viernes, 30 de agosto de 2019

CHICOS BUENOS

Verdaderamente, “Chicos buenos” es la primera en su especie. Es la primera sex comedy para niños y también la primera película calificada “R” con niños involucrados en situaciones sexuales y narcóticas. También es una de las primeras películas “R” en reventar expectativas el primer fin de semana de su estreno, aunque las recaudaciones se fueran enfriando en su segunda semana de exhibición. Ha resultado ser un éxito, como fuere.
Y es que, al igual que en las sex comedies de adolescentes estos buscan desesperados perder la virginidad, en “Chicos buenos” los protagonistas son niños, entonces, se meterán en embrollos con tal de poder dar su primer beso.
El film, producido bajo el auspicio del pequeño emporio que tienen montado Seth Rogen y Evan Goldberg, acierta al introducir toda una suerte de parafernalia sexual, la presencia de drogas y ese lenguaje soez en un film de niños de no más de 10 u 11 años. Y con esto se genera una paradoja; es una película con la que los niños de 10 u 11 años se lo pasarán de puta madre, pero que, sin embargo, no podrán ver hasta que cumplan los 18.  Y toda la incorrección política de la que presume, es la principal baza con la que cuenta la película.
En realidad, “Chicos buenos” no deja de ser el “Cuenta conmigo” del nuevo milenio mezclado y con los ojos bien fijos en “Supersalidos”— y como película de tres amigos que viven sus aventurillas no tiene nada de especial, pero es ese despojo de convencionalismos lo que convierte a “Chicos buenos” en una película especial, porque los chavales de esa edad no hablan ni se comportar como los protagonistas de “Cuenta conmigo”, los chavales de esa edad hablan sobre follar, sobre masturbación y tetas, y de eso es precisamente de lo que no paran de hablar los protagonistas de “Chicos buenos” —también de drogas—. Pero no se han ido a lo fácil; no es que pongan a unos chicos a hablar de follar durante hora y media; Son niños y como tales tienen sus inquietudes sexuales, pero también saben bastante poco de la vida, por lo que tienden a decir mal palabras como “orgía”, a confundir los artilugios sexuales del padre de uno de ellos con armas, o a no entender conceptos como el feminismo, tan en boga en estos momentos que vivimos. Incluso, uno  de ellos asegura que un tampón es un palo que se meten las mujeres por el culo para no tener niños ¡hilarante! Y es justo en esa combinación de ingenuidad y sexualidad donde se encuentra la brillantez y la originalidad de esta película. Por lo menos yo no había visto nunca nada parecido.
La sinopsis es sencilla; nuestros tres chicos de suburbio periférico son invitados a una fiesta de besos a la que va a asistir la chica que le gusta a Max, uno de nuestros protagonistas, cuando caen en la cuenta de que ninguno de los tres saben besar y en el caso de que a alguno le toque besar a una chica, van a ser el hazmerreír de la fiesta. La vecina adolescente de Max ya se da el lote con el novio, por lo que, este, haciendo caso omiso de su padre que le tiene terminantemente prohibido tocarlo, usa un dron  para espiar a la chica y así ver como se besa. La mala suerte se cierne sobre estos chicos cuando la vecina atrapa el dron, se lo queda y estos deciden ir a recuperarlo; esta se negará y, en represalia, otro de nuestros chicos, Thor, le robará el bolso a la chica, un bolso que contiene un frasco de Molly, una droga de diseño. Y en torno a la recuperación del dron de papá y del frasco de Molly, los chavales vivirán toda clase de aventuras sin salir, apenas, del barrio residencial en el que viven.
Simpática, valiente, tremendamente divertida, y con el inevitable sello Rogen/Goldberg, aunque solo se dediquen a producir. Yo creo que esta es una de las comedias más inteligentes de los últimos años.
La controversia se generó, más que por la involucración de niños con sexo y drogas en la película, cuando se filtraron en la prensa unas fotos que mostraban al doble del actor negro Keith L. Williams. Este sustituto, era un blanco pintado con betún. Al respecto, Seth Rogen hizo un comunicado dejando claro que no era consciente de esa situación, que rápidamente le puso remedio y que en ninguna más de sus producciones volvería a pasar algo parecido.
Dirigen la película los debutantes Gene Stupnisky y Lee Eisenberg, aunque por motivos desconocidos, el segundo de ellos solo aparece acreditado como co-guionista y en ningún momento como co-director.
Altamente recomendable.
Y sí… en una escena uno de los chavales se mete una raya de cocaína. No les digo en qué contexto, por supuesto.

miércoles, 28 de agosto de 2019

MIS FOTOGRUMOS FAVORITOS 2 - "GREMLINS"

Hoy Miércoles, y de la mano de "Fotogrumos", nos marcaremos uno de esos bellos viajes nostálgicos a tiempos más felices. Concretamente a cuando se estrenó "Gremlins". Y porque hay que comenzar por el principio, ahí va el cartel que fue contraportada en ese ejemplar de la revista.
Siempre me llamó la atención que en la peli Gizmo nunca acaba en una caja de zapatos porque no cabría. Y Billy tampoco se vestía como en la ilustración (mentar de pasada la frikada del botón del pantalón. Si lo miran con lupa, verán el logotipo de "Amblin"). No obstante es un cartel precioso que cumple con su función: despertar nuestra curiosidad y nuestras expectativas ante todo el misterio retratado.



Ahí tienen el reportaje de dos páginas que "Fotogrumos" dedicó al estreno del clásico de Joe Dante. La imagen que lo encabeza, ese Gizmo con mirada tierna iluminado de naranja, ha sido siempre mi favorita en relación a "Gremlins". Es una imagen que de por vida asociaré a la Navidad. Y con lo que a mi me gusta la Navidad, pues imaginen lo feliz que me hace regalarme los ojos con ella.



Ponemos fin al "Gremlins Day" con este recorte en el que se habla de piratería. Lograron "frenarla" con aquella cutrada llamada anti-copy. O eso parecía hasta la llegada de la era digital.
Pero esa es otra historia.

lunes, 26 de agosto de 2019

VIERNES 31

Si hoy en día podemos tener constancia de esta película es por los pelos y gracias a la fascinante historia que les voy a contar.
Pero primero, pasemos a la película, “Viernes 31”. Se trata de la única película dirigida por Antoni Bolinches. Si consultamos Su ficha en IMDB, veremos que apenas tiene trabajos acreditados, como mucho, un par de direcciones de segunda unidad en películas como “Fanny Pelopaja” de Vicente Aranda y “Un genio en apuros” de Luís José Comerón, pero nada más. Por supuesto, esta “Viernes 31” no aparece en su ficha.
Se trata de una película del año 1985 rodada en vídeo de la época, y que cuenta la historia de un individuo que  trabaja en un matadero. El tipo es apocado y tristón y se trae un rollo extraño con la carne. Resulta que su vecina, que ejerce de prostituta en un puticlub, además de tener sus escarceos lésbicos, pues, le hace cierta gracia nuestro matarife, por lo que un día le deja entrar en su casa y que le coma las tetas. El tipo se obsesiona con ella, intenta tener algo más, pero esta se niega. Por lo que el tipo enloquece… y el resto no se lo cuento por si tienen algún interés en verla. Pero es tal como les digo, no tiene absolutamente nada más. Es una obra de puro y duro amateurismo, un intento de crear una película malsana y condensarlo todo en poco más de una hora, haciendo además un guiño a una exitosa película como era “Viernes 13”, por lo menos en lo que al título se refiere.
Entonces ¿Dónde radica el interés de esta película? únicamente en que es una de las películas más extrañas e ignotas que existen en el cine español. Un film que probablemente no llegó a comercializarse nunca, y si lo hizo, es fácil que nunca llegara a alquilarse y/o venderse. El tema es que existía una copia y algún miembro del foro de terrorfantastico la localizó, váyanse ustedes a saber cómo y dónde.
Toda la información de la que ahora les hago partícipes, sale directamente de este foro dónde el usuario ha compartido la película y explica estos mismos detalles.
Sin embargo, la copia existente que encontró el miembro de este foro al que pertenece la cinta original, no estaba en VHS, ni tan siquiera en Betamax. Que va. Estaba en U-Matic. ¿Qué es U-Matic? Eso mismo me preguntaba yo. Por supuesto, navegando un poquito descubro que es el primer formato de vídeo existente, creado en 1968. Se trataba de una suerte de formato  de vídeo profesional para televisiones y que competía directamente con el más conocido Betamax. Por supuesto, es la primera noticia que tengo del formato.
Cuenta este usuario del foro que encontró esta cinta de U-Matic junto a otras tantas, y que llega a la conclusión de que pertenecían a un video-Club que trabajaba con este formato en alquiler, ya que los otros títulos de sobra conocidos por todos (“Misterio en la isla de los monstruos” o“Batwoman”), guardaban en su interior la ficha con las fechas de entrada y salida de los alquileres. Sin embargo, “Viernes 31”, no traía esta ficha, por lo que es fácil deducir que, quizás, la película llegó a comercializarse, dado que cuenta con un número de expediente, pero que no llegara nunca a alquilarse, por lo que es bastante probable que esta permaneciera inédita hasta que este usuario la encontró y tuvo a bien compartirla con el mundo. Por otro lado, también encontró otra cinta secundaria en la que se encontraba el sonido directo de la película (la que ha compartido cuenta con doblaje profesional), por lo que llega a la conclusión que el mismo video-club que la alquilaba, posiblemente, tuviera algo que ver en su confección. A saber, los dueños, uno de los empleados… Y su tesis no es nada descabellada porque en similar tesitura surgió el rodaje de otra cinta de las mismas características, mucho más popular, como es “Poke” y de cuyas circunstancias nos explicó en su momento el propio director, Luis Papiol Castell en esta entrevista.  Con lo que es muy posible que “Viernes 31” nazca de la misma manera que la de Papiol. Eran tiempos en el que el alquiler de vídeos era rentable y, como pueden ver, algunos videoclubes se atrevían incluso a producir sus propias obras. Ahora, si llegaron a tirar copias de “Viernes 31” en Beta o VHS es algo que se desconoce. Pero me he quedado a cuadros con el tema del U-Matic, del cual les adjunto una fotografía para que vean el aspecto que tenían las cintas.
Por lo demás, la película no tiene nada. Incluso, al meter la cámara en un matadero real, el cabrito de Bolinches se recrea sacando planos de matanzas industriales de vacas, con esas pistolas endemoniadas que se usaban, y que luego serán de vital importancia en la trama. Por otro lado, la película está cuajada de tías en tetas que, como diría San Gregorio, son “mujeres sórdidas de suciedad”, por lo que el asco y la arcada están servidos si visionan esta extraña cinta.
Protagonizada por el propio director, y como suele pasar, lo interesante no es la película, si no el cómo aparece y todo esto que les cuento.


sábado, 24 de agosto de 2019

EGOMANIA, INSEL OHNE HOFFNUNG

Tenía una curiosidad tremenda por ver "Egomania, insel ohne hoffnung", que se podría traducir como "Egomania, la isla sin esperanza", película realizada en 1986 por ese creador iconoclasta que fue Christoph Schlingensief, del que hemos hablado largamente en formato podcast. Y digo que me tiraba mucho porque había leído que se alejaba un poco de su cine habitualmente grotesco, chillón y agresivo para adentrarse en los terrenos más poéticos del Derek Jarman de "The Garden" o "Last of England", lo que daba pie a un contraste harto regocijante. La presencia en el reparto de una jovencita Tilda Swinton, que andaba liada con el Señor Director en la época, incrementaba tal sensación
El caso es que al final el visionado ha sido toda una sorpresa. De entrada desconcertante, porque la peli arranca haciendo gala de un tono muy "arty". Demasiado. Todo es bonito, no entiendes un carajo y una voz profunda va soltando proclamas líricas sin sentido. "Ay, madre!", piensas. Pero poco a poco, el espíritu genuinamente Schlingensiano se va imponiendo. Cada vez más, con más ruido y fuerza. Y el temor se va diluyendo, dando paso a la fascinación.
Usar la palabra argumento es decir mucho. Digamos que "Egomania" se sostiene sobre un hilo, una excusa trufada de muchos momentos (improvisados diría yo, cosa esta confirmada ante el hecho de que el director nunca entregaba a sus actores un guión con diálogos, únicamente con las escenas descritas). Básicamente gira en torno a dos enamorados a los que les impiden disfrutar de su felicidad. Varios personajes se interponen y destruyen. El que más es un especie de Barón que a ratos parece el demonio y a otros viste y se comporta como un vampiro. Y bienvenida sea su entrada, porque es a partir de ahí que la peli gana enteros y muestra su cara más demencial y descarada. Todo ello gracias a un habitual de Schlingensief, el inimitable Udo Kier, que como solía hacer cuando actuaba para el alemán, pierde los papeles que da gusto. Grita, berrea, rueda por el suelo, besa, chupa, se viste de mujer. Decir histrionismo es quedarse corto... pero viniendo de él, es uno que mola. Mucho.
Sí, es cierto que hay unas gotas de Derek Jarman en el conjunto. Pero no contaminan demasiado y dejan espacio para que Schlingensief pueda desarrollar libremente sus maneras. La novedad, tal vez, es que en esta ocasión prefirió apuntar más hacia el terreno visual, creando algunas imágenes indiscutiblemente bellas y arrebatadoras, que chocan de frente con otras sucias, crudas y de una intensidad salvaje capaces de cortar la respiración y dejarte boquiabierto.
El propio director contaba que 
cuando le mostró el film terminado a Tilda Swinton, al parecer esta quedó horrorizada, comentó que era terriblemente incomprensible y cargado de odio. Luego lloró.
Podemos quejarnos de la falta de narrativa o el caos imperante, pero en ningún momento podemos acusar a "Egomania" de lenta o aburrida, porque va folladísima, a un ritmo imparable, y la galería de ocurrencias extremas es tanta, que nunca sabemos por dónde va a tirar, consiguiendo así mantenernos en vilo los agradecidos 84 minutos que dura.
Los 16mm con los que está rodada, los puntuales traqueteos de cámara y la excelente selección musical ponen la guinda.

viernes, 23 de agosto de 2019

BEASTIE BOYS, EL LIBRO

Un tocho de casi 700 páginas, escrito a cuatro manos por Mike D y AD Rock, con unas tapas duras y lleno de fotografías, bocetos, letras de canciones escaneadas y unos textos de lo más amenos y divertidos, desde luego, convierten a este “Beastie Boys: El libro” en una de las mejores autobiografías musicales de cuantas puedas encontrar en el mercado. Y es que los Beastie Boys, al contrario que muchos artistas en cuyas biografía evitan hablar de su trabajo para centrarse en otros aspectos de su vida (en el caso de los rappers, sus autobiografías se suelen centrar en sus vidas anteriores vendiendo droga y trapicheando), los Beastie Boys se centran casi exclusivamente en hablar de su música. También hay anécdotas y pasajes ajenos a lo estrictamente musical, pero sobre todo hace hincapié en sus canciones y el proceso creativo de sus discos, todo ello escrito de una manera coloquial y  muy de andar por casa, que logra conseguir la complicidad del lector. Y es que, Beastie Boys, ante todo son,  unos enamorados de la música en general y unos enamorados del Hip-Hop en particular, por lo que en su libro hablan básicamente de esas dos cosas: Música y Hip-Hop. Porque los Beastie no se limitan a hacer un solo estilo músical, que va. Predomina, en su discografía, el rap, pero tienen discos de punk, de jazz, de bossa nova, de hardcore… Hasta de country. Sí, cómo lo oyen, de country.
Leyéndolo, sobretodo, me quedo con la imagen de tres tipos enormemente creativos, tres punks de la escena neoyorquina de finales de los 70 que al explotar el Hip-Hop en su ciudad a principios de los 80, todo su mundo se va al traste y comienzan a ahondar en esa nueva cultura negra, en la que, por blancos, no son bienvenidos, y tras unos tejemanejes con la Def Jam Recordings, logran vender millones de unidades de su primer disco. Como además de rappers, son músicos, evolucionan y se convierten en unas de las bandas de Hip-Hop más importantes de la historia, asentando las bases de lo que es el rap, medio inventando el sampling tal y como lo conocemos hoy, y revolucionando la escena con esa obra maestra adelantada a su tiempo que es  su segundo disco, el “Paul’s Boutique”, un disco imprescindible y experimental, tanto, que luego todo el rap asentó sus cimientos sobre el modelo impuesto por los tres chicos blancos y, tanto, que no vendió casi nada. Luego, no pararon, regresaron al punk convencional e hicieron lo que les dio la gana.
En el libro no llegan nunca a explotar o a hacer un discurso sensacionalista sobre la reciente muerte de uno se sus miembros, AMC, y da la sensación de que quienes te hablan son unos buenos tipos, caen bien y en definitiva, no puede uno dejar de leer. Además, es muy agradable saber de su pasado fanzinero en los 80 del que algo explican en sus primeros capítulos, aquellos en los que estaban de lleno metidos en la escena punk neoyorquina.
Por lo demás, la línea de la biografía no se desmarca ni un ápice; cuentan sus comienzos, su auge, su éxito atroz, su descenso… y su mantenimiento en la industria desde la total independencia de su segundo álbum y su sello músical independiente (aunque auspiciado por una major) Grand Royale. Además, el material gráfico es impresionante y me hace especialmente gracia que, firmando cada uno de los dos miembros vivos sus capítulos por separado, en cada uno de ellos, el miembro que no firma hace sus apuntes y anotaciones, que son impresas en distinto color para que no nos liemos.
Para los fans de Beatie Boys, una delicatessen. Para los neófitos… pues muy probablemente después de leer el libro indaguen en su música y se acaben comprando todos sus discos. En mi caso, conozco a los Beastie Boys desde mis primeros escarceos con el rap, tenía un par de discos, pero nunca pasaron a ser uno de mis grupos preferidos o prioritarios; después de la lectura del libro, no es que ahora me vuelva una fan loca, pero sí que los escucho de otra manera, me parecen mucho más interesantes y mi percepción de ellos es más mucho más positiva que antaño, cuando los escuchaba con media oreja porque eran blancos de clase media que en muchas de sus canciones utilizaban instrumentos musicales. Era muy purista yo en los 90.
Un tocho imprescindible.

lunes, 19 de agosto de 2019

KISS MEETS THE PHANTOM OF THE PARK

Por supuesto, no soy en absoluto fan del sonido guitarrero y mucho menos de Kiss, que me resulta un grupo de lo más extraño y estúpido. Su imagen amenazante a base de maquillaje siniestro y eso que hace Gene Simmons con la lengua, no hacía honor al tipo de rock-n-roll que practicaban que suena ñoño, amariconado  y rozando el pop. Un contraste como para tontos.
Pero al margen de lo que me pueda parecer a mí, Kiss es un grupo de rock mítico que a finales de los años 70 eran tan famosos que las masas se inclinaban a sus pies. Es por ello, que en la cúspide de su fama, a sus promotores, viendo que en el mundo de la música habían tocado techo, se les ocurrió venderles como producto. Comenzó a aparecer a la venta toda suerte de merchadising, juguetes y desvaríos varios con la imagen de los componentes de la banda. Incluso, llegaron  a ser los protagonistas de un cómic de Marvel que se vendió estupendamente, batieron records de ventas, por lo que los amantes de los súper héroes tenían un nuevo tebeo que añadir a su colección.
El siguiente paso natural era el cine, así que Kiss protagonizaron una de las películas más marcianas que existen, “Kiss meets the Phanton of the park”, film considerado como uno de los peores de la historia  y que los propios componentes de la banda odian porque les hace parecer retrasados mentales. De hecho, hasta hace poco que la edad les hacer ver la película con cierta nostalgia, nadie de su equipo podía nombrar la película en presencia de sus miembros y renegaban de ella absolutamente, amén de que los problemas entre la producción y la banda fueron continuos durante el rodaje. De hecho, Ace Frehley, poco contento con el trabajo que se estaba realizando, incluso llegó a abandonar la filmación, cosa esta que no importó porque fue sustituido, ipsofacto, por un doble. Lo que pasa es que el doble de este ¡era negro! Detalle este que, por otro lado, no es disimulado en la película en los momentos en los que aparece.
Un parque de atracciones en plena crisis, cuenta con una atracción cuyos animatronics resultan de lo más reales. Lo que sucede es que el responsable de la misma, una especie de científico loco, se dedica a secuestrar personas y convertirlas en robots. Justo en ese momento el parque de atracciones a contratado a los Kiss para que actúen en su escenario, por lo que montan el primero de sus conciertos y en él harán alarde de ¡¡Sus poderes mágicos!!  Estos son poderes hipnóticos, lanzar rayos por los ojos, hacer levitar las cosas, escupir fuego… y todo lo que se te ocurra.
Sin embargo, este científico loco secuestrará a los Kiss  y los sustituirá por cuatro clones robotizados que suplantarán la identidad de estos en los conciertos, por lo que los verdaderos Kiss tendrán que ingeniárselas para escapar y, con sus poderes, reducir las intenciones de este maldito científico loco en el parque de atracciones.
Como ven, una de las historias más bizarras que se podían contar con los Kiss de por medio.
La película en realidad es un telefilm para la NBC que produjo el estudio de animación de Hanna-Barbera, en lo que sería una de sus pocas inclusiones en la imagen real.
“Kiss meets the Phanton of the park” fue el hazmerreír del personal al día siguiente de la emisión y los fans de Kiss se cagaron en la puta madre que parió a quién se le hubiera ocurrido tal locura, sin embargo, y como pasa con todas las malas películas, el tiempo le ha otorgado un estatus y a día de hoy es una película de culto para los fans de Kiss y uno de sus productos más queridos. Y es que, efectivamente, al tratarse de un producto de Hanna-Barbera, la cosa parecía más bien un episodio de Scooby Doo, cosa que no deja de ser paradójica, si tenemos en cuenta que posteriormente, en el mundo de la animación, Kiss, han compartido fotogramas con el bueno de Scooby en “Scooby Doo y Kiss: el misterio del Rock and Roll”, direct to vídeo del año 2015 que ya es todo un anacronismo.
La película, efectivamente es mala a rabiar, inconexa y ridícula, pero ver como los Kiss ofrecen una interpretación totalmente autista —y eso que recibieron cursillos intensivos de actuación— y verles escupir fuego y  todas esas zarandajas, mientras tocan varias de sus canciones en un escenario o en medio del parque de atracciones, verdaderamente merecen la pena. Yo no creo que llegue a ser una película “Mala pero divertida”,  aunque tiene escenas antológicas, sin embargo, si me parece un film curioso que merece la pena ser visto para saciar la curiosidad. Y es una pena porque aunque arranca muy bien y todo apunta a que efectivamente va a ser un descojone, a mitad de metraje va perdiendo fuelle hasta el punto de que resoplamos un par de veces porque no se acaba. Por suerte, en la recta final, los poderes mágicos de las estrellas de rock devolverán el interés a la película.
El director elegido para capitanear esta orgía de retraso mental fue Gordon Hessler, director proveniente de la serie B de terror británica que firmó títulos tan populares como “Los asesinatos de la calle Morgue” o “Exterminador IV”, falsa secuela de “El Exterminador” que se tituló así  solamente porque estaba protagonizada por Robert Ginty y que, directa a vídeo, se estrenó antes que “Exterminador III”, que tampoco era una secuela oficial. Para mear y no echar gota.

sábado, 17 de agosto de 2019

LA CASA DEL TERROR (TRAPPED ASHES)

Tal y como si fuese una producción "Amicus", una pandilla heterogénea de personajes termina encerrada en el comedor de un siniestro caserón donde años atrás se rodó una película maldita. El único modo de salir es que cada uno cuente sus más oscuros secretos en formato de historia terrorífica, lo que significa que a lo largo de los 105 minutos que dura "Trapped Ashes" (con soso y desangelado título hispano) nos comeremos cuatro segmentos distintos pero con un punto en común: la mediocridad. Y es que lo que aquí tenemos es toda una tragedia en formato imagen. Porque los cinco directores que se reúnen para la ocasión no son unos mindundis, ni unos novatos. Por lo menos cuatro de ellos son creadores de notable reconocimiento, demostrado talento y padres de títulos fundamentales para la historia del cine fantástico, y el cine en general. A saber: Sean S. Cunningham, director del primer "Viernes 13". Joe Dante no necesita presentación (y si hay algún alien que desconoce de quién se trata, que pique encima de su nombre). Ken Russell tampoco debería necesitarla. Monte Hellman es un cineasta de notorio prestigio que se inició con Roger Corman y anduvo unos años rodando mucho cine de ese que mola a los culturetas. Y luego está el desconocido, John Gaeta, que debuta en la dirección pero dispone de un curriculum notorio en los efectos visuales.
Entonces, que Cunningham, Hellman y, muy especialmente, Dante y Russell se curren unos segmentos tan tontos, aburridos, descafeinados y planos resulta desconcertante. Es una reunión de esas que, en sus mejores tiempos, se habría saldado con algo explosivo, pero que en 2006, año de producción de "Trapped Ashes", y ya todos algo acabados, se tradujo en una peli totalmente prescindible, prematuramente muerta y con un frío y aséptico look televisivo. Vamos por partes.
La historia de transición es puro Joe Dante en el sentido de que dispone de cierta velada "energía" y viene cargada de guiños y citas al cine de género (el más directo para Mario Bava). Además, cuenta en el reparto con dos clásicos del cineasta: Dick Miller y Henry Gibson. La primera historia es una chorrada tremebunda sobre una tía que se pone tetas más grandes y resultan ser como sanguijuelas chupadoras de sangre. Sorprende saber que el director de esto es Ken Russell (no tanto si recordamos sus arrebatos "kitch"), sobre todo porque yo le atribuía el segundo segmento, por ser más seriote/aburrido y contener tanto delirios visuales típicos de su cine como alguna secuencia de sexo enfermizo bastante provocadora (una chorba tirándose a un cadáver viviente que chorrea líquidos asquerosos). Pero no, esta viene firmada por el sosainas de Sean S. Cunningham. La tercera es la peor en todos los sentidos, básicamente porque su responsable, Monte Hellman, ignora que está rodando una peli de terror y monta un culebrón sobre triángulos amorosos donde resulta que uno de los maromos es el mismo Stanley Kubrick in person. Además, se cita al poder redentor del cine de Jean Vigo. La única escena "de miedo" se desarrolla en un cementerio y está parida tal y como si fuese cine mudo. Vamos, el reverso tenebroso de la cinefilia fricosa de Joe Dante, volcada en un peliculismo mucho más académico, empalagosamente artístico e intelectualmente respetable y previsible. Algunos dirían que es normal viniendo de Hellman, pero no podemos olvidar su pasado en el terreno de la "serie B" de monstruos y, muy especialmente, que fue el director de la zetosilla "Posesión alucinante", la tercera entrega de la saga "Noche de paz, noche de muerte". Así llegamos hasta el último segmento, dirigido por el debutante John Gaeta, que cuenta con una idea cojonuda mal aprovechada y peor desarrollada: una mujer queda preñada al mismo tiempo que le localizan un parásito en el cuerpo -la tenia-, no puede deshacerse de este sin afectar al feto, así que tira palante con los dos creciendo en sus adentros, quienes formarán una especie de enfermiza comunión.
Completan la galería de nombres el entrañable John Saxon y Roy Knyrim a los efectos de maquillaje y bichos, quien paralelamente ha desarrollado una carrera como director de productos la mar de zetosos.
Una auténtica oportunidad perdida.

viernes, 16 de agosto de 2019

LA NOCHE ANTES

Una de esas películas de noche en vela y llena de problemas que se van solucionando poco a poco y que estaban tan en boga en los 80, a saber: “Locuras de medianoche”, “Jo, que noche” o “Aventuras en la gran ciudad”. Adscrita a ese subgénero y tirando a tarde, datando el film en 1988, tenemos a un jovencito Keanu Reeves protagonizando esta “La noche antes” que no permanece en la memoria colectiva popular porque de todas las citadas, probablemente, esta sea la más floja. A pesar del corte infantil y para toda la familia que se gasta “Aventuras en la gran ciudad”, esta sería aún más blanca y babosa, pero se asemeja bastante en el sentido de que, al igual que aquella, los protagonistas, en este caso una parejita, tendrán que lidiar en la noche con putas, chulos, maricones, ladrones y drogadictos.
Curiosamente, Keanu Reeves, uno de los rostros más deseados de la década de los 90 y que, ya se moviera en terrenos independientes, como en  vehículos meramente mainstream, siempre dio talla de galán, siempre fue el chico guapo de las películas. Aquí no, aquí representa ser un nerdaco de tres pares de cojones que es usado y vilipendiado por la jefa de animadoras. Aunque claro, es nerd porque en la película se encargan de recordárnoslo cada dos por tres, porque en realidad, no lleva, Keanu Reeves, ningún atrezzo, ni desarrolla alguna seña identificativa a tal efecto; sigue siendo guapo y en la película parece guapo. Al margen de esta intrascendente observación, decir que el parecido que se marca Reeves en esta película con el contemporáneo Justin Long, es incluso alarmante. Aunque, siempre, Long, es mejor actor que  Keanu “cara de palo-muévete-hostia” Reeves.
La cosa va de un individuo que se despierta de repente en medio de la noche, en la gran ciudad, con un smoking blanco y lleno de mierda y sin saber dónde está ni recordando una maldita cosa, por lo que tendrá que averiguarlo. A base de flashbacks, comprobamos que se trata de la noche del baile de graduación y que, siendo parte de una apuesta entre chicas, se dispone, nuestro protagonista, a pasar una noche de mierda. Por suerte para todos, de camino al baile, la cosa se complicará.
Ciertamente, y por no restarle uno de los pocos méritos que tiene la cinta, se adelantó a “Resacón en Las Vegas” en aquello de contar una historia a través de la falta de memoria de un individuo y tirando para atrás en el tiempo, como también ocurría en “Memento”, sin embargo la destreza de esta película para contar detalles que el espectador de primeras no ha visto, es terca si la comparamos con la de las películas ahora citadas.  Y es que “La noche antes”, es bastante pesadita. Un poco plomo, aunque tan ligerita, que nos ponemos a verla y la completamos, aunque durante el trayecto nos detengamos ante el móvil un par de veces para consultar facebook.
Dirigida por Thom Eberhardt, responsable de la extraña “La noche del cometa”, se trata de una película consecuencia de un año bastante ajetreado para el director, porque ese 1988, estrenaba dos películas que incluso llegaron a compartir  fecha en las salas; una esta, la otra, mucho más divertida, “Sin Pistas”,  la enésima adaptación de Holmes y Watson a la gran pantalla, esta vez en tono de comedia, y con los rostros de Michael Caine y Ben Kingsley. No tardaría, no obstante, en quedar Eberhardt relegado al mundo de la televisión, dónde tampoco destacaría especialmente, ni donde desarrollaría una fructífera carrera; si acaso un par de series  y un par de telefilmes.
“La noche antes”, se estrenó en nuestro país directamente en vídeo, y tampoco tuvo un paso dulce por los videoclubes. Siempre ha pasado bastante inadvertida y ni siquiera se le profesa cierto culto por el hecho de tratarse de una de las primeras películas de Keanu Reeves, como sí se le profesa a la súper sobre valorada “Las Aventuras de Bill y Ted”, también de esa época.
Para ver después de la sobremesa y antes de la paja. Eso si, para la siesta, ha de ser cojonuda.

miércoles, 14 de agosto de 2019

LA FOTONOVELA DE "POSESIÓN INFELNAL"

El colega Angelillo nos manda unas fotos que, como fiel seguidor que es, sabía que nos iban a poner morcillones. Y así ha sido. Se trata de una especie de versión resumida en formato fotonovela de la más mejor película del mundo y que en su día publicó la versión nipona de la famosa revista "Starlog". Aunque no entendamos un pijo, nadie puede negar que es la mar de simpática.
Pone la guinda una especie de guía para hacer maquillajes a lá Tom Sullivan en tu propia casa.
Entrañable. Gracias Angelillo.


ACTUALIZACIÓN: El colega Akatsuko ha tenido el detalle de ofrecerse a traducir todo aquello que ha podido con la colaboración de dos nativos japoneses, Kensuke y Mamiko. Les damos las gracias de todo corazón a los tres y les dejamos a ustedes que gocen del espectáculo, que tiene telita porque el tono ha resultado ser más paródico que otra cosa.


Pre-título - Versión en manga/cómic con fotos.

Título – "Las Tripas de los Espíritus" (nombre en Japón de “Evil Dead”)

Subtítulo – Shock Visual de mano de esta sangrienta película – Terror de moda – Premio especial del jurado en el festival de 1983 en Paris.

Línea vertical a la izquierda – Por alguna razón febrero es la época del terror y el fantástico.

Orden de lectura occidental:

1 – Y así sin más, los jóvenes se metieron en esta casa en la que seguro que algo va a ocurrir. ¿Es posible que estos visitantes echen unas risas y se vayan de rositas? En ese momento, en la cabaña ya estaban dispuestos los pilares de la tragedia /ya se mascaba la tragedia (esto último es difícil de traducir de forma equivalente. La intención es decir que algo chungo va a ocurrir, el espectador lo sabe de antemano visualmente)

2 – Hay que ser tonto para meterse en ahí en una situación como esta.

3 – Bueno pues yo voy entrand-EH PERO POR QUÉ???


4 - ¿Por qué los personajes de este tipo de historias grotescas se juntan y son luego tan innecesariamente valientes? Una cuestión incontestable y poco debatida. Quede aquí este casete como prueba de ello, y de paso, para maldecir a unos cuantos.

5 – ¡Me, me pica la cabeza!

6 – ¡Sacadmeeeee! ¡La periodonitis/Esto negro de los dientes no es contagios@, eh! ¡Y que alguien me quite la cataplasta para el cutis esta!

7 -  Ya soy mayor y puedo comer sólido.

8 - Qué pasa (en plan, “y tú qué miras”)

9 – Juju… jujujujuju. Antes de que vuelvas a convertirte en ese cayo malayo te voy a arreglar la jeta


10 – ¡Perdona! ¡Anoche me pasé con el sake!

11 - ¡Me salen cagarrutas de las cuencas oculares!

12 – Voy a echar lo que me bebí por los carrillos.

13 – Necesito un baño.

14 – Si sé que voy a acabar de esta guisa mejor hubiera sido morirme antes. 


15 – ¡Vaya tela de películaaaa!

Parrafada:

¿Qué os ha parecido el collage que ha preparado (un japonés, a lo mejor un lector o alguien de la revista)? Seguro que a algunos os ha dejado fascinados y con ganas de más terror. Pero cuidado con ver demasiadas pelis de terror o splatters. Ahora bien, para nuestro lector/colaborador Posesión Infernal/Las Tripas de los Espíritus es ideal como acompañamiento de unos McNuggets con salsa barbacoa. Os lo recomienda.

"Posesión infernal" recibió el premio especial del jurado y del público en la 12º edición del Festival Internacional de Ciencia Ficción Fantástico de Paris (1982). En este “Pari-Fanta”, según  uno de nuestros colaboradores que lo cubre cada año, los fans parisinos y parisinas se vuelven locos de entusiasmo. A la hora de enfrentarse con una película coñazo, muestran su aprecio a base de vociferar o arrojar latas vacías a la pantalla. Con un público de tal pedigrí, está claro que llevarse un premio oficial es prueba de encontrarse ante una película digna de verdad. Ciertamente, Posesión Infernal, con toda su brutal imaginería, casquería y sangre a borbotón dejó bien satisfechos a los espectadores de París. ¡Albricias!




lunes, 12 de agosto de 2019

CITA CON EL MIEDO

Un individuo soltero y asentado económicamente, Harris, es un asiduo de las redes sociales orientadas a la búsqueda de pareja, donde contacta con toda suerte de mujeres con las que tiene sexo esporádico. En uno de estos contactos, una de estas chicas, Riley, parece especialmente molesta ya que después de tener el sexo de rigor, comienza molestarle telefónica o presencialmente, hasta que llega un momento en el que, tras un par de desplantes de Harris, con el fin de llamar la atención, esta llegará a fingir su suicidio. La cosa se complicará en el momento en el que alguien hackeará la cuenta de twitter de Harris, por lo que conseguirá que se le despida del trabajo. Más serio se torna todo en el momento en el que alguien descarga, desde el ordenador de Harris, 5 gigas de pornografía infantil.
Por supuesto, en el momento que sale una película en el que una mujer acosa a un hombre (cosa que no es tan descabellada con esto de las redes sociales de búsqueda de pareja, y sin distinción de género) ocurren dos cosas, y “Cita con el miedo” no queda exenta  de ninguna de ellas: Por un lado, la inevitable comparación con “Atracción fatal”, que era una película bastante inquietante y marrullera, y por otro, que con los tiempos de corrección política que corren, una película frívola sobre ciber acoso se convierta en un panfleto ultra conservador. Porque todo en la película está diseñado para que el protagonista, que hace uso de su sexualidad libremente a través de las redes, al igual que las mujeres que por ahí pululan con fines idénticos a los de los hombres, caiga antipático al espectador desde el minuto uno. Se folla a las tías y todo ello se nos muestra con la idea de hacernos pensar que lo que está haciendo está mal, que usa a las tías para su beneficio sexual. Es un ogro, un tipo que se merece el calvario por el que va a pasar. Y eso que en esta película el individuo no comete ningún acto reprobable como pueda ser el adulterio, cosa que en “Atracción fatal” si ocurría. En contraposición, la acosadora es presentada como todo lo contrario, como un bello ser encantador que se ha enamorado. Aunque finja su suicidio y de la varila toda la película. Claro qué, todo esto tiene sentido por el devenir de los acontecimientos y como va girando el guion, pero seguir  con este tema, al final sería spoilear la película. Como fuera, a lo que voy, es que la película en absoluto es rompedora, sino todo lo contrario.
Al margen de esto, “Cita con el miedo” es una película que entraría, sin pestañear, a engrosar las listas de las “malas pero divertidas”, pese a su buena factura  técnica y su acabado formal. Y es que es mala a rabiar, pero tan entretenida…
Desde luego, cuesta comprender que un guion tan malo, quemado y requemado como este —descubrí todo lo que iba a suceder desde el primer momento— esté escrito por el mismo individuo que escribió una historia tan original como la de la película “Juegos Sucios” que, dentro de su discreción, al menos conseguía que el espectador estuviera pegado a la pantalla con gran interés. Y es que David Chirchirillo, guionista de aquella, escribe y también dirige esta “Cita con el miedo” tras alguna experiencia made in Asylum (o cualquier otra de esas indistinguibles productoras). No me malinterpreten, el nivel de dirección de Chirchirillo está muy por encima del de los directores de esas producciones, y quizá lo más destacable de la película sea precisamente su dirección, pero el resto es tan flojo, las interpretaciones tan sosas, y todo tan previsible, que el espectador no puede dejar de ver la película mientras esboza una sonrisilla cínica, o se lleva las manos a los ojos para protegerse de la vergüenza ajena que provocan algunas escenas. Llega  a ser sonrojante. Pero en la parte positiva, diré que la corta duración del metraje ayuda a su digestión, amen de tener un ritmazo a prueba de balas y resultar toda la película un divertimento tonto, en el que el espectador con menos coeficiente intelectual puede hacer sus cábalas y llenarse de hilaridad tras resolverlas (está tan claro lo que sucede ahí, que cuando la película pega un giro de guion que supuestamente rompe con todo lo visto hasta ese momento, el espectador ya lo ha descubierto hace una hora y se descojona), quedando al final la sensación de habérselo pasado muy bien durante su visionado. Y eso está muy bien y es de agradecer. Y eso, que la película intenta ser pretenciosa y trascendente… al final es una entrañable película de pipas.
Si la echan un vistacillo, les hará más bien que mal, pese a lo espantoso que es todo.

sábado, 10 de agosto de 2019

NOS4A2

Cuando interpretó al "niño que sale en el póster" de "Creepshow", Joe Hill era demasiado joven para plantearse si sería bueno que se le conociera como "hijo de". Por eso aparece como Joe King. Ya más crecido, decidió dedicarse al novelismo de terrores y lograrlo por méritos propios, cosa esta que le reportaría una mayor satisfacción personal. Así que retorció su nombre real, Joseph Hillstrom King, al de Joe Hill. Y lo consiguió, cosa muy admirable. Sin embargo, a medida que se hacía famoso, la verdad iba saliendo a la superficie. Hoy por hoy Joe Hill no puede evitar que se le venda como "el hijo de Stephen King". Y probablemente se le considere un poco más gracias a ese dato (y a lo mucho que se parece físicamente al él !!).
Como prueba tienen la serie "Nos4a2", que llegó a nuestros lares haciendo especial hincapié en esa conexión familiar. Y de hecho, durante la cabecera únicamente se subtitulan dos cosas, el título (que aquí ha pasado directamente a ser "Nosferatu") y que está basada en una obra de Joe Hill. Sabiendo como sabemos que, salvo en el caso concreto de unos cuantos aficionados, el público masivo no tiene ni puta idea de quién se trata.
Dejando a un lado todo este rollete, centrémonos en la serie, que cuenta la historia de "Charlie Manx", un espíritu inmortal que se alimenta de la energía de niños a los que convierte en algo así como monstruitos caníbales dentudos de poco convincente aspecto. Todo le va de perlas hasta que aparece "Vic McQueen", una rebelde de pega que se pasa toda la puta serie sollozando y tiene la capacidad de viajar allá donde quiere. Ella y una bibliotecaria lesbiana de lo más desagradable, lucharán coño con coño para detener a "Manx". Claro que siendo esto una serie, y tratándose como se trata de la primera temporada, pues lo conseguirán a medias. Ya se sabe.
Elegí "Nos4a2" sin mucha convicción un grisáceo día en el que no sabía que ver. Y me he terminado zampando sus diez capítulos. ¿Porque es cojonuda?. No, por inercia. Ciertamente se trata de un producto bastante común y corriente. Del montón. Se deja ver y se olvida con facilidad. Aturde un poco tanto dramón y tantas angustias existenciales. Y se echa de menos más terror. Pero se puede digerir si no hay nada mejor que hacer.
Joe Hill tiene buenas ideas. También "Horns/Cuernos" partía de una base muy interesante (solo que eso sí terminó siendo un pestiño de puta madre), pero, o los cineastas que las llevan a la pantalla no saben sacarles más jugo o es que todas se quedan en eso, una idea buena sin posibilidad de ser dignamente desarrollada.
¡Ah! Zachary Quinto, el "Spock" de la reciente "Star Trek", pone su raro rostro a "Charlie Manx", aunque quizás el personaje que más me ha gustado sea el de "Bing Partridge", el gordo que le sirve de criado.
¿Que si veré la segunda temporada? (ya anunciada). Pues no sé. Me lo tendré que pensar.

viernes, 9 de agosto de 2019

UN PROFESOR SINGULAR

Sin duda, Marco Ferreri, de una película a otra podía cambiar totalmente su discurso —en el caso de que tuviera uno— con la facilidad con la que uno se cambia de calzoncillos y,  si bien su cine es recordado por las películas más osadas y rompedoras (“El pisito”, “La gran comilona”) no deja de ser cierto que sus películas más irregulares no dejan de ser una buena muestra de sus facultades como autor. Y muchas veces, esas películas no pasaban de ser amables comedietas deudoras del neorrealismo sin una historia  enrevesada que contar. Si “La gran comilona” era una locura concienzudamente elaborada para molestar,  esta “Un profesor singular” es una película que, al margen de ciertos mensajes hippies que se sueltan con la mejor de las intenciones, no pretende más que mostrar una historia inofensiva y hasta familiar si me apuran.
La principal característica de “Un profesor singular” consiste en que es uno de los primeros papeles protagonistas del mundialmente conocido Roberto Benigni así como su única colaboración junto a Ferreri. La película, en la que se le deja manga ancha al actor para improvisar y llevar a su terreno cada una de las escenas de las que se compone la película, al final, no es más que filmar a Benigni interactuando con  un montón de niños. Y ya tenemos film.
Se trata de la historia de un hombrecillo que comienza a trabajar en un parvulario y que se mete enseguida a los niños en el bolsillo porque les insta a hacer toda suerte de divertidos juegos y actividades. Entre tanto, a nuestro protagonista le da tiempo a dejar preñada a una novieta, a la que, junto a un puñado de niños, se lleva Cerdeña para parir en un ambiente natural. También se centra en la amistad de este con un niño medio autista al que espabilará un poco a fuerza de persistencia.
Quizás se trate de la película más normal de Ferreri, así como la más simpática y buenrollera, pero, por descontado, no se trata ni de lejos de una de sus mejores películas. Sería del montón. Con todo eso, no deja de ser una película interesante y una especie de juego en el que da la sensación todo el rato, que cada secuencia ha sido rodada en total libertad, sobre todo,  la parte que concierne a la verborrea interminable, a veces insoportable, del no menos insoportable (y a veces genial) Roberto Benigni, a punto de convertirse en años venideros tanto en icono cómico de su país natal, Italia, como en musa surrealista de autores independientes, underground  y/o artísticos  como  puedan ser Jim Jarmusch o Amos Poe.
Y aunque sea la película más normal de Ferreri, esta se convierte, por ende, en su película más rara, tanto, que salvo por un par de detallitos marca de la casa, parece que fuera de Antonio Mercero y que Lolo García esté apunto de aparecer en el metraje. Lo haría en una infame película italiana, pero por lo pronto, no en esta.

miércoles, 7 de agosto de 2019

LOS FOTOCROMOS DE "LORD DRAGON"







lunes, 5 de agosto de 2019

HÉCTOR EL FATHER, CONOCERÁS LA VERDAD

Me fascina el mundo de las cinematografías emergentes y me gusta la música urbana en general y el rap en particular. Y en Latinoamérica, en según que países, con los formatos digitales y los bajos costes le han cogido gusto a eso de rodar biopics sobre sus estrellas más populares. Digamos que la pionera en retratar las tristes vidas de los raperos latinos fue “Vico C, la vida del filósofo” de hace un par de años desde Puerto Rico, y ahora, también desde allí con “Héctor El Father, conocerás la verdad”, le toca el turno a uno de los principales percusores de esa desvirtuación del rap ortodoxo que es el insoportable reggetón. Para más señas; uno de los individuos que nos dio el verano tras el “Baila Morena” junto a ¿Don Omar?
Héctor El Father  surge a finales de los 90, con el grupo Héctor y Tito, cuando el reggetón estaba todavía en  bragas y aún se hacía, en cuestión de ritmos urbanos, básicamente rap, pero poco a poco, el pseudo movimiento fue abriéndose camino hasta convertirse casi en la música totalitaria de Puerto Rico y, Héctor El Father,  pasó a convertirse en uno de sus máximos exponentes. Ese género musical mueve millones en Puerto Rico, por lo que pronto Héctor se volvió rico y excéntrico, y comenzó a hacer payasadas tales como tirar cientos de dólares desde el escenario. Y aunque en todos los países de habla hispana este individuo causó sensación, a mí me parece un tipo de lo más mediocre. Digamos que nunca he podido escucharme un disco entero en el que estuviera Héctor.
Al margen de esto, ocurre otra cosa muy graciosa con los raperos latinos. Tras tirarse media vida cantando al hedonismo, a las mujeres, el dinero, hacer el gangster y siendo completamente amorales, cuando empiezan a pasar de moda y  a bajar la venta de discos tienen epifanías, por lo que se vuelven ultra-católicos. Entonces reniegan de todo lo que han hecho, se retiran de la música, se ganan el favor de un público al que les gusta mucho estas cosas y se convierten en pastores evangelistas (o de la variante cristiana que sea) para pregonar la palabra de dios a los cuatro vientos y volver a estar en el punto de mira ¡Menuda jeta!
Ya le pasó a Gerardo Mejía y le sucede, unos años después, a este. Con lo cual, ahora ambos están viviendo de la sopa boba y sacando alguna canción de rap cristiano ya en el meridiano de sus vidas, a pesar de haberse retirado. Y su público pica y los jalea, y como ahora son hombres de dios, pues resultan ser todavía más queridos.
Bien, pues el fenómeno del rapero latino que se vuelve cristiano también me resulta fascinante, es uno de mis placeres culpables y sigo y estudio —no hay mucho que estudiar en realidad— el caso de cada nuevo rapero cristiano con devoción. Además es un caso muy de Latinoamérica dónde ya les va más este rollo católico y religioso. En los USA hay casos menos flagrantes y en España también hay casos de raperos católicos, pero no de conversiones, quiero decir, que hay curas y sacerdotes que hacen rap, pero no raperos malotes (porque en España todos los raperos son chavales de clase media con un ligero retraso mental) que se vuelven cristianos.
Entonces, una película como “Héctor El Father, conocerás la verdad”, que une tantas de mis fascinaciones, no podía dejarla escapar; tenemos un biopic rodado dentro del seno de  una cinematografía emergente y tenemos un rapero converso.
El biopic es un tanto extraño, porque nos cuenta la infancia del rapero para dar un salto en el tiempo a la época de su mayor esplendor, saltándose todo el ascenso del artista y, por ende, la estructura clásica de biopic, porque en realidad la película lo que pretende es dar un mensaje. No existiría el biopic de no existir la conversión de Héctor el Father. Entonces tenemos a este tipo inmerso en la industria musical y el mundo de las calles, y no contento con ganar dinero con su música, también anda metido en líos de drogas de los que parece no poder salir. La película nos cuenta, sobre todo, el descenso a los infiernos de Héctor a través de sus intentos de suicidio, los tiroteos en los que se vio envuelto y, en definitiva, la mala vida que llevaba y su posterior “buena” decisión de dedicarse en cuerpo y alma a infundir la palabra de Dios.
La película, totalmente digital, se comporta como una película digital, es decir, no se escatima en montaje con planos a veces gratuitos y que se ponen ahí por el simple acceso a la tecnología. No hace falta el uso de drones, pero en la película los hay porque son accesibles, sin más. Por otro lado, la película tiene muchos problemas, como suele pasar en este tipo de producciones, en todo lo artístico. Narrativamente va a trompicones, no se entiende bien el desarrollo de la trama y le cuesta mantener un ritmo, amén de incorporar actuaciones musicales a cholón, porque claro, han de tenerlas. Con lo cual, resulta una película deslavazada, torpe y por momentos incluso aburrida, pero se sigue con interés por ser una propuesta exótica, aunque el reggetón de los cojones de la banda sonora acabe a uno de ponerle de los nervios. Voluntarioso que es uno.
Por otro lado, para interpretar a Héctor El Father se ha elegido a un muchacho de 14 años para cuando es niño, pero durante el grueso de la película, Héctor, que ejerce asimismo como guionista y productor, se interpreta a sí mismo, cosa que es de lo más graciosa porque si en la película tiene 22 o 23 años igual que el resto de los personajes, Héctor El Father tiene ya cuarenta que se disimulan muy malamente, por lo que no da el pego como veinteañero y todo resulta de lo más extraño, sobre todo cuando vemos como este señor intenta tirarle los trastos a una adolescente. Todo muy loco e involuntario.
El resto del reparto está compuesto por actores puertorriqueños y cuenta con cameos de otros reguetoneros de renombre como puedan ser Wisin o el archipopular Daddy Yankee.
Por supuesto, la película ha sido un éxito en cines de Puerto Rico donde ha congregado a más de 200.000 espectadores (una cifra muy alta para una película puertorriqueña) e incluso se ha estrenado en Estados Unidos en circuitos de cine latino para latinos residentes en los USA (otro fenómeno del que ya les hablaré, es el de las películas hechas por latinos y para latinos en los USA), con lo cual la jugada ha salido redonda.
El director de la película, el tal Joel Colón, debuta para la gran pantalla tras haber ejercido como director en un episodio de una serie de televisión.
Solo para curiosos con placeres culpables como los míos.

sábado, 3 de agosto de 2019

ESCAPE ROOM

Un poquito de "Saw", otro de "Cube" e incluso un chorrito de "Destino Final". Añade a la mezcla un buen puñado de guita, consecuencia de ir apadrinado por una "major", y obtendrás "Escape Room", intento desesperado por arrastrar a las butacas de los cines los culos milenials echando mano de la nueva tonterida de moda, las mentadas escape rooms. 
A una que se anuncia como el copón bendito son invitados un puñado de personajes ultra estereotipados. Los tenemos todos: el yuppie desalmado, el nerd adicto a los vídeo juegos, la chica tímida, el don nadie de mediana edad, etc, etc. El vencedor se llevará un fajo de billetes a casa. Pronto descubren que el juego es más mortal de lo previsto, lo que les obligará a entenderse y unir fuerzas si quieren sobrevivir. Ni falta hace mentar los traumas que todos ellos arrastran, perfectamente aprovechados por los creadores del pasatiempo asesino. Estos últimos son el punto más flojo. Los guionistas no saben cómo terminar la peli y pierden un poco el pedal liando la troca en busca del gran "Cáspita!" final, lo que induce a la aparición de un villano propio del James Bond más "camp".
No es la primera vez que veo una peli en la que se explota el rollo de las escape rooms (¿escaperoomxploitation?), la diferencia es que la otra era una cosa de bajo presupuesto destinada a la tele por cable. La reseñada es más lujosa, y hace gala de un diseño de producción espectacular e imaginativo, además de unos trucajes convincentes. Pero en realidad, ambas cuentan exactamente lo mismo. Solo que "Escape Room" gana en lo que respecta al factor entretenimiento. De Domingo por la tarde, vamos.
El único rostro del reparto que he reconocido es el de Deborah Ann Woll, la "Karen Page" del "Daredevil" según Marvel/Netflix.
El director, Adam Robitel, venía de rodar el pasable found footage "The Taking of Deborah Logan" y la bastante horrible "Insidious : La última llave". Tiene un futuro prometedor en el que asoman una segunda parte de "Escape Room" y un thriller sobrenatural producido por Sam Raimi.

viernes, 2 de agosto de 2019

MI FIRMA EN LAS PAREDES

Por supuesto, tarde, mal y nunca, llegó a nuestro querido país la cultura del Hip-Hop. Los chavales de los barrios periféricos se enteraron de que algo en Nueva York se cocía y, a través del cine y los documentales, empezaron a imitar aquella forma de vida. Sin embargo, la manifestación más genuina del Hip-Hop en nuestro país es la de aquellos años 80, que con la desinformación y la ilusión por lo nuevo, era una asimilación de esta cultura auténtica y fresca. Es en los 90, casi entrados los 2000 cuando todo se fue a tomar por el culo cuando un grupo de chavales de clase media empezaron a utilizar esta cultura para lo que a ellos les convenía, la politizaron y convirtieron el movimiento DIY más original y creativo del pasado siglo, en poco más que una pantomima sectaria ejercida por deficientes mentales.
Pero la película que nos ocupa, “Mi firma en las paredes”, T.V. Movie de finales de los ochenta emitida en 1991 al auspicio del programa “Crónicas Urbanas” es una rara avis misteriosa y desperada. Porque se trata de la evolución natural de la llegada de Hip-Hop a España, quiero decir, que “Mi firma en las paredes” es una consecuencia de todo esto y una mezcla  a la española de “Style Wars” (de la que incluso utiliza extractos, yo diría que robados) y, sobretodo “Wild Style” de la que toma prestada el formato de documental ficcionado. Sin embargo, finalmente retrata una parcela del arte urbano completamente ajena al Hip-Hop, y estrictamente española ya que se centra en unos individuos que en el argot graffitero de les denomina “Flecheros” y cuyo origen podemos encontrarlo a finales de los setenta, mucho antes de que la cultura del Hip-Hop llegara a España y se hicieran los primeros graffitis al estilo neoyorkino, e incluso en sectores urbanos que están más cercanos al Heavy Metal o el punk y el Rock que otra cosa. Además, el graff estilo Hip-hopero se daba más en las periferias, Móstoles o Alcorcón, donde se pintaba con conciencia de estar haciendo una cosa copiada de los americanos, mientras que los flecheros, más comunes en Madrid centro, pintaban de manera natural sin estar adscritos a ningún movimiento reconocible. Entre Flecheros y B. Boys, había serias rivalidades.
Aquellos tipos, los flecheros, firmaban de una forma muy característica, con una rubrica que acababa en forma de flecha y sin ninguna formalidad estética porque sencillamente se trataba de marcar el territorio, pero al final, sus firmas se iban volviendo ambiciosas, se iban elaborando más y al final se convertían en auténticas piezas de graffiti ortodoxo, sin sus artífices planteárselo siquiera. Por supuesto, estos flecheros tienen un líder espiritual, un veterano y un ejemplo a seguir (e imitar), el mítico Muelle. Durante los 80 y casi hasta el día de su fallecimiento, Muelle dejó su impronta en cientos de  paredes de toda la piel de toro, convirtiéndose en un tipo muy famoso que incluso llegó a registrar su firma por si a alguna corporación empresarial se le ocurría utilizarla sin su permiso.
Muelle no es el personaje principal de esta película, tan solo un secundario, pero se le da a su presencia una gran importancia en el mismo.
Por otro lado, el hoy actor y director Daniel Guzmán (“Aquí no hay quien viva” entre otras series y películas), resulta que a finales de los 80 era un flechero de lo más activo y popular. Si tienen ustedes entre 30 y 50 años y son de Madrid recordarán su firma, Tifón. Bien, pues Daniel Guzmán sería el protagonista de esta cinta, junto a otros dos muchachos cuyas firmas son Momo e Indio (según fuentes, dos muchachos que eligieron para actuar, pero que en realidad no pintaban las paredes) y, curiosamente, después de esta película se dedicó a la actuación de manera profesional y no le fue nada mal, así que, prácticamente, le debe todo al graffiti.
La cosa va de un tipo con aires de intelectual (hacen ver como que es una especie de Henry Chalfant de pacotilla) observa y reflexiona (en off) sobre ese fenómeno tan extendido en las grandes ciudades que son las pintadas. Por otro lado, tres chavalitos hacen sus pintadas, roban botes, se pican con los B. Boys y, en definitiva, se nos cuenta su día a día a la vez que se nos muestran declaraciones de la gente de la calle e imágenes de todo tipo de manifestaciones artísticas urbanas, saltando de la ficción al documental  según le viene en gana al director. Y por último, se hace un pequeño retrato del flechero más popular de la historia, el Muelle, que nos cuenta alguna anécdota  y al que nunca le vemos la cara.
La cosa está en que es un documental que se aprovecha del filón de algo que ocurrió a finales de los ochenta, que es la explotación comercial de esos tempranos B. Boys que empezaron a hacer sus cosas, como pasó con los raperos del “Rap in Madrid” a los que se les prometió el oro y el moro, y cuando dejaron de interesar, fueron pateados por la discográfica. Pues esto lo mismo, solo que al final la jugada ha salido bien porque, a posteriori, resulta un documento histórico que retrata la idiosincrasia de lo que viene a ser una expresión artística —la de los flecheros— totalmente autóctona y extinta, de la que no quedaría constancia de no ser por esta película y por alguna que otra fotografía.
Ahora, al margen de los flecheros, en su incursión  al mundo del graffiti neoyorquino, así como a la cultura Hip-Hop, se hace desde un total  y absoluto desconocimiento y la película corre el riesgo, por momentos, de convertirse en  algo totalmente ridículo. Y es que, al fin de al cabo, no se trata más que de el encargo que alguien de Televisión Española le hizo al director Pascual Cervera, responsable de la película de culto “El rayo desintegrador”, que para cuando hizo esto ya tenía 60 años y que, seguramente, los graffitis, los flecheros, el Hip-Hop y la puta madre que los trajo a todos, le importaban tres pimientos. Y se nota, además, que es la película de un señor que no entiende en absoluto las dinámicas sobre las que nos está documentando. Sin embargo, sin él proponérselo, creó el único documento sobre unos chavales y un estilo, que a día de hoy ya no existe.
Más allá de eso, como película, tira a floja. Pero como documento, está muy bien.