miércoles, 31 de enero de 2024

GALERÍA DE ESCANEOS BONITOS 32 (ZETISMOS 2)

Imágenes extraídas de las fermosas páginas de "Mad Movies", "L´Ecran Fantastique", "Impact" y otras revistas franchutes que me alegraron la adolescencia por ahí los años 80/90....

"Video Violence" es un clásico del llamado SOV ochentero. Uno perpetrado por los dueños de un vídeo club horrorizados al percatarse que la mayoría de su clientela pagaba por consumir ingentes cantidades de violencia magnestcópica. Idearon la historia de dos pavos dedicados en cuerpo y alma a grabar vídeos "snuff" para luego comercializarlos entre aquellos mismos adictos al horror. Vamos, en el fondo "Video Violence" era una crítica al género y su público. Pero, irónicamente, generó muchos dineros. De ahí que los empresarios corrieran a facturar una secuela, que es a la que pertenece el cartel arriba expuesto. Verlo en las "Notules Lunaires" de "Mad Movies", provocó la expulsión de mis globos oculares. Sobra decir que tardé años en lograr una copia de la primera entrega (subtitulada al españolo).... y, en fin, ni la terminé. Es por ello que he evitado localizar y consumir la segunda. Para mí, lo mejor de la franquicia se reduce al cartelazo en cuestión.


Lo trágico de "Psycho Cop" es que la alquilé y vi en una época que mi estómago estaba más preparado y predispuesto. Y ni así logré localizarle la gracia por ningún lado.
Obvio y descarado exploit de "Maniac Cop" -hasta el extremo de cabrear como una mona a William Lustig, quien los acusó de "falta de imaginación", cosa relativa si tenemos en cuenta que su película era también un exploit de ya saben cual. Logrado y medianamente original, sí, pero exploit a fin de cuentas-, lo más interesante de "Psycho Cop" es que venía firmada por un ex director de cine porno gayer, Wallace Potts. ¿La peli? pues según recuerdo un aburrrrrrrido slasher en el que un poli pirado, y de lengua suelta a lo Freddy -la tendencia entonces-, va asesinando chavales idiotas en plena party improvisada.
Por extraño que suene, generó una secuela de la que se encargó alguien con supuesto más talento, Adam Rifkin. Pero... en fin, más de lo mismo. Mierda insalubre condenada al infierno del séptimo arte.


"Fin de semana de pesadilla" es, tal y como indiqué en su día reseña mediante, una bizarrada. Además, una hiperchunga. Co-parida entre yankis y franchutes más habituados al cine de metesaca, de entrada contaba con un guión decente, hasta que los sucios europeos metieron mano y jodieron la marrana (eso según contaba uno de los implicados... norteamericano, por supuesto). Al final quedó una cosa caótica y sin sentido trufada de un reparto principal sorprendentemente sólido (alguno haría carrera posterior), tetas, gore y una foto tan chula como la expuesta. No es que salga en la peli, solo hacían el tonto durante la sesión de maquillaje. Por supuesto "Nightmare Weekend" -que así se llama en v.o.- fue distribuida por Troma. ¿Quién sino?


Hoy estamos acostumbrados a ver nacer día sí, día también, productoras y seudoproductoras especializadas en parir toda suerte de basura insalubre. A finales de los ochenta / inicios de los noventa, con la implícita dificultad que entonces acarreaba todavía la realización cinematográfica, no era tan habitual. De vez en cuando, tímidamente y entre la penumbra, asomaba una que, aluego, duraba cuatro primaveras y desaparecía por donde había venido. Me vienen al atrofiado cerebro "Reeltime" (fundada por doña Roberta Findlay), "Artistic License", "Camp Video" y "Even Steven". Justamente, a estos iba dedicado el recuadro publicado en las páginas de "Mad Movies" donde se anunciaban sus prontos lanzamientos. Ninguno de ellos tenía desperdicio. Destacando "Blood Hunger", que firmaba el todoterreno Gary Graver (ex-socio de Fred Olen Ray y.... ¡Orson Welles!) y, muy especialmente, ese "Attack of the killer cave-babes" de Ed De Priest. Bien, el señor De Priest únicamente disponía de un crédito previo como director, del año 1969, otra aventura prehistórica de corte pajero según guion de.... ¡¡Ed Wood!! ("One Million AC/DC"). Sí, pinta a reciclaje total y absoluto. Sin embargo, no he podido corroborarlo porque ninguna de las tres películas anunciadas por "Even Steven" existe a día de hoy. Búsquenlas y díganme si han dado con ellas. Yo no.


"Bloodsuckers from outer space" es un caso muy muy extraño. Película semi amateur parida en 16mm a mediados de los ochenta por un texano de sonoro apellido, Glen Coburn, cuenta la historia de una invasión marciana que degenera en otra de vampiros, a base de humor y truculencia. Es decir, una fórmula infalible para el adicto medio al "trash", al gran guiñol, como era yo entonces. Nunca tuve acceso a ella. Y, hasta hace poco, seguía siendo terreno muy oscuro en su propia tierra. Solo recientemente ha comenzado a recibir las clásicas atenciones tardías por parte del fandom... pero sin exagerar. Nada desmedido. Bastante menos que muchas otras de su quinta y estilo. Deberían aprovechar ahora que su director aún colea y no sea mea encima (y acaba de terminar una cosa titulada "Brain Tumor").
Yo, con subtítulos, tal vez le daría una oportunidad... pero costar, costaría.

Aquellos insensatos interesados en la primera dosis de "Zetismos", tiren por aquí...


lunes, 29 de enero de 2024

BLOOD CULT

“Blood Cult” es uno de los clásicos populares del SOV.
Erróneamente promocionada durante lustros como la primera película de terror filmada en vídeo (mentira, en Estados Unidos ese honor lo ostenta la desquiciada “Agresión en la casa del terror” que incluso llegó a editarse en nuestro país, aunque si nos ponemos puristas, la británica “Death Shock” data de 1981. Pero claro, es un porno soft con pinceladitas de terror, y en ese aspecto la industria porno, sin duda, fue pionera a la hora de rodar en vídeo), “Blood Cult” es un perfecto ejemplo de negocio redondo. Quizás por ingenuidad, por hacernos una idea romántica de algo tan apasionante, siempre hemos asociado el cine en vídeo al amateurismo, a directores entusiastas que llevan a cabo una producción como buenamente pueden con su dinero, amigos y favores. Nada más lejos de la realidad, “Blood Cult” es la prueba; un producto diseñado para ganar miles de dólares.
Y es que en la época de mayor auge de los videoclubs, los desahuciados del mundo del cine encontraron en estos establecimientos un nicho que explotar. Daba un poco igual la película que hubiera en las estanterías; si era de terror, se alquilaría. Así, los productores Jill Clark, Bill F. Blair y Linda Lewis, se asociaron con el fin de rodar en poco menos de nueve días y dos cámaras Betacam, una película de terror que con un bajísimo presupuesto pudiera reportarles beneficios. Para dirigir el tinglado contrataron al marido de Linda Lewis, Christopher Lewis. El tipo tenía un pasado demasiado turbio, había sido declarado culpable de pertenecer a una productora que, en los 70, se dedicaba a rodar porno gay con menores, cosa que ocasionó el consabido escándalo. Para el rodaje de “Blood Cult” ya estaba absuelto.
La película costó 25.000 dólares, sin embargo, se emplearon 100.000 más en una campaña promocional por videoclubs. Era muy agresiva y les dio resultado, por lo que se vendieron cintas de vídeo por un tubo y nuestros productores se forraron. Así pues, “Blood Cult” pasa a la historia por tratarse de la primera película rodada en vídeo que consigue unos beneficios importantes. Resulta curioso que su condición se usara como reclamo, como algo atractivo (el estar parida en vídeo y pensada solo para ser así consumida) cuando, hasta entonces, era algo de lo que casi avergonzarse. A partir de ahí, el SOV se impondría en los videoclubs americanos compitiendo en alquileres con los lanzamientos que provenían de los cines.
La película, por supuesto, era lo de menos. En este caso, adscribiéndose al slasher, cuenta la historia de un asesino que está actuando en un campus universitario y en sus inmediaciones. La policía investiga el asunto y resulta que estos asesinatos están vinculados a los sacrificios de una secta satánica. Como se pueden imaginar, un autentico rollazo. Sin embargo es muy curioso el ver como una película tan pequeña, distribuida únicamente en el mercado del alquiler, puede hacerle la competencia a títulos grandes que han costado diez  veces más. “Blood Cult” es un prototipo que evidencia que, en el negocio del cine, lo de menos es la película.
Por lo demás, tiene su gracia el look del vídeo costroso así como los efectos especiales a base de jarabe de arce y látex, que además es lo que se explotaba; cierto erotismo soterrado, y mucha sangre y amputaciones.
Yo supongo que si la hubiera visto con 17 años me hubiera entusiasmado, pero a mi edad, que ya he visto de todo, no pasa de una sonrisilla cómplice durante el visionado, por un producto que me provoca cierta simpatía.
Blair, Clark y Lewis continuaron explotando, juntos o por separado, este modelo de producción barata en vídeo, y con alguna incursión en el celuloide de 35 mm (“Terror at Tenkiller”) o 16mm (“Forever Evil”), produjeron películas clásicas de la explotación en formato vídeo, como puedan ser “The Ripper” supuestamente protagonizada por Tom Savini, “Revenge” con John Carradine ya cadáver o “Dan Turner, Hollywood detective” con  la presencia de Marc Singer.
Un mundo fascinante el del SOV primigenio.

sábado, 27 de enero de 2024

EJECUTOR

"Ejecutor" acarrea la incómoda etiqueta de ser "la peor de Schwarzenegger en sus buenos tiempos" ¡Demonios! hablamos de 1986, el fornido astro había protagonizado "Commando" y luego haría "Depredador", una peli que no tengo en la altísima estima que muchos otros, pero es lo que es. El director de "Ejecutor", John Irvin, venía de firmar "Historia Macabra" y "Los perros de la guerra". Producía De Laurentiis. Y el resto del reparto quitaba el hipo, muy de su momento y jugoso hasta el ahogo: Sam ("Superman IV: En busca de la paz") Wanamaker -soy consciente que el veterano actor tendrá en su CV títulos de mucho más prestigio, pero ya saben cómo las gastamos aquí-, Paul ("El precio del poder") Shenar, Robert Davi, Ed Lauter, Darren McGavin, Joe ("El halcón callejero") Regalbuto, Dick ("La cosa del pantano") Durock, Sven-Ole ("Mallrats") Thorsen... y unos cuantos más, así vistos fugazmente. Además, la trama del film, en la que Arnold es un policía infiltrado en la mafia dispuesto a cometer venganza -en este caso no la suya, se presta a vengarse por otro-, prometía violencia a raudales. Incluso la imagen del hercúleo actor vestido de negro y armado hasta la sobaquera me recordaba levemente al "Castigador"... o a "Mack Bolan" si lo prefieren.
Entonces, ¿¿por qué me aburrió?? ¿y por qué, hablando de ella con mi amigo Santi, vimos que los dos sentíamos la misma antipatía? Era hora de agenciarme una copia a calidad divina y verla sin esperar nada, asumiendo lo que iba a ser. Y sí, durante buena parte del film es evidente ande reside el problema. Arnold todavía era un armario inexpresivo por entonces. No es que lo haya dejado de ser, obvio, pero en 1986 dominaba un poco menos el arte de la interpretación. Al fin y al cabo sus grandes éxitos habían sido pelis en las que hacía de máquina de matar, sin hablar demasiado, ya fuese un guerrero armado con una espada como... bueno, una máquina de matar. Que le diesen un personaje con algo más de enjundia, capaz de enamorar a una pava a base de encanto personal, y que charla, sonríe, viste elegante y dispara poco, pues fue demasiado para él. Osea, "Ejecutor" (engañoso título patrio del "Raw Deal" original -tal vez también eso contribuyó a crear falsas expectativas-) es "demasiada película para Schwarzenegger" Y si encima le rodean de maravillosos y carismáticos secundarios, aún canta más. Un caso muy parecido al de Chuck Norris en "Código de silencio", film que contaba con grandes actores, grandes técnicos y una trama prometedora, pero terminó hecho trizas al fichar a semejante pedrusco -Norris- como eje central. Lo de "Ejecutor" no es TAN grave, aunque se aproxima.
Sin embargo, cuando ya tenía mi teoría perfectamente clara, llegamos a los últimos 20 minutos. Arnold se viste de negro, pilla todas las armas disponibles en el taller y la emprende a tiros con la mafia al completo, sin dejar uno vivo. Además con esa violencia tan seca, contundente y sangrante de la época. Cierto que la utilización del "Satisfaction" de los "Rolling Stones" no es un buen acompañamiento sonoro. Pero la masacre que sigue, a base de delicioso sintetizador macarra, es la leche. De hecho, y hablando de "Frank Castle", se parece mucho a la que años después haría Thomas Jane al final de su "Punisher". Y sí, funciona... pero no arregla la película. Supongo que tarda demasiado en llegar y te deja, valga la coña, insatisfecho.
Así pues, y aunque todavía no entiendo muy bien del todo qué falla en "Ejecutor", es cierto que sigue siendo un título flojo. Con sus virtudes, no lo niego, sus buenos momentos y aciertos, pero adolece de un ritmo cojo (llega un punto en el que notas como le pesa el culo) y, tal vez, le falta acción. Más muertos y menos diálogo para Arnie habrían solucionado la papeleta.

viernes, 26 de enero de 2024

PLENILUNIO (2000)

Otra película española de los dosmiles más o menos olvidada. Pero, esta vez, y a diferencia de las varias de aquella década que de un tiempo a esta parte vengo reseñando, está francamente bien… sin embargo, en su momento la crítica fue más bien discreta con la cinta, y el público apenas llegó a 200.000 espectadores que, igual para el año 2000, ya era un éxito.
Se trata de la adaptación de la novela homónima de Antonio Muñoz Molina que, para la ocasión, adapta al cine su propia mujer, la también escritora Elvira Lindo (la de “Manolito Gafotas”) que firma el guión. Y así todo queda en casa. Dirige el que en su momento fuera uno de nuestros directores más prestigiosos de los 90, Imanol Uribe.
Se trata de un thriller serio y sobrio a más no poder, en el que, tras encontrar el cadáver de una niña que ha sido brutalmente asesinada, un inspector de policía investiga a la vez que las pistas le llevan a conocer a una mujer de la que se enamorará. De este modo, somos testigos de las fechorías del asesino en serie que ha cometido tan atroz crimen, un pescadero sexualmente reprimido que vive con sus padres y se pasa la vida mascullando. Con un par de copitas encima, las noches de luna llena sale a asesinar niñas inocentes. Hasta que un día una de sus víctimas resultará no estar muerta, lo que agilizará la investigación.
En un momento de la película, el inspector, interpretado por Miguel Ángel Solá, dice: “Lo que me da más asco del cine es la forma en que hace atractivo un crimen cuando en realidad no es más que crueldad y chapuza”. Y casi parece una declaración de intenciones porque, efectivamente, “Plenilunio” se cuida de hacer que los crímenes del asesino sean interesantes: este es un tipo repugnante y sus crímenes una auténtica chapuza. A ello contribuye la interpretación de Juan Diego Botto que, pese a que no es un actor al que yo considere muy dotado, aquí, maldiciendo por lo bajini, con ese pelo largo y grasiento y fumando cigarrillos como un poseso, no solo está muy bien, sino que consigue que sus apariciones generen algo de inquietud. Podíamos destacar todas sus escenas como lo mejor del film, y estas se van entrelazando con el romance del inspector de policía con una mujer de mediana edad interpretada por Adriana Ozores, que tampoco están exentas de interés por el trato que se le da al romanticismo, frío, tosco y totalmente alejado de lo rosa. Y me resulta muy curioso ver una historia de amor en una película llevada con la solera del que transporta un saco de patatas.
Así que, en definitiva, tenemos aquí una película serena, oscura, densa y en la que cada pocos minutos estamos palpando el mal rollo. Además de tener una fotografía en scope acojonante —de cuando las películas todavía se rodaban en celuloide—, una estupenda banda sonora firmada por Antonio Meliveo y una cuidada dirección por parte de Uribe, que en lo sucesivo, aunque nunca le faltó trabajo, iría perdiendo el prestigio que en los 90 le proporcionó una que, al contrario que la reseñada, le ha sentado bastante mal el paso de los años: “Días contados”.
En papeles secundarios tenemos a un estupendo Fernando Fernán Gómez haciendo de cura comunista, Chete Lera haciendo de Chete Lera, María Galiana o Manuél Morón.
“Plenilunio” fue nominada a cinco premios Goya. No consiguió ninguno.

miércoles, 24 de enero de 2024

GALERÍA DE ESCANEOS BONITOS 31: SUBPRODUCTOS YANKIS (PART SIX, POPURRI 2)

Más que grandes películas, lo que el "Empire" de Charles Band paría a espuertas eran títulos capaces de generar maravillosas imágenes, listas para adornar las páginas de tu carpeta, fanzine y/o revista . Lo mismo que a la hora de fabricar carteles, algo absolutamente fundamental en toda compañía de mentalidad exploitativa, como era el caso. Y por eso resulta tan sencillo y gozoso dedicarle una de estas entradas de escaneos estupendos. Lo hemos hecho antes, ya sea centrándonos en títulos específicos ("Creepozoides", "Esclavas del Espacio") o en plan más variado (le tocara a la misma "Empire" o a su subdivisión ñordística "Beyond Infinity Films"). Así pues, ¡reincidimos! más material jugoso, colorista y delirante rescatado, cómo no, de las páginas de mis queridas revistas franchutes, esas que -como siempre digo- me alegraron la adolescencia por ahí los años 80 y 90.
No es mucho... pero se disfruta igual.


Maravillosa imagen de una joven y preciosa Barbara Crampton ataviada de pirata para un proyecto de Stuart Gordon que nunca jamás llegó a materializarse. Lástima. "Re-Animator" y "Re-Sonator" aún andaban calientes, así que la idea de rejuntarse de nuevo los dos para llevar adelante las sangrientas correrías -o eso prometía el título, "Bloody Bess"- de una corsaria con ubres (las preciosas ubres de Barbarita) habría podido ser.... interesante.


A "Catacombs" ya le di un muerdo en su día. Esta película de David Schmoeller sufrió en sus fotogramas la debacle de "Empire". Quedó ahí, en la inopia, hasta que otros se hicieron con ella y tuvieron la desfachatez de sumarla a una franquicia medio fantasma, "The Curse", en una estrategia muy propia de aquellos añorados piratones tiempos. En concreto se suponía que era la cuarta entrega aunque, obvio, no tenía absolutamente nada que ver con las tres previas (y así podríamos ir restando hasta la primera). Con todo, el film resulta bastante malucho y solo destaca por la imagen de arriba y un Jesuscristo de ojos negros descendiendo de su cruz para cargarse a un monje.


Si algo le sobraba a "El morador de las tinieblas" eran imágenes promocionales guapas. Si algo le escaseaba, y mucho, era... calidad. Cuando leí sobre ella por primera vez (en un "Mad Movies") y me topé con la foto arriba expuesta (se supone que se trata de Jeffrey Combs, pero diría que fue un doble el que se comió el coñazo de maquillarse) o la del peludo mostro que puebla el largometraje (dirigido por John Carl Buechler y guionizado -y renegado- por el papá de Chucky, Don Mancini, oculto tras seudónimo) me volví loco. Pintaba a fabuloso homenaje a la E.C.Comics -y algo hay de eso- lo que, además, la emparentaba con mi querida "Creepshow". Luego llegó a nuesos video-clubs, la alquilé con entusiasmo y...... se saben el resto.


Del caso "Pulse Pounders" he hablado ya en otras ocasiones. Resulta fascinante. Una antología compuesta por tres historias, dos de ellas SECUELAS DIRECTAS de largometrajes previos de la misma "Empire" ("Trancers" y "El amo del calabozo"). Y la tercera, un auténtico refrito conceptual de "Re-Animator" al tratarse de otra adaptación de H.P.Lovecraft con el trío estelar de aquella al completo, la Crampton, el Combs y don David Gale (cojones, si hasta la tipografía es la misma que la del clásico de Stuart Gordon). Todo ello cocinado por el capo himself, Charles Band. ¿Se puede pedir más? ¡Sí! se puede pedir que sea buena. Y, según me consta, queda lejos de cumplirse. No he visto "Pulse Pounders". De hecho, muy pocos la han visto, porque -como en el caso de "Catacombs"- pilló a "Empire" en pleno colapso y quedó condenada al limbo. Se proyectó en una Con de esas. Y alguno de sus segmentos ha tenido vida propia. Pero, así, en general, sigue siendo un título maldito. Invisible. No se por qué, algo me dice que mejor que siga siéndolo. El cartel, por supuesto, mola un rato.

lunes, 22 de enero de 2024

HWANGGEUMNYEONPILGWA GAEGUJANGI OEGYESONYEON

Los exploitations de “E.T. El extraterrestre” se cuentan por decenas y, por supuesto, la animación coreana, una de las industrias con más cara de la historia del cine, no pudo dejar la ocasión de expoliar el largometraje de Spielberg con dos productos animados protagonizados por el encantador extraterrestre, uno de ellos inencontrable y el que nos ocupa: “Hwanggeumnyeonpilgwa gaegujangi oegyesonyeon”. Prueben a decir en alto el título original. Obviamente, por aquí nos gusta ese título, pero, internacionalmente, este plagio de “E.T.” cuenta con toda una amalgama de ellos: “E.T. and the Magic Pencil”, “E.T. and the Magic Crayon”, “Golden Pencil and the Mischievous Alien Boy”, “Gold Pencil and Alien Boy”…
La cosa va sobre una raza extraterrestre que está destrozando las galaxias. Una reina extraterrestre enviará a su hijo (E.T.) a la tierra para salvarla. Allí, este se encontrará con unos niños meones y muy ruidosos. La madre de E.T.  les entregará un lapicero mágico a cada uno y, en una nave espacial con forma asimismo de lapicero, emprenderán una aventura sideral con el fin de ayudar al E.T. a derrotar a los extraterrestres malos.
La película es confusa, extraña y extremadamente cruel, ya que presenciamos un par de muertes demasiado violentas para un film de animación infantil.
El caso es que da la sensación de que el plagio es mayor de cara a comercializar la película que en sí misma. Obviamente el extraterrestre protagonista está claramente inspirado en el diseño de Carlo Rambaldi, aunque con ciertas diferencias. En la animación es de color verde y va vestido con algo parecido a un mono espacial. Además, no se trata exactamente de E.T., es otro extraterrestre llamado Mikel (al menos así traduce en la estupenda edición en Blu Ray a cargo de "Asian Trash Cinema") que además habla y tiene dotes de mando. Vamos, que el bicho se parece, pero en absoluto pretende ser E.T., aunque en la caratula de vídeo guarde un parecido más que evidente con la criatura de Spielberg, marroncito, desnudo, y tocando el dedo al niño, solo que hay trampa, porque en vez de proceder con su icónico índice luminoso, lo hace con el lapicero mágico que da título a la película. Así pues, nos encontramos con una doble estafa, ya que, si se pretende ver un exploit de “E.T.” tal cual lo conocemos, pronto comprobamos que el parecido no es tanto, y que nos la han colado. La prueba está en que existe un póster de cine menos engañoso en el que se ve al marciano tal cual es.
Como fuere, esta película es una auténtica rareza y una buena muestra de lo que eran capaces de hacer los coreanos con sus dibujos animados allá en los años 80. La animación es tosca —como viene siendo habitual en ellos—, a veces las caras de los personajes son tan solo borrones, pero, en general, está lo suficientemente entretenida para que le prestemos atención la hora y el par de minutos que tiene de duración. Ahora, sin todos estos elementos exploit que son los que la hacen atractiva, no sería más que un largometraje de dibujos animados al uso y del montón que, curiosamente, recuerda a un episodio de Doraemon (¿casualidad?).
La otra película de animación coreana que explota “E.T.”, aún con sus delirios, sí que sería un plagio más evidente del universo creado por Spielberg y, espero algún día poder dar cuenta de ella aquí. Por el momento, confórmense solo con esta.
Dirige un tal Young-su Lee, que no cuenta con crédito alguno en ninguna otra película.

sábado, 20 de enero de 2024

¡TODO SOBRE MÍ!

En su autobiografía, Dario Argento perdía el entusiasmo y las ganas de narrar batallitas a medida que avanzaba la lectura. Es decir, a cada nueva película, menos tiempo le dedicaba. En la suya, William RIP Friedkin, simplemente -y muy acorde a sus radicales maneras-, se limitaba a ignorar aquellos títulos que no consideraba propios. Así, "El contrato del siglo" y "La tutora" no existían. Pues bien, lo mismo podemos aplicar a la reciente autobiografía del legendario Mel Brooks. No se salta títulos a lá Friedkin, pero sí actúa como Argento, dedicándoles menos atenciones de forma progresiva.
Es un hecho conocido y aceptado que el pequeño y enérgico judío se arrepintió muchas veces de haberse dejado llevar por el gustirrinín del éxito. Sus dos primeras obras, "Los productores" y "El misterio de las doce sillas", eran lo que él mismo califica de "comedias inteligentes". Sin embargo, que ninguna funcionara demasiado bien en taquilla le empujó a aceptar un encargo, el de una "comedia tonta" tirando a vulgar, "Sillas de montar calientes". Su monumental éxito condenó a Brooks de por vida, obligado a no salir nunca del camino que esta había trazado, centrándose en la parodia bufa de géneros cinematográficos populares. Apostando por productos menos a su gusto y más al del público, lo que se traduce en el obvio desencanto en el que se sumió su carrera como director de cine. A partir de "La última locura", Mel Brooks abordaba cada nueva empresa con menos entusiasmo y pasión que la anterior, limitándose a su rol de artesano de la comedia tonta. Y eso, como digo, se refleja en sus memorias. A la escasez de anécdotas interesantes y longitud, hay que sumar, incomprensiblemente, la reproducción de diálogos y gags extraídos de sus films. ¿No comprende que el lector interesado ya se sabe todo eso de memoria? ¿qué necesidad hay? ¿compensar la escasez de información? ¡¡coño, lo que yo quiero es chicha!! Desafortunadamente, el autor no tiene el corazón puesto en "La loca historia del mundo", "Spaceballs" o "Drácula, un muerto muy contento y feliz"... y se nota. Una pena.
Las cosas mejoran un poquito cuando llegamos a "Que asco de vida", película más en consonancia con sus dos primeras obras. Luego ya Brooks se olvida del cine, centrándose en su mayor satisfacción, el musical de Broadway inspirado en "Los productores". Este se come buena parte del tocho. Y a mi no es que me interesara demasiado, por ello terminé saltándome párrafos, especialmente aquellos en los que se limita a lamer ojetes.
Porque de culos húmedos y buenrollismo forzado los hay para matar y rematar. En la vida de Mel Brooks todo era color de rosa. Cuando se mete en algún tema pantanoso, lo pasa por encima y de puntillas. Como lo relacionado con el fallecimiento de Anne Bancroft, su esposa. Es comprensivo por el dolor que ello debe causarle, pero, siendo un momento tan determinante, se ve raro en una autobiografía. También descoloca que ni mente los finales de algunos de sus grandes colaboradores, es decir Gene Wilder, Marty Feldman o Madeline Kahn. En cambio, no tiene vergüenza alguna en dorarle la píldora a su hijo Max, presumiendo de méritos y logros que, obviamente, el chaval no hubiese conseguido de no ser "hijo de". Coño, la editorial de peso que editó su primer libro la regentaba un amigo íntimo de su puto padre... si eso no es enchufe, ya me dirán qué es.
Dejando de lado las películas propiamente dichas, el resto del tochito se centra en la vida del comediante. Sin embargo, mientras dedica líneas y líneas, a veces en exceso, a su infancia y, sobre todo, su participación en la segunda guerra mundial (tal vez por querer demostrarnos unos orígenes humildes y su sacrificio por la patria), a partir de que logra meterse en el mundo del espectáculo, el terreno personal pasa a un segundísimo plano. Tocándolo muy de vez en cuando, aleatoriamente y sin dar demasiados detalles.
Más interesante resulta la historia de Brooksfilms, la productora con la que pretendía rodar materia ajena a la comedia. Así, cual subtrama paralela, narra los pormenores de la hermosa "El hombre elefante" o "La mosca". Destaca en ese apartado la conflictiva confección de uno de sus pocos fracasos, "Guerreros del sol" (que no estaría mal revisar / reseñar). Pero, incluso esta, con los años dio beneficios. Ya les digo, en el universo de Brooks parece no haber lugar para las malas noticias y los descalabros, cuando todos sabemos que su carrera como director se fue desinflando, y mucho, con el tiempo. No me creo que hable de éxito taquillero respecto a algunas de esos últimos largometrajes. Supongo que el pequeño judío entendía el espectáculo como alegría, color, luz, positividad, siempre preocupadísimo por la audiencia. Podríamos decir que el libro está diseñado para eso, complacer al lector, no hacerle pasar demasiados malos tragos y concluir con una sonrisa. Y sí, el viaje es ameno y dinámico, solo que la sensación obtenida cuando terminas se parece mucho a estar a dieta y dejar la mitad de la tarta sin devorar.
Tal vez "¡Casi todo sobre mí!" habría sido un título más adecuado.

viernes, 19 de enero de 2024

TREBOL NEGRO: SIDA, MALDICIÓN DESCONOCIDA

La cinematografía mexicana es inmensa e inabarcable, y más si nos detenemos en los parámetros de la serie B/Z. Ahí los mexicanos no tienen parangón ni remilgo alguno a la hora de explotar, con el fin de vender el mayor número de entradas posible, algunos de los temas sociales más escabrosos del momento.
Por otro  lado, la enfermedad del SIDA fue un filón en este sentido, no solo para los gerifaltes de la industria B, sino también para los estudios de Hollywood que, con otras formas y maneras, supieron explotar las consecuencias del virus (por ejemplo, con “Philadelphia”). Jess Franco lo intentó en los ochenta, así que podemos hablar, sin temor a errar, de un subgénero en toda regla y llamarlo “sidaxploitation”. Y ahí, por supuesto, México es el país líder.
Sin embargo, ninguna película es tan salvaje, incisiva y anárquica con respecto al tema como esta “Trébol negro (SIDA, maldición desconocida)”, que además de contar con muy poquita vergüenza, se rodó en el año 1991 (aunque las bases de datos la fechan en 1996), cuando todo estaba más claro con respecto al SIDA y tenía menos sentido explotar el tema. Sin embargo, tiene el aspecto de una película de principios de los 80. El director Ismael Rodríguez Jr. (hijo de Ismael Rodríguez Sr.) se rueda, yo creo que sin ser demasiado consciente, una obra maestra del despropósito.
El caso es que da la sensación que el guion inicial fuera simplemente una historia de venganzas en torno al juego y las infidelidades, y que, para darle más morbillo a la cosa, añadieran en última instancia la subtrama con el SIDA por medio. El resultado es una película tan amoral como estúpida, que se corona como uno de los hitos de la comedia involuntaria.
Un traficante de drogas, que alardea de lo mucho que le gusta arponearse (inyectarse heroína), descubre en la consulta del doctor que ha contraído el SIDA. Pero no queda muy convencido ya que, según él “yo soy macho, el SIDA es de maricones”, así que, pese a las advertencias de su médico no hace caso alguno, y continúa su vida de vicioso como si nada. En una partida de cartas, en la que un mafioso le está sacando ingentes cantidades de pasta, decide meterse un pico. Pronto pasa un niño gordo —que se parece al Piraña— a recoger los vasos de las mesas, cuando se topa con la jeringuilla del individuo llena de sangre. “¿Qué pasa, te da asco mi sangre?” le pregunta. “¡Pues toma!” y acto seguido, con una maldad incalculable, le clava la jeringuilla infectada de SIDA en el brazo al niño. Se lo llevan sin darle más importancia a un asunto tan grave, pero el juego de cartas continúa, y como a nuestro protagonista ya no le queda más dinero, decide jugarse a su novia (lógicamente infectada de SIDA) perdiéndola en la partida. A partir de ahí la película es un desmadre de venganzas, traiciones, trafico de drogas y acción ¡sin apenas tiros! en el que se pueden imaginar el desenlace.
Lo cierto es que todos los personajes son unos cretinos y el tratamiento que se le da al virus de inmunodeficiencia adquirida es poco menos que denunciable (el protagonista es tan malo y desalmado, que va por ahí contagiando el SIDA con total ligereza), además de resultar escasamente creíble la poca información al respecto que manejan los personajes, pero a su vez, todo eso es lo que convierte a este film en un entretenimiento sin parangón.
Y es que, al margen del descerebre general (el protagonista que se va muriendo de SIDA según avanza la película, es el mayor villano, el más malvado que yo he visto en una película) “Trébol negro (SIDA, maldición desconocida)” es condenadamente entretenida, con sus muchos personajes liándola cada vez más parda y más gorda. Es un poco “Ebola Syndrome” mezclado con las aventurillas de Parchís, y rebañado en muy, muy mala leche.

miércoles, 17 de enero de 2024

GALERÍA DE ESCANEOS BONITOS 30: SUBPRODUCTOS YANKIS (PART FIVE, FINDLAY)

Imágenes extraídas de las fermosas páginas de "Mad Movies", "L´Ecran Fantastique" y otras revistas franchutes que me alegraron la adolescencia por ahí los años 80/90....

Tras dedicarle una entrada a dos mostros del exploitation con pene, es decir, Andy Milligan y Ted V.Mikels, toca proceder con otro de idéntica categoría. La diferencia es que este luce vagina (y por tanto muta a "esta"). Estoy hablando, cómo no, de Roberta Findlay. Una cineasta que casi supera en deshumanización, interés crematístico, oportunismo, desfachatez y ausencia total de escrúpulos a los arriba mentados, y al resto del gremio al completo. Su historia es apasionante. Desde sus años como pareja de Michael Findlay pariendo roñas desalmadas, pasando por la época dedicada al porno, hasta su reciclaje en "horror filmmaker". Y cuando la biografía de un creador supera en interés a su obra, vamos mal.
No obstante, la providencia ha querido que rejuntara sendo material visual extraído de su filmografía más ochentera. Se hacía pues necesario dedicarle la siguiente galería...




Todas estas imágenes forman parte de "El Oráculo", dirigida por Doña Findlay en 1985. Tenemos un monstruito verde de lo más cutre (en el film se supone la alucinación de un individuo), una prostituta reventada a cuchillazos (y, una vez más, nos ofusca que blogger permita publicarlo pero censure materia sexy) y la cabeza arrancada de cuajo por unas manos monstruosas a un pobre baranda. ¿Me he dejado una? efectivamente, la de la tía -sí, es una dama- con el rostro hecho puré. Pero hay una razón para ello, se trata de una anécdota nostálgica que he explicado chorromil veces. Si no la conocen y desean "saber más", acudan aquí. Casi resulta perturbador que una chunguez como "El Oráculo" marcara tanto mi juventud.
Lo cierto es que, en su día, este blog contó con una reseña de la interfecta. Y, además, tirando a positiva. Me hice con el VHS, la vi tras años desde mi último intento y, muy sorprendentemente, me gustó. De ahí que le dedicara unas letras bien intencionadas. Cuando decidí programarla en la Maratón de Cine de Terror de Cotxeres de Sants del 2015 reincidí y, esta vez, la encontré insoportable, lo que me obligó a retirar la mentada reseña, publicándola -con leves variaciones- de modo exclusivo en papel, concretamente el "AVT" de la misma Marató que, muy alegremente, pueden descargarse aquí.



Estas otras imágenes pertenecen a una de las películas de Roberta Findlay mejor distribuidas en España, gracias a que fue "Lauren Video Hogar" quien se encargó de acarrearla, "Sombras Diabólicas" ("Lurkers" en v.o. Igual que el famoso grupo punk) de 1987. Lo cierto es que creo recordar haberla intentado consumir, sin llegar al desenlace. Vamos, que sería un pestiñaco de mucho cuidao. De momento, quédense con la copla de que el maquillaje del tipo deforme fue obra y gracia de uno de mis héroes, Ed French.

lunes, 15 de enero de 2024

HISTORIA DE RICKY

“Historia de Ricky” es una popular película hongkonesa (una de las primeras en recibir la célebre categoría III para mayores de 18 años) que adapta a la pantalla grande un Manga Japonés titulado “Riki-Oh” y para la que se cuenta con la pluma, al guion, de uno de su creadores, Tetsuya Saruwatari.
Se trata de una cinta de culto que con el paso del tiempo ha llegado a ser muy conocida, máxime cuando Edgar Wright reconoció en “Historia de Ricky” una de sus películas favoritas. Esto ha llevado a que youtubers treintañeros con una acusada deficiencia mental se vean en potestad de mofarse de ella en la red y tildarla de mala, pero eso sería otro asunto que tiene más que ver con la democratización de los medios que con el cine.
Asimismo, poco después de estrenarse en Estados Unidos en 1992, fue editada en vídeo en nuestro país por “Made in Hong Kong”, una subdivisión de Manga Films que se la dio a conocer a un público por aquél entonces ávido de gore —como el “Rap’ in Madrid”, ahora el cine gore estaba de moda, ya saben— quienes la encumbraron como uno de los títulos de referencia en los 90. La combinación de artes marciales con la violencia más brutal y desmedida vista en una pantalla, dio lugar a una nueva horda de fans que, en adelante, se especializarían en toda suerte de géneros provenientes del cine de Hong Kong.
Cuenta la historia de Ricky Oh, un individuo invencible y con una fuerza sobre humana, que tras ajustar cuentas con quien asesinó a su novia en un 2001 distópico, acaba ingresando en prisión. Allí se las tendrá que ver con los carceleros y con “La banda de los cuatro”, unos individuos que, aliados con el alcaide, controlan el presidio. En contra de las injusticias y de toda forma de totalitarismo, Ricky montará un pollo en la cárcel cuando se entere de que los peces gordos andan cultivando opio por allí, a costa de las vidas de personas inocentes. Esto se traducirá en un festival de artes marciales muy flojas, que se verán compensadas con las ingentes dosis de destripamientos, decapitaciones, desmembramientos y pulverizaciones que inundan la pantalla a cada puñetazo. Incluye un monstruo final grotesco y repugnante, cuya destrucción supone el punto álgido de la película.
Viendo “Histora de Ricky” siendo un adolescente, como fue mi caso, no es muy difícil quedarse impactado con el nivel de violencia que se gasta; cuando en un combate uno de los presos se practica el hara-kiri e intenta estrangular a Ricky con sus propios intestinos, es una imagen que no se despinta con facilidad. Todavía lo recordaba antes del reciente visionado. Sin embargo, la película responde a unos valores de producción muy de la época y el país donde se hizo, roza lo "camp" y, en consecuencia, en pleno 2023, cuando ya hemos visto de todo en pantalla, “Historia de Ricky” casi parece una broma. El gore, tan explícito, es a todas luces exagerado, exageradísimo, y ya no sorprende tanto como antaño, amén de notarse el látex utilizado y los muñecos de goma como una mala cosa. Entre eso, el humor involuntario —que hay bastante— y que el tono general es de "cartoon", ya no podemos considerar “Historia de Ricky” una película perturbadora. Asimismo, tiene un ritmo tan abrumador, es tan entretenida, dinámica y divertida, que al final el gore impactante que incluye, y con el que a priori se nos vendía la cinta en la época, no era más que uno de sus varios alicientes, no su razón de ser. “Historia de Ricky”, por todas sus características, acaba siendo un pequeño clásico.
Siu-Wong Fan, quien daría vida a Ricky para luego intervenir en productos gordos como “IP Man”, asegura que en la china rural todavía se le acercan preguntando por la película, siendo este su personaje más recordado. En 2003 el actor repitió en el papel de Ricky Oh con una secuela no oficial titulada “Super Powerful Man”. Quienes la han visto aseguran que no es tan desmadrada como la oficial, pero bastante más fiel a la estética del Manga original.
Ngai Choi Lam (así acreditado en IMDB, porque hay un lío de nombres con este director que resulta abrumador) firma su película más popular prácticamente en el ocaso de su carrera, viniendo de dirigir títulos de diversas cataduras, la mayoría de ellos inéditos en nuestro país. Pero “Historia de Ricky” trasciende por encima de todo.

sábado, 13 de enero de 2024

QUÉ ASCO DE VIDA

Parece que no, pero "Qué asco de vida" es un título muy relevante en la filmografía como director del gran Mel Brooks. Para empezar, se trata de su primera producción noventera, siguiendo a la tontísima pero muy divertida "Spaceballs, la loca historia de las galaxias". Recordemos que aquella había sido un fracaso, tal vez ello animó a Brooks a desviarse de su línea habitual de parodias y humor absurdo, para retomar esas comedias más serenas con eventuales toques dramáticos -o sentimentales- características de su primera etapa ("Los productores" y, muy especialmente, "El misterio de las doce sillas") Fue un paso arriesgado porque, en su época, también esas fracasaron. Y sí, "Que asco de vida" se metió una buena galleta a la hora de recaudar billetes. Así pues, ¿qué hizo el pequeño judío?... volver a "terreno conocido" (o, mejor dicho, aquel que se suponía el público esperaría de él) con las respectivas parodias de "Robin Hood" y "Drácula". Ambas pincharon y pusieron fin a su carrera cinematográfica. Considerando la desgana que invirtió en esas dos últimas, cumpliendo con la papeleta (están repletas de gags e ideas recicladas de sus títulos precedentes... y otras fuentes), ¿podríamos decir que "Qué asco de vida" fue la última obra de Mel Brooks abordada con cariño e ilusión? Tal vez (él mismo la considera su mejor interpretación).
Lo que cuenta tampoco es muy original. Dos ricachos compiten por hacerse con un barrio degradado, lleno de vagabundos. Hacen una apuesta. Si uno de ellos -Brooks, por supuesto- consigue pasar 30 días viviendo como un pordiosero más, sin dinero, sin nada de nada, ganará y se hará con el lugar. Sobra decir que la experiencia le cambiará a mejor, humanizándolo y tal. Y que sus ex socios se la jugarán con intención de que no recupere su antigua vida. Pero tranquilos, que hay final feliz, por supuesto. La cosa termina en boda, porque también tenemos historieta de amor y, como decía, sus gotitas de drama lacrimógeno (creo que por primera vez -y última- en la carrera del cineasta)
La deuda con Preston Sturges (especialmente "Los viajes de Sullivan") o Frank Capra, y su cine de buenos sentimientos, es cantosa. A pesar de algunos momentos más cafres y, sobre todo, del alto contenido crítico con la sociedad estadounidense, los ricachos, la sanidad (esta especialmente salvaje) y demás, "Qué asco de vida" es una película muy blanca, muy buenrollera, muy limpia (aunque incluya mucha mugre), incluso inocente. Tal vez demasiado para 1991. Así pues, no me sorprende el batacazo consecuente.
Tiene sus buenos momentos, sin duda. Te ríes. No a carcajadas, pero funcionan. Por ejemplo, la escena en la que Brooks imita a un niño negro que, bailando y cantando, consigue limosna. Obviamente, a él no le sale tan bien. Esto, y solo esto según recuerdo, era el trailer completo de la película. Llegué a verlo en algún cine y el público se reía de lo lindo. También es muy gracioso el encontronazo con el vagabundo que dice ser más rico que él, interpretado además por su viejo amigo y socio Rudy De Luca (a la vez, co-guionista de "Qué asco de vida"). La ristra de tortas graciosas es generosa e imitan -reconocido por el propio Brooks- las viejas maneras de los "Three Stooges". Y, así mismo, llama la atención que el viejo zorro logre colar en medio de la trama un inesperado número musical, de baile, esos que tanto le gustan con sus focos y colores, puro Hollywood clásico.
Tal vez el clímax final flojee, pero compensa que el resto entretiene, es agradable, medianamente divertido y emotivo. No comprendo cómo se le mete tanta caña en la red. Hay quien dice que es la segunda peor película de Brooks tras "El misterio de las doce sillas". ¡¿Han visto estos señores las de "Robin Hood" y "Drácula"?!. "Que asco de vida" cumple como bonita escapada de 92 minutos. ¿Qué más quieres?
El jugosito reparto incluye a una algo histriónica -como siempre, vamos- Lesley Ann Warren, al gran Jeffrey Tambor (sus entradas están entre lo más hilarante del film), Stuart Pankin, Howard Morris (le vimos también en "Máxima Ansiedad" y "La loca historia del mundo" de Brooks y, por consiguiente, en "Transylvania Twist" de Jim Wynorski), Michael ("Los cazafantasmas") Ensign, el mítico Billy Barty (protagonizando un gag muy parecido a otro visto en "La última locura" de don Mel), el bueno de Brian Thompson (qué carrera más colorida tuvo este hombre. Hace poco lo vi también en "¡Tres Amigos!" y su última intervención hasta la fecha ha sido, nada menos, que en "La tragedia de Macbeth", rodeado de actores de primera y dirigido por uno de los hermanos Coen), el eterno loco Raymond O'Connor, Robert (el Coronel de "Boogie Nights") Ridgely, papelito para Stanley Brock -busquen en Google y lo reconocerán al instante, esta fue su última película-, James Van Patten, de ilustre familia, marcándose un micro-rol como enfermero -lo que no deja de ser llamativo cuando siete años antes había protagonizado su propio vehículo de lucimiento, "Jóvenes Guerreros"- y, finalmente, otro habitual de Brooks, Ronny Graham, prestando la voz.
Una peli maja.

viernes, 12 de enero de 2024

TERROR AT TENKILLER

Curioso producto mercantil y desalmado perpetrado por United Enterteinment Pictures, una pequeña compañía dedicada a producir películas de presupuestos paupérrimos distribuidas directamente en vídeo, medio que, sin embargo, les proporcionaría rentables beneficios.  De esta manera, en 1986, disponen de escasos 40.000 dólares para producir una de terror. Como director contratan los servicios de un documentalista, Ken Meyer, al que le entregan el dinero y le imponen dos semanas de rodaje. Este posee una cámara de 16 mm personal que será la que utilice con el fin de ahorrarse el alquiler de la misma y contrata a su hijo, Kevin Meyer, entonces estudiante de la USC, para que actúe. Este se lleva a varios compañeros de clase con el fin de completar el reparto y/o encargarse de la dirección de fotografía. Y para que todo quede en casa, el guión lo firmaría la esposa del director, Claudia Meyer, sin ninguna experiencia en lo que a escritura de guiones se refiere. Así pues, se fueron a rodar todos juntitos a las inmediaciones de un lago perdido en Oklahoma, ambientan la trama en otro lago cualquiera, el Tenkiller Ferry, que sería el que da título a la película, y se facturan una cinta de celuloide absolutamente amateur y de un desarrollo insoportable. El argumento es más sencillo que una cartilla Rubio: dos universitarias se van de vacaciones al lago Tenkiller y, allí, hay un individuo más feo que Picio, y con la cara jodida por el acné, que está asesinando a algunas personas.  A ellas no les importa, se quedan por la zona y pronto tendrán un encontronazo con él. Fin de la historia. Naturalmente, el asesino se irá cepillando todo lo que se menee por el camino, y esa sería la razón de ser de esta cosa que, erróneamente, adscriben al slasher. Yo no creo que podamos catalogar “Terror at Tenkiller” como slasher, porque, sí, se trata de una película de acuchillamientos al uso, pero no solo el asesino va a cara descubierta desde el principio, sino que en todo momento el espectador sabe quién es. Ergo más que un slasher sería una especie de thriller fallido, porque, al conocerse la identidad del homicida desde el primer minuto, uno piensa que será por algún motivo. Pero no; es pura incompetencia de su director y del guion escrito por su puñetera mujer. Y se acabó el suspense.
La película que Meyer entregó a los de UEP era mala, pero eso no preocupaba a sus productores. Cuando vieron la copia terminada, se percataron de que había muy poca sangre, y como consideraban que para vender bien una de terror tenía que tener mucho más plasma, invirtieron unas pocas perras en rodar insertos sangrientos que incluían salpicones y algún desmembramiento. Aún así, el corte final sigue pareciendome bastante poco truculento.
También el sonido directo resultó inutilizable. Se ve que rodaron en plena naturaleza y, en consecuencia, el recital de las cigarras era tan notorio que se comía por completo los diálogos. Así, los de UEP tuvieron que soltar algo más de guita para doblar la película entera. Y le hicieron un Garci a las dos protagonistas, Michelle Merchant y Stacey Logan, porque, ya que estaban, contrataron a otras actrices para que les pusieran voz. Ellas se enteraron cuando la película ya estaba en los video clubs.
Desde luego, ver “Terror at Tenkiller” es poco menos que una tortura. Como si estuviéramos ante un culebrón texano y el grueso de la película se compusiese de interminables conversaciones marujiles entre las dos protagonistas. Nada nuevo en este tipo de producciones terroristas donde lo normal es que nos aburramos como una mala cosa hasta que llegan los asesinatos. El principal problema de “Terror at Tenkiller” es que de estos hay pocos, y cuando comienzan, están tan desangelados que casi nos divertimos más con las conversaciones intrascendentes. Un verdadero desaguisado. No en balde, la gente de "AGFA (American Genre Film Archive)", que como sus siglas indican se dedican a recuperar y restaurar productos de esta calaña proporcionando copias en DCP para sus posibles proyecciones en salas y festivales -así como editar algunos en formato domestico-, reseñan "Terror at Tenkiller" de la siguiente acertada manera: “Una parte de drama de relaciones humanas, otra parte de slasher sórdido y dos mil partes de cosas extrañas. La mejor telenovela slasher jamás realizada en las tierras salvajes de Oklahoma”.
La película no es que se distinga por el culto procesado, no obstante, y como dios manda, ha sido remasterizada en 4K y editada en Blu Ray de lujo por la gente de "Vinegar Syndrome" que, lógicamente, la hace parecer mejor de lo que realmente es.
Por supuesto, el amigo Ken Meyer no volvería a tener relación alguna con el cine, siendo este el único título en el que está acreditado. Su hijo tampoco volvería a salir como actor en más películas, sin embargo, sí que ha dirigido alguna que otra de tercera y llegó a firmar el guion de un producto mainstream titulado “Una sonrisa como la tuya”. Clauda Meyer dejó de escribir guiones, situándose frente a la cámara de modo episódico en un par de telefilmes. Que pena que los Meyer no tengan mayor historia para investigarla… la trayectoria de esta saga empieza y acaba con “Terror at Tenkiller”.

miércoles, 10 de enero de 2024

GALERÍA DE ESCANEOS BONITOS 29: MILLIGAN & MIKELS

Imágenes extraídas de las fermosas páginas de "Mad Movies", "L´Ecran Fantastique" y otras revistas franchutes que me alegraron la adolescencia por ahí los años 80/90....

Fue un Abril del año 89 cuando, ojeando alegre e inocentemente las páginas de la revista "Impact", me llevé un alegrón de tres pares de cojones. Mis queridos juntaletras franchutes (en especial aquel con el que más me identificaba, Marc Toullec) dedicaban su sección "Chérie B" (normalmente centrada en, como bien indica el nombre, artesanos del bajo o casi nulo presupuesto) a dos titanes que, por entonces, tenía en alta estima: Andy Milligan y Ted V. Mikels, ambos muy recurrentes en este blog. ¿Cómo no iba yo a amar con tanta pasión mis lecturas gabachas? En esos años, salvo "Fangoria", nadie tenía en consideración a semejantes individuos.
La cosa no iba solo de entrevista completa y reciente en el tiempo (a Milligan le quedaban dos escasos años de vida), además lo completaban un porrón de imágenes suculentas, destacando las del viejo y bigotudo Andy tomadas durante el rodaje de una de sus últimas demencias, "Monstrosity".
Aquellas páginas fueron un regalo para mis sentidos, y fuente de inagotable relectura, diccionario castellano-franchute en mano. Ese mismo al que deberán recurrir si les apetece empaparse a fondo con tan magno y fabuloso material. Se recomienda hacer click con el botón izquierdo del ratón sobre cada imagen, acompañado de la tecla CTRL en el teclado, para gozarlo diáfana y ampliamente.




lunes, 8 de enero de 2024

UNA ESPECIE DE HÉROE

Una de las películas adscritas al plan de bajo coste de Paramount tras la huelga de directores de 1981 (un plan que consistía en rodar películas por cinco o seis millones y estrenarlas con todos los honores para ver si rentaba ese bajo sistema de producción), concebida exclusivamente para el ingenio de Richard Pryor. Una idea de peón caminero en realidad, o una excentricidad de Don Simpson que, tras leerse la novela “Some kind of hero”, un drama desgarrador sobre las vicisitudes de un ex prisionero de guerra que tiene serias dificultades al ser devuelto a la sociedad, pensó que esa sería una historia cojonuda para una comedia de Richard Pryor (¿). Ni corto ni perezoso, Simpson envió una copia del guion a Pryor que en seguida se prendó de él, porque la película en sí podía ser un verdadero vehículo para el lucimiento de sus capacidades dramáticas. Lo que el actor no sabía es que el estudio tramaba realizar una desmadrada comedia con ese material.
Una vez comenzado el rodaje, tras un tejemaneje entre Richard Pryor y el estudio, el astro negro consiguió que se mantuviera el tono dramático de la novela. El estudio aceptó, sin darse cuenta Pryor que, al final, el guion de “Una especie de héroe” fue escrito con la orden estricta de que ser adaptado a la idiosincrasia de Richard Pryor, por lo que el resultado general es muy extraño. Yo diría que, efectivamente, se mantiene el tono dramático, pero que en momentos contados de naturaleza muy dura, Pryor hace lo que ha hecho siempre sin poder evitarlo, por lo que la película comienza como una comedia bélica desmadrada a lo “El pelotón chiflado”, para, poco a poco, irse volviendo más dramática, hasta el punto de que la comedia desaparece por completo. En ese sentido, Richard Pryor, como actor puro y duro, no tiene nada que hacer, y no domina ni por lo más remoto el registro dramático. Quizás por eso nunca se prescinde del todo del chascarrillo soltado a tiempo.
Durante la Guerra de Vietnam, el soldado Keller es hecho prisionero, encarcelado y sometido a vejaciones. Pasa cinco años en esa tesitura y, a su regreso a los Estados Unidos, es homenajeado con honores pero descuidado económicamente. Para más inri, descubre que su mujer ahora tiene otra pareja y se han gastado todos sus ahorros. Para colmo, su madre está gravemente enferma. Lo único agradable con lo que se encuentra a su vuelta de la guerra es a una prostituta de la que se medio enamorisquea.
Ante una situación tan desesperada, el ex soldado se lanzará a delinquir, planeando un atraco que tendrá inesperadas consecuencias para él.
Desde luego, la novela elegida y el tipo de película es de lo más inadecuado para Richard Pryor, hasta tal punto que el espectador se siente culpable cuando llega algún chiste negroide insertado a destiempo, del mismo modo que, por el contrario, en los momentos más cómicos espera ese tipo de chistes. Sin embargo es una película entretenida, muy del montón, que se deja ver sin mayores estridencias. Ver y olvidar. De hecho, probablemente sea la película de la filmografía de Richard Pryor (junto con su biopic en vida, “Yo Yo Dancer”) más olvidada de todas, cosa que es de entender porque, aunque esté bien, no es desternillante, y ¿quién quiere ver a Pryor en un rol semi-serio?
Costó ocho millones de dólares (el alto caché del actor propició que el presupuesto se pasara un par de milloncejos por encima de lo estipulado), llegando a recaudar casi veinticuatro, por lo que en términos generales acabó resultando un éxito. Señal de lo todopoderosa que era la presencia de Richar Pryor en el cine durante la década de los ochenta.
Le secunda en el reparto una ajada Margot Kidder, con la que luego compartiría créditos en “Superman III”, haciendo de la prostituta amiga del soldado. Es sabido por todos que la Kidder. con los años. se fue deteriorando a causa de severos problemas de salud mental. Aquí, seguramente ya aquejada de algo de esto, luce especialmente fea. De hecho, sorprende lo hecha polvo que está en esta película en relación a lo rodado un par de años antes.
“Una especie de héroe” incluye una escena erótica entre Richard Pryor y Margot Kidder, además bastante tórrida, en la que ella se contonea sobre el negro casi como si se lo estuviera follando de verdad. Se dice que en realidad se rodaron muchas más escenas de sexo interraciales que, por algún extraño motivo, desaparecieron del corte final generando así  las protestas tanto de la Kidder como del director Michael Pressman. Richard Pryor no protestó, a Richard Pryor se la sudaba todo.
Pressman tiene una carrera longeva que incluye mucho telefilme y mucha serie de televisión, además de una suerte de films que o no he visto, o no me han interesado. Pero citaré, por curiosos, dos de ellos. “Doctor Detroit”, otra película olvidada esta vez al servicio de Dan Aykroyd y “Tortugas Ninja II: El secretro de los mocos verdes” ¡Ahí es nada!

sábado, 6 de enero de 2024

BLACK FRIDAY (THANKSGIVING)

Todos conocemos la historia. De falso trailer como parte del horrible proyecto "Grindhouse" del no menos horrible tandem Tarantonto / Rodriguez, a largometraje. Lo mismo ocurrió con "Machete" y, en fin, ya vieron los resultados (sí, también horribles). Entonces me decía aquello de "Espero que a Eli Roth nunca se le ocurra cometer idéntico error con su "Thanksgiving", porque una cosa es un gag/chiste de un par o tres de minutos, en los que se acumulan todos los momentos llamativos, y otra currarse 6.360 segundos de trama. Más cuando hablamos de slashers, un subgénero donde abunda el nada y el aburrimiento". ¿Y qué hace el colega varios años después? anunciar la versión película de su falso trailer. ¡Vaya! la jodimos. ¿O no?.
Durante la noche de acción de gracias, inicio del Black Friday (curioso como en España se ha optado por esto segundo a la hora de elegir título. No olvidemos que ya hay una película previa en plan comedia de terror jugando con lo mismo... sí, esa en la que salía Bruce Campbell y era ¡¡horrible!!), se forma algo así como una bandada de histéricos durante la apertura de unos grandes almacenes. A consecuencia de ello, mueren dos inocentes. Justo un año después, los responsables directos de aquel drama comienzan a caer asesinados en manos de un tipo disfrazado de peregrino, luciendo una adecuada máscara para la ocasión.
Así es, un guiño al slasher en toda regla. De tan clásico que sorprende... salvo por un detallito. Podríamos decir que Eli Roth ha realizado el primer slasher Woke de la historia. Veamos por qué: Para empezar, todos los que caen bajo la ira del asesino, son -de alguna u otra forma- mala gente. Lo merecían. Luego, hay un personaje (interpretado por Rick Hoffman, actor especializado en roles de capullo. Su relación con Roth comenzó en "Hostel" donde hacía de, eso, capullo) que, de entrada, tiene todas las papeletas para ser asesinado. Sin embargo, poco a poco, va humanizándose, hasta el punto de salvarse de la quema. Y, finalmente, tenemos el gag del gato. Uno al que no solo dejan vivir, además es alimentado y acariciado por el mismo terrible psycho-killer que, minutos antes, ha decapitado a su dueño. ¿Me parece mal? en realidad no. Soy amante de los animales y un loco de los felinos, lo paso putas cuando veo una peli de terror donde se les mata (cosas estas que comparto con Eli Roth, de ahí su decisión de evitar la muerte de la criatura. Lo que no comprendo es que, por otro lado, se declare fan de "Holocausto Caníbal", luzca camisetas de la misma, le dedicara todo un homenaje en formato película y contara con su director/culpable en un cameo - para "Hostel 2"-). Es decir, viendo "Thanksgiving" me sentí perfectamente a salvo. Ni me ofendió, ni me disgustó. Claro, siendo una de terror, con el director de "Hostel" tras ella, y que recupera un subgénero muy específico de una época, ¿no es un poco triste? películas supuestamente destinadas a proporcionarnos emociones fuertes... pero que luego, de tan tamizadas, suavizadas para evitarnos ofensas y regustos amargos, no nos provocan nada.
Hay un momento en que el psycho killer persigue a una mujer. Materia normalmente cargada de suspense donde sufrimos por la posible víctima. No deseamos verla morir. Pero ¿qué ocurre cuando ese mismo personaje es detestable? nos importa un pimiento que lo maten, así que todo el trajín previo resulta innecesario. O cambiamos las tornas y el suspense muta en expectación, "¡Pero mátala ya!". Así las cosas, "Thanksgiving" se convierte en un slasher con corazón, humanidad, conciencia y sensibilidad. Sigue dándonos crímenes truculentos... pero menos de lo esperado. El falso trailer era muchísimo más salvaje, sórdido, brutal y chorreaba mala leche a espuertas. Todo eso ha desaparecido en la versión largometraje. Por ejemplo, uno de los gags más celebrados de aquel (el cuchillo a través de la colchoneta) cambia de, digamos, objetivo. Allí se clavaba en una zona muy delicada y dolorosa. Aquí, no. Mutila partes del cuerpo más "moralmente aceptables". También estaba la escena en la que un tipa hacía una felación al propio Eli Roth en un coche. Él era decapitado en el acto y, unos segundos después, veíamos la imagen grotesca de ¿su? cabeza pegada al cuerpo de un pavo asado. Uno que el asesino se follaba, tal cual. Toooodo esto tampoco está. Roth ha borrado de un plumazo los elementos más transgresores, gran guiñolescos y paródicos de su trailer. ¿Nos molesta, nos decepciona? Pues no del todo porque, a lo tonto, ello hace del "Thanksgiving" largometraje un slasher mucho más clásico, conectado con los de la época... pero aquellos que venían producidos y/o apadrinados por grandes estudios, quienes evitaban excesos de todo tipo, recurriendo, si era necesario, a la auto-censura. La ausencia de humor, de parodia, y de guiños, tributos y homenajes (lo único, un póster de "El justiciero de la noche" y otro de "Krull"), convierten la propuesta en algo más sereno de lo esperado, lejos de los desmanes de un Joe Begos o un Rob Zombie. Y lo agradecí. Sí, a pesar del elemento Woke, de la falta absoluta de tetas (en el mentado crimen de la colchoneta, la víctima va vestida. No así en el falso trailer. Curiosamente, estoy tan habituado que ni las eché de menos) pero también de aburrimiento. Eli Roth conoce bien el subgénero y sabe que, generalmente, suele ir cojo de ritmo, por ello dota de dinamismo a su película, un slasher singular que no maravilla, pero tampoco insulta. Entretiene, sin más. Aceptémoslo, el cineasta se hace mayor y, por ende, va calmando sus primigenias ansias juveniles de epatar. Ley de vida, my friends.
Los que busquen justo el otro lado de la moneda, es decir, un slasher donde un asesino enmascarado despache brutalmente inocentes (incluido un pobre gato, y no lo digo con placer, pero ya me entienden), abunde el material transgresor, un par de senos femeninos -si no recuerdo mal- y se pasen el Woke-ismo por el forro de los cojones (básicamente porque entonces no existía) pueden recurrir a.... no, no, ningún clásico de los ochenta, hablo de uno con "escasos" quince años que, desconozco el motivo, me venía todo el rato a la mente mientras veía "Thanksgiving"... "The Collector".
Unos acertados "Misfits" ponen perfecto colofón 
sonando a todo trapo.