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miércoles, 28 de diciembre de 2011

TENGO 17 AÑOS

A parte de los rasgos meramente populares, existe una gran diferencia entre el cine español de ahora y el facturado antes de 1988; el filtro. ¿Qué es el filtro? Pues nada específico. Es algo más bien onírico, pero palpable al mismo tiempo. Verán, cuando vemos una película española actual (y subvencionada), esta tira para atrás, hablando, ya no solo de argumentos, si no esta vez de aspectos técnicos, en parte por ese agrio y grisáceo “filtro” (imaginario) que hace que se note que la película es española. Y te entran las ganas de vomitar, no ya porque Juan Diego Botto no sepa actuar o por los diálogos de vergüenza ajena, si no por ese repugnante aspecto que se gasta la imagen y el look impostado.
Así, con las mismas que digo que el cine Español actual es el peor cine del mundo, digo también que pocas cinematografías son mejores que la nuestra cuando el cine era cosa de inversores inmobiliarios. Y cuando había súper producción, había súper producción. Había un dinero en la película, no como ahora que se gastan lo mínimo en esta, para invertir el grueso en la cocaína que consume el equipo.
Como muestra, sin ir más lejos esta "Tengo 17 años", película-vehículo para lucimiento de Rocío Dúrcal en su etapa adolescente, que bailaba bien, cantaba mejor, y encima, estaba más buena que el pan, y al contrario que Maribel Verdú, no tenía que mostrar sus asquerosas tetas para triunfar.
A ver: No existe una sola película española actual que tenga la factura técnica que tiene esta película. Con un scope glorioso, un tecnicolor que duele a la vista de lo bueno que era, y unos decorados para según que numeritos musicales, en la primera mitad de "Tengo 17 años", que poco o nada tienen que envidiar a un "West Side Stort", o cualquier musical Hollywoodiense de la época. Y digo la primera mitad, porque el resto transcurre en un pueblo – Claro es que después de todo estamos en España, donde tira más un chorizo que el caviar- y ya entre vacas, cerdos y cabras, el nivel de espectáculo cede. Pero es igual, porque el tempo, dirección y montaje es inmejorable. Que aprenda Ricardo Santiago.
Así pues, tras la pataleta, vamos al filme en cuestión.
Rocío, que aspira a irse de gira con una compañía de teatro amateur, decide robar la pitillera de su padre para empeñarla y conseguir el dinero que necesita. En su casa pija, echan la culpa a uno de los criados, y tras confesar Rocío el delito, ni la policía ni su madrastra la creen, por lo que a base de autoestop y de mentiras, esta se escapa y llega a un pueblo, donde se cuela en la casa de un abuelo con su hijo y los cinco nietos, alfareros obsesionados con la formula química con la que podrán hacer el color Bermellón para pintar sus vasijas, que a cambio de que les haga la comida (que cocine, nada que ver con las felaciones…) y les planche la ropa, le dejarán cobijarse allí, mientras surge el amor por un lado, y una gran amistad con esa gente por el otro.
En definitiva, se trata de una versión muy “Sui Generis” del cuento de “Blancanieves y los siete enanitos”. Pues a estas alturas, y con casi 50 años de antigüedad, y si hacemos caso omiso del extremo nivel de ñoñería del que hace alarde la película, la verdad es que "Tengo 17 años", es una comedia romantico-músical que ha envejecido muy bien, que está muy poco trasnochada (los paletos del pueblo visten como los modernos actualmente); donde los actores son profesionales y no chirrían (no como los de ahora), y que se queda en el subconsciente de por vida. Verán, de pequeño esta película me gustaba mucho, la tenía en betamax y la consumía regularmente. Pero puede hacer fácil 25 años que no la veo, y anoche incluso soltaba diálogos durante el visionado. Vamos, que me acordaba de todo, como si se tratara de "E.T. El extraterrestre" o "Gremlins", y eso sin que hiciera efecto en mí el factor nostalgia, pues en años posteriores a la infancia, lo que tocaba era renegar de estas películas, hasta ahora que me hago mayor y las reivindico.
Muy maja, y sobretodo, muy bien hecha.
En el reparto divisamos, jovencísimos, a Pedro Osinaga, Emilio Gutiérrez Caba o Ricardo Palacios, gordo como una sabandija, en un simpático papel, con puyita incluida para los gafapastas de la época (si se dignan en verla, sabrán a que me refiero).
Dirige con MAESTRÍA, José María Forqué, papá de Verónica Forqué y productor y director de montones de clásicos de nuestra cinematografía.

jueves, 29 de noviembre de 2012

CONTRA EL TIEMPO

El documental “Contra el tiempo” es un nostálgico recorrido a través de las anécdotas que nos cuentan algunos de estos actores de toda la vida, que bien por ser casi siempre secundarios, o porque por distintos motivos dejaron de trabajar, son prácticamente desconocidos para el público estándar o bien, han sido olvidados de la memoria popular.
El proyecto “Contra el tiempo”, que se materializa ahora en forma de estreno en salas, no es en absoluto nuevo. Su director, el escritor y amigo de esta casa José Manuel Serrano Cueto, tenía pensado hacer este documental allá por 2005, pero por líos diversos de producción, la cosa se transformó, como por arte de magia, en el cortometraje “Río Seco”, que con el mismo espíritu, se centra en la figura del mítico Aldo Sambrell.
En los albores de 2009, se retomó el proyecto bajo producción de Utopía films, pero más problemas de distinta índole (la cosa del dinero, e incluso alguno de los actores que se caían a ultima hora) la película casi acaba yéndose a pique. Así pues, con un montón de material rodado, productor y director el pasado año, tuvieron que replantearse de nuevo el proyecto. Y francamente, creo que el resultado de esta versión definitiva, sin tantos actores entrevistados como en un principio se tenía previsto, es sustancialmente mejor que el que en un principio se tenía en mente, con escenificaciones y artificios, según el press book.
Así pues, la cosa se plantea de la siguiente manera: Un joven actor, Antonio Mora, amigo del director, desea conocer a un grupo de actores veteranos, para que le trasmitan sus experiencias, le cuenten anécdotas y en definitiva, empaparse de lo que los veteranos puedan contarle. Así las entrevistas trascurren a lo largo del metraje en forma de animadas charlas, dónde nos vamos escuchando lo que todos estos actores tienen que decirnos, sin demagogia ni amarillismo, de una forma honesta, y sobretodo, contado con un amor hacia todos ellos por parte del director, que se trasmite al espectador.
Y personalmente, creo que Serrano Cueto ha construido un documental entretenido y cercano, cuyos noventa minutos al final, se nos quedan cortos.
El acierto de la película reside en el montaje. Serrano Cueto, que aparece en pantalla e incluso lleva las riendas de la entrevista a Lone Fleming, en lugar de ofrecernos una estructura típica de entrevistas con declaraciones entrelazadas, apuesta por centrar la película en bloques, cada uno dedicado a un actor. Cada uno nos cuenta su película, y cuando termina se pasa a otro, y así sucesivamente, hasta que se rompe el ritmo de la narración (que no de la película), uniendo en pantalla a dos de los actores en un reencuentro, el de Carlos Bravo y Mabel Escaño. En ese momento, Bravo pasaría a ser un entrevistador involuntario.
Con un emotivo recuerdo para el recientemente fallecido Aldo Sambrel, se finiquita la película, dejando al espectador, un buen sabor de boca. Ya digo, una gozada. Carece de material de archivo, pero sinceramente, tampoco hace falta, porque así el documental tiene un aire como de película de ficción, en la que los actores charlan. Como ya he dicho, al no contar con tantísimas entrevistas como en un principio se tenía previsto, se profundiza más en cada entrevistado y el resultado es más intenso.
De entre los entrevistados, me gustaría destacar a Ricardo Palacios, cuyo carisma está a prueba de toda bomba, y cuyas declaraciones consiguieron sacarme alguna que otra risotada. “Charles Bronson, un pedazo de cabrito”, según Palacios. Junto a los ya citados, completan el “elenco” Antonio Mayans, y Fernando García Rimada.
Un documental muy cinéfilo, realizado por cinéfilos y para cinéfilos. Y con muchísima nostalgia, lo cual no siempre es bueno… en este caso, aceptamos barco. Durante la pre-producción del documental, tuve el honor de hacer una entrevista a propósito de la película a su director en mi desaparecido programa “La hora de Ving Rhames”, que si gustan, pueden escuchar pinchando aquí.

viernes, 3 de abril de 2020

FREDY EL CROUPIER

Debut en la dirección del infame Álvaro Sáenz de Heredia que se atreve con un thriller meramente cañí en torno al juego y los casinos ilegales, que pese a tener la película en su momento unas críticas nefastas y una cantidad de espectadores en cines irrisoria, sí que era una película bastante popular a nivel parroquial, y era tema de conversación habitual en los bares periféricos en la época. Vamos, que gustó al obrero medio de extrarradio. No en balde, su copia pirata es de las primeras que circuló bajo el mostrador de los vídeoclubes, y también ostenta el honor de ser una de las primeras películas españolas en circular de manera fraudulenta.
Se ambienta la acción a finales de los años setenta, al poco de legalizarse el juego en España. Aunque ya había casinos y locales habilitados para el juego legal, los usuarios habituados preferían seguir asistiendo a garitos ilegales. Fredy, es croupier de uno de estos locales. Un mafioso apodado “El Calvo” que se ha hecho con todo el control de  los garitos ilegales, toma por la fuerza el perteneciente al padre de Fredy que se encuentra enfermo. Al oponerse, Freddy es apuñalado por uno de los hombres de “El Calvo”, por lo que queda herido de gravedad en un hospital. Cuando por fin sale de allí, clama venganza. Por suerte es disuadido por su socio que ha creado un aparato magnético que les permitirá ganar a la ruleta. Se disponen a viajar por carretera con el fin de instalar ese dispositivo en un casino, mientras ganan algo de dinero engañando a jugadores desaprensivos en partidas de pueblo, hasta que una cantante se cruza en su camino, y “El Calvo” no les pondrá las cosas nada fáciles.
Se trata de una película de género puro con un fin muy concreto: entretener al espectador.  Y lo consigue con creces ya que, a pesar de lo molesto que es el sonido directo primigenio con el que cuenta la cinta, o lo chapucero de algunos de sus momentos, la trama es tan interesante y sus personajes, campechanos, cercanos, son tan simpáticos, que todo lo que vemos en la película resulta ser muy agradable y pasamos su visionado en un santiamén. Y si técnicamente la película es un poco precaria, la elección de los actores no puede ser más acertada. Así, en el papel protagonista, Fredy, tenemos al director y cantante de Jazz Javier Elorrieta (un auténtico cineasta de culto la mar de interesante) haciendo las veces de actor, que con una naturalidad pasmosa afronta el papel de este croupier dándole un aire lumpen muy adecuado y resultón, que hacen preguntarse cómo es que Elorrieta no volvió a protagonizar ninguna película. Quizás porque se le veía demasiado Elorrieta y poco Fredy. Asimismo, no se me ocurre mejor mafioso en el cine español que este “El Calvo” que interpreta Ricardo Palacios, que es todo presencia, todo voz. Si ¿hubiera? mafiosos en España, desde luego, el arquetipo sería el que interpreta Palacios. Jaime Aladid, un señor cercano a la tercera edad, también, actuando con gran naturalidad como el socio de Fredy, nunca más volvió a aparecer en una película —cosa incomprensible porque lo hacía muy bien. Supongo que el hombre no sería actor—. Y, finalmente, tenemos a la siempre estupenda (y no, tontines, no lo digo con ironía) Ana Obregón como la bailarina por la que bebe los vientos Fredy, que además de someterse a las escenas de tortura a las que la tenía acostumbrada Sáenz de Heredia en su primera etapa, se marca unas canciones y unos bailes a ritmo de Disco de lo más disfrutables (si alguien sabe como agenciarse la banda sonora de la película, que nos escriba), que dejan claro que, si bien en la interpretación se defiende a las mil maravillas, cantar es algo que se le quedaba muy grande a la buena de Anita.
Por lo demás, con cierto tufillo —o reminiscencias— del cine quinqui de la época, la película nos ofrece escenas de acción bastante solventes, un humor soterrado y 95 minutos de puro entretenimiento sin concesiones que hacen que la película valga la pena. Yo la recomiendo.
En cuanto a Sáenz de Heredia, que como saben pronto se especializaría en películas-vehículo para humoristas españoles en las que aplicaba la ley del mínimo esfuerzo, cuando hacía una película suya, pese a la mala prensa que arrastra, a mí me parece un cineasta de lo más personal, competente y hasta virtuoso. Dentro de  las que hizo fuera del subgénero de humoristas, tiene dos o tres películas que no es que me gusten, es que me parecen cojonudas. Sirvan “Chechu y familia”, “La hoz y el Martínez” o “R2 y el caso del cadáver sin cabeza” como ejemplo. Añadan esta al pack.

lunes, 26 de diciembre de 2016

INTERVIEW: MARTÍN GARRIDO RAMIS

Nacido en Palma de Mallorca en 1952, Martín Garrido Ramis, un hombre de teatro que cuando se ha embarcado en la empresa cinematográfica, lo ha hecho desde la más absoluta independencia, y desde ese lado Outsider, que al que suscribe tanto le agrada.
Responsable de ser el primer director Mallorquín que consigue rodar una película para su distribución comercial en salas (“¡Que Puñetera Familia!”), también lo es de la película más extraña y lúgubre del cine español de los últimos años “El hijo Bastardo de Dios”, amén de tener una dilatada carrera con títulos de absoluto culto como puedan ser “Mordiendo la vida” o “Héroes de Cartón”.
Padre del también director Martín Garrido Barón (“H6, Diario de un asesino”), nos concede unos minutos de su tiempo para hablar de los dimes y diretes en torno a su carrera, de sus próximos proyectos y de sus preferencias.
Martín Garrido Ramis, el último director independiente.


 Comienzas en el cine con una serie de cortometrajes en 35 mm. para luego convertirte en el director de la primera película de corte comercial realizada en las Islas Baleares, “¡Qué Puñetera Familia!” ¿Cómo surge la oportunidad de realizarla?

Había hecho dos cortometrajes: “… Pero no ahoga” y “La Rosario y el Pinzas”. Este último me lo seleccionaron en 1983 en el festival de Cine de San Sebastián y viajé allí invitado por el festival. Tengo críticas que lo clasifican como una pequeña obra maestra. Cuando volví a Palma conocí a un empresario de cine (Joan Olives) que me propuso alargar mi primer corto y convertirlo en un largo. Y así lo hice. Costó 6 millones de pesetas y dio como 32. Aunque la película la considero mala porque me daba igual hacer cine, pero ahí está como la primera película comercial mallorquina de la historia.

Así que la consideras malísima…

Sólo mala. Escribía cada día lo que iba a rodar, no había guión. Pero te diré una cosa que me han dicho muchas veces pero de la que yo nunca he hablado; Es una primicia. Estoy seguro que mi película la vio el joven Almodóvar y me copió una escena, la de la meada. Yo soy el primer director que rodé una meada auténtica, luego lo hizo él. Y como la película se vio en toda España… Y ya que estamos te diré dos copias más que me han hecho. Mota me ha copiado el final de un corto que está en Youtube y se llama “Muerte y resurrección de Pedro Navaja”, y un famoso cómico inglés me acaba de plagiar otro corto mío de Youtube. Mi corto se llama “Am not Becham” y él me ha plagiado para hacer un spot de calzoncillos de Beckam. A partir de ahora registraré lo que cuelgue en Youtube.

Rodaste “¡Qué puñetera familia!” con equipo técnico proveniente de Barcelona ¿No había en Mallorca equipo técnico cualificado para acometer el rodaje de un largometraje?

En Mallorca no había nada, por no haber ni había una cámara de 35 mm. La película la rodé en cinco fines de semana, y cada fin semana traía a un equipo de siete personas, y el material alquilado, pagándo todos los gastos y el sueldo. El director de fotografía es Joseph Gusi de TV3, pero un fin de semana no pudo venir y lo sustituyó Carles Gusi, que después haría películas con Almodóvar y en Hollywood.

¿Cuánto le debe “¡Qué Puñetera Familia!” al cine de John Waters?


Waters es sexo, yo siempre he sido crítico social. Mis películas son esencialmente de humor negro.

En la película cuentas con la presencia de un actor clásico de la escena Mallorquina como es Xecs Forteza. ¿Cómo fue dirigirle?

Xesc Forteza era un cachondo que estaba detrás de todo lo que llevara faldas. La escena que tiene muriéndose con  Lynn Anderson encima, para él fue la releche. “Repítela todas las veces que quieras”, me dijo. En la escena aparece él muriéndose tocándole los pechos a la actriz porno. Fue muy divertido dirigirlo.

Cuéntanos algo sobre la distribución. ¿Costó mover la película en la península?

Todas mis películas se han distribuido en la península, menos una que se titulaba “Simpáticos degenerados” protagonizada por Florinda Chico. No se distribuyó porque la compró la Warner Bros para estrenarla en vídeo directamente. La distribución para los que hacen cine en la isla es muy complicada y difícil, de hecho no conozco a ningún director mallorquín al que le hayan distribuido su película. También tengo que decir que los únicos que hacemos cine en Mallorca somos mi hijo y yo.

“El último Penalti” y “Simpáticos Degenerados son tus únicas películas que aún no he visto. ¿Qué me puedes decir de ellas?

Las dos son comedias divertidas y poco más. Cuando las rodé estaba más por otras cosas más divertidas. En las dos películas lo importante eran las fiestas que organizábamos. No perdía nada de tiempo en escribir los guiones, lo hacía de cualquier forma. Pero te voy a contar una cosa que tampoco he contado nunca a nivel prensa; “El último penalti” se llamaba en realidad “La eterna España de charanga y pandereta” y me lo iba a producir nada más y nada menos que José Esteban Alenda, el primer productor español que ganó un Oscar. Yo era íntimo amigo de él porque me distribuyó cinco cortometrajes e incluso me hizo ganar dinero. Pues bien, él leyó el guion en el que me había esforzado un poco, y me dijo que me lo producía si esperaba seis meses a que se recuperara del fracaso de “Volver a empezar”, que le había costado 200 millones.  Le dije que me lo pensaría. Y de repente surgió en mi vida, desgraciadamente, Ricard Reguant, actualmente director de musicales (“Grease”, “Chicago”), y me dijo que si le metía mano al guión haciéndolo más hortera y con más sexo, me traía todo un equipo de Barcelona a precio tirado, y que luego me presentaba a Antonio Llorens (Lauren Films). Yo, como en aquel tiempo era joven, guapo y gilipollas, accedí y dirigí una mierda de película. Al año siguiente la película fue seleccionada en el Festival de Cine de Comedia de La Coruña, y el gran Berlanga me dijo: “Es una pena, Martín. Has hecho una película mala pero hubiera podido ser muy buena.” Así es la vida, una mala compañía puede cambiarte la vida. 


 En “Héroes de Cartón” ruedas en 35 mm. en unos años en los que el vídeo ya se imponía en las producciones profesionales independientes. ¿Por qué decides rodar en 35 mm?

“Héroes de cartón” existe por mi hijo que quería ser director de cine. Puedo decir que es mi primer guión pensado y bien escrito. Aunque yo salgo como director y mi hijo Martín Garrido dirigió la mitad de la película con tan solo 15 años.

¿Tuvo algún tipo de distribución esta película? Tanto dentro como fuera de Mallorca.

La distribuyó Lauren Films, la distribuidora que en aquel momento distribuía en exclusiva todas las películas de Woody Allen. Parece mentira con las películas malas que hacía y la suerte que tenía con las distribuidoras. No sé que debían  ver en ellas.

En ella cuentas con la presencia de Antonio Mayans y Ricardo Palacios. Ambos habían trabajado con anterioridad con  Jesús Franco ¿Encuentras algún paralelismo entre tu obra y la de Jesús Franco?

Ni por asomo. Antonio y Ricardo hicieron sus papeles muy bien. Yo siempre he hecho un cine malo hasta “El hijo bastardo de Dios”, porque me surgía el dinero para hacerlo, ni más ni menos. Es increíble pero es cierto. Hacer cine, para mí, era solucionarme un año con el dinero que ganaba. Y eso era lo importante.

¿Cómo fue la experiencia de rodar con un hombre con la experiencia con la que cuenta Mayans, tanto como actor, como de jefe de producción?

Antonio Mayans es el clásico ejemplo del actor que podía haber sido muy importante en el cine en español. Quizá el asociarse con Franco le perjudicó su carrera. La experiencia con Mayans fue buena como lo es siempre. Es un actor muy intuitivo que no hace falta decirle mucho para que lo haga muy bien.

Sin embargo, y a pesar de tu larga trayectoria cinematográfica, tú siempre has realizado teatro.


Desde que tengo 19 años no he dejado de hacer teatro. Entre función y función era cuando hacía cine. Fui a la escuela de Arte Dramático de Trino Trives y después ya no dejé de hacer teatro. En estos momentos estoy montando “Un invierno en Mallorca”. El teatro para mí es la vida, el cine es la parte cachonda del arte de crear. De todas formas ahora, que en las redes me tachan como el último director independiente de este país, me tomo el cine en serio. Desde “El hijo bastardo de Dios”, me esfuerzo. Tengo por estrenar “Turbulencia Zombi” y “Una función para olvidar” en la que Fernando Esteso hace un pequeño papel. Las dos películas son tragicomedias, lo que me gusta.

“H6, diario de un asesino” en mi opinión es una de las películas españolas de psycho-Killers más infravaloradas del cine de terror español, dirigida por tu hijo Martín Garrido Barón y con guion tuyo. ¿Qué opinas de la película?  ¿Tú la hubieras rodado de manera diferente?


Me alegra que me digas esto porque si antes podía tener dudas de si entendías de cine, ahora estoy seguro de que entiendes. Por primera vez en mi vida me comí el coco de mala manera para escribir el guión de lo que sería el primer largometraje de mi hijo Martín. Me lo comí de verdad, y el resultado fue un guion genial (no soy humilde pero sí terriblemente objetivo). Y mi hijo con 21 años hizo una película de puta madre. Y ahora te voy a contar otra cosa que nunca he contado públicamente; “H6, diario de un asesino” se terminó y todos dábamos saltos de alegría. La película había salido genial y nos fuimos a La Columbia para que la viera su director, James Armstrong. El americano quedó flipado y dijo que la estrenaba en Gran Vía y tiraba ciento veinte copias. Lo habíamos conseguido, pensamos mi hijo y yo. Cuando salimos de la productora nos fuimos a comer una mariscada los cuatro. Mi hijo y yo, y los productores de Kanzaman Mark y Denis. Por la noche volvimos a Mallorca más contentos que unas castañuelas. Mi hijo iba a conseguirlo con 21 años. La leche. Al día siguiente, a última hora de la tarde nos llamó Samuel Gómez, el montador, para decirnos que los productores habían cortado cuarenta minutos de metraje. Casi nos da algo. Al día siguiente volvimos a Madrid y les dijimos a los productores de todo menos guapos. Pero no hubo manera, querían que la película durara noventa minutos. Al quitarle a la película tanto metraje, se quitó la esencia de la historia. La película fue un fracaso comercial y las críticas la devastaron. Hay tanto inepto en el cine que uno no se lo puede creer.  


Vuelves a hacer cine años después, en 2015, con “El Hijo Bastardo de Dios” ¿Qué te motiva volver? ¿Es el cine de tu hijo una inspiración para esta película?

Simplemente tenía ganas de hacer un cine que siempre he sabido hacer y que nunca he hecho. Increíble pero cierto. Hasta “El hijo bastardo de Dios” mis películas no me gustan. Hablo de las que yo he dirigido.

¿No crees que el tener un presupuesto escueto puede beneficiar de algún modo a esta película en concreto?

Repito: como dicen en las redes soy el último director independiente de este país. Yo nunca he pretendido hacer un cine convencional. A mí siempre me ha gustado el cine independiente. Siempre. ¿Por qué? Porque haces lo que te sale de los cojones y ningún productor gilipollas te puede cortar tu obra. “El hijo bastardo de Dios” es una película que quería hacer, y sé, que con el tiempo será de culto. Ya lo han dicho muchos, no sólo yo. De todas formas no es el cine que quiero hacer, lo mío es la tragicomedia. Adoro a Berlanga.

¿Por qué “El hijo Bastardo de Dios” es tan sórdida y lúgubre? ¿No crees que es demasiado extraña para un público que acude en manada a ver “8 Apellidos Vascos”?

Tienes toda la razón, pero yo prefiero que me recuerden como el director de “El hijo bastardo de Dios” que como el de “8 Apellidos Vascos”.

“El Hijo Bastardo de Dios” se estrena en cines, sin embargo, no cuenta con una edición en DVD. Pero ahora que lo pienso, tampoco tus películas anteriores cuentan con distribución en DVD ¿Por qué ocurre esto? En el caso de “El hijo Bastardo de Dios” en particular, y con el resto en general.

Lauren Films editó la película en VHS, las demás no han salido en DVD. La razón no la sé porque estaba de juerga. “El hijo bastardo de Dios” si va a salir en DVD.

Tus dos últimas películas son “Turbulencia Zombi” y “Una función para olvidar”.  ¿Por qué una película de Zombies? ¿No te parece que el mercado  esté sobresaturado de cine Zombie?


“Turbulencia Zombi” es una tragicomedia en la que no sale ningún zombie. Es un grupo de parados de un pueblo que decide grabar una película de zombies para Youtube y ganar dinero, el problema es que no tienen ni idea de cómo hacerlo.

“Una función para olvidar” cuenta además con la presencia de un grande de la escena cómica como es Fernando Esteso, además en un rol dramático. ¿Cómo decides integrar a Esteso en el casting?
Esteso y Pajares son grandes actores. Es más, todos los grandes cómicos son grandes actores dramáticos. Lo conocí en una fiesta en Madrid, y años después le dije que me gustaría trabajar con él. Leyó el guion y dijo que sí.

¿Podremos ver estas películas en cines o DVD, o el tema de la distribución esta jodido en exceso?

Claro que sí. Además, ya tengo distribución para las dos.

¿Eres consciente de que haces un cine muy distinto en maneras y formas al del resto de cineastas españoles? Eres especialmente antiacadémico. ¿Por qué crees que si no sigues las pautas marcadas por los academicismos, las películas no encuentran un público?


Yo soy escorpión. ¿Sabes lo del escorpión que le pidió a la rana que le cruzara el río? La rana le dijo que no porque le picaría. El escorpión le juró que no lo haría, y la rana se fió. Y cuando estaban en la mitad del río el escorpión le pico. “¿Eres imbécil? –le dijo la rana- “Nos vamos ahogar los dos.” “Lo sé” –le contestó el escorpión-, “¿pero quién frena mi personalidad?”  Mi padre era de la FAI y yo he salido a él: anarquista.

¿Qué cine ve habitualmente Martín Garrido?


El mejor cine que te puedas imaginar. Soy un cinéfilo de cojones. Una película, por ejemplo: “Sed del mal” o “Matrix”.

Dime cinco películas que adores

Rufufú
Plácido
La Escopeta Nacional
Divorcio a la Italiana
La Jauría Humana

Cinco Películas que odies

No odio a ninguna película porque sé lo que cuesta hacerlas.


lunes, 16 de marzo de 2015

EL PERFIL DE SATANÁS

Debut para la gran pantalla Juan Logar, ya saben, el “amigo” de Paul Naschy, y que se enfrenta (y nos enfrenta) a un folletín de rollo filosófico, que reflexiona sobre la maldad humana y la importancia de vivir o no, tomando la figura de un imponente Eduardo Fajardo que protagoniza la película y que da vida, según le conviene a la historia, a un inquisidor, a un oficial Nazi… a personajes malvados para justificar el título de la película “El perfil de Satanás”, que, por si no se habían dado cuenta, personifica el personaje de Fajardo. Todo ello servido de una manera torpe y con unos saltos temporales de la edad media a la actualidad, sin orden ni concierto, que convierten a la película, aún tendiendo momentos potentes e interesantes, en un bodrio que no hay por donde cogerlo. Vamos, ni con pinzas.
Los paupérrimos 90.000 espectadores que fueron a ver la película en el año 69, en una época en la que ir al cine estaba a la orden del día, avalan el escaso interés que tiene la película, más allá de que esta sea una película de Logar, que me fascina por un único motivo; todas y cada una de sus películas, son una mera excusa para hacer lo que más le gusta en el mundo, que es colar en lo que rueda abundante material de archivo. Aquí en los títulos de crédito, inserta material de archivo del holocausto Nazi. Y en cuanto puede, en la película, cuela más material de este. Casi parece que Logar pensara “Tengo este material aquí, vamos a rodar una película en la que encaje”. Y eso mismo hizo años después en el, casi “Mondo”, “Autopsia”. Incluso, como tiene imágenes del entierro de Martin Luther King, idea una situación en la película en la que se hable de su asesinato, y así poder colarnos las imágenes ¡con calzador! Lo que es curiosísimo. Porque, además, todo lo hace con afán amarillista, no es su intención documentarnos, sino, alimentar nuestro morbo.
Sea como fuere, el caso es que la carrera de Logar terminó en 1981 sin mayor trascendencia, y no volvió a rodar jamás, hasta que, en la era de la alta definición (¡Que coño! ¡del vídeo!) vuelve a rodar en 2013, treinta y dos años después de su ultima vez, y lo hace con una película titulada “Aún hay tiempo” que pasó por la cartelera totalmente inadvertida y que, ante mi imposibilidad de hacerme con una copia, decido ver el trailer y youtube y no me ha quedado más remedio que partirme el culo por un motivo bastante adivinable: En 2013, Juan Logar, filmando en vídeo, y montando digitalmente,  sin moviolas ¡continúa insertando material de archivo en 35 mm.! y eso que solo he podido ver el tráiler… Cagándome estoy por ver esta vuelta al cine, porque además, la pinta que tiene la película es absolutamente demencial. Peor pinta, no he visto que tenga ninguna otra película. Y además, la protagoniza él.
Por lo demás, finalizar diciendo que, junto a Fajardo, en “El perfil de Satanás”, contamos con las actuaciones de los habituales de Logar,  María Kosty y Ricardo Palacios.
Un Marciano este Logar.

miércoles, 11 de junio de 2014

CHELY

Ramón Fernández es ya –por mi parte- un habitual de este blog. Director de comedia que supo dar siempre lo que pedía el público y llenar las butacas de gente.
Pues, además de todo eso, fue percusor del “Cine Quinqui”. Ignoro cual sería la primera película adscrita al subgénero. Decir que "Chely" es la primera, sería muy descabellado por mi parte pero, desde luego, antes de que este explosionara con las películas de Eloy de la Iglesia, en su vertiente más social o  las de José Antonio de la Lomaen su lado más popular, y mucho antes de que cineastas autores como Carlos Saura se infiltraran con la deshonesta intención de dotar de “dignidad” al subgénro con la espantosa “Deprisa, deprisa”, ya estaba el señor Fernández, que venía de generar millones con “No desearás al vecino del quinto” haciendo películas de quinquis en las que el delincuente es el bueno de la función. Como esta “Chely”, que además, por si no funcionaba lo de los delincuentes, ya se encargarían de traer gente a los cines los reclamos de Nadiuska como absoluta protagonista y Fernando Fernán Gómez, que llega, cumple con su contrato de, pongamos, dos días de rodaje y se las pira con viento fresco, quedando ahí en la película, eso si. El guión sería cosa de Juan José Alonso Millán.
Ahora, ¿Cómo siendo precursora es la menos conocida y la única que apenas se reivindica? Pues yo creo que es por su condición de populachera, por ser la menos sensacionalista, y no tener en el reparto delincuentes reales, sino actores que, en esta ocasión, dan el tipo bastante bien.
Cuenta, por un lado, la historia de una jovencita que, muy metida en el mundo de la droga (no sabemos si por consumirla o venderla, la cosa queda ambigua), es encarcelada justo al tiempo que su padre, un viejo profesor, sale de la cárcel. Los amigos de esta, una banda de delincuentes juveniles, se dedican a prostituir a una de las chicas del grupo, para cuando esta está en casa del cliente, irrumpir allí a golpe de pistola y desplumar todo lo que tengan a tiro. Deciden ir a buscar al padre de su amiga y colmarle de atenciones, hasta que este muere en trágicas circunstancias, y la trama se complica.
Desde luego es una obra menor de Ramón Fernández, no es una gran película “quinqui”, y el guión hace aguas por todos lados, así como el ajustado presupuesto. A Fernando Fernán Gómez se lo quitan de encima rápido, quizás porque no  había dinero para pagarle el caché, váyanse ustedes a saber. Sin embargo, el hecho de que esta película apareciera antes que lais famosas, la convierte, sino en pionera, si en algo a tener en cuenta, sobretodo por su carácter de cine palomitero, alejado de malos rollos y amarillismos en pro de la diversión (aunque la chica protagonista ande en movidas de drogas, es muy sutil y no vemos ni gente inyectándose, ni tan siquiera un mal porro que se fumen los chavales) De hecho, "Chely" contiene un sobre exceso de ritmo, pasa todo a tantísima velocidad, que entre eso y lo confuso del guión, hace que te pierdas, pero en absoluto, te aburras.
Así que, se deja ver, sencillamente.
Encarnando a los delincuentes tenemos a Nadiuska, que tiene tanta pinta de quinquillera como yo de sacerdote, Josele Román, que por físico y voz de cazallero sí que da más el tipo, José Maya, y el Aston Kutcher patrio (es clavado), Pedro Mari Sánchez muy popular de niño al interpretar a Críspulo en “La gran familia”. Ya de mayorcito pudimos verle en esa cosa extraña que es “El refugio del miedo” y, paradójicamente, luego trabajaría para Eloy de la Iglesia en algunas de sus películas, sería el doblador de JoséLuis Manzano en “El Pico”. Curioso.
Por la parte de las víctimas de estos desalmados tenemos a  Manuel Alexandre, Ricardo Palacios o Tomás Zori,  y por la de los que simpatizan con los macarras, el antes mentado Fernán Gómez, a Antonio Merino o a Isabel Luque, que no es normal lo buena que estaba esa mujer, y lo bien que está ahora con casi sesenta años El destape, a rasgos generales, está servido.

lunes, 3 de marzo de 2014

LOS CANTABROS

Paul Naschy, desde luego, tenía una afición enorme al género, al que fuera. Y como en salas de cine estaba siendo un taquillaza “Conan, el Bárbaro” se rodó el solito una película extraña a más no poder. Digamos que se trata de un “Exploitation” de “Conan”, customizado e hispanizado  Y si no lo es porque esto se basa en hechos históricos, digamos que es una apreciación subjetiva.
Cuenta la historia de  Corocotta, un guerrero Cántabro que luchó contra los ejércitos Romanos de  Marco Vespasiano Agripa cuando estos intentaban conquistar Hispania. Mientras Marco Vespasiano cae ante los encantos de las Cántabras que le seducen y traicionan, Corocotta ofrece su cabeza a cambio de la paz, la cual será negada, invitándole a perderla en combate.
Usando en la narración hechos históricos supuestamente reales, con otros ficticios - Corocotta es una suerte de Conan que trata con brujos a lo Gandalf y hechiceras- Naschy nos propone una mezcla entre “Peplum” y “Espada y brujería” rodada con cuatro duros y de lo más mediocre, en el sentido más estricto de la palabra. Con ello quiero decir que  es una locura rodar una epopeya tan grande como la que rodó el amigo Molina, supongo que con dos duros. Porque las tenía todas para que esto fuera un film altamente ridículo y risible, que visto a día de hoy, causara la solaz del espectador más desinhibido. Sin embargo, en ese sentido es más que digna; buen vestuario, buena ambientación, algún escenario penoso, si… pero no es lo suficientemente mala para causar la risa, ni tan buena como para tenerla en cuenta. Es bastante mala, porque se hace eterna, porque no tiene ritmo, porque los actores están todos espantosos, porque toda ella se compone de largos diálogos y porque, para no mostrarnos la batalla final, una voz en of nos la cuenta…  termina la película y te quedas igual que estabas. O sea, una película mediocre.
Incluso, resultan totalmente inofensivos, los insertos de comedia en la primera mitad de la película… Cántabros y romanos sueltan todo tipo de gags pretendidamente graciosos – no lo consiguen- sin saber a santo de qué, para luego dejar la comedia a un lado en pro del drama más descarnado y las coreografías de batalla menos curradas.
Mediocre, tanto, que en su momento fueron a verla a salas, tan solo 120.000 espectadores. No es la película de Naschy que menos ha recaudado, pero si bastante poco. Aunque insisto, la mayoría del cine español actual, no alcanza esa cifra de espectadores.
Es tan sosa la puta peli, que siquiera nos aburrimos; se aguanta con dignidad.
Con mogollón de actores en la película, esta cuenta con media plana mayor de interpretes habituales del cine más zetoso “Made in Spain”, esto es, tenemos ahí, haciendo, o bien de Cántabros o bien de Romanos, a célebres y entrañables actores de la talla de  Ricardo Palacios (“El pecador impecable”, “Leviatán”), Alfredo Mayo (“Poppers”, “El Cid Cabreador”), Verónica Míriel ( “Perros Callejeros II”, “¿Yahora qué, señor fiscal?”), Andrés Resino (“Regreso del más allá”, “La mansiónde la niebla”) Frank Braña, Jenny Llada, Blanca Estrada, David Rocha  incluso otros ilustres a los que ni vemos en  la pantalla, cumpliendo sus papeles de extra, como puedan ser Paloma Hurtado, o Antonio Mayans, que creo (solo creo) que es uno de los gladiadores cuyo casco impide que le veamos el rostro. Ahora, acreditado está. Todo esto capitaneado por un Paul Naschy, que luce peluca rizada bastante cantosa, luce piernacas bajo la toga y se reserva las escenas íntimas con las féminas.
Como director Paul Naschy no era tan paquete como actuando, y quizás por eso, esta película resulta tan insípida.

lunes, 21 de febrero de 2022

UN PASOTA CON CORBATA

Los mayores de 40 años con mejor memoria, recordarán que a principios de los años 80, y durante bastante tiempo, la marca Schweppes bombardeó la televisión con una agresiva campaña publicitaria con el fin de promocionar su famosa agua tónica. Así, comenzaron a producir una serie de spots publicitarios en los que un individuo con gafas de concha ofrecía tónica a sus interceptores en situaciones de toda índole, situaciones que cada vez se volvían más descabelladas cuanto más popular se iba haciendo el spot publicitario. En estos anuncios, el de las gafas podía ofrecer tónica a la gente en la piscina, en un globo aerostatito, en una discoteca o en un pueblo de la España profunda. Fue tal el bombardeo, que no solo la tónica de esta marca se volvió terriblemente popular, sino que el protagonista de estos spots se convirtió en una celebridad a la que el público bautizó con el sobrenombre de “El hombre de la tónica”.  Este caballero era un actor francés acostumbrado a interpretar papeles secundarios en toda suerte de films franceses llamado Bernard Le Coq, que más allá de la popularidad obtenida en nuestro país en los 80 por aquellos anuncios, continuó su carrera actoral hasta nuestros días, llegando incluso a ganar en 2003 el premio César al mejor actor de reparto por su intervención en la película “Acordarse de las cosas bellas”.
Como fuere, tenemos también en 1982 a un cineasta al cual hoy parece que se le ha tragado la tierra, Jesús Terrón, que con su productora Arte 7 produce y dirige lo que a priori parece un éxito seguro: Una película para lucimiento de “El hombre de la tónica”, esta “Un pasota con corbata”. La película pasó en su momento por nuestros cines de manera discreta con casi 250.000 espectadores de la época. Probablemente se estimaba un éxito mayor para este proyecto, y al no obtenerlo, aunque después la película tuvo vida comercial en vídeo de alquiler en una edición de IVS, “Un pasota con corbata” cayó en el más profundo de los olvidos.
Se trata de una película de lo más extraña, una comedia que en principio se pretende sofisticada y que gira en torno al periodismo, con más visos de querer adscribirse a la nueva comedia madrileña o al cine de la tercera vía que a la comedia popular española, pero que al final acaba siendo una especie de híbrido entre todas estas tendencias. El resultado es una cosa marciana, con un guion tan mal llevado a la pantalla que en lugar de contarnos una historia lineal parece que estemos viendo una película de sketchs.
Le Coq interpreta —doblado por el mismo actor que le doblaba en los spots televisivos— a un periodista que, por un lado intenta llevar a cabo su profesión con dignidad, encontrándose siempre con dificultades que le impiden publicar sus reportajes como a él le gustaría, y por otro, soltero empedernido como es, se relaciona con toda suerte de mujeres, siendo seducido por una lolita de 17 años, aspirante a periodista, interpretada por una novatilla Emma Suarez que, asimismo, también era menor de edad. Bajo estas dos premisas, se va desarrollando el argumento sin que haya en realidad una línea argumental clara.
Lo más curioso de todo es que tenemos, en papeles secundarios, a toda una ristra de personalidades del periodismo de la época que aparecen en la cinta en calidad de colaboración especial, así, tenemos a Joaquín Arozamena interpretando a un atracador de bancos, a Jesús Hermida haciendo de sí mismo, a Isabel Tenaille interpretándose también a sí misma, y luego, en otros papeles, a Luis García Berlanga como hombre aburguesado que juega al golf con nuestro protagonista o a Micky (de Micky y Los Tonys) como productor de cine “S” que desprecia un guion ofrecido por el personaje de Le Coq . A esa nómina hay que sumarle las apariciones del popular Doctor Cabeza y del mismísimo Sam Peckinpah, que aunque aparecen acreditados dentro del reparto, sus apariciones forman parte de los reportajes rodados por el protagonista, por lo que es muy difícil adivinar si el material empleado en sus apariciones forma parte de algún tipo de archivo, o si está rodado ex profeso para la película. Mi sensación es que es material insertado. Completarían el reparto actores y actrices nuestros de toda la vida como puedan ser Manuel Alexandre, Ricardo Palacios o Nadine Rochex, una actriz exageradamente tetuda y habitual de las películas de Pajares y Esteso.
No puedo decir que sea una mierda, puesto que algo de oficio hay en ella, pero sí que se trata de una película que, una vez saciada la curiosidad que sin duda suscita por su condición de rareza, deja a uno frío. Básicamente no ocurre nada, es solo una colección de escenas montadas sin demasiada coherencia entre ellas.
Bernard Le Coq con los años volvió a intervenir en nuestro cine y, en la película “GAL” de 2006, que indagaba en las pesquisas del grupo antiterrorista, Le Coq interpreta a una especie de sosias de Felipe González. También se le pudo ver en producciones de prestigio como “Caché” de Michael Haneke.
En cuanto al máximo responsable de "Un pasota con corbata", Jesús Terrón, poco más se sabe. Investigando un ratillo, he dado con su canal de Youtube que lleva por nombre “Círculo Cinematográfico Sam Peckinpah” y en el que sube extractos de cortometrajes o entrevistas que realiza el propio Terrón a distintas personalidades, por lo que parece estar vivo y coleando, pero por lo demás, en IMDB, la única película que se le adjudica como director es la presente.

jueves, 20 de enero de 2011

EL RETORNO DEL HOMBRE LOBO

La creación más famosa de Jacinto Molina, Waldemar Daninsky, mola, mas que por su condición de licántropo, por ser un personaje totalmente atemporal. Con esto no quiero decir que las películas protagonizadas por este personaje, sobrevivan bien al paso del tiempo (todo lo contrario, lo llevan bastante mal). A lo que me refiero, es que Daninsky, lo mismo está en el medievo (LA BESTIA Y LA ESPADA MAGICA), que está en los años setenta (DR. JECKYLL Y EL HOMBRE LOBO), que está en los años cuarenta (LA MARCA DEL HOMBRE LOBO). Esto lo convierte en individuo tremendamente impersonal, dando la impresión de que son distintos hombres lobos en cada película. Y esta es una película adscrita a las protagonizadas por el Waldemar Danninsky barbudo, que aún consideradas por los “Naschystas” las mejores de su filmografía, a mi me parecen las peores. Son aburridas y no demasiado malas, con lo cual el elemento “Risas”, lo borramos de un plumazo..
EL RETORNO DEL HOMBRE LOBO, dirigida por el propio Jacinto Molina, cuenta que tras ser ejecutados en la edad media, tanto la Condesa de Bathory como su siervo, el licántropo Danninsky, en la actualidad, por un lado unas chicas de vacaciones por los Cárpatos, se las apañan para resucitar a la condesa, mientras que por otro lado, unos profanadores de tumbas, resucitan igualmente a Waldemar Danninsky, por lo que el pitote, ya está organizado a partir de ese momento.
A Paul Naschy, desde el principio, ya le gustaban este tipo de “Crossovers” en sus guiones, y si normalmente, suelen resultar, en esta, la primera de Waldemar Daninsky que se atrevió a dirigir el propio Naschy, la cosa resulta un revoltijo entremezclado de conceptos e ideas, por los que es fácil perderse, en parte debido a un montaje mas o menos torpe, y una dirección del todo incompetente.
Pero el atractivo de esta película radica en lo estético (toda la película es visualmente fascinante), por lo que es fácil perdonar unas cosas por otras.
De esas otras, es de recibo decir que en el aspecto sangriento y/o Gore, nada de nada.
En el reparto, junto a Naschy, Julia Saly, Azucena Hernández, y Rafael (TERROR EN EL TREN DE LA MEDIA NOCHE) Hernández, como uno de los profanadores que resucitan al licántropo. El otro es el orondo y terrorífico Ricardo Palacios.
En definitiva: Muy regular.

viernes, 6 de junio de 2014

CAMINO SOLITARIO

“Camino Solitario” es de esas películas de Jess Franco que verdaderamente te hacen dudar de su condición de inútil, para, simplemente, endosarle otra condición distinta; la de vago.
Porque siendo esta una película más de esa tanda de películas ochenteras ambientadas en la costa (“Los blues de la calle Pop”, “Botas negras, látigo de cuero”), rodadas sin más medios que los que vemos en pantalla y los mismos actores de siempre (Antonio Mayans es, por enésima vez, Al Pereira), sería lo más parecido a una película estándar – con permiso de “Los depredadores de la noche”- de todo lo que rodó en aquellos locos años ochenta. Esto es, que la película tiene su planteamiento, su nudo y su desenlace. Con lo que hay que creerse aquello que tanto me gusta y que decía el abuelo de “De vez en cuando hay que hacer una película de las otras, para que vean que sabes hacerlas”.  Y saber sabía. De hecho, este “Camino Solitario” tiene hasta ritmo, un montaje muy estándar y con los planos necesarios, una trama entendible y seguible e, incluso, por momentos, resulta hasta entretenida. O al menos la primera hora, no toda ella,  que se trata de Jess Franco… Pero a lo que voy, es que saber hacer una película normal y corriente, sabía.
La historia es la de siempre en una película de Al Pereira: este es contratado por una extraña mujer, que siempre es Lina Romay. Lo que cambia es el por qué es contratado. En esta ocasión tiene que encontrar a la hermana desaparecida, pobrecita y desvalida de esta mujer (Lina Romay haciendo un doble papel), recibiendo la negativa del orondo y moribundo esposo de esta, que por el contrario dice que es una verdadera arpía.  Así que Al Pereira busca, mientras tiene que sotear la vida cuidando de una hija pequeña, y acabará en los brazos de la mujer que lo contrató (como siempre…) y a la vez, la historia pegará un giro en su desenlace. Todo ello regado con largas escenas de erotismo que incluyen numeritos lesbicos, y un tono dramático extraño, puesto que los otros Al Pereiras están más enfocados a la comedia. Se agradece la seriedad que, a rasgos generales, desprende la película.
El reparto lo componen Mayans (o Robert Foster) como Pereira, la Romay firmando como Candice Coster, Ricardo Palacios, muy metido en el “mundo Franco” por aquel entonces y que acabaría hasta las narices de su director y del jefe de producción (Mayans) unos años después, cuando dirigiera su opera prima “Biba la banda”, y que contrató al “Franco Team” como equipo de producción de la misma, como el moribundo marido de la mujer contratadora, José Llamas, como en esta no tenía que follar, tan solo, pasaba por ahí,  y la introducción de la niña Flavia Mayans, que interpreta a la hija de Al Pereira y que, como han podido suponer,  es la propia hija de Antonio Mayans.
La película la distribuyó en salas United Internacional Pictures, si, la famosa multinacional, que en aquellos años, por motivos del todo fraudulentos, estrenaba grandes estrenos americanos junto a pequeñas películas marginales  que, incluso, venía bien que no tuvieran buena taquilla, caso este de “Canción Triste de…” de José Truchado (Ver en “Malas pero Divertidas”), “Operación Mantis” de Paul “JacintoMolina” Naschy, o esta “Camino Solitario”, a la que, no obstante, fueron al cine a ver  71.000 espectadores.
La película, como ya he dicho se deja ver. Pero estamos en las mismas, para ver una película estándar de Jesús Franco, me pongo cualquier otra que, sin duda, mantendrá mejor el tipo. De Franco prefiero ver las cosas más antiacadémicas, hilarantes y desvergonzadas.
Eso si, sea por el motivo que sea, siempre es fascinante ver cualquiera de su vasta filmografía.

viernes, 6 de noviembre de 2020

A LA LEGIÓN LE GUSTAN LAS MUJERES... (...Y A LAS MUJERES LES GUSTA LA LEGIÓN)

Rafael Gil, director de marcada —y orgullosa— trayectoria franquista, conocido sobre todo por adaptar con éxito a la gran pantalla las novelas de Vizcaíno Casas (“…Y al tercer día resucitó” o “Hijos de papá”), hace su aporte a la comedia española de toda la vida con desiguales y mediocres resultados. Se trata de “A la Legión le gustan las mujeres... (…Y a las mujeres les gusta La Legión)”.
Cuenta la historia de un grupo de legionarios que, en plena guerra civil, tienen que ir a rescatar a la novia del Alférez. Esta ha caído en zona roja, por lo que deberán infiltrarse y, mientras cumplen con su gloriosa hazaña, se desarrollarán las más variopintas situaciones, con la prostitución y la juerga como telón de fondo. Un poco de todo esto, quizás inintencionadamente, tomaría prestado Luis García Berlanga para “La Vaquilla”, con la que guarda sutiles similitudes.
Verdaderamente, la película es una puta mierda. Pese a vendernos una propuesta picantona, su humor acaba tornándose blanco, siendo el único elemento verdaderamente cómico la relación que mantiene el personaje interpretado por Ricardo Palacios y una cría de oso común, que ataviada con gorrito de legionario, habla en off soltando socarronas puyitas a su amigo militar y a los que le acompañan. Intuyo que este elemento cómico, además, no fue premeditado, sino ideado e incluido en la sala de montaje, espontáneamente e in situ, como ya era menester en la época. Erotismo soterrado pre-destape (recuerden que Franco daba sus últimos coletazos) y anacronismos criminales, completan el pack. Pero no deja de ser curiosa la historia que hay detrás: Rodada en 1975 pero retrasado su estreno por problemas de distribución, la película no conoció vida comercial hasta ya bien pasados los primeros meses de 1976 y la muerte de Franco, por lo que fue recibida de manera bastante fría por parte del respetable; no era muy adecuada, a comienzos de la transición, una película con mensaje claramente fascista. Su estreno en salas fue accidentado: En Barcelona, y en clara protesta hacia un título con reminiscencias machistas, grupos feministas arrojaron cubos de pintura a la fachada del cine dónde se estrenó. A eso hay que añadirle los altercados que sufrieron las inmediaciones de la misma sala, días más tarde, cuando la CNT decoró el cine a base de pintadas con tan mala suerte que se personaron en el lugar los grises, gasearon la zona, y acabó aquello como el rosario de la aurora. El cine la retiró de cartel para proyectar cualquier película americana y evitar así los altercados. Aun así, resultó ser un éxito de taquilla reuniendo a casi un millón de espectadores durante su periplo.
En el reparto tenemos nombres secundarios del cine español como puedan ser Luis Varela, Paco Cecilio, Manolo Codeso y un largo etcétera, que si bien ninguno destaca más que otro al ser esta una película coral, también es cierto que todo el reparto está más que correcto.
Como anécdota, comentar que en su edición videográfica en los años ochenta, y como ocurría con muchas de estas películas de los sesenta o setenta a la hora de editarlas, “A la legión le gustan las mujeres (…y a las mujeres les gusta la legión)” sufrió una metamorfosis en la caratula de la cinta de alquiler: Estando en boga por aquellos días las películas de Mariano Ozores interpretadas por Andrés Pajares y Fernando Esteso y co-protagonizadas por Antonio Ozores y Juanito Navarro, esta aprovecha un dibujo contemporáneo de cualquier otra película con Juanito Navarro, para colárnoslo en la misma como protagonista absoluto junto a Codeso. En realidad la aparición de Navarro en la misma se reduce a una escena de menos de un minuto, pero en aquellos años, sin duda, vendía mucho más la presencia de Juanito Navarro que la de cualquiera de los verdaderos protagonistas, así que, sin escrúpulo alguno, se convirtió a Juanito en protagonista. Entrañables los años del videoclub español que engañaba al público con total descaro y sin consecuencias al respecto.
Por lo demás, bueno, una españolada dentro de un saco.

viernes, 14 de agosto de 2015

USA, VIOLACIÓN Y VENGANZA

Una especie de mafioso intuye que su contable le va a delatar a el fiscal y pone  remedio al asunto, mientras que por otro lado secuestran, drogan, y violan a una señorita, que acaba enamorándose de su violador al permanecer consciente durante una de estas violaciones en la que la sedan. Textualmente; acaba enamorándose del violador, a base de sentirle dentro, de sentir tanto placer.
Una gilipollez como un templo, una cosa amoral como pocas, y más importante aún, coñazo  como pocas. Y mal contada, porque la sinopsis que yo alcanzo a entender –igual soy muy corto de entendederas o presto muy poca atención, pero no creo- es la arriba mostrada pero suceden muchas cosas más, sin embargo, en esencia, es eso.
José Luis Merino, uno de nuestros artesanos del género, coquetea con el “Rape and Revenge” – o lo que él interpreta como “Rape and Revenge-” y nos lo sirve en una época del cine español zetoso que me encanta; los primeros ochenta. Consecuencia quizás de esta época, sea el hecho de que si te dicen que esta película es de Jess Franco, tú te lo creas… porque, mientras la veía pensaba que parecía una película de Jess Franco.  Así que al final, y con estas películas como muestra y ejemplo, lo que muchas veces consideramos un estilo personal, resulta que no, que es de todo impersonal, y una pura consecuencia de la ausencia de medios.
Reflexiones a parte, esta película no hay por donde cogerla, y peor aún, no solo es aburrida sino eterna, acercándose a las dos horas de metraje y a pesar de que pasan muchas cosas, hay muchos disparos y muchas violaciones, finalmente, el dinamismo brilla por su ausencia, y queda una cosa muy loca e insufrible.
Pero destaca su mentalidad “Exploitation”. Maravillosos resultan el cartel, directa y descaradamente plagiado del de “Soldado Azul”, su falta de escrúpulos a la hora de abordar el tema de la violación –vamos, que la gachí pide más- o el bochornoso hecho de que, pretendiendo ambientar la película en los Estados Unidos, como bien indica el título, se note tanto que están en España. Una España, además, excesivamente cañí, a la cual tunean y donde hay un chiringuito de prensa, sigue habiendo un chiringito de prensa, pero le ponen un gran cartel, cutre a más no poder, que anuncie algo en Inglés. Más maravillosamente bochornoso resulta cuando haciendo hincapié en que están en los USA, ruedan en lugares tan reconocibles como La Zarzuela en Madrid, o vemos pisos con cuadros, puertas y aspecto definitivamente español.
Quitando estas chorraditas que dotan a la película de cierta gracia, por lo demás, es inaguantable. Vamos, para ver de aquella manera,  y enviarla a la papelera de reciclaje (porque si tienen el VHS o el Beta, algún zumbado, lo mismo les da 10 pavos por él).
En el reparto, destacan los nombres de Pilar Alcón (“¡Qué gozada de divorcio!”, “Aquí huele a merto… ¡pues yo no he sido¡”) o Ricardo Palacios, cuya presencia siempre convence por su contundente corpulencia y actitud. Aquí, hace de megalómano vistiendo túnica a lo Demis Rousos, y fumando puros a los que rechupetea la punta, que da verdadero asco.

lunes, 28 de julio de 2014

BUSCANDO A PERICO

Antonio del Real, que tiene la particularidad de ser, sin comerlo ni beberlo, el único director español actual que hace un tipo de cine muy deudor de “La Españolada”, paradójicamente, inició su carrera como un miembro más de “La nueva comedia española”, es decir, que viene de un cine distinto al que hace ahora. Esto es, que al igual que los Colomos y  Truebas de turno, del Real hacía un tipo de comedia contemporáneo, marcado por la transición y la izquierda de inicios de la década de los ochenta, dónde la política, la delincuencia, la droga y el post modernismo formaban parte de esa nueva comedia, dejando atrás todos los tópicos de lo que la comedia española había sido hasta ahora. Es decir, comedia para “progres”. Y si en 2006 del Real se atrevió a hacer algo tan fuera de época como es “Desde que amanece apetece”, en 1982, y tras el éxito que supuso su opera prima “El poderoso influjo de la vida”, rueda algo tan actual para su momento como fue “Buscando a Perico”, dónde, quinquis, fachas, rojos y cocaína, forman el particular universo de esta película.
Un aristócrata de viaje por algún exótico país latinoamericano, se trae a España un cargamento de cocaína oculto en un paquete de cocos. Su ayudante, que se encarga de ellos de vuelta a españa y que ignora lo que los cocos contienen en realidad, los deja en el asiento trasero del coche. Al día siguiente, cuando va a comprar el periódico, dos quinquis le roban el coche, estando dentro de él los cocos con la coca y el hijo de este, Perico. Y de ahí el título “Buscando a Perico”. A partir de ahí, mafia, policía, drogadictos y demás morralla, entran en escena, buscando a los dos “Pericos”, con las situaciones cómicas que esto acarreará.
Hay que ver con lo moderna que resultaba esta película en su momento, lo desfasada que se queda a día de hoy. Teniendo buen recuerdo de ella de haberla visto años atrás, el volver a verla ha sido un ejercicio soporífero, a pesar del ritmo endemoniado que gasta la película.
Vendría a ser un remedo a la española de “Los Locos del Cannoball”, en la que muchos y variopintos personajes van a por algo a la carrera, todo ello convenientemente adaptado  al españolismo ochentero y haciendo alarde de lo políticamente incorrecto, como era común en el humor de aquellos días, recién salido el país de una dictadura. Y no dudo que la combinación en la época fuera explosiva – de hecho, fueron a verla más de 500.000 espectadores al cine, pero dónde de verdad tuvo tirón la película, fue en los vídeo clubs- pero a día de hoy no funciona en absoluto. No conseguí reírme nada de nada, a pesar de la predisposición que tengo yo con este tipo de productos. Ni tan siquiera entretenerme. Con la de cosas que pasan. Ya es difícil.
El reparto, plagado de grandes como Luis Escobar, Antonio Gamero, Agustín González, Santiago Ramos, Guillermo Montesinos, Ricardo Palacios o Charly Bravo, es además excéntrico hasta el punto de tener en sus filas destacadas presencias de la televisión infantil de aquellos días comoFernando Chinarro (“El gran circo de T.V.” “El loco mundo de los payasos”) o José Riesgo (“Terror en el tren de media noche”) y Juan Ramón Sánchez, Julián y Chema, respectivamente en “Barrio Sésamo” y que aquí interpretan a un mafioso y a un heroinómano respectivamente, o del mundo de la canción como puedan ser Caco Senante, o el criminal Teddy Bautista, en un rol que parodia al Alex DeLarge de “La Naranja Mecánica”.
Curiosa. Pero no ha aguantado el visionado. Una lástima, porque quería que me gustase, pero…

jueves, 15 de diciembre de 2011

HIJOS DE PAPÁ

Una muestra más de cine post- franquista, de la mano, como no, de Rafael Gil (Y AL TERCER AÑO, RESUCITÓ) adaptando nuevamente una obra del también fachoso Vizcaíno Casas, que hasta se reserva un cameo en la película.
La acción se traslada hasta 1946, en una época en la que los adolescentes, ávidos de sensaciones fuertes (como los de los ochenta y como los de ahora) se conformaban con una copita de licor en el bar, y ya como cosa muy extrema, con ligarse a alguna vedette de la revista de turno. La mano dura de sus padres, buenos españoles devotos de Dios, les hacía actuar según su mandato. Con un emotivo discurso en la plaza de Oriente, con Franco ensalzando los valores de una España que se las promete feliz, hacemos un salto en el tiempo hasta los años 80, época en la que se rodó la cinta, para ver lo hippies y lo mal educados que son ahora los jóvenes, que no respetan ni la patria, ni las costumbres, ni la religión.
Obviamente, el mensaje de esta película es totalmente fascista. Pero además de forma abierta y hasta orgullosa (como pasa en todas las pelis perpetradas por el tarden Casas/Gil), pero claro, aquí salgo de manera ultra tolerante a favor de esto. No hay nada más fascista que el no disfrutar de una película solo porque la han hecho los fachas, y claro, estos cuentan las cosas desde su punto de vista. Respetable o no, eso es otra cosa.
Así que en definitiva, y dejando a un lado las ideologías, al final HIJOS DE PAPÁ, resulta un melodrama costumbrista rodado a la antigua (el cine español de hoy, subvencionado y hecho por, y para la gente de izquierdas, es mas fascista que este abiertamente franquista) altamente divertido, en ocasiones por lo exagerado de lo que nos muestra (una manifestación de falange en la parte ambientada en los cuarenta, en la que el protagonista, veinteañero, ondea la bandera de España mientras le dice a su compañero: “Esta es la España que queremos para nuestros hijos”, a lo que este le responde: “Y si nuestros hijos no son capaces de comprenderlo, ya se lo explicaremos”) y en ocasiones, simplemente porque la película está entretenida y bien.
En el reparto, como no, grandes de la talla de José Bódalo, Agustín González, Ricardo Palacios o Fernando Sancho y una jovencita, bellísima y pizpireta Ana Obregón, que se lleva la palma del delirio: Da vida a una jovencita actual inmersa en la movida Madrileña, pero que el día 20 de noviembre se viste con su uniforme de falange española, va a las manifestaciones franquistas y le dice a su padre, el cual se emociona al ver la ideología de de su hija: “una puede ser muy “In” y tener sus propias ideas”. Telita. Parece una parodia.

martes, 19 de marzo de 2019

SOLA ANTE EL TERROR + SCREAMS OF A WINTER NIGHT

SOLA ANTE EL TERROR: Una niña tiene la desgracia de presenciar la agonía y muerte de su padre. Queda traumatizada de por vida y ya mayorcita es incapaz de caminar, salir de la cama y sociabilizar. Su madre y su tía cuidan de ella. O eso parece en un principio, porque luego, a su espalda, la desprecian cruelmente. De hecho, son las culpables de la muerte de su progenitor. Este, desde el más allá, ruega a su hija que acometa venganza y aunque a la chica le cuesta un poco, al final pillará un cuchillo y, en estado de trance, comenzará a acabar con todos. Entre medias hay un médico que también anda metido en el marrón y quiere encerrarla en un sanatorio (cortesía de un sobrio y estupendo Ricardo Palacios) y un músico alemán que se enamora de la protagonista y, ciertamente, no aporta nada a la historia.
Nos encontramos ante una de esas películas típicamente ochenteras de Jess Franco en las que se ha invertido el menor dinero posible y se nota. Todo es austero, mortecino e incluso deprimente (esas características calles vacías propias de la temporada baja). Los crímenes van bastante escasos en cuanto a hemoglobina y únicamente se reservan para el final un accidente automovilístico.
Rodean a Jess Franco sus habituales, Lina Romay como la moza traumatizada, Antonio Mayans como el padre y Mabel Escaño y Carmen Carrión como las villanas. Sorprendentemente no asoma ni una sola ubre en toda la peli.
Si digo que es más bien coñazo no digo nada nuevo. Luce todos los signos de identidad de su director y eso o lo tomas o lo dejas. Yo la he visto de reojo, mientras desarrollaba otros quehaceres y así, pues sí, se soporta. Sentado frente a la tele, con toda mi atención y todos mis sentidos dedicados a ella, dudo que hubiese sido capaz.


SCREAMS OF A WINTER NIGHT
: Un grupo de jovenzuelos se reúnen en una cabaña. Pasan el rato lanzándose zascas unos a otros, gastando estúpidas bromas y contando historias de
terror, historias estas que se nos presentan en formato imagen (e interpretadas por los mismos actores que hacen del clan de colegas, lo que está muy bien). En concreto son cuatro. Una bruja enana acosando a una pareja de noche en el bosque. Unos estudiantes pasándolo canutas en una casa encantada. Y unos chavales que visitan un cementerio y son atacados por espíritus malignos de papel maché. La chica amargada del grupo dice que está hasta el moño de cuentos de fantasmas y pone la guinda con un relato "realista" de asesinatos entre seres humanos. Al final de todo los chavales son machacados por una extraña fuerza sobrenatural y, casi dos tremendas horas después, se acaba lo que se daba.
"Screams of the Winter Night" es un ignoto producto del año 1979. Hay que reconocerle cierto saber hacer y solvencia, sin embargo adolece de lo mismo que muchas pelis de su época: A falta de nada mejor, se abusa del diálogo hasta límites soportables y en general resulta bastante plomiza. En concreto, la segunda historia es extremadamente palizas. Pero se le perdona porque se trata de una cosita entrañable, aunque tampoco repetiría.
Destacar los títulos de crédito iniciales, largos, con considerables segundos de pantalla en negro y diálogos, gritos y alaridos a modo de banda sonora. La verdad es que resultan bastante efectivos.

sábado, 21 de octubre de 2023

TEX Y EL SEÑOR DE LOS ABISMOS

Teniendo en cuenta que el western no me tira casi nada, y su versión italiana muchísimo menos, ¿qué demonios hago yo viendo y reseñando una "del ramo"? Pues porque hay una historia detrás que marca cierta diferencia. "Tex" es, junto a "Diabolik" y "Dylan Dog", uno de los astros indiscutibles del comic ítaloparlante. Supe de su existencia a raíz de que mi querida y recurrente prensa francesa hablara en sus páginas de "Tex e il signore degli abissi", la primera traslación a la gran pantalla, en carne y hueso, del personaje, encarnado además por alguien tan adecuado como el gran Giuliano Gemma y dirigida por un auténtico especialista, Duccio Tessari. ¿Y a qué se debía tal interés si, como digo, la cosa iba del oeste? Porque, tal y como lo vendían en Francia, parecía la enésima versión "exploitativa" de "Indiana Jones", más teniendo en cuenta que el film venía fechado nada menos que en 1985, cuando el western -espagueti o no- andaba casi casi bajo tierra (la gran excepción aquí sería "Silverado" de ese mismo año, pero ya me entienden) Así pues, aprovechando mi viaje de fin de curso a Italia, recorrí los quioscos de la zona buscando un tebeo de "Tex", hasta que lo encontré y me llevé una gran decepción al descubrir que eran las historias de indios y vaqueros tradicionales (nota: en uno de aquellos intentos, topé con un quiosquero veneciano que no me lo quiso vender por ser del país que era/soy. Además, entonces desconocía por completo que el personaje había sido editado en España) Por todo ello, cuando finalmente la película llegó a nuestros video-clubs, cortesía de "Vision Films Video", mi posible interés se había reducido a cero.
Hay que aclarar que lo del parentesco con "Indiana Jones" es exclusivamente cosa de uno de los carteles disponibles, gloriosamente ilustrado por E.Sciotti. Ahí aparece hasta con látigo -utensilio que "Tex" NO usa en la película-, y unas pintas más propias del famoso arqueólogo, metido en un especie de templo maldito. El cartel oficial es distinto, y no resulta tan tramposo, mucho más fidedigno al lenguaje genuino del western de toda la vida. Entonces, ¿el rollo "Indy" es cosa del aquí expuesto o está en el largometraje? Pues estar, está.
Al no haber leído con atención ningún tebeo de "Tex", no puedo afirmar ni negar que esos toques más fantasiosos sean cosa exclusiva del film. Pero algo me dice que fue una imposición de los productores, teniendo claro como tenían que, en plenos años 80, y con el cine Spielbergiano de aventuras fantásticas petándolo, era el único modo de encarar la materia si pretendían despertar el interés del público, especialmente el de tirón juvenil, bastante ajeno al western. No es la primera vez que lo vemos. Un caso muy muy parecido -y mucho más descarado- lo tenemos en la traslación del aviador británico de novela "Biggles" a la gran pantalla, metiéndolo en un berenjenal de ciencia-ficción nada propio de él.
En cualquier caso, la historia de "Tex y el señor de los abismos" gira en torno a un carro mangado repleto de rifles. Recurren al prota para localizarlo y castigar a los culpables. Entre medias, aparece una tribu de indios que odian al blanco invasor y, con la excusa de adorar a un dios azteca, solo quieren destruirlo. Esta última parte es la que toma prestados más elementos del cine Spielbergiano. Para empezar, los dardos que lanzan convierten instantáneamente a sus víctimas en momias gracias a un encantador, aunque algo tosco, efecto especial (cortesía de los hermanos Paolocci, quienes a partir de ahí currarían en títulos tan variados como "Miedo Azul", "Body Count", "Los bárbaros" y algunas películas de Bruno Mattei o Claudio Fragasso). Además, responden a las órdenes del tal señor del abismo, un menda vestido con harapos instalado en una gruta repleta de lava. El enfrentamiento final con "Tex" es de lo más tonto y deslucido (induce a pensar aquello de "¿tanto rollo para esto?") aunque, eso sí, da pie a que la gruta se derrumbe y el volcán estalle. Ya saben.
Entre las cosas buenas, los tiroteos, intensos. Los "stunts", algunos espectaculares. La polvorienta ambientación. Y que no hay historia de amor. De hecho, el único personaje femenino de toda la película es una india malvada de escasa presencia. Curioso.
Al estar rodada en España -inevitable-, los rostros autóctonos ya legendarios son innumerables, algunos con roles escuetísimos: Aldo Sambrell, José Luis de Vilallonga, Charly Bravo, Frank Braña o Ricardo Palacios. Diría que también ronda Tony Isbert. Completa la tarta "eurotrash" la presencia de William Berger como el habitual colega de "Tex", "Kit Carson".
Me gustó más el arranque que la parte final, pero bueno, considerando su naturaleza, el visionado terminó resultando pasable. Ya es algo.