lunes, 29 de octubre de 2018

MUGWORTH

Marc Fernández, animador y director Barcelonés, se ha ganado por méritos propios un puesto de honor dentro de lo que podíamos llamar el cine outsider español, junto a otros nombres como el de Juan Carlos Gallardo, que encuentran su equivalente internacional en individuos como David “The Rock” Nelson o Damon Packard y que al final se han convertido, con todas las de la ley, en personajes de culto.
Moviéndose indefectiblemente en los parámetros del cine underground, sin tener una consciencia de ello, Fernández ha creado un concepto, el de este “Mugworth”, que en realidad es un jaleo que sucede dentro de la inquieta mente de Fernández en busca de su identidad como creador. Porque, “Mugworth” son dos películas distintas, y lo son, consecuencia precisamente de esa inquietud. Existe una versión en imagen real y otra de animación y ambas cuentan lo mismo, así que la sinopsis sirve para las dos versiones.
“Mugworth” es una adaptación libre de “Cuento de Navidad” de Charles Dickens, en la que se cuentan los avatares del tal Bellousini, un individuo ladino y taimado que odia la navidad con todas sus fuerzas y que  hace la vida imposible a su mayordomo Sir Butler (¿un mayordomo que también es Sir?). Así, la noche de Navidad, recibirá la visita de  tres extraños fantasmas que le contarán distintas historias, macabras y desasosegantes, que le mostrarán el significado de la Navidad.
Nada nuevo en el horizonte de no ser por las circunstancias y características que envuelven a esta adaptación.
La principal, refiriéndonos a la versión en imagen real, es que esta rompe con todos los convencionalismos técnicos y académicos de una manera brutal… aunque de manera totalmente involuntaria. Filmanda en video (Mini-DV) y montada de forma casera, el desfile de fallos, raccord y encuadres imperfectos harían llevarse las manos a la cabeza a cualquier erudito del séptimo arte, si es que este tuviera en consideración, siquiera, el ver la película.  En esta versión en imagen real podemos ver las influencias de Marc Fernández, que le llevan a  recrear de manera rudimentaria elementos que ha visto en, por ejemplo, “Los fantasmas atacan al jefe”, y tenemos aquí un émulo de “La muerte” que aparecía en la película americana, cuyo esqueleto señala a Bellousini de la misma manera que en el film de Richard Donner esta señalaba a Bill Murray. Por otro lado el cine gore es igualmente recreado por Fernández en una colección de efectos especiales caseros cuya efectividad es, a veces, encomiable (un taladro en la cabeza perfora la carne de manera extrañamente realista y, pensando, llegamos a la conclusión de que taladra la piel de un cerdo o algo por el estilo… ¡A saber!).
Sin embargo la característica principal de la película radica en un reparto internacional encabezado por Bill Moseley, actor súper popular para los fans del cine de terror por dar vida a Chop-Top, el histriónico hermano de Leatherface en “Masacre en Texas 2” o por ser recuperado por Rob Zombie en “Los renegados del diablo”, que a su  vez es una cara popular de diversas películas de serie B. Le secunda, entre un reparto meramente catalán, Darren Smith, compositor de las banda sonora de la película “Repo! The genetic Opera” (donde al igual que Moseley, también tiene un papel) o “Autopsy”, que además de haberse convertido en un actor habitual del universo de Marc Fernandez, aporta a la película una canción  que compone para la ocasión.
Moseley o Smith no son estrellas de Hollywood, aunque gozan de cierta popularidad dentro del mundo del cine y están acostumbrados en aparecer en producciones profesionales, sean caras o baratas, pero ¿cómo acaban ambos apareciendo en una película amateur de presupuesto cero? Pues eso es algo que solo Marc Fernández sabe, aunque no cuesta mucho pensar que, sencillamente, pagara el caché de ambos actores y estos se limitaran a hacer su trabajo. Con lo cual, su mera presencia, de una manera u otra, ya dota a “Mugworth” de cierto interés.
Sin embargo, un tiempo después, cuando Fernández ya da por desechada esta película, no se le ocurre otra cosa que aprovechar el sonido de la misma para rehacerla (con algunos cambios y variantes en el montaje) en dibujos animados. Pero no unos dibujos animados corrientes y molientes de factoría, sino, dibujos animados completamente amateur y elaborados a mano a base de lápices para colorear, ya sean estos de la marca Alpino o plastidecor, y realizados por el propio Marc Fernandez, por supuesto. Con dos cojones. Una animación rara, torpe, pero extrañamente bonita, y un estilo de dibujo en el que detectamos fuertes influencias de Mike Judge y Bill Plympton. El estilo de Fernández es una mezcla de ambos, pero dibujando tirando a mal, lo que me resulta de alto interés, en definitiva. Así,  ahora tenemos una película de animación cuyos protagonistas siguen siendo Bill Moseley y Darren Smith. Pero, rizando el rizo, y no contento con la presencia de estos dos, para el mayordomo Sir Butler, que en la versión de imagen real hablaba catalán ya que este estaba interpretado por un actor catalán, perdemos esa voz para sustituirla por la de… ¡John Waters! Así que contamos con una película de animación con las voces de Bill Moseley, Darren Smith y John Waters ¿No es sensacional? ¿Cómo se las ingeniaría para contar con la voz de Waters? solo Fernández lo sabe, pero ahí lo tenemos.
Tanto John Waters como Bill Moseley deben estar orgullosos de aparecer en esta película.
Por lo demás, la mezcla de sonido es nula y se nota cuando el sonido viene directamente de la Mini-DV o del audio enviado por Waters para la ocasión y el resto de las voces son interpretadas por el propio Marc Fernández con un particular acento que torna la película más rara todavía. Y para la banda sonora, como todo buen artista amateur que no puede acceder a material original, inserta música clásica para así evitar lidiar con los derechos de autor.
Dicen que incluso Ralph Baskshi se rindió ante sus encantos, declarando, desconozco para que medio, que “Mugworth” es “Una película única, escalofriante y divertida”.
En definitiva, “Mugworth” es una rara avis, un concepto estupendo y un cacao de padre y muy señor mío, que merece la pena que nos tomemos la molestia de descubrir en sus dos versiones.
Huelga decir que ambas aparecen en DVD el próximo día 7 de noviembre a través de nuestro sello Vial of Delicatessens.
Por lo que a mí respecta, una de las películas más extrañas y fascinantes del presente siglo. Sea por los motivos que sean.

viernes, 26 de octubre de 2018

EMMANUELLE

“Emmanuelle” más allá de ser un mito histórico en lo referente al cine erótico, se ha convertido por derecho propio en un clásico del cine en general, y de la cultura popular en particular.  En “Dónde hay patrón…” de Mariano Ozores y para lucimiento de Manolo Escobar, existe una escena en la que Mirta Miller se aproxima de manera sugerente al tonadillero y este, como piropo, le espeta: “¿Dónde vas? ¡Emanuele!”. El “Emanuele”, pronunciado tal cual lo escribo, viene a decir que su actitud provocadora le está seduciendo, como lo hacía Sylvia Kristel en la película que le dio fama internacional.
Se trata de una película cuyo morbo sigue latente hoy, 44 años después de su concepción, y que supuso un revulsivo para el feminismo (aunque en el fondo es la película más machista que existe, paradójicamente), que sirvió para que millones de mujeres se sintieran por fin representadas, o al menos, que ansiaran ser tan libres como sugería la Emmanuelle de la película. Porque, de estética arrolladoramente cínica, con visillos trasparentes delante del objetivo y muy auto consciente de querer ser sofisticada, en esencia, es una película erótica para mujeres. De hecho, de los casi 9 millones de espectadores que fueron a verla solo en Francia, la mayoría de ellos eran mujeres. En Japón, en una escena en la que Emmanuelle se coloca encima de su marido, las señoras que asistieron a esos pases se ponían de pie a aplaudir tal gesto, conscientes de que allí en Japón ponerse encima de su marido para follar es una osadía.
Al tanto de todos estos atributos, a la Columbia Pictures, casi en quiebra por culpa del fracaso financiero que supuso la película “Horizontes perdidos”, no se le ocurrió otra cosa que comprar la película para su distribución en los Estados Unidos. Menos adelantados en lo sexual que los europeos, a la cinta se la clasificó X, motivo este que usaron a su favor para el estreno con la frase comercial “X was never like this”  —Las películas X nunca fueron así— sugiriendo que esta no era una película X al uso, si no, algo más sutil y sofisticado. Ganaron 11 millones de dólares con su exhibición y la Columbia se repuso del fracaso de su anterior película.
Consecuencia, también, de “El último tango en París”, los españolitos corrían con  sus vehículos a Biarritz, con la intención de ver furtivamente y fuera de su país “Emmanuelle” con las consiguientes batallitas al respecto a su vuelta al carpetovetonísmo.
Consecuencia de este éxito comercial que ponía en el mapa el cine erótico (y también el pornográfico), la película se prodigó como una de la más expoliadas e imitadas de la historia del cine, teniendo una cantidad de secuelas oficiales, a bote pronto, incalculables, así como una serie de televisión y una verdadera colección de “exploits” donde destaca, por ser casi más famosa que la original, la saga italiana de “Emanuelle negra”, en la que no solo cambian el color de la piel a Emmanuelle si no que además, le quitan una “M” al nombre, para no tener problemas con el copyright. Por otra parte, hasta nuestro Jesús Franco se aprovechó del tirón, bautizando para su estreno una película “S” de las que tenía con algo de erotismo como “Las orgías inconfesables de Emmanuelle” cuando la película de marras no tenía nada que ver con nada de eso. Pero el número de explotaciones y plagios a través del mundo son incontables. Iremos desgranando por aquí, de vez en cuando, algunos de ellos.
Igualmente interesante debe estar la novela que la película adapta, de una novelista llamada Emmanuelle Arsan que se supone que contaba retazos de su vida real en esos libros. Arsan era el pseudónimo de Marayat Rollet Adriane, esposa del diplomático Francés Louis Jaques Rollet Adriane, del que años después se supo que era él quién escribía las novelas, cediendo la autoría a su esposa porque, sin duda, era un reclamo comercial y erótico mucho mayor. No es lo mismo que unas novelas de corte erótico las escriba una apetecible señorita asiática que un purulento y orondo hombre de negocios.
Dirigida por el fotógrafo Just Jaeckin, que debutaba en el cine tras una larga carrera tras la reflex, este usó todo sus conocimientos en ese campo para aplicarlos a la imagen en movimiento, motivo por el cual “Emmanuelle” tiene esa estética tan particular y reconocible que tanto gustó a las mujeres. Y aunque siguió dirigiendo cine erótico a posteriori, tras esta, no quiso saber nada más de la serie “Emmanuelle”.
Por otro lado ¿recuerdan la escena en que una pequeña asiatica se abre de patas en un escenario y se fuma un cigarrillo, literalmente, por el coño? Pues cuenta Jaeckin que él no dirigió esa escena, que no sabe nada al respecto. Tan solo, fue a ver su película el día del estreno y se encontró esa escena ahí, con el consiguiente cabreo que aquello le ocasionó porque, dicha escena tan poco acorde con el resto de lo rodado, directamente, fulminó lo que había hecho. Fue idea del productor Yves Rousset Rovard que la rodó por su cuenta en algún sucio show pornográfico de Bankog, y lo incluyó en el metraje por sus santos cojones. A día de hoy, paradójicamente, y junto con la famosa escena del avión, es una de las secuencias más recordadas y famosas de la película.
Resulta curioso ver a día de hoy “Emmanuelle” y comprobar que, por un lado, la película ha ganado calidad con el paso de los años. Resulta ser una película dirigida con soltura e inventiva a la vez que, de puro moderna que era en su momento, todavía resulta impactante y provocadora. Amén de desarrollarse de manera exquisita y volviéndose fascinante a cada nueva secuencia. Incluso hay un combate de Thai Boxing donde el premio es follarse a Emmanuelle que para nada se diría filmada en los 70. Así que, estamos ante una buena película. Un clásico del cine aunque naciera para alimentar los bajos instintos de los pajilleros de la época.
Por otro lado resulta curioso como las escenas eróticas son demasiado lights comparadas con cualquier cosa que podamos ver ahora ( o qué podíamos ver hasta ahora, porque está la sociedad de un pacato que asusta…) siendo, no obstante, cierto el tópico de que es mejor sugerir que mostrar; así, puedo decir sin despeinarme, que la escena del avión en la que Emmanuelle se insinúa sexualmente a un pasajero y este acaba penetrándole en el asiento de al lado, logró excitarme y sorprenderme, porque encima es una secuencia que hemos visto mil veces, sino en la película, en la televisión, mostrada siempre que se hace alusión a la película. Por lo demás, la película no es tan fuerte como la recordamos.
¿El argumento? Fácil. Una mujer casada con un individuo que la insta a que viva su sexualidad libremente, se monta unos cacaos mentales terribles que la llevan a desaparecer y montarse numeritos sexuales con toda clase de individuos o individuas, a la par que su marido, por darle alas, siente que la está perdiendo. Mientras, se folla putas. No hay más, porque el resto es ritmo, dirección y estética.
Ha estado muy bien verla en 2018. Y me ha gustado, aunque al final, en esencia, no es más que una tontería.

jueves, 25 de octubre de 2018

BLOOD FEAST 2016

"Blood Feast" fue la primera película gore tal y como las conocemos hoy. Y la primera de ese tipo realizada por Herschell Gordon Lewis. Luego haría más, pero tenderían a parapetarse en el humor. Voluntario, claro, porque de involuntario hay para dar y regalar en la filmografía del legendario cineasta. Dicho de otro modo, de haberse aplicado más talento en la realización de "Blood Feast" -y algo más de dinero-  podría haber sido una película muy dura e impactante en su gráfica violencia. Luego, con los años, llegaron los homenajes y los semi-remakes, pero todos hacían gala de ese mismo humor, de comedia, como "Bloodsucking Pharaohs in Pittsburgh", "Fonda Sangrienta" o "2001 Maníacos". ¿Qué pasaría si alguien decidiera tomársela en serio? actualizar sus imágenes extremas y su historia sobre un psycho-killer demente que trocea muchachas aplicando efectos especiales de alta calidad y sin soltar chistecillos durante el proceso. ¿Y si ése alguien viniera del llamado ultra-gore alemán? Desde luego muchos pensarían que es el candidato IDEAL para modernizar el cine de H.G.Lewis con la misma cruda honestidad y finalidad, recreándose en el gore bruto de modo enfermizamente detallado por el mero placer de hacerlo, desacomplejadamente pornográfico y sin auto-censura. Si al pack añades un reparto prinicipal tan curioso como el guaperas teen de los 80 Robert Rusler (al que has podido ver en "La mujer explosiva", "Pesadilla en Elm Street 2", "Los centinelas" o "Vamp"), Caroline Williams, superviviente femenina de "Masacre en Texas 2", y la morritos calientes Sophie Monk, entonces estamos ante lo que se dice un proyecto altamente prometedor, que es lo que parecía este remake oficial -y gélidamente serio- del clásico de Gordon Lewis.
Y es que, encima, resulta que la peli se reserva algunas buenas ideas, leves variaciones
bastante ingeniosas con respecto al film de 1963, como aquella según la cual la devoción hacia la diosa Ishtar del protagonista viene motivada por probables alucinaciones consecuencia de abandonar cierta medicación. Vamos, que el cuento de sacrificar inocentes con saña en nombre de la deidad sumeriana es una empanada que el tipo tiene en su cabeza. Todo ello rodado con profesionalidad, de manera sobria, unas dósis de drama para incrementar el tono serio de la movida y efectos especiales del también realizador Ryan Nicholson. Hasta ahí bien, el problema viene cuando tras mucho bla, bla asistimos al primer crimen... en el que se supone veremos una castración y.... ¿qué?, ¡¿fuera de cámara?!, ¿sin mostrarme hasta el mínimo crudo detalle de la misma?!. Espera, algo no funciona. ¿Estaré viendo una versión censurada?. Tras informarme descubro que esa es la íntegra y que, sí, por muy sorprendente que sea, el "Blood Feast" de 2016 va extremedamente escaso en lo referente a truculencia. Que sí, que no lo digo de broma, una puesta al día del clásico del cine gore.... al que le falta este último elemento. De hecho, encontraremos más gore en productos tan estandarizados como "Hostel" o alguna de las secuelas de "Saw". Así se lo digo. ¿Qué sentido tiene? Y más viniendo de Marcel Walz, un realizador independiente germano que, en mayor o menor medida, hasta ahora se había especializado en ese cine -grabado vídeo mediante- generoso en cuanto a horror y hemoglobina. De entre todas sus obras previas destaca "Seed 2", la secuela de una de las ultra-violentas películas que Uwe Boll rodó desde el resentimiento por toda la caña que le estaban dando. Vale, puede que Walz no sea Andreas Schnaas o alguno de esos pirados, pero con él implicado en la producción de "Blood Feast 2016", algo más de chicha podrías esperar. Sin embargo, da la sensación de que el tipo, consciente de que esta peli disponía de una envergadura levemente superior a lo habitual en su filmografía (ni que fuese por tratarse del remake de un film popular y por la intervención de algunos actores de cierto curriculum), decidió que fuese su trampolín al mainstream, apostando por una "dirección de actores" más currada (parece que algunos de ellos crean estar en una candidata a los Oscars), más drama y una rebaja notable del elemento violencia para hacer el resultado final mucho más "aceptable". Y ojo, que me parece muy respetable... pero coño, ¡¡no lo hagas con un remake del "Blood Feast" de Herschell Gordon Lewis!!, porque todo eso es justamente lo que menos necesita.
Total, que el film termina resultando extremadamente aburrido. Pesado. Desavorío. Y las pocas escenas sangrientas no aportan nada llamativo, novedoso o espectacular. Una auténtica decepción o, peor, una oportunidad salvajemente desaprovechada.
Como era de esperar, va incluido un papelillo para The Godfather of Gore himself.

lunes, 22 de octubre de 2018

EL CONSENSO

“El Consenso”, película 100% destape rodada a toda prisa por Javier Aguirre, resulta un extraño revulsivo para la otra gran corriente pajillera de la época, el cine “S”.  De hecho, “El Consenso” se sirve de la existencia de esa nueva clasificación para hacer algún que otro chascarrillo, algún que otro chiste. Sin embargo, al final la película es una cosa de lo más vulgar y primitiva que, aún haciéndome cierta gracia, su existencia justifica el trato peyorativo que las películas de destape tuvieron por el nuevo cine bienpensante a posteriori, lo que, como muestra de ello, este estatus le concede un valor añadido.
Cuenta la historia de unas prostitutas que quieren tener mayor presencia en su región. Sin embargo, un grupo de señoras beatas hará todo lo posible para erradicar la prostitución de la zona. Una de estas beatas es la novia del farmacéutico y no mantiene relaciones con él hasta que se casen, por lo que este está salido como un mono. Las putas, aprovecharán esta situación para obligar al farmacéutico a tener sexo con ellas. Tras pegarse el festival, el farmacéutico se vuelve el principal benefactor de las prostitutas.
Como ya he dicho, la cosa tiene cierta gracia, pero conociendo los modus operandi de Aguirre, a él esta película no le hacía ni puñetera gracia, por lo cual la descuidó en exceso.
Sin embargo es una película un tanto ignota que viene bien descubrir (o redescubrir) sobretodo para dejar claro que las películas de Pajares y Esteso, adscritas al destape, son un alarde de sutilidad y buen gusto, comparadas con otras como  esta (y tantísimas otras) que apelan bastante más a lo chabacano y los bajos instintos. Con todo, igualmente interesante.
Sobretodo, el principal valor de la cinta reside en  poder ver a Ricardo Merino como protagonista, cambiando de registro según le conviene al personaje —saltando de farmacéutico virgen a chulo de putas de escena a escena, sin inmutarse— . Por otro lado, también es siempre un placer  para los sentidos poder ver a Azucena Hernández, que interpreta a la criada de la beata novia del farmacéutico, gracias a la cual, la beata, interpretada por Helga Line, dejará de serlo tanto, y que, como en la mayoría de las películas en las que intervino Hernández, vemos como Dios la trajo al mundo. Aunque yo siempre he defendido que tras el San Benito que tiene colgado por el tema este del destape, en Azucena Hernández siempre encontré una simpática, pizpireta y cómica actriz.
También tenemos a Antonio Garisa, ya entrado en la tercera edad, dando vida a un obispo que frecuenta y defiende los burdeles, mientras que en un tercer plano tenemos la intervención, muy secundaria, de Eloy Arenas y Manolo Cal, cuando eran el dúo cómico Arenas y Cal.
Curiosa, sin más.

viernes, 19 de octubre de 2018

EL MUNDO SIGUE

Una de las películas malditas del cine español, que además traía consigo justa fama de obra maestra, es esta “El mundo sigue” de Fernando Fernán-Gómez. Y por supuesto, se trata de una magnífica película, probablemente una de las mejores películas españolas de aquella época, si bien, ni por asomo sería la mejor película de Fernán-Gómez como director (ese honor lo tiene, a todas luces, “El extraño viaje”) como se venía diciendo hasta ahora, ni tampoco es una obra maestra. Aunque le falta el canto de un duro para serlo.
Fernán-Gómez que en aquellos primeros años 60 trabajó a destajo en cine y teatro con el afán de acumular un buen número de pesetas y, cual Juan Palomo, autofinanciarse esta película que nadie quería financiar, no previó que lo que estaba filmando era un material demasiado explícito para la España de los años 60. Puede que sea la película más antipática y visceral del cine español, así como la más corrosiva y realista. Nada de lo que ocurre es amable en “El mundo sigue”. No hay ni una gota de humor en la película. Y eso, en unos años en que la estética pop de las españoladas de entonces, y el tono festivo de casi todo film rodado en aquella época (incluidos los dramáticos) era lo que se imponía en el cine. De cara al extranjero, España es la tierra del vino, la fiesta y la alegría, cuando Fernán Gómez, bajándose en una novela del falangista  y gafe J.A. Zunzunegui— estaba sugiriendo que los españoles podían no saber nada de nada, pero sí de fútbol y de toros, a la par que nos mostraba una suerte de historias protagonizadas por miserables, en unos tiempos en los que ser un ciudadano de extracto social medio/bajo era bastante parecido a lo que nos mostraba la película. En ella,  una familia completamente disfuncional tiene que soportar las envidias y rivalidades de dos hermanas, una de ellas medio prostituta y la otra casada con un ludópata que se deja el jornal en las quinielas mientras sus hijos se mueren de hambre. Y en torno a esas dos tramas, van sucediéndose otras subtramas menores que enlazan directamente con estas dos principales. Por el camino, veremos  la miseria humana de aquellos años en todo su esplendor, ya sea en forma de prostitución, violencia de género, ludopatía, robos… dicho así parece una tontería, pero para la época lo que muestra la película no era poca cosa. Además del lenguaje explícito de la cinta, que usaba el lenguaje popular de la calle lleno de tacos y  e improperios, que fue suavizado en el guion para su cita con la censura. Pero de ningún modo esta película iba a pasar inadvertida para la censura, cuyo yugo condenó a este film al ostracismo.
“El mundo sigue” no se quedó en las latas de puro milagro. La película, almacenada durante dos años,  se estrenó en el cine Buenos Aires de Bilbao en Julio de 1965, de manera clandestina y de tapadillo. Apenas estuvo un par de semanas en cartel y en programa doble. Ni tan siquiera Fernán Gómez se enteró del estreno de su película. Su estreno a pequeña escala, no se debe a motivos políticos, sino porque las distribuidora  Nueva Films, necesitaba en catálogo películas españolas para así poder cubrir la cuota que le permitiría tener también films extranjeros estadounidenses de corte taquillero. Se decantó por el estreno de “El mundo sigue” como podía haber estrenado cualquier otra.
Después de aquello la nada más absoluta se apoderó de la película.
Sin embargo, en 2015, Juan Estelrich, hijo del co-productor de la cinta Juan Estelrich padre, se hace con el negativo de la película que se encuentra en un estado lamentable por el abandono y el paso del tiempo y decide poner unos estros a su servicio para la restauración digital, con motivo del 50 aniversario, acto este que, entre otras cosas, servirá para que unos y otros se den palmadas en la espalda, ya sea por formar parte de la película, ya sea por desempolvarla y, en el lado bueno de todo esto, la gente de A contracorriente films se encarga de darle una nueva vida comercial en salas, cosa que derivó en una estupenda edición en Blu Ray que me sirvió para descubrirla, verla y, sobre todo, disfrutarla como un enano. Porque aunque veo en la cinta carencias que los estudiosos y eruditos se empeñan en no ver para no emponzoñar la fama de gran película maldita con la que venía la película de serie (tiene algunas torpezas en el montaje, así como algunas interpretaciones que se van de madre y un par de tempos muertísimos), estás son más propias de la época, incluso de la falta de presupuesto que del no saber (las del no saber son más propias de otros films de Fernán-Gómez como “Pesadilla para un rico” que los eruditos o no conocen, o hacen como que no conocen) y, sin duda, estas se ven absueltas gracias a otras muestras de virtuosismo en el montaje, una historia que engancha, y una dirección estupenda. Amén de representar la cara b del cine español de los años 60, un bocado de realidad, y una bofetada a la censura, que consideró esta película lo suficientemente peligrosa como para hacerla desaparecer, y una rara avis. El como se gasta el personaje de Fernán-Gómez la poca pasta que tiene en las quinielas, en una secuencia de más de cinco minutos, acongoja.
Una verdadera suerte que se haya recuperado esta cinta.

lunes, 15 de octubre de 2018

DOS MEJOR QUE UNO

“Dos mejor que uno”, basada en la novela de José Luis Olaizola “El señor del huerto”,  quizás suponga una de las últimas películas adscritas a la denominada “tercera vía del cine español”, categoría esta a la que la película está adscrita, y que aglutinaba todos aquellos trabajos que deambulaban entre el cine popular y el cine intelectual con un fuerte componente socio político y económico en su haber. Esta tendencia fue perdiendo terreno en el momento en que la comedia madrileña irrumpió con fuerza en nuestras pantallas, sin duda más frívola y moderna, aunque deudora  asimismo de esta corriente.
Por otra parte, “Dos mejor que uno” lanza un mensaje fraternal y abiertamente comunista, no exento de buenas intenciones, que junto a un reparto compuesto por actores de dos generaciones, y una historia amena y modesta, nada pretenciosa, se convierte en una refrescante propuesta. Cine español ochentero del que tenía su propia entidad y al que, contra todo pronóstico, los años no han hecho más que beneficiarle.
Sin embargo, se trata de una película que al deambular un poco por tierra de nadie, pasó inadvertida en su paso por cines, permaneciendo prácticamente inadvertida durante todos estos años dando señales de vída únicamente en dispersos pases televisivos. 52.000 espectadores fueron los que pasaron por salas. Poca cosa.
Cuenta la historia de dos amigos de la infancia, uno prudente y apocado, otro completamente histriónico, que son presentados sin que conozcamos mucho de sus pasados —salvo por un par de flashbacks a su niñez que nos ponen un poco en situación— pero mientras que uno no da palo y vive más o menos como un vagabundo, el otro, encargado de vigilar un solar destartalado y viviendo en una chabola, decide, con permiso del dueño del solar, plantar un huerto con el handicap que supone el plantar un huerto en pleno casco urbano y en un descampado en el que no hay agua corriente. Pronto, un montón de amigos y vecinos trabajarán codo con codo con el fin de llevar esa plantación a buen puerto. El problema es que una oficina banquera colindante, quiere hacerse con ese solar para edificar, cueste lo que cueste.
La nota romántica la pone el triangulo amoroso formado por los protagonistas, enamorados de la misma mujer, que para más inri, está casada con uno de ellos.
Un film muy agradable y dinámico cuyo mensaje positivo no deja al espectador que se desanime, pese a que, paradójicamente, el final es para nada esperanzador.
El reparto está lleno de estupendos actores; por un lado tenemos a José Sacristan (rey indiscutible de la tercera vía), Antonio Resines, Jesús Bonilla o Miguel Rellan, representando aquella etapa contemporánea a la vez que comparten plano con los veteranos Agustín González, Rafael Alonso, Rafaela Aparicio o Saza.
El director, Ángel Llorente, debutaba con este largometraje tras haber escrito los guiones de “Volver a empezar” o “El Hueso”. Su carrera como guionista y director no fue lo suficientemente fructífera y no nos dio tiempo a ver como hubiera evolucionado este señor, porque nueve años después de rodar el que es formalmente su último trabajo,  Ángel Llorente fallecía con poco más de 51 años. Una lástima.

viernes, 12 de octubre de 2018

LAMBADA, FUEGO EN EL CUERPO

Los últimos años de la Cannon ya resultaron poco menos que un despropósito. Los Go-Go Boys se habían separado y mientras que Yoran Globus seguía al pie del cañon en Cannon intentando reponerse de los batacazos que supusieron “Superman IV” y “Masters del Universo”, Menahen Golan junto a Giancarlo Paretti se ponía a cargo de aquella compañía que duró menos que un suspiro y que se llamó 21st Century y con la que iban a filmar películas sobre los personajes de Marvel. “Spider-man” y “Capitán América” eran sus principales valedores, pero mientras que “Capitán America” si llegó a rodarse (siendo una serie B en toda regla), “Spider-Man” acabó llevando a la compañía a la bancarrota y con sus derechos expirados.
El caso es que ambos, Menahen y Yoran, tenían la mentalidad mercantilística  de cuando fueron grandes en los 80, y fijándose en las tendencias urbanas que tan buenos resultados les dio en su momento filmes como “Breakdance”, ambas compañías hacen lo propio con el baile que en ese 1990 lo peta en el mundo, la Lambada.
Sin embargo, el Break Dance era un baile perteneciente a uno de los movimientos culturales emergentes en aquellos años más importantes de todos los tiempos, el Hip-Hop. Pusieron los ojos en aquel baile callejero con el que todo el mundo se volvía loco pero que además, traía consigo algo mucho más trascendente y digno, por eso generó el interés que generó. Y aquellas películas dedicadas a este baile, funcionaron. Pero la Lambada, no era más que una moda del momento. Y proveniente del Brasil, para más inri. Era de recibo, no obstante, que en las horas más bajas de la Cannon —y en las medianías de la 21st Century— se tuviera en mente explotar otro de esos bailes surgidos de las calles en el cine. Y así, topamos con este subgénero menor que viene siendo lo qué podíamos llamar “Lambada movies”, y que tuvieron su razón de ser única y exclusivamente durante el año 1990, todas fueron un fracaso, y apenas se las recuerda a día de hoy, ni tan siquiera para mofarse de ellas.
Cuando Golam y Globus se mosquearon y separaron, era la Cannon la que tenía en mente sacar una película sobre la Lambada, esta “Lambada, fuego en el cuerpo”. Rabioso,  Golam con su 21st Century, decidió ponerse manos a la obra para rodar la contrarréplica y hacer su propia película sobre la Lambada para estrenarla al mismo tiempo y si no conseguía superar la recaudación de la película de Cannon, al menos restarle espectadores en una absurda y estúpida guerra para ver quién era más cretino. Cuando logró sacar a flote a toda prisa la producción, se escribió un guion en 10 días y se contrató a un director que trabajara rápido, esto es, Greydon Clark.
Globus desde Cannon, consciente de las artimañas de su otrora socio, tomó medidas legales para que la película rival no pudiera utilizar  la palabra“Lambada”en su título ya que este tenía los derechos de la misma para usarlo en su película. Globus ganó el litigio por lo que la película de Golam pasó a llamarse “The forbidden Dance”. Sin embargo, como por otro lado si que consiguió hacerse con los derechos de la canción “Lambada” de Keoma, canción esta que popularizó el baile en todo el globo terráqueo, se las apañó para, si no podía poner la palabra “Lambada” en el título, sí poder colarla en el póster puesto que se trataba del tema central de su película, por lo que la palabra “Lambada” aparece en ese póster dos veces, una para anunciar que el tema de Keoma aparecía en la película, y otra que acompañaría al título que quedaba con “The forbidden dance” en grande, y a continuación, en más pequeñito… “Is Lambada”. Además se autoproclamó como la película original y autentica sobre la Lambada, cuando en realidad no era más que un vulgar exploit de la de Cannon.
El 16 de Abril de 1990 se estrenaron las dos películas a la vez, y como la Lambada no interesaba más que en las discotecas y en las emisoras de radio, ambas fueron un fracaso, pero hizo un poco más de dinero la original, la de Cannon, a pesar de la agresiva campaña publicitaria que tuvo la de Golam.
En España, se estrenaron ambas también, la de Golan Globus se tituló aquí “Lambada, fuego en el cuerpo” y la de Mehahen Golam, que distribuyó aquí la Columbia, se pasó por los huevos el hecho de que no pudiera llevar en su título la palabra “Lambada” y se estrenó bajo el título “Lambada, el baile prohibido”, además de presentarse en su póster, dos eslóganes: Uno decía “La original” y el otro, una frase que me fascina como es “Si es un poco más caliente, dejará de ser baile”.  Hicieron taquillas discretas, y la de Golan se estrenó como la película oficial tan solo por tener el tema de Keoma en la banda sonora consiguiendo asimismo el estatus de ser “La de verdad”, mientras que la de Cannon se quedó en un segundo plano.  El exploit conseguiría en nuestro país 290.000 espectadores mientras que la que nos ocupa, la que podemos considerar la verdadera,  tan solo 158.000. Poco después, ambas pasarían desapercibidas. De “Lambada, el baile prohibido”, ya les hablaré otro día.
“Lambada, Fuego en el cuerpo” contaba con el principal atractivo de que su guionista y director es Joel Silberg, quien ya les diera color  y forma a “Breakdance” y “Rappin’”por lo que pudiera ser que esta “Lambada, fuego en el cuerpo” tuviera su gracia. Por otro lado, uno de los protagonistas y coreógrafo es Adolfo “Shaba Doo” Quinones, quién hiciera lo propio con aquellas películas. Tan mal actor que no sabemos si su presencia es un aliciente o una desgracia.
Y como la Lambada era un baile con un fuerte componente sexual, (el equivalente actual sería “El perreo”), no se les ocurre otra cosa que hacer una película en la que un profesor de instituto de moral intachable, lleva una doble vida; por las noches, se va a la discoteca a bailar lambada consumadamente. Conoce a una mujer a sus afinidades bailongas, y además, da clases a un grupo de chavales marginales también lambaderos. Pero la cosa se complicará cuando una de sus alumnas, que está enamorada de él, descubre que por las noches baila como un loco mientras se restriega con toda suerte de latinas.
“Lambada, fuego en el cuerpo”, considerada por los estudiosos la menos mala de las dos películas americanas sobre lambada, es en realidad un truño enorme, prácticamente insoportable y de una cursilería que roza la vergüenza ajena. Nada que ustedes no se puedan imaginar, ni nada que enturbie la, sin embargo, fascinante historia que se esconde detrás de estas películas, pero me llama poderosamente la atención, que la Lambada no aparece aquí por ningún lado. Quiero decir, sí, los protagonistas bailan lambada, pero los ritmos con los que la bailan distan mucho del éxito internacional de la Lambada de Keoma. Son ritmos discotequeros con toques latinos, pero nada que ver con la mierda de la Lambada. De hecho, estas músicas molan mucho más. Más allá de eso, poco más que decir.
Está claro que Joel Silberg, perdió toda la frescura de títulos pasados y filma aquí un pastiche sin orden ni concierto, en un film concebido única y exclusivamente para sacarle unos dólares a la moda del momento. Solo se consiguió la quiebra.
Por otro lado, mientras que en la vieja España solo éramos partícipes de los dos títulos Americanos sobre Lambada, lo cierto es que el fenómeno social que supuso este baile durante 1990 fue tal que no fueron las únicas películas que se rodaron sobre tema; Anterior a estas dos, Turquía ya rodó su propia versión del baile caliente con “Lambada”, dirigida por un tal Samim Deguer, mientras que Brasil en co-producción con Italia, quizás consecuencia de las americanas, estrenaba la película de idéntico título, “Lambada” capitaneada por el director Giandomenico Curi. Un año después, también de Brasil, y sin tener mucha más originalidad, se estrenaría el tercer “Lambada” dirigida esta vez por Fábio Barreto. Daría un brazo por ver alguna de ellas.

viernes, 5 de octubre de 2018

LIGERAMENTE VIUDAS

De entre todos los trabajos alimenticios que realizó Javier Aguirre, que van desde el cine de terror a mayor gloria de Jacinto Molina, el cine infantil al servicio de Parchís,  o la comedia pura y dura  —no está nada mal para un señor que lo que le gusta hacer es cine meramente experimental, lo que el llama “anti-cine”—, de entre todos los palos que tocó durante el tardo franquismo, justo antes de la llegada del destape (al que Aguirre se acercó ya en los años 90 con la desfasadísima “El amor sí tiene cura”), si existe una película que yo utilizaría para mostrarle a un neófito lo que es la españolada, puede que, con permiso de algún landismo recalcitrante, le  hiciese ver esta “Ligeramente viudas” que probablemente se encuentra entre lo peor de su director, pero que contiene todos los clichés que ha de tener el subgénero en sí mismo. Porque tenemos un par de individuos que se dedican a ligar guiris, tenemos dos viuditas que se descocan para la ocasión, tenemos una trama de enredo que tarda en aparecer, pero que cuando lo hace, lo hace con contundencia, tenemos picardías, corsés y  todo el contenido picante que una película española podía tener en 1976, y tenemos a Saza (lo cual es un aliciente), así como un poco de sainete, otro poco de vodevil, y el heterosexual que para salvar una situación se hace pasar por mariquita. Un compendio de todo. Filmes de los sesenta pueden carecer del elemento pseudo erótico así como filmes de los setenta pueden carecer de cierta mentalidad mojigata por parte de los personajes que, sin embargo, aquí sí tienen, entonces, siendo mejor o peor película, lo que sí que es “Ligeramente viudas” es una españolada en toda regla.
Cuenta la historia de dos mujeres de personalidades opuestas que pierden a sus respectivos maridos en un accidente, así que deciden afrontar juntas su nuevo estado civil. Pasado un tiempo prudencial, decidirán  disfrutar de su recién adquirida libertad, por lo que, para divertirse, deciden cazar a un par de solteros vividores y “ligaguiris”, que para lo que ellas los quieren les sobra y les alcanza. Claro que mientras que una tan solo se quiere pegar unos revolcones, la otra anda pensando en  tener una actitud más pasiva con los hombres, lo que generará un sin fin de conflictos en lo que en realidad es una carrera sin frenos hacia las segundas nupcias.
En  realidad, nada nuevo que no se hubiera visto en pleno 1976 nos ofrece Javier Aguirre en esta cinta más allá del compendio de clichés, por otro lado tan manidos, de los que antes les hablé, pero al igual que cualquier españolada, ver esto después de la siesta en el sofá se convierte, sin duda, en una agradable y divertida experiencia, máxime si le pilla a uno con la risa tonta.
Al margen de todo esto, especialmente reseñable me  parece el momento en el que los protagonistas van al cine y entran a ver “El asesino están entre los 13”, película que unos meses antes había estrenado Aguirre. La gracia está en que entre nuestros protagonistas y dos señores que hacen las veces de acomodadores, van comentando lo que van viendo en la pantalla, acertando de pleno en las carencias de la película con sus comentarios, esto es, que si no pasa nada, que si hablan mucho, que si tarda en salir la sangre. Un ejercicio de metacine que se me antoja lo mejor de la película, y muestra la capacidad que tiene el director para reírse de sí mismo. Claro, que supongo que el hecho de odiar el cine alimenticio que hizo siempre Aguirre, ayudaría a la eficacia del gag. Vamos, que probablemente Javier Aguirre tan solo escribiera lo que pensaba sobre su anterior película mientras redactaba el guion de esta.
En los papeles estelares, Esperanza Roy, María Kosti, Paco Valladares, José Sazatornil “Saza” y Blacky.
Para echar un ratillo, alcanza de sobra.