimo, y que lo efectos especiales se resolvieron del modo más rudimentario. Hay una chica -embarazada!- que es partida por la mitad y cuando se revela su medio-cuerpo, nos damos cuenta que se trata de un auténtico maniquí al que han pegado unas tripas. No digo que cante hasta el extremo de resultar risible y chapucero, para nada, pero sí es verdad que el momento pasa fugazmente ante nuestros ojos evitando resultar demasiado evidente. Lo mismo que la decapitación del director de la obra de teatro. Pero que nadie se confunda, porque esa pobreza queda totalmente compensada por la inmensa capacidad de Michele Soavi, que se muestra como un cineasta de lo más talentoso a la hora de dotar de ritmo a su película, de sacar buen partido del montaje y, en fin, de jugar con el suspense. "Aquarius" es impactante y sangrienta, sí, pero también emocionante. Digamos que podríamos partirla en cuatro cachos. Arranque, masacre (donde mueren el 90% de los personajes secundarios, sin descanso), enfrentamiento y desenlace. El enfrentamiento es el segmento más delicado porque, casi sin diálogos, y a base de sonido e imagen, el director se centra en el puro suspense, cuando el psycho-killer tiende una trampa a la "final girl" que debe agenciarse la llave de la puerta sin que su agresor se de cuenta, aunque lo tenga a medio metro. Muy logrado momento de puro cine, que eclosiona con el inevitable bis a bis de la pareja, destacando el instante de él colgando del techo y deslizándose por un grueso cable hacia ella. De infarto.
Quizás uno de los puntos más flojillos de la película sean algunos de sus actores, ya sabemos que en la mayoría de las pelis de terror italianas suelen ser muy malos, ridículos. Aquí se salvan de la pura quema por los pelos, aunque queda sitio para algunas sobreactuaciones notables. Sin embargo, la mayor de todas ellas da el pego, porque se trata del director de la función teatral, un tipo ególatra, cruel y manipulador al que el rollo histriónico le va como anillo al dedo. De hecho, es uno de los personajes que más recuerdo dejan y para mi significó descubrir al actor que le da vida, David Brandon y sus notables orejones. Había protagonizado "Caligula 3" para el mismo Joe D´Amato (un evidente exploitation de la de Tinto Brass, donde ya coincidió con Soavi), y luego también saldría en el "Crímenes en portada" de Lamberto Bava. Pero su rol más extraño y atípico es el primero, haciendo de ángel "Ariel" para Derek Jarman en su epopeya arty-punk "Jubilee" (connotaciones de una carrera paralela en el teatro y otras artes más elevadas y respetadas).
Barbara Cupisti es la guapa "final girl" de rigor que has visto también en películas de algunos clásicos como Fulci ("El destripador de Nueva York", ¡su debut!), Argento ("Ópera"), o el fucking Lenzi ("La porte dell´inferno"), así como en "El engendro del diablo" y "Mi novia es un zombie" del mismo Soavi (a lo tonto él y la moza llevaban años coincidiendo en la pantalla, así que será verdad eso de que son o fueron pareja, apunte este que no he podido corroborar).
Sin embargo, el rostro más mítico de todo el film es el de un -habitualmente- sobreactuado Giovanni Lombardo Radice (alias John Morgen) haciendo de supergay. La fama a nivel fandom le llegó cuando Fulci decidió taladrarle la cabeza en "Miedo en la ciudad de los muertos vivientes" y Lenzi castrarlo para "Caníbal Feroz". Lo vi in person en su visita a un festival patrio, pero -paradójicamente- era más soso que una cocacola con solo cinco cucharadas de azúcar.
Terminamos este repasito con la fea Mary Sellers (sin vínculos con el inspector Clouseau) y que también mostraba su poca atractiva faz en el temible remake de "La máscara del demonio", cortesía de Bava hijo de... Mario, "Contamination .7" (de D´Amato) y "Ghost House", de -oootra vez- Umberto Lenzi currando para "Filmirage". Curiosamente esta costrosa peliculita que consumí en un cine porno justo cuando probaba suerte proyectando otra clase de productos menos grumosos (¡¡vamos, ni el puto "deuce" y sus cutre-cines!!), reciclaba el soundtrack completo de "Aquarius" que -como ya he señalado- está muy bien y tiene un peso importante en la película. Uno de sus tres responsables, probablemente el más reconocible, es Simon Boswell, inevitablemente ligado al universo de Dario Argento y que también ha puesto su talento al servicio de una ralea de films sin desperdicio: "Phenomena", "Demons 2", "Crímenes en portada", "Karate Kimura" (!), "Santa Sangre" (estupenda su partitura para este clásico de Alejandro Jodorowsky producido por el hermano de Dario), "Hardware, programado para matar" y "Dust Devil" (Richard Stanley siempre se ha declarado admirador del dire de "Suspiria"), "El señor de las ilusiones" (de Clive Barker) y, muy recientemente, "The Theatre Bizarre" (obviamente en el capítulo firmado por Stanley) y la horrenda e incomprensiblemente reputada "The ABCs of death".
¿Y qué le pasó a Michele Soavi después?, pues que Terry Gilliam vio "Aquarius" y le gustó tanto, que decidió ficharlo como director de segunda unidad en "Las aventuras del barón Munchausen". Contaba también Gilliam que el amigo dio bastantes problemas durante el rodaje a la hora de agenciarse más dinero del acordado por obra y gracia de cierto "grupo de presión" de poca recomendable casta. Con todo, Soavi declaraba en "L´Ecran Fantastique" que había decidido subirse al carro para vivir la experiencia y aprender. Movidas raras pero, al parecer, no tan graves porque años después Gilliam y el italiano volverían a encontrarse, repitiendo roles, en la espantoide "El secreto de los hermanos Grimm"... así que, nunca se sabe.
Luego llegaron "El engendro del diablo" y "La secta" (esta vez, sí, producidas por su querido Dario Argento, que metió bastante la mano en ambas) y la peli que le consagró, la bonita, curiosa, chorra y rara "Dellamorte Dellamore", subnormalmente titulada en España "Mi novia es un zombie" de la que Martin Scorsese posee una copia en su colección privada. Cuando parecía que Soavi iba a alcanzar la cima (le llegaban ya propuestas desde Hollywood, como dirigir la vomitosa "Abierto hasta el amanecer"), movidas de corte personal/familiar le retiraron del cine durante cinco largos años, truncando su prometedora carrera. Retomó la silla del director para la televisión italiana, donde dirigió algunos telefilms policíacos que ni he visto, ni me apetece ver. Hace poco leí que el muchacho tenía intención de regresar a la big screen y con una de terrores, pero habrá que ver qué pasa, porque los tiempos han cambiado mucho y tal vez su creatividad haya caducado. O no, veremos. De momento y hasta entonces, podremos gozar ad infinitum de este "Aquarius", clásico del terror moderno mundial que, como dicen los yankees, es "highly recomended". Sin duda alguna.
Seamos prácticos, visto hoy, el trabajo de gente como Lucio Fulci, Sergio Martino, Umberto -papanatas- Lenzi o, especialmente, Lamberto Bava, resulta bastante aburrido. O, mejor, totalmente mortecino. Sin embargo, "Aquarius" no solo mantiene el tipo, además logra algo casi imposible de encontrar en un producto ítaloparlante adscrito al género de mis amores: No aburre. Y no solo no aburre, ¡entretiene!. Eso sí que es un milagro. Dentro de tal elitista tendencia también cabe el amigo Dario Argento, especialmente en sus mejores tiempos. Y no es puta casualidad, pues los lazos entre el padre de "Inferno" y Michele Soavi, director debutante en "Aquarius", eran bien fuertes. De hecho, la gracia de esta película es que se erige casi como testamento de la era dorada del terror italiano post-Mario Bava por así decirlo, el de los 70 y, muy especialmente, los 80. Y lo firma el pupilo más aventajado posible, el amigo Soavi, en cuyo curriculum previo encontramos el famoso documental que dedicó a su maestro Argento con "Il mondo dell'orrore di Dario Argento" para quien, antes de currar como director, lo hizo como asistente y actor (en "Tenebre", "Phenomena" y "Ópera"). Pero Argento no fue el único, también dio lo suyo para Lamberto Bava en idénticas funciones ("Cuchillos en la oscuridad", "Demons", el remake de "La máscara el demonio" y "Blastfighter, la furia de la venganza", en la primera hacía de -si la memoria no me falla- asesino travesti y en la segunda era el tipo de la media-máscara que reparte propaganda del estreno del film diabólico en el metro). Su vinculación al horror italiano no se queda ahí, ya que Soavi ha ejercido exclusivamente de intérprete en films tan característicos como "Alien 2", "Miedo en la ciudad de los muertos vivientes" (la de Fulci, para quien también colaboró en "El destripador de Nueva York"), "El día del cobra" (de Enzo G. Castellari), "Los invasores del abismo" (de Ruggero Deodato) o "Il gatto nero" (de Luigi Cozzi -amigo de Víctor-). Y aunque curiosamente su nombre siempre va asociado al de Argento, en realidad otro para quien curró a destajo en sus inicios fue el no menos legendario Aristide Massaccesi, más conocido como Joe D´Amato. Michele fue actor, co-guionista no acreditado y asistente en títulos tan variados y demenciales como "Bronx lucha final", "2020 Los rangers de Texas", "Terror sin límite", "Calígula 2" o "Ator el poderoso". Tal vez por ello fue Massaccesi, y no Argento, el primero en producirle un largometraje comercial, es decir, este mismo "Aquarius" que Aristide apadrinó desde su flamante "Filmirage" y que, como guinda del pastel, cuenta con un guión original de Luigi Montefiori, más conocido como George Eastman, el caníbal de "Gomia, terror en el mar Egeo" (dirigida por D´Amato, of course), que pal caso se esconde tras el alias de Lew Cooper. Ahí es nada. Visto lo visto, está claro que solo Michele Soavi podía cerrar el círculo aplicando lo aprendido y, encima, tan bien (y americanizando su nombre a Michael, como debe ser).
Un puñado de actores hambrientos, y su director, ensayan desesperadamente un espectáculo teatral de danza moderna sobre un anónimo asesino. Todo pinta que va a ser un desastre. Esa noche, la prota de la función, aquejada de dolores en el tobillo, hace caso omiso al jefe y se marcha al hospital más cercano para que le venden la pupa. Su presencia motivará la huida de un peligrosísimo psicópata que se le cuela en el coche, se carga a la chica de guardarropía del teatro y desaparece. Llega la policía, registra el lugar, no encuentra nada y se marcha dejando únicamente dos agentes que de poco servirán (uno de ellos encarnado por el propio Soavi). El director decide aprovechar el suceso y convierte su obra en un inesperado biopic del psycho-killer visitante... así que, pa meterse caña con los ensayos, se encierra a si mismo y a los actores en el teatro, escondiendo la llave. Poco saben todos ellos que el homenajeado también ronda por allí, dispuesto a cargárselos y, para más inri, la primera persona a la que asesina es la única que sabe dónde está escondida la llave de la puerta principal. La noche que les espera será de órdago.
"Aquarius" fui a verla el día de su estreno, al cine. Lo recuerdo muy bien porque los Viernes por la tarde solía reunirme con los idiotas de mis ex compañeros de EGB para acudir a las películas. En aquella ocasión, elegí yo. Naturalmente entonces ya sabía mucho sobre la peli de marras gracias a mis queridas revistas francesas, aunque la reconocía más por el título que allí recibió, "Bloody Bird". Al entrar, un sensacionalista cartel que el mismo cine se había sacado de la manga, nos advertía que lo que íbamos a ver era muy fuerte porque resultaba "totalmente verosímil". Menuda chorrada!!. De hecho, y aunque lo pasamos muy bien durante el visionado, al terminar uno de mis "amigos" criticaba el desenlace del film aludiendo, justamente, a su falta de verosimilitud. En fin, jóvenes presuntuosos. A mi todo aquello me daba igual, me la sudaba, había disfrutado como un enanito y salí bien saciado, ya que por entonces lo que buscaba con desesperación en un film de horror era la más generosa y gráfica truculencia y, en ese sentido, "Aquarius" iba la mar de bien servida. ¡Qué tiempos aquellos en los que el cine de terror incluía gore valiente y gráfico, pero en sus justas dosis, sin caer en el exceso por el exceso, ni el humor, ni la estilización en busca de la aprobación de las élites políticamente correctas!, preocupándose más por ser "una de miedo con gore" que "una gore con miedo" o, peor, "una gore con gore" o, ya de pesadilla, "una gore con risas".
El caso es que, menos experimentado en estas lides, consideraba "Aquarius" una muestra moderna de "giallo". Bien cierto es que guarda algunas características propias de esa clase de cine, pero en realidad la obra de Michele Soavi encaja mucho mejor en la etiqueta de "slasher". ¿Una mezcla de lo mejor de ambos bandos?, pues sí, me parece bien. Por parte "slasher" tenemos a un asesino mudo e imparable ataviado con un uniforme negro y una máscara de lo más chanante. Esa cabeza de búho gigante es ya legendaria. Tenemos el grupo de jóvenes servidos para ser asesinados con las más variadas armas y los crímenes más impactantes y sangrientos, que incluyen cosas tan clásicas como hachas o una surrealista pero efectivísima sierra mecánica. Y tenemos el climax en el que la "final girl" y el malo se enfrentan cara a cara, así como la aparente invulnerabilidad del segundo. En el terreno del "giallo" encaja el mini-puzzle que resolver del final, el asesinato enfocado como todo un arte (los cadáveres de las víctimas reunidos es algo muy "slasher", pero no lo de presentarlos de forma tan artística) y, en general, la concepción elegante, bonita y estilizada que Soavi tiene del terror, algo directamente heredado de su amigo y vecino Dario y que destaca especialmente con la hipnótica y pomposa banda sonora, así como con esas plumas flotantes o los números musicales de la obra que ensayan los protagonistas (el sumum de lo cual viene cuando la que conoce la ubicación de la llave es asesinada brutalmente delante de todos, convencidos de que el agresor es el actor disfrazado. Ese es uno de los momentos más "giallo", más Argento, de la fiesta, a base de soundtrack orquestal e iluminación azulada).
Hace unas líneas hablaba de los asesinatos truculentos y salvajes. Déjenme volver a ello. En la época se consideraba "Aquarius" como una película "fuerte" y seguramente en 1987 sí encajaba en la etiqueta. No estábamos tan acostumbrados a ver de modo claro y sin disimulos cómo una sierra mecánica abría el estómago a un tipo, y aquí es algo que está bien presente y, además, rodado de modo muy efectivo, muy tétrico, con una linterna como única fuente de luz, el asesino con la máscara salpicada de sangre y la víctima, gritando agónicamente, rodeados de oscuridad y asentados sobre un Argentiano suelo inundado de agua. Brillante. En posteriores entrevistas Soavi decía que no se consideraba muy amigo del gore (¡ni del terror de los ochenta!, al que acusa de poco imaginativo), pero que aceptaba que un film de terror iba ligado a la muerte y la sangre, y que en cierto modo esta última era lógicamente inevitable. También comentaba que el presupuesto con el que contaron para "Aquarius" era mínimo, y que lo efectos especiales se resolvieron del modo más rudimentario. Hay una chica -embarazada!- que es partida por la mitad y cuando se revela su medio-cuerpo, nos damos cuenta que se trata de un auténtico maniquí al que han pegado unas tripas. No digo que cante hasta el extremo de resultar risible y chapucero, para nada, pero sí es verdad que el momento pasa fugazmente ante nuestros ojos evitando resultar demasiado evidente. Lo mismo que la decapitación del director de la obra de teatro. Pero que nadie se confunda, porque esa pobreza queda totalmente compensada por la inmensa capacidad de Michele Soavi, que se muestra como un cineasta de lo más talentoso a la hora de dotar de ritmo a su película, de sacar buen partido del montaje y, en fin, de jugar con el suspense. "Aquarius" es impactante y sangrienta, sí, pero también emocionante. Digamos que podríamos partirla en cuatro cachos. Arranque, masacre (donde mueren el 90% de los personajes secundarios, sin descanso), enfrentamiento y desenlace. El enfrentamiento es el segmento más delicado porque, casi sin diálogos, y a base de sonido e imagen, el director se centra en el puro suspense, cuando el psycho-killer tiende una trampa a la "final girl" que debe agenciarse la llave de la puerta sin que su agresor se de cuenta, aunque lo tenga a medio metro. Muy logrado momento de puro cine, que eclosiona con el inevitable bis a bis de la pareja, destacando el instante de él colgando del techo y deslizándose por un grueso cable hacia ella. De infarto.
Quizás uno de los puntos más flojillos de la película sean algunos de sus actores, ya sabemos que en la mayoría de las pelis de terror italianas suelen ser muy malos, ridículos. Aquí se salvan de la pura quema por los pelos, aunque queda sitio para algunas sobreactuaciones notables. Sin embargo, la mayor de todas ellas da el pego, porque se trata del director de la función teatral, un tipo ególatra, cruel y manipulador al que el rollo histriónico le va como anillo al dedo. De hecho, es uno de los personajes que más recuerdo dejan y para mi significó descubrir al actor que le da vida, David Brandon y sus notables orejones. Había protagonizado "Caligula 3" para el mismo Joe D´Amato (un evidente exploitation de la de Tinto Brass, donde ya coincidió con Soavi), y luego también saldría en el "Crímenes en portada" de Lamberto Bava. Pero su rol más extraño y atípico es el primero, haciendo de ángel "Ariel" para Derek Jarman en su epopeya arty-punk "Jubilee" (connotaciones de una carrera paralela en el teatro y otras artes más elevadas y respetadas).
Barbara Cupisti es la guapa "final girl" de rigor que has visto también en películas de algunos clásicos como Fulci ("El destripador de Nueva York", ¡su debut!), Argento ("Ópera"), o el fucking Lenzi ("La porte dell´inferno"), así como en "El engendro del diablo" y "Mi novia es un zombie" del mismo Soavi (a lo tonto él y la moza llevaban años coincidiendo en la pantalla, así que será verdad eso de que son o fueron pareja, apunte este que no he podido corroborar).
Sin embargo, el rostro más mítico de todo el film es el de un -habitualmente- sobreactuado Giovanni Lombardo Radice (alias John Morgen) haciendo de supergay. La fama a nivel fandom le llegó cuando Fulci decidió taladrarle la cabeza en "Miedo en la ciudad de los muertos vivientes" y Lenzi castrarlo para "Caníbal Feroz". Lo vi in person en su visita a un festival patrio, pero -paradójicamente- era más soso que una cocacola con solo cinco cucharadas de azúcar.
Terminamos este repasito con la fea Mary Sellers (sin vínculos con el inspector Clouseau) y que también mostraba su poca atractiva faz en el temible remake de "La máscara del demonio", cortesía de Bava hijo de... Mario, "Contamination .7" (de D´Amato) y "Ghost House", de -oootra vez- Umberto Lenzi currando para "Filmirage". Curiosamente esta costrosa peliculita que consumí en un cine porno justo cuando probaba suerte proyectando otra clase de productos menos grumosos (¡¡vamos, ni el puto "deuce" y sus cutre-cines!!), reciclaba el soundtrack completo de "Aquarius" que -como ya he señalado- está muy bien y tiene un peso importante en la película. Uno de sus tres responsables, probablemente el más reconocible, es Simon Boswell, inevitablemente ligado al universo de Dario Argento y que también ha puesto su talento al servicio de una ralea de films sin desperdicio: "Phenomena", "Demons 2", "Crímenes en portada", "Karate Kimura" (!), "Santa Sangre" (estupenda su partitura para este clásico de Alejandro Jodorowsky producido por el hermano de Dario), "Hardware, programado para matar" y "Dust Devil" (Richard Stanley siempre se ha declarado admirador del dire de "Suspiria"), "El señor de las ilusiones" (de Clive Barker) y, muy recientemente, "The Theatre Bizarre" (obviamente en el capítulo firmado por Stanley) y la horrenda e incomprensiblemente reputada "The ABCs of death".
¿Y qué le pasó a Michele Soavi después?, pues que Terry Gilliam vio "Aquarius" y le gustó tanto, que decidió ficharlo como director de segunda unidad en "Las aventuras del barón Munchausen". Contaba también Gilliam que el amigo dio bastantes problemas durante el rodaje a la hora de agenciarse más dinero del acordado por obra y gracia de cierto "grupo de presión" de poca recomendable casta. Con todo, Soavi declaraba en "L´Ecran Fantastique" que había decidido subirse al carro para vivir la experiencia y aprender. Movidas raras pero, al parecer, no tan graves porque años después Gilliam y el italiano volverían a encontrarse, repitiendo roles, en la espantoide "El secreto de los hermanos Grimm"... así que, nunca se sabe.
Luego llegaron "El engendro del diablo" y "La secta" (esta vez, sí, producidas por su querido Dario Argento, que metió bastante la mano en ambas) y la peli que le consagró, la bonita, curiosa, chorra y rara "Dellamorte Dellamore", subnormalmente titulada en España "Mi novia es un zombie" de la que Martin Scorsese posee una copia en su colección privada. Cuando parecía que Soavi iba a alcanzar la cima (le llegaban ya propuestas desde Hollywood, como dirigir la vomitosa "Abierto hasta el amanecer"), movidas de corte personal/familiar le retiraron del cine durante cinco largos años, truncando su prometedora carrera. Retomó la silla del director para la televisión italiana, donde dirigió algunos telefilms policíacos que ni he visto, ni me apetece ver. Hace poco leí que el muchacho tenía intención de regresar a la big screen y con una de terrores, pero habrá que ver qué pasa, porque los tiempos han cambiado mucho y tal vez su creatividad haya caducado. O no, veremos. De momento y hasta entonces, podremos gozar ad infinitum de este "Aquarius", clásico del terror moderno mundial que, como dicen los yankees, es "highly recomended". Sin duda alguna.
martes, 28 de junio de 2011
GIALLO

Ayer noche la vi esperando lo peor, y aún hoy me pregunto "¿Por qué tanta crueldad con ella por parte de unos y otros?". Vale, lo de Adrien Brody no cuenta. Eso tiene una explicación (no oficial, pero a mi me mola creer que es la auténtica). En aquellos tiempos el actor estaba liado con nuestra Elsa Pataky y todo apunta que cuando esta fue contratada para actuar en la película, convenciera a Brody -no me pregunten cómo- para que la protagonizara. Ya sabemos cuánto tiran dos tetas, más que dos... perdón, mil carretas. El actor se metió de lleno en el negocio (figura incluso como co-productor) y... en fin, ¿cómo sigue el culebrón?, pues que hoy día Brody y la Pataky ya no son pareja (se dice que rompieron justo después de "Giallo") y él puso una demanda a los otros productores para que el film resultante no se estrenara en USA y, así, no mancillar su "envidiable" curriculum. Bueno... pues lo dicho, con tanta mala prensa, y lo patoso que últimamente andaba Dario, me esperaba un auténtico estropicio sin nombre... y no, no lo es.
Un asesino con la piel de color amarillo (de ahí el ingenioso título, con el que Argento manda un guiño al afamado y añorado subgénero inconfundiblemente italiano que él mismo popularizó) secuestra a una modelo con intención de desfigurarla. Su hermana y un efectivo pero desencantado poli, harán todo lo posible para dar con ella antes del momento fatal (y no hay historia de amor, lo que se agradece mucho).
Está claro que "Giallo" no es una obra maestra, y ni está a altura de los mejores tiempos de Argento (ni los mejores, ni los regulares). De hecho, ni tan siquiera parece dirigida por él... vamos, la podría haber firmado Perico de los Palotes y nos lo creíamos. Sin embargo, tampoco es una basura. "El fantasma de la opera", "El jugador" o "¿Te gusta Hitchcock?" son muchísimo peores. "Giallo" se desarrolla de un modo tan lineal, tan a,b y c, tan simple, que funciona. Digamos que, al contrario de lo habitual en Dario Argento, todo avanza según la lógica más absoluta. Te pasas la peli esperando el "punch" que jamás llega y cuando termina, pues bueno, resulta que el viaje ha sido tranquilo, sin excesivas estridencias, relajado (casi todo el mundo en esta peli habla entre susurros), con la truculencia justa (gore hay, aunque poco) y algún momento entrañablemente risible (el asesino parece el primo más feo y más tonto de "Rambo"), pero lo dicho, sin malos rollos ni un regusto demasiado amargo.
Puede verse perfectamente, entretiene lo justo y... en fin, ¡¡que no hay quien entienda a la peña!! (empezando por Adrien Brody, claro).
sábado, 13 de septiembre de 2025
IL GATTO NERO
Siempre pensé que "La madre del mal", última aportación de Dario Argento a su particular saga de las progenitoras cabronas (ya saben, precedida por "Suspiria" e "Inferno"), era lo que normalmente llamamos un "final deslucido". El fandom -y nuestro Víctor- flipó con ella, pero por la cantidad insalubre de gore bruto y desaforado. Sin embargo, tras la hemoglobina, no había nada. Y lo que había, tampoco valía mucho. De hecho, en mi más reciente revisión, no pude ni terminarla y me fui a dormir pensando aquello de "¿Podría haber un cierre peor que este?". Pues sí, podría. Tal y como descubrí con horror hace unas cuantas lunas.
Dicha joya comporta, además, una serie de problemas extra. De entrada, la ensalada de títulos. Me decantaré por el más "oficioso", "Il gatto nero" (tengan en cuenta que en algunos países llegó a estrenarse como ¡¡la sexta entrega de "Demons"!!). El otro problema es su director, el entrañable Luigi Cozzi / Lewis Coates. Me cae bien, la verdad, y duele admitir que su película es un truño inconmensurable.
Al mentado empacho de títulos debemos añadir un origen "caotizante". De primeras el proyecto nació como esa tercera parte oficial -mucho antes de "La madre del mal"- con guion de Daria Nicolodi y supuesta dirección de Dario Argento. Sin embargo, el asunto se fue al agua y, años después, la Nicolodi cedió su libreto a Cozzi quien, al no querer asumir la responsabilidad de poner fin a una franquicia tan respetada, se sacó de la manga un seudo homenaje, incluyendo en la trama referencias directas a "Suspiria", a Argento y reciclando la famosa banda sonora de "Goblin" para sendos pasajes (también hay guiño a "Seis mujeres para el asesino", recreando a su famoso psycho-killer, cosa que repetirá en el futuro). A Daria Nicolodi no le gustó el desaguisado y se apartó. Entonces, entra en escena Menahem Golan con su nueva y flamante "21st Century" dispuesto a adquirir la cinta. El hombre se había comprometido a rodar una adaptación de "El gato negro" según Edgar Allan Poe (muy de moda entre gerifaltes del subproducto por ahí finales de los ochenta) y, a falta de nada concluso, decide que la peli de Cozzi, con oportunos cambios y añadidos, daría el pego. Así, le pide al director que meta alguna referencia al relato de Poe y filme sendas escenas de un felino negro andando por ahí. El italiano accede (¡faltaría!), dando como resultado el esputo del que ahora les hablo. La presencia de la obra literaria es nula. Se justifica como la película dentro de la película que anda protagonizado la protagonista, ¿suena a galimatías?... pues eso no es nada. Como resultado obtenemos el gag más simpático de "It gatto nero", el director de dicha película dentro de la película no es otro que Michele Soavi, quien por la misma época rodaría "El engendro del diablo" -nacida de primeras como el "Demons 3" oficial. Sin embargo, trifulcas legales desestimarían su pertenencia a la saga... aunque en algunos mercados así es como se vendió, esta vez de manera no oficial. ¡¡Menudas paradojas pajeras!!-.
El caso es que la mentada actriz es pareja de un director de éxito especializado en horrores, quien anda preparando su nuevo gran proyecto, nada menos que un film basado en la existencia de otra de las terribles brujas de Thomas De Quincey (al que ya estrujaron Argento y la Nicolodi en su día), "Levana". Al ser mentada la invocan y despierta muy cabreada, con ganas de reencarnarse en el bebé de la protagonista... o eso creo. Por ello, se pasa el rato atormentándola a base de visiones propias de un mal refrito de "Pesadilla en Elm Street", mientras va despachando al resto del reparto en secuencias de licuosa y divertida truculencia, destacando ese estómago estallando al que tanto partido había sacado ya Cozzi en su "Contaminación: Alien invade la tierra".
Sentadas las bases, lo que queda es jolgorio narrativo y aburrimiento al peso. Efectivamente, NO estamos ante la tercera de la saga, pero PODRÍA haberlo sido y eso provoca cagarrinas. Como parte del asunto "tributoso", Cozzi procura imitar las maneras de Argento recurriendo a luces de colorines y un inadecuadísimo rock duro -cortesía del grupo de tercera "Bang Tango"- ambientando sonoramente los momentos intensos, aunque luego se expanda a casi toda clase de situaciones. Por supuesto, el afán mimetizador no garantiza nada, porque lo que queda va trufado de muchas incongruencias + momentos absurdos y ridiculizables (con especial fijación en el careto de patata rancia que gasta la temible "Levana", así como esa desconcertante escena en la que todo se revela un disfraz, pero no, pero sí, pero tampoco...)
El reparto viene compuesto por una galería de nombres condenados a participar en esta clase de simpáticos furruños. Florence Guérin (con cierta retirada a Rose Byrne), Urbano Barberini (prota masculino del "Demons" original), Brett Halsey (de impresionante filmografía en la que no falta nadie: Antonio Margheriti, Lucio Fulci, Bruno Mattei, Jesús Franco o ¡Francis Ford Coppola!), Luisa Maneri ("Vicios Pequeños", "Body Count") y, por supuesto, una madurita Caroline Munro haciendo lo que puede.
Me da penica, de verdad, pero esto no hay dios que lo soporte.
Dicha joya comporta, además, una serie de problemas extra. De entrada, la ensalada de títulos. Me decantaré por el más "oficioso", "Il gatto nero" (tengan en cuenta que en algunos países llegó a estrenarse como ¡¡la sexta entrega de "Demons"!!). El otro problema es su director, el entrañable Luigi Cozzi / Lewis Coates. Me cae bien, la verdad, y duele admitir que su película es un truño inconmensurable.
Al mentado empacho de títulos debemos añadir un origen "caotizante". De primeras el proyecto nació como esa tercera parte oficial -mucho antes de "La madre del mal"- con guion de Daria Nicolodi y supuesta dirección de Dario Argento. Sin embargo, el asunto se fue al agua y, años después, la Nicolodi cedió su libreto a Cozzi quien, al no querer asumir la responsabilidad de poner fin a una franquicia tan respetada, se sacó de la manga un seudo homenaje, incluyendo en la trama referencias directas a "Suspiria", a Argento y reciclando la famosa banda sonora de "Goblin" para sendos pasajes (también hay guiño a "Seis mujeres para el asesino", recreando a su famoso psycho-killer, cosa que repetirá en el futuro). A Daria Nicolodi no le gustó el desaguisado y se apartó. Entonces, entra en escena Menahem Golan con su nueva y flamante "21st Century" dispuesto a adquirir la cinta. El hombre se había comprometido a rodar una adaptación de "El gato negro" según Edgar Allan Poe (muy de moda entre gerifaltes del subproducto por ahí finales de los ochenta) y, a falta de nada concluso, decide que la peli de Cozzi, con oportunos cambios y añadidos, daría el pego. Así, le pide al director que meta alguna referencia al relato de Poe y filme sendas escenas de un felino negro andando por ahí. El italiano accede (¡faltaría!), dando como resultado el esputo del que ahora les hablo. La presencia de la obra literaria es nula. Se justifica como la película dentro de la película que anda protagonizado la protagonista, ¿suena a galimatías?... pues eso no es nada. Como resultado obtenemos el gag más simpático de "It gatto nero", el director de dicha película dentro de la película no es otro que Michele Soavi, quien por la misma época rodaría "El engendro del diablo" -nacida de primeras como el "Demons 3" oficial. Sin embargo, trifulcas legales desestimarían su pertenencia a la saga... aunque en algunos mercados así es como se vendió, esta vez de manera no oficial. ¡¡Menudas paradojas pajeras!!-.
El caso es que la mentada actriz es pareja de un director de éxito especializado en horrores, quien anda preparando su nuevo gran proyecto, nada menos que un film basado en la existencia de otra de las terribles brujas de Thomas De Quincey (al que ya estrujaron Argento y la Nicolodi en su día), "Levana". Al ser mentada la invocan y despierta muy cabreada, con ganas de reencarnarse en el bebé de la protagonista... o eso creo. Por ello, se pasa el rato atormentándola a base de visiones propias de un mal refrito de "Pesadilla en Elm Street", mientras va despachando al resto del reparto en secuencias de licuosa y divertida truculencia, destacando ese estómago estallando al que tanto partido había sacado ya Cozzi en su "Contaminación: Alien invade la tierra".
Sentadas las bases, lo que queda es jolgorio narrativo y aburrimiento al peso. Efectivamente, NO estamos ante la tercera de la saga, pero PODRÍA haberlo sido y eso provoca cagarrinas. Como parte del asunto "tributoso", Cozzi procura imitar las maneras de Argento recurriendo a luces de colorines y un inadecuadísimo rock duro -cortesía del grupo de tercera "Bang Tango"- ambientando sonoramente los momentos intensos, aunque luego se expanda a casi toda clase de situaciones. Por supuesto, el afán mimetizador no garantiza nada, porque lo que queda va trufado de muchas incongruencias + momentos absurdos y ridiculizables (con especial fijación en el careto de patata rancia que gasta la temible "Levana", así como esa desconcertante escena en la que todo se revela un disfraz, pero no, pero sí, pero tampoco...)
El reparto viene compuesto por una galería de nombres condenados a participar en esta clase de simpáticos furruños. Florence Guérin (con cierta retirada a Rose Byrne), Urbano Barberini (prota masculino del "Demons" original), Brett Halsey (de impresionante filmografía en la que no falta nadie: Antonio Margheriti, Lucio Fulci, Bruno Mattei, Jesús Franco o ¡Francis Ford Coppola!), Luisa Maneri ("Vicios Pequeños", "Body Count") y, por supuesto, una madurita Caroline Munro haciendo lo que puede.
Me da penica, de verdad, pero esto no hay dios que lo soporte.
miércoles, 15 de febrero de 2012
LA MADRE DEL MAL
Dario Argento completa la trilogía de las tres madres con esta "La madre del mal", en la que vemos cómo el director ha evolucionado pero sin abandonar su estilo de antaño. Es más, lo mejor de la película son esos brutales crímenes al viejo estilo "giallo". No obstante, hay quien le pide peras al Olmo y opina todo lo contrario, que no tiene nada que ver con el viejo Argento.
En "La madre del mal" un obispo desentierra a un tal Oscar de la Vallé, y con él, un cofre que contiene una túnica mágica. Dicho cofre llega a manos de una restauradora de arte antiguo (Asia Argento), quien descubre que la "madre de las lágrimas" va a llegar a Roma con el fin de iniciar un nuevo reino de brujas.
La película está bastante bien, es un lavado de cara al cine de Argento. Quizás hay momentos en los que pierdes el hilo y otros tediosos a más no poder, pero da gusto ver todos esos asesinatos en primerísimo primer plano, salvajes y a toda pastilla mientras suena la música de Claudio Simonetti, una autentica obra maestra.
No deja de parecerme curiosa la poca vergüenza del señor Argento, que no se corta un pelo en filmar a su hija en pelota picada. Una escena de ducha de tal gratuitismo que no comprendo cómo se ha atrevido, ¡¡OLE LOS COJONES DE ARGENTO!!.
Junto a la niña de Dario, el indispensable Udo Kier.
Los amantes del terror Italiano no deberían quejarse de esta película, porque quitando lo ridículo de algunas escenas infográficas, y algún fantasma a lo "Casper", Argento permanece en plena forma.
Y es que el cine de terror Italiano ha molado siempre, sigue molando y digo yo que molará en el futuro.
sábado, 30 de agosto de 2014
LOS OJOS DEL DIABLO
Puesto que se trata de la unión de un par de mediometrajes, bastante diferentes a pesar de churrupetear del mismo escritor, me permitirán que anal-ice cada uno como si de dos títulos totalmente independientes se tratara. Y si no les gusta, que les den.
LA DE ROMERALES: El viejo Georgie se encargó de adaptar mi relato favorito de don Poe, "La verdad sobre el caso del señor Valdemar". Evidentemente, y dado el nivel de paletismo que acarreo, no he leído el texto original, pero sí vi en su día las versiones que firmaron Roger Corman y Narciso Ibáñez Serrador y en ambos casos (pero sobre todo el segundo) me cagué de miedo. Su concepto siempre me pareció genuinamente aterrador. Un tipo que fallece mientras se encuentra en estado de hipnosis, lo que lo mantiene atrapado en el limbo. Su cadáver se marchita, pero su mente aúlla agónicamente con un "¡Estoy mueeeerto!". Uf, escalofriante.
El caso es que George Romero lo pilla y lo lleva a su terreno, el del director de cine de horror cansado ya de la puta etiqueta y de tener que estar siempre liado con muertos vivientes y bichos apestados. La suya es una versión muy culebronesca, que hace más hincapié en el drama y el suspense que en el terror puro. La esposa de un millonario al pie de la tumba anda liada con el médico de este. Juntos planean aprovechar hasta el último halo de vida que le queda al viejo para que, mediante hipnosis, firme todos los documentos posibles y les ceda sus riquezas. Pero el tipo la palma en pleno subidón, lo que impedirá cruzar el portal del más allá y se montará un cristo de órdago, volviendo de la pre-muerte para cometer venganza.
Contaba don Romero que en aquellos tiempos andaba de bajona por el fracaso en taquilla de "Atracción Diabólica" y que aceptó el proyecto porque no requería una gran implicación emocional por sus partes. Y se nota, ya que le quedó muy fría, sosa, plana y -decían en la época- telefílmica. Él mismo así lo reconoció poco después, confesando que se sintió fatal después de ver el despliegue de imaginación que invirtió Dario Argento en su propuesta. Y hasta el italiano comentaría por ahí que en aquella ocasión la inspiración de Georgie anduvo bajo mínimos. Yo mismo me aburrí mortalmente cuando la consumí y durante mucho tiempo tuve un concepto muy pobre de ella, seguramente por su casi ausencia de gore, algo por entonces muy ligado a la obra del padre del zombie moderno. Pero el otro día, y como suele pasar, me pareció bastante mejor de lo que la recordaba. Sí, es cierto que no transpira ni mucha pasión ni mucha vida, que Romero puso el automático y tiró millas, pero aún así, su sobriedad, su saber hacer, su acabado más que solvente y su guión, bien parido y estructurado, la convierten en un producto bastante digno.
Contribuyen a ello sus actores, especialmente cuatro que ya habían currado previamente con

LA DE ARGENTALES: El caso de Argento es diametralmente opuesto al de Romero. Se nota que él fue uno de los instigadores del proyecto, que le pirra Poe y que comparte intereses con él y su universo. Su mediometraje es pura pasión... lo que no significa necesariamente que sea la repolla, pero sí que al menos viene plagado de guiños, tributos y homenajes al autor y su obra. Oficialmente adapta "El gato negro", aunque solo es una excusa pa salpicar la movida con referencias a "El pozo y el péndulo", "La caída de la casa Usher", "Ligeia" o "El corazón delator", entre otras.
Rod Usher (bingo!) es un fotógrafo especializado en sacar instantáneas de crímenes cruentos. Vive con una pava súper-lerda y espiritual que adora los/as gatos/as, como una de bien negra que ha traído a casa y que, ya de entrada, se lleva fatal con el maromo. Además, su vida conyugal cada vez anda peor y al parecer ella se ha buscado un amante (o uno en ciernes) joven y bien mono. Borrachuzo, celoso y rabioso, el muy hijo de puta de Rod decide pagarla matando al felino, no sin antes sacar fotos del proceso para ilustrar un libro recopilatorio de su macabra obra (titulado, justamente, "Metropolitan Horrors" -ver más arriba-). Cuando ella lo descubra, se liará parda, aparecerá un nuevo gato negro -que se parece mucho al anterior (lo que tampoco es nada nuevo porque todos los gatines niggas son cagaos entre ellos, yo fui poseedor de uno la mar de majo-) que él querrá aniquilar convencido de que acarrea una maldición. Cuando ella intenta salvarlo, él la mata y oculta su cuerpo tras una pared falsa. No hace falta decir que lo tendrá jodido para salirse con la suya... gracias en parte al enigmático black cat... o a su prole.
A nivel visual y narrativo, como decía, es lo opuesto a Romero, un despliegue de ideas, dinamismo, truculencia, locura y flipadas totalmente ausentes en la historia del Sr.Valdemar. La mayor diferencia es la duración (la del italiano es más larga) y el guión, bastante peor estructurado y con peor ritmo. Nada nuevo bajo el sol, ya que esa es una constante en el director de "Suspiria", "Phenomena" y "Tenebre". Y como en esos mismos títulos, la falta de dominio narrativo queda compensada por el desmadre visual, la cámara apañándose movimientos imposibles (en un momento dado adopta el punto de vista del péndulo de la muerte), el gore (gráficas cuchilladas, empalamientos...) y las típicas "argentadas" tan irritantes como entrañables. Esas salidas de tono en las que exclamas un "Anda yaaaa, no me jodas!". Antes solía preguntarme cómo era posible que Argento no se diera cuenta de lo tontunas y ridículas que eran, pero hoy considero que ya las hacía aposta como elemento epatante, como parte de su estilo. En este caso no hablamos ni de asesinas esculturas punzantes ni de absurdas vagonetas-extermina-ratas, sino de cierto muñeco económicamente confeccionado para lograrse una coartada y.... en fin, no recuerdo la otra, pero eran dos de esas que dolían, y más con la sombra de Edgar Allan Poe detrás. Naturalmente, Argento se pasa un poco por el forro de lírica del escritor y -como Romero- se lo lleva totalmente a su terreno, exagerando sus ideas hasta el desquicie (esos gatitos mutantes devorando la carne de un cadáver). Pero ya mola, que pa algo es quien es, ¡carayo!.
"El gato negro" la protagonizan Harvey Keitel, un poco antes de su redescubrimiento de la mano de Tarantonto y pasando una etapa algo oscurilla, Madeleine Potter, una actriz que venía de cierto cine cultureta y se supone que despierta pasiones a pesar de lo poco agraciada que resulta (esa boquita suya en perenne estado de "piñonismo" dan ganas de soltarte una yoya) y algunos veteranos, entre los que destacan John Amos, Sally Kirklan, Kim Hunter y Martin Balsam en el inevitable guiño a Hitchcock.
Añadir como colofón que fue la primera película rodada en terreno yankee por el italiano (que cada vez que se va para allá, la verdad es que le salen mejor) y que la versión que vi hace unas noches (descargada de ese demonio llamado emule) incluía una escena cortada de la versión estrenada en España, una pesadilla en la que Keitel viaja a la época medieval para recibir doloroso y rectal castigo. No deja de ser gracioso tener en cuenta que los Argentos impidieron a Romero adaptar "La máscara de la Muerte Roja" porque no querían nada con ambientación "de época" en su producto, pa luego incluirla ellos en "El gato negro". ¡¡Malditos fetuccinis!!.
PLUS: De los notables efectos especiales se encargó, cómo no, Tom Savini, quien se reserva un papel como el demente que desentierra un cadáver para extraerle los dientes, idea esta sacada también del universo Poe (concretamente de su cuento "Berenice"). Hacer notar que tío Tom va ataviado con ropas victorianas.
La banda sonora es del siempre genial Pino Donaggio, que a la hora de poner música al capítulo de Dario se adapta a sus habituales partituras rimbombantes y semi-electrónicas, más propias de unos "Goblin"/Claudio Simonetti o un Keith Emerson.
Aunque el ayudante de dirección del italiano era en un principio Michele Soavi, fue al poco sustituido por el bueno de Luigi Cozzi cuando el otro cayó enfermo.
RESUMIENDO (ya tocaba): Aunque la historia de Argento es mucho más viva, colorista y apasionada, se me hizo un pelín pesada (tal vez por esa falta de capacidad de construcción narrativa -parece que no, pero a la larga es algo que se nota- o tal vez por extensión). Creo que esta vez me moló más la de Romero, a pesar de los pesares. Puede ser mi vejez, puede ser culpa de las expectativas, puede ser por ir la primera o el signo del cambio de los tiempos. Sea como sea, ambas se complementan bien y esputan un film bastante majo, sobre todo ahora que han pasado ya más de dos décadas, que sus autores andan en horas bajísimas y que el cine de terror, en general, va como va.
sábado, 12 de diciembre de 2009
EL ENGENDRO DEL DIABLO

Cuando Lamberto Bava vino a Barcelona a presentar "Demons", contó que "El engendro del diablo" nació originalmente como "Demons 3", pero que por movidas de derechos y otras mandangas fue derivando hasta convertirse en algo independiente (aunque en algunos países también se la conoce con ese título). Sin embargo, "La Chiesa" todavía conserva muchos ingredientes típicos de la saga demoníaca, como el modo en que la infección comienza a extenderse (mediante cortes) y toda la estructura de su segunda mitad, que para algo es la peor.
De entrada el film apuesta más por el suspense que por el horror puro (y ya no digamos la sangre), centrándose en narrar el descubrimiento que un bibliotecario y una restauradora (arquitecta, dicen por ahí) hacen en los sótanos de la iglesia en la que curran, donde se oculta una puerta a los infiernos. De pronto, y del modo más tonto, estos personajes pasan a ser secundarios (o menos), entran en juego un montón más (algunos tan irritantes como la "cómica" pareja de ancianos) y todos quedan encerrados en la iglesia, dando pie a secuencias de delirio totalmente absurdo (¿un niño tocando un saxofón?), un poco más de terror / gore (y sí, más "Demons". A gusto personal destaca la pava hecha puré por el metro) y, en fin, notables idas de olla (matan a una maestra a ojos de todos ensartándole un hierro por el cuello y luego parece que nadie lo recuerde, actuando con tranquilidad).
El resultado es muy muy desigual al no decidirse por ninguna de las dos partes... a la primera le falta garra, y a la segunda algo de coherencia, y la cortada de rollo intermedia nos confunde, a pesar de que no se puede negar el valor de algunas secuencias visualmente muy logradas y estimulantes, como la de la cruz en el suelo a modo de puerta a los infiernos, el modo peculiar de dar las campanadas o... no se, la aparición de alguna que otra criatura.
Flojilla.
martes, 20 de diciembre de 2011
LA SECTA

Kelly Curtis, retirada hermana mayor de Jamie Lee, interpreta a una profesora solitaria y reprimida que es liada por una secta satánica con un fin que, aunque no desvelaré, resulta sencillo deducir (la influencia de "La semilla del diablo" es notable). Dicha secta viene comandada por Herbert Lom. Ambos actores están a la altura, y es verdad eso que dicen de que una buena interpretación contribuye mucho al regusto positivo que te deja un film.
Lo más curioso de "La Secta" es que no parece italiana. No excesivamente, al menos. Soavi, dotado de innegable talento para esto del peliculismo, se contiene mogollón y apuesta por una sobriedad abrumadora, sin "italianeces" que den el cante (especialmente con los actores, que es donde se suele notar más). Sí que hay algo de gore (poco pero, por ello, más impactante), sí que hay algún actor habitual del fetuccini-horror (el inimitable Giovanni Lombardo Radice, quien por cierto interpreta a un personaje llamado Martin Romero. Recuerden que Argento y Romero son coleguitas, y este segundo hizo un -aburrrrrrrrrrrido- film titulado "Martin" -"El regreso de los vampiros vivientes", ¡glups!, en Spain-), y sí que hay algun delirio (el conejo que adquiere casi inteligencia humana), pero nada que moleste, de hecho tampoco escasean los buenos momentos, como el arranque, con un pseudo-Charles Manson matando a un grupo de hippies o la idea de representar al mal mediante agua.
"La Secta", como digo, es principalmente un thriller de personajes, solvente, resultón y que funciona. No es para guardártelo en tu videoteca tampoco, pero un visionado bien lo merece (eso sí, el final-final es HORRIBLE... aunque se perdona).
sábado, 28 de junio de 2025
BLOOD ON MELIES´MOON
El entrañable Luigi Cozzi lleva décadas a la sombra de Dario Argento. No sé muy bien cómo se lo debe tomar, supongo y espero que bien, pero así es como es. Su última película con cara y ojos, rodada en 1989, "Il gatto nero", ya era un refrito del "universo argentiano". Curiosamente, coincide con el año que el director de "Suspiria" abrió las puertas de su celebérrima tienda "Profondo Rosso", donde Cozzi ejerce como de encargado. A aquella película le siguieron varios documentales, casi todos en torno a Argento y dirigidos por su amigo, pupilo y empleado. Así que, como quien dice, Luigi acumulaba más de 25 añazos sin dirigir ficción alguna (y propia). Entonces, ocurrió. El pequeño italiano sufrió la picadura de un bichito terrible, uno que ya había infectado previamente a un puñado de cineastas en horas bajas: el peliculismo digital. O la manera respetable de llamar a "grabar en vídeo". Aquel nuevo juguete le permitía crear sin invertir demasiado dinero, tirando de una vídeo-cámara común y un ordenador para la pos-producción, evitando rendir cuentas a productores mafiosos o mecenas inquisitivos. Luigi iba a poder hacer su nueva película desde la absoluta libertad, cosa esta que, como se había visto previamente, y se vería después, no siempre es algo bueno. El proyecto terminó titulado "Blood on Méliès´Moon", una carta de amor al cine en su forma más primigenia.
Confieso que, en cuanto tuve conocimiento de su existencia, me volví loco. Sonaba a puro delirio gozoso. Era consciente de que estos cineastas más bien limitados perdían el pedal en cuanto arramblaban herramientas digitales. Y, aún así, algo me decía que "Sangre en la luna de Méliè" (traducción del título al castellano) contaba con un "no se qué" distinto. Como consecuencia, me obsesioné. Llegué a soñar con la jodida película e interesarme por la filmografía de uno de los directores que aparecen efectuando un cameo (Luigi Pastore, del que me zampé una cosa horrible titulada "Violent Shit: The Movie" que, encima, se pretendía puesta al día de aquel cáncer audiovisual perpetrado por el insufrible Andreas Schnaas en su momento... ya, la combinación de factores produce escalofríos, ¿verdad?). Aunque, quizás, la anécdota más llamativa se produjo cuando, visitando Roma en plan turista el 2016, inevitablemente acudí a la tienda "Profondo Rosso", donde pregunté a Luigi Cozzi in person por "Blood on Méliès´Moon" (gracias a lo cual el hombre puso interés en nuestra hasta entonces fría charleta. Adjunto una imagen del encuentro). Ya regresado a la patria, me planteé comprarla vía "Amazon"... suerte que no lo hice.La trama de la vídeo-movie resulta harto confusa. Vamos a ver si logro explicarla. Digamos que los distintos universos paralelos que nos rodean andan desmadrados. Se ha abierto una puerta interdimensional y la tierra va a ser totalmente destruida a menos que el director de "Star Crash, Choque de galaxias" intervenga. Ya, ya, cuesta entender por qué él nada menos, pero al final queda más o menos justificado. En cualquier caso, por ahí ronda un asesino enmascarado cargándose a la peña que le ayuda en sus pesquisas y... da igual. Solo les diré que "Blood on Méliès´Moon" es, literalmente, un PAJOTE INMENSO (dura dos horas y cinco minutos, nada menos. Uno de los muchos peligros propios de esa "libertad digital" antes aludida) que se hace Luigi Cozzi. Y, cuidao, no me parece mal. Para nada.
Él es el protagonista absoluto de la película, mostrándonos sus capacidades histrónicas y su afición por las muecas. Se marca un puñado de auto-felaciones (cita varias de sus obras, imágenes incluidas), se ríe un poco de sí mismo (es especialmente gracioso cuando toca el hecho de que le comparen con Ed Wood, cosa que le provoca pesadillas, literalmente) y, por supuesto, homenajea, guiña, recrea, plagia y roba toda suerte de films ajenos y añejos de los que, se entiende, es fan. No solo eso, además tira de agenda telefónica para solicitar cameo a todos sus colegas y, claro, algunos de ellos valen su peso en oro. Tal vez el más llamativo sea el de Lamberto Bava. Y ello da pie a tratar las, a mi parecer, genuinas virtudes de "Blood on Méliès´Moon".
Esta no deja de ser una película amateur. Y son las partes en las que Cozzi, directamente, recicla material propio de un vídeo casero las más disfrutables y honestas. Citaba el cameo de Bava Hijo, bien, ese material se grabó aprovechando un comida en comuna. Así, vemos momentos de pura realidad, con todos los comensales charlando, riendo y hablando de los comestibles preparados por el propio director de "Demons". Es tal el disfrute, que Cozzi saca la cámara del trípode y, sin querer, incluye este dentro del cuadro. Ahí, gráficamente dispuesto, cosa que me parece maravillosa. Luego, tenemos un puñado de imágenes de viajes turísticos del colega, como la visita que efectúa a México o a un París bien presente en la "trama". Por supuesto, también Dario Argento se deja ver, lo justo y sin mojarse demasiado. Puede que el hombre lleve años sin atinar, pero no es tonto y sabe que, mucho o poco, debe mantener impoluto el escaso prestigio que le queda. Por eso, únicamente le vemos durante una sesión de firmas de su autobiografía en la misma "Profondo Rosso". Lo de actuar lo reserva solo para ocasiones especiales bajo el mandato de directores con "pedigree", caso de ese reciente "Vortex" según Gaspar Noé. La tienda, eso sí, tiene mogollón de presencia en "Blood on Méliès´Moon". Casi continua. Y ya no digamos el cacareado sótano de los horrores, donde se graban muchos momentos de "importancia para la "historia"", incluido el desenlace.
Vale, lo reconozco, la peli en sí es un puto caos, un lío tremendo, un exceso absoluto que no hay por donde pillarlo. Cozzi se muestra totalmente auto-indulgente, haciendo literalmente lo que le da la putísima gana y eso, repito, lo aplaudo... aunque, obvio, el resultado final esté lejos de apasionarme. De hecho, al principio parecía que la cosa iba a molar, por su ritmo acelerado y la cantidad de movidas que se desarrollan en poco tiempo. Sin embargo, al descubrir que únicamente habían transcurrido 45 minutos, comenzaron los sudores fríos y tembleques.
Pero, a pesar de eso, y los bostezos, semi-disfruté de "Blood on Méliès´Moon". Al menos tiene cierta originalidad. Cozzi podría haber grabado una secuela tardía de alguno de sus títulos "con solera" (ya nos entendemos). O confeccionar algo al servicio / gusto de los fans, darles lo que él creía podrían esperar. O caer en lo más trillado y mortecino con un slasher del montón. Pero no, el hombre se curra la peli que él querría ver, y eso es admirable. Y lo respeto. Lástima que se pase tres pueblos con los efectos digitales, los filtros y todas las pijadas y mandangas propias de esta (ya no tan) nueva tecnología. Un caramelo demasiado jugoso del que uno puede correr el riesgo de abusar, hasta el empacho. El asunto se torna aturdidor y agobiante.
Ante tal panorama, el que "Blood on Méliès´Moon" no pertenezca a un género concreto, sino mezcle varios, resulta de lo más lógico. En esencia no deja de ser una peli de fantasía pura, casi para niños -un "La invención de Hugo" versión "trash"-, trufada de mucha ciencia-ficción (y ahí es donde detectamos al Cozzi más Cozzi, con todos los colorines, lucecitas y rayitos que tan cachondo le han puesto siempre), solo que, ocasionalmente, se suman dosis de terror puro, incluso de truculencia. A la manera de Argento, pero en plan zaparruco. Ejemplo: el asesino enmascarado apuñala a sus víctimas mientras de fondo oímos los desvaríos de alguna banda metalera marca "Hacendado", al son de la chorreante hemoglobina.
En fin, voy a ir terminando ya o no acabaré nunca. Como decía, "Blood on Méliès´Moon" anda hasta las trancas de referencias, citas afectuosas y personal de interés, pero no me apetece ponerme a indagar en "Imdb". Háganlo ustedes. Simplemente diré que, desde luego, se hace pesada de cojones y te pierdes al minuto cinco, pero tampoco carece de su encanto, su gracejo, ni que sea por ver a Luigi Cozzi disfrutando como un crío con zapatos nuevos y, también, perder mucho peso de un plano a otro. El cabrón hasta lo justifica en un auto-diálogo... porque, sí, como buen italiano no puede evitar acompañar sus acciones con palabras en las que explica lo que ya estamos viendo.
Tan bien lo pasó, que desde entonces no ha podido evitar seguir explotando lo digital hasta hacerlo sangrar. Las siguientes locuras que perpetró fueron "I piccoli maghi di Oz" y "La battaglia di Roma 1849", es decir, una vuelta de tuerca al famoso libro de L. Frank Baum y una bélica de época recreando sendo hecho histórico. Válgame cristo. Claro que estas han tenido muchísima menos repercusión que "Blood on Méliès´Moon", seguramente por su total desvinculación con el terror y, también, porque la peña escarmentó con aquella y ya no estaba dispuesta a picar de nuevo.
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