lunes, 30 de noviembre de 2020

SLEEPWALK WITH ME

Mike Birliglia, cómico de micro de corte menos arrogante y lujoso que muchos de sus coetáneos, lejos de llenar estadios se mueve por pequeños locales de la escena off-Broadway y es el cómico predilecto del público intelectual.
En 2008, estrena en el Bleeckbet Streer Theather de Nueva York el espectáculo “Sleepwalk with me”, una mezcla de stand up y teatro que supone un éxito de crítica, llegando a escribirse sobre el show, que era, sencillamente, perfecto.
Birbiglia, en un alarde de egomanía de 10 dólares, y jugando sobre seguro, e inspirándose en su show, escribe el libro “Sleepwalk with me & Other Painfully True Stories” convirtiéndose en un best seller, y ya el siguiente paso, naturalmente, era hacer la película. Una pequeña película independiente cuyo tema central, siendo además de las pocas que lo abordan en profundidad, es la comedia stand up.
Estrenada en el festival de Sundance de 2012, “Sleepwalk With Me”, que desde que era show en las tablas cuenta la historia del propio Mike Birbiglia, narra sus visicitudes como cómico —y lo mucho que cuesta el vivir de algo tan minoritario como es el la comedia de micro—, sus relaciones personales, y su problema con la conciliación del sueño que le vuelve un sonámbulo recalcitrante, todo ello con un tufillo melodramático  que, quizás, se pasa en el sentido de querer parecer en exceso realista. Esto implica que el resultado, como la vida real, sea un tanto aburrido. Sin embargo, los números  stand up filmados están bien, y, sobretodo, rompe con la imagen de comediante millonario, excéntrico y mega-estrella, que dejaron sobre las tablas cómicos tan célebres como Richard Pryor, Eddie Murphy o Andrew Dice Clay, por poner unos pocos ejemplos.
Un cómico de stand up por norma general no es una estrella, no es multimillonario y  suele ser una persona normal con problemas normales, es lo que quiere hacernos ver Mike Birbiglia con su película, que no solo interpreta, sino que también dirige junto a Seth Barry.
Por supuesto, no se si honestamente, o por ser una película meramente independiente con todos sus tópicos y clichés, la crítica se rindió a sus pies y alabó las bondades de Birbiglia, que en realidad, y salvo porque se trata de una película genuina sobre la comedia de micro que aborda el tema honestamente, la verdad es que la película es un verdadero coñazo.
En el reparto destaca una breve intervención, sin acreditar, de una de las nuevas reinas de la comedia americana, Amy Schumer, que prácticamente pasa inadvertida.
Tras el relativo éxito de la película, Birbiglia, continúa con su labor como comediante, apareciendo en toda suerte de películas. Como director, además de un par de cortos, ha rodado también “Don’t Think Twice”, también centrada en el mundo del stand up y sobre los miembros residentes del famoso local de comedia Improv situado en Nueva York y cantera de lo más florido de los cómicos emergentes, convirtiéndose así en el director estandarte de las stand up movies para público de hocico fino, aunque estas sean aburridas, sosas e irrelevantes para el gran público. Como fuere, está claro que Mike Birbiglia ama la comedia de micro.
Con todo, acercarse a este micro-universo fílmico para minorías selectas, siempre es interesante… aunque sea con la boca chica y de pasada.

sábado, 28 de noviembre de 2020

KM.666, DESVÍO AL INFIERNO

Que una película de terror hoy día presuma de truculenta y de "regresar a la esencia del crudo y duro horror yankee de los 70" no tiene nada de nuevo, ni de raro (ni de verdadero, témome). Pero en el año 2003, saliendo aún de la invasión de productos asépticos e inofensivos impuestos por el súper-éxito de "Scream" seis años antes, era todo un subidón para el aficionado medio (sector al que, me guste o no, pertenezco). Recuerdo haber leído en su día las declaraciones del tristemente fallecido Stan Winston, responsable de los efectos, co-productor y verdadero impulsor del proyecto, donde explicaba que su intención era justamente esa, retomar un tipo de terror más sucio, feo y duro. Casi me atrevo a decir que "Km 666" fue la primera en dar tal paso. Nadie puede discutir que impuso -no inventó, pero sí perfeccionó- el "survival horror" o, lo que es lo mismo, la combinación del "slasher" clásico con la temática de supervivencia nacida a raíz de la estupenda "Deliverance". Desde entonces, es un subgénero que ha abundado por doquier.
Varios jóvenes quedan accidentalmente atrapados en plena montaña a merced de un feo clan de antropófagos. Se las verán canutas para evitar que los cacen y cocinen.
La primera vez que vi “Km 666” fue en el cine y no me gustó. La encontré aburrida y previsible y, claro, la prometida truculencia no me pareció tanta. Sin embargo, a base de posteriores visionados se me fue ganando. Tanto como para que, cuando salió en dvd una edición especial de dos discos, me la comprara. Desde entonces nunca ha dejado de molarme.
Los protas/víctimas son todo lo guapos que pide el género, pero no molestan demasiado. Desmond Harrington da perfectamente el pego como héroe de la función y esa imagen suya sujetando la escopeta al final es muy chanante. Nadie se cree que a la chica de la peli, Eliza Dushku, la haya dejado su novio ¡y por teléfono!, pero no importa. Se supone que es la "hot girl" del sarao, pero a mí me gustaba (y me gusta) mucho más Lindy Booth, que hace de golfa con aspecto aniñado/angelical. Emmanuelle Chriqui tampoco es fea, tiene un nombre muy gracioso y puede presumir de dar vida a un personaje que, para variar, reacciona con verosimilitud ante la muerte de un Jeremy Sisto que no carga por los pelos. Además, su propio fenecimiento es uno de los momentos álgidos del film, cuando le parten la cabeza/cara en dos mitades por efecto de un certero hachazo. Estando Stan Winston de por medio, los efectos se reparten entre lo físico y lo digital. Los primeros siempre se agradecen más en una película así, pero los segundos, aplicados con mesura y corrección, no ofenden en exceso. Claro que no solo de FX vive la peli. Es justo destacar que posee también unas lustrosas dosis de un suspense muy bien facturado. La secuencia en la que los protas intentan salir de la cabaña de los malos sin hacer ruido, evitando así despertarles de la siesta, está muy lograda y consigue su fin, crear tensión.
El éxito de "Km 666" -más en video-clubs que en cines- esputó varias secuelas sobre las que pueden leer en este blog (ahí van: DOS, TRES, CUATRO y CINCO. La sexta nunca llegó a reseñarse). Evidentemente, y como es norma, la calidad va decreciendo a medida que los números se acumulan. Lo gracioso es que, fieles a su fin eminentemente comercial, todas contentan al posible espectador/fan dándole aquello que se muere por ver y que incluye recreaciones (y ampliaciones) de las muertes más brutas e impactantes de la primera parte. Lo que no hay en esta, y sí en todas las otras, es tetas... alguna ventaja tendría que tener el presupuesto escaso y el destino directo a estanterías.
La gran noticia es que ya se ha rodado, pendiente de estreno, otra secuela más, solo que esta se desvincula de las anteriores y conecta directamente con la original. Para darle más caché, han contado con el guionista de aquella, Alan B. McElroy, autor también de los libretos de "Halloween 4", "Rapid Fire" (lucimiento pa Brandon Lee) y "Spawn".
La novedad de contar con Rob Schmidt para la dirección de "Km 666" residía en que venía de un cine "indie" no especialmente afín al terror y que, por ello, iba a poner más atención a los aspectos humanos y actoriles. Sí, puede que sí. Pero tampoco le sirvió de mucho, porque desde entonces, y salvo su participación en las series "Masters of Horror" y "Fear Itself", no ha parido gran cosa. 
Entre el equipo de productores encontramos a Jefferson Richard, al que debemos varios títulos bien curiosos como “Maniac Cop”, “Dance Academy”, “Vampiros a la sombra”, el actioner zetoso “One Man Force”, “El silencio de los inocentes” y “Time Master” (ambas dirigidas por James "El Exterminador" Glickenhaus, de cuando intentaba convertir a su hijo en una estrella), “Gothika”, “Leyenda Urbana 3” y “Siempre sabré lo que hicisteis el último verano”. Aunque lo más destacable se encuentra en su escueta faceta como director. Por un lado tenemos “In search of a golden sky”, baboso melodrama de aventuras infantil protagonizado por un imposible Charles Napier y co-guionizado por el eterno George “Buck” Flower. Por otro el mucho más adecuado y oscuro “slasher” tardío “Berserker” (con banda sonora compuesta por el director de "Dance Academy", como bien apuntaba Víctor en su reseña de esta última, y Flower en un papel secundario. Todo queda en casa).  Fascinante carrera la suya.
"Km 666" no es un dechado de originalidad, cierto, pero tampoco creo que lo pretenda. Es pura "formula", la recuperación de un tipo de cine parida sin efecto nostalgia, sin gota de humor, sin referencias, ni post-modernidades varias, totalmente consciente de su condición, honesta y, por ello, efectiva. Da lo que quieres y lo hace con dignidad y talento. No creo que se le pueda pedir más.
Me la quedo.

viernes, 27 de noviembre de 2020

CHECHU Y FAMILIA

De Heredia, hace un paréntesis en sus películas-vehículo para humoristas, para hacer una de verdad y demostrar una solvencia y un buen hacer a prueba de balas y para tapar la boca de aquellos que pudieran pensar que de Heredia no sabía hacer cine más allá de registrar en imágenes las patochadas del cómico de turno. Aunque bueno, según para quién, “Chechu y familia” también sería una puta mierda.
“Chechu y familia”, sin duda, sería la mejor película del director. Claro que, probablemente, la culpa la tiene Rafael Azcona que le escribe a De Heredia el guion, basándose en un cuento propio del que el director se enamoró. Y, ya saben “Con buena picha bien se jode”.
Un matrimonio pudiente se marcha de vacaciones dejando en su domicilio, un chalet con piscina, a su hijo Chechu, que ha suspendido y se ha de quedar estudiando, al abuelo, al tío de  Chechu, y al servicio, compuesto de criada, cocinera y jardinero. Por un lado Chechu lo que quiere es tener sexo con la criada, con el hándicap de que mientras que ella ronda los treinta años de edad, él cuenta con tan solo 13. El acoso al que, de buena gana, es sometida la muchacha por el menor, formaría el grueso del argumento, secundado este por las subtramas que nos presentan al abuelo cascarrabias que fuma a escondidas y hace las necesidades en el servicio de su hijo y su nuera, el tío obeso al que se le ha obligado a seguir un régimen viéndose incapaz de seguirlo, o los problemillas con personajes externos, como el novio de la criada, que arma un pifostio al intuir que esta se acuesta con el “señorito” de la casa.
Con tono de vodevil, que por momentos roza el sainete, pero todo ello servido de la manera más contemporánea posible, “Chechu y familia” resulta ser una comedia al más puro estilo españolada clásica, con personajes que entran y salen del cuadro de la acción, pero situando esta en  un único escenario —en ese caso el chalet— como si de una película de Ozores se tratara,  si bien es cierto que, tal vez involuntariamente, también muestra elementos afines a las genuinas sex comedies americanas (en esa vertiente que desciende directamente de “El Graduado”) en cuanto a que el protagonista es un adolescente que trata por todos los medios perder su virginidad con la criada (si lo consigue o no… al final de la película se desvela), que tiene planos referenciales que recuerdan por ejemplo a “Risky Business” —ese plano de Chechu luciendo gafas de sol Rayban, parece calcado de la película interpretada por Tom Cruise— y ramalazos humorísticos también deudores de la comedia adolescente americana.
Por otro lado, el guion impecable y una velocidad que no da tregua durante los escasos ochenta minutos de metraje, hacen de “Chechu y familia”, la mejor de las comedias de corte popular de los noventa, cuando el estilo que parece cultivar aquí Álvaro Sáenz de Heredia, estaba ya muerto y enterrado.
El elenco le va a la zaga. César Lucendo, actor adolescente resultón, ejecuta sus labores con total convicción, dándole al personaje ese rollito cabrón y macarrilla que necesita, amén de ese toquecito repelente que hace que Chechu, aun pudiéndose el espectador sentirse identificado, acabe cayendo un poquito mal. A pesar de que el chaval está francamente bien, Lucendo, no tuvo a posteriori la suerte que merecía, interpretando después pequeños papelitos en películas menores o episódicos en toda suerte de series de televisión. Le secundan un obvio Fernando Fernán Gómez al cual da gusto ver y oír, una Neus Asensi con hambre de notoriedad, consiguiendo una pizpireta criada andaluza (siendo la Asensi Catalana) y demostrando ser mejor actriz en esta época, que unos años después cuando obtuvo mayor popularidad y su anatomía parecía un muestrario operaciones estéticas. También memorables resultan Amparo Moreno como la cocinera que da sus “alegrías” a  más de un habitante de esa casa, Luis Lorenzo en su papel de eterno mariquita, o Emilio Mellado como comedor compulsivo y estúpido chivato.
Antonio Flores como secundario, se prodiga en esta película como un cómico nato  —e involuntario—, que es el contrapunto humorístico al caos anárquico que reina en el chalet donde todo se desarrolla, dándonos un par de gags slapstick tronchantes (¡cómo se cae de la moto al vacilar haciendo un caballito el muy cabrón!). Esperanza Roy, muy desaprovechada, hace acto de presencia en la película, sin más.
Amena, divertida, descarada e incluso excitante en algunos momentos (da, sin ninguna duda, para paja), yo creo que merece la pena acercarse a ella. Sin embargo, no fue demasiado bien en taquilla: Solo asistieron 118.000 espectadores a verla en los cines.

miércoles, 25 de noviembre de 2020

LOS FOTOCROMOS DE "FUROR EN EL VIENTRE"

Si los fotocromos ya suelen ser un coñazo de escanear, teniendo en cuenta que hay que proceder en dos mitades y luego pegarlos mediante Photoshop (con una herramienta ideal para ello), cuando hablamos de los de tamaño doble, lo hacemos de un puto suplicio. Encima, en este caso, y por cuestiones que desconozco, dos de ellos no respondían favorablemente a la mentada herramienta pegadora, por lo que me vi obligado a proceder "a ojo" (y no ha quedado demasiado mal).
Tantas molestias y tanto curro ¿pa qué? ¿regalarles unos breves segundos de entretenimiento? ¡Ni hablar! No lo merecen. Se trata, simplemente, de disfrutar de la parte disfrutosa del proceso, que la hay e incluye descubrir películas tan peculiares como "Furor en el vientre", una producción del año 1975 de naturaleza pajillera. ¿Y a quien se le ocurre fabricarle fotocromos tan gordos a una peli como esta? Pues ni idea. Lo que sí sabemos es que en vídeo fue editada por "Exclusivas 79", que en versión original se titula "La Villa" y que su director, Alain Nauroy, era un especialista en esto de pelis para salpicar el respaldo de la butaca de delante. Otros títulos suyos que conocieron distribución setentera por acá son "Historias Pornográficas" y "Safari Porno". Toma sutilidad.
He visto "Furor en el vientre" en v.o. y no deja de ser un semi-porno del montón. Perfectamente olvidable. Pero los fotocromos están un rato majos.






lunes, 23 de noviembre de 2020

LOS COMEDIANTES

La enésima vuelta al cine por parte de Jerry Lewis fue en los 90, en lo que podemos  calificar como uno de los mayores fiascos de la historia del cine. “Los Comediantes” dirigida en 1995 por Peter Chelson, cuyas mejores referencias dentro del trabajo de estudio sería “Serendipity” o “Hanna Montana-La película” o aquella película en la que Antonio Banderas baila, resultó ser un fracaso de órdago al recaudar, durante su vida comercial,  poco más de medio millón de dólares. Una cifra que para cualquier película es una absoluta nimiedad.
Al margen de esto, es un absoluto aburrimiento de intenciones pretenciosas que hace aguas por todos los lados. Un caos argumental en el cual, en ningún momento, el espectador sabe muy bien lo que está pasando, ni si somos testigos de si lo que vemos son flashbacks o que demonios pasa en la película.
Chelson, en referencia al fracaso,  trata de defender su cinta enfatizando el lado fantástico de la historia; no cuela, esto es como cuando Claudio Fragasso dice que  con “Troll 2” entregó una comedia intencionada y la distribuidora la tomó como una cinta de terror. Mentía, por supuesto, al igual que miente Chelson cuando nombra las pinceladas de fantástico a las que hace referencia, para justificar una inutilidad total a la hora de contar una historia. Y por supuesto, como su título español indica, la película está dedicada al humor, la comedia y la modalidad stand up. No contiene trazas de cine fantástico por ningún lado.
Cuando nos fijamos en su título original, “Funny Bones”, quedaremos un poco perplejos: “¡¿Huesos divertidos?!” nos preguntaremos. En Inglés “Funny Bones” es una manera de referirse a la gente con gracia innata, graciosos por naturaleza. Es como decir que “lo llevan en la sangre”, es decir, en este caso “lo llevan en los huesos”.
Cuenta como un cómico que ha llegado a medio triunfar en Las Vegas, se ve intimidado por su padre, mega-popular cómico conocido por todo el mundo (interpretado por Jerry Lewis), y gracias al cual ha llegado a tener su sitio en los escenarios de Las Vegas.
En una actuación, este, va a ser presentado por su padre y le entra el pánico escénico cuando durante la representación, su padre suelta un par de chistes de los que tiene él en su repertorio que hacen tambalear su actuación, máxime cuando estos han sido un autentico éxito en boca de su padre. Esto propicia que, al salir al escenario, en vez de ofrecer un buen show, todo se convierta en una amalgama de impertinencias que dan al traste con su actuación. Tras esto, el cómico decide volver al lugar de donde proviene, Blackpool, Inglaterra, con el fin de conseguir un comparsa cómico que pueda utilizar en sus actuaciones a modo de mofa con el fin de encontrar el éxito, y durante el estúpido viaje a una Inglaterra que parece sacada de otro tiempo y espacio, se irán desvelando secretos de familia que, la verdad, al espectador le importan un bledo.
Junto a Oliver Platt y Jerry Lewis, destaca en el reparto Oliver Reed en un papel  episódico y prescindible.
En cuanto a las películas que han dedicado la totalidad de sus fotogramas al stand up, o solo algunas partes de su argumento, “Los comediantes” sería la que se lleva la peor parte amén de ser la que peor nos muestra ese show, dando la sensación de que ni guionista, ni director, comprenden muy bien el mundo en el que se están adentrando.
Un puto coñazo.

sábado, 21 de noviembre de 2020

LA FURIA

No deja de ser paradójico que John Farris escribiera la novela de "La Furia" motivado por el éxito de la precedente "Carrie" de yasabesquien. Y que cuando "La Furia" pasó a las pantallas de cine, la dirigiera Brian De Palma que hizo tres cuartos de lo mismo con el libro de Stephen King. Y encima, para rematar la jugada, la chavala con poderes mentales de "La Furia" está interpretada por Amy Irving, que en "Carrie" daba vida a la única superviviente de la masacre final. Una muestra de carriexploitation infligida por el director de la película que lo originó. Curioso.
Pero "La Furia" queda muy lejos de las excelencias técnicas y artísticas de la estupendísima "Carrie", aunque únicamente las separe un añito. De hecho, en la filmografía de De Palma van correlativas. Yo la recordaré toda la vida por una escena concreta. Una que me horrorizó hasta límites insospechados cuando la vi en vídeo a finales de los ochenta. Entonces andaba adentrándome lenta, precavida pero inexorablemente en el maravilloso mundo del cine de terror, abierto a sorpresas y, sobre todo, dispuesto a pasar miedo. Así que el visionado de "La Furia", que es más un thriller -incluso con sus escenas de acción- que una de miedo propiamente dicha, no estaba resultando excesivamente tortuoso.... al menos hasta el desenlace. No lo voy a destripar aquí, pero los que la han visto saben perfectamente de lo que hablo. Tal fue la impresión, que salí corriendo pasillo abajo, blanco como la lefa, para recuperar oxígeno y que mi corazón rebajara la cantidad desorbitada de palpitaciones. Un auténtico semi-trauma que me acompañará hasta el fin de mis días. Y no es pa menos, revisada ayer noche puedo corroborar que ese momento continúa siendo tremendamente potente, en parte gracias a la intensa partitura que lo acompaña, cortesía de un John Williams que venía de petarlo con "La guerra de las galaxias" y seguiría produciendo lo mejor de su cosecha los años siguientes.
La trama de "La Furia" gira en torno a una agencia secreta interesada en fichar chavales con poderes mentales para usarlos como armas. Con la excusa, se apropian del hijo de un ex agente de la CIA quien, tras escapar de la muerte, se dedicará en cuerpo y alma a recuperar al retoño. Por otro lado, una chavala descubre que dispone de tremendas capacidades telepáticas, tanto como para conectar con el hijo secuestrado y, por tanto, poder ayudar al ex agente en su búsqueda. Al final todo estallará -además de verdad, jur, jur, jur!!- en un dramón salpicado de rojo.
A ver, la historia es interesante y la peli tirando a entretenida, no digo que no, pero es cierto que De Palma se apoya mucho, demasiado, en los diálogos. Hay un exceso de "bla bla" con eventuales pero notables escenas de acción y violencia. Tal vez John Farris no pudo evitar dejarse llevar por su naturaleza escribiente mientras convertía la novela en un guion cinematográfico. Con todo, es perfectamente consumible (en parte gracias a la época que se hizo), aunque no está entre lo mejor de De Palma, desde luego.
El reparto es impresionante. Desde los roles principales, pasando por los secundarios, los muy secundarios e incluso hasta los extras. Ahí va la lista completa (salvo Amy Irving): Kirk Douglas, John Cassavetes, Charles Durning, Carrie Snodgress (anduvo por "El jinete pálido" y dio vida a la mala malísima de "La ley de Murphy"), Fiona Lewis (reconocible por su papel de villana en "El Chip Prodigioso"), Andrew Stevens (cuya prometedora carrera terminó estancada entre productos televisivos y subproductos de género), Rutanya Alda (la madre sufriente de "Amityville 2"), el habitual De Palmero William Finley, un delgado Dennis Franz (que repetiría con el director, pero cuyo rostro se hizo especialmente popular por su papel de policía cabezón en "La jungla 2 (Alerta Roja)"), una jovencita Daryl Hannah y, según "la secretaria", Jim Belushi no acreditado haciendo de vagabundo. Destacar también la presencia de Hilarie Thompson, futura esposa de un habitual de este blog, Alan Ormsby.
En el tema efectos de maquillaje, tres monstruos: Rick Baker + Rob Bottin + Greg Cannom.

viernes, 20 de noviembre de 2020

07 CON EL 2 DELANTE (AGENTE JAIME BONET)

La de los sesenta tal vez sea la década de mayor esplendor de la españolada,  los años en que esta era un seguro de vida en taquilla y los años en los que una comedia española de fácil digestión era lo que el público demandaba. Y por allí andaba el productor Ignacio F. Iquino tomando buena nota e ingeniándoselas para  con el mínimo de dinero invertido en una producción, conseguir el máximo rendimiento económico en la taquilla. Sin embargo,
Iquino sabía en qué destinar el dinero de sus producciones, y si bien es cierto que en algunas de sus películas no era necesaria una gran factura, para otras como la que nos ocupa, “07 con el 2 delante (Agente Jaime Bonet)”, era imprescindible que, si no lo era, pareciera una película de alto copete.
Así que desde su flamante empresa, Ifisa, Iquino produce y se pone detrás de las cámaras para dirigir una película que, usando como principal reclamo a Cassen (humorista español de la época que tan buenos resultados había obtenido en el cine con la obra maestra de Luis García Berlanga “Plácido” y que luego haría protagónicos en  toda suerte de films menores, desmadrados y quizás desprovistos –según se mire- de calidad), parecía concebida para el éxito. No es para menos, una película para lucimiento de Cassen que parodia el género de espías y más concretamente las películas de James Bond, tan de moda en los años sesenta, no podía salir mal. De hecho, dos millones de españoles se desplazaron a los cines a ver el invento.
Por otro lado, la parodia empieza, no solo en el argumento, sino que da señales de vida desde el mismo título, así, juguetea con el número del súper espía; si James Bond es el agente 007, Cassen sería nada menos que el 07; si el espía Inglés es el Agente James Bond, Cassen, Catalán de nacimiento, sería el Agente Jaime Bonet, y, para acabar de rematar el gag, el 07 llevaría el 2 delante en referencia a los prefijos telefónicos de Madrid en los años sesenta. Con lo que el título en si ya mete, gratis, tres chistes.
Iquino tenía mucho olfato para hacer dinero, de hecho a este tipo de películas producidas bajo su sello se las conocía como “Iquinadas” y “07 con el 2 delante (Agente Jaime Bonet)” lo sería a todos los efectos y con todos los lujos. Pero luego, si buceamos en la profundidad de la película, veremos que es un producto de lo más mediocre en el que no hay ni un solo momento de valor cómico o cinematográfico más allá de contemplar a Cassen en todo su esplendor —que incluso se marca un numerito cómico sobre el escenario como los que solía interpretar en teatro— que al fin de al cabo era lo que el público de esta película quería ver. Y en ese sentido, con un protagonista que entre payasadas, malentendidos y una gran capacidad para la actuación de tipo facial, la película cumple con su cometido. A fin de cuentas esta posee el suficiente número de gracietas, chistes y actuaciones musicales para que, aún siendo testigos del cutrerío y dejadez propias de la factoría Iquino, la película se deje ver, ya que no tiene mayor pretensión —a parte de la de conseguir pasta, gansa y rápida— que la de hacer pasar un ratillo simpático al espectador.
La película cuenta la historia de una agencia de espías que hartos sus responsables de que sus agentes caigan en misión debido a que los malos los reconocen por su aspecto de espía —esto es estilizados, altos y guapos— deciden ejecutar un plan B en la búsqueda de un balón de fútbol que oculta en su interior un importante microfilm; usar un agente, feo, bajito y con cara de tonto que pase inadvertido durante su misión. Al no haber agentes con similares características, embaucan al camarero de la agencia, Cassen, para llevar  la misión a buen puerto.
Muy regular, pero entrañable en cualquier caso.
Junto a Cassen, en el reparto tenemos a una pizpireta Encarnita Polo, que se marca dos canciones que, en forma de single y como soundtrack de la película, vendería un buen número de unidades.
Como la película, a pesar de lo pomposo de su fotografía y el buen hacer del equipo técnico es de bajo presupuesto, aunque plagada de buenos actores, no cuentan con más estrellas en el reparto que Cassen y la Polo. En ese sentido está huérfana.
Curiosa sin embargo, para pasar la sobremesa del domingo, cincuenta años después de su estreno en cines, todavía sirve.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

POSTERS HUÉRFANOS (4)











"Mi bello legionario", "Más allá de la muerte", "El arquero de fuego", "El super agente Picapiedra", "Cazafantasmas 2", "Trans-Gen Los genes de la muerte", "Una familia tronada", "Las aventuras de Zipi y Zape", "Escuadrón"

lunes, 16 de noviembre de 2020

EL VIOLADOR VIOLADO

“El violador violado”, también conocida como “El tío del saco” o con la combinación estúpida de ambos títulos —“El violador violado (El tío del saco)”— sería una genuina serie Z, y una de mis películas chungas de cabecera. Una verdadera muestra de lo fascinantemente chungo, tan chungo, que afortunadamente jamás ha generado culto alguno. Es, lo que yo llamo, un repelente de modernitos.
Y es que “El Violador Violado” es, probablemente, la peor comedia de la historia, no ya de nuestro cine, sino de la cinematografía mundial, que incapaz de inducir a la risa con su humor, en su desbarajuste reside la posible gracia de todo el asunto.
Tres tramas componen el argumento de esta película; Por un lado tenemos a dos agentes inmobiliarios que han practicado una estafa, han vendido unos apartamentos que en realidad ni se han empezado a construir. Luego tenemos a una especie de médium en cuya casa se refugian los agentes inmobiliarios cuando la cosa se pone fea y se les reclama el dinero que se han quedado de la venta de apartamentos, y lo hacen disfrazados de monjes de váyanse ustedes a saber que congregación y, en un intento de parodia a los caballeros templarios, montan ahí un pifostio incomprensible, eso sí, cargado de lo que su director cree que es desmadrada comedia. Para finalizar, tenemos a un violador que va dando buena cuenta de las jovencitas de la zona, hasta que un día una ninfómana acaba violándole a él.
Se trata de una película terriblemente aburrida y  nada graciosa, a pesar de los excelentes actores que rellenan el reparto, cuyas carencias técnicas, su nefasta factura y la pésima aplicación de cualquier medio a su alcance, la convierten en una película sórdida, grotesca y fascinante que, con toneladas de paciencia y las suficientes inquietudes cinéfilas, puede llegar a disfrutarse, eso sí, siempre como la rareza incompetente que es, y jamás como obra “cool”.
Sorprende llamativamente el hecho de que se trata de una película que “tira con lo puesto”, aquí no hay  más que una cámara de 35 mm, metros de película posiblemente caducada, y una serie de actores que representan frente a la cámara sus textos. Vamos, prácticamente una película amateur. O al menos lo parece. Además de carecer de medios (que igual esta película no requería más), la grandeza de esta película reside en lo chabacanamente que se usan: Hay desencuadres, desenfoques y, en general, se percibe una falta de ganas total por parte de todos los inmiscuidos en la película. Por no hablar del aspecto pobretón  de cada fotograma filmado: Los títulos de crédito se solucionan con cartulinas y no con el rodillo habitual. Sin disimular que son cartulinas, estas vienen decoradas, para que parezcan menos chungas, con las ilustraciones del humorista granadino Soria, cuya trayectoria estuvo limitada a dibujar viñetas para periódicos locales. Añádanle que la banda sonora se compone de una serie de tracks extraídos de “La Antología de la Zarzuela”, para así ahorrarse la composición del soundtrack, o bien, los derechos de autor. Pero lo mejor de todo es la ambientación e iluminación; se ha conseguido, de manera totalmente involuntaria, que esta desmadrada comedia  parezca un drama carcelario, o bien, una película de terror. Y da hasta miedo, con esas sombras de foco tras los actores.
No hay que dejar de decir, que el director, Juan José Porto, muy poco ducho a rasgos generales en esto de hacer cine a pesar de tener un currículum más o menos reconocible —suyas son películas como “El ultimo guateque” o “El año en que amamos a Kim Novak”— no acaba de dominar los géneros cinematográficos si le sacamos de los melodramas de corte nostálgico (que tampoco dominaba). Y lo avalan, además de esta comedia, sus escarceos con el cine de terror con esas dos películas, reivindicadas por el fandom más rancio, curiosas y extrañas pero, a todas luces, espantosas y aburridas como ellas solas, que son “Morir de miedo” o “Regreso del más allá” (1982). Está claro que no atina el hombre.
También se trata de una película para el lucimiento del florero Nadiuska, que se encargó de aumentar la líbido del espectador celtibero pre-clasificación “S”, y que, con los tiempos, ya empezaba a dar signos de decadencia. Su presencia es  anecdótica ya que a la hora de hacer memoria del visionado, ella queda a un lado; no es que no nos guste, es que nos estorba. Si no estuviera en la cinta, no pasaba nada.
Ricardo Merino, protagonista junto a Luis Lorenzo, dando vida a esos agentes inmobiliarios, da la sensación de no tomarse en serio la película en ningún momento, y haciendo un papel clónico de los que interpretaba el gran Antonio Ozores en las películas de su hermano Mariano, nos ofrece una serie de trabalenguas incomprensibles soltados en momentos en los que el personaje no quiere dar explicaciones, que lleva al espectador a preguntarse qué es lo que opinaría Don Antonio Ozores si es que llegó a ver la película. Merino tiene pinta todo el rato de estar deseando de trincar el cheque y marcharse a su puta casa. Luis Lorenzo, tiene la virtud, el don, o la mala suerte de parecer homosexual incluso cuando, esporádicamente, no lo interpreta (casi siempre interpreta a mariquitas), con lo cual su actuación nos deja fríos e inamovibles, al igual que el resto del reparto que, además de escaso, está mal avenido, con la excepción de María Vico, dando vida a Doña Otilia, cuya sobreactuación finalmente se antoja delirante y casi, casi, casi divertida.
El director Juan José Porto, fue uno de los más afectados por la Ley Miró, que si bien perjudicaba a excelentes artesanos como Mariano Ozores, me pregunto yo que no haría con inútiles como Porto al que encima le salían películas, además de malas, raras. Quizás por eso no volvería a rodar en las siguientes décadas hasta que en 2002 rodó su fallida adaptación de “El Florido Pensil”, con una excepción: Siendo como es “El violador violado” una película tan ignota, descubrimos que, curiosa e innecesariamente, en plenos años 90 (concretamente en 1993), se rodó una secuela (¡), “El tío del saco y el inspector Lobatón”, que contando con protagonismo del reparto original, más las presencias de Quique Camoiras y Adriana Vega, tiene pinta de ser mil veces peor que esta que la precede. Editada de mala manera en vídeo, esta secuela, según los datos del ministerio de cultura, la vieron más de 1000 espectadores en cines. Minucias si lo comparamos con los 40.000 largos que consiguió “El violador violado” que, a día de hoy, serían maná del cielo para cualquier comedia española actual.

sábado, 14 de noviembre de 2020

HARRY, EL EJECUTOR

Partamos de la base que soy un gran fan de la saga y del personaje de "Harry Callahan". Es cierto que lo he dicho ya un montón de veces, pero teniendo en cuenta cómo son las cosas y la naturaleza humana, doy por sentado que ninguno de ustedes lo sabe. Y por esa misma razón, tampoco diré nada malo de "Harry, el ejecutor", que en versión original fue bautizada como "The Enforcer" y en nuestros sueños podría titularse "Harry, el sucio 3" (cosa que sí ocurrió en países como Alemania o Japón). Efectivamente, es la tercera aventura del rudo policía, situada en plenos y gloriosos años 70. Las otras dos aún estaban calientes, así que podemos considerarla el cierre temporal de una trilogía que no reviviría hasta 1983 con la estupenda "Impacto Súbito".
Lo que aquí tenemos es un "Inspector Callahan" más duro, patillero y políticamente incorrecto que nunca. Estamos en 1976, el punk anda cociéndose en la ciudad de Nueva York mientras los hippies agonizan, tal vez por ese motivo la película se decanta por estos últimos a la hora de inventarse unos villanos, una panda de revolucionarios dispuestos a matar a quien sea por la causa... y por dinero, su verdadero motivador. Entre los caídos están el entrañable "DiGeorgio", interpretado por John Mitchum (hermano de Robert), una persona + personaje tan afín a la trilogía original de "Callahan" como Harry Guardino/"Lt.Bressler" o Albert Popwell. Que "DiGeorgio" sea uno de los que la palma, y motive la venganza personal del protagonista, podría considerarse como ese "cierre metafórico" de la serie.
El siguiente que visita el otro barrio, y que termina por cabrear como una mona al bueno de "Harry", es la inspectora "Kate Moore", interpretada por Tyne Daly, actriz que luego se haría popular gracias a la serie de televisión "Cagney & Lacey" (y que recientemente pudimos ver en "Spider-Man: Homecoming"). Aquí es el centro sobre el que giran todos los gags cuya función consiste en pitorrearse del feminismo. No queda muy claro si la condición abiertamente machista de "Callahan" es cuestionada o no (como el glorioso momento en el que, para interrogar a una prostituta, la agarra violentamente por el cuello). Hay escenas en las que vemos cómo la inspectora es tratada con desdén por el resto del reparto masculino, en plan "Mira que injusto". Pero luego las hay que la chica se comporta como una auténtica idiota. En fin, el caso es que sacrifica su vida para salvar al prota y este se carga al malo usando nada menos que un bazooka, momento celebrado con júbilo por vuestro humilde narrador. A aquel le da vida DeVeren Bookwalter, actor de escueta carrera y muerte prematura que antes de su salto al mainstream se dejó comer la polla en un corto de Andy Warhol muy consecuentemente titulado "Blow Job". Curioso.

Sin embargo, la función de la reseña no consiste en decir el estupendo pedazo de celuloide vibrante y sumamente entretenido que es "Harry, el ejecutor", porque lo es (al terminar, mi señora y yo aplaudimos entusiasmados como si fuese la primera vez). De lo que se trata es de soltar el consecuente llanto del "ya no se hacen como esta". Hoy día, una película de acción como la comentada sería facturada en plan "Fast and Furious", con tíos enormes ultra-cachas conduciendo coches como si fuesen cohetes y haciendo toda clase de piruetas asombrosas. O como alguna de las tres de "John Wick", que son pelis perfectamente consumibles, pero que, como es norma en Hollywood, tienden siempre a la exageración, al "más es mejor", a la mega-estilización, al asalto a las neuronas del espectador a base de peleas imposibles y héroes casi sobrenaturales. ¿Dónde cojones quedan las pelis de acción sobrias, realistas, urbanas, sin estridencias, perfectamente narradas, con sus personajes carismáticos y, en dos palabras, saludablemente entretenidas?. Siendo conscientes de semejante tragedia, lo mejor que podemos hacer es gozar de esta "Harry, el ejectuor" tal y como merece. Y, al terminar, nos ponemos las cuatro restantes. Claro que sí.

viernes, 13 de noviembre de 2020

EL TIGRE DE CHAMBERÍ

Otro clásico absoluto de nuestra comedia que, curiosamente, mientras que hoy en día queda más que claro que nos enfrentamos a una obra de indudable valor dentro de la comedia Española, en su momento quedó ninguneada y considerada menor. No obstante a nivel popular es una de las películas más recordadas de sus dos intérpretes principales, Tony Leblanc y José Luis Ozores, que si bien es uno de los máximos exponentes de la comedia española de corte deportivo, también es cierto que bebe —por no decir que, casi, plagia— de muchas fuentes: Sus referentes más directos serían las películas norteamericanas “El asombro de Brooklyn”, comedia para total lucimiento del actor Dany Kaye y con la que comparte premisa argumental, o “La vía láctea”, con Harold Lloyd, cuya interpretación, además, le sirve a José Luis Ozores como modelo a la hora de ejecutar sus coreografías cuando está dentro del ring.
Cuenta la historia de un Don Nadie, Miguel (José Luis Ozores), que inducido a la pequeña estafa por su amigo Manolo (Tony Leblanc), comete pequeñas fechorías, como usar una silla de ruedas con el fin de dar pena al portero del campo de fútbol y que este le deje pasa al estadio, o seducir a las criadas más feas del guateque que, según Manolo, “Son las que pagan las meriendas”. En una de estas visitas al campo de fútbol, Miguel tiene un pequeño altercado con un espectador. En un alarde de chulería, este, propina un puñetazo a su oponente, noqueándole por obra del azar divino, ya que Miguel no es un hombre ni agresivo ni violento. Resulta que el hombre al que ha tumbado es nada menos que Molina (Emilio Orozco) campeón de España de boxeo —y boxeador en la vida real— lo que desencadena que su amigo Manolo, en compañía de otro sin vergüenza que además es entrenador de púgiles, líen a Miguel para que boxee profesionalmente, siempre con la premisa de que es el hombre que noqueó a Molina. Para ello, contarán con el dinero de un hostelero que cree, a pies juntillas, que Miguel es un boxeador estupendo. Todo lo contrario. El amor que Miguel siente por la hija de este hostelero, complicará más aún las cosas.
Tintes melodramáticos con final feliz, gags efectivos, ritmo cinematográfico absolutamente medido y eficaz y, sobre todo, magníficas interpretaciones e inmejorable y artesanal dirección. José Luis Ozores, uno de nuestros mejores cómicos y cabeza visible de ese maravilloso clan de artistas que es el de la familia Ozores, está inmenso, componiendo un rol que, verborrea atómica mediante —y aunque se repetiría, prácticamente, durante toda su carrera— debe mucho a los clásicos americanos del cine mudo, paradójicamente, dándole a su Miguel unos toques de Charlie Chaplin, unos toques de Buster Keaton, también, como no, de Dany Kaye, pero, sobre todo, mucho de sí mismo, es decir, que gestos, expresiones y frases, son 100% José Luis Ozores. Tony Leblanc, y como rigen los cánones de la comedia española de los años 50, da vida a un caradura de buen corazón, papel este en el que se especializaría, y en esta ocasión, resulta tan memorable como José Luis Ozores, viéndose, eso sí, ambos eclipsados por Antonio Garisa, eterno secundario, que, con maestría, da una lección de comicidad, interpretando al entrenador de Miguel, soltándose, como el que no quiere la cosa, unos speechs que valen su peso en oro. El protagonismo femenino recae en Hélène Rémy, actriz Francesa de inconmensurable belleza, cuya posterior carrera se desarrollaría, sobre todo, en Italia, en producciones de serie B como pueda ser “L’amante del vampiro” Les secundan Julia Caba Alba y José Marco Davó.
El libreto de la película recae sobre las plumas de Vicente Coello —suyos son los guiones de otros clásicos como “Vente a ligar al Oeste” de Pedro Lazaga, o, ese vehículo comercial para Teresa Rabal que es “Loca por el circo”—y Vicente Escribá, que firma, quizás para que en caso de que la película llegara a ser acusada de plagio, su nombre no se viera involucrado, bajo el seudónimo de Antonio Vies, y, de cuya autoría son guiones antológicos, como por ejemplo, el de “Los ladrones somos gente horada” que comparte dirección con esta por parte de Pedro Luis Ramírez, genial cineasta Almeriense cuya carrera está cuajada de clásicos perennes y, sin embargo, su filmografía es más bien escueta. Suyas son “Recluta con niño” “El Gafe” o “Crimen para recién casados”. Acabó su carrera filmando exploitations de “Le llamaban Trinidad” a las órdenes de Ignacio Iquino, como por ejemplo “Ninguno de los tres se llamaba Trinidad”.
Obra maestra del cine español.

miércoles, 11 de noviembre de 2020

LOS FOTOCROMOS (+ EL PÓSTER Y LA CARATULA DEL VHS) DE "VENGANZA SIN LEY"

Hace unos días, con motivo de la reseña de esta película, les prometíamos toda la respectiva parafernalia promocional. Pues aquí la tienen, empáchense alegremente...












lunes, 9 de noviembre de 2020

HAZME REÍR

En los terrenos de la comedia dramática —comedia dramática porque el género mayoritario que predomina en la película es la comedia, si bien, las pinceladas de drama que contiene tampoco son escuetas precisamente— Judd Apatow firma la que, sin duda, sería, por un lado, su mejor película y por otro, la mejor de cuantas he visto ambientadas en un entorno de stand up. La película más redonda de un director que es bastante irregular e incapaz de hacer una película de 90 minutos; las suyas, siempre sobrepasan ese metraje, cuando no, sobrepasan las dos horas de duración. “Hazme Reír” no es una obra maestra precisamente por eso, porque se excede en duración, y le sobran dos o tres subtramas (no quiero imaginarme cuan pesada podría llegar a ser esa versión extendida del director que rula en Blu rays de importación…). No obstante, se trata de una película emotiva, divertida, interesante, simpática, vibrante, triste… y muy, muy bonita. Y además es una película de Adam Sandler, les guste o no, un genio de la comedia. “Hazme Reír” es una película que le sale de las tripas a su director, ya que está inspirada en experiencias reales que vivió en sus tiempos de comediante de micro, profesión esta que conoce muy bien, y que también conoce de primera mano Adam Sandler, quién de vez en cuando todavía ejerce. De hecho, antes de ser populares, compartieron piso y, de aquella etapa en la que se dedicaban a grabar en vídeo bromas telefónicas, se compone la parte inicial de la película, colando esos insertos como parte del metraje, con lo que por momentos y, por lo obvio, roza lo documental, máxime, cuando el rol de Sandler, George Simmons, no deja de ser una versión de sí mismo. Una película sobre cómicos, realizada por cómicos y para amantes del stand up, si bien, no hace falta saber absolutamente nada de esta modalidad para disfrutarla.
Cuenta la historia de un megafamoso cómico y protagonista de un puñado de horrorosas, pero taquilleras películas intrascendentes, que descubre que tiene una enfermedad incurable y que le quedan unos meses de vida. Empieza pues, a plantearse la vida de otra forma. Por otro lado, de casualidad, conoce a un joven aspirante a cómico al cual contrata como asistente, y entablan así una amistad. El contar el resto del argumento, supondría un gran spoiler, así que lo dejaremos aquí.
Se trata de una película que, a pesar de Adam Sandler, que suele poner nervioso al personal, transmite calma y sosiego. Por otra parte, es una muestra del talento innato que poseen todos los que en ella aparecen (de hecho, gran parte de su eficacia radica en las apariciones de unos jovencitos Seth Rogen —también cómico de stand up en sus años mozos— y Jonah Hill, hoy súper estrellas) que convierten la cinta en un trabajo de equipo envidiable, funcionando a la perfección; funciona Sandler, pero también funcionan Hill o Rogen, funciona Jason Swartzman, el rapero The RZA, e incluso funciona la insulsa esposa de Apatow, la insípida Leslie Man. Eric Bana, que también aparece, resulta descacharrante, cosa esta que no es de extrañar si tenemos en cuenta que Bana, en su Australia natal era cómico, no un actor de carácter como lo es ahora en los USA. Es por ello que tampoco me sorprende el hecho de que, habiendo un guion de base, los actores tuvieran completa libertad a la hora de interpretar sus diálogos, otorgándole la frescura de la que hace gala la película.
Cuando una escena se ambientaba en un show en directo, Apatow, tuvo el acierto de montar actuaciones en directo con público en su afán por llegar a transmitir en la pantalla el ambiente de los clubes de comedia, que en otras películas queda demasiado lúgubre y artificioso. Para ello, subía a los actores a un escenario a soltar su repertorio —que para la ocasión escribirían ellos mismos— y lo filmaba todo con seis cámaras para poder montar luego la escena con el dinamismo que podemos ver en la película. Sandler y Rogen, tenían experiencia probada con un micro y en público, ellos salen de ese ambiente, viven la comedia de micro, pero Jonah Hill por el contrario no proviene de los micrófonos, nunca había actuado en un show de stand up. Se preparó un texto, lo ensayó tropecientas veces, y salió al escenario con la soltura del que lleva toda la vida. Y así queda retratado en la película. Incluso, hay quien diría que de todas las actuaciones que aparecen, las mejores serían las de Hill. Salió más que airoso de la experiencia. En cuanto a la calidad dramática de Sandler, queda más que comprobada. Si Apatow pensó en él para protagonizar la película, fue porque le vio en su rol dramático de “En algún lugar de la memoria” y quedó más que convencido de que era, no solo el actor, sino el personaje adecuado para interpretar al comediante protagonista.
Todo parecía indicar, que, además de tener una cinta de calidad, “Hazme Reír” iba a ser un éxito. Pero, inexplicablemente, se pegó el hostiazo. Siendo una comedia de gran presupuesto, 77 millones de dólares, tan solo logró recaudar 71, por lo que hubieron pérdidas que, a día de hoy, con el mercado del vídeo y las ventas del film, todavía no han sido recuperadas del todo. La producción se creyó que iba a causar el efecto que la anterior película de Apatow, “Lío embarazoso”, que había costado 33 millones de dólares y recaudó 219, convirtiéndose en un éxito dentro de los parámetros del cine de comedia. Si “Hazme Reír” hubiera costado 30 millones, habría sido un negocio rentable pero, aun así, quedaría lejos de ser propiamente un éxito como si lo fueron las anteriores películas de Apatow. Y sin embargo, se trata de su mejor película con mucha, muchísima diferencia, hasta tal punto que el inevitable Rogert Ebert le otorgó una puntuación de 4, 75, en un baremo en el que la máxima es de 5, con lo que, Apatow, ya se puede dar con un canto en los dientes, sobre todo, porque “Hazme Reír”, pese a su fracaso taquillero (que en absoluto tiene que ir de la mano con el éxito personal y/o la calidad) es un clásico moderno al que el tiempo dejará en su debido lugar, que es en uno de los primeros puestos de las mejores comedias del siglo XXI. A mí, me ENCANTA.

sábado, 7 de noviembre de 2020

VENGANZA SIN LEY

La policía está en huelga. Situación que aprovechan unos paletos que se hacen llamar "Nuevo Orden" para acudir a un local de homosexuales y asustarlos. Las cosas se desmadran y el barman acaba palmando accidentalmente. Acojonados, llaman al jefazo, que decide ejecutar a los testigos. Sin embargo, uno consigue escapar y refugiarse en la casa de una pandi más o menos corriente. Los paletos intentarán entrar a por su víctima, pero se toparán con la resistencia de los ocupantes, dando así inicio a una mini-guerra sin cuartel.
Como era de esperar, ni el cartel ni el título españoles tienen mucho que ver con esta película de origen Canadiense del año 1983 (y que en v.o. responde al más adecuado "Self Defense", defensa propia). Aquí nadie se venga (en todo caso serían los villanos, como uno de ellos proclama en un momento dado) y no hay ningún "Rambo" solitario. Tampoco es nada nuevo remarcar que la trama bebe bastante de "Asalto a la comisaría del distrito 13" (o de las fuentes de las que mamaba John Carpenter), el asedio en tiempo real, siempre tan efectivo. Si a ello añadimos una violencia seca, cruda y contundente, sin excesos delirantes, y una estética total y regocijantemente de su época, pues "Venganza sin ley" ya se nos tiene un rato ganados. Porque, además, resulta que está muy decente, en todos los aspectos. Tiene sus leves giros y sorpresillas y entretiene un rataco. Tal vez el final se alargue un pelo demasiado, pero sin llegar a desesperar. Los maravillosos ochenta minutos que dura ponen la guinda. Sorprende que, siendo como es, con todas sus cualidades, y teniendo en cuenta el año de producción, no se la reivindique más. La verdad es que sería lo suyo. He leído por ahí que la meten en listas de "malas pero divertidas", sin embargo, por esta vez, no lo comparto.
Del reparto únicamente he reconocido un rostro, el de Keith Knight, que en "Curso 1984" interpretaba al skinhead malote y aquí a un ciego con cierto retraso mental. Vamos, que repite papel.
Dirigen Paul Donovan y Maura O'Connell. Mientras que esta segunda hizo poca cosa después, Donovan se ha mantenido un rato activo. En su filmografía destaca otro título muy de su momento, "Defcon 4".
Bastante visible, sí.
AQUÍ pueden gozar de los fotocromos, el póster y la caratula completa del VHS.

viernes, 6 de noviembre de 2020

A LA LEGIÓN LE GUSTAN LAS MUJERES... (...Y A LAS MUJERES LES GUSTA LA LEGIÓN)

Rafael Gil, director de marcada —y orgullosa— trayectoria franquista, conocido sobre todo por adaptar con éxito a la gran pantalla las novelas de Vizcaíno Casas (“…Y al tercer día resucitó” o “Hijos de papá”), hace su aporte a la comedia española de toda la vida con desiguales y mediocres resultados. Se trata de “A la Legión le gustan las mujeres... (…Y a las mujeres les gusta La Legión)”.
Cuenta la historia de un grupo de legionarios que, en plena guerra civil, tienen que ir a rescatar a la novia del Alférez. Esta ha caído en zona roja, por lo que deberán infiltrarse y, mientras cumplen con su gloriosa hazaña, se desarrollarán las más variopintas situaciones, con la prostitución y la juerga como telón de fondo. Un poco de todo esto, quizás inintencionadamente, tomaría prestado Luis García Berlanga para “La Vaquilla”, con la que guarda sutiles similitudes.
Verdaderamente, la película es una puta mierda. Pese a vendernos una propuesta picantona, su humor acaba tornándose blanco, siendo el único elemento verdaderamente cómico la relación que mantiene el personaje interpretado por Ricardo Palacios y una cría de oso común, que ataviada con gorrito de legionario, habla en off soltando socarronas puyitas a su amigo militar y a los que le acompañan. Intuyo que este elemento cómico, además, no fue premeditado, sino ideado e incluido en la sala de montaje, espontáneamente e in situ, como ya era menester en la época. Erotismo soterrado pre-destape (recuerden que Franco daba sus últimos coletazos) y anacronismos criminales, completan el pack. Pero no deja de ser curiosa la historia que hay detrás: Rodada en 1975 pero retrasado su estreno por problemas de distribución, la película no conoció vida comercial hasta ya bien pasados los primeros meses de 1976 y la muerte de Franco, por lo que fue recibida de manera bastante fría por parte del respetable; no era muy adecuada, a comienzos de la transición, una película con mensaje claramente fascista. Su estreno en salas fue accidentado: En Barcelona, y en clara protesta hacia un título con reminiscencias machistas, grupos feministas arrojaron cubos de pintura a la fachada del cine dónde se estrenó. A eso hay que añadirle los altercados que sufrieron las inmediaciones de la misma sala, días más tarde, cuando la CNT decoró el cine a base de pintadas con tan mala suerte que se personaron en el lugar los grises, gasearon la zona, y acabó aquello como el rosario de la aurora. El cine la retiró de cartel para proyectar cualquier película americana y evitar así los altercados. Aun así, resultó ser un éxito de taquilla reuniendo a casi un millón de espectadores durante su periplo.
En el reparto tenemos nombres secundarios del cine español como puedan ser Luis Varela, Paco Cecilio, Manolo Codeso y un largo etcétera, que si bien ninguno destaca más que otro al ser esta una película coral, también es cierto que todo el reparto está más que correcto.
Como anécdota, comentar que en su edición videográfica en los años ochenta, y como ocurría con muchas de estas películas de los sesenta o setenta a la hora de editarlas, “A la legión le gustan las mujeres (…y a las mujeres les gusta la legión)” sufrió una metamorfosis en la caratula de la cinta de alquiler: Estando en boga por aquellos días las películas de Mariano Ozores interpretadas por Andrés Pajares y Fernando Esteso y co-protagonizadas por Antonio Ozores y Juanito Navarro, esta aprovecha un dibujo contemporáneo de cualquier otra película con Juanito Navarro, para colárnoslo en la misma como protagonista absoluto junto a Codeso. En realidad la aparición de Navarro en la misma se reduce a una escena de menos de un minuto, pero en aquellos años, sin duda, vendía mucho más la presencia de Juanito Navarro que la de cualquiera de los verdaderos protagonistas, así que, sin escrúpulo alguno, se convirtió a Juanito en protagonista. Entrañables los años del videoclub español que engañaba al público con total descaro y sin consecuencias al respecto.
Por lo demás, bueno, una españolada dentro de un saco.

miércoles, 4 de noviembre de 2020

POSTERS HUÉRFANOS (3)











"Invasión USA", "King Kong 2", "Willow", "Perseguido", "Servicios muy personales", "Tahiti´s Girl", "El pájaro de las plumas de cristal", "Esa gente tan divertida...", "La prisión de los chiflados"

lunes, 2 de noviembre de 2020

DARK WAS THE NIGHT

Serie B de la era digital que se inspira en un caso real datado en el siglo XIX conocido popularmente como “Las huellas del diablo” en el cual se cuenta que en el condado de Devon, al suroeste de Inglaterra, aparecieron en la nieve unas extrañas huellas de pezuña partida en tres que atravesaban paredes y acababan en el techo de las viviendas. Un misterio que, a día de hoy, sigue sin resolver. “Dark Was the Night”, toma este hecho como punto de partida para trasladar la acción al pueblo de Maiden Woods en la América nevada y profunda. Un buen día, desaparecen en el pueblo unos trabajadores de la madera. Las autoridades no pueden dar con ellos. Poco después, se irán sucediendo una serie de crímenes. El Sheriff y su ayudante descubrirán unas extrañas huellas de pezuñas partidas en tres, cosa esta que les despistará por completo y que les llevará a investigar, llegando a la conclusión de que el animal (o lo que sea) que está cometiendo esos asesinatos, es el llamado Windiga, una especie de bicho extraño con el que tendrán que enfrentarse.
“Dark Was the Night” comienza de forma muy reposada y seria, como si fuera una suerte de “Fargo” con monstruo. En ningún momento abandona ese etilo reposado, pero sí que es cierto que la investigación se va alargando y alargando hasta que, por fin, aparece el monstruo que trae al pueblo de cabeza, y es entonces, con la presencia del bicharraco, cuando la película pasa de ser digna a ser un cliché mal desarrollado. Como base, el director se tiene bien aprendido aquello de que, cuanto menos se vea al monstruo más miedo da la cosa. En este caso, al bicho se le ve poco y el espectador está deseando verlo para ver si así la cosa espabila un poco, que se va anquilosando... Pero no vemos al bicho hasta el enfrentamiento final con el protagonista. Cuando vemos al monstruo en su esplendor, este está generado por el CGI más cutre y chabacano que uno se pueda imaginar, y el look del mismo, poco más que una masa informe antropomórfica con dientes, resulta ser una absoluta mierda, cosa que ni siquiera nos da tiempo a valorar porque antes de que nos demos cuenta el prota se lo carga. Y fin. Eso sí, antes de los créditos, se nos ofrece una sorpresa final de lo más tonta.
El caso es que la película empieza bien, y sus primeros 40 minutos son hasta interesantes. Después, todo el interés generado es arrojado por el retrete. Yo creo que en la actualidad las series B no tienen razón de ser. Las series B de décadas pasadas eran películas que, bien por sus carencias, bien por su artesanía, aunque fueran malas películas tenían algo, estaban vivas, tenían de encanto. Muchas de aquellas películas, incluso, luego se convirtieron en clásicos. Las que no, sobrevivieron por cutres e hilarantes. En la actualidad, por un lado, se impone el posmodernismo y el cutrismo impostado. Se saben películas de bajo presupuesto y, con la nostalgia y la auto conciencia por bandera, se generan autenticas basuras que solo interesan a esa rama del fandom que alardea de su acusado retraso mental y que no sabe distinguir velocidad de tocino (o peor aun, sí que lo distingue pero le da lo mismo) y, por otro lado, están esas otras series B que lo que intentan es hacer, con esos pocos medios de los que disponen, la mejor película posible, pero que no llegan a hacerla condicionados precisamente por esa falta de presupuesto. Eso le ocurre a “Dark Was the Night”. Vemos que trata de ser una película de terror seria, sólo que no llega ¿Qué sucede? Que estamos en la era digital y que, técnicamente, el resultado no dista mucho de una película de gran presupuesto en cuanto a montaje, fotografía y demás. Entonces, las series B de este tipo, ni siquiera son películas que puedan provocar nuestra hilaridad, porque están demasiado bien hechas para ello. Pero no tienen alma. Nacen muertas. Y eso es lo que sucede con “Dark Was the Night”, amén de ese despropósito de monstruo que se marca, que según los responsables de la película, es un híbrido entre los muchos monstruos del folklore americano. Al final, no es más que mierda. Y es una pena porque la película comienza francamente bien. Con todo, dura poco y no es excesivamente aburrida, por lo que, si se tienen tragaderas, en una tarde tontorrona sin nada mejor que ver, puede funcionar.
En el reparto tenemos a Kevin Durand, actor secundario de películas bastante gordas, y al eterno niño de “Unico Testigo” Lukas Haas y sus dos orejotas, sólo que ahora tiene 50 palos. El dire, no tiene más que otra película anterior, “Enter Nowhere”, con pinta de ser como esta, pero sin bicho. Ya digo que “Dark Was the Night” no es lo más abominable que he visto, que se aguanta bien, pero es sosa como las pipas blanquecinas sin sal de Facundo.