viernes, 31 de enero de 2020

LA JAULA DE LAS LOCAS

Renato y Albin con sus crisis propias de homosexuales bien entrados en la mediana edad, se ven envueltos en una trama policíaca sin comerlo ni beberlo, al pasarle una organización criminal un mircrochip a Albin sin que él se de cuenta. Así pues, entre los delincuentes y los policías, nuestros protagonistas se verán envueltos en un vodevil con reminiscencias del inspector Clouseau y “La pantera rosa” que les obligará a ir y venir, y en el caso de Albin, a vestirse de mujer o de hombre según lo requiera la situación, en una película muy, pero muy inferior a la que le precede.
Con el mega-éxito de “Vicios Pequeños” era cuestión de tiempo que se intentara repetir este con una secuela y, compartiendo el mismo equipo actoral y técnico de “Vicios Pequeños”, muy mal se tenía que dar para que no terminara la cosa igual de bien. Pero esta “La jaula de las locas” comete el error de sacar a los protagonistas de su zona de confort, por lo que meterlos en una trama casi de espionaje, no termina de funcionar. Eso, sumado a la controversia que en su momento generó el hecho de que Albin apareciera en un momento de la película con la cara pintada de negro al estilo “coon”, y considerarse una secuencia racista, acabaron de hundir la película en el fracaso.
En España ambas películas de “La cage aux folles” son populares sin llegar a ser megataquillazos, pero, mientras que “Vicios pequeños” logró llevar a los cines a más de medio millón de espectadores, “La jaula de las locas” no consiguió llevar ni la mitad.
Sin embargo, es una cinta absolutamente concebida  para lucimiento de las cualidades actorales de Michel Serrault que se encuentra como pez en el agua pasando de travestí afeminado a varonil limpia cristales en un mismo plano, por lo que si te gusta el actor, da gusto verle. Por otro lado, peor amparado resulta Ugo Tognazzi cuyo personaje, que se colocaba por montera la primera película, aquí no está muy lúcido.
Lo peor de la película es que es muy aburrida teniendo todas las papeletas para no serlo. Y es que, aunque los diálogos continúan siendo obra de Francis Bever y la dirección de Edouard Molinaro, la historia esta vez la firma Jean Poiret, autor de la obra original que, quizás, no supo hacer una buena historia para el cine. Y que estos personajes, Renato y Albin, no desprenden ni la mitad de carisma ni gracia que en la primera parte.
Un poco mala. Pero, aún así, pasados cinco años, se rodó una nueva secuela

lunes, 27 de enero de 2020

THE ABNORMAL FEMALE

Clásico “sexploit” de  alto contenido sexual para la época, rozando el “soft”, que con pocos medios y enfocado como una especie de documental pedagógico, sirve para mostrar la mayor cantidad de numeritos eróticos posibles. Así, tenemos una voz en off —la de un psiquiatra— que va narrando las diferentes filias sexuales de algunas de sus pacientes, dando su punto de vista como médico y dejando a la mujer en muy mal lugar puesto que, una simple lesbiana, es una mujer completamente desprovista de sus facultades mentales en esta película. Y a modo de flashback mientras lo explica, vemos desde mujeres que se excitan dando de hostias a los hombres, hasta mujeres que optan por los tríos o por el sexo con otras mujeres. La película se excusa de tanta depravación y el espectador se pone las botas. Vamos, una estrategia comercial muy de la época  y que bajo un halo de moral, se muestra de todo. Esta en concreto es muy subidita de tono y, ciertamente, cuenta con señoritas anormales muy jamonas.
Por otro lado, el estar filmada en blanco y negro le confiere a la película una pátina de respetabilidad, quiero decir, que el blanco y negro viste mucho, queda todo muy bonito y todas esas secuencias de gente simulando sexo, si te dicen que están concebidas con fines artísticos, te lo crees. No hay mucha diferencia entre algo filmado por, por ejemplo, René Clair y esto. Pero no, todo atisbo artístico no es más que mera casualidad ya que estamos ante un producto meramente comercial concebido para pajilleros que se la pelaban en salas de cine medio clandestinas.
Por lo demás, la película aguanta el visionado la primera media hora, después, es más de lo mismo una y otra vez, folleteo gratuito y barato, que a pesar de las bellezas que desfilan por la pantalla, es incapaz de poner palote al hombre contemporáneo, en 1969, año en el que se estrenó, ya no sabría que decir. Imagino que sí, porque como digo, hay pelambres, tetamen y culetes a punta de pala.
El interés que pueda despertar esta película es exclusivamente antropológico.
Dirige la función un tal George Rodgers al que parece que se le ha tragado la tierra; no solo es que únicamente cuente con este film en su filmografía, es que no hay datos de su existencia prácticamente en ninguna parte.
La película se editó hace algún tiempo en DVD gracias a Something Weird Video que la recuperó y distribuyó en programa triple junto con otros dos sexploits titulados “One Shoking Moment” y “The Maidens of Fetish Street”.
Para los muy curiosos.

sábado, 25 de enero de 2020

NAVIDADES NEGRAS

Hoy se cumple justo un mes de algo muy poco original por mi parte: zamparme una sesión doble nocturna de terror Navideño. Para lo cual elegí un clásico que ya había visto antes y otra moderna. 
De la primera se ha escrito ya mucho, yo incluido, "Navidades Negras" o "Black Christmas", el incunable film de Bob Clark que se adelantó cuatro años al supuesto nacimiento del slasher según San John Carpenter. No era la primera, antes estuvo esta otra, pero es indudable que, en muchos sentidos, aportó buena parte del material que luego sería recurrente en el subgénero. La diferencia es que Clark lo hizo con clase. Mucha clase. Característica esta para nada trasladable a la ristra de imitadores que surgirían los años siguientes.
Unas chicas universitarias pasan la Navidad tranquilas en su fraternidad, hasta que comienzan a recibir llamadas aterradoras de una voz chillona que les dice cosas raras y las amenaza de muerte. Resulta que el perpetrador de las mismas se les ha colado en casa y habita el desván, solo que ellas aún no lo saben. Y puede que nunca lleguen a saberlo, aunque él decida salir de su escondite para cazar.
"Navidades Negras" es una de esas películas que funcionan o no depende de cómo te pillen. La ocasión que la consumí previa a la presente me pareció aburrida. Sin embargo, el pasado 25 de Diciembre volví a gozarla como el primer día. Redescubrí sus muchísimos atributos, aunque sin duda el mayor de todos ellos es su asesino, probablemente uno de los más terroríficos que ha dado el cine, Billy, primero porque no conocemos su origen ni su motivación criminal, segundo porque nunca le vemos la cara, solo las manos y un ojo que da escalofríos cuando te apunta fijamente, tercero por esas llamadas espeluznantes que hace a las chicas, poniendo voces de dibujo animado, chillando, desvariando... acongojantes, y cuarto... bueno, por el desenlace de la peli que no desvelaré. Maravilloso. Qué buenos tiempos aquellos en los que los asesinos de las pelis de terror no eran carne de merchandising, esencialmente porque no podían serlo.
A todo ello sumen una atmósfera cojonuda, tan absolutamente navideña como totalmente inquietante, que chorrea misterio y suspense por los poros. La banda sonora, minimalista y que desaparece cuando la situación lo requiere, dando paso a los efectos de sonido. Unos personajes trabajados y humanos, con problemas y personalidad, no simples marionetas pechugonas puestas ahí para ser asesinadas. Y por supuesto la justa dosis de crímenes (pocos si lo comparamos a slashers posteriores), sin abuso de truculencias, comedidos, sobrios e impactantes. 
Ya no se hacen como esta, amigos. Ni se harán. El terror ha dejado de ser adulto, ha dejado de tener clase. Hoy día eso último se confunde con ser pedante y meter arrebatos artys, que no es el caso de "Navidades Negras", una muestra de cine de género estupendo, sin excusas. Y ahí va una demostración de lo que digo: En el 2006 se hizo un remake, apadrinado por el propio Bob Clark, que aún teniendo algunos atributos visuales, no funcionaba. Y cometían dos errores de peso, dar una historia y un rostro al asesino y meter efectismos baratos. Para rematarlo, recientemente se ha estrenado ooootro remake y esta vez, de modo oportunista y barriobajero, apuntándose a todo este rollo del nuevo feminismo y bla, bla... como era de esperar, se metió una buena galleta en taquilla para mayor disgusto de sus perpetradores, la peña de "Blumhouse", que cada vez anda más y más perdida. Pues yo me alegro. Me alegro tanto como que las nuevas "Ángeles de Charlie" pasaran idéntico trago por las mismas razones. Siempre habrá quien tire de la excusa perfecta, achacándolo a su condición femenina y al rechazo que ello provoca en el macho dominante, pero yo creo que se debe única y simplemente a que son malas películas. En cualquier caso, que se jodan. ¡Cómo odio que me sormoneen y más desde mi género favorito!.
Una de las cosas que llaman la atención de "Navidades Negras" son sus pequeños y nada invasivos momentos de humor, que ya anunciaban el tipo de cine al que no mucho después Bob Clark acabaría anclado, el de risas. Es curioso como, a diferencia de otros muchos casos, él no quedó encasillado en el terror de por vida. Tal vez se deba a que sus aportaciones tampoco obtuvieron el estatus instantáneo de pelis de culto o films a considerar. Tardaron un cacho. Como debe ser, por otro lado. Así, el tipo tuvo tiempo de desviarse y meterse en otros berenjenales.
Para rematar todos los indiscutibles atributos de "Navidades Negras" (como su ajustado tempo, la narrativa clásica pero no acomodaticia en la que todo se desarrolla y confluye de manera inteligente, etc, etc... ¡¡y mira que tenía talento el puñetero Bob Clark!!), disponemos de un reparto colorido, simpático y entrañable como el solo: Olivia Hussey, Keir Dullea, Margot Kidder, John Saxon, Art Hindle y el eterno secundario carismático Leslie Carlson.
En fin, ¿qué más puedo añadir? una excelente película de terror que recomiendo encarecidamente. Y si la ven y no les acaba de funcionar, prueben dentro de un tiempo, porque a veces eso es lo que necesitan las cosas buenas, tiempo para apoltronarse en tu psique y darte una dosis de gustirrinín y escalofríos, aspecto este que hoy día, con tanta prisa para todo y tan poca paciencia cuando hay que sentarse frente a una pantalla, ya no se estila.
Si han llegado ustedes hasta aquí, puede que se pregunten aquello de "¿Y qué viste después?", pues se lo diré, una cosa titulada "A Christmas Horror Story" tan chillona, cargante, excesiva y aturdidora que a los viente minutos ya la estaba quitando. Terror de 1974 versus terror de 2015.... los resultados hablan por sí solos.

viernes, 24 de enero de 2020

VICIOS PEQUEÑOS

“Vicios pequeños” es la adaptación al cine de la obra de teatro “La Cage aux folles” de Jean Poiret, todo un hito de la comedia francesa que se tiró en cartel la tira de años siendo un éxito arrollador. No es de extrañar que pronto esta historia diera el salto al cine.
Por otro lado, este vodevil, con su trama de enredo y sus entradas y salidas del armario —nunca mejor dicho—, es una pequeña obra maestra de la alta comedia, que al margen de lo divertida, bien escrita y dirigida que pueda estar, es un símbolo para la cultura LGBT que la acoge en su seno como no podía ser de otra manera, siendo considerada una de las cintas que —paradójicamente y pese a que se trata de un film que tira de estereotipo hasta casi la caricatura y cuyo leif motiv es el que una pareja homosexual se haga pasar por heterosexual—  más respeto muestra con la libertad sexual en el sentido de que ninguno de sus personajes son juzgados por ser como son. Entonces, la cosa va de una pareja de gays mayores que regentan un cabaret homosexual llamado La Cage aux folles y que se ven en un aprieto el día que el hijo de uno de ellos, fruto de un escarceo heterosexual  del pasado, le anuncia a este que se va a casar. Hasta ahí todo bien, pero les pide a sus padres homosexuales que, siendo los progenitores de su pareja unos meapilas pertenecientes a una organización gubernamental ultra conservadora, le hagan un favor e impidan por todos los medios, a la hora de hacer las pertinentes presentaciones, que vean que sus padres son dos maricas del mundo del espectáculo. Comienza así un tour de force por parte de los mariquitas que harán todo lo posible por no parecerlo, dando paso así a la trama de enredo típica de este tipo de comedias.
Es sorprendente comprobar como una película de más de 40 años sigue manteniéndose tan fresca y tan vigente. Y tan moderna narrativamente, casi parece rodada ahora.
Gran parte del merito de que esta película funcione a las mil perfecciones lo tienen sus interpretes, por un lado, el italiano Ugo Tognazzi, quien da vida a Renato, el gay con menos pluma de los dos protagonistas, con verdadera maestría. Tognazzi, en esta producción francesa se negó a hablar en francés, entre otras cosas, porque no conocía el idioma, por lo que en postproducción, por esta decisión del actor, fue necesario doblarle, teniendo el director Edouard Molinaro que rescribir sus diálogos con el fin de que en doblaje quedaran lo más acorde posible a los labios y gestos del italiano. Por otro lado, Michel Serrault, que ya había interpretado el mismo rol en teatro, jugaba en casa, por lo que interpreta a Albin con soltura y convirtiéndose en el principal móvil de la acción. Es, de los dos maricas, el que asume el rol femenino. Asimismo, y como blanco de los momentos con mayor carga cómica, Michel Galabru da vida al ultra derechista padre de la prometida del hijo de los gays, cuyo afán es, sobre todo, salir ileso de un escándalo de corte sexual en el que se ve metido el presidente de la organización para la que trabaja. Todos están esplendidos y le dan a la película el toque justo para que el espectador se desternille.
En el guion tenemos al ya legendario Francis Bever, que se ha tirado la vida haciendo comedias vodevilescas de semejante índole —fue quién dirigió la mítica “La cena de los idiotas”—y prácticamente todas han sido éxitos internacionales que luego han sido remakeados. Y a la dirección tenemos al anteriormente mencionado Edouard Molinaro que, además de venir de rodar un montón de películas para el lucimiento de Louis de Funes, rodó cosas como “Drácula padre e hijo” o “El embrollón”.
“Vícios pequeños” fue tal éxito que ostenta el honor de ser una de las 10 películas de habla no inglesa más vistas en los USA, generó dos secuelas, un remake americano con Robin Williams, varios musicales (en España se encargó de representarlo en los teatros españoles Andrés Pajares junto con Joaquín Kremel), tres nominaciones a los Oscar de Hollywood y un sinfín de premios a lo largo y ancho del mundo.
Casi, casi, una pequeña obra maestra.
De las secuelas y el remake, lo más probable es que vaya dando cuenta aquí, en su blog de cine favorito, en próximas entradas.

miércoles, 22 de enero de 2020

MIS FOTOGRUMOS FAVORITOS 2 - "A PROPÓSITO DE MASTERS DEL UNIVERSO..."

Así de fantabuloso lucía, en un antiguo "Fotogrumos", el anuncio a doble página del lanzamiento en vídeo de la famosa serie animada de los "Masters del Universo" (o "He-Man y los Masters del Universo"). Semejante regalo para los sentidos me trajo a la mente una pequeña anécdota que pasaré a contar una vez hayan disfrutado de tan colorida materia...


Haciendo limpieza en el hogar paterno, un día retiré un enorme armario y lo que apareció, además de mucha mierda, fue un folleto explicativo, o lo que entonces denominábamos "las instrucciones", de un antiguo juguete de los "Masters", una "aeronave de ataque" que, presupongo, mis queridos padres me habrían regalado por Navidades o vaya usted a saber. Como ven, los pececillos de plata se habían puesto las botas a su costa, de ahí el aspecto de colador que gasta, pero ello no le resta encanto. Puede que incluso se lo otorgue...



lunes, 20 de enero de 2020

MY BABY IS BLACK

Una joven estudiante blanca da a luz un niño negro. De esta forma la acción nos trasladará tiempo atrás y veremos cómo la chica conoce a un estudiante negro en la facultad de medicina, cómo se enamora de él y tienen relaciones sexuales (mostradas de manera figurada enseñándonos, el encuadre, unas fruslerías como pueda ser un cañito de agua que se derrama sobre el asfalto, el vaivén de unas llavecitas, para sugerir al espectador que los protagonistas están follando). Por supuesto, estamos a principios de los años 60 y esta relación traerá cola en el entorno social y familiar de la chica, que no ve con buenos ojos que esta salga con un negro.
En realidad, estamos ante una película de corte social y de arte y ensayo de proveniencia francesa. Su título real es “Les lâches vivent despoir”, algo así como “Los cobardes viven después” y en ningún momento se hace referencia a un niño negro en el título. Se trata de una película con un punto de vista amable hacia las relaciones interraciales y con un final esperanzador y buen rollista en el que prevalece el amor ante el odio del que los protagonistas son víctimas durante todo el metraje. Dirigida por Claude Bernard-Aubet, director francés de cine de autor más o menos discretito, que durante mucho tiempo estuvo firmando sus películas bajo el pseudónimo de Burt Traver y cuyas películas, en muchas ocasiones, han llegado a estrenarse en nuestro país, como por ejemplo y, que fuera medio popular en su momento, “Adiós, te quiero”, con Bruno Cremer.
Es una película absolutamente moderna de la era beatnick, con una banda sonora a base de Jazz histérico que sirve para dar énfasis a según que escenas y, aunque es repetitiva, lenta y sosa, se puede ver sin mayor problema, recordando en algunos momentos a las películas de nuestro Summers de aquella misma época.
La gracia está en que la película pasó sin pena ni gloria por salas francesas, pero fue adquirida en algún mercado de cine por despiadados distribuidores americanos que operaban mayormente en  autocines y salas de mal vivir. La película sufrió un nuevo montaje, fue doblada, se le puso un nuevo y más explícito título, “My baby is black”, y se convirtió en una pieza exploit que se vendía  alterada, como si fuera una película terrible sobre una mujer que tiene un niño negro no deseado. Y eso se consigue tan solo haciendo que la escena final, en la que la mujer blanca trae un niño negro, sea colocada al principio a modo de prólogo, dando lugar este nacimiento a unos títulos de crédito un tanto inquietantes. Después de eso, la película transcurre con normalidad. El resultado de este desbarajuste es que la película se estrenó y pasó aún más inadvertida en el circuito de autocines que en las salas de arte y ensayo francesas, puesto que se trataba de una película demasiado light y convencional para lo que el público del Drive in demandaba.
Pronto, la película quedó enterrada en el olvido hasta que la gente de Something Weird Vídeo la recuperó y la puso a disposición de los usuarios en vídeo y DVD. Tampoco fue un título de los más demandados.
La película, como ya he dicho, se deja ver, pero más allá de eso, lo importante es cómo fue distribuida por los americanos, que ni engañando y escandalizando al personal consiguieron que esta película fuera un éxito. Ahora bien; la versión francesa pasaría, sin duda, inadvertida ante mis ojos en cualquier circunstancia, mientras que la americana, con ese título y tufillo sensacionalista, ha llamado mi atención lo suficiente como para que indagara, la viera y aquí la reseñara para todos ustedes. Y es que el título americano “My baby is black”, conlleva consigo cierto racismo implícito que, por el contrario, en ningún momento ocurre en el francés.
Por otro lado, curiosamente, en Francia incluso llegó a hacerse una novelización de la película en un libro homónimo que se vendía como si fuese una novela de autor cuando, probablemente, esta estuviera más cercana a las novelas románticas de Corin Tellado.
Adjunto tanto el póster francés como el americano de la película, porque, en cuanquier caso, ninguno de los dos tienen el más mínimo desperdicio. 

sábado, 18 de enero de 2020

RAMBO : LAST BLOOD

Cuando Sylvester Stallone estrenó la última entrega de las aventuras de su legendario "Rambo", pronto comenzaron a llegar las críticas negativas. En principio no me sorprendió, ya que vivimos en la era del rajismo descontrolado, especialmente si hablamos de lo que se cuece en redes sociales. Además, algunas de esas reacciones eran comprensibles, tal y como desarrollaré más adelante. Aunque parte de ellas se fundamentaban, única y exclusivamente, en el discurso políticamente correcto. Esas sí me sorprendieron. Es decir, agredían a la peli por considerarla sexista, racista y pro-Trump. En esencia, gracias a un ¿abuso? de imágenes de mal trato a chavalillas, por presentar a los mexicanos como los malos de la función (pero muy muy malos) y por ese alegre canto en pro de las armas y la justicia vengadora. Bien. Siempre he creído que criticar una película basándose únicamente en preceptos morales es una gran cagada. Pero tengamos presente que hablamos de "Rambo". En tiempos tan posmodernos como los que vivimos, en los que lo "cool" es decir maravillas del cine comercial hollywoodiense de los años ochenta, no hay que olvidar que todo ese material, e incluyo aquí a Schwarzenegger, Steven Spielberg o muchos hitos del terror de la década, eran tildados de basura en su estreno. Se consideraban productos motivados única y exclusivamente por intereses comerciales y, por tanto, carentes de ningún valor. Sí, las salas se llenaban de gente para verlas, pero el 99% de los críticos las hundían en la miseria. La audiencia y los gacetilleros supuestamente expertos habitaban mundos opuestos. Era lo normal y aceptado. Claro, hoy nos escandalizamos cuando a una nueva entrega de "Rambo" le caen palos a mansalva, sin embargo también a la peli del 85 se la machacaba por propagandista, racista y violenta. Así es como era y así es como debería ser. En cierto modo, tan negativa reacción ante la nueva epopeya del personaje era/es algo incluso positivo. 
"Rambo: Last Blood", es decir "Rambo 5", viene dirigida por un matao que no nos importa porque, en realidad, todos sabemos que el gran cerebro pensante y ejecutor tras ella es un avejentado Sylvester Stallone. Duele verle en primer plano. Era aceptable comandando a los "Mercenarios". Y muy resultón en "John Rambo", o "Rambo 4", película que -ya lo adelanto- me mola un rato y es mejor que la presente. Pero es que esas ya tienen sus añitos, y es algo que se le nota a Sly. También daba grima Clint Eastwood en "La Mula", aunque al menos ahí interpretaba a un yayo gruñón y no se metía a masacrar malvados narcotraficantes. En realidad ¡les ayudaba! (y ya que hablamos de Clint, no puedo evitar mentar el parecido que en muchos sentidos guarda "Rambo: Last Blood" con "Sin Perdón". Incluso el plano del héroe crepuscular junto a las tumbas de sus seres queridos enterrados al lado de un fotogénico árbol). Si yo fuese Stallone, me plantearía situarme exclusivamente detrás de las cámaras o, cuanto menos, buscar papeles más afines a mi edad. 
John Rambo ha cambiado el chip gracias a su querida sobrina adolescente. Es un hombre nuevo, tiene más ganas de hablar y sonreír, dejar atrás sus apetencias guerrilleras. Bueno, no del todo. Se ha currado una galería de túneles bajo el rancho que habita para sentirse como en casa. Resulta que la sobrina quiere conocer a su desaparecido padre, así que se pira a México y, una vez allí, cae en manos del cartel. Claro, en cuanto tito Rambo se entera, parte para allá dispuesto a recuperarla caiga quien caiga. Y son unos cuantos. Hasta que le toca a él. Le dan tal paliza que lo dejan hecho polvo. Y las cosas se ponen aún más feas. Al final, todo estallará en una especie de masacre situada en los túneles de un Rambo más cabreado que nunca y que recuerdan, muy mucho, a la famosa escena de "...Acorralado parte 2" en la que iba cazando uno por uno a rusos malos usando técnicas de camuflaje y trampichuelas varias.
Antes comentaba que algunas de las reacciones negativas en torno a la película eran comprensibles. Me refería a que, sí, cuesta creer que esta sea una aventura de "John Rambo". Básicamente porque lo han sacado de su entorno natural, la jungla, le han apartado de sus enemigos naturales, policías rednecks o ejércitos de ideologías contrarias, y le han cambiado el look. Lleva el pelo corto, por lo que no necesita usar una mugrienta cinta para sujetárselo y, oiga, cuesta habituarse a eso. Sin embargo, se puede soportar. Lo que realmente me chirría es que Stallone no interpreta a "Rambo", interpreta a "Rocky". Todo el arranque de la peli, con él en plan grandullón torpe pero de buen corazón y constante sonrisa torcida, individuo reposado que se toma la vida con calma y filosofía, nos recuerda al famoso púgil. En ningún momento al lacónico, parco en palabras y serio "John Rambo". Sí, lo justifican con lo de que ha mejorado como ser humano, pero claro, es que Stallone no tiene muchos registros que digamos y pasa factura.
No obstante, si dejamos a un lado todas estas apreciaciones pajilleras, en realidad estamos ante una película perfectamente digerible y bastante entretenida. Hubiese molado más no sumarla a ninguna franquicia y limitarla a ser una de justicieros seniles, pero tampoco es un trauma (¿por qué los villanos nunca tienen la misma edad que el protagonista? Estaría guay ver a un "action hero" abuelo combatir contra malhechores de su misma quinta). Lo que sí llama la atención es la cantidad de violencia salvaje que nos muestra. Es algo que ya hicieron, para sorpresa de todos, con "Rambo 4" -y de manera aún mucho más contundente-. Luego dijeron arrepentirse de ello porque todas esas escenas sangrientas habían asustado a una parte de la potencial audiencia, y por eso rebajaron el nivel en "Los Mercenarios". Sin embargo, para este "Rambo 5" retoman el asunto y se quedan a gusto.
Es dato conocido que buena parte de "Rambo: Last Blood" está rodada en Santa Cruz de Tenerife. De ahí que veamos varios rostros autóctonos como una Paz Vega cada día menos guapa (¡con lo que ella había sido!) y Sergio Peris-Mencheta + Óscar Jaenada haciendo lo que siempre cuando un actor español es fichado por Hollywood: mexicano y, a poder ser, traficante. ¡Ja!.
La peli ha sido un fracaso de taquilla. Son malos tiempos para el cine y, especialmente, para ese de catadura "moralmente discutible". Ya no estamos en los ochenta, amiguitos. Así que es muy posible que este sea realmente el "last" "Rambo" que veamos. Teniendo en cuenta que Stallone suele recuperar a aquel y/o a "Rocky" cuando las arcas se tambalean, y que esta vez no ha cundido, seguramente sí se acabe aquí. Y creo que haría lo correcto. Porque, aunque como peli palomitera "Rambo: Last Blood" funciona, como colofón a una saga mítica, la verdad es que la sella de un modo tirando más bien a deslucido.

viernes, 17 de enero de 2020

BLACK SOCKS

Un gerifalte televisivo, harto de ofrecer una parrilla sosa y para todos los públicos, decide ofrecer un programa-contenedor que consiste en mostrar una serie de cortes de tipo sexual, así como ofrecerá spots televisivos que sobrepasen las fronteras de lo permisivo.
Casi como si se tratara de una película de sketches con un hilo conductor que sirve de nexo de unión, “Black Socks” básicamente es una película en la que su primer tercio es palique insustancial por parte de este señor que quiere revolucionar la televisión y, el resto del film,  lo compone el supuesto programa televisivo que este produce en el que vemos una serie de secuencias picantes en teoría graciosas y provocaciones de todo tipo. No contentos con filmar a señoritas de buen ver en distintas situaciones de tipo sexual, también veremos una secuencia en la que una de ellas recibe una brutal paliza a base de cinto, cañería, fusta y látigo, que podría ofender a cualquiera de no ser porque la simulación es demasiado mala; se nota demasiado, diría que intencionadamente, que el individuo golpea el suelo y no a la señorita.
Un batiburrillo de lo más estúpido y falto de carisma, aburrido, sin mucho interesante que ofrecer, que se deja ver por liviano, pero que no supera ningún tipo de expectativas. Su naturaleza exploiter es la única razón de ser para interesarse por ella, pero yo creo que ni por esas. Se estrenó con un cartel que ofrecía un elenco que no salía en la película, pero en posteriores ediciones videográficas a cargo de la Troma, el pirata de Lloyd Kaufman hizo exactamente lo mismo; darnos carátulas de vídeo que ofrecían chicas que no aparecían en la película y situaciones que tampoco.
Con el título inicial de “Black Socks” y en un intento de aprovecharse del tirón de las películas de Russ Meyer, esta sandez en celuloide pronto pasó a titularse “Video Vixens!” y así es como se la conoce hoy en día, incluida en la versión que distribuyó la Troma y que es la que rula en DVD por todo el mundo. Es precisamente por el parecido de su título con el de los más populares de Meyer que esta película está en el mapa. La gente la ve, porque en su ignorancia, cree que va a ver los súper melones de las películas de Meyer. Y verá alguno que otro, pero esta cinta va por otros derroteros.
Con gran parte del equipo técnico de “La última casa a la izquierda” de Wes Craven implicado en la producción, la película la dirige una leyenda de los nudies —y los roughies—, Red Sullivan, quien algo raro le vería a esta película cuando  decidió firmarla bajo un pseudónimo, Henri Pachard. Después continuaría firmando sus películas con su nombre real hasta que en los 80 se pasó al porno y a partir de entonces solo utilizaría su seudónimo. “The Devil in Miss Jones Part. II” o “Sexcapades”, serían dos de sus películas porno más populares.
En el reparto, donde abunda el seudónimo a tutti pleni por parte de los actores, cabe destacar la presencia de ese entrañable actor de tercera fila habitual en todo tipo de subproductos (y también películas mainstream) que es George “Buck” Flower que aquí da vida a un extraño director de cine.
Bastante prescindible y, como digo siempre, solo recomendable a los que les pueda la curiosidad; esta siempre será saciada.

miércoles, 15 de enero de 2020

LOS FOTOCROMOS DE "TRAGEDIA SEXUAL DE UNA MENOR"

Con semejante título y semejantes imágenes, esta es una entrada nacida para triunfar, atraer mogollón de visitas y de pervertidos. Hablamos de genuino cine porno Sueco del año 1977, de cuando se hacían con celuloide, contaban una historia y, por supuesto, se tocaban y mostraban sin remilgos temas que hoy día estarían terminantemente prohibidos. Es el caso de la protagonista a la que hace mención el título, una chavalilla rubia, con coletas y cara de inocente que se pasa toda la peli mirando cómo follan los demás, se pajea con saña y termina perdiendo el virgo.
Disfruten, marranos.










lunes, 13 de enero de 2020

HISTORIAS DE LA TELEPRISIÓN

“Historias de la Teleprisión” es un documental de corte prácticamente amateur que se ha podido ver recientemente en diversos festivales cinematográficos.
En 1985 el director de cine Adolfo Garijo, director del corto “Madrid-Tránsito” y ayudante de dirección de algunos capítulos de “Curro Jimenez”, entró preso a La Modelo de Carabanchel por encontrarle en casa de su pareja un alijo de cocaína que reconoció como suyo. Por otro lado, Javier Anastasio, supuestamente implicado en el caso Urquijo y condenado sin pruebas, hace amistad con Garijo y en un momento durante su estancia en prisión, se les ocurre la idea de montar una televisión en la cárcel, cuyos programas, realizados por ellos dos con la colaboración de otros presos comunes con una vídeo cámara casera, se emitirían en todas las televisiones de la cárcel.
35 años después, sin medios ni ayuda, Garijo decide hacer un documental sobre aquella experiencia donde condensará el poco material que no se destruyó de aquellos programas que hacían, ayudandose por un par de declaraciones tanto de él como de su socio en aquella empresa y algunos comentarios en off. De esta manera, se nos mostrará parte de aquellos precarios programas realizados por presos, así como se incluye la totalidad de un documental, “Carabanchel, la otra orilla” que fue emitido en televisión y cuyo hándicap consiste en que es un documental que, financiado por Telemadrid, realizaron los implicados en Teleprisión y que servía para denunciar las precarias condiciones en las que estaban aquellas instalaciones carcelarias donde abundaba la suciedad, la enfermedad, los chinches, piojos, ladillas y las carencias de todo tipo. Un documental que sirvió para que las condiciones mejoraran un poco posteriormente, pero también para que el equipo de Teleprisión y los implicados en la concepción del documental quedaran marcados de por vida durante su estancia en la cárcel, mientras que sus programas y “Carabanchel, la otra orilla” fueron escondidos por la institución penitenciaria y las propias televisiones porque el material que en ellos se ofrecía era determinante para comprobar las condiciones infra-humanas en las que se encontraban los presos. Aquello era un pozo de mierda en el que se echaba a los condenados a su suerte.
Un documento que, desde luego, no deja indiferente, y cuyo mayor interés es el poder ver aquellos noticiarios que confeccionaban los presos así como el estilo de vida de dentro de prisión. Resulta cuando menos delirante, el ver a estos individuos dando las noticias en clave humorística, así como acongojante el ver las declaraciones de los presos comunes, que se desinhiben delante de las cámaras de sus compañeros, a los que por emprender una actividad creativa, también se les miraba con cierto resquemor.
Como fuere, lo cierto es que el espectador, viendo este documental, toma conciencia de la barbaridad que es albergar a más de 2500 presos en una cárcel concebida para tener a 900 y se pregunta si no es tan condenable el estado en el que allí se tenía a los criminales,como cualquiera de los delitos que estos hubieran cometido. Vale que la cárcel no es una residencia vacacional, pero esos pozos de podredumbre en el que se los metía, no eran propios de una prisión y sí de un campo de concentración. En cualquier caso… que hubieran sido buenos cuando estaban en libertad.
El material que aglutina “Historias de la teleprisión” es lo suficientemente interesante como para tener en cuenta su visionado, así como no deja de ser fascinante el ver cómo todo este material sale a la luz sin más medios de los que usted y yo podamos disponer en nuestras casas y me resulta hasta gratificante el montaje final realizado por uno de tantos programas para editar que podamos encontrar en cualquier PC normal y corriente, sin ningún tipo de filtro,  efecto, ni aspavientos. Todo muy crudo, muy basto. Un documental sobre la precariedad ejecutado también desde la precariedad. Como sea, siempre entretenido e interesante.

sábado, 11 de enero de 2020

SAINT BERNARD

Tras sorprender a todos en 2004 con "Skinned Deep", el habitual técnico de efectos especiales y maquillaje Gabe Bartalos lo intenta de nuevo con otra de sus locuras ultra-personales y macro-independientes, "Saint Bernard", fechada en 2013. Dos largometrajes en casi diez años, algo comprensivo si tenemos en cuenta la peculiar naturaleza de sus proyectos, que si en "Skinned Deep" ya cantaba lo suyo, con el caso que nos ocupa se incrementa más todavía. Porque al menos aquella jugaba con elementos propios del cine de terror, y tenía una escasa pero existente trama. En "Saint Bernard" ya no disponemos de esos resortes de seguridad. A pesar de algunos fugaces momentos con monstruos o situaciones horribles, no podemos decir que la peli encaje en el género. Bartalos directamente apuesta por el delirio y el surrealismo más desquiciados y desquiciantes.
La cosa va de un aspirante a director de orquesta que, un día, sufre un ataque de locura incrementado poco después al localizar la cabeza decapitada de un perro San Bernardo y obsesionarse con llevarla allá donde va y protegerla de todos aquellos que pretenden arrebatársela. Con la excusa, vivirá una especie de pesadilla demencial repleta de ilógica y desmelene. Según he leído de boca del mismo señor director, toda esa demencia es pura metáfora. Vamos, que no es un rollo raro porque sí, detrás hay "algo más". El problema es que, uno, toca entenderlo y, dos, toca tener ganas de ello, cosa que no me va nada. No veo pelis para pensar, eso ya lo hago demasiado en mi tiempo libre.
Por lo general, cuando el cine se inmiscuye en el mundo de los sueños comete un error garrafal. O pierde los papeles con exageraciones grandilocuentes o mete material propiamente psicodélico que, al menos yo, no he visto jamás mientras duermo. Lo habitual es vivir situaciones extrañísimas, con alteraciones constantes de los hechos, los lugares y las personas, pero que uno las siente como "normales". Como si fuese lo común y corriente. Una realidad mundana paralela en la que no te preguntas por qué ese tipo con el que hablabas ha cambiado de cara o por qué ahora la pared es de color rojo cuando antes era blanca. Bien, es esa una cualidad que sí vemos en "Saint Bernard", al menos durante buena parte de su metraje. Y lo agradezco. 
Realmente el mérito de esta película reside en cómo ha sido confeccionada. Contaba Bartalos en una entrevista que el mejor momento del día era cuando llegaba a casa y dedicaba un rato a currar en su garaje montando los espectacularmente detallados y meticulosos decorados que luego filmaría para su proyecto. Proyectos estos que va confeccionando gota a gota, de modo totalmente libre. A lo que hay que sumar rodajes de guerrilla en medio de calles atestadas de gente y que, como ocurrió con "Skinned Deep", le han traído algún que otro problema. Sumen a la ecuación la valiente decisión de filmar en 16mm, evitando así la frialdad propia del formato digital y esa excesiva nitidez que incluso incomoda, tan común -por desgracia- en el 95% del cine "indie" moderno, especialmente el de género.
A lo largo de la peli nos cruzamos con los rostros de Warwick Davis (que ya estaba en la primera peli de Bartalos), Bob Zmuda, ex-socio de Andy Kaufman, y a Frank Henenlotter en un cameo fugaz. Junto a estos, una breve actuación "live" de la legendaria banda punk inglesa "The Damned", cuyo bajista/guitarra y co-fundador, Captain Sensible, aportó en su día un tema para el soundtrack de "Skinned Deep". Y ya que la menciono, aclarar que la considero mejor que "Saint Bernard". Cuando veo pelis radicalmente raras y anarrativas, tengo la sensación de que el director actúa de forma creativamente arbitraria -independientemente de que pretenda hablar de cosas profundas-, lo que en mi agenda se traduce en vagancia por su parte, de modo que el regusto que me deja es de haber consumido una chorrada prescindible. En este caso, una muy currada y con muchos aciertos visuales, sí... pero chorrada al fin y al cabo.

viernes, 10 de enero de 2020

THE LOCK IN

Una liga cristiana anti pornografía denominada a sí misma The Holy Moly, decide que una buena forma de concienciar a sus feligreses puede ser a través del cine de terror. Y como el subgénero del found footage es tomado por el pito del sereno, a la hora de abordar una película de estas características abogan por esta vía, porque es fácil, barato y si me apuran, es muy fácil hacer al espectador entrar en ambiente.
Entonces, y teniendo siempre como máxima influencia a “Paranormal Activity”,  The Holy Moly ruedan una película con la premisa de que un buen cristiano ha encontrado la grabación de  unos jóvenes que murieron en extrañas circunstancias por culpa del demonio. Y se nos muestran las imágenes de ese material encontrado. Así, vemos como un grupo de jóvenes se encuentran en una iglesia una revista porno. Al ojearla, esta deja escapar al demonio que les acosará durante su estancia en esa iglesia de la que no pueden salir.
Entonces aquí está el quiz de la cuestión; todo en torno a esta “The Lock In” apesta a basura, no solo por el mensaje anti porno tan deficiente que pretende trasmitir, sino también en el resultado de la película, un rollazo de tres pares de cojones, con unos chavales hablando entre sí mientras se recorren una iglesia y dos o tres momentos de terror. ¿Funcionan esos dos o tres momentos? Quizás yo me sugestiono demasiado a la hora de ver un found footage, porque lo cierto es que, conmigo, estos momentos han funcionado. El vídeo es un formato maravilloso para este tipo de películas y a nada que tengas un buen foco, una oscuridad total y un par de ruidos bien metidos en momentos determinados, es muy fácil conseguir cierto suspense cuando estás haciendo un found footage. Y eso es exactamente lo que le ocurre a esta “The Lock In”, que determinados momentos funcionan. Logran crear cierta atmósfera en algunos momentos (no en todos, en otros detectamos perfectamente cómo han sustraído algunos sonidos de otras películas existentes. Y se nota porque al introducir esos sonidos, la mezcla es de lo más chabacana) y entonces, con un par de golpes en el momento preciso, consiguen asustarnos, al igual que lo logran con la imagen de un niño supuestamente poseído y cuya cara, a base de CGI, austero, pero resultón, también resulta acongojante. Pero quizás es una cuestión más personal que otra cosa, porque lo cierto es que esta película sirve para que medio fandom americano y medio fandon inglés, se mofen de manera despiadada de ella.
Y es que al margen del miedo que me puedan dar a mí determinadas situaciones filmadas en vídeo, todo lo demás de “The Lock In” es una basura infecta y pordiosera. No solo por el uso insípido que se le da a la cámara de vídeo, sino porque contiene todos los clichés del género introducidos a destiempo, quiero decir, que los pixelazos, los fallos del vídeo, (fallos estos típicos de found footage, pero que en la vida real no suelen suceder) están metidos con calzador incluso en momentos que no vienen a cuento, como al principio, que un muchacho pone a grabar la cámara y la deja sobre la mesa. Ahí se ven unos cuantos drops que no deberían estar en absoluto. Continuarán apareciendo  cuando al editor mejor le convengan.
Pero sobre todo, y al margen de estas chapuzas habituales en las películas de poquísimo presupuesto, lo que es verdaderamente intolerable, es lo aburridísima que es la cosa, insoportable, ergo, si es cierto que el terror de esta película funciona en general, esto tampoco compensaría el soportar todo el coñazo de antes, durante y después.
Pero no deja de tener cierta gracia que el desencadenante de todo el mal sea una revista porno en el interior de una iglesia. Desde luego, el mensaje nos queda claro.
Dirige esta cosa un tal Rich Praytor que previamente había dirigido otra ponzoña de carácter cristiano y después un par de documentales.
Es tan mala que a su lado, el primer exploit de “Paranormal Activity” made in The Asylum, “Paranormal Entity” es una gran película entretenida de pelotas.
Caca de la vaca. Pero de la vaca loca.

miércoles, 8 de enero de 2020

PUBLICIDAD PARA EL LANZAMIENTO EN VÍDEO DE "COMMANDO"

El amigo Norman Llorente/Enorm ha tenido el detalle de mandarnos esta entrañable pieza publicitaria/promocional de la estupendísima "Commando" y que fue lanzada en la época para dar cancha a su salida en vídeo. Por lo visto se sorteaba un vehículo, el mismo modelo con el que "John Matrix" perseguía a los villanos en el film. Y si no era el mismo, se parece mucho... que yo de coches no tengo ni puta idea.
En la parte trasera, y por aquello de aprovechar espacio, se promocionan otros tantos títulos novedosos de la misma compañía, "Cbs Fox".
¡A babear todos!.


lunes, 6 de enero de 2020

EL FABULOSO MUNDO DE LA CANCIÓN INFANTIL

“El fabuloso mundo de la canción infantil” es una obra con valor enciclopédico. El periodista Jorge Lérida, motivado seguramente por la nostalgia y cubriendo un hueco en el mercado editorial —que yo sepa, hasta ahora no había nada relacionado con el tema—, se marca un libro absolutamente imprescindible para conocer más a fondo el fenómeno de la canción infantil que tan bien funcionó en nuestro país y en latinoamerica en el periodo comprendido entre mediados de los setenta y mediados de los ochenta. Y digo que tiene valor enciclopédico porque es un libro de consulta en el que está todo. Lérida, nos sumerge en el mundo de la canción infantil a través de fichas biográficas de todos y cada uno de los interpretes de la época a las que adorna con vistosas fotos y anécdotas, así como nos habla de aquellas bandas sonoras de series televisivas a las que, para la ocasión, ponían música estas estrellas infantiles. En ese sentido están todos reseñados, desde los mastodontes Enrique y Ana, Parchís o Torrebruno, hasta los que tuvieron una vida corta y efímera como por ejemplo Caramelos o Antonio y Carmen, pasando por escenas más localistas en las que se movían conjuntos como Canicas o Zipi y Zape. No se olvida tampoco de programas infantiles como “Dabadabadá” o “Barrio Sésamo” ni los discos que aparecieron al amparo de estos programas o los famosos recopilatorios tipo “Discolandia”. Además Lérida va al grano; no aporta apenas literatura y sí un montón de datos útiles que convierten esta obra prácticamente en un libro didáctico. Asimismo, el entretenimiento está servido en todas y cada una de las páginas. Es muy gratificante conocer las biografías de estos grupos así como conocer los orígenes y circunstancias de cada uno de ellos, haciéndote volar a otros tiempos y poniendo la nostalgia a flor de piel. Un libro que, para los cuarentones, viene como caído del cielo. Sin embargo, se detiene en aquellos grupos de los 80 olvidándose por completo de la decadencia del género no entrando en ningún momento en los 90 y olvidándose de productos también entrañables de cuando aquello daba sus últimos coletazos ya sea Bom Bom Chip, ya sea Jordi o, entrando ya en el nuevo milenio, cosas como Melodie o Raulito, igualmente interesantes. ¿Quizás material para un nuevo volumen? Espero que sí. Como sea, “El fabuloso mundo de la canción infantil” es un libro de lo más entretenido, bien escrito, entrañable y en una edición estupenda por parte de Diábolo ediciones, que no debe faltar en nuestras bibliotecas, amén de ser un objeto estupendo en el que queda recogido todo este universo fascinante. Después de este, ya no puede salir nada más, y si lo hace, será, sin duda, sustancialmente peor. Muy recomendable.

sábado, 4 de enero de 2020

RESCATE EN AFGANISTÁN

Originalmente el plan consistía en poner fin al ciclo dedicado a Steven Seagal con su primera película, "Por encima de la ley". Pero la vi y, ciertamente, no me acabó de entusiasmar. Es un poco chapillas y desde luego tampoco invita a escribir nada. Así que lo di por terminado. No obstante, existía otra, "Rescate en Afganistán" ("Sniper: Special Ops" en v.o., año 2016) que me picaba la curiosidad, básicamente porque venía dirigida por un cineasta zetoso recurrente en este blog y del que fui muy fan en mi juventud: Fred Olen Ray. ¿Qué resultado daría la unión entre ambos titanes de la costra? Al final mi enfermiza curiosidad, que tantas alegrías me ha dado... pero también muchos disgustos, me animó a localizarla y verla. Y aquí tienen la reseña. ¿La última pues? Ahora ya lo dudo. Me haría gracia ese "Por encima de la ley 2" que algún día nos caerá como una losa, pero el tiempo dirá.
De la trama de "Rescate en Afganistán" no me he enterado mucho. Tal vez porque tampoco es que me haya volcado en prestarle atención. Digamos que todo gira en torno a un cuerpo de marines en plena misión de rescate en el país del título. Nuestro querido Steven es el francotirador de parcas palabras, lo que le viene de puta madre para no cansarse demasiado. El tipo rescatable es un congresista al que logran salvar, sin embargo las cosas se complican y Seagal y otro marine quedan atrapados, rodeados por el enemigo en un ruinoso edificio. El resto del equipo quiere regresar a por los suyos, pero los altos cargos se lo impiden. Les mandan a otra misión, una que también se complicará y que les servirá para, con la excusa, saltarse las órdenes, ir a por el gordo y, de paso, matar al malo. Fin.
Si algo destaca de la intervención de Steven Seagal en "Rescate en Afganistán" es que, uno, prácticamente no se levanta de la silla, ni participa en demasiadas escenas de acción. Dos, tampoco comparte plano con ninguno de los actores del reparto, las pocas veces que así lo hace estos salen de espaldas, ergo seguramente sean dobles. Lo mismo que cuando Seagal no da la cara, tiene toda la pinta de ser otro tipo vestido como él (según he leído, sus intervenciones suman unos escasos diez minutos en total). Sí queridos, es Steven Seagal prestando su nombre (su lamentable aspecto) y lo mínimo de su presencia para dar lustre a un subproducto en toda regla. Casi le hace más daño que bien, porque en realidad, siendo muy muy muy generosos y comprensivos, y dadas las circunstancias, la peli no es TAN espantosa. Las hay mucho peores. Se deja ver si no existe otra tarea urgente a la vista. El resto del reparto se esfuerza en cumplir (destacando a dos actores habituales de zetismos y pelis destinadas al Syfy Channel, Tim Abell y Paul Logan -que en su día protagonizó "Mega Piraña"-) y Fred Olen Ray rueda (y escribe el guion) con profesionalidad. Reciclando algunas imágenes de otras películas -sobre todo aquellas que incluyen explosiones- y tirando de CGI purulento para disparos y otras pequeñeces. Lo que le sale es un (sub)producto que cumple con los mínimos, ideal para ver mientras revisas tus redes sociales. Una cosa mortecina, plana, fría e impersonal... pero eficiente. Que incluya como atractivo a un actor de cierto nombre -que no renombre- al que luego casi ni vemos, únicamente provoca que la peña diga más pestes de ella de las que realmente rezuma.
Que lejos quedan esos años en los que Olen Ray paría mierdas carismáticas. Pero bueno, al menos ahí sigue, currando, haciendo cine, y eso es incluso admirable. Le acompañan el mastuerzo de su hijo, Christopher Ray, y uno de sus clásicos, Jay Richardson, lógicamente envejecido y que interpreta al congresista capturado por los malvados Talibanes. A estos, como es fácil deducir, les dan vida siempre los mismos cuatro actores con la cara cubierta con pañuelos, probablemente también para disimular su origen norteamericano. En cuanto al lugar de rodaje, Fred Olen Ray presumía en Instagram de que se fue al verdadero Afganistán, pero no cuela. Según las fuentes habituales, está parida en California y uno de esos desiertos tan habituales en el cine de Ray cuando necesitaba disponer de un planeta marciano, la guarida de un monstruo terrible o cualquier otra chuminada.
La nota de color la pone la intervención como actor del luchador de wrestling Rob Van Dam. Aparece en el cartel junto al nombre de Seagal. Ahí, todo grande. Y no, no es porque batalle a su lado o tenga un papel destacado. De hecho, es bastante secundario. Está para jugar a una evidente confusión: que algunos paletos crean que otra ex-estrella Belga del cine de hostias aparece en la peli, en plan fusión de dos viejos astros de los "actioners". ¡Juas!.

viernes, 3 de enero de 2020

MONDO BIZARRO

Clásico del género mondo proveniente de los Estados Unidos que con las miras puestas en lo que ya estaban haciendo los italianos, no se pasan ni la mitad que estos en cuanto a escabrosidad y, en realidad, se trata de una película más deudora del nudie que de cualquier otra cosa. Así, con el punto de partida de mostrarnos comportamientos inauditos y asombrosos de distintas partes del mundo, centra sus objetivos en el sexo y no hacemos más que ver señoras entradas en carnes bailando y mostrando carne. Por otro lado, cuando nos muestra otro tipo de comportamientos ajenos al sexo, como en los mondo italianos, es todo más falso que judas.
No obstante se trata de un mondo amable e inofensivo cuya música yeyé y/o burlesque ilustrando sus imágenes, lo convierte en una cosa kistch, casi pop, que es incapaz de provocar en el espectador algo parecido al mal rollo. Claro que eso puede ser también por la época en que está rodado y su procedencia americana. Quizá en su momento, en los cines para adultos en los que fue proyectada, sí que causara algún tipo de impacto.
Así, vemos como una cámara se cuela en unos probadores femeninos en una tienda de lencería sexy, masajes con final feliz en Japón, representaciones (falsas) de algo parecido al gran guiñol en Alemania —donde no vemos nada de sangre pero sí desnudos— y que, según los expertos, ni Alemania, ni gran guiñol, ni pollas, sino que ese teatro era el famoso Bronson Canyon de Los Angeles.  También vemos extraños complementos de ropa interior femenina que sirven para realzar el busto o el trasero. En el lado sensacionalista no sexual, vemos estúpidos ritos vudú o cómo un individuo se atraviesa con agujas como parte de un espectáculo o, completamente falso y ridículo, cómo un elegante caballero está en un restaurante esperando a que el camarero le traiga su menú, y este está formado por copas y otros objetos de vidrio que nuestro comensal romperá con un martillito y se comerá ante la cámara con cara de estar degustando un delicioso plato de gourmet. Verdaderamente hilarante. Te partes el culo.
El plato fuerte, es la compra-venta de esclavos en Arabia Saudí, en una escena totalmente ficcionada que quieren hacer pasar por real.
Otro punto gracioso es, que para tapar los ojos de algunas de las mujeres que vemos, o sus coños, se utiliza un táctica totalmente rudimentaria que no es otra que rayar el negativo con un alfiler a la altura de la cara o las partes pudendas. Realmente entrañable.
Todo ello perpretado por los señores Bob Creese y Lee Frost, director no acreditado, que consiguieron un gran éxito y resultó ser el pistoletazo de salida para lo que sería su compañía, la Olympic International.
Lee Frost, es uno de los nombres importantes del exloitation sesentero y setentero, que bajo el nombre de R.L. Frost, filmó clásicos absolutos como puedan ser “Campo de concentración nº7”, “Fuga Salvaje” o aquella maravilla con Ray Milland pegado a un negro que es “The Thing With Two Head” y que en nuestro país se estrenó bajo el título de “Experimento diabólico”.
Bob Cresse tampoco se quedaba manco. Aunque solo dirigió una vez, colaboró eventualmente con Lee Frost en funciones de productor y/o guionista, llegando a convertirse en otro nombre indivisible del exploitation más clásico. Además por lo visto estaba un poco pirado, tanto como para que hoy día le acompañe una leyenda repleta de excentricidades.
Siendo “Mondo Bizarro” un título popular como lo es, decir que un álbum de The Ramones se titula así en alusión/homenaje a esta película.
Verdaderamente, está divertida la cosa.

miércoles, 1 de enero de 2020

LOS FOTOCROMOS (Y EL PÓSTER) DE "JAIMITO HURACÁN"

“Jaimito Huracán” no es en realidad una película de Jaimito como tal. Es una en la que el único punto de conexión con el personaje es la presencia de Alvaro Vitali. Sin embargo, la popularidad de las pelis oficiales propició que cualquier cosa que tuviera al actor en su reparto, se estrenara en nuestro país como si de una película de Jaimito se tratase, de ahí la confusión generalizada entre Vitali y su personaje.
“Jaimito Huracán” en realidad se titula “Gian Burrasca", comedieta vodevilesca de época en la que Alvaro Vitali interpreta a Gian, un niño tan trasto que se gana el apodo de “Huracán”. Por lo demás, similar estructura argumental y narrativa 
que en las de Jaimito, eso sí.
Les dejamos pues con el juego de fotocromos que decoró las marquesinas de las salas en las que se estrenó "Jaimito Huracán" (+ el curioso escaneo de la parte trasera de uno de ellos y el bonito póster).