lunes, 31 de julio de 2017

RIFIFI EN LA CIUDAD

A los neófitos suele gustarles esta película, porque creen estar viendo una película de Jesús Franco con una narración estándar. A mí me gusta esta película, porque ya le veo el plumero a Jesús Franco. Primero de todo, porque ya estamos ante un “exploitation” de la película francesa, adscrita al cine negro, “Rififí”. Un clásico. Esta “Rififí en la cuidad”, a parte del género, lo único que tiene en común con aquella es la presencia del actor Jean Servais, si bien es cierto que no sería la  primera película a rebufo de “Rififí” dentro de la cinematografía Europea, es decir, que ya hubo más “Rififís” Antes del de Franco. En segundo lugar, le veo el plumero porque ya va flojeando; Sus películas más aclamadas, “Gritos en la noche” o “La Reina del Tabarín”, dónde dio el máximo que podía dar en lo que a academicismos se refiere, ya quedan atrás, y por primera vez se vislumbra el estilo de ese Jess Franco torpe, chabacano, vago, del que la década de los ochenta daría buena cuenta con el cine negro que haría entonces. Esta película, aún de bajísimo presupuesto, contaba con buenos profesionales a su servicio, pero ni por esas. “Rififí en la ciudad” sería su película sementera más franquiana, y se salva de la quema por poseer una cuidada iluminación –muchas veces expresionista- y una buena dirección de fotografía. Por lo demás, puro Franco.
Una trama enrevesada, basada en la novela “Vous Souvenez vouz de Paco?” de Charles Exbrayat, que, perdonen que les diga, fui incapaz de seguir. No me enteré de nada, no por falta de atención –visualmente está bien la peli- sino por la incapacidad  del tito Jess de dotar de ritmo y coherencia a las imágenes filmadas.
Con lo cual yo solo veo a un político corrupto haciendo fechorías, a un detective que pretende nosequé, y gente yendo, viniendo y muriendo a golpe de pistola durante las casi dos horas que dura la película, aderezado todo con los personalísimos numeritos de Jazz que el director introduce en la trama sin demasiado orden ni concierto. Con todo, la vi entera sin inmutarme demasiado.
Sin embargo, las sinopsis de Internet, rezan que se trata de una película en la que  un confidente de la policía es asesinado por  los esbirros de un político corrupto, Leprince, que a su vez, es el responsable del tráfico de cocaína proveniente de centro america. Cuando se presenta a la presidencia del senado, los hombres que asesinaron al confidente, serán asimismo asesinados, por lo que un detective de vuelta de todo, intentará, por sus cojones, resolver este caso como sea.
Bueno, como curiosidad, y para completistas, no es ni de lejos lo peor a lo que nos podemos enfrentar de Franco. Y aunque ya se van viendo pinceladas de lo que se avecinaba, al final solo se trata de una mala película estándar, al menos soportable. La fascinación no brota albergada en algún recóndito lugar en sus fotogramas.
A Jesús Franco le gustaba contar, que cuando Orson Welles vino a españa con la intención de contratar un director de segunda unidad para “Campanadas a medianoche”, eligió a Jess Franco tras ver su película “La muerte silba un Blues”.
Emiliano Piedra, productor español de Welles en aquél tiempo, le dijo que ni se le ocurriera contratar a Franco, ya que era un director horroroso. Para sacarle de dudas, le sentó en una butaca  e hizo que se le proyectara este “Rififí en la ciudad”, ya que la consideraba la mayor mierda jamás filmada. Debió ponerle cualquier otra, porque, según Franco, “Rififí en la ciudad”, es la película suya que más homenajea el estilo de Welles, por lo que al terminar la proyección ordenó que se contratase a Franco inmediatamente, ya que supo vislumbrar el posible homenaje, lo cual ya adecuaba al director Madrileño a ser el segundo de Welles. Verdad o no, lo cierto es que Franco acabó siendo director de segunda unidad de Welles, y “Rififí en la ciudad” una de sus películas más respetadas.
Por otro lado, el protagonista, un popularísimo por aquel entonces Fernando Fernán Gómez que da vida al detective, cuenta que rodaron la película en Marbella, y que siendo Franco uno de los productores, gran amigo suyo y con quién se pegaba unas juergas de cojones, aceptó rodar a cambio del dinero suficiente para mantenerse en Marbella durante el rodaje de la película, y para sus juergas nocturnas. Después percibiría primas según taquillaje. Dice Fernán Gómez, que después de rodar no vería un solo duro. Y no me consta que a corto plazo la película tuviera vida comercial. Aún así, Fernán Gómez en sus memorias, no guarda una mala consideración de esta película –como si la guarda de otras muchas que hizo- ni de Jesús Franco en general, si comentando que se trataba de una película en la que el presupuesto brillaba por su ausencia, y que en consecuencia, flipaba viendo como la cosa avanzaba sin mayores problemas.
Trabajarían juntos, de hecho, en más ocasiones.