miércoles, 28 de febrero de 2024

MINUTOS MUSICALES 20: M.D.C.

Hablar de "M.D.C." (que no "MCD" ¡cuidao!) supone hacerlo de una de las bandas estandarte de cuando el punk comenzó a mutar en hardcore. USA, inicios de los ochenta. La generación que ha crecido con los sonidos del punk setentero busca una alternativa a la aceptación y comercialización de este (o, lo que es lo mismo, la "New Wave") así, comienzan a radicalizarse, sonora y gramaticalmente.
Los "M.D.C." iban de palo panfletario, y de qué manera. También hacían gala de un sentido del humor muy agradecido, pero no lo suficiente como para tomarse menos en serio "Harry, el sucio" o "Rambo", películas que adoraba y sobre las que me sentaba fatal oírles rajar. Por eso nunca conecté bien con estas bandas tan politizadas. PERO en el tema sonoro era otro -nunca mejor expresado- cantar.
Obviamente, y sin traicionar las viejas costumbres, el mejor disco de los "M.D.C." es el primero. Suenan extremadamente intensos a base de cortes muy cortos. La gran mayoría altamente recomendables, pero me quedo con "Church & State", un alegato anti-religión organizada de tan solo 30 segundos (o menos) absolutamente perfecto, elemental, directo, conciso, ni sobra ni falta, mágico. Imposible expresarlo de otra manera. Mejor lo escuchan...

En principio las siglas "M.D.C." se traducían como "Millions of Dead Cops", "Millones de polis muertos". Ya les vale, ¡con lo que me encanta ver a la poli atizando ciertos engendros, sobre todo hinchas de fútbol! Tampoco a los "Crass" les molaba demasiado (aunque por otras razones). Así se lo expresaron al conocerse, añadiendo que si querían colaborar (con la banda británica incorporando a los yankis en su catálogo) tocaba cambiarlo. "M.D.C." no se lo pensó dos veces y mutó en "Multi Death Corporations". Una historia que deja muy mal a ambas formaciones, los primeros por imponerse y los segundos por ceder. A partir de entonces, la cosa se convirtió en costumbre y cada equis tiempo variaban el significado de las siglas, otros ejemplos: "Millions of Dead Children" o "Millions of Damn Christians".
"M.D.C." siguió sacando discos, potables pero desiguales. Uno de los mejores -sin ser tampoco la séptima maravilla- es "Hey Cop! If I Had a Face Like Yours ..." (que perra con meterse con la policía, oye), donde destacan el corte que abre, el del medio y, más notablemente, el que cierra. Un tema anti-navideño (argh!! estos cabrones se estaban ganando un excomulgado por mi parte) curiosamente bautizado "Black Christmas". Sí, como la mítica película.

Y entonces se produjo el milagro. Algo muy raro de ver en cualquier discografía de un grupo de este palo (siempre más bien limitados), con tanta carretera acumulada, es que, así sin comerlo ni beberlo, un día editen un LP genuniamente bueno. Ocurrió en 1993 con "Shades of Brown". No solo por el muy muy decente contenido (quizás un pelín más "metalizado", pero sin llegar a cargar. Incluía además un sorprendente tema hip-hopero tan digno que hasta recibió la aprobación de nuestro experto Víctor), también por el hermoso diseño de la cubierta y el nacimiento de un logo la mar de guapo (el que les dejo al final). A pesar de la abundancia de composiciones escuchables, a la hora de elegir una me he decantado por "Someone's behind you again", que suena like this...

Conscientes "M.D.C." que tal vez no serían capaces de repetir la jugada, se separan. Por poco tiempo. Lástima, "Shades of Brown" habría sido un broche de oro. Siete años después, Dave Dictor -frontman y único miembro constante- reúne a un puñado de amigos y, a pesar de la cantidad de grasa y arrugas acumuladas, regresan. Produciendo nuevos discos, algunos tan hardcore como los de su primera época (me pregunto si por genuina devoción creativa o para complacer a su nicho) y, en fin, tirando de nostalgia.

lunes, 26 de febrero de 2024

ALMOST A MOVIE!

Durante lustros, la figura del director Michael J. Murphy ha sido ignorada. Si acaso reivindicada por tres o cuatro aficionados de paladar fino (y nosotros). Sin embargo, es un cineasta digno de estudio y vindicación, porque, pese a que en algún momento de su carrera logró hacer algo con sus películas (sin ir más lejos, “Qualen”, llegó a nuestros videoclubes), al final es un director eminentemente amateur con una trayectoria en la que, en su grueso, y a base de 8 y 16 mm, ha perdido más que ganado. Un tipo que ha dedicado toda su vida a lo que, al final, es una pasión. Nunca se hizo popular, nunca llegó a sacar dinero de su arte, nunca fue célebre y el culto que pudiera suscitar siempre fue paupérrimo.
Por aquí conocíamos cosillas suyas como la anteriormente mentada “Qualen”, “Death Run”  o “Invitation To Hell”. Nada que nos vuelva locos, pero sí lo suficiente para echar unas búsquedas en Google y ver quién era este tipo. Y, como siempre, al final el concepto es más interesante que las propias películas.
Por eso, me llamó poderosamente la atención el hecho de que "Indicator", el sello de Blu-Ray y DVD de origen británico que se dedica a publicar en formatos de lujo las más curiosas y variopintas obras de culto, lanzase un pack de 10 discos dedicado al trabajo de Murphy. Está todo, desde sus primeros cortos en super 8 —de un caserismo totalmente entrañable— hasta sus últimas películas en vídeo, pasando por la etapa más zetosa y ochentera.
J. Murphy es un tipo muy extraño y con una obra que deambula entre el melodrama y el cine de género, tocando diversos palos, pero siempre con un tono tristón y deprimente que finalmente resulta un sello distintivo.
“Almost a movie!”, vendría a ser una de las películas incluidas en esta antología (irán cayendo más por aquí) cuyo título poco o nada tiene que ver con el argumento, aunque hace justo honor al contenido porque, efectivamente, con su duración de 48 minutos y rodada en 16 mm amateuroides, sería casi un largometraje, ergo casi una película.
El argumento es de lo más extraño: El hijo de un director de cine acuerda pasar las vacaciones en algún lugar de Grecia con este y su esposa, una joven actriz. Cuando el individuo llega, se reúne con la muchacha, puesto que su padre está finalizando una película y se retrasará. En su ausencia, el tipo congeniará con ella, hasta que decide secuestrarla y someterla a mil y una perrerías. Todo en un tono excesivamente dramático y a base de eternas conversaciones de corte existencial entre el protagonista y su madrastra.
Una curiosidad como otra cualquiera. Más o menos bien rodada pero con un ritmo lento y tedioso, “Almost a movie!” es lo más aburrido que uno se puede echar a los ojos. Lo mejor se encuentra en su amateurismo feroz, tomado con la seriedad del que aborda una película de arte y ensayo, pero la incapacidad del que tiene cierto retraso mental. Porque Michael J. Murphy, es voluntarioso y apasionado, serio y sin ningún sentido del humor, pero con unas capacidades muy limitadas. Es un discapacitado fílmico.
Esta película en concreto es un trabajo de recuperación artesanal por parte del sello que la edita, que restaura el negativo original en 16, pero al faltarle alguna bobina, completa el montaje añadiendo las escenas  ausentes tirando del telecinado en VHS que descansaba entre las posesiones del director. Hacen un trabajo que ni siquiera él se molestó en hacer, consciente, quizás, del poco interés que tenían sus películas para el público. Y eso está muy bien.
Efectivamente, “Almost a movie!” es un peñazo importante, carente de interés, pero muy acorde con el espíritu recuperador del sello que la edita, que tuvo acceso a todo el material del director una vez este falleció hará ahora unos diez años.
Por supuesto, Murphy tiene cositas más de género en su extraña filmografía, me temo que igualmente aburridas y descastadas, pero poco a poco iremos dando cuenta de ellas por aquí (si se tercia). Porque al final un individuo como este, al margen del talento o de cómo sean sus películas, es siempre fascinante. Además de feo como un demonio en este caso.

sábado, 24 de febrero de 2024

ALISON´S BIRTHDAY

Definitivamente, Alison es un poco idiota. Según le advirtió un fantasma a través de la ouija, cuando cumpla 19 alguien querrá matarla. Aún así, a pesar de haberse alejado del lugar donde recibió tan poco halagüeña buenanueva, el día antes del mentado y temible cumpleaños, la llama su tía para que regrese y lo celebre. Alison accede. Una vez allí, le recomiendan que no visite el frondoso patio trasero por "peligroso". Hace caso omiso y va, encontrándose una especie de versión en miniatura de Stonehenge. Una noche, una anciana de más de cien años entra en su habitación y la despierta de un susto. Le explican que es la abuela. Alison no la ha visto en su vida, pero se lo cree. Igual que no sospecha del extraño trato que le ofrecen sus tíos, tan atentos y empalagosos. Especialmente por el tónico que le preparan cada noche. Ella, obvio, se lo bebe sin rechistar... aunque note como la va debilitando.
A estas alturas resulta fácil deducir que sus tíos son unos brujos dispuestos a hacerle toda clase de judiadas en el Stonehenge del patio trasero el día que cumpla los 19. Fácil de deducir salvo que te llames Alison, claro. Incluso aunque tengas sueños premonitorios. Tampoco le ayuda el novio, quien -sin estar involucrado en la movida, siendo testigo de la rareza de todo ello y oliéndose el percal- le dice que solo son eso, sueños. Otro idiota. Supongo que dios los cría y...
Todo esto es "Alison´s Birthday", un ignoto producto australiano del 81. Tan "aussie" como para que su protagonista, Joanne Samuel, hubiese intervenido dos años antes en el primer "Mad Max", dando vida a doña Rockatansky. Curiosamente, "Alison´s Birthday" fue la primera película -tras una temporada dirigiendo series- y última de su director, Ian Coughlan. Por contra, como guionista las cosas le fueron algo mejor, prolongándose hasta el año de su fallecimiento, 2001. Firmó el libreto de una de esas videocluberas que, tal vez, les suene: "Kadaicha, la piedra de la muerte". Intervino también, y no poco, en el clásico inmortal, institucional, del culebronismo australiano: "Neighbours", que yo consumía con delectación cuando lo echó Tv3 por ahí los ochenta. Lo crean o no, acumula más de 1.8932 capítulos.
Y hablando de series, en uno de mis episodios favoritos de "Bob Esponja" -"La cangreburger asquerosa", t-3, e-4-, justo antes de los créditos finales, la voz del narrador exclama con contundencia: "Son todos idiotas, ¿verdad?" refiriéndose al elenco completo. Es algo que siempre me hace reír... y que, para cerrar esta review sobre el aburridísimo cumpleaños de Alison la lerda, nos viene de perlas.

viernes, 23 de febrero de 2024

MALDITO: O ESTRANHO MUNDO DE JOSÉ MOJICA MARINS

Uno de los primeros (y mejores) documentales sobre José Mojica Marins, “Maldito: O estranho mundo de José Mojica Marins”, concebido por André Barcinski e Iván Finotti (asimismo autores de las aclamadas memorias de Mojica Marins que llevan exactamente el mismo título que la película, las cuales me encantaría echarme a los ojos aunque sea en alguna edición inglesa) a base de entrevistas al propio cineasta / actor, a sus allegados y a estudiosos de su obra. Sería un buen documental sobre la figura de uno de los directores de cine más fascinantes del mundo, pero no el definitivo porque, pese a repasar toda su carrera a grandes rasgos, no profundiza en casi ningún aspecto, más allá de cómo la censura hundió la travesía de un individuo cuya creación más popular, Zé do Caixao, formaría parte, de una manera un tanto excéntrica y poco tradicional, de la galería de monstruos clásicos de la historia del fantástico.
El documental toca desde la etapa amateur de Marins, con esos cortos que parecen la tosquedad hecha película, hasta prácticamente el momento del rodaje del documental (2001). Se centra en la creación del personaje que le dio fama internacional y en el impacto de aquellas primigenias películas, así como el estropicio que las autoridades hicieron cuando José Mojica Marins ya estaba despegando, prohibiendo sus largometrajes alegando que lanzaban un mensaje anti-cristiano y mostraban un erotismo bastante depravado. Se especula en que fue por culpa de la censura que no llegó a convertirse en una estrella, viéndose en un momento dado sin un duro en los bolsillos y se nos muestran filmaciones de su paso por los distintos festivales de cine de terror del mundo (maravillosa la de su presencia en el Sitges de los 70), pero todo ello grosso modo y como pasando de puntillas. Asimismo, llegamos a la etapa pornográfica de Mojica Marins. Como estaba vetado en el cine convencional, la única forma de sobrevivir que este tenía era introduciéndose de lleno en el emergente cine mete-saca brasileño, pero llegados a ese punto, quizás porque Brasil es un país de naturaleza más bien particular, y hablando casi únicamente de la película “24 horas de porno explícito” que es la primera en mostrar una escenas de zoofilia (algo que me parece repugnante) entre un perro y una mujer, se habla de esta filmación de manera natural ensalzando las virtudes sexuales del can y destacando lo mucho que disfrutó la actriz follando con él… como si a esas alturas del 2001 este tipo de materia no estuviese mal vista (¡putos brasileños!). Como fuera, Marins se excusa diciendo que entró en el porno única y exclusivamente para poder comer. Pero también se incide poco en todas aquellas aberraciones sexuales que filmó en los 80. Incluso, parece omitirse esa etapa especialmente.
Hasta ese momento, se nos ha estado presentando al actor/director poco menos que como un mártir, pero lo cierto es que en ningún momento rehusó filmar un material tan desagradable como aquel, por lo que, y tras ver el segmento del documental en el que vemos al Marins de los ochenta anunciando a bombo y platillo que iba a filmar una operación ocular a la que se tenía que someter con el fin de incluir las imágenes posteriormente en su siguiente película, la verdad es que, como espectador, dejo de verle como mártir para pasar a mercenario. Por un poco de notoriedad, vendería hasta a su madre.
Por otro lado, el documental es bueno incluyendo material de archivo, aunque quizás se excede al mostrar demasiados segmentos de según qué películas. Por ejemplo, incorpora todo lo mejor de “Ritual do sádicos” a lo largo de varios minutos, casi la explican entera, y si sumamos la cantidad de escenas que se exceden en duración, al final la parte documental, reduce sus 60 minutos a míseros 40 de información útil. Una apreciación un tanto tiquis miquis, pero es que mientras contemplaba esas secuencias no hacía más que pensar “¡Quitadlo ya que nos estáis poniendo la película entera!”.
Asimismo, se habla mucho del artista incomprendido, de la importancia de su obra, vemos a Marins en su elemento, su hogar, mostrando su colección de comics, nos enseña en qué se han convertido los cines donde años atrás se estrenaron  algunas de sus películas con mucho éxito y se nos habla del tratamiento de bufón que ha recibido durante lustros en su país natal, en contra de cómo se le ha tratado en Europa, según él, “como a un cineasta”. Y entonces recuerdo yo el videoclip de los putos Fresones Rebeldes y me dan ganas de acercarme a su tumba y preguntarle: “¿Estás seguro de que en España esa panda de modernos no te trató asimismo como un bufón?”
Pero, como fuere, lo cierto es que “Maldito: O estranho mundo de José Mojica Marins” es un estupendo documental que sirve para conocer, en cierta medida, a una de las personalidades cinematográficas más inusuales del panorama internacional y su fantástica creación: Josefel Zanatas, alias Zé do Caixao, alias Coffin Joe… Aunque en realidad Marins era mucho más que Zé do Caixao.

miércoles, 21 de febrero de 2024

MINUTOS MUSICALES 19: LOS RARITOS

Hemos hablado mucho por aquí de bandas afiliadas al universo "Crass", pero hoy toca una un tanto especial, diferente y, en cierto modo, "demasiado sofisticada" para un semejante entorno. ¡Cuidao! sin desmerecer a las otras, que las hay muy válidas. Estoy hablando de "The Mob", uno de aquellos combos que, consumidos en pleno fervor juvenil por sonidos estridentes y velocidades desbocadas, saben a poco dada su tendencia a los llamados "medios tiempos". Pero reescuchados más viejuno, te das tardía cuenta que molaban y molan. En ocasiones hay que esperar al momento adecuado para gozar ciertas cosas. Hoy puedo decir que, aunque disfruto el -único- disco oficial de "The Mob" de modo casi (y remarco, casi) íntegro ("Let the tribe increase"), son sus temas más reposados, atmosféricos y, también, deprimentes (la quejosa voz de su frontman suena a constante aullido agonizante) mis favoritas. Comenzando por "I wish" (arrebatadora en su brillante sencillez, compositiva y gramaticalmente) y chapando con "My life, my world", que les dejo al final del rollo.
En un mundo justo, "The Mob" sería una banda ultra-reputada e intocable al nivel de "Joy Division" (a quienes me recuerdan levemente), en la sucia sociedad que nos rodea, eminentemente idiota, pos no... pero casi mejor que se sigan manteniendo así, en la penumbra, bien undergroundadamente. Después de todo, de lo contrario no los escucharía por considerarlos demasiado populares. Sí, así de esnob soy.


La primera vez que tuve conocimiento de "Theatre of Hate" ("Teatro del odio", ¿existe un nombre más molón?) fue localizando, entre la colección de singles perteneciente a mis hermanos mayores, uno editado en su día en España. Contenía justo sus dos "hits", "¿Do you believe in the westworld?" y mi favorito, el que les cedo al final del tsunami de desvarios, "Propaganda". Es el más cañero de su catálogo, eminentemente reducido a un LP (luego hubo más, pero tardiamente, así que no interesan) y donde denotan sus orígenes punkistas. Efectivamente, como la mayoría de ingleses con aspiraciones rockeriles del periodo, Kirk Brandon comenzó con el punk ortodoxo ("The Pack"), luego pasó al llamado post-punk con "Theatre of Hate" (una corriente que aprovechaba la energía del punk, pero conducida a vertientes más... errrr... ¿experimentales?) y concluyó con un combo de sonidos "aceptables", aunque sin llegar al comercialismo pútrido, manteniendo siempre cierta entidad "artística", "Spear of destiny". Tal vez me molen dentro de quince o veinte años (si llego), hoy me quedo con el teatro del odio.
Yo y buena parte del sector punko, ya que, actualmente, Kirk Brandon continúa visitando "escenarios especializados" para tocar los viejos temas. Desde sus "hits" (el mentado "¿Do you believe in the westworld?"), pasando por arrebatos rockeristas ("Legion", "Eastworld") a, también, aquellas composiciones más calmadas pero no menos disfrutosas ("The Hop", "Anniversary")

lunes, 19 de febrero de 2024

TAG: EL JUEGO ASESINO

Película a mayor gloria de un Robert Carradine que despuntaba y al que, para variar, el papel de galán se le quedaba grande desde el día uno. Tuvo que hacer de feo de cojones en “La revancha de los novatos” para llegar al “estrellato” y, aún así, y más allá de eso, nunca acabó de florecer. “TAG: El juego asesino”, además, es un film completamente olvidado que no logró obtener el beneplácito del público ni tan siquiera con una segunda oportunidad; se estrenó cine mediante en 1982 bajo el título de “Everybody gets in the end” y no fue nadie a verla. Un par de años después se le hizo una limpieza de cara, se la vendió como una comedia y se estrenó en la televisión por cable y vídeoclubs bajo el título de “TAG: The Assassination Game”. Pero en los USA fue distribuida de tapadillo y, aunque se presume que los derechos pueda poseerlos Disney —que le pasa con el catálogo de películas medianas USA lo mismo que sucede aquí con el grueso del cine español y Don Enrique Cerezo—, a día de hoy no hay más copias que aquellas que sobrevivan a la única edición en vídeo de 1984, una un poco chusquera con la imagen oscurísima, dicho sea de paso. En España sucedió lo mismo; se estrenó directa a vídeo con el título que ilustra esta entrada y ya está. Ni la han emitido en televisión, ni nada que se le parezca. Tampoco es de extrañar porque, aunque en un principio la cinta sea interesante por lo que es, se trata de una comedieta con toques de thriller psicológico muy mal combinados entre sí, que pese a uno o dos buenos momentos, resulta una peliculucha bastante mala y con alma de telefilm, carente de interés más allá de esto que les cuento.
Sin embargo, el reparto es, como se suele decir, de campanillas, y no solo tenemos a Robert Carradine mostrando dentadura y correteando de aquí para allá, sino que además, debutaban para el cine en un papel protagonista Linda Hamilton (inmediatamente después se fue a hacer “Terminator”) y Bruce Abbot que interpreta al malo de la función (después se iría con Stuart Gordon a hacer “Re-Animator”). Se ve que se Hamilton y Abbot se llevaron bien durante el rodaje, echaron algún que otro polvo y después se casaron. No durarían mucho de todas formas. Como veterana tendríamos un pequeño papel para la “albondiguera” Kristine DeBell y, por primera vez en una pantalla, y casi en calidad de figuración —con frase el primero, sin ella el segundo— Michael Winslow y Forest Whitaker. Ahí es nada. Pero más allá de todas estas presencias anecdóticas, la película es, como ya les digo, flojita.
Cuenta la historia de una serie de estudiantes universitarios que se divierten jugando a un juego en el que, fingiendo ser espías, tienen que cazarse unos a otros con pistolas de juguete que disparan ventosas. La cosa es tan novedosa que llama la atención del redactor del periódico universitario, quien acompañará a una bella damisela en su periplo durante el juego. Por otro lado, un individuo que es hasta ahora el rey indiscutible del TAG (así se llama la tontería) al que nadie ha podido cazar y que se lo toma muy en serio, es disparado casi por accidente por un gordo purulento que, desnudo, se enjabona en la ducha. Ante la vergüenza y la frustración de haber sido vencido por ese desgraciado, pierde la cabeza, mata al gordo con una pistola de verdad y continuará el juego, esta vez asesinado de manera real a sus oponentes. El redactor y la damisela se dan cuenta de esto y tratarán de impedirlo.
Poco más.
También se trata del primer film como director de Nick Castle (ya saben, “The Shape” en varias de la saga Halloween), que rinde algún que otro homenaje aquí a su colega John Carpenter ya sea poniendo su nombre a un personaje, ya sea con tiros de cámara propios del director de “La cosa”.

sábado, 17 de febrero de 2024

BEYOND DREAM´S DOOR

Ahora que soy un señor de mediana edad, procuro evitar los excesos de odio, práctica esta muy habitual -y generosa- cuando era jovenzuelo. Por eso mismo, la existencia de Jay Woelfel me incomoda, porque tienta a que retome las feas y viejas costumbres. Vamos, dan ganas de odiarle. Nuestra anti-historia de amor nació a mediados de los 2000 con "Ghost Lake", película que, inocentemente, alquilé en el vídeo-club y, en fin, me proporcionó un ataque de iracunda ira. Aquello era malo hasta el insulto. Casi cinco años después, volvió a ocurrir con "Closed for season". Otra del Woelfel que casi me provoca un infarto. ¡Jesucristo! ¡que alguien le detenga!.
Asumida la condición negada del mostrenco, los años siguientes fui evitándolo por el bien de mi delicada salud mental. Hasta que, recientemente, me enfrenté a otras dos de sus.... castañas. Esta vez bien preparado. La primera fue "Demonicus", puro cáncer para el cine en sí mismo. Con la segunda, cortesía del amigo Mario, hay un poco más de historia.
Desde los tiempos de "Mad Movies" que sabía de la existencia de "Beyond Dream´s Door". Había visto el cartel en sus franchutas páginas y, como buen deglutidor de todo lo que era terror de saldo, me moría por consumirla. Obviamente, al estar producida cuando Freddy Krueger dominaba el cotarro, la cosa iba de pesadillas. Era común y corriente entonces en "terrorlandia", sobre todo si andabas situado a niveles zetistas (de serie Z). Algo que el productor o distribuidor de marras le impondría a un joven Jay Woelfel en su rol de debutante. Si quieres que tu película tenga éxito, mete sangre, mete tetas y copia el hit del momento. Y el muchacho se volcó a ello en plan super-indie. Una cámara de 16 milímetros, colegas de la facul ayudando y actores del teatro local.
Pero Woelfel es Woelfel, no podía limitarse al simpático hurto modesto. Tenía que estar por encima. En un alarde de arrogancia infinita, aborda su rip-off pretenciosamente. Sí, es un exploitation de lo que ocurre en la calle Elm, pero con ínfulas seudo-filosóficas. Tocando el tema de los sueños desde una óptica más psicológica... ¿freudiana?. Es decir, un puto coñazo incomprensible.
La cosa va de un tío que comienza a tener nightmares muy raras e intensas en las que un monstruo intenta comérselo. Desesperado, pide ayuda al departamento de psicología de la uni donde estudia e implica a una serie de personajes que, obvio, recibirán la visita del bicho. Sin más. Todo ello trufado a base de diálogos interminables y lo que es especialidad de la casa, surrealismo de chichinabo. ¿Saben ese sentido del delirio tan propio del cine zetoso, consistente en agrupar un montón de sandeces raras sin ton ni son cuyo verdadero fin es, por un lado, epatar y, por otro, alargar metraje? pues el colega Jay es un anti-maestro en esas lides. Lo aprendí -dolor mediante- sufriendo "Closed for season". En la película que nos ocupa, y con la excusa de replicar el surrealismo de las aventuras de Freddy, se desquita que da (dis)gusto.
Sabía ande me metía y merezco todo. Pero, por un segundo, pensé que un Woelfel ochentero, rodado en subformato fotográfico y cierto amateurismo, tendría su encanto. Pos no. Lo único "encantoso" aquí es el grano del celuloide. Y tal vez, los efectos especiales, por cutres con salero. Porque lo demás no lo salva ni Superman. Sí, hay un par de instantes gore muy jugosos. Y dos tetillas poco voluminosas. Pero no compensa. Nada de nada. Digamos que el director ya apuntaba maneras... el problema es que sus maneras son las que son.
Obviamente, de lo que se trataba era de hacer pasar "Beyond Dream´s Door" por el refrito de Elm Street que todos querían, así pues, pillan a una especie de pava desfigurada que sale escasos segundos en la película, sin que actúe cuchillo mediante ni mate a nadie, y la cuelan en el póster en primer plano porque es lo más parecido que tienen a un Freddy.
El film es un orto de tres pares de cojones que la peña está ensalzando en redes sociales únicamente por su condición retro-casera-indie. De lo contrario, de ser reciente, recibiría exactamente los palos que merece... es decir, infinitos (los que recibe el resto de la filmografía de su indigesto director).

viernes, 16 de febrero de 2024

NEFARIOUS

El trailer de “Nefarious” de alguna manera llamó mi atención y, gracias a este, fui a ver la película al cine justo en el último pase que daba la cadena que frecuento, pocos días después del estreno. Y lo curioso fue comprobar que la sala tenía una buena afluencia de público. Lo que me cuadraba menos era que este, en su inmensa mayoría, lo componía señoras de la tercera edad, audiencia poco habitual en lo que se supone es un thriller psicológico con toquecitos de terror. “Quizás están aprovechando descuentos”, pensé.
Como fuera, al margen de que el trailer ofrecía en una de sus frases promocionales, “Una batalla teológica sin precedentes” y la pinta de ser un “El silencio de los corderos”de gama media, el argumento era también bastante atractivo: Un médico psiquiatra es llamado al corredor de la muerte para determinar si un asesino en serie posee alguna enfermedad mental que le deje exento de acabar frito en la silla eléctrica. Cual es la sorpresa del psiquiatra cuando el reo le dice que, lo que le pasa es que está poseído por un demonio ¿Estará poseído realmente? ¿Es un plan urdido para escaquearse de una muerte segura? Deberán ver el film para enterarse.
Todo bien, hasta que resulta que el argumento no es más que una estratagema pergeñada por el Ministerio Cristiano de Oklahoma y que, a las claras, pretende dar un mensaje anti abortista, anti eutanasia e incluso diría que, no ya pro-pena de muerte, sino pro-silla eléctrica. El asesino de la película intenta convencer al psiquiatra de que el verdadero asesino es él, porque firmó la eutanasia de su madre e instó a su pareja a que abortara voluntariamente el bebé que esperaban y, en consecuencia, debería ir de cabeza al infierno. Todo eso camuflado de supuesta película de terror que mezcla el thriller con las posesiones demoníacas. Algo hay de esto pero ya saben ustedes con que fines. Por eso el cine estaba lleno de señoras beatorras. No es baladí porque, con el mensaje que ofrece la película, todos los curatas importantes de la iglesia católica de nuestro país fueron invitados por la distribuidora a pases privados para que vieran el film y difundieran su existencia, por eso, buscando info sobre esta cosa tan rara que acababa de ver, me topo con reseñas en Youtube de Monseñor Munilla, Don Javier Luzón y otros tantos meapilas —españoles o extranjeros— que dicen verdaderas maravillas de la película, llegando incluso a repudiar el resto de films de terror, y en concreto las que tienen que ver con exorcismos y demás, por frivolizar con temas muy serios para ellos. Esta era la buena, la que tiene calidad y no el resto de infamias que pueblan la cartelera. Porque el cine que interesa es el que deja bien el catolicismo, el resto, purria. En definitiva, que el Ministerio Cristiano ha hecho una de terror para sacerdotes y devotos cristianos tan aburridos como retrógrados —y peligrosos—.
Ahora, al margen del mensaje cristiano, de los rollos pro-abortistas y demás, “Nefarious” es una película con aires de telefilm barato, un solo escenario y dos actores hablando durante una hora y media que, la verdad, se deja ver y acaba entreteniendo lo suyo. No es mala y el mensaje siempre puede coexistir con lo cinematográfico. Al margen, si tenemos mala leche, incluso encontraremos unas buenas dosis de comedia involuntaria en la interpretación REMATADAMENTE sobreactuada del protagonista, Sean Patrick Flannery, al que han peinado de tal forma que parezca que tiene dos cuernecitos de demonio, que hace muecas constantemente (unas veces tics, otras convulsiones) y tartamudea como si del mismísimo Arévalo se tratase. A Flannery lo conoces porque lo viste dando vida a "Indy" en la serie de “El joven Indiana Jones” o en pelis resultonas como “Powder (Pura energía)” o “Los Elegidos”. Luego se sumió en la fe cristiana y comenzó a hacer subproductos de esta índole, aludiendo que esta interpretación es de las que más le ha gustado por una cuestión de fe. Le secunda en el cast, esta vez con una infra actuación que dan ganas de espabilarle a puntapiés, y luciendo bisoñé, Jordan Belfi, quien parece sacado directamente de “The Room”, pero no; este lo mismo vale para un roto que para un descosido y entre el gran número de películas en las que interviene, no he localizado ni una que merezca la pena ser nombrada aquí.
En cuanto a las labores de dirección, recaen en los nombres de Chuck Konzelman y Cary Solomon, ambos concentrados en sus mierdas cristianas y haciendo películas religiosas incapaces de mirar más allá de lo que les permite su devoción, aunque firmaron el guion hace ya más de veinte años de “Araña Mutante” que, creo recordar, estaba simpática.
No me malinterpreten, aunque sea ateo además de detestar profundamente cualquier tipo de fanatismo religioso, soy de la opinión que esta gente debe hacer películas y estas, fanáticas como ellos, deben existir, porque el cine ha de ser una cosa democrática que no entiende de razas, condición política o, por supuesto, credo.
Lo curioso es que esta peli, que está bien pero tiene una factura técnica y una textura de vídeo que tiraría de espaldas a más de uno, haya llegado a nuestros cines en más o menos buena forma, ya que estamos hablando de un subproducto muy de nicho hasta hace poco condenado prácticamente al “direct to video” o a canales temáticos. Su vertiente más hardcore, como muy bien sabrán si son lectores de este blog, sería el cine evangélico gitano. Sin embargo, en menos de 5 años yo he detectado en su pase por salas, como cristianas, además de esta, “El milagro del padre Stu”, para lucimiento y escarnio de un cada día más como una puta cabra Mark Wahlberg y “Sound of Freedom” con Jim Caviezel y Mira Sorvino, que resultó ser una sorpresa porque, además de cristiana, dejó una pasta en taquilla que muchos se cagaron encima. Y dicen que tampoco estaba mal.

miércoles, 14 de febrero de 2024

GALERÍA DE ESCANEOS BONITOS 34 (MARICONADAS VARIAS E)

Imágenes extraídas de las fermosas páginas de "Mad Movies", "L´Ecran Fantastique", "Impact" y otras revistas franchutes que me alegraron la adolescencia por ahí los años 80/90....

Y siendo hoy 14 de Febrero... con más razón aún.

En una reciente ocasión, el irritante pijillo de flequillo nervioso que se dedica a verborrear sobre libros ignotos (o de sus amiguitos) en "Cuarto Milenio", calificó al "Capitán América" de Albert Pyun, sin ápice de duda, como "la peor película de superhéroes de la historia". ¡Aaaaayyy el puto mainstream! como me cabrea cuando estos papanatas aseveran sobre materias que desconocen y atontan -aún más, si cabe- a su audiencia. Unos meses antes, Iker había mentado de pasada "Supersonic Man". Es decir, la conocía. Entonces, ¿por qué no interrumpir a su interlocutor para aclarar que hay pelis de superhéroes peores que la de Pyun? ¿pa qué? supongo que el ser española la libró de recibir tal desprecio (ya sabemos lo mucho que le pone la marcasssssspaññññña al rechoncho Don Jiménez), pero sería lo justo... y al lado que sitúen a "El hombre puma" o... "Thor: Love & Thunder" (jajajaaa!! y no, no es que nos apuntemos al linchamiento público de "Marvel Studios" -ya saben cómo es la gentuza-, pero esa era mala a rabiar). Independientemente de la más que discutible calidad del film de Albert Pyun, lo cierto es que siempre me han hecho mucha gracia cómo el Capi y su eterno enemigo Cráneo Rojo lucían en sus grumosos fotogramas.


Del griego de oro Nico Mastorakis hemos hablado ya unas cuantas veces por estos lares. Su historia no tiene desperdicio. Salió de las islas para hacer las Américas y lo consiguió. Eso sí, a base de subproductos y explotación... pero dentro de cierta categoría. Pudo contar con medios razonables y algún rostro más que popular. Sin embargo, superados los noventa, comenzó a rebajar el ritmo y, hoy, casi podría decirse que ha semidesaparecido. Por todo ello, valga la foto del hombre en acción en plenos ochenta junto a una cámara tocha de 35mm, nada menos. De cuando estos mercenarios aún podían permitírselas.
Debajo, una sugerente instantánea de uno de sus films más populares -y reconocible caratula para aquellos adictos al vídeo-club-, "Cita Ciega", en la que se delatan sus maneras y se aclara diáfanamente por qué Mastorakis nunca abandonó el panteón de los exploiters, por mucho que lo intentó.

En "The man who loved Hitchcock" el maestro del suspense in person (al que da vida el gran Peter Ustinov) es acosado por un fan obsesivo y peligroso, uno que comienza a cometer crímenes inspirándose en las películas de su héroe. Alfred abandonará la masiva ingestión de donuts para detenerle.
¿A que suena bien? pues entonces les disgustará saber que esta película jamás llegó a realizarse. Fue uno de los muchos proyectos chispeantes pero sin producir del legendario Larry Cohen. Si eso, por un lado, incrementa el dolor, saber que el tono iba a ser de comedia lo suaviza. Cada vez que el director de "La serpiente voladora" ha tirado de humor, le han salido churros considerables. ¿Recuerdan aquella cosa horrible titulada "Regreso a Full Moon"? ¿y no eran los pasajes graciosos de "The Stuff/In-Natural" altamente irritantes? Poseso.

Y hablando de poseso... de posesión... de... hummm.
Eventualmente nos da mucho gustito recurrir a imágenes de películas explotadísimas pero por las que sentimos distintos grados de estima. Si, además, dicha estampa no está demasiado sobada, pues entonces ¡¡cojonudo, oiga!! Es el caso aquí presente, con tía Henrieta (es decir, Ted Raimi) asomando por el sótano en "Terroríficamente Muertos" a la manera que lo hacía Cheryl en "Posesión Infernal". Una foto de naturaleza puramente promocional -o incluso nostálgica- ya que, asíN, no sale en la peli. "Mad Movies" la publicó en su día, cuando el estreno del film estaba aún pendiente, al menos en España. Así que, ¡se imaginan el subidón! ver un instante tan icónico actualizado resultó altamente regocijante.
Quien me iba a decir entonces que, con el paso de los años, lo vería recreado chorromil veces más, a cada cual con menos gracia.
Una tragedia y de las tochas.

lunes, 12 de febrero de 2024

DOOM HOUSE

Cuando estuve en San Francisco el año pasado, y me pasé la mañana hurgando entre las estanterías de Amoeba Records, además de un par de discos de rap, lógicamente, también me compre una serie de películas a buen precio en DVD. Todo lo que me llamaba la atención por raro o extravagante se vino conmigo para España. Por supuesto, el siguiente producto, por lo que sea, me llamó la atención. Se trataba de un recopilatorio de cortos en DVD cuya caratula lucía caligrafía asiática. Obviamente lo de las letras chinas (o lo que coño fuera) se trataba de una "trolleada", porque en la parte posterior del estuche venía el texto en inglés y por las fotografías se veía claramente que los actores eran norteamericanos de dedos morcillosos y grasientas camisetas de propaganda.
Una vez en mi hogar, el DVD en cuestión se quedó descansando en mis estanterías hasta que esta semana me dio por verlo.
Se trata de un disco donde se recolectan todos los cortos de Richard Kyanka alias “Lowtax”, en concreto, el que capitaneaba el recopilatorio es el híper popular “Doom House”.
Richard Kyanka no fue en absoluto un cineasta (ni tan siquiera era un cinéfilo); era un individuo de ideología un tanto ambigua que creó una popular web de entretenimiento en Internet a finales de los 90, “Something Awful”, que generó una cantidad obscena de suscriptores —además de pago— y sería pionera en ese tipo de comunidades de haters y vírgenes resentidos tipo “4cham” con la que, además, tenía cierta vinculación. Kyanka forma parte de esa serie de gentucilla que, sin una conexión a Internet, solo serían pasto de las ratas. Para que me entiendan, el tipo de entretenimiento que generaba estaba destinado a un público potencialmente Incel. Y le fue bastante bien con eso.  Además, fue uno de tantos “showmans” en el mundo que se subió a un ring a boxear con Uwe Boll. Fue noqueado por el alemán en apenas un par de segundos.
Como fuere, cuando me dispuse a ver qué demonios contenía el DVD que tenía entre mis manos, no sabía nada de este individuo.
Me siento a ver “Doom House” y me encuentro con un cortometraje eminentemente amateur muy acorde a los tiempos que corrían, la era pre-digital, con las Mini-DV copando el mercado, unos traqueteos de cámara a priori fascinantes y una no-técnica que, en principio, me estaba agradando bastante. También el chaval que aparecía ante la cámara (el propio Kyanka) parecía no tomarse muy en serio nada de lo que ahí ocurría ofreciendo sobreactuaciones desmedidamente exageradas y, en definitiva, en cierto sentido me recordaba bastante a lo que en un momento dado podía hacer yo con mi vídeocamara justo en aquella época. Pero pronto veo que la actitud con la que afronta su material no es la misma, y me encuentro con algo que ya me hizo chirriar, errores de raccord introducidos de manera intencionada. La primera vez te hace dudar. En la siguiente, vemos como cambia de posición una gorra  para hacer hincapié en esa "mala continuidad" y que sirva a su vez de gag cómico. Aparece otro personaje y ya de repente la cosa se torna una competición por ver cual de los dos es más subnormal, además de advertir cierta mala baba en sus intenciones.
La cosa va de un individuo que, tras morir su mujer, decide comprarse una casa enorme. Allí hay una especie de figurita maldita, que hace que se generen poltergeist a su alrededor. Un policía le ayudará a esclarecer el misterio.
Tras quitar el corto me vi el resto, compuesto la mayoría de ellos por versiones de animación flash de este primero, y comprendí que, efectivamente, no estaba ante la obra de un aficionado al cine que le gustaba esputar en vídeo sus propias creaciones, sino ante el enésimo director amateur de la era MySpace (¿Recuerdan Exclusively Yours?) que rueda cortos solamente como contenido que agregar a su página web. Pero además, este “Doom House” parecía ser más o menos una befa hacia las producciones amateur efectuadas por auténticos aficionados. En definitiva: una gracieta, un chascarrillo, una chorrada para la página web, una cosa del momento que se queda ahí. Un motivo más para odiar a todos estos vírgenes.
Sin embargo, Kyanka tenía una gran comunidad de fans que consumía cualquier chorrada que se subiera a “Something Awful”, por lo que el corto tuvo un éxito tremendo entre ratillas de sótano que todavía lo veneran a día de hoy y, en consecuencia, rodó más cortos, todos variaciones de este primero. Y le dio bombo a la tontería hasta que esta dejó de funcionar, el corto amateur de MySpace pasó de moda y a otra cosa mariposa. “Doom House” era carroña para un tipo de público carroñero y tan despreciable como el autor del corto mismo, la máxima carroña. Esta gente hace parecer a individuos como Coolduder y compañía experimentados cineastas y consumados folladores.
Al margen de todo esto, Richard Kyanka era el prototipo del Incel. Su vida alrededor de la red se complicó sobremanera. Ganó miles de dólares con su cotizada empresa gracias a las suscripciones de sus adeptos, que fueron los mismos que se lo comieron cuando comenzó a circular por esas redes de nicho que le curtía el lomo a su mujer con asiduidad. Esto generó todo tipo de controversia y, ante la presión, Kyanka vendió “Somethin Awful” a otra compañía, YOSPOS, que en cuanto la tuvo en su poder, decidió banearle para que no pudiera entrar ni tan siquiera visitar los foros.
Entre unas cosas y otras, en 2021 Richard Kyanka se suicidó, y volvió a estar de actualidad. En consecuencia, se reactivó de nuevo la demanda de “Doom House”, con cientos de comentarios en Youtube en los que los fans recuerdan al tipo con excesivo cariño y hacen hincapié en lo muy felices que les hizo este cortometraje. Ahora ya daba igual que fuera un maltratador, era un muerto al que honrar en las redes sociales, que es una de las tendencias más repugnantes que a día de hoy ha dado Internet. Y es que así funciona esto.
Como fuere, el corto es eso, una chorrada hecha por y para garrulos, sin ningún valor “trash”—y no digamos ya cinematográfico— de sabor efímero  y concebido en un momento muy concreto de la historia, la década de los dosmiles, y que con la misma fuerza que pudiera irrumpir, se esfumó, porque al final, estas no dejan de ser producciones que tienen más que ver con Internet que con el cine y, en resumidas cuentas, no interesan a nadie.
Aunque, al menos, han servido para la reseña de hoy.

sábado, 10 de febrero de 2024

MORDISCO MORTAL

Es curioso. Sé de esta película desde hace muchos años, gracias a sendas imágenes de impacto publicadas en mis queridas revistas especializadas (extranjeras, por supuesto) Sin embargo, diría que no la había visto hasta... ayer.
Estamos ante el prototípico producto / argumento hoy pasto de discutibles antros del entretenimiento como SyFy o Asylum, pero que en 1983 todavía lo abordaba peña de cierto talento y, por supuesto, a base de los siempre agradecidos efectos prácticos de la vieja escuela, en este caso facturados por tres titanes del calibre de Dick Smith, Carl Fullerton y Stephan Dupuis. La cosa va de serpiente gigante. Una mentalmente conectada con el cazador al que hirió en el pasado, y cuyo hermano se papeó. Aquel se obsesiona con traerla a la civilización para vengarse. En el proceso escapará y la liará parda. De por medio, un psiquiatra dispuesto a desvelar el misterio de dicha conexión y una extrañísima secta adoradora de serpientes a la que, llegado el momento, perdemos totalmente de vista.
Producida en tierras Canadienses y dirigida por un especialista del calibre de William Fruet, responsable de clásicos del exploit como "Fin de semana sangriento", "Trapped", la mítica "Killer Party" (reseñada en nuestro pest-seller) o la insufrible "The insect, alerta roja en el gran hospital", cuenta con el protagonismo de dos nombres de peso que vivieron tiempos mejores, Oliver Reed y Peter Fonda, secundados por Al Waxman, quien se reserva la muerte más horrible. Resulta que el potentísimo veneno de esta serpiente te hincha como un globo hasta que tus ronchas estallan... muy desagradable de ver. Diría que su fenecimiento está suavizado, porque recuerdo unas imágenes impresas bastante más gráficas.
En general, y sin ser algo que nos invite a echar cohetes, "Mordisco Mortal" -soso título patrio para "Spams"- se deja ver bastante dignamente. Entretiene lo justo y nos alegra los ojos con el incomparable acabado propio de su década. Destacan, obvio, las escenas en las que el bicho ataca, especialmente a un grupo de estudiantes femeninas. A una la vemos en tetas, a otra la interpreta Julie Khaner, la secre de "Max Renn" en "Videodrome", y en la pared divisamos un póster de "La matanza de Texas".
Cierra el show una tonadilla muy "cool" de "Tangerine Dream"

viernes, 9 de febrero de 2024

TENGO QUE VOLVER A CASA: THE DOCUMENTARY

Patric C. Taladriz a día de hoy se dedica al audiovisual en el campo de los comerciales trabajando para varias empresas de todo tipo,  así como realizando vídeoclips de artistas de rap que requieren sus servicios. Asimismo durante la década 00, era un habitual del documentalismo de hip-hop español, donde perpetró dos collages de cabezas parlantes que llevaban por título “Spanish Players” y “Spanish Players 2”, y que consistían, básicamente, en mostrarnos a la plana mayor de la escena nacional metidos en su papel hasta el fondo, dándose cera.
Del mismo modo, fue el encargado de llevar a buen puerto el documental sobre el emcee sevillano Toteking, que estando en el cenit de su carrera, allá por 2006, despuntaba en una escena incipiente —y atolondrada— que le valió cierto estatus y miles de seguidores. Era, pues, el momento oportuno para estrenar un documental que, tras su paso por Festival Internacional de Cine Documental Música (el In-Edit) de Barcelona, fue lanzado en DVD por la propia discográfica del artista en su afán por rascar algo al margen de los discos.
Y el documental, en definitiva, tiene poca razón de ser. Tosco, autocomplaciente, y simplón. De estilo, estructura y edición propias del amateur más interesado en el audiovisual con respecto al rap que en lo concerniente al cine, “Tengo que volver a casa: The documentary”, no cuenta absolutamente nada relevante. Una enorme chupada de polla (que ni siquiera acaba en corrida) en la que amigos, artistas afines y gente del entorno de Toteking cuentan a cámara las virtudes (muchas según estos) y defectos (cuatro cositas sin importancia, también según estos) de un emcee que, resultón como es, no tiene nada de especial. El arquetipo del rapero español que, si bien puede soltar de vez en cuando un par de punchlines efectivos e ingeniosos en sus canciones, no deja de ser la consecuencia del desbarajuste que, en resumidas cuentas, es en sí la escena del rap español. Toteking sería de los pocos que consiguió hacer del rap su medio de vida.
Al margen de las consideraciones que pueda yo hacer del artista, el documental es fallido desde que comienza, con esos ramalazos de ficción mal construidos, aburridos y faltos de tempo, hasta lo insustancial de todo el asunto. No hay nada que contar, tampoco hay material para montar y todo resulta un mejunje de escenas, con grabaciones caseras de la gira en la que el rapper se encontraba inmerso, y una serie de declaraciones que parecen estar siguiendo un guion, que no aportan mucho más allá de dejar el ego de Tote más o menos satisfecho.
Por otro lado, hay segmentos del documento que hacen pasar vergüenza ajena, sobre todo en lo concerniente a cómo se divierten Toteking y sus secuaces tras los conciertos, en el hotel, vaciando extintores, dando puñetazos a las paredes del backstage, destrozando habitaciones y comportándose como verdaderos mastuerzos. Si la incursión en la cinta de estos segmentos consiste en que el espectador vea lo "cool" que son Toteking y su cuadrilla, haciéndolos pasar por auténticas rockstars, se consigue el efecto contrario y, por momentos, dudamos de si estamos viendo un documental sobre músicos o sobre salud mental. Más patético es ver en escena al manager de Toteking de aquella época, Martin Boragno, diciendo a cámara que ese comportamiento es el “típico desfase después del bolo en un hotel, cosas que pasan en la carretera, en el rock, en el rap…”…ni que se tratase de los Rolling Stones.
En definitiva, un documental vacío que muestra una época de bonanza del rap español y un retrato de uno de los individuos que peor espina me dan dentro de la escena, haciendo aquí sus primeros alardes de megalomanía.
Ya, al margen del documental, dicen que ToteKing ha demostrado ser incoherente con su discurso, tras pasar por Turquía y ponerse implantes, como si de una Pamela Anderson atormentada con el físico se tratara. Pero eso son solo rumores sin contrastar.
Fuck rap español.

miércoles, 7 de febrero de 2024

GALERÍA DE ESCANEOS BONITOS 33 (EL RAY DEL RECICLAJE)

Imágenes extraídas de las fermosas páginas de "Mad Movies", "L´Ecran Fantastique", "Impact" y otras revistas franchutes que me alegraron la adolescencia por ahí los años 80/90....

Saben de sobras el afecto que siento por Fred Olen Ray. Así, a lo tonto, este blog se está convirtiendo en el sitio web oficial en castellano dedicado al tipo y sus correrías. Y, entre estas, destaca una por méritos propios: la de reciclador. Si algo se le daba "bien", era reaprovechar material, ya fuesen decorados, atrezo, vestuario e imágenes de films ajenos o los suyos propios. Menudo hijoputa genial, ¿verdad?. Y de eso van los escaneos bonitos de hoy, de repasar algunos de sus fechorías más descaradas y enternecedoras.

En tiempos que perdía el ojete por Sir Olen Ray, existía una película en su extenso catálogo imposible de localizar, "Star Slammer" o "Prison Ship" (los dos títulos disponibles), su aportación a la ciencia ficción aventurera. Pal caso, el tema reciclador afectaba a las secuencias de naves batallando, los decorados (Roger Corman tuvo mucho que ver en ambos casos) así como atrezo previamente explotado en alguna serie televisiva. Vamos, que a Ray la broma le salió muy barata (todo lo contrario que al otro pobre y alcoholizado Ray, Aldo, obligado a lucir esas ridículas pintas de cyborg) Y ahí anduve, buscándola, sobre todo porque, por fecha de realización, se situaba en la era dorada del zineasta. Desafortunadamente, cuando finalmente tuve acceso fue en versión original sin subtítulos. Algo que puedo tolerar si la peli chorrea calidad y no limita su esencia a diálogo rellenametrajes. Como saben, esto último lo era y es todo en el cine fredolenrayante, así que no pude acabarla. Además, sus maneras planas y desalmadas me sientan bastante peor que antaño. Lástima. Digamos que era demasiado tarde ya para iniciar una historia de amor fou con ella.

"Demon Cop" gira en torno a un poli que por las noches se convierte en una suerte de bestia demoníaca. El resultado, inédito para mí, tiene más mala prensa que Alaska en una convención de gente honesta. Como siempre, es el material visual / promocional el que salva la papeleta. Fue adquirida para su distribución por Olen Ray quien, consciente de su condición basurácea (él mismo reconoce que no hay dios que la soporte), le añadió una intro de tres minutillos con un Cameron Mitchell al que se le escapaban los pedos (eso sí, figura como protagonista en los créditos, faltaría plus), se la coló a alguna infradistribuidora y, ¡ea! a dar guita (si es que algo habrá dado esto) Una estrategia de la que nuestro héroe ya solía echar mano eventualmente. Ahí tenemos el famoso caso de la infame "Días de horror y muerte".

Imagine que es usted Fred Olen Ray, dispone de un grupo de inversores a los que liar para que pongan pasta en un nuevo proyecto. No es mucho, básicamente lo que gastaba James Cameron en putas, pero se juega el pan. Dado el caso, ¿osarían dejar la consiguiente película en manos de un tipo en cuyo currículum figura un documental elogioso dedicado a Andy Milligan? Ese es Steve Latshaw, fan reciclado a director que ya había currado para Ray dirigiendo "Jack-O", un pequeño cult film de tercera. Vale, en realidad el docu sobre Milligan fue posterior a todo lo expuesto, pero era demasiado tentador no retorcer los hechos para sacar un mal chiste de ello.
En cualquier caso, la película en cuestión producida por Ray y,¡¡cuidao!!, Jim Wynorski (toma geroma, la plana mayor del zetismo yanki. Solo falta David DeCoteau y nos corremos en comuna) se titula "Biohazard: The Alien Force" y, sí, se supone semi-secuela de la legendaria "Biohazard / Alien 3 llega a la tierra / Experimento secreto" del mismo Alfredo. Claro que, en estas movidas, esos detalles siempre andan algo emborronados.
En el reparto, ese máquina del "eurotrash" llamado Chris Mitchum. Nada menos que William Grefé dándoselas de actor (fue el director de la mítica zetada "La maldición de Tartu", protagonizada por ¡Mayra Gómez Kemp! y semi-remakeada por Fred Olen Ray con su "Scalps") y un monstruo tan chulo como el del escaneo. Que sí, lo digo sin sorna. Es muy guapo... y seguramente se papeó el 95% del presupuesto disponible.
Fiel a su condición, la última película oficial de Steve Latshaw es "Return of the Killer Shrews", secuela de una "trash movie" de los 50 bastante inaguantable (pero no peor que el remake digital en tono paródico parido el 2016 por otros mindundis, "Attack of the Killer Shrews!")

Decía que en esto de las secuelas fredolenrayanas hay algo turbio. Comienzan como tales, pero luego cambian para convertirse en supuestas películas originales, aunque el argumento sea el mismo que su precedente. Ese es el caso que ilustra el escaneo aquí dispuesto.
En un principio se iba a titular "Metamorphosis 2", con la coña implícita de no existir un "Metamorphosis 1" (en realidad por la misma época se hizo un "Metamorphosis: The Alien Factor", pero no liemos más la troca) Igualmente, de haber existido no importaría, porque su supuesta condición de secuela lo era en realidad de "Evil Spawn", es decir, "Engendro Satánico", la legendaria zetada de Kenneth J. Hall alegremente reseñada en nuestro pest-seller (y que, a su vez, era un remake encubierto de "La mujer avispa", según San Corman). Así pues, ambas cuentan lo mismo: Mujer atormentada por el alzamiento de las arrugas, se mete un suero rejuvenecedor que la mutará en criatura sedienta de sangre. Da igual, al final Fred Olen Ray -productor- decidió desvincularla de cualquier basura previa y darle entidad propia bautizándola como "The Alien Within", dejándole el muerto a otro de sus aprendices, Ted Newsom. Este, como Steve Lathsaw, era un fan mutado a filmmaker. Y tras la experiencia aquí narrada, básicamente encaminó sus pasos hacia la dirección de documentales cinéfilos. Lo retorcido del caso es que, al parecer, Newsom fue el director real de "Engendro Satánico", solo que Ray le sustituyó. Así pues, la conexión entre ambos films existe más allá de la trama... y de que se reciclan imágenes... entre ellas esas eternas chapas de un John Carradine pre-zombie a las que Fred sacó tanto suco.
Junto a este, en el reparto abundan nombres igualmente míticos en su condición "trash", agárrense los machos: Forrest J. Ackerman, Gordon Mitchell, la "scream queen" Melissa Moore, el grandioso Jay Richardson (agredido por un mostro en una de las imágenes arriba expuestas) y.. bueno, muchos más, aunque todos forman parte del generoso material reaprovechado.
¿Que si he visto la película? ¿en serio? ¡¿qué más dará?! seguro que lo narrado hasta ahora resulta mucho más interesante y emocionante, carallo.

Cerramos el recorrido con una imagen que, honestamente, no pertenece a mis revistas. Simplemente la saqué de interné. Pero va como anillo al dedo. Primero porque en ella vemos a un orondo Fred Olen Ray en plena faena, rodando con una hermosa cámara de 16mm. Y segundo, porque lo que rueda es una escena de "Evil Spawn / Engendro Satánico". Así pues... ¡¡¿¿a quien debemos la paternidad de la interfecta??!! ¿Ray, Newsom o Hall? ¿quizás los tres? o, a tenor de los resultados, ¿nadie?. Misterio.

lunes, 5 de febrero de 2024

PURPLE RAIN

“Purple Rain”, film de culto en ambientes estrictamente musicales, es una película para el lucimiento de las habilidades de Prince en el más amplio sentido de la palabra.
Sucede que cuando un artista es lo que vulgarmente se dice “más grande que la vida”, se conciben películas muy peculiares para ellos. No son largometrajes con estructuras corrientes y molientes y, sus argumentos, meros pretextos para huir de la etiqueta “documental”, suelen ser bizarros o surrealistas, y a veces, —y más con el paso del tiempo— muy ridículos.  A “Moonwalker” de Michael Jackson le sucedía esto y, por supuesto, le ocurre también a “Purple Rain”. Madonna no sería una excepción, si bien, la diva mantuvo paralelamente una carrera como actriz, aunque sus dos películas con fines exactamente similares a las de Jacko o Prince, “¿Quién es esa chica?” y “Buscando a Susan desesperadamente”, sí mantendrían una estructura más estándar, más accesibles al gran público, aunque la cantante no quedaría exenta de mostrar su excentricidad con aquella mamarrachada titulada “En la cama con Madonna” en la que, esta vez sí con apariencia "documental”, no duda en coleccionar extravagancias tales como proponerle sexo a Antonio Banderas estando presente Ana Leza, su esposa en aquel entonces.
La otra finalidad de este tipo de películas es la de promocionar el elepé en ciernes del artista que las protagoniza. Otro ejemplo: “Ciudad sangrienta” de Run-DMC.
“Purple Rain” no es otra cosa que un film promocional del disco de Prince del mismo título, y en este sentido, lo importante es filmar de la manera más espectacular y emocionante posibles las actuaciones que, sobre un escenario, ejecutará Prince. El resto, lo que viene siendo el hilo argumental, está desarrollado al gusto del genio de Minneapolis, que al final es el que manda y, en consecuencia, obtenemos un guion que parece escrito por un deficiente mental.
Así, y cuidando extremadamente todos los aspectos técnicos de la película, nos cuenta la historia de “El chico”, un sosias del propio Prince que suele actuar para el público en un local en el que también actúa Morris Day. El caso es que “El chicho” no tiene el mismo tirón para el público que tiene Day, lo que generará una serie de disputas en torno al ámbito musical. En un segundo plano, “El chico” entablará una relación sentimental con otra cantante, Apollonia Kotero, que en un momento dado será seducida por Morris Day para intentar crear con ella un grupo femenino. “El Chico” se pondrá de mal humor… y hasta le curtirá el lomo a la chavala. Todo ello mostrado con vivos colores y contado como si se tratase de una fábula musical. Mucha lucecita, mucho neón y los protagonistas vistiendo con ropa de calle, pero yendo como si fueran disfrazados.
Por supuesto, no deja de llamarme la atención una de las tórridas escenas de sexo que tiene Prince con Apollonia Kotero, en la que vemos, sobre las bragas, pero de manera muy explícita, como Prince echa mano al coño de la Kotero, que dicho sea de paso, no pone impedimento alguno, amen de estar la tía como un queso de tetilla. El impacto que causa esa escena en el espectador de 2024, evidencia lo mucho que ha cambiado el cine en general, y las escenas sexuales en particular.
Al margen de todo esto, “Purple Rain” es una película de Prince, hecha exclusivamente pasa sus fans, que en pleno 1984 eran legión, y a gusto de sus fans. Y estos encantados de ver a Prince como centro de atención. Pero ¿Para el resto? No me considero fan de Prince en absoluto, aunque, según el álbum o la época, por lo general me gusta bastante. No es el caso del disco “Purple Rain”, en que considero se encuentra el Prince más popero y desechable, canciones machaconas y posmodernas (ya por aquel entonces) que no me tiran en absoluto.
La película me parece una fantochada de las más grandes que he visto. Cada dialogo, cada secuencia, cada plano que tiene que ver con Prince, me provocan poco más que vergüenza ajena. Todo lo contrario con Morris Day, el malo de la función, que hace mejorar la película con cada una de sus apariciones. Pero a rasgos generales es tan babosa, tan para el lucimiento de Prince, que no me genera más que profundo rechazo, por muy bien filmados que estén los números musicales, por muy buen diseño de producción que se gaste, o por su excelente fotografía. Esto es para incondicionales de Prince, desde luego, no para mí.
Contaba Prince que, poco antes del estreno, tenía pesadillas con la reseña que del film pudieran hacer Siskel & Ebert en su programa. De hecho, dijo algo así como “no quiero que ese tipo gordo de la tele me despedace”. Para su sorpresa, a Rogert Ebert le gustó mucho, hizo una crítica favorable y le metió cuatro de cinco estrellas.
“Purple Rain”, que costó 7 millones de dólares, recaudó 80, así que se convirtió en todo un éxito. Como era un producto raro, en nuestro país se estrenó de manera reducida en cines de arte y ensayo de la época, y con algún que otro año de retraso. Sin embargo, a pesar de lo que me parezca a mí, está considerada un hito cinematográfico que sirvió para convertir a Prince en una estrella aún más grande de lo que ya era.
Por supuesto, para la dirección, Prince contó con alguien que después le dirigiría en sus videclips, Albert Magnoli, cuyos mayores logros, a parte de este, fueron una comedia romántica de cierto tirón en los ochenta titulada “Días Rebeldes” y sustituir a Andrey Konchalovsky cuando este fue despedido de la dirección de “Tango y Cash”.
En los años 90 se estrenó una secuela no oficial de “Purple Rain” que para la ocasión dirigió el propio Prince, y que se tituló “Graffiti Bridge”. No les puedo asegurar que algún día caiga por aquí.

sábado, 3 de febrero de 2024

VIRUS

Partamos de la base que ya en su época, cuando me pasaba el día nadando entre hemoglobina de procedencia ítalo parlante (mayormente cortesía de individuos tan poco recomendables como Lucio Fulci, Umberto Lenzi o Aristide Massaccesi), consideraba "Virus" una de las aportaciones más flojuchas al "género", por así llamarlo. Sobre todo porque, seguramente, estaba entre las primeras que vi y las expectativas pesaban. Fue tal el poco entusiasmo obtenido, que no había vuelto a hincarle el diente -nunca mejor expresado en este caso- desde aquel primer intento.
Unos veteranos del Vietnam regresan a la civilización portando un virus que les vuelve caníbales, tal cual. A pesar del cambio de aires, no podrán contener las ansias alimenticias y la liarán parda, siendo perseguidos por las autoridades, mientras a su paso van dejando un generoso reguero de cuerpos mordisqueados e infectando a otros con su hobby.
Conocida también como "Apocalypse domani", "Cannibals in the Streets" o "Cannibal Apocalypse", la película cuenta con un chorro de ingredientes para hacerla triunfar. A la dirección, todo un clásico en lo suyo, Antonio Margheriti (generalmente oculto tras el alias de Anthony M. Dawson). En el co-guion, otro que tal baila, Dardano Sacchetti. De los efectos de maquillaje se encarga un tercer grande, Giannetto De Rossi. Siendo co-producción entre Italia y España, José Frade viene a encabezar la movida. Y el reparto está a la altura: John Saxon, Giovanni Lombardo Radice o Ramiro Oliveros, entre otros ligados al llamado "eurotrash". Y sin embargo, a mi "Virus" me sigue sin acabar de funcionar. Le reconozco un arranque solvente. Algunas buenas ideas (esa vecinita adolescente que se pirra por los huesos de Saxon). Y, obvio, la generosa ración de violencia, en especial los destellos más truculentos -y populares- como el agujero en el estómago de Lombardo Radice o el "apretujón" de ojos. El gore es licuoso y detallado, pero menos que los excesos de Fulci, y es que al colega Margheriti, tal y como leí en una entrevista, no le molaba demasiado eso de mostrar higadillos. Lo hacía porque, siendo el solvente artesano que era, daba al mercado lo que pedía a gritos. Pero no gozaba en el proceso, y esas cosas se notan. Luego tenemos al mentado Lombardo Radice, cuya actuación roza los límites del exceso y el histrionismo. Esos caretos como de constreñido, me cargaban de chaval y lo han vuelto a hacer ahora.
Creo que mi verdadero problema con "Virus" es que, en esencia, NO es una película de terror. Es más de acción. Un thriller si lo prefieren, en el que, eventualmente, unos tipos se comen la carne de otros, pero abundan más los disparos que los sustos. Me aburrió un poco, sobre todo con la persecución final. Así que, no, el tiempo no me ha reconciliado con ella.

viernes, 2 de febrero de 2024

ME GUSTAN LAS PELIS

Película canadiense indie y festivalera ganadora de mogollón de premios que, a grandes rasgos, se deja ver. Está entretenida y no hace ningún tipo de aspaviento, pero, según va avanzando, cae antipática. Porque es tan indie, la historia que cuenta es tan de las películas indies, la estética que se gasta es tan indie —incluso la época en la que se ambienta la película es indie (el año 2002) —, que, al final, por exceso de “indismo”, más que una película indie parece una parodia del cine indie.
Un adolescente obeso, con serios problemas sociales y obsesionado con el cine, decide que quiere estudiar dirección cinematográfica en Nueva York. Para ello necesita 90.000 dólares que cree conseguirá trabajando en el que, por otro lado, es un puesto de trabajo ideal para él: un videoclub de franquicia al estilo de Blockbuster, llamado Secuelas. Allí entabla una extraña relación con su encargada, una treintañera sin demasiada suerte. El gran ego del muchacho, y su idea de estudiar cine, le llevará a tomar un par de decisiones no muy inteligentes, y perder al único amigo que tiene. Y poco más… una película minimalista concebida muy al gusto de los hipsters, quizás porque su directora, la debutante Chandler Levack, también lo sea.
"Me gustan las pelis" se basa en momentos autobiográficos de Levack, de cuando de adolescente trabajó en un videoclub, y utiliza a un joven gordo para que haga de sí misma, porque según ella así escapa del estereotipo de directora que solo cuenta historias por y para mujeres. Y en un principio podría colar, si no fuera porque el discurso femenino que podíamos esperar de una directora de estas características lo pone en boca de la encargada del videoclub, así que al final, Levack responde al estereotipo del que dice huir, porque solo lo camufla poniendo a un gordo purulento en primera línea y dando su discurso a un personaje secundario.
Al margen de eso, es muy curioso cómo uno parece empatizar con una película por su temática y título y poco a poco se va poniendo en su contra. Y es que el protagonista, el obeso resabiado y obsesivo encarnado por Isaiah Lehtinen, cae gordo, gordísimo, casi dan ganas de matarlo. En el afán de la directora por conseguir un carácter muy particular (un híbrido entre un nerd y un pedante), una vez más, como si fuera una parodia, parece que ha pedido prestado a Wes Anderson uno de sus personajes. “Me gustan las pelis” no acaba siendo odiosa, pero le falta muy poquito.
Tiene gracia que, siendo el film canadiense, esté financiado por Telefilm Canadá, a través de unas ayudas que dan a cineastas emergentes. Como si fueran subvenciones, vaya. Lo mismo que pasaba en los años 70 y 80 con las películas de terror o sex comedies que se aprovechaban de este tipo de ayudas rodando como un churrero hace churros, por lo que podíamos decir que, de no ser por la época en la que estamos, “Me gustan las pelis” encajaría como película canuxploitation (¡Ja!).
A destacar la intervención de Romina D’Ugo, la actriz que interpreta a la encargada del videoclub. Con un ligero aire a Demi Moore de jovencita, no solo me ha gustado mucho su presencia en pantalla, su forma calmada de interpretar, sino que me parece una de las mujeres más bellas que se puede ver hoy en día en una película. Lástima que se prodigue poco. Como el cine canadiense en general.