jueves, 31 de mayo de 2018

S IS FOR STANLEY

Sé lo que estáis pensando: "¡¿un nuevo documental sobre Kubrick?!, ¿acaso hay a estas alturas algo más que añadir o decir sobre la figura del director de "Barry Lyndon"? Pues yo os respondería, sí y no... aunque ahora mismo os lo cuento con más detalle.
Este documental de nacionalidad mayoritariamente italiana está basado en "Stanley e me", un libro que el historiador y crítico cinematográfico Filippo Ulivieri escribió en 2012 y en el que a su vez se inspiraría el director Alex Infascelli a la hora de contar el insólito caso de Emilio D'Allessandro, un nombre que por otra parte jamás ha aparecido - ni creo que aparezca ya - en ningún libro de cine; de hecho, dudo que su persona se haya llegado a citar siquiera en alguna de las incontables biografías dedicadas al director americano, por mucho que D'Allessandro colaborase estrechamente con Kubrick en el arco temporal que va desde el rodaje de "La naranja mecánica" hasta el de "Eyes Wide Shut": es decir, cinco películas y casi treinta añitos, nada menos. Procedente de la pequeña localidad de Cassino, situada en el centro de Italia, Emilio emigra a Londres a comienzos de los 60 sin tener ni idea de inglés y, tras pasarse la mayor parte de la década desempeñando toda suerte de oficios relacionados con el mundo del motor (mecánico, corredor de Fórmula 1, taxista...), al italiano le llega la oportunidad de su vida cuando, en una de las peores nevadas que se recuerdan en Londres, recibe el encargo de transportar un peculiar objeto al otro lado de la ciudad: en concreto, a una gran mansión donde estaba teniendo lugar la filmación de un largometraje. La pieza deseada era nada más y nada menos que la escultura fálica con la que Alex Delarge se carga a una de sus víctimas, y la película - como no podía ser de otra forma - era "La naranja mecánica".
A pesar de no haber trabajado con anterioridad en el negocio cinematográfico, y de ser prácticamente analfabeto en todo a lo que a películas se refiere, Kubrick queda impresionado por la osadía, eficacia y rapidez de la que hace gala el italiano, por lo que inmediatamente decide contratarlo en calidad de chófer personal, ocupación que con el tiempo , y conforme Emilio se va ganando su confianza, irá extendiéndose a prácticamente todos los ámbitos de la vida del director, tanto en el personal como en el profesional, y ya fuera en los rodajes de sus pelis como - sobre todo - durante los largos intervalos de tiempo en los que no filmaba.
De esta manera, y tras más de cuatro décadas de absoluto secretismo, Emilio nos hace aquí partícipes de lo que se cocía en la trastienda de la gestación de títulos tan populares como "El resplandor" o "La chaqueta metálica", y lo hace a través del relato de una serie de anécdotas en apariencia intrascendentes pero que tienen el valor de delimitar los aspectos más mundanos de la personalidad de Kubrick: de hecho, y en esencia, "S is for Stanley" no nos descubre en realidad nada que no sospecháramos o supiéramos ya del carácter del director, aunque sí que completa aquellos matices cotidianos que en el pasado otros documentales más ambiciosos que éste, y también peores, optaron por pasar por alto. Así las cosas, el proyecto de Infascelli ahonda en lo ya sabido al mismo tiempo que intenta descubrirnos la faceta más humana y vulnerable del director, mostrándonos así a un Kubrick que trata a sus empleados de una manera tan tiránica como sobreprotectora, a una persona perfeccionista que se toma con la misma seriedad y meticulosidad tanto el rodaje de una superproducción como la elección de la comida idónea con la que alimentar a sus numerosos gatos. Y aunque asimismo se aborda la relación de dependencia que se establece entre los dos absolutos, y casi únicos, protagonistas de la cinta (es decir, Stanley y Emilio), también se decide pasar de puntillas por los aspectos más cuestionables de su colaboración en común, pintando de este modo con una capa de amistad y lealtad una relación que, en el fondo, se intuye bastante enfermiza: de hecho, el vínculo de dependencia que existía entre ambos hombres alcanzó tales extremos que Kubrick llegó a contar con línea telefónica propia en casa de Emilio e, incluso, llegaría a prohibirle que siguiera corriendo en los circuitos por miedo a perder en un accidente a uno de sus más valiosos colaboradores.
En el aspecto formal "S is for Stanley" no podría estar hecha de una manera más simple, optando así por no recurrir en ningún momento ni a excesos infográficos y/o de montaje ni tampoco a ningún narrador célebre con el fin de llamar la atención sobre el proyecto: el propio Emilio cuenta su historia de una manera tan elocuente que nada de lo anterior es realmente necesario; en este sentido, ni siquiera se llegan a utilizar demasiadas imágenes de los films de Kubrick a modo de refuerzo visual, ilustrando en su lugar el relato con las fotografías que D'Allessandro ha ido conservando a lo largo de los años o con las notas y cartas que el propio director le escribía, documentos que, por otra parte, el italiano tenía orden expresa de destruir una vez leídos: afortunadamente, y por una vez, Emilio no atendió a la petición de Kubrick. En definitiva, y gracias casi en exclusiva a su entrañable protagonista, el documental de Infascelli es un film que desborda emoción, una película cálida, sencilla y cercana, encontrándose así curiosamente justo en el extremo opuesto de la pedantería y frialdad acostumbradas en la obra del responsable de "2001": de esta manera, y si otros documentales como "Room 237" o "Stanley Kubrick's Boxes" se afanaban con especial ahínco a la hora de intentar revelar al genio detrás del director, éste en cambio se ocupa en descubrir al ser humano que - por lo visto y sorprendentemente - también había.
Finalmente, y para ponerle la guinda al pastel, en "S is for Stanley" ni siquiera faltan los cotilleos a costa de algunas estrellas de Hollywood, como por ejemplo el hecho de que durante el rodaje de "El resplandor" Nicholson fuera todo el tiempo más pedo que Antoñete o que intentara follarse a todo lo que llevara falda. Una delicia, vamos: 100% recomendable.

miércoles, 30 de mayo de 2018

LOS FOTOCROMOS DE "SIMBAD, EL REY DE LOS MARES"

No contento con haber prestado cara y tetas en dos ocasiones dando vida al legendario "Hércules", Lou Ferrigno se alía de nuevo con la "Cannon" y un exploiter italiano, Enzo G. Castellari, para convertirse en "Simbad, el rey de los mares". Sin embargo nunca llegué a consumirla, ni siquiera di con ella para incluirla en la programación de un evento peliculista. A día de hoy sigue siendo una incógnita para mí... y tampoco es que me muera de ganas de que deje de serlo, la verdad. Lo que sí tengo son algunos fotocromos que les cedo acá. Como nota curiosa, mencionar que en el reparto localizamos a Teagan, señor/a de robusto aspecto que interpretó a la "Alienator" según la insufrible película de San Fred Olen Ray.






lunes, 28 de mayo de 2018

LA PATRULLA DE LOS INMORALES

Robert Aldrich, director de prestigio y responsable de incontestables clásicos como puedan ser “Doce del patíbulo” o “Veracruz” en la recta final de su carrera (murió en 1983 por una insuficiencia renal) se desmelenó  sin importarle las consecuencias. “La patrulla de los inmorales” es la película más nihilista y salvaje que he visto jamás.
Obviamente, sabía de la existencia del film de marras desde que era niño, por eso me cuesta tanto creerme como no he podido descubrirla hasta el presente 2018. Quizás porque se trata de una cinta maldita y olvidada, una película que, tras su estreno, todas las entidades biempensantes en torno a ella se han cuidado de darle una visibilidad posteriormente. La película fue un fracaso absoluto, la crítica se cebó con ella y después tan solo apareció en alquiler en su época sin que haya habido ninguna reedición después. De hecho, en DVD sigue inédita salvo porque en los USA algunos fans se han hecho con masters lo suficientemente buenos como para vender la película bajo demanda en DVD-R casero, como suele pasar con todos estos films malditos tipo “The gong show movie”.
En España, la película se estrenó en salas en 1979 (en los USA lo hizo en el 77) con una taquilla aceptable de casi 700.000 esperadores y luego apareció en vídeo de alquiler unos años después, a la vez que “Locaacademia de policía” convirtiéndose injustamente en un título más, entre italianos y apócrifos, a engrosar las listas de las películas a rebufo de la de Hugh Wilson. Gracias a eso, y a algún pase televisivo, podemos encontrar la película en redes P2P sin mayor problema.
Por otro lado, a más de 42 años de su concepción, de repente aparece en el catálogo de la plataforma digital Netflix, en los USA, durante un corto periodo de tiempo. Rápidamente, es retirada del catálogo sin dar la plataforma más explicaciones ¿Qué ocurre con esta película qué nadie quiere darle visibilidad? Los bloggeros usa llevan tiempo investigando el por qué se oculta estas película sin llegar a conclusiones claras (aunque ahora está a la venta y alquiler en Amazon video).
Yo creo que es más sencillo que todo eso. Es una película libre y antiacadémica, eso es ya más que suficiente para que sea una película menospreciada, pero si a eso le añadimos que sus protagonistas son sexistas, misóginos, racistas, asesinos y completamente lelos, pero que además, la película no se posiciona ni critica estas actitudes, sino que tan solo nos las muestra siendo además, esta caterva de salvajes, los héroes de la función, yo creo que son motivos más que suficientes para que los poseedores de los derechos la oculten y la entierren en el fango hasta hacerla desaparecer, máxime con la ola de corrección política que nos asola en la actualidad. Para más inri, mostrado todo desde una perspectiva cómica.
“La patrulla de los inmorales” prescinde de un argumento al uso para mostrarnos, tan solo, una serie de escenas, una tras otra, en las que vemos a un grupo de policías comportándose como auténticos garrulos. Una escena detrás de otra abriendo tramas que nunca llegan a  concluir, eso sí, sin cortarse en las actitudes inmorales —muy bien traído el título castellano— ni en lo explícito de la violencia y el sexo que se nos pueda mostrar. En la recta final, un cuarto de hora antes de que acabe, si que hay una trama en la que uno de los policías, traumatizado por la guerra de Vietnam, entra en una situación de pánico y mata, por accidente, a un homosexual que está en el parque donde este grupo de policías suele emborracharse tras acabar su jornada. Sus compañeros, le tapan. El jefe de estos, extorsiona a uno de los policías, uno que se va a jubilar, para que le de los nombres de los compañeros que había allí la noche del suceso, cosa a la que el interfecto se niega a hacer. Cuando le amenaza con retirarle la pensión, da nombres. No diré que ocurre al final, pero sí diré que el cuerpo entero de policía aparece retratado como corrupto, todos se salen con la suya, y aún así, el final es feliz y esperanzador para todos…. Menos para el marica asesinado. Para más inri, la película acaba con una feliz carcajada por parte de todos y cada uno de los miembros de esta patrulla de inmorales. No olvidemos que se trata de una comedia.
Yo creo que, aunque en ningún momento se juzga a los policías que forman esta inmoral patrulla,  esta película es en realidad una feroz y provocativa denuncia de los cuerpos policiales, que resulta que —mira tú por dónde— actúan así en todo el mundo, o incluso peor (huelga decir, que no me gusta la policía tampoco). Creo que Aldrich fue muy valiente haciendo lo que se le pasó por los cojones, volviendose lo que trataba de contar en su contra, al interpretar los espectadores que estaba haciendo una apología de lo que en verdad estaba criticando. Les diré por qué.
Resulta que “La patrulla de los inmorales” es la adaptación cinematografica de un best seller, la novela “The Choirboys” escrita por Joseph Wambaugh quién a su vez había firmado el guion de la película. Wambaugh había sido un policía que en sus ratos libres escribía novelas sobre sus vivencias y que abandonó el cuerpo para dedicarse a la escritura en cuanto esto le fue bien. Cuando vio la adaptación de su novela, removió Roma con Santiago para desvincularse de la misma. Denunció a la producción y consiguió que se retirase su nombre de la película, alegando que en su novela todos los actos reprobables de los que hacían gala los policías eran consecuencia de la tensión y hostilidad a la que debían enfrentarse cada día y que en la película se les pinta como poco menos que retrasados mentales sin moral alguna. Amén de que Aldrich había filmado un final que nada tenía que ver con el de la novela. Ganó el litigio y retiraron su nombre de los créditos.
Al respecto, Robert Aldrich dijo que la novela de Wambaugh era una  novela vulgar, y que en consecuencia, él había rodado una oda a la vulgaridad.
O sea, que en cierto modo, lo que era amoral era la novela de Wambaugh y no la película de Aldrich. Lo que si se le puede achacar a Aldrich es la poca pericia que tuvo para  mostrarnos la película como una crítica pareciendo que es todo lo contrario. Claro que Robert Aldrich ya había dado señales de sexismo y racismo con anterioridad. Así que a saber las intenciones con las que está hecha en verdad la película. Lo que si que es cierto, es que es una autentica joya, una comedia como solo se podría haber rodado en los setenta, un catálogo de atrocidades y, como muy bien dijo Aldrich, una oda a la vulgaridad.
Todo eso sumado al desorden narrativo, lo deslavazado de todo lo que cuenta, y la crueldad general de la película, le valieron  las peores críticas que haya podido tener una película, que fue tachada de sensacionalista y barata. A mí me ha parecido una comedia que borda la obra maestra.
Al margen de todo esto, la película es condenadamente entretenida, y es tan fiera, pero tan fiera, tan fiera, tan fiera, que la comedia, los gags, no llegan a funcionar por lo mucho que se pasa de la raya con estos. Una maravilla.
Además está llena de caras conocidas como las de  James Woods, Louis Gosset Jr., Charles Durning o Burt Young.
Estupenda.
En su momento colgué en su correspondiente sección, los pertinentes fotocromos.

domingo, 27 de mayo de 2018

LOS EXTRAÑOS: CACERÍA NOCTURNA

Ahora que el bueno de Johannes Roberts ha logrado su preciado sueño de integrarse en el mainstream dirigiendo películas que, aunque no sean super-producciones, ya llevan el logo de "Universal" al principio de todo y gastan un acabado formal mucho más que correcto, se encuentra ante una situación que no por manida y previsible es menos cierta: Lo que hace actualmente carece de cualquier sello de identidad. Sus primeras mierdecillas, de las que hablamos gustosamente en este blog cuando tocaba, eran eso, chungueces, pero al menos disponían de una manera de hacer distinta y reconocible. Además de que el amigo Roberts podía darse el gusto de poner su nombre por encima del título. Desde que rueda un cine más convencional no solo no le permiten esto último, tampoco hay diferencia alguna con respecto al 90% de productos comerciales que se estrenan. El tema del nombre vendría a ser la metáfora adecuada para la situación que les estoy narrando. Ya no son películas de Johannes Roberts, son películas. Punto. Y aunque a la larga resultan ser mucho más soportables y consumibles que "Hellbreeder" o "When Evil Calls", cuando terminan te dejan igual. No te cabrean, no te desesperan. ¿Eso es mejor o peor?. Saquen sus conclusiones, amiguitos.
"Los extraños: Cacería Nocturna" o "The Strangers: Prey at Night" es la secuela tardía de aquella cosita que se estrenó hace unos diez años con Liv Tyler y que, más o menos, logró llamar la atención. Fui a verla al cine y me aburrí bastante, tal y como escribí en la respectiva reseña. No he vuelto a consumirla desde entonces. La secuela me animé a verla simplemente por su director y por mero completismo.
La original era una historia de "home invasion" basada libremente en hechos reales. En esta lo del "home invasion" queda reducido a la secuencia pre-créditos, para luego convertirse en un semi-"slasher". La pareja de ancianos asesinada antes del título recibe la visita de los hijos y los nietos. Estos están formados por sendos personajes estereotipados, entre ellos la típica adolescente siempre de mala hostia y vestida de neo-grunge y el chaval deportista. Ambos dan muchos problemas a sus pobres padres, que no pueden follar cuando quieren. Ciertamente, tanto "The Strangers: Prey at Night" como la reciente "Un lugar tranquilo" parecen auténticos alegatos anti-hijos. Sus protas serían más felices y sufrirían menos si en su momento hubiesen evitado echar la semilla donde no debían. En fin.
El caso es que la peli que nos ocupa se desarrolla de manera muy formal y tranquila. Sin estridencias demasiado llamativas. No es especialmente aburrida, aunque tampoco especialmente divertida. La familia normal es acosada continuamente por la familia de dementes. Unos matan, otros mueren. Lo clásico. Hay algún susto, alguna escena mejor que otra (mola especialmente el enfrentamiento en la piscina) y, lo digo (cuidao que ahí espoileo), a diferencia de la primera, en esta los villanos también la palman, lo que da mucho gustito. Ciertamente es donde más se denota el rollo "slasher" con el padre encapuchado
en plan "Jason Voorhees" y que no fenece ni a la de tres. Dado el tono realista de la propuesta, canta más que una almeja, pero bueno, se perdona.
Toda la peli tiene un regusto "Halloweenesco" que incluso afecta a la tipografía de los créditos. El tema musical principal roba sin compasión el de "La Niebla". Y ya que estamos, la huída de la "final girl" es idéntica a la de "La matanza de Texas".
En el reparto destaca la dulce y carnal Christina Hendricks.
Del montón. Pasable.

sábado, 26 de mayo de 2018

UN LUGAR TRANQUILO

El mundo anda asediado por unas criaturas terroríficas (de notable diseño, destacando su cabestro) a las que les encanta cazar y devorar seres humanos -y animales-. Sin embargo son completamente ciegas, así pues el único modo de evitarlas es no hacer ruido. La familia superviviente a la que seguiremos a lo largo de la película (y su adorable duración de 90 minutos), se lo ha montado de manera muy ingeniosa para pasar el día a día sin esputar ningún sonido que atraiga a los bichos (aunque no nos explican cómo logran evitar ronquidos mientras duermen). No obstante, la pérdida reciente de un retoño les impulsa a facer algo que, dadas las circunstancias, carece de sentido y no es nada práctico: Tener un bebé. Recién parido el crío, todo se vendrá abajo y se liará un pollo notable.
"Un lugar tranquilo" venía arrastrando mucho "hype" y ya saben lo peligroso que es eso. En los tiempos que vivimos todo se sobredimensiona absurdamente y las películas ya son obras maestras cuando aún nadie las ha visto. En ocasiones, y por norma general, suelen ser decepciones. Pero muy puntualmente se estrena alguna que cumple comedidamente con las expectativas y es merecidamente bendecida por el éxito. Ese es el caso de la ahora reseñada.
La idea es bastante original, aunque tampoco tanto (si nos ponemos tiquismiquis hay un precedente en la película de Guy Maddin "Careful"), sin embargo lo que sorprende de "Un lugar tranquilo" es que funciona muy bien y se marca un ritmo dinámico y bastante acelerado teniendo en cuenta los escasos elementos de los que se sirve y, lo más importante, el poco diálogo hablado que contiene. Esa necesidad de silencio es perfecta para marcarse unos cuantos macro-sustos a base de sonidos estridentes cuando menos aclimatado tienes el oído para ello. Cierto que no da todo el miedo que podría, pero sí dispone de una notoria dósis de suspense e ideas y situaciones de peligro bastante llamativas.
John Krasinski, su director y co-guionista, interpreta también al barbado padre de familia.
Produce nada menos que Michael Bay, tal vez eso explique que ya haya una secuela anunciada.
Entretenida y recomendable.

viernes, 25 de mayo de 2018

MOVIDA EN WALL STREET

Los locos años 80. Charles Band, con su flamante Empire en boga —y en decadencia—, consciente de que el otro género, además del terror, que generaba pasta era la comedia, debió pensar un buen día “Pero ¡qué coño!” y se sacó de la manga una comedia con un reparto a prueba de bombas; RobertCarradine, Malcolm McDowell, Michael Winslow, Rody Pipper, Randall “Tex” Cobb… Ya había producido más comedias como “The Princess Academy” y alguna más, pero esta sería la primera con un fuerte reclamo comercial basado en un potente reparto.
Sin embargo la cosa no salió como se esperaba en un principio y la película se quedó prácticamente aparcada, apareciendo en su momento, 1987, únicamente en vídeo de alquiler distribuida por New World. Para más mala suerte, New World la distribuyó justo en el momento en el que se declaró en bancarrota. Con todo, la película tuvo su distribución en vídeo en nuestro país, siendo a día de hoy una película oscura e ignota de la cual ni tan siquiera existe una edición en DVD más que en Australia. Pero nosotros tenemos, como no, un VHS…
“Movida en Wall Street”, “Buy & Cell” en su versión original, cuenta la historia de un individuo medio nerdo que trabaja en bolsa. En una de estas que por un accidente muere el presidente de la empresa en la que trabaja, y que tiene trampas como para parar un tren, este es engañado por uno de los socios, que le propone ser el director de la empresa. Este acepta y en consecuencia, irá a la cárcel como responsable de todos esos pufos. Una vez en prisión, la relación con los presos propicia que, entre rejas, cree su propia empresa de inversión para rentabilizar el dinero de los presos, cosa esta, que al malvado alcalde de la cárcel le parece fatal, por lo que se pondrá a tocar un poco los huevos.
Sencillita, sin artificios y con un par de gags correctitos, “Movida en Wall Street” es, sin embargo, un entretenimiento agradable y simpático que funciona a todos los niveles, en parte gracias al reparto de grandes que sostienen la película para que no se haga añicos, siendo el rey de la función el bueno de Michael Winslow.
La película asimismo, se nutre de todos los éxitos de las comedias más punteras de la época, por eso tenemos a Carradine en representación de “La revancha de los novatos”, Michael Winslow en representación de “Loca academia de policía” así como procura mantener detrás de su cutre y cochambrosa fotografía, una estructura narrativa similar en temática y formas a la de “Entre pillos anda el juego”, pero rodada con lo que en esas producciones se gastaron tan solo en papel higiénico. Y sale airosa.
Para echar un ratillo, sin más ni más. Mucho mejor que otras películas más gordas, y una rara avis para el catálogo de Empire pictures.
Dirige Robert Boris, también productor y guionista en mayor medida, que aunque firmó pocas películas como director, no dejan de ser videoclubadas hoy míticas. Suyas son “Oxford Blues”, uno de los primeros éxitos de Rob Lowe, y “Justicia de acero”, una película que presentaba al secundario Martin Kove como absoluto protagonista.

jueves, 24 de mayo de 2018

CHARRITO

En 1984, año de producción de este “Charrito”, un ya casi sesentón Roberto Gómez Bolaños (alias de “Chespirito”… o viceversa) sufría una temporada de sequía a resultas de llevar más de media década sin interpretar en televisión a sus dos creaciones más exitosas y emblemáticas, El Chavo del Ocho y El Chapulín Colorado. Unos años antes Gómez Bolaños ya había intentado sin demasiado éxito repetir y prolongar la fórmula con “La Chicharra”, una comedia de corto recorrido protagonizada por un reportero tan ingenuo como el Chavo, y tan torpe como el Chapulín, pero que apenas lograría mantenerse un par de semanas en antena. Este rotundo fracaso respondió seguramente a la ausencia de dos de los intérpretes que evidenciaron ser piezas claves en la efectividad y popularidad de los shows televisivos previos: Carlos Villagrán y Ramón Valdés, los cuales, y además de contar con una presencia importante en la serie del superhéroe bermellón, inmortalizaron asimismo y respectivamente a Quico y a Don Ramón en "El Chavo del Ocho". Tras darse por finalizada su colaboración con Chespirito los dos cómicos decidieron ir por libre con un nuevo show, grabado en esta ocasión en Venezuela, en el que se encargarían de interpretar a Don Moncho (¿?) y a Federrico (¿¡!?), descarados sosias de los personajes de su anterior e inolvidable aventura televisiva.
Volviendo a "Charrito", el mismo año en el que Mariano Ozores rodó la magistral “Al este del oeste” Gómez Bolaños protagonizaba, escribía y dirigía este film que antes que suponer una parodia del western, o de la variedad local protagonizada por pistoleros charros, se encuadraría más bien dentro del subgénero de películas que abordan el cine dentro del cine: de esta manera, y en los mismos escenarios mexicanos en los que se filmaron títulos como “Mayor Dundee”, “Dos mulas y una mujer” o “Por mis pistolas”, "Chespirito" interpreta a un pobre diablo que atiende al nombre de "Charrito", un actor de tercera fila especializado en villanos que, para desesperación de sus compañeros y al igual que el Peter Sellers del prólogo de "El guateque", tiene la rara habilidad de echar a perder prácticamente cada toma en la que participa. Aunque la película de Gómez Bolaños opta en primera instancia por centrarse en los personajes arquetípicos que forman parte consustancial del mundillo del cine (como pudieran ser la figura del productor, interesado aquí en ahorrar hasta el último centavo, o la estrella con delirios de grandeza que encarna María Antonieta de las Nieves, aka "La Chilindrina"), así como en atender a las diferentes contrariedades que, en un momento u otro, surgen en todo rodaje (como, por ejemplo, los problemas con el atrezo y la utilería o la diferencia de altura entre la pareja protagonista, que aquí se soluciona subiendo a la actriz en un cajón), la propuesta inicial se malogra sin embargo por culpa de las altas dosis de sensiblería que, de manera progresiva, se van deslizando dentro de la historia, y que vendrían derivadas mayormente del consabido romance que surge entre "Charrito" y la maestra del pueblo donde tiene lugar la filmación de la película; docente que, por cierto, interpreta una muy guapa Florinda Meza, la esposa del protagonista en la vida real. De este modo la trama se ve irremediablemente infantilizada por culpa de este personaje de la profesora y de sus alumnos, los cuales no dudan además en perpetrar números musicales que se dirían la respuesta tercermundista y (aún más) estomagante a los popularizados unas décadas antes en "Sonrisas y lágrimas" por Julie Andrews y los miembros más jóvenes de la familia Trapp.
Y tampoco es que ayude demasiado a la película el hecho de estar realizada bajo unos condiciones de producción que se adivinan paupérrimas: además de lo misérrimo de su presupuesto, de un reparto sin la más mínima vis cómica (el primero el propio "Chespirito") y de una trama de lo más previsible, "Charrito" también acusa la torpe traslación de los latiguillos y rutinas propias de la televisión al formato del largometraje, los cuales, y si bien pueden llegar a funcionar perfectamente en un capítulo de poco más de veinte minutos, su visionado aquí representa en cambio una experiencia cercana a la agonía.
A la hora de desaprovechar sus posibilidades la película de Gómez Bolaños ni siquiera llega a sacar demasiado partido de lo absurdo del hecho de que el rodaje tenga lugar en un poblado del oeste que está realmente habitado, con su sheriff y todo. Arritmia, gags alargados hasta el sopor y un concepto tan infantil y simplón de la comedia que, por comparación, los Payasos de la Tele parecerían los Monty Python, hacen de "Charrito" algo peor que una mala película: una comedia que da auténtica pena. Incluso los contados momentos que en teoría funcionan están claramente plagiados de otros films, clásicos indiscutibles del género además: así, de la antes citada "El guateque" se toma el típico gag de la carga de dinamita que es detonada antes de tiempo y de "Los productores" el hecho de que la película que se rueda dentro de la película sea un éxito absoluto a pesar del expreso boicot de su director. Finalmente "Charrito" es, por encima de todo, la dolorosa constatación de que tanto "Chespirito" como su troupe vivieron tiempos mejores tan sólo un lustro antes, siendo así éste un film rodado a destiempo que exuda patetismo y decadencia por cada uno de sus fotogramas. Para los que nos criamos con las aventuras de "El Chavo del Ocho" y "El Chapulín Colorado", ver "Charrito" supone a día de hoy una experiencia casi traumática: así de terrible es esta película.


lunes, 21 de mayo de 2018

ROCCO

La prensa dice de “Rocco”: “Es como un “Boogie Nights" dirigido por Scorsese”. Una buena manera de  hacer que un documental este llame nuestra atención. Aunque, obviamente, esto no tiene nada que ver ni con “Boogie Nights” ni, por supuesto, con Scorsese.
“Rocco”, no obstante, es un magnífico documental. Sería muy sencillo para cualquiera hacer el típico documental a base de material de archivo y entrevistas en el que Rocco Siffredi sale mostrado como un héroe y un triunfador en la industria del cine para adultos, así como lo sería hacer todo lo contrario; “Rocco” se limita a dejar que los acontecimientos transcurran de manera natural durante la filmación de lo que Siffredi  consideró la última escena de su carrera dispuesto a retirarse. Y ahonda en la sexualidad de las estrellas porno mientras la voz en off de Rocco Siffredi nos cuenta los secretos mejor guardados de su vida y el como afecta a esta su propia sexualidad. Años atrás, cuando decidió dejar el porno por primera vez, suplió las carencias sexuales que le proporcionaba su profesión yendo de putas y travestís, a por su dosis diaria de sexo sórdido. Por lo que el documental nos sugiere que la industria del porno no es más que un pozo de adictos al sexo, donde Rocco Siffredi puede tener con facilidad aquello que tanto necesita. Pero no es más que un esclavo de su polla. Eso es lo que nos propone el documental.
Llegamos a ver a Rocco llorando según cuenta un par de cuestiones, por lo que uno llega a preguntarse si no será todo parte de una estrategia sensacionalista, así como pensamos que este retrato del anti-héroe, aquello de no ser todo tan bonito como nos lo pintan, en lugar de llegar en los momentos de gloria de Rocco, vienen justo durante los rodajes de sus últimas escenas cuando este tiene claro que se va a retirar. Muy oportuno todo. En cualquier caso da lo mismo, porque la decadencia reflejada en el documental, así como las situaciones de tensión que viven en el mismo, tanto  Siffredi como los que trabajan con él están reflejadas de una forma sucia y realista, malrollera, cuestionando si Rocco y su troupe son  o no enfermos mentales, o si detrás de tanta violencia sexual —la que ejerce Rocco con las actrices que, voluntariamente, se prestan (e incluso dicen gustarle sus humillaciones— no hay más que alguien tan vulnerable que su autoestima pende de un hilo.
El ver como se elabora la escena final de Rocco, en la que se empeña en arrastrar una cruz a modo de simbología, nos deja claro que aquí no hay más que egos mal llevados, y serrín donde debía haber un cerebro. Cuando Rocco, o Grabielle Galetta, o Kelly Standford  se ponen en plan filosófico con respecto a su trabajo banal, primario y centrado en alimentar los bajos instintos de su público, dan verdadera pena.
También choca ser testigo como Rocco desecha toda posible idea artística (sobretodo si es ajena) en un rodaje de una de sus películas, solo porque quiere follar, y quiere que sea ahora mismo.
Muy interesante, en definitiva.
Dirigen Thierry Demaizière y Alban Teurlai, conocidos por ser los responsables de toda suerte de documentales con tintes artísticos.

jueves, 17 de mayo de 2018

TERAPIA AL DESNUDO

Realizada con el principal objetivo de sacar partido del tirón mediático del que entonces gozaba el recientemente fallecido José María Íñigo, “Terapia al desnudo” podría encuadrarse asimismo dentro del ciclo de películas protagonizadas en aquella época por Carmen Sevilla, las cuales, y al mismo tiempo que intentaban aprovecharse de la relajación de costumbres a nivel sexual propia del tardofranquismo, contaban asimismo con el plus de explotar la morbosa y espléndida madurez de la más tarde célebre presentadora del “Telecupón”.
Dirigida por Pedro Lazaga, “Terapia al desnudo” nos cuenta la historia de Pablo (Íñigo), un tipo en apariencia normal y corriente que sufre un accidente de tráfico cuando lleva consigo una maleta que contiene varios millones de pesetas procedentes del robo a un banco. A resultas del choque Pablo pierde la memoria y, ante la imposibilidad de poder interrogarlo, las autoridades deciden esperar a que se recupere en la clínica en la que trabaja la sexualmente insatisfecha doctora Esteve (Carmen Sevilla). Ya ingresado en esta institución Pablo desarrollará gracias a la conmoción cerebral causada por el mencionado accidente toda una serie de poderes hipnótico-telepáticos, consiguiendo que de esta manera se hagan realidad sus deseos más íntimos, como por ejemplo - y sobre todo - la posibilidad de ver desnudas a las enfermeras encargadas de su cuidado.
Con una premisa inicial que perfectamente podría pertenecer a uno de aquellos films de la Tercera vía que escribió Garci a mediados de los 70, “Terapia al desnudo” es, sin embargo y al contrario que aquellas, una película sin ninguna gracia ni sentido de la oportunidad que además practica un erotismo de muy baja, bajísima intensidad (de hecho, el único pelo que aquí se ve es el del mostacho del protagonista), y en la que, desafortunadamente, ni siquiera lo prometedor y teóricamente original de su argumento está lo suficientemente explotado en lo que a situaciones cómicas se refiere: de este modo, los casi noventa minutos que dura la película se basan en el estiramiento hasta la náusea de la anécdota de la influencia mental que Íñigo ejerce en sus semejantes (o, mejor dicho, "semejantas") y en mostrar durante la mayor parte del metraje al presentador de “Directísimo” postrado en una cama sin decir palabra y poniendo cara de sátiro, teniendo todo ello como consecuencia que al final la propuesta resulte mucho más sórdida y malrollera que simpática.
De hecho, y antes que viendo una comedia de la época, tanto por el tema que trata como por el ritmo plomizo que arrastra parece que estuviéramos ante un título del hoy tan reivindicado fantaterror, dentro de una trama paracientífica característica del subgénero sin el más mínimo desarrollo ni grandes sorpresas y en la que, para más inri, abundan además el relleno argumental y la psicología de baratillo. Si finalmente merece la pena el visionado de esta peli, una de las cinco que Lazaga dirigió en 1975, es debido precisamente al hecho de lo altamente equivocado a todos los niveles de su concepto de base: así las cosas, los contados momentos realmente eficaces que “Terapia al desnudo” ofrece vienen dados por lo absurdo del hecho de que alguien en algún momento pensara que una comedia erótica protagonizada por José María Íñigo pudiera llegar a funcionar, tanto cinematográficamente como a nivel de taquilla.
Aparte de los chistes a costa del bigotón del amnésico protagonista, y de los desfiles de lencería cortesía de una muy maciza (y perdón por el micromachismo) Carmen Sevilla, lo único que a día de hoy lograría dibujar una sonrisa en el rostro del espectador contemporáneo sería el continúo e inapropiado bombardeo de diálogos misóginos (“De una mujer no importa el nombre, lo que importa es que haga el amor”, declara Íñigo en un momento dado), así como los chistes racistas a costa del hecho de que el bigotudo paciente haya dejado embarazada a una enfermera de color; “Cuando despiertes espero que veas las cosas menos negras.”, le llega a decir Carmen Sevilla a su compañera después de administrarle un sedante (¡¿?!)
Además de estos chascarrillos machistas y xenófobos, lo que verdaderamente redime a "Terapia al desnudo" es el hecho de que exponga sin demasiados remilgos - aunque, eso sí, siempre en tono de comedia - la doble moral imperante en la época, así como el hecho de que la pervertidora influencia que el personaje protagonista ejerce entre los empleados del hospital no esté enfocada desde un punto de vista excesivamente negativo. Por desgracia, Lazaga también opta por centrarse en los aspectos más vulgares, simples y vodevilescos que su argumento pudiera deparar, dentro de una historia en la que el revoltijo de ideas y el todo vale acaban convirtiéndose en norma.
Arropando a un interpretativamente inepto Íñigo, y haciendo más o menos soportable lo desastroso del libreto y la desgana con la que el director aborda el proyecto, tenemos a un variopinto e insuperable plantel de actores entre los que destacan veteranos como Alfredo Mayo junto a principiantes como una muy jovencita (y muy rica... con perdón) Rosa Valenty, además de los ubicuos Manolo Zarzo y Rafael Hernández y un Juan Luis Galiardo que, al igual que ya hiciera en "Una señora llamada Andrés" o "El apartamento de la tentación", aquí también interpreta al marido de Carmen Sevilla.
Mención aparte merece la andaluza, la cual se toma en todo momento en serio tamaño despropósito de película al enfrentarse a su personaje de desinhibida mujer de mediana edad exactamente con la misma voluntariosa pero distante profesionalidad con la que, por esa misma época, daba la réplica a Paul Naschy en "Muerte de un quinqui"  o cuando le tocaba ponerse a las órdenes de Gonzalo Suárez o Eloy de la Iglesia.
Finalmente, y a pesar de ser una película muy, muy flojita, hay que reconocer que gracias a su condición de excentricidad "Terapia al desnudo" es un título que destila un innegable atractivo bizarro, por lo que supongo que sería recomendable al menos para aquellos infatigables degustadores de rarezas de la historia de nuestro cine.

miércoles, 16 de mayo de 2018

LOS FOTOCROMOS DE "1941"

El gran fracaso de Spielberg en realidad es una película mítica. Les dejo con sus fotocromos, no sin antes enlazarles la reseña que hice de la mísma hace la tira de años.













lunes, 14 de mayo de 2018

LEATHERFACE

La precuela de “La matanza de Texas” que se basa en los años mozos del pequeño de la familia, viene avalada por tener en la dirección a Maury y Bustillo, directores franchutes que tuvieron a  bien debutar con una película de terror que hizo su ruido en el momento, “Al interior” pero que en realidad, salvo aquella película, todo lo demás que hicieron no es como para rasgarse las vestiduras, así que afrontamos el visionado de “Leatherface” con cierta cautela.
Como pasó también con su película “Livide”, Maury y Bustillo son unos titanes en lo que a la puesta en escena se refiere, y unos patanes a la hora de mantener el nivel los siguientes 80 minutos de metraje.
En “Leatherface” pasa absolutamente lo mismo. Nos presenta al protagonista siendo niño, a su familia haciendo de las suyas y a la sierra mecánica.  Y parece que va a molar. Los créditos, austeros y apareciendo en mitad de una secuencia en la que Leatherface se carga a una víctima que ha capturado su familia, hacen presagiar lo mejor. Incluso, después de créditos, cuando vemos el primer asesinato de la película, y como Leatherface aparece ataviado con una cabeza de vaca a modo de máscara, la cosa sigue prometiendo… hasta que comienza la película de verdad y el aburrimiento y la falta de interés, hace que tomemos el móvil por si hay que contestar algún whatssup.
La acción nos traslada a un hospital psiquiátrico dónde está internado Leatherface absolutamente trastornado por culpa de la familia que le ha tocado en suerte, pero mostrándonos en todo momento que se trata de un muchacho bondadoso. Pronto escapa del hospital junto a otros tres enfermos mentales que secuestran a una de las enfermeras, y a partir de ahí, Leatherface pasa a convertirse en un personaje secundario, casi prescindible, y la cosa se centra en las tropelías por los caminos de esta particular troupe y el sheriff que los persigue, en una suerte de “Road Movie” en la que casi todo es gratuito. Y poco más…
Y además, como fan que soy de las secuelas, que en mayor o menor medida, me gustan, pienso seriamente, que Leatherface era más aterrador y misterioso cuando no sabíamos nada de él, cuando solo sabíamos que era un retrasado mental. No hacía falta buscarle un origen (que ya lo había en “La matanza de Texas: El origen”) y menos saber que cojones pasaba en su adolescencia, porque en realidad, es información poco útil.
Por otro lado la estructura telefilmesca acaba de cargarse la película y la torna insalvable, por muchas sangre e higadillos que, de vez en cuando, aparezcan en pantalla.
En definitiva, “Leaherface”, además de ser una precuela de verdad prescindible, es el testimonio de que “Al interior” salió de coña, es una película mala, mala, a rabiar.
Por citar un detallito que me haya podido gustar, diré que “Leatherface” lanza guiños a todas y cada una de las  películas clásicas de la franquicia, incluida la menor “La matanza de Texas: La nueva generación”.
La película, supone la solución encontrada al hecho de que tras el éxito de “Texas Chainsaw 3D”, la secuela prevista no acabara de arrancar. En consecuencia, se ofreció esta, Milleniun Films y Lionsgate se repartieron el bizcocho, y luego guardaron la película en las latas hasta que decidieron estrenarla por la vías habituales de las nuevas series B —esto es, plataformas digitales mayormente, así como un par de salas de cine— en 2017, cometiendo la torpeza de no estrenarla antes del vencimiento de los derechos de la franquicia, por lo que Millenium y Lionsgate los perdieron. Menudas lumbreras.
En el reparto, tenemos caras conocidas en plena decadencia como las de Lili Taylor y Stephen Dorff.
Un zurullo.

sábado, 12 de mayo de 2018

THE TERRIBLE TWO

Medianamente engañado por aparentes reacciones entusiastas, me senté frente a "The Terrible Two" esperando una pequeña joya "indie" y lo que me encontré refuerza, una vez más, mi teoría de que los fans del cine de terror somos gente tan sufrida como ingenua. A pesar de las continuas decepciones, y tremendos topetazos, todavía tenemos fe respecto a las nuevas películas que se estrenan. Seguimos dándoles una oportunidad. Y aunque luego pasa lo que pasa, no desfallecemos. Un caso clínico, desde luego.
"The Terrible Two" narra la historia de una pareja joven en espera de retoños que se instala en una casa recién adquirida. Siete años después las dos hijas fallecerán el mismo día que, encima, resulta ser el de su cumple. Obviamente la madre se vuelve medio tarumba y comienza a hablar con ellas aunque no estén... ¿o sí están?. Descubrir que el anterior inquilino era un tipo en constante lucha contra las fuerzas del mal no ayudará mucho.
En esencia estamos ante otro ejemplo más (y van??) de que el cine digital está asesinando al séptimo arte. Que cualquiera pueda disponer de acceso a cámaras y equipo básico tiene su lado bueno, por supuesto, pero abundan más los que hacen películas por ponerse la medalla de cineasta antes que por el deseo de narrar o transmitir algo. Y ese parece el caso de Billy Lewis, responsable de este estropicio.
Hay quien osa defender "The Terrible Two" alegando que "con tal presupuesto y los pocos días para hacerla ha salido algo digno". Esa sentencia sería justa si la película fuese algo más que 80 minutos de personas hablando sin parar ni salir de una casa. Pero tal y como es, no existe posible defensa. Esencialmente porque no tiene NADA. Está vacía por dentro y por fuera. Resulta totalmente insulsa y mortecina. Y uno se pregunta dónde demonios está el dinero invertido, aparte de para una cámara digital profesional y algún que otro bocadillo destinado al equipo. Digo yo que si vas a hacer algo así, mejor opta por incorporar a tu película ALGO que la haga destacar, que la haga distinta o disfrutable ni que sea por alguna idea descabellada y demencial. Pero en una situación de carencias como esta, lo peor es intentar contenerse, aparentar ser "mainstream" y apoyar el peso de tu obra en actores muy limitados y unas niñas incapaces de dar miedo, que en sus apariciones fantasmagóricas solo tienen aspecto de, eso, niñas con caretas moviéndose torpemente.
La parte buena es que por momentos "The Terrible Two" alcanza niveles de ridiculez que garantizan alguna risotada... aunque no las suficientes como para poder "disfrutarla". El ejemplo completamente opuesto lo tendríamos en ESTA otra película también de casas encantadas, también risible, también torpe, pero mucho más desmadrada y, por ende, mucho más memorable.

viernes, 11 de mayo de 2018

GIMLET

Los noventa para el cine español, fueron unos años extraños, porque si bien se imponía cierto cine de corte autoral donde proliferaban los dramas urbanos o cierto cine para las elites intelectuales, por otro lado hubo un boom del cine fantástico y el gore en nuestro país, que emponzoñó bastante algo que ya se había practicado décadas atrás, pero que llegó para marcharse prontamente como una vulgar moda, dejando un montón de zombies por el camino que aún dan sus últimos coletazos. Llegó Amenábar con “Tesis” y se paralizó el país en pro del cine escabroso y el thriller sangriento.
Aménabar, posiblemente, fuese consecuencia de aquella moda, pero no demasiado antes, pasó por nuestros cines la ópera prima del posteriormente director de la SGAE en  España José Luis Acosta, quien acometía su primer film adscribiéndolo al thriller escabroso, sin que este señor viviera de cerca la moda de la cual el “Tesis” de Amenábar era una consecuencia. Y como todo aquello estaba aún por explotar a nivel masa, fracasó estrepitosamente en las taquillas.
Sin embargo, se trata de una película bastante del montón, que sí que contiene un par de elementos interesantes como para que le dediquemos un visionado, aunque sea meramente histórico.
Cuenta la historia de una señora que regenta un bar, y que un día de buenas a primeras se encuentra en su establecimiento un corazón humano, fresco y ensangrentado, sustraído directamente del cuerpo del que fuera su amante. Por otro lado tenemos un individuo que filma todos los movimientos de esta señora para luego enviarle vídeos por correo en los que, sin que le veamos nunca el rostro, se le declara amorosamente en interminables parrafadas.
La policía comienza una investigación tratando se asociar ambos hechos llegando poco a poco a la resolución del crimen, llevándose el espectador sorpresas durante su desarrollo.
No se trata desde luego de una gran película, es más, el paso de los años la hace parecer por momentos ridícula, pero como a rasgos generales permanece entretenida, no nos cuesta mucho el ponernos frente a ella y dejarnos llevar los escasos 90 minutos que dura.
A su favor tiene una tenue ambientación, algunos actores en estado de gracia, y una buena forma de mostrarnos los escabroso y siniestro. También hay que decir que eran tiempos en los que “Seven” pegó fuerte en taquilla y hasta el cine español se atrevió a expoliar sus conceptos y contenidos.
“Gimlet” toma el nombre de un cocktail a base de ginebra y zumo de limón, que por otro lado era la bebida preferida del detective Phillip Marlow.
Cuando digo que los actores están en estado de gracia, hay que exceptuar  a la protagonista,  Ángela Molina, porque hay que decir ya de una vez por todas, que esta señora era muy guapa de joven, tenía un gran enchufe en el cine español y podía actuar llevando el peso de una película a sus espaldas, pero, seamos serios, era una actriz espantosa. Aquí, acaban de asesinarle al amante y ella es incapaz de mostrar un solo sentimiento ante la cámara. Como si le hubieran cortado el agua. En fin.
Por otro lado, tenemos haciendo del caballero que le envía a la  protagonista sus siniestras video-cartas de amor, nada menos que a Viggo Mortensen que debutaba en el cine español actuando en castellanos en los tiempos en los que era conocido por aparecer en  “Marea roja”, cuando todavía no era una súper estrella. Luego lo fue, pero, como una rara avis del cine internacional, continuó compaginando grandes producciones de Hollywood con el cine español más al uso, con producciones independientes de cualquier parte del mundo. Curioso tipo, el Mortensen.
José Luis Acosta pronto pasó a ocuparse de otros quehaceres de orden mayormente burocrático, mientras compaginaba esto con su labor como director, haciendo bastante televisión y rodando, como última cintas hasta el día de hoy, un pedazo de bodrio que no había por donde cogerlo titulado “No dejaré que no me quieras”.

jueves, 10 de mayo de 2018

CACERIA HUMANA

Por su condición de microcosmos de la vida real en donde se ven exacerbados los peores defectos del hombre, y la violencia y el machismo se encuentran siempre a flor de piel, las partidas de caza en el cine han representado casi desde sus comienzos la metáfora perfecta a la hora de reflejar tanto la violencia inherente al género humano como la realidad político-social del momento, alegoría última que se verá elevada hasta su máxima expresión en el caso de que las películas sobre cazadores procedan de países que hayan sufrido una guerra civil y/o que hayan sido gobernados por regímenes dictatoriales (por ejemplo, "Furtivos", "La escopeta nacional" o “La caza” de Saura) o, sobre todo, cuando el principal objetivo a batir en sus tramas sea el propio ser humano.
Hijo bastardo de “Deliverance” y “Perros de paja” (o, como diría Víctor, “Masturbating Dogs”) el film rodado en España “Los cazadores” ya proponía en 1974 una interesante pero fallida mezcla entre el rape & revenge, el cine de vigilantes y el survival, dentro de una historia en la que tres veteranos de Vietnam que en su juventud fueron acusados de la violación de una joven (Peter Fonda, Richard Lynch y John Phillip Law) tienen por costumbre en la actualidad secuestrar cada año a una parejita y conducirlos a su retiro en el bosque con el propósito de - entre otras cosas - poder practicar la caza del hombre. Como verbaliza uno de los protagonistas, después de las barbaridades que vieron e hicieron en Vietnam matar sólo a unas cuantas ardillas les sabe a muy poco. De esta manera, títulos como los anteriormente citados de Boorman y Peckinpah sirvieron tanto de perfecta metáfora del conflicto en el Sudeste Asiático como de parábola del preocupante aumento de los niveles de criminalidad en las grandes ciudades del país. Por su parte, exploits como “Los cazadores” o “Cacería humana” convirtieron el estrés postraumático de la guerra en piezas tan visibles y obvias de sus tramas que el comentario social se banalizó y vulgarizó, de inmediato y sin remedio, al verse situado en un primer plano al que no pertenecía.
Dirigida en 1980 por el especialista en westerns Burt Kennedy, “Cacería humana” comparte así más de un punto en común con “Los cazadores”: como cada año un grupo de amigos de mediana edad, con Charlie (Rod Steiger) a la cabeza, llega en hidroavión a las montañas canadienses para practicar la caza del pato. Sin embargo, nada más poner el pie en tierra comprueban que el guardés encargado de las cabañas ha sido sustituido sin previo aviso por David (David Huffman), un joven barbudo y de pelo largo que se verá obligado desde el comienzo a soportar las puyas de Charlie. “Tú eres un chico, ¿no? Porque con tanto pelo y esa barba podrías ser una mujer barbuda.”, le llega a decir en un momento dado el personaje interpretado por Steiger. Sin embargo, estas inofensivas bromas muy pronto se transformarán en ataques directos contra el muchacho cuando se sepa que éste se encuentra alejado de la civilización por haber desertado del ejército: Charlie, el cual perdió a un hijo en Vietnam, ve de este modo representados en David los peores defectos de la juventud americana, aquellas flaquezas que les llevaron no sólo a perder la guerra sino también a un montón de buenos y jóvenes patriotas. Aprovechándose de la ventaja del aislamiento que le brinda la naturaleza, Charlie decidirá entonces restaurar el orden y la ley y acabar con David y, de paso, con su también inocente novia.
Por desgracia, en contra de lo que cabría esperar y a pesar de su título español, el también guionista Kennedy toma como claro modelo “Perros de paja” antes que optar por ofrecernos una reinterpretación en clave setentera y post-hippie de “El malvado Zaroff”: y es que, además de estar situadas ambas en emplazamientos rurales, “Cacería humana” y el mítico film de Peckinpah comparten asimismo similar estructura, y no sólo por el hecho de mostrar de manera paulatina la escalada de violencia que sufre en sus carnes la joven pareja; asimismo, la mayoría de las agresiones (verbales al principio, físicas más tarde) se centrarán en la figura de la novia del protagonista: por ejemplo, en el diálogo más políticamente incorrecto de toda la cinta uno de los amigos de Steiger le comentará al resto, “Si yo tuviera un lavaplatos así, sería feliz” tras observar los atributos físicos de la joven desde la distancia.
En este sentido, el personaje femenino existe en la película única y exclusivamente en relación con la venganza que posteriormente llevará a cabo su novio, en una concepción bastante similar - y ahí se nota la mano de Kennedy - al limitado papel que por lo general ha desempeñado desde siempre la mujer en el western, ya sea como mero interés amoroso del héroe o como simple desencadenante de la acción. El propio Kennedy ya se había encargado de subvertir este concepto a comienzos de la década anterior al combinar la clásica peli de vaqueros con el rape & revenge en “Ana Caulder”, film rodado en España en el que Raquel Welch se venga de los tres hermanos que la violaron, quemaron su casa y asesinaron a su marido.
Por desgracia, y obvio es decirlo, en “Cacería humana” la escalada de tensión no está construida tan brillantemente como en “Perros de paja” y, en este aspecto, la película no depara absolutamente ninguna sorpresa, tanto por seguir con tiralíneas un modelo de (sub)género ya establecido de antemano, y por lo tanto conocido de sobra por el espectador, como por mostrar sus cartas demasiado pronto: de hecho, y en una decisión de montaje tan valiente como suicida, Kennedy no sólo se arriesga a comenzar la película por el final sino que asimismo irá incluyendo una serie de flashforwards a lo largo del resto del metraje por si a algún espectador no le ha quedado a esas alturas demasiado claro como va a terminar la película.
Como era de prever, un profesional tan poco sutil como Kennedy se desenvuelve mucho mejor en las escenas de acción que en el desarrollo psicológico de los personajes o a la hora de retratar el inevitable conflicto generacional; así, la película solo parece funcionar cuando se deja de discursos y se enfrenta a la acción pura y dura, aunque también es cierto que la estrechez de miras de su reiterativo libreto tampoco da lugar a demasiadas sutilezas: así las cosas, es en el último tramo de la película, aquel en el que se difuminan los límites entre cazador y presa, donde “Cacería humana” adquiere pleno sentido, donde se revela al fin como una película eficaz a pesar de lo incongruente de su guión, de su ambigüedad política, del poco carisma de Huffman y de la interpretación innecesariamente intensa y carente de matices de un antipático Rod Steiger, intérprete que, no por casualidad, se especializó en roles de villano en esta última etapa de su filmografía. Desempeñando un papel que en un principio iba destinado a Lee Marvin, el protagonista de "En el calor de la noche" se muestra aquí absolutamente incapaz de aportar un mínimo de humanidad a su personaje de padre afligido, de enloquecido ex sargento de los marines incapaz de comprender el comportamiento de la generación inmediatamente anterior a la suya; un personaje que, tanto por su conservadurismo como por el odio asesino que muestra hacia los hippies, comparte más de una característica tanto con el protagonista de "Joe, ciudadano americano" como con el Paul Kersey de la saga de El justiciero.
Si eres fan del survival supongo que puedes darle una oportunidad a "Cacería humana": dentro de su género no es de las más aburridas ni tampoco de las peores. Y aunque no consiga despojarse en momento alguno de su asumida condición de pastiche, su plano e impersonal remix de referencias llega a funcionar gracias a la innegable profesionalidad detrás de las cámaras de Kennedy, que no a su guión, claro. Y aunque no las supere en ningún otro aspecto, al menos el director de “El asesino dentro de mí” tiene la valentía de plantear un final (o un principio, aún no lo tengo demasiado claro) aún más sombrío y pesimista, si cabe, que el de los superiores modelos a los que trata de imitar. 

lunes, 7 de mayo de 2018

KRISIS, UNA TERAPIA SUPERHEROICA

Por norma general, en Aquí Vale Todo no solemos hacer caso al cortometraje español, porque en contra de lo que se pueda presuponer, al ser nosotros cortometrajistas, no nos interesan los cortometrajes españoles. Personalmente, ya no es que no me gusten, es que me ponen nervioso y de mal humor.
Sin embargo, hay varios factores que hicieron que yo pusiera mis ojos en este “Krisis, una terapia superheroica”; El principal es que se trata de un cortometraje del director Daniel F. Amselem, al que ya entrevistamos  hace un tiempo para este blog (leer la entrevista) y que despierta en mí cierto interés y simpatía, amén de que su película “Operación Gonada”, con sus virtudes y carencias, me gusta mucho. Cómo no ver sus siguientes trabajos.
Y Amselem podría haber realizado un corto más de tantos que pululan por ahí, pero sin embargo, ya solo por la originalidad del punto de partida, gana puntos con respecto al resto de propuestas profesionales dentro del mundo del corto. Y es que Amselem, fiel a sus gustos, consciente de los tiempos que corren, y curtido en mil y una batallas en torno al financiar sus trabajos, construye un simpático cócktail de guiños y referencias que se condensan en 13 minutos de metraje que pasan volando. En definitiva, no nos ofrece otro aburrido corto español de manual.
Cuenta como un súper héroe, el Errante Galáctico, que ha perdido la fe y los poderes ante un planeta tierra tan jodido que se desmorona por sí solo, acude a un psicoanalista, el profesor Kleinman, a contarle su problema. Sus credenciales para con el súper héroe son que, su padre, atendió personalmente, años atrás, nada menos que a George Lucas. Por otro lado, este psicoanalista resulta ser un judío ortodoxo, algo neurótico y cuya relación con su madre bien le valía que alguien le psicoanalizara a él… ¿Saldrá  nuestro súper héroe de la crisis que atraviesa? Para saberlo deberán ver el corto que se encuentra actualmente en un tour de force de festivales por todo el mundo.
La cosa finalmente resulta simpática; no hace falta ser una lumbrera para darse cuenta de que, aunque no lo son, los personajes están claramente influenciados por otros dos personajes, siendo esto al final un “Magneto meets Woody Allen”. El Errante Galáctico, obviamente, guarda un gran parecido con el villano de Marvel —de hecho yo me andaría con cuidado con Disney, no sea que interpongan una demanda, puesto que el casco del Errante es calcado al de Magneto— mientras que el psicoanalista, el profesor Kleinman no es más que un sosias de Woody Allen. Obviamente, con estos parecidos, con estos homenajes, juega Daniel F. Amselem todo el tiempo en su corto, hasta el extremo de que los propios títulos de crédito finales son un homenaje, no diré a qué, para no spoilear. Asimismo, son estos arquetipos que Amselem toma prestados, los que otorgan atractivo al corto.
En definitiva, 13 minutos entretenidos, dinámicos, con algo de acción, sangre y sobretodo una muy sutil comedia, que merecen la pena ser visionados.
En el reparto, como el Errante Galáctico tenemos a Octavi Pujades al que hemos visto en películas como “Gallino” o “Tres bodas de más” y como el profesor Kleinman tenemos a Joaquín Daniel, visto en films como “Todos tenemos un plan”.
Si la cosa funciona, la cosa desembocará en serie televisiva para las plataformas digitales.

sábado, 5 de mayo de 2018

AVENGERS INFINITY WAR

10 años que culminan aquí ¿Es correcto decir esto? Si y no, la película que nos traen los hermanos Russo, es la mayor intersección cinematográfica vista hasta el momento, un nexo, un punto de unión donde aglutinar a todos los personajes que han acompañado durante una década a las glorias de fans y de los del departamento de cuentas de Marvel Studios, ahora también Disney. Pero no es un final, es un punto y seguido. No voy hacer ningún spoiler en la reseña, pero igualmente te animo a no seguir leyéndola si no has visto la película aún, porque saber cuanto menos, es mejor para disfrutarla.

Si has llegado aquí viendo todas las películas (o dejándote una o dos) lo que te encuentras en pantalla es natural para ti. Si únicamente has visto alguna película de superhéroes de Marvel y te has divertido, con esta disfrutaras igualmente. Si piensas que el cine de superhéroes es una bazofia infecta que no debería de existir, no sé porque pierdes tu tiempo en leer esto.

La película funciona como entretenimiento, con esto quiero decir que es perfectamente disfrutable y en su ritmo esta su mejor acierto.  Empieza bien, sube, sigue subiendo, te da un respirito, vuelve a subir, otro respiro con carga emotiva, y clímax final que eleva la acción y los sucesos en pantalla a mil por hora. He dicho en todo momento que el argumento, la acción, lo que ocurre en pantalla, aumenta, y es verdad, cada escena es mayor en proporciones a la anterior, tanto en los sucesos que muestran como en espacio físico. Esta epicidad en constante crecimiento puede parecer que llegara a dejar al espectador agotado en su butaca, pero no ocurre, con lo que el ritmo que tiene la película está bien medido hasta en ese aspecto.

En el apartado visual la película es de 10, los efectos infograficos son tan realistas que durante la proyección olvidas que vivimos en un mundo real, donde para nuestra desgracia no existen los Iron Man, los Hulks, o los Spiderman. Además los departamentos de vestuario también han conseguido que las diversas estéticas de los personajes casen perfectamente. Que veas a Iron Man y al Doctor Strange juntos y que no pienses que pintan menos que un Cristo con dos pistolas.

De la historia no quiero desvelar nada que no se sepa ya, Thanos, el villano de la función, EL VILLANO que todo el mundo reclamaba a las películas de Marvel Studios, se hace con el argumento. El es el argumento, toda su figura, aun no estando presente en una escena, sobrevuela el ambiente. Thanos, la amenaza universal hecha ente. Un tio de más de dos metros, morado, con una barbilla….peculiar, y de ideas fijas, y constante, muy constante. El guantelete que porta Thanos le da el poder para hacer lo que quiera, pero ya con el incompleto, es tan poderoso  que es necesaria la unión de todos los héroes de la tierra para plantarle cara. Por lo tanto, la aparición en escena del Titán Loco, es el late motiv de la película, lo que hace que todo eche a andar, que al rueda gire. Una rueda que se puso en marcha hace 10 años con Iron Man, y que por el camino ha ido recogiendo al resto de superhéroes de la casa de las ideas, y ha llegado a un punto, donde la rueda seguirá girando,  pase lo que pase. Ahora solo nos queda ver como gira, como continua la historia, por donde salimos de esta, y yo como espectador, y como fan, solo puedo decir, gracias Thanos, gracias Marvel Studios.

jueves, 3 de mayo de 2018

FATSO

Aunque apenas sea conocido en nuestro país, “Fatso” es sin embargo un título de lo más significativo dentro de las respectivas trayectorias de sus responsables: en primer lugar, por suponer la primera producción realizada bajo el sello de Brooksfilms, la compañía fundada por Mel Brooks que ese mismo año 1980 estrenaría la popular y prestigiosa “El hombre elefante”; además, representaría asimismo el primer y último largometraje dirigido y/o guionizado por la esposa de Brooks, la actriz Anne Bancroft, así como la primera película en la que el protagonismo absoluto recaía en Dom DeLuise, secundario habitual tanto del cine del director de “Sillas de montar calientes” como del de Gene Wilder (“El mejor amante del mundo”, “El hermano más listo de Sherlock Holmes”)
El entrañable DeLuise encarna en esta ocasión a un personaje totalmente hecho a su medida, a la altura tanto de su talento interpretativo como de su envergadura física, hasta el punto de que podríamos considerar perfectamente al protagonista como un alter ego del propio actor. Así, DeLuise incorpora en “Fatso” a Dom DiNapoli, un solterón de mediana edad de origen italiano, obeso, introvertido y obsesionado con la comida desde su más tierna infancia: de hecho, en los primeros compases de la película, aquellos que más en deuda están por cierto con el cine de Mel Brooks, se nos mostrará que la compulsión de Dom llega hasta el extremo de devorar platos de espaguetis en la cama o de comerse una chocolatina justo después de recibir la sagrada forma de la primera comunión.
Sin embargo, la vida de gordo de Dom, hasta entonces feliz y despreocupada, dará un vuelco cuando su también obeso primo fallezca súbitamente a la edad de 39 años. A partir de ahí el protagonista recibirá un ultimátum por parte de su hermana Antoinette, interpretada por una sobreactuada Anne Bancroft, actriz que, al igual que DeLuise, también era de ascendencia italiana. De este modo, la vida de Dom cambiará a partir de este trágico suceso y lo hará por partida doble ya que, además de tener que someterse a una estricta dieta con el objetivo de no seguir los pasos de su finado pariente, también conocerá a Lydia, una tímida joven italo-polaca con propensión a la diabetes que se revelará como la perfecta media naranja del protagonista.
A pesar de contar con varios intérpretes habituales de la escudería de Mel Brooks, y de tener un comienzo que en cierta manera podría remitir al característico estilo spoof del director de “El jovencito Frankenstein” (sobre todo en ese prólogo en el que se nos detalla la infancia del protagonista, así como en la escena del entierro de su primo, en la cual se nos muestra un ataúd exageradamente grande como para albergar en su interior a un ser humano), la película va encontrando poco a poco su propia voz al combinar estos gags de índole más paródica con escenas totalmente realistas e, incluso en muchos casos, con algunas de naturaleza exclusivamente dramática.
Y es que la figura de Dom DiNapoli es en el fondo tan trágica, y la interpretación que de él hace DeLuise tan delicada, frágil y sensible, que la conexión de empatía que se establece entre éste y el público llega hasta el extremo de anular la efectividad de muchos de los gags, algo que se hace especialmente evidente en el tramo final de la película: de esta manera, y tras comerse en un momento dado la cena de toda su familia, Dom será castigado por su hermana de una manera tan excesiva y violenta que el espectador no podrá evitar que se le congele la sonrisa en los labios.
En cuanto a su empaque visual, y a pesar de estar filmada en pleno cambio de década, “Fatso” se evidencia como una película absoluta y totalmente setentera, y no sólo por cómo está rodada, de manera desmañada y haciendo uso de la cámara en mano en su mayor parte: asimismo, el debut de Bancroft en la silla de director es un film de ritmo pausado (o, al menos, lo es para ser una comedia) pero que jamás aburre, una historia más de personajes que de situaciones que, antes que sobre la obesidad o la adicción a la comida, trata en realidad sobre la soledad que deriva de la timidez crónica y del miedo a hacer el ridículo, así como también aborda los beneficios psicológicos que inevitablemente conllevan el aceptarse a uno mismo, con nuestras virtudes, defectos y kilos de más. En cierto sentido, “Fatso” remite tanto a los antihéroes losers de clase obrera con afán de superación de “Rocky” y “Fiebre del sábado noche” (no por casualidad italoamericanos y también condicionados y agobiados por un fuerte sentido de la unidad familiar) como a otro ejemplo más clásico de reafirmación de la masculinidad como pudiera ser “Marty”, la oscarizada y conmovedora película de mediados de los 50 en la que un casi cuarentón Ernest Borgnine conoce al fin el amor.
Aparte de la innegable humanidad que la interpretación de DeLuise consigue aportar a la película, lo más destacable de “Fatso” sería la equilibrada combinación de drama descarnado, de una desnudez casi teatral, con humor e ideas más propias del cartoon o de un tebeo de la escuela Bruguera, como pudieran ser la organización “Chubby Checkers” (una especie de Alcohólicos Anónimos para gordos) o el hecho de que Dom obstruya la nevera con cadenas y un candado para evitar de esta manera caer en la tentación de saltarse la dieta.
Además de Bancroft y DeLuise en el reparto también nos podemos encontrar con otros asiduos del cine de Mel Brooks como Ron Carey (“Máxima ansiedad”) o el también guionista Rudy De Luca (“La última locura”), así como a Estelle Reiner, madre de Rob y esposa de Carl, que aquí interpreta el papel más extenso de su breve y ocasional carrera como actriz. En cuanto a “Fatso”, y para que os hagáis una idea aún más aproximada de por donde van los tiros, es básicamente una película que de haberse rodado una década más tarde hubiese representado el vehículo perfecto para alguien del calibre de John Candy, disfrutando así seguramente de mucha más popularidad de la que gozó en su momento... o de la que goza a día de hoy. Y es que aunque no deje de ser una excentricidad, ello no es óbice para que sea también un título injustamente olvidado, una película modesta en intenciones que – sorprendentemente - funciona y triunfa en su difícil y arriesgada conjunción de diferentes tonos, aunque en el momento de su estreno la crítica dijera justo lo contrario: en este sentido fue particularmente injusto Roger Ebert, el cual acusó a Anne Bancroft tanto de despistar al espectador con este cocktail genérico como de no contar con un enfoque suficientemente definido en lo que respecta a abordar el tema del sobrepeso. A pesar de las palabras de Ebert, y aún acusando cierta dejadez en el aspecto formal, “Fatso” es, en definitiva, toda una joyita a descubrir.