lunes, 30 de octubre de 2023

BACALHAU

Parodia brasileña a cargo del director de corte popular que más espectadores ha llevado a las salas de su país con las películas de la saga de “Os Trapalhoes”, Adriano Stuart, que, rodada corriendo y a toda prisa, trataba de capitalizar el éxito internacional de “Tiburón” de Steven Spielberg. Apenas hay unos meses de diferencia entre los estrenos de una y otra. Y, por supuesto, un cachondeo brasileiro como este se saldó con un mega éxito de taquilla en el país de la pornochanchada.
La cosa no dista mucho del argumento de la película de la que se mofa: Un extraño pez anda suelto por la playa comiéndose a los bañistas. Un experto llega a la conclusión de que se trata de un bacalao de Guinea, una especie voraz y carnicera, así que las autoridades contratan a un pescador cojonudo con el fin de que se cargue al maldito pescado. Aunque no todo saldrá según lo previsto…
“Bacalhau” es tan oscura y sórdida como cualquier porno brasileño de la época. Teniendo en cuenta eso, la película se compone de una sucesión de gags de carácter muy local, donde predominan las presencias de mariquitas enloquecidos (que les encantaban a los brasileños en los 70 y 80), chistes verbales incomprensibles para el hispanohablante y, al igual que en la de Spielberg, a la hora de mostrarnos a la bestia se sugiere más que se enseña. Entonces, el bacalao que da título al film aparece en contadas ocasiones, eso sí, cuando lo hace, vemos un muñecajo de porexpan al que se le ve la etiqueta de “Made in Ribeirao Preto” —recóndita localidad costera sita al sur de Sao Paulo— y que, cuando ataca a sus víctimas, devuelve un esqueleto totalmente limpio, como sacado del aula de anatomía. Y ese es el cenit del humor de “Bacalhau”. El resto, un vodevil con toquecito picante de los de toda la vida, y excesivo mal gusto.
Con casi dos horas de duración, el visionado se torna poco menos que insoportable, pero se entiende totalmente el éxito de la cinta en su país de origen, porque ese tipo de explotación es de un carácter muy latino. Los italianos lo hacían constantemente y nosotros, los españoles, también (sirva como muestra, por ejemplo, “El E.T.E y el Oto” de los Hermanos Calatrava). El film estaba concebido para sacar los cuartos de los espectadores durante el tiempo que durase el tirón de “Tiburón”. Después de hacer caja, el producto era lo de menos. Quizás por eso durante lustros “Bacalhau” fue una película ignota y difícil de localizar, por la poca distribución que hubiera podido tener después de su estreno, pero, en pleno 2023, todo, hasta lo más oscuro, acaba apareciendo siendo compartido en Internet, y “Bacalhau”, no puede ser una excepción. Aunque sea en un ripeo de VHS costroso en el que no se ve absolutamente nada si es de noche.
En cuanto al director de la película, Adriano Stuart, es ya un viejo conocido de "Aquí Vale Todo"; hablamos de él en las reseñas de “Fofao, a nave sim rumo” y “Bruce Lee vs. Gay Power”. Un artesano brasileño especializado en películas infantiles y comedias que, sin ser en absoluto un virtuoso, daba con la clave del éxito. Ejerció las veces de guionista para el mítico José Mojica Maríns en “Exorcismo negro”, y participó como actor tanto en esta como en “Encarnacao do Demonio”. Al margen, su nombre aparece acreditado en distintos oficios del cine en infinidad de productos locales. Tiene también papelito en la misma “Bacalhau”.
No puedo recomendar bajo ningún concepto esta película, a no ser que sea por motivos arqueológicos y/o antropológicos. Además, el portugués, aunque se entiende bastante bien, es uno de los idiomas más feos que se pueden escuchar. Hace daño a los oídos.
El cartel, no obstante, es de lo más cachondo y "salao".
¡Y poco más!.

sábado, 28 de octubre de 2023

DEMONIOS NEGROS

Unos jovenzuelos andan por tierras Brasileñas en busca de sonidos autóctonos. Atusado por su interés respecto al vudú y esas mandangas, uno de ellos consigue presenciar y grabar un ritual. Al día siguiente, sendas fuerzas malignas le obligan a activar el radio-casete en un cementerio donde reposan una serie de esclavos -negros- cruelmente ejecutados en su momento. Como consecuencia, se alzarán y comenzará la venganza de ultra tumba.
Lo más llamativo de "Demonios Negros" es que gasta un inconfundible y tardío tufo a gore-fetuccini de los ochenta, especialmente por esos primerísimos primeros planos de ojos arrancados de sus cuencas, cabezas abiertas por hachazos y gargantas agujereadas mediante cuchillos. 
Cuando, justamente, uno de aquellos artesanos, el discutible Umberto Lenzi, se puso manos a la obra con esta película, era ya 1991. Hacía tiempo que los mejores momentos de Fulci, Massaccesi e gli amici habían quedado atrás. Ya nadie, nacido en Italia, abordaba el horror de línea gruesa de aquel modo, y por eso mola. Solo por eso. Lo demás queda en el reverso opuesto de la palabra molar. El look de la cinta, soso, plano y telefílmico, es inevitablemente noventero. Y los actores, + sus diálogos para borricos, dejan bastante que desear. En especial el que hace de "Jose", quien se marca un par de muecas cuando siente dolor que son pa echar una sonora risotada. Casi tanto como la caracterización de esos zombies con cara de aburridos (así resulta fácil empatizar con ellos). Y sin pasar por alto unos cócteles molotov más eficaces en su efecto destructivo que la mejor granada de mano.
Conocida internacionalmente como "Black Demons", o como "Demons 3" en algunos países -incluida Italia-, y luciendo un póster también de regusto "retro", estilo E.Sciotti -sin serlo, según me informo-, la peli es... lo que es... un truñete desprovisto de alma y color, que, no obstante, puede "disfrutarse" echándole voluntad -sobre todo por cuestiones nostálgicas- y situando el móvil cerquita, no sea que nos veamos azuzados por el abundante muermo.

viernes, 27 de octubre de 2023

FRANKENSTEIN HOSPITAL GENERAL

A los gacetilleros americanos, esos que gustan tanto de realizar listas clasificando lo más deficiente, señalan esta película como la peor de cuantas se han rodado a cerca del mito de Frankenstein. Eso a grandes rasgos para que nos hagamos una idea de a lo que nos enfrentamos. Y quizás se quedan cortos en cuanto a sus apreciaciones. “Frankenstein Hospital General” es francamente mala, una de esas comedias que no hacen gracia cuando lo pretenden… ni tampoco cuando no. Sustentada a base de estúpidas conversaciones —porque el presupuesto es tan bajo que no llega para ningún gag visual a la spoof— cuenta la historia del bisnieto del Dr. Frankenstein, que se hace llamar Dr. Frankenheimer y trabaja en un hospital. En el sótano ha montado un laboratorio donde, con la ayuda de un contrahecho llamado Iggy, pretende juntar partes humanas con el fin de dar vida a una criatura superior. Cuando lo consigue, esta da signos de clara subnormalidad, sembrando el caos en el hospital. ¿Les suena, más o menos? Efectivamente, “Frankenstein Hospital General” trata de ser una sucesora de “El jovencito Frankenstein”, pero, como si de la misma criatura de la película se tratara, esta ha salido bastante subnormal.
Rodada en color en las escenas que transcurren dentro del hospital, se torna al blanco y negro en las que los protagonistas se encuentran en el laboratorio, en imágenes que parecen directamente plagiadas —mal plagiadas— del clásico de Mel Brooks. Esto sería el único toque original de toda la cinta que, a su vez, es su mayor torpeza, evidenciando lo mucho que se quiere parecer a “El jovencito Frankenstein”, máxime cuando hace acto de presencia el monstruo cuyo parecido al interpretado por Peter Boyle es manifiesto. Hasta emite la misma clase de sonidos. Y el espectador acaba sonrojando.
El resultado de esta comedia paródica es verdaderamente desasosegante. Un total y absoluto aburrimiento. La nada.
A finales de los años ochenta, rozando los 90, cuando esta película de 1988 fue lanzada directamente a vídeo por el sello Midwest (que era uno más de los subsellos de la mítica distribuidora Record Vision) en nuestro país, recuerdo ver la caratula en las estanterías y pensar que se trataba de una mala película de terror, porque eso es lo que parece si no nos fijamos bien y reparamos en que el edificio que representa el hospital, es también una cabeza de Frankenstein. Como fuere, nunca le dediqué mucha atención hasta hoy que me ha dado por verla.
El protagonista, no obstante, es un actor cómico de mucho talento que solamente sale en mierdas —con la excepción de la descojonante “Jeckyll & Hyde… Hasta que la risa nos separe” a la que adoro pero que, por norma general, está considerada también una peste—, Mark Blankfield, cuya filmografía la componen papeles secundarios y apariciones estelares en diversos spoofs (incluidos los de Mel Brooks), y que aquí da vida a un trasunto del Dr, Fronkonsteen de Gene Wilder poniéndole muchas ganas pero sin brillar en absoluto, por culpa, quizás, de la puta mierda de guion que tenía que escupir. Irwin Keyes, con su particular físico y gigantismo, da vida a un monstruo de Frankenstein que sería bastante convincente de no ser por lo más arriba expuesto; el intentar replicar, de modo nada inspirado, al de Peter Boyle. Pocos más destacarían en el reparto, pero, a modo de guiño, tenemos cameos imperceptibles para  Bobby Pickett, el autor de la clásica canción “Monster Mash” que aparece un momentito en la película. Esta se vanagloria orgullosa de contar entre sus filas con Lou Cutell. ¿Quién es Lou Cutell? uno que en “El jovencito Frankenstein” hace de aldeano sosteniendo la antorcha cuando quieren linchar al monstruo.
En cuanto a la directora de “Frankenstein Hospital General”, que también es actriz y montadora así como desempeña cualquier tipo de trabajo para el cine, o es una cachonda o realmente se avergüenza de su trabajo, porque, aquí firma bajo el nombre de Deborah Roberts, pero en realidad se llama Deborah Romare (o Deborah Sahagun después de casada), y según el trabajo que haga firma con un apellido u otro. Así, puedes ver créditos suyos como Deborah Blanchette, Deborah Romare Sahagun o Deborah Sarmiento... poco importa, no hay ni un solo trabajo actoral o de dirección que podamos destacar por encima de este.
A día de hoy “Frankenstein Hospital General” está olvidadísima. Y no me extraña ni lo más mínimo.

lunes, 23 de octubre de 2023

¿DÓNDE ESTÁ PAPÁ?

Es asombroso lo divertida, políticamente incorrecta y adelantada a su tiempo que es esta estupenda comedia. No la había visto hasta hoy y me ha sorprendido gratamente. Se trata de una de las primeras películas firmadas por Carl Reiner como director, aunque con un guion ajeno de Robert Klane que, a su vez, es el autor de la novela en la que se basa, publicada apenas unos meses antes de que comenzase su rodaje. “¿Dónde está papá?” Es una amalgama de situaciones negras, absurdas, escatológicas y delirantes, con un humor que, si a día de hoy puede resultar incomprensible, imagínense en el momento de su estreno en 1970.
Un abogado vive con su madre discapacitada y absorbente, por lo que no puede desarrollar un día a día como una persona normal, imposibilitando este hecho, sobre todo, sus relaciones amorosas. Intenta contratar enfermeras para que se hagan cargo de ella, pero todas rehúsan la idea porque la anciana ya se ha ganado la fama de difícil. Hasta que un día nuestro protagonista no solo encuentra a la mujer que acepta hacerse cargo de su madre, sino que incluso se enamora de ella. Todo resulta un desastre cuando la lleva a casa y no recibe el beneplácito de la vieja loca. Harto de la situación, nuestro abogado decidirá recurrir a su hermano en busca de ayuda.
El argumento, escueto, una vulgar excusa para que se desarrollen los gags, no nos dice mucho por sí mismo, por eso hay que advertir que este viene acompañado de las situaciones más locas e improbables vistas en una pantalla. Al final “¿Dónde está papá?” es un catálogo de chistes sobre medicación, defecación, desmembración, violación y gorilas. Todo muy bruto, muy inadecuado y soberanamente divertido, máxime cuando fue rodada en 1970 y nada de eso era habitual en el cine, estando más próximo el viejo Hollywood que el nuevo. De hecho, “¿Dónde está papá?” ostenta el honor de ser la primera película de la historia en la que se escucha la palabra chupapollas (cocksucker). También, en un flagrante caso de autocensura —Reiner consideró que igual se estaban pasando—, el film cuenta con un final alternativo que fue descartado porque insinuaba que madre e hijo mantenían relaciones sexuales.
Por supuesto, el público de la época no supo digerir una propuesta tan rara y loca, y la película pasó inadvertida en el momento de su estreno; un suspiro en la cartelera en el que, para más inri, se ganó un buen número de detractores que la odiaron porque era una guarrería inadmisible, una vergüenza. Sin embargo, algunos pases de reestreno en sucios cines de sesión continua, le proporcionaron a posteriori una pequeña legión de fans. Estos conseguirían que “¿Dónde está papá?” tuviera una segunda oportunidad en cines 5 años después, en 1975, estrenándose de nuevo bajo el título de “Going Ape” (no confundir con una película del mismo título que en nuestro país se tituló “Me estoy volviendo mico”) y yendo algo mejor en taquilla que la primera vez, pero no lo suficiente. Eso sí, ganó otro puñado más de seguidores, por lo que, al final, nos encontramos ante una pieza de verdadero culto.
Asimismo, y pese a que nunca fue una película popular, recibió el premio del sindicato de guionistas americanos al mejor guion. En 1979 se rodó un episodio piloto para la ABC con idea de desarrollar una serie inspirada en la película, contando con otros actores en los roles principales. Como era de esperar, no cuajó y tampoco fue más allá de este episodio piloto que recreaba algunos de los mejores momentos del largometraje.
Fue gracias a ese culto en Estados Unidos, que tuvo vida en salas de nuestro país 20 años después de su estreno, centrado exclusivamente en el circuito de versiones originales subtituladas, consiguiendo apenas 1.185 espectadores. Vamos, que la vieron mil y pico sibaritas y adiós muy buenas. En 1999 se pasó doblada al castellano en televisión a las 4 de la madrugada y se acabó lo que se dio. No tuvo más vida comercial ni apareció en formato domestico alguno.
El reparto es una auténtica delicia, encabezado por un George Segal que se encuentra en su mejor momento, Ruth Gordon en una previa a “Harold y Maude” -que, al igual que esta, es maravillosa-, Ron Leibman o Vincent Gardenia. Todos espléndidos. “¿Dónde está papá?” también supondría el debut en el cine de un jovencísimo Paul Sorvino, así como una cantera para los propios amigos de Carl Reiner; de ese modo vemos en pantalla, en papeles más o menos destacados, a su hijo Rob Reiner, la futura esposa de este, Penny Marshall o el primogénito de Mel Brooks, Eddie Brooks, en cuya presencia me detendré unas líneas porque cuenta con una pequeña anécdota. En su pequeña intervención, el chaval es estrangulado por el personaje de Ron Leibman. Lo hizo tan bien, y puso una cara de asfixia tan convincente, que el propio Mel Brooks, presente en el rodaje, paró la filmación porque pensaba que Leibman lo estaba estrangulando de verdad.
“¿Dónde está papá?”, a la que, a falta de verme un par de sus films, considero que se encuentra dentro de las tres o cuatro mejores obras de Carl Reiner, es una locura inenarrable y da igual cuanto les explique sobre ella en esta reseña. Deberían ser sagaces, buscarse una copia (que las hay) y comprobar con sus propios ojos cuan especial, desmadrada, absurda y extraordinaria es. Graciosa a rabiar ¡Se la recomiendo!

sábado, 21 de octubre de 2023

TEX Y EL SEÑOR DE LOS ABISMOS

Teniendo en cuenta que el western no me tira casi nada, y su versión italiana muchísimo menos, ¿qué demonios hago yo viendo y reseñando una "del ramo"? Pues porque hay una historia detrás que marca cierta diferencia. "Tex" es, junto a "Diabolik" y "Dylan Dog", uno de los astros indiscutibles del comic ítaloparlante. Supe de su existencia a raíz de que mi querida y recurrente prensa francesa hablara en sus páginas de "Tex e il signore degli abissi", la primera traslación a la gran pantalla, en carne y hueso, del personaje, encarnado además por alguien tan adecuado como el gran Giuliano Gemma y dirigida por un auténtico especialista, Duccio Tessari. ¿Y a qué se debía tal interés si, como digo, la cosa iba del oeste? Porque, tal y como lo vendían en Francia, parecía la enésima versión "exploitativa" de "Indiana Jones", más teniendo en cuenta que el film venía fechado nada menos que en 1985, cuando el western -espagueti o no- andaba casi casi bajo tierra (la gran excepción aquí sería "Silverado" de ese mismo año, pero ya me entienden) Así pues, aprovechando mi viaje de fin de curso a Italia, recorrí los quioscos de la zona buscando un tebeo de "Tex", hasta que lo encontré y me llevé una gran decepción al descubrir que eran las historias de indios y vaqueros tradicionales (nota: en uno de aquellos intentos, topé con un quiosquero veneciano que no me lo quiso vender por ser del país que era/soy. Además, entonces desconocía por completo que el personaje había sido editado en España) Por todo ello, cuando finalmente la película llegó a nuestros video-clubs, cortesía de "Vision Films Video", mi posible interés se había reducido a cero.
Hay que aclarar que lo del parentesco con "Indiana Jones" es exclusivamente cosa de uno de los carteles disponibles, gloriosamente ilustrado por E.Sciotti. Ahí aparece hasta con látigo -utensilio que "Tex" NO usa en la película-, y unas pintas más propias del famoso arqueólogo, metido en un especie de templo maldito. El cartel oficial es distinto, y no resulta tan tramposo, mucho más fidedigno al lenguaje genuino del western de toda la vida. Entonces, ¿el rollo "Indy" es cosa del aquí expuesto o está en el largometraje? Pues estar, está.
Al no haber leído con atención ningún tebeo de "Tex", no puedo afirmar ni negar que esos toques más fantasiosos sean cosa exclusiva del film. Pero algo me dice que fue una imposición de los productores, teniendo claro como tenían que, en plenos años 80, y con el cine Spielbergiano de aventuras fantásticas petándolo, era el único modo de encarar la materia si pretendían despertar el interés del público, especialmente el de tirón juvenil, bastante ajeno al western. No es la primera vez que lo vemos. Un caso muy muy parecido -y mucho más descarado- lo tenemos en la traslación del aviador británico de novela "Biggles" a la gran pantalla, metiéndolo en un berenjenal de ciencia-ficción nada propio de él.
En cualquier caso, la historia de "Tex y el señor de los abismos" gira en torno a un carro mangado repleto de rifles. Recurren al prota para localizarlo y castigar a los culpables. Entre medias, aparece una tribu de indios que odian al blanco invasor y, con la excusa de adorar a un dios azteca, solo quieren destruirlo. Esta última parte es la que toma prestados más elementos del cine Spielbergiano. Para empezar, los dardos que lanzan convierten instantáneamente a sus víctimas en momias gracias a un encantador, aunque algo tosco, efecto especial (cortesía de los hermanos Paolocci, quienes a partir de ahí currarían en títulos tan variados como "Miedo Azul", "Body Count", "Los bárbaros" y algunas películas de Bruno Mattei o Claudio Fragasso). Además, responden a las órdenes del tal señor del abismo, un menda vestido con harapos instalado en una gruta repleta de lava. El enfrentamiento final con "Tex" es de lo más tonto y deslucido (induce a pensar aquello de "¿tanto rollo para esto?") aunque, eso sí, da pie a que la gruta se derrumbe y el volcán estalle. Ya saben.
Entre las cosas buenas, los tiroteos, intensos. Los "stunts", algunos espectaculares. La polvorienta ambientación. Y que no hay historia de amor. De hecho, el único personaje femenino de toda la película es una india malvada de escasa presencia. Curioso.
Al estar rodada en España -inevitable-, los rostros autóctonos ya legendarios son innumerables, algunos con roles escuetísimos: Aldo Sambrell, José Luis de Vilallonga, Charly Bravo, Frank Braña o Ricardo Palacios. Diría que también ronda Tony Isbert. Completa la tarta "eurotrash" la presencia de William Berger como el habitual colega de "Tex", "Kit Carson".
Me gustó más el arranque que la parte final, pero bueno, considerando su naturaleza, el visionado terminó resultando pasable. Ya es algo.

viernes, 20 de octubre de 2023

DIAGNÓSTICO FATAL: SIDA

A mediados de los 80 la humanidad entró en estado de shock porque había surgido, casi en calidad de epidemia, una nueva enfermedad de transmisión sexual que producía la muerte y, sobre todo, afectaba al colectivo homosexual. Se trataba del síndrome de inmunodeficiencia adquirido, es decir, el SIDA, y por aquel entonces, el desconocimiento sobre como funcionaba era total.
Pronto la ciencia fue descifrando los secretos de dicho virus y rompiendo mitos al respecto, pero el populacho tenía miedo, y no bastaba con anunciar que se contagiaba únicamente por vía sexual; el pueblo respondía ante la enfermedad con desprecio, como si se transmitiera por el aire, y rechazando así a los portadores de la misma.
Por supuesto, el tema era de candente actualizad y, con el fin de arrojar un poco de luz ante tanta ignorancia, la NBC produjo en 1984 el que probablemente sea el telefilm más exitoso en su historia, este “Diagnóstico fatal: SIDA”.
Por supuesto, el título americano, “An Early Frost”, era mucho más sutil que el que se eligió en nuestro país en su edición en vídeo para alquiler, al que habría que sumarle el mal gusto de poner la palabra SIDA en letras bien gordas cuyo fondo representaba el virus creciendo violentamente en una placa de Petri. Asimismo, se anunciaba como “primera película del mundo sobre SIDA”, cosa que era cierta, anticipándose a clásicos modernos mucho más versados en la materia como puedan ser “Philadelphia” o “Compañeros inseparables”.
“Diagnóstico fatal: SIDA” fue un éxito de audiencia fuera de todo precedente consiguiendo 34 millones de espectadores en su primera emisión, superando incluso a los eventos deportivos más punteros de entonces. La critica fue benévola con una cinta cuyos mayores problemas venían dados de la propia censura aplicada por la cadena televisiva que la producía, y ganó tres premios Emmy de las 14 nominaciones a las que aspiraba, así como recibió otras tantas a los Globos de Oro. Sin embargo, no resultó ser la producción de NBC que dejara más beneficios a la cadena, puesto que al tratar un tema tan controvertido, los anunciantes no se atrevieron a promocionarse en la emisión del film. NBC perdió aproximadamente medio millón de dólares de ingresos por publicidad. Con todo, a la larga, tras las repetidas emisiones y las ventas en los distintos formatos domésticos, acabó rentabilizándose por sí mismo.
La sinopsis es sencilla: un joven abogado homosexual es diagnosticado con SIDA y no comprende como puede haberse contagiado, puesto que solo se relaciona sexualmente con su pareja. En el momento que el novio confiesa haber estado con varios hombres durante la relación y que es portador de la enfermedad, se desata el drama, máxime cuando nuestro protagonista acude al hogar paterno a confesar su homosexualismo, y lo que es peor, su enfermedad. El padre no acepta ninguna de las dos cosas.
Obviamente es un folletín médico con más propósitos de educar al espectador que de amenizarle la tarde, pero, curiosamente resulta claramente entretenido y portador de un tempo y una cadencia muy de agradecer. Obviamente con 40 años de antigüedad, y en tiempos en los que ya nadie se muere de SIDA, ha perdido toda su vigencia y resulta un tanto inocente, pero comprendemos a la perfección el impacto que tuvo en el año de su estreno, 1985, cuando del SIDA no conocíamos ni el significado de sus siglas. Al margen de eso, “Diagnóstico fatal: SIDA” resulta una película súper competente.
El elenco actoral parece cosa de John Cassavetes; Aidan Quinn, estupendo como abogado gay —doblado en la versión española por Luis Varela— encabeza el reparto, seguido por Gena Rowlands y Ben Gazzara en la piel de sus progenitores. Por momentos echamos de menos al propio Cassavetes y esperamos en cualquier instante que Peter Falk aparezca en pantalla. De hecho, la serenidad del film, el dramón de lo que cuenta y la tranquilidad general que respira, muy bien podría haber sido pergeñada por John Cassavetes, pero todo es producto de la casualidad. El director de la cinta responde al nombre de John Erman, su carrera es eminentemente televisiva y, además del título que nos ocupa, ha dirigido capítulos de “Star Trek” (la original, la de los 60), “M*A*S*H”, o “Raíces” (con Kunta Kinte y compañía). Lo mejor de lo mejor en televisión clásica.
“Diagnóstico fatal: SIDA” se ha emitido catódicamente en todos los canales y en infinidad de ocasiones, pero a partir de 2000 recibió un cambio de título castellano de forma deliberada, pasando a titularse “Invierno en primavera”. Por suerte, la más o menos reciente edición en DVD mantiene el título castellano inicial.
No está mal el telefilme.

lunes, 16 de octubre de 2023

BANDAS CALLEJERAS

“Deadbeat at Dawn”, de Jim Van Bebber, es un film al que siempre tuve mucha manía, quizás, más que por la película en sí misma, por lo que representaba al ser una de las elegidas por el sello "Gorgon Vídeo", para darle cancha a aquella moda del cine gore que se estiló durante apenas dos o tres años en los 90, y cuya consecuencia es todo ese posmodernismo y culto a lo cafre y que, aunque hace tiempo que dio sus últimos coletazos, tanto nos irrita en "Aquí Vale Todo".
“Deatbeat at Dawn” asimismo fue rebautizada para su edición en VHS bajo el oportunista título de “Gore en las calles”, que es con el que se la conoce en nuestro país, y con el que miles de chavalitos granudos se engancharon al género, pero lo cierto es que se editó genuinamente en VHS al poco de distribuirse en USA —se ve que el bueno de Van Bebber consiguió algunas ventas al extranjero— y lo hizo con un título más común de las estanterías de los 80 como es “Bandas callejeras” y con el que vamos a ilustrar esta reseña (el de “Gore en las calles” pues, que se quede en mera anécdota).
Vista hoy, libre de prejuicios, y aprovechando el master que rula por ahí perteneciente a la lujosa edición en blu-ray que tuvo a bien sacar la gente de "Arrow Video", mi opinión dista levemente de la que tenía previamente, pero levemente, porque al final “Bandas callejeras” es lo que es: un mojoncillo amateur con el exceso por bandera, rodado, eso sí, con muchísima afición.
La cosa va de una par de, eso, bandas callejeras que se odian y se dan de hostias por los inhóspitos parajes de un desolado Ohio. Cuando el jefe de una decide que es el momento de retirarse de las calles y llevar una existencia tranquila al lado de su novia, todo se complicará para que no pueda dejar la vida criminal y continuar lo que queda de película dándose de hostias con la banda contraria.
Naturalmente la trama brilla por su ausencia, pero hay que reconocerle a Van Bebber el haberse adelantado unos años al argumento de “Atrapado por su pasado” de Brian de Palma, salvando inmensamente las distancias (Naxo: Y el hecho de que la peli de De Palma se basa en una novela escrita doce años antes que el film de Van Bebber). Por lo demás, nos encontramos ante un folletín largo y tedioso donde destaca un fuerte componente dramático, con desangeladas peleas que sirven para mostrarnos las pocas cualidades de Van Bebber (que protagoniza la cinta) con las artes marciales. Durante el trasiego de peleas y venganzas, la violencia mostrada es exagerada y vemos navajazos salpicosos, desmembramientos varios y hasta un despellejamiento con cuchillo, con su correspondiente extracción de cerebro por apertura de cráneo. Nada que a estas alturas pueda sorprendernos.
La historia de “Bandas callejeras” es por todos conocida; el joven Van Bebber, cursando sus estudios en la Universidad, obtuvo una beca de 100.000 dólares para sufragar su  segundo curso y, en lugar de emplear ese dinero en costearse los estudios, decidió gastárselo en película de 16 mm para rodar su ópera prima, empleando una cámara prestada por uno de los actores a tales efectos. Rodó estilo guerrilla, en plena calle y sin permisos, lo que propició que la policía lo expulsara de varios de los sets elegidos para la ocasión, o que los transeúntes intervengan sin si quiera saberlo. Se tiró cuatro años de su vida filmándola y, cuando la completó, tuvo cierto renombre dentro del mundillo del gore y aledaños, siendo presentada en infinidad de festivales. A día de hoy es un pequeño clásico del cine costroso y un título celebre para sectores “finos” del cine de género.
No obstante, Jim Van Bebber nunca salió de la marginalidad; estuvo un montón de años rodando cortos como puedan ser “Roadkill” o “Sweet Satan” y pasándolas canutas, haciendo de actor para otros directores más o menos losers, intentado concluir un biobic sobre una de sus obsesiones, Charles Manson, siendo, en definitiva, un personaje curioso, pero no tanto como para dedicarle un seguimiento en profundidad.
Su última incursión en el cine fue en 2013, con un cortometraje sobre un cocodrilo comiéndose los restos de unos veteranos de Vietnam, financiado a través de crowdfunding y titulado “Gator Green”.
Cuando se editó "Deadbeat at dawn" en España como “Gore en las calles”, recuerdo cierto sector del fandom endiosándola y asegurando fliparlo con un artefacto que en realidad era (es) un pequeño rollo que no pasa de curioso. Más tarde, esos mismos fans devinieron adictos a Tarantino y, hoy, mientras cambian pañales, no recuerdan ni por lo más remoto quien fue Jim Van Bebber.
Pero no debemos echar la culpa a la película, ajena a toda aquella moda. En realidad es una cinta amateur ochentera que obtuvo cierta popularidad entre los extraños fans del cine de horror sureño y que, en un suspiro, traspasó fronteras. Lo suficientemente singular como para que la tengamos en cuenta y le dediquemos un visionado libres de prejuicios, más allá de eso, sigue siendo una caquita con cierta gracia.... en pequeñas dosis.

sábado, 14 de octubre de 2023

IN SEARCH OF DARKNESS PART 3

No debería ser necesario introducir "In Search of Darkness" a estas alturas. En su momento reseñé las entregas precedentes (la UNO y la DOS). Sin embargo, considerando su escasa memoria y nulo interés, les diré que son una serie de documentales en torno al cine de horror facturado en los años ochenta. Todos a base de duraciones mastodónticas de cuatro horas o más... pero siempre extrañamente entretenidos (si te gusta la materia, claro...). ¿Siempre, siempre?... bueno, justo esta tercera y última dosis es el único cuyas casi seis insanas horas pesan un poco. Solo un poco.
Claro, el elemento ameno funciona o no en base a los títulos retratados. El problema con "In search... 3" es que el material disponible ya no brilla tanto como en las dos anteriores. Lo que queda son las sobras, por así decirlo. Ciertamente, podría molar mucho ver a los culpables de películas oscuras, costrosas y generalmente olvidadas hablar de sus pecados, sin embargo los realizadores del documental hacen la elección en función de las "personalidades" disponibles, y no son muchas. Ni acumulan títulos demasiado lustrosos. A lo mejor uno o, siendo generosos, dos. No más. Caroline Munro o Geretta Geretta (más conocida como "la negra de Demons") serían un ejemplo. ¡Pero no importa! ya que están ahí, que cuenten batallitas incluso de ñordos sin mucho donde rascar, en contraposición a tantos otros que darían más juego. Y es que, encima, a los que hay tampoco le sacan todo el jugo disponible. Mentar "Amityville 2" sin regodearse en su sordidez -así como la escena plagiando "Evil Dead"- o "Transylvania 6-5000" ignorando la paternidad de Rudy DeLuca, chirría. Tanto como muchas de las sandeces y morralla Woke esputada por una ristra de "especialistas" con tufo hipster que es pa matarlos. Afortunadamente, por ahí ronda peña del calibre de Joe Bob Briggs, quien suelta un "speech" final sobre el cine de los ochenta, la descontrolada sobrevaloracion y, muy especialmente, las gilipolleces academicistas de mucho flipao, digno de enmarcar. ¡Chapeau!.
La "elección en función de las personalidades disponibles" antes mentada se amplía también a películas difícilmente clatalogables de terror, como "Relentless", más cercana al thriller policial y sin ser un título especialmente representativo de la década, pero, claro... William Lustig, director, andaba por ahí... y de "Maniac" y "Maniac Cop" habíamos hablado ya en los docus previos.
Al final, los personajes más curiosos y simpáticos de ver y escuchar son Rubén Galindo Jr. (a raíz de "Cementerio del terror", "Ladrones de tumbas" y "El secreto de la Ouija". Siendo hoy un feliz realizador televisivo, el hombre habla de ellas tomándoselas a chufla), Harry Bromley Davenport, Frank Dietz -actor y  ex-socio de John Fasano (lo que significa que repasan de pe a pa su terrible filmografía, incluidas "Zombie Nightmare" y "Al filo del infierno")- y Frank LaLoggia.
Completan el lío los habituales mini-reportajes sobre tendencias (el heavy metal en el horror... ¿otra vez? La llegada de los video-clubs... ¿otra vez?) y personalidades (Dee Wallace, Adrienne Barbeau, Screaming Mad George). Por cierto, en las dosis precedentes eché de menos a Bruce Campbell y John Landis, muy habituales en esta clase de documentos audiovisuales. Bien, olvídense de ellos. Pal caso aquello de "a la tercera va la vencida" no se cumple. Raro, raro.
Tampoco diré que "In Search of Darkness part 3" no merezca la pena. Ni que sea un tocho. Porque se disfruta... solo que menos intensamente. La cuestión es que, con esta, se cierra el círculo. Y me alegra. Más cuando, durante los créditos finales, vamos viendo vídeos de fans de la saga, el terror de los ochenta e, intuyo, inversores del extenso clan de "crowdfounders", soltando sandeces y, sí, la mayoría dan grima.
David A. Weiner, director del trío, acaba de terminar un nuevo documental girando en torno al horror de... los 90. ¡¡Glups!! va a ser toda una hazaña sacar algo potable de ahí.

viernes, 13 de octubre de 2023

VÉRTIGO MORTAL

Célebre telefilm para la HBO que fue estrenado en muchos países del mundo, entre ellos el nuestro, en salas de cine. De hecho no era raro que en España se estrenaran este tipo de productos televisivos cuando habían gozado de una gran audiencia en su país de origen, o bien por la popularidad del personaje central de determinado título o por el actor que lo interpretaba. Telefilmes como “Hombre libre” de Michael Mann, que además resultó ser muy decente, se estrenó con cierto éxito en cines de nuestro país tan solo porque su protagonista, Peter Strauss, era hiper famoso en la España de 1979 gracias a la serie “Hombre rico, hombre pobre”. Más célebres y obvios son los estrenos en salas de los telefilms de Spider-man o La Masa, o el episodio piloto de “Galáctica”.
En el caso que nos atañe, este “Vértigo mortal”, pasó por nuestras salas sin pena ni gloria —unos escasos 90.000 espectadores— aunque con algo más de lustre en videoclubs donde fue distribuida por Record Visión llegando a lanzar dos ediciones. En los Estados Unidos tiene algo de culto porque se utilizó como prueba en el juicio contra Ed Sherman, un individuo de Connecticut que estaba obsesionado con la película y asesinó a su esposa de la misma manera que lo hace el protagonista, además de usar el aire acondicionado para retardar el estado de descomposición del cadáver.
Más allá de estos datos, lo mejor que nos ofrece el telefilme es ver la cara de palo de Keith Carradine, y a Richard Widmark ya anciano, para arriba y para abajo haciendo preguntas y aspavientos.
Y es que la película cuenta como, tras encontrar a una mujer y sus hijas asesinadas a sangre fría en su domicilio, un policía sospecha del marido y padre de estas. Sin embargo, el tipo desaparece y ya no se vuelve a saber de él. Años más tarde dos individuos sufren un aparatoso accidente automovilístico. Uno de ellos fallece y el otro queda completamente desfigurado, pero siendo sometido a un montón de intervenciones quirúrgicas, logra volver a tener rostro y rehace su vida con una mujer. El policía, ya jubilado, sigue investigando el caso de asesinato de años atrás, lo que le lleva a sospechar del individuo al que le han reconstruido la cara y que muy bien podría ser el criminal que busca.
Los impactantes y sugerentes pósters con los que se estrenó y/o editó “Vértigo mortal” y la apertura inicial del film, pueden llevar a pensar al espectador que nos encontramos ante un sórdido slasher, pero nada más lejos de la realidad. Quitando el inicio, y una secuencia en la que vemos la cara desfigurada de Keith Carradine en el hospital, esto es más parecido a un episodio de “Colombo” que a una película de terror ochentera al uso. De hecho, la cadencia, la estructura y hasta el argumento son propios de los miles de telefilmes que inundaban la parrilla televisiva española después de los telediarios. Y, por supuesto, ese estilo televisivo en pleno 2023 se ha quedado desfasado. Hay que tener una paciencia infinita para verlo. En definitiva, una película blanca y para todos los públicos.
Curiosamente, en la silla de director tenemos a Douglas Hickox, nombre de cierto prestigio -y papá de Anthony- durante los años 70 que nos dio clásicos como “Matar o no matar, ese es el problema”, “El asalto de los hombres pájaro” o “Amanecer Zulú”. En los 80 se hizo cómodo en la televisión facturando únicamente telefilmes, este incluido.

lunes, 9 de octubre de 2023

BAGDAD RAP

Documental sobre la guerra de Irak a base de entrevistas a brigadistas que, entre otros, vivieron todo aquello de primera mano, e imágenes de archivo, analiza las motivaciones que desencadenaron aquella guerra. Una cinta con un tema principal demasiado serio como para entrar en valoraciones frívolas, ya que las intenciones del documental, obviamente, van más allá de lo artístico o comercial, y su afán es meramente divulgativo. Eso sí, la propuesta se atreve a emplear una banda sonora compuesta íntegramente por artistas de rap español —algunos de los que más destacaban dentro del panorama cuando se rodó, o, más underground, como El Sr. Rojo— que componen sus canciones especialmente para esta película, no desentonando ni lo más mínimo con la actitud de la misma. Así, seremos testigos de las opiniones rapeadas de gente como Kase.O, Frank-T, Zenit, Selekta Kolektiboah o Arianna Puello, a los que también ponemos cara durante los créditos finales ya que son filmados durante el proceso creativo, ademas de ser cierto gancho comercial de cara a la platea. De este modo, entrevistados aparte, los raps serán importantes protagonistas del documental, ya que se insertan a modo de transición entre las diferentes entrevistas y como fondo sonoro para diferentes imágenes de archivo.
El documental tuvo una vida reducida en salas comerciales para luego ser lanzado en combo de DVD más banda sonora original. Por supuesto, estos tracks son duros, concienciados y de una temática muy concreta. Algunos de los rappers que los ejecutan se encuentran a sus anchas, otros fuerzan la máquina hasta los límites del ridículo.
No obstante, el tema principal del documental “Llora por tus miserias”, curiosamente ejecutado por el menos popular de todo el elenco de raperos nacionales, El Sr. Rojo, vio el cielo abierto cuando, por algún motivo, se decidió nominarlo en la categoría de mejor canción original para la carrera al Goya. El Sr. Rojo no se hizo con la preciada estatuilla, siéndole arrebatada por Manu Chao y su canción “Me llaman calle” perteneciente al soundtrack de la película “Princesas” de Fernando León —groarrrrrrg—  de Aranoa.
Por lo demás un documental de corte social y político cuyo máximo interés reside en la combinación de duras imágenes con ritmos raperos, que en la mayoría de las ocasiones no creo que queden ni medio bien. Pero, como rareza, me sirve.
“Bagdad Rap” resultó ganador en un buen puñado de festivales de diversa índole. Su director, Arturo Cisneros, rodó años después otro documental de carácter más lúdico titulado “Mami, ¡Ya sé dónde está el dinero!” que, aunque de contenido también social, no obtuvo tanta repercusión como este.

sábado, 7 de octubre de 2023

THE OFFER

No soy fan de "El Padrino". Ni me gusta, ni me disgusta. Me deja frío. Lo sé, lo sé, ¡sacrilegio! ¡a todo el mundo le mola el clásico de Francis Ford Coppola, considerada casi unánimemente una de las mejores películas de la historia! Pues a mi no. Tampoco la desprecio, simplemente no conecto con ella. Sin embargo, como devoto del séptimo arte, soy perfectamente consciente de su peso, su trascendencia y todo el respectivo mamoneo. Que representa la punta del iceberg del llamado "Nuevo Hollywood", periodo este que siempre me ha fascinado. ¿Y a quién no?.
Pero si hay algo que me gusta tanto o más que una película, es una que hable sobre cómo se hacen las películas. Da igual si la retratada es un clásico intocable como "Psicosis" o una basurilla del calibre de "Plan 9 from outer space". Gozo infinitamente viendo las trifulcas de un rodaje, los problemas, las alegrías y, sobre todo, la maravillosa hermandad que se forja entre los implicados. Una que, dramáticamente, se rompe de forma despiadada en cuanto el trajín llega a su final. Si, además, todo el viaje viene recreado con talento, saber hacer y de forma entretenida, ya ni te cuento. Pues justo eso es "The Offer", una serie de diez capítulos marca "Paramount Television" donde se narra al detalle los pormenores de la creación de "El Padrino", siempre según recuerdos y vivencias de su principal productor, Al Ruddy.
Además, "The Offer" tiene un punto extra. No se trata únicamente de los tejemanejes de Hollywood. También la mafia, por obvias razones, anda metida en el embolao. Ambas tramas se van intercalando a medida que los episodios se acumulan. Y, ocasionalmente, una imita a la otra. Veremos como, de entrada, el hampa italiana rechaza la existencia del libro de Mario Puzo y, seguidamente, se opone a la película para, finalmente, cambiar de opinión, hasta el punto de colaborar en su confección usando estrategias no demasiado legales. Y veremos al mentado productor, Al Ruddy, estrechar lazos con el Capo. Una amistad de la que terminas muy colgado, a pesar de los pesares. Y, por supuesto, veremos la implicación de Coppola, las locuras del legendario Bob Evans, el apetito voraz de Puzo y las apariciones de sosias de Marlon Brando, Al Pacino, James Caan, Talia Shire, Diane Keaton o Robert Duvall. También Frank Sinatra, enemigo jurado de "El Padrino", encarna a un villano de opereta. Y, aunque ajenos al film protagonista, añadan Robert Redford y Burt Reynolds al puré.
Es de esas series que enganchan. Terminas un capítulo y ya te pirras por ver el siguiente. Y cuando concluyes, incluso te queda un poso de tristeza. A ver, perfecta no es. Sobran algunas concesiones a la generación Woke. Sendas pinceladas de humor poco inspirado. Efectos especiales CGI cantosos (la explosión del coche es muy cutre), pero queda compensado por el entretenimiento y el disfrute. Incluso la emoción. Vives con estos personajes tan carismáticos. Sufres cuando sufren y te alegras cuando triunfan. Gracias en parte al talento del reparto, por supuesto, encabezado por Miles Teller como Ruddy (también co-productor del pifostio), dos estupendos Dan Fogler y Patrick Gallo como Coppola y Puzo (cuya gordura y devoción por el buen comer les hace inseparables), genial Matthew Goode en la piel de Bob Evans, grande Giovanni Ribisi como temible/entrañable Capo mafioso, incluso Juno Temple funciona, aunque sea una actriz que me chirría un poco, tal vez por ser la sonrisa más fea del firmamento peliculista moderno. Sin olvidarnos de Paul McCrane, quien diera vida a Emil en "Robocop", o un inesperado y entrañable Lou Ferrigno en la piel de -obvio- un matón de la mafia.
Sin embargo, la cosa que realmente me atrapó de "The Offer" es el modo en que se retrata el enfrentamiento entre los dos Hollywoods. Se diría que el antiguo y el que era moderno a inicios de los setenta. Pero yo lo veo de otra forma. Bob Evans compite encarnizadamente con un ejecutivo de "Gulf + Western" -entonces propietaria de "Paramount"- que quiere quitarle el puesto. En un momento dado lo consigue y cuando comienza a aplicar su criterio, antepone el dinero, el complacer a la audiencia sin tomar riesgos, apostando por cine de género "tonto", de puro consumo (se cita "Aeropuerto 80"). Más que representar al viejo Hollywood, en ese personaje veo aquel que acabaría sustituyendo a la generación de Bob Evans cuando esta, devorada por su propio ego (+ excesos drogadizos y etc), la cagó acumulando grandes fracasos y dando pie a la era del blockbuster en los años ochenta, a los Spielbergs y Lucas, al cine comercial destinado a comer el ojete del público, a los espectáculos audiovisuales, los efectos especiales, las tramas sencillas del bien contra el mal y la búsqueda del entretenimiento como reclamo principal. Una etapa de esplendor económico y taquillas tremendas dominada por ejecutivos trajeados sin idea de cine, anteponiendo el comercio al -ejem- arte y el "auteurismo" propios de la década previa. En "The Offer" ese personaje pierde y acepta su derrota... de momento. Todos sabemos que, no mucho después, volverá para tomarse la revancha y, esta vez sí, quedarse (y yo que lo celebro).
De entre los varios diálogos memorables, dejen que recupere la siguiente perla esputada por -el personaje de- Bob Evans: "La gente educada nunca dice la verdad". Me dio que pensar, tal vez sea hora de aplicármelo. Comenzaré ahora mismo con 
una como un templo: "The Offer" es COJONUDA.

viernes, 6 de octubre de 2023

EL HOMBRE DE ROJO

Obra de teatro producida por la compañía de comedias de Quique Camoiras y dirigida por el propio actor, que en cierto modo se aprovechaba del éxito de la película “La mujer de rojo”, por lo menos en lo que al título se refiere. Ni tan siquiera es una parodia de la misma. La única conexión que tiene esta obra con la película de Gene Wilder es la carátula con la que la grabación de la misma se distribuyó en vídeo —esta vez sí , una parodia del póster original de “La mujer de rojo”— y el hecho de que justo antes de abrir el telón, para dar comienzo a la función, se escuchaba, en el teatro donde se interpretase la obra, el “I Just Called”. Decir te amo” de Stevie Wonder. Por lo demás, se trata de una obra cómica para el total y absoluto lucimiento de Quique Camoiras en la que se cuenta con la particularidad de que, este, va vestido de riguroso rojo. Por lo demás, y con un par de decorados al máximo, se trata de la típica obra humorística en la que una serie de personajes entran y salen en escena mientras les suceden cosas. Todo muy exagerado y haciendo los actores un uso excesivo de la sobreactuación.
Así, cuenta la historia del dueño de un hotelito que se queja de que no va nadie, y cuando empiezan a llegar clientes parece molestarle . En esa tesitura habrá enredos de cama, señoritas en ropa interior, ladrones de variado pelaje y unas joyas escondidas. Todo ello a disposición de Camoiras que se erige como el rey indiscutible de la función contando con el beneplácito del público en todo momento.
Dos horas de implacable teatro de vodevil, largas como un día sin pan, con un humor que ya en el año de su producción, 1985, pecaba de rancio y obsoleto en lo que son los resquicios de un actor de otra época dando sus últimos coletazos en los 80. Esto en su momento debía tener mucha gracia —aunque yo nunca conecté con el humor de Camoiras, ni siquiera de niño—pero los fans del cómico entonces aún eran muchos y sus obras de teatro contaban con un gran éxito de público.
Más allá de esto, resulta curiosa la labor de preservación del teatro de revista que realizó, sin darse cuenta, la distribuidora de vídeo de José Luis Sánchez Codina Olimpy Vídeo. Además de producir películas de Mariano Ozores para su distribución exclusiva en cinta magnetoscópica y otro tipo de productos audiovisuales de difícil catalogación, también sacó un buen número de grabaciones de obras de revista de nuestros cómicos más queridos, a saber: Pajares y Esteso, Juanito Navarro, Antonio Ozores, etc… así como una integral de Quique Camoiras. Además de “El hombre de rojo”, otros celebrados títulos ochenteros de su compañía de comedia como puedan ser “Don Armando Gresca” o “Qué solo me deja”, conocieron su propia edición. Lina Morgan,
Al margen de lo que estas obras le puedan parecer a uno (a mí unas me hacen más gracia, otras, como las de Camoiras, ninguna), lo que es cierto es que Olimpy registró en vídeo un material que, De otra manera, se habría perdido para siempre. Lo grabó, distribuyó y rescató del más vil de los olvidos. Hoy estas cintas no tienen demasiado valor, no están demasiado cotizadas en el mercado del coleccionismo pero, desde luego, son un documento histórico de nuestro teatro, vodevil o no, y nuestro humorismo imprescindible si se quiere estudiar o conocer la comedia de primera mano.
“El hombre de rojo”, por sus características, y que todavía coleaba en el imaginario colectivo la película a la que toma como reclamo, puede que sea una de las cintas de Olimpy Vídeo más recordadas.

miércoles, 4 de octubre de 2023

UN TEBEO DE "SUPERSONIC MAN"


Permitirán que me ponga un poco nostálgico comenzando con un dibujo que hice para el colegio el año 1979. Consistía en retratar alguna actividad realizada durante aquel verano. Graciosamente, dejé de lado el ir a la playa con la familia o pasar el día comiendo bocadillos en el campo, para destacar mi asistencia a una proyección, la de "Supersonic Man" en una sala de cine (no fue la única vez, por lo visto la película de Juan Piquer me tenía obsesionado, como también puede apreciarse aquí). Si se fijan bien, verán que hay una pantalla con su público atento, localizarán al superhéroe de la capa azul y reconocerán, con un poco de esfuerzo, la escena, cuando aquel convierte en plátano la pistola de un villano. Momento que, inevitablemente, dejaba huella en el cerebro de un impresionable crío de seis años.
Soy de la generación que se dejó engañar por el "Supersonic Man" de Juan Piquer, sí. También el "Tiburón 3" de Enzo G. Castellari. Así a la distancia, ambas películas parecían bien jugosas. Concretamente, aluciné pepinillos el día que vi el trailer de "Supersonic Man" en una tele minúscula en blanco y negro. Claro, luego acudías al cine acompañado de tus pacientes padres, la abuela o un hermano mayor, y, aunque tampoco acababas de entenderlo, sentías que algo descuadraba. Aquella película NO era como sus primas Hollywoodienses que tanto habías disfrutado. ¿Qué iba mal? Con los años obtuve respuesta, pero entonces, simplemente, me limitaba a picar. Santa inocencia.
Y ello incluía el "merchandising", tan tosco y pobre como la película. En el caso de "Supersonic Man" hablo de los famosos tebeos dibujados por el padre de "Pumby", J.Sanchís, quien hizo lo que pudo pero, seamos francos, no era el más adecuado para la tarea. Los primeros cuatro números de la colección adaptaban la película entera. Luego, probaron historietas nuevas. Y alguno de aquellos también cayó. Pero, tal y como es de suponer, la cosa no se prolongó mucho más en el tiempo.
Y hoy, aquí, me he animado a cederles completo, y en formato PDF, el número uno del tebeo de "Supersonic Man". Es decir, está sin final, pero poco importa. Se trata de gozar de la ingenuidad de todo ello. Para proceder, bastará con que se lo descarguen en el enlace correspondiente. Ya me darán las gracias otro día. Disfruten.


lunes, 2 de octubre de 2023

PLEASE, DON'T TOUCH ME!

La familia Ormond probablemente sea la saga cinematográfica más curiosa de la historia del cine. Formada por Ron Ormond, su mujer June y su hijo Tim, entre las décadas de los 40 y 70 produjeron una infinidad de películas exploitation que iban desde el western más violento y bizarro para lucimiento de Lash La Rue a películas de strippers a las que les sucedían cosas de lo más extrañas y donde introducían una sexualidad muy sutil que, por sugerida —o camuflada— más que por otra cosa, no llegaba a ofender al espectador. Todo ello ejecutado con pocos duros, reaprovechando todo el metraje de archivo —o propio— que se pudieran encontrar y de manera completamente independiente, sin tener que rendirle cuentas a nadie. Y encima les fue bien durante el periplo.
El pater familias, Ron, además tiene un currículum de lo más interesante. Ormond, también conocido como Vic Narro —y de nombre real Vittorio Di Naro—, además de productor, guionista y director de cine, fue mago y presentador de espectáculos de variedades, de hecho, su esposa June era una bailarina de burlesque a la que conoció en uno de estos espectáculos. También era un estudioso del hipnotismo y las ciencias ocultas. En esa tesitura viajó a Asia para investigar fenómenos religiosos de Oriente, en compañía del hipnotizador Ormond McGill, del que se hizo gran amigo, del que tomó prestado su nombre (Ron Ormond se llama así en honor al hipnotizador) y con el que escribió unos cuantos libros sobre hipnosis y otros temas de similar calado.
Por otro lado, y después de años de apelar a los bajos instintos con sus desvergonzadas películas, Ormond, tras sufrir un aparatoso accidente de avioneta del que salió ileso, pero que le costó una lenta recuperación en el hospital, ateo como era, se convirtió de golpe y porrazo al cristianismo. Vio la luz. En consecuencia, a partir de los años 70 se centró en producir y dirigir películas de temática eminentemente cristiana. Del mismo modo, toda la familia abandonó el mundo del espectáculo de variedades así como cualquier actividad que tuviera que ver con lo coqueto, lo frívolo o lo sexual, materias estas en las que, hasta el accidente, los Ormond habían estados inmiscuidos de pleno.
“Please, Don’t Touch Me!” sin embargo, la película de las que les vengo a hablar, entraría en la etapa de mayor esplendor de la familia Ormond, cuando estaban haciendo cine exploitation desvergonzado, y sería una producción rodada en 1959 aunque estrenada en 1963. Es una película absurda, descarada y extraña.
La premisa principal gira en torno a una mujer que es violada y, en consecuencia, queda traumatizada por ello, de manera que, una vez casada, es incapaz de mantener sexo con su marido. Entre su madre y un psiquiatra intentan solucionar el problema de esta chica, llegando a la conclusión que mediante una sesión de hipnosis todo volverá a la normalidad. Por supuesto el hipnotizador no será otro que el amigo de Ron Ormond en la vida real, Ormond McGill.
Se trata de un exploit de finales de los 50 que poco o nada tiene que le haga distar de otros títulos de idénticas intenciones de la época. De hecho, en su manera de rodar, Ormond recuerda levemente a Ed Wood. Es una película que se sustenta a base de eternas conversaciones y de un montaje muy somero donde predominan los (eternos) planos medios. Sin embargo, lo que convierte “Please, Don’t Touch Me” en distinta o particular es, que en su afán por aprovechar material de archivo comprado por Ormond, se convierte en un "mondo" dramático. La película comienza haciéndonos partícipes de la violación que es el leit motiv de la historia, para tras los créditos, hacer uso de todo ese material voz en off mediante, y explicarnos así una serie de costumbres bárbaras de otras civilizaciones (negros bailando y todo el rollo), así como cuela con calzador escenas de origen sanitario que nos muestran la extracción de un tumor en el quirófano, entre otras lindezas, tan solo para justificar la violación que acabamos de ver y en torno a la cual va a girar toda la película. Una vez mostrado todo esto, y tomando unos derroteros dramáticos en los que los protagonistas hablan, hablan y hablan, ya la cosa no cogerá fuste hasta que, poco antes de finalizar, entra en escena el hipnotizador que pondrá todo en su sitio.
Lo bueno de “Please Don’t Touch Me” es que es rara como un perro verde, y lo que cuenta es tan extraño, tan carnaza, tan sensacionalista que pasamos por alto los posibles tempos muertos de los que hace alarde, que son unos cuantos. Por lo demás ya sabíamos a lo que nos exponíamos cuando nos sentamos a verla ¿no?
Actualmente la familia Ormond está siendo reivindicada por el intelectual y estudioso de cine exploitation Nicolas Winding Refn, director de “Drive” y “The Neon Demon”, que de vez en cuando se encarga de recuperar películas escondidas, restaurarlas y ponerlas a la venta en lujosos packs de Blu Ray cargados de datos y material extra. La familia Ordmond ha interesado tantísimo al director, que no contento con poner a la venta un pack con sus títulos más ignotos con “From Hollywood To Heaven”, también ha editado, en un lujoso libro gigantesco, las biografía de los Ormond con “The Exotic One”, escrito por Jimmy McDonough (autor de la biografía de Andy Milligan, cineasta por el que Refn también mostró mucho interés hace unos años). Por supuesto, todo limitado y numerado, esto es material para sibaritas, que atraerá tanto a los amantes del exploit -mi caso- como a hipsters que se acercarán al universo de los Ormond solo porque Winding Refn se ha encargado de ponerlos en la palestra.
De cualquier forma, Ron Ormond volverá a pasar por este blog en un futuro.