miércoles, 29 de abril de 2020

MIS FOTOGRUMOS FAVORITOS 2 - VISITANDO EL VIDEO-CLUB (2)

Hace dos semanas gozamos de lo lindo recreándonos en un puñado de páginas de "novedades videocluberas" extraídas de añejos "Fotogrumos". Hoy les entregamos esta segunda tanda, para que sigan con el babeo y los arrebatos de nostalgia.









lunes, 27 de abril de 2020

BEASTIE BOYS STORY

“Beastie Boys Story”, dentro de lo que cabe, es uno de los esperados productos audiovisuales que se han visto afectados comercialmente por el coronavirus de los cojones que, mientras escribo esto, ahí sigue dando por el culo en este perro mundo.
Tras la muerte de Adam Yauch y la disolución de la banda, los otros dos componentes de Beastie Boys, AD Rock y Mike D, no paran quietos, si bien no haciendo música, sí haciendo actividades retrospectivas en torno a su grupo y, sobre todo, al malogrado Yauch. Hay que tener en cuenta que Adam Yauch falleció justo en un momento dulce para los Bestie en el que encabezaban los festivales más importantes del mundo y se habían trabajado un respeto en el mundo del rap en particular y de la música en general, siendo uno de los grupos más queridos de la historia. Y siempre pesumieron de, sobre todo, ser estupendos amigos durante los 40 años de vigencia del grupo. Nunca se separaron, nunca tuvieron redencillas serias. Y tras la muerte de Yauch, esa parece ser la principal actividad que Rock y D desempeñan en escenarios, el hacer ver al mundo lo amigos que eran, esta vez desde la experiencia de unos cincuentones que se preparan para la  tranquila recta final de sus vidas.
Así, lanzaron al mercado la autobiografía del grupo en un magnífico libro muy recomendable que pueden ver reseñado aquí. Más tarde, y con producción de Jonah Hill y dirección de Spike Jonze, se van de gira por varios teatros de la ciudad de Nueva York para, subidos a un escenario, prácticamente, hacer en directo un resumen del libro haciéndose acompañar de una gran pantalla por la que desfilarán toda suerte de imágenes y vídeos caseros que ilustrarán las vivencias narradas, con la ayuda del teleprócter, por Mike D y AD Rock. Entonces, “Beastie Boys Story” es la filmación del espectáculo rodada y montada de una forma muy cinematográfica y dinámica por Spike Jonze con la idea de lanzarlo el pasado Marzo en cines de todo el mundo. Primero estaba programado su estreno en el festival South By Southwest para el 16 de Marzo de 2020, pero para entonces el mundo se confinó debido a la pandemia por Covid -19 y, lógicamente, tuvieron que suspender el evento. No obstante, la película se iba a estrenar a lo grande en IMAX a partir del 3 de Abril… pero el mundo seguía confinado, por lo que se suspendió el estreno en Imax. Solo pudieron estrenarlo el pasado Viernes 24 de Abril, en streaming, dentro de la programación de la plataforma digital Apple TV.  Y ahí sí, ya se lo pudieron mostrar al mundo. De hecho, por obra y magia de los hackers informáticos, se estrenó al mismo tiempo en la plataforma digital que en las páginas de descargas ilegales, con lo que los fans, suscritos o no a esa plataforma, pudieron, verlo el mismo día del estreno.
Ver “Beastie Boys Storie” de primeras, debe ser una pasada para el fan, ya que cuenta de una manera muy fluida todo lo que es la historia de los Beastie Boys… pero se queda bastante corto. Si han leído el libro se darán cuenta de que esto no es más que un apresurado resumen de este, contado a toda velocidad, porque en dos horas no cabe más. Se podría recurrir al manido, obvio y clichoso “Era mejor el libro” porque es infinitamente mejor. Sin embargo, hay que disfrutar de todos los formatos en su justa medida, ya que “Beastie Boys Story”  cuenta con cameos de Ben Stiller o Steve Buscemi de los que no disfrutamos en el libro; vemos una serie de vídeos caseros que no podemos ver en papel y, sobre todo, somos testigos de cómo AD Rock se emociona hablando se su compañero AMC, sin poder contener las lágrimas y cediendo el testigo a su compañero Mike D, ya que él no puede continuar de la pena que tiene encima. Esas emociones, tampoco están en el libro.
Con todo, es un complemento. Habiendo consumido todos estos excelentes productos post Beastie Boys (que me han ayudado a comprender, admirar y disfrutar de una  banda de la que no era fan en absoluto), no puedo disociar el libro de la peli, ni la peli del libro. Es más, hay que leer el libro y después ver la peli. Si no, la experiencia no será completa. Lástima no poder haber visto el show en directo…
Como sea, cualquier cosa de Beastie Boys, es siempre muy recomendable.

sábado, 25 de abril de 2020

THE BONEYARD

Dos niños asesinados durante un ritual de magia negra china son llevados al laboratorio del forense. Hasta allí acuden los policías que investigan el caso y una psíquica a la que ha costado mazo arrancar del sillón. Como no podía ser de otra manera, los críos volverán de la muerte y comenzarán a comerse al personal. Aquellos que sobrevivan a este primer ataque, tendrán que ingeniárselas para escapar y, si es posible, acabar con los monstruos que, además, tienen el poder de hacer mutar a todo aquel incauto que devore su podrida carne, ya sea por accidente o de forma voluntaria.
Llevaba tiempo oyendo hablar de "The Boneyard", el debut en la dirección -y guion- el año 1991 de un entonces ya veterano técnico de efectos especiales, James Cummins, fallecido en 2010 a la aún temprana edad de 51 años. No había tenido la oportunidad de deglutirla, pero esos constantes rumores de que era "algo especial" me empujaron a proceder en cuanto se me presentó la oportunidad. Y entonces comprendí. 
No es que "The Boneyard" sea algo así como una joya perdida, o una obra maestra lista por descubrir, ni mucho menos, pero sí es cierto que se trata de un producto que, teniendo en cuenta su muy modesta posición y condición, no está del todo mal. Aporta algunas buenas ideas y momentos inspirados en lo que se refiere al apartado efectos especiales, que para algo era la especialidad de su director (y para algo es aquello a lo que todo el mundo hace mención cuando hablan de ella). Por ejemplo, los mismos niños zombie de rasgos asiáticos están un rato guapos, son bastante convincentes y gastan un "look" considerablemente terrorífico. Y luego las grotescas y caricaturescas mutaciones que sufren algunos personajes, entre los que se encuentra, como podemos ver en el cartel, un perro. Molan, sí, pero reconozco que me jodieron un poco la película, porque hasta ese momento, y con todas sus carencias, "The Boneyard" parecía ir "en serio", procurando otorgar al conjunto una atmósfera macabra. Centrándose en unos protagonistas no especialmente desdeñables (es un plus que la heroína de la función sea una mujer de mediana edad, obesa y no especialmente atractiva, cosa que rompe con los habituales clichés. Atención a la potente secuencia en la que sufre una visión donde un niño zombie se le aproxima lentamente... no para matarla, sino abrazarla). La aparición de las mentadas criaturas trae consigo el exceso y cierto cachondeo, arrasando por completo con el tono hasta entonces sobrio de la función, cosa que, siendo una pena, tampoco aniquila la sensación tirando a positiva que nos deja el visionado de esta película de naturaleza "majil" (por maja).

viernes, 24 de abril de 2020

HOUSE PARTY 2

Inmediatamente después de que “House Party” supusiera un éxito, la New Line perpetró deprisa y corriendo una secuela.
Reginald Hudlin, director de la primera película y creador del concepto —que en cierto modo, “House Party”, es una película de autor— ya estaba a otras cosas y rehusó el hacer una nueva comedia para lucimiento de Kid –N-Play. Él ya había hecho su película sobre fiestas caseras y  ya estaba con la preproducción de su film de estudio con Eddie Murphy, “Boomerang, el príncipe de las mujeres”, por lo que  la  película quedó en manos de los productores George Jackson y Doug Mc Henry (productores de las más populares películas hiphoperas. Han puesto pasta en “Krush Groove”, “Tres gordos y un millonario” o “New Jack City”), que con mucha experiencia en películas de negratas, sin embargo, era la primera vez que se ponían detrás de las cámaras. Para hacer su aparición más enrollada, y por si la cosa colaba y podían seguir explotando en filón posteriormente, decidieron firmar la película con sus nombres de pila, quedando una cosa desenfadada y pizpireta; “Una película de Doug & George”.
“House Party 2” comienza justo un tiempo después de donde acabó la primera entrega y tenemos un conflicto entre Kid-N-Play, porque el primero va a ir a la universidad, como le prometió a su padre ya fallecido (se mató al personaje tras morir el actor que lo interpretaba, Robin Harris) y el segundo está resentido porque están a punto de firmar un contrato discográfico con una compañía que les llevará al estrellato y Kid no va a firmarlo. La cosa se complica cuando el primero pierde el cheque con el dinero de la matricula en el coche de Play y, este, utiliza ese dinero como adelanto de la grabación de su LP en solitario, con tan mala suerte que resulta que los de la discográfica son en realidad timadores de tres al cuarto y les tangan el dinero. Tras resolver sus rencillas por este incidente, Kid –N-Play decidirán que la mejor forma de conseguir el dinero que Kid necesita para pagar su matricula, es organizando una gran fiesta en el campus, por lo que organizarán una gran fiesta de pijamas.
Con la fiesta que da título a la película como elemento secundario de la trama, “House Party 2” lo que hace es cambiar el entorno donde suceden los acontecimientos y repetir los gags que funcionaron en la primer película. También potencia la presencia de artistas de la música negra, por lo que introduce nuevas actuaciones dentro de la fiesta de gente como Toni, Tony, Tonë,  o tiene papeles secundarios para rappers como puedan ser Queen Latifah (quien luego desarrollaría una fructífera carrera en el cine) o Kamron (rapero blanco de un grupo súper odiado por los puristas llamado Young Black Teenagers, y es que, siendo un grupo de blancos, chocó un poco que en su nombre usaran la palabra “Black”), que además le darán variedad a la parte musical. Por lo demás, repite la mayoría del elenco de la primera película, incluido Martin Lawrence que ya era un personaje muy, muy popular gracias a su serie televisiva.
“House Party 2” no funciona a ninguno de los niveles. Cuando se repite un gag de la primera la cosa está tan forzada que da cierta grima, y el resto de comedia apenas si logra hacernos esbozar una sonrisilla. En resumidas cuentas, es un rollo macabeo, muy inferior a la, ya discretita, primera parte que, aunque el fin de semana de su estreno se posicionó en el número uno de la taquilla, poco a poco se fue desinflando hasta desaparecer de la cartelera. A España ya llegó directamente en vídeo.
Como anécdota decir que, Roger Ebert, defensor a ultranza de la primer parte, dijo que esta no es más que una película de Pat Boone, pero sustituyendo sus trajes blancos por gente negra ¡Te cagas! No obstante, añade que, como sea, tampoco es una mierda de película. A mí “House Party 2”, me parece lo peor de lo peor. Pero tiene su aquél, aunque sólo sea por mala.

lunes, 20 de abril de 2020

4 LOCOS BUSCAN MANICOMIO

Rafael Gordon, director, podríamos decir, independiente, ha desempeñado una carrera siempre amparado bajo su propia productora con la que ha realizado numerosos cortometrajes además de sus largos de corte histórico (“La Reina Isabel en persona” o “Teresa, Teresa”), que ha llevado a cabo sin recibir ni una sola subvención por parte de ninguna institución gubernamental, con la excepción de su documental sobre Ouka Lele, por el cual si la recibió. Y ha compaginado sus labores de dirección con las de guia turístico  o asesor cinematográfico en Antena 3. Si revisamos su filmografía podemos decir, sin despeinarnos, que nos encontramos ante un autor, a priori, formal, serio e incluso aburrido. Sin embargo, no todo en su carrera es tan sobrio como estas películas ya que es el autor de una de las comedias españolas más desmadradas de cuantas se hicieron en los 80. En ese sentido, sus primeros pinitos para la gran pantalla no pudieron ser más afortunados, ya que esta “Cuatro locos buscan manicomio”, bien podría ser un equivalente a los “chistes de locos”. ¿Ustedes han escuchado chistes sobre locos? Esta película es exactamente eso. Y es que este film, accidentalmente, incluso podría pecar de experimental en tanto a que no tiene un argumento definido. La cosa va de cuatro locos (loquísimos) que se escapan de un manicomio. Eso sucede durante los primeros cinco minutos de metraje y, a partir de ahí, tan solo una sucesión de secuencias cómicas. Sin más. Todo muy a saco y con un gran predominio del slapstick. Así, los títulos de crédito serían una serie de dibujos tipo cómic de Bruguera, con letreros que incluyen faltas de ortografía (impagable ver en el reparto a Bigote Arrocef… si, si… Arrocef, terminado en F), que dan paso  a una secuencia inicial en la que vemos una especie de hotel-residencia que hace ver que es un manicomio, y que, no necesita más atrezzo que un cartelón pintado a mano donde reza “clínica psiquiátrica”. Todo muy precario y zetoso. Pronto entrará en cuadro un Paco Cecilio con la energía de un “Looney Toone”. A partir de ahí, ya solo irá en aumento la locura a una velocidad de vértigo, y ya todo serán persecuciones, caídas y chistes malos sin descanso. No se trata de una película buena en absoluto, pero es imposible aburrirse porque dentro de que en la misma no pasa nada destacable, pasan muchísimas cosas. Y cuando termina uno se queda con buen sabor de boca, entre otras cosas porque  tiene la sensación de haber visionado una película extraña de cojones. Blanca hasta la extenuación (en una época en la que lo que predominaba era el destape), una fotografía alegre con muchos y vistosos colores, y un ir y venir de los personajes a ningún sitio, convierten a esta película en una rara avis. El cómo los cuatro locos del título hacen trampa para ganar al bingo, es tan hilarante como cutre y el espectador se descubre a sí mismo esbozando una gran sonrisa.
Lo bueno también es que todo es barato, rodado con lo puesto, es como una película casera rodada en 35 mm. y, en definitiva algo que llama poderosamente la atención. Desde luego, una de las muestras más curiosas de la serie Z española.
Con todo, la película asimismo tiene fama de maldita. Se ve que una vez rodada, la distribución de la misma es pauperrima, casi inexistente y pese a que se editó en vídeo —de manera también muy precaria— y se ha pasado en alguna televisión autonómica a horarios intempestivos, no la ha visto casi nadie. Por suerte, rula por la red un ripeo de la película para que eso se solucione.
No me malinterpreten, “Cuatro locos buscan manicomio” es una película espantosa… pero dentro de lo chunga que es ¡mola mucho!
En el reparto, junto a Paco Cecilio (mira que me cae mal este actor) tenemos a Silvia Aguilar, Jenny Llada (vestidas…), Tom Hernández, Blaki, Aldo Sambrell y Bigote Arrocet… perdón, ArroceF, cada cual más loco y enfebrecido.
Hay que echarle un ojillo.

domingo, 19 de abril de 2020

VEROTIKA

Como consumidor de punk rock que soy, debo confesar que los "Misfits" nunca me han flipado demasiado. Sí, tienen canciones buenas y disfrutables, sin duda, pero jamás despertaron en mí ese fanatismo que provocan en algunos aficionados. Y tampoco me caían demasiado bien. Siempre asocié el punk al chaval marginado de la clase, víctima de los abusos de los matones de rigor o, como los presentan en las películas yankis, los guaperas, mazas y dedicados en cuerpo y alma a triunfar en el fútbol americano. Pues resulta que los "Misfits", con sus músculos, sus mandíbulas prominentes y su pose chuloputesca, me recordaban más a los abusones que a los marginados. Digamos que les veía encajar mejor en el metal. Por eso no me pareció raro que el líder, Glenn Danzig, decidiera decantarse por esa clase de sonido cuando abandonó su faceta punkera. El primer disco resultante no estaba mal -sobre todo la canción "Mother"- pero tampoco deslumbraba. 
Por todo ello, por su indudable vinculación con el cine de terror (seguramente los "Misfits" no fuesen los creadores del "horror-punk" -siempre hay alguien antes-, pero sí los que le dieron más cancha) y todo lo oscuro y macabro (especialmente en lo que respecta a la carrera metalera de Danzig, no olvidemos que eran el grupo favorito de "Máquina" en "Asesinato en 8mm"), me parecía harto curioso que el musician se lanzara a escribir y dirigir su primer largometraje. "Verotika" fue el resultado, una peli episódica basada en una serie de comics que él mismo había apadrinado y guionizado ocasionalmente. Luego, con la llegada de las primeras impresiones, comenzó a correr el rumor de que la peli era tan ridícula y patética que algunos no dudaron en calificarla como el nuevo "The Room". O el "The Room" del terror. Eso aún añadió más leña al fuego. Me moría por verla.
Verotika es como se llama nuestra "host" y la que nos contará tres historias. La primera gira en torno a una horrible modelo recauchutada (esa boca de pato resultado del exceso de botox) y con ojos en lugar de pezones que, cuando se duerme, confiere vida a una araña antropomorfa a la que le encanta romper el cuello a mujeres guapas (tiene seis brazos, pero solo usa / mueve dos). La siguiente va sobre una stripper con la cara quemada que asesina a otras churris y les arranca la piel de sus rostros. Y la que hace tres, aquella a la que se ha dedicado más medios, mimo y efectos especiales (hasta su llegada, el gore ha sido escaso y funcional). Da la impresión de que esta sería el verdadero gen de la película, y que las otras se hicieron para alcanzar la duración de largometraje. Está ambientada en la edad media y se limita a mostrar las sangrientas correrías de una especie de Condesa Báthory de chichinabo. Tanto esta como la historia previa van ausentes de un desenlace propiamente dicho. También es la más lentorra, aquella que se recrea en incontables momentos muertos, especialmente cuando la Condesa dedica un minuto eterno a hacer toda suerte de cucamonas delante del espejo. Es el único episodio en el que veremos dos rostros medianamente reconocibles, los de Caroline Williams de "Masacre en Texas 2" y Kansas Bowling, una actriz y directora "hipster" la mar de mona -enseña cacho en la peli- que es la sensación ahora mismo entre los de su especie (ya saben, haga lo que haga, por mierdoso que sea, recibirá aplausos y vítores... ¿sería lo mismo tratándose de un gordo purulento?). Eso sí, no sabe hacerse la muerta debidamente.
¿Pero es "Verotika" una peli genuinamente mala pero divertida? Pues no. Es una peli, simplemente, mala. Muy mala. Y te ríes lo menos, en un par o tres de escenas supuestamente dramáticas. Lo que de verdad hace la jodida es aburrirte desesperadamente. E irritarte con esas pretensiones -artísticas- de ser algo más que una olvidable serie Z, una "backyard movie", inspirada en el euro horror setentero. Jean Rollin, Dario Argento o incluso Jesús Franco son algunos de los nombres que te vienen a la mente mientras la sufres. Todos ellos pasados por el tamiz de Andy Milligan, uno de esos "auteurs" del trash que, a pesar de sus muchas incapacidades, disponían de un estilo propio y reconocible, haciendo de ellos algo más que meros artesanos. Añadamos al puré unos actores temibles, que a la hora de soltar muchos de los anodinos e innecesarios diálogos se lo toman con calma, alargándolos a base de estirar las palabras y sumar incómodos silencios. Estéticamente la peli tira de colorines y tal, pero su fotografía digital, fría y excesivamente clara, le da un rollo artificial como de vídeo de karaoke o peli pajillera de "Playboy".
Que James Cullen Bressack ande produciendo, explicaría muchas cosas. Y ninguna buena.
Por todo ello, Glenn Danzig se erige como una especie de versión ultra-trash de Rob Zombie. Y su peli de debut en una cosa tosca, mal parida y zopenca. Pero con un "je ne sais quoi" que la hace resaltar, ni que sea milímetros, por encima de toda esa basura habitual / general incapaz de dejarte la mínima huella. Y supongo que eso es suficiente motivo para que curiosos y enfermos le demos una oportunidad. 
Pero solo una.

sábado, 18 de abril de 2020

TRICK

Hay una escena en "Trick" que dice mucho de sí misma. Es la noche de Halloween. En la iglesia del pueblo, y como parte de una maratón de películas de terror, se ha montado un cine donde proyectan "La noche de los muertos vivientes" original. Entre el público están los gamberros autóctonos. En un momento dado, el cabecilla califica al clásico de George A. Romero de "aburrido" y "pedazo de mierda". Es uno de los personajes negativos del film que estamos deglutiendo, por lo que entendemos que le están mostrando como un paleto sin gusto ni sensibilidad. Sacamos la conclusión de que a alguien como él deben molarle más esas pelis de terror tan modernas en las que todo va a mil por hora, en una sucesión continua de efectistas estallidos de imágenes violentas, música a todo volumen, sustos estridentes y cero atmósfera/suspense. Dicho de otro modo, es el público ideal para el mismo tipo de peli que le está asestando una colleja, es decir, "Trick". Con todo lo expuesto, ni defiendo "La noche de los muertos vivientes", porque sí, es un coñazo (aunque tampoco la calificaría de pedazo de mierda) ni ataco al film reseñado, como verán a continuación. Únicamente expongo los hechos.
Halloween del 2015. En plena fiesta, un chaval enmascarado (y con la cara pintada debajo), pilla un cuchillo y, sin comerlo ni beberlo, mata a unos cuantos de los presentes. Resulta que se llama Patrick, pero le llaman Trick (por lo de "trick or treat", "truco o trato", muy ingenioso detalle). Es detenido y llevado a un hospital, donde el policía encargado del caso se dispone a interrogarle. Sin embargo, el asesino consigue no solo escapar, también sobrevivir a unos cuantos disparos y una caída de seis pisos. Luego, desaparece. Un año después, en otra fiesta de Halloween de un pueblo distinto, se producen otra serie de crímenes muy parecidos a los que Trick acometió 360 días antes. Y el año siguiente, vuelve a pasar lo mismo. ¿Son todos obra del mismo psycho-killer supuestamente inmortal?. Uno que no tardará nada en reaparecer dispuesto a liarla parda durante el nuevo Halloween, para mayor desesperación del policía que le lleva persiguiendo obsesivamente desde que se le escurriera entre los dedos.
Cosas buenas a decir de "Trick": Que siendo un "slasher", ni aburre -como decía al principio, va a toda pastilla desde el minuto uno. Y no descansa hasta que aterrizamos en el desenlace- ni abusa de homenajes y guiños. Alguno hay (como la presencia de Jamie Kennedy, que salía en los "Scream" de Wes Craven, o la del gran gran Tom Atkins). Incluso por ahí aparece un pseudo-"Leatherface". Pero son pocos, no demasiado evidentes y tampoco molestan. Los asumes como algo que "tiene que estar", más situando la acción en la noche de Halloween. "Trick" no es retro, para nada, y esto está bien. Además de ciertas dosis de gore, sin llegar a resultar excesivas.
Cosas malas: Por supuesto, la falta de ideas medianamente originales. Pero no creo que ni las esperemos, ni sus responsables pretendan aportarlas. Saben perfectamente en qué liga juegan. Estos no son otros que Patrick Lussier, director de "San Valentín sangriento 3D", "Furia Ciega", "White noise 2: La luz" y "Drácula 2001" y Todd Farmer en funciones de guionista (a quien debemos los libretos de varios de los títulos mentados y, por supuesto, "Jason X"). Ambos, expertos en el tipo que producto que finalmente termina siendo "Trick", uno más bien convencional que ni gusta ni disgusta. Que pasará inadvertido, que nadie recordará dentro de unos años, pero que funciona en su condición de entretenimiento tontaina para la noche del Sábado. Ustedes deciden si eso es bueno o malo.

viernes, 17 de abril de 2020

EL BOMBAZO

Freddy el Bombazo es uno de esos freaks mediáticos proveniente de Tenerife, cuya popularidad podría haber trascendido a toda la península de no ser porque, cuando Javier Cárdenas le ofreció hacer una entrevista para “Crónicas Marcianas”, este se negó en rotundo, siendo finalmente un freak local cuya fama queda confinada a las Islas Canarias y, más concretamente, a la zona de Tenerife. Freddy, no quiso participar en aquél circo.
Su gracia como freak radicaba simplemente en que rapeaba. Nada más. Un deficiente mental que rapea. Obviamente, las limitaciones de este al ejecutar sus raps provocaban la mofa del posible espectador, por eso, los canales locales de la televisión tinerfeña, viendo un filón en el muchacho, produjeron el vídeoclip de una canción de Freddy —sobre una base instrumental robada a 50 Cent— en el que se paseaba por la playa rapeando acompañado de jovencitas que bailaban a su son, mientras los realizadores nos deleitaban con primeros planos de la boca de Freddy llena de voceras. El vídeo se hizo viral y Freddy se hizo famoso en las Islas (ver vídeoclip en cuestión).
Unos años después de aquello llega “El Bombazo”,  una de esas películas amateur con pretensiones de película “de verdad” que, contando con un ínfimo presupuesto, se inspira en este personaje.
Cuenta su director  Raúl Jiménez Pastor que tuvo la oportunidad de conocer a Freddy y que conectó enseguida con el chaval. Y en un alarde de repugnante moralina barata,  le aconsejó a Freddy que dejara de hacer esas cosas que hacía, ya que la gente se reía de él, consejo este al que Freddy hizo caso omiso respondiéndole que él se sentía bien haciendo lo que hacía. Vamos, que se metiera en sus asuntos.
Por lo que fuera, Jiménez Pastor sintió la simpatía suficiente como para convertir a este personaje en el motor de su película, una película que peca de paternalista, intencionadamente cargada de buenas intenciones pero que, como toda película amateur con aspiraciones a recibir tratamiento de película profesional, se queda en una anécdota, en una cagarrutilla de rata en el cepo.
Por descontado,  la película está rodada en irritante HD de ese que los no profesionales usan en sus intentos de cine, etalonada con filtros horribles y de tonos sepiaceos para camuflar el vídeo y que este se parezca lo máximo posible al celuloide, amén de contar con una edición de sonido incompetente que se hace notar, sobre todo, en exteriores. Entre esto y el fuerte acento de muchos de los actores, hay que hacer un esfuerzo para escuchar bien la película. Cuando un amateur hace una película de esta guisa, para justificar todas esas carencias les gusta llamarlo “cine independiente”, en lugar de reconocer de que se trata de una película hecha por aficionados. Da lo mismo todo esto porque luego estas películas se proyectan en centros culturales y, al final de su existencia, tan solo las hemos visto cuatro curiosos o los que, zapeando, la pillaron en el canal local de turno donde se programase.
Sin embargo, y dentro de lo mucho que detesto este tipo de medianías, “El Bombazo” tiene su gracia. El hacer una especie de biopic de uno de estos freaks, me parece una idea cojonuda y, al final, ves la película con interés porque te preguntas cuanto de verdad y de mentira hay en lo que te están contando. Además, “El Bombazo”, a pesar de todo, al ser una comedieta más o menos ligera, cuando está acabando, el espectador repara en que ha pasado el ratillo. Vamos, que consigue la difícil misión de estar entretenida.
Por otro lado hay que tener en cuenta que el director quería que el protagonista fuera el auténtico Freddy el Bombazo, pero al hacerle una prueba se dio cuenta de que el chaval no podía llevar todo el peso de la película debido a sus incapacidades para la interpretación y, finalmente, contrató a un actor profesional, pero se le ocurrió, asimismo, incluir al verdadero Freddy en algunas secuencias, como una especie de alter ego del protagonista. Y tiene líneas de texto. Y no lo hace tan mal, la verdad. Si hubiera tirado para adelante con el verdadero Freddy, cuanto hubiera mejorado su película… Pero me temo que Jiménez Pastor se toma demasiado en serio como para cometer tal osadía y prefiere quitarle el protagonismo al muchacho para dárselo a un actor del montón al que, para que se parezca un mínimo a Freddy, le planta una peluca terrible que canta por soleares. Qué paradoja.
Así, en el argumento tenemos a este Freddy, que se gana la vida alquilando habitaciones de su casa y haciendo las veces de asistente social para un discapacitado, cuando a su vida llega una especie de perroflauta que le alquila una habitación y que, proveniente de la península, decide buscar trabajo en la isla. Por otro lado, tenemos a un individuo que, en  su afán por transportar un alijo de cocaína, embaucará a Freddy para que lo transporte él, con tan mala suerte que es detenido con el género en su furgoneta,  e ingresado en prisión. El cómo el perroflauta se las ingeniará para conseguir trabajo y el proceso de demostración de inocencia por parte de Freddy y sus allegados, componen el resto de la película.
Sin más, se deja ver. La comedia voluntaria es agradable, a veces incluso funciona, y la involuntaria vendría por parte de algunos de sus actores que son para echarlos de comer aparte; El que hace de perroflauta, el actor Tony Masip, de tanto querer vocalizar más bien parece que se estuviera recuperando de un ictus. En una escena en la que, para camelarse a una empleada de una tienda de telefonía móvil con el fin de que esta le facilite un encuentro con su jefe para una entrevista, le suelta: “Si Cristóbal Colón te viera, diría ¡Santa María, que pinta tiene esta niña!”, causa en el espectador la más feroz de las vergüenzas ajenas. Pero esto no es malo, provoca hilaridad, por otro lado. Entonces, no pasa nada por echarle un visionado a la película. Eso sí, cada cinco minutos le entran a uno ganas de darle al stop, por culpa de una banda sonora que no para de sonar, compuesta en su totalidad por el grupo OnoFreeFadar, una formación de Ska, que estaría bien (se trata de buenos músicos), de no ser porque el vocalista principal resulta de lo más irritante con esos tonos aflamencados que se suelta al cantar, y esas letras de temática neo-hippie con todos los clichés del género que les hace ser un estereotipo. No hay quien lo soporte. Puede que esto sea una cuestión de gustos personales, pero, al margen de eso, es que no paran de sonar. Incluso, suenan canciones con letra en escenas de diálogo, lo que hace que no te enteres ni de una cosa, ni de la otra. Terrible. También, OnoFreeFadar, aparecen en la película durante los créditos, y dando cobertura musical al rap final de Freddy al que acompañan con los instrumentos. Saquen sus conclusiones.
Por lo demás, como les digo, con sus más y sus menos, está bien que Freddy el Bombazo, genere una película en su honor, porque al final el resultado es tan outsider como el personaje en el que se inspira, que eso es lo bueno, no el querer colocarse una medallita lanzando un mensaje de integración social, que es lo que la película, desde el minuto uno, pretende.
Como anécdota, finalizaré diciendo que el actor Tony Masip, acudió en calidad de concursante al programa concurso ese tan desagradable que presenta el insufrible Arturo Valls y, con el fin de hacer promo, se le ocurrió decir que con el dinero que sacara procuraría una distribución a la película. El nivel de condescendencia por parte de Valls y del programa en general, rozaba lo patético. Y el pobre Masip, haciendo lo que podía.

miércoles, 15 de abril de 2020

MIS FOTOGRUMOS FAVORITOS 2 - VISITANDO EL VIDEO-CLUB (1)

Si había algo que me flipaba de ojear los "Fotogrumos", editados durante los años ochenta, eran las páginas destinadas a publicitar nuevos lanzamientos formato vídeo. Caratulas y más caratulas apoltronadas en espacios reducidos que estimulaban tus sentidos. Siempre localizabas la rareza que te tenía loco durante un tiempo (ya saben, entonces no existía manera humana de informarse respecto a las películas de procedencia más oscura) y buscabas por todos los video-clubs del barrio, y alrededores, hasta que dabas con ella, la veías y... solías acabar profundamente decepcionado. Claro que no siempre aparecían, tras buscar y buscar aceptabas que iban a ser un enigma el resto de tus días... o hasta que, varios años después, surgieron nuevas herramientas que te daban rápido acceso a ellas para, seguidamente, echar de menos los tiempos en los que seguían siendo enigmáticas.
Al disponer de un buen porrón de estas páginas en nuestros archivos, he decidido dividir en dos las entradas. Ahí va la primera de ellas, espero que la disfruten y la nostalgia les azote con cariño y de manera saludable.









martes, 14 de abril de 2020

BLOOD AND FLESH: THE REEL LIFE AND GHASTLY DEATH OF AL ADAMSON

Al Adamson forma parte de esa ralea de "auteurs" surgidos del "exploitation" y el "trash" más visceral donde también encontramos a peña como Ted V. Mikels, Andy Milligan, Herschell Gordon Lewis, Jerry Warren, Ray Dennis Steckler, Edward D. Wood Jr., Doris Wishman, etc, etc. Algunos mejores / más carismáticos que otros pero, en esencia, todos cacota. En mi juventud andaba loco por ellos, leía y leía sin descanso sobre sus hazañas en las páginas del "Fangoria" yanki (con ayuda del respectivo diccionario) y me fascinaban. Luego, pasaba lo que pasaba. Localizabas una de sus películas, la deglutías con fervor y... ¡hostión al canto! El consiguiente dolor variaba en función de la incapacidad del cineasta. Con Adamson puedo decir que la contusión fue mayor que con ninguno. Cercana a la muerte total (en otros casos me resistía a aceptarlo. Llegué a mosquearme con un amigo que, tras ver el pase  de "Las extrañas criaturas" de Steckler en "Noche de lobos", dijo pestes de ella. ¡Iluso de mí!). Y eso ocurrió el día que, entusiasmado y tembloroso, alquilé "Sangre en el castillo de Drácula". Un pestiñazo sin redención. Al cabo de unos años, alguien tuvo la idea de editar en dvd varias pelis del amigo Al, o fue obligado por los extraños designios de la distribución. Entre ellas, la más mítica del pack, "Drácula contra Frankenstein". Aunque dolido y desconfiado, decidí darle una segunda oportunidad. En balde, seguían siendo mierda, sin la más mínima gracia o soterrado encanto. Y así ha sido siempre para mí con respecto al patillero Adamson. Pero ya saben que, en lo que respecta al 99% de los cineastas zetosos, y sus toscas producciones, suele ser más interesante el concepto, lo que hay detrás. Esa es la razón de que todos los documentales -y biopics- que se les dedican sean tan disfrutables. Incluido "Blood & Flesh: The Reel Life & Ghastly Death of Al Adamson", aunque con leves reservas.
Lo que hace destacar a Al Adamson sobre todos sus coetáneos es que sufrió una muerte horrible. Fue asesinado y enterrado bajo cemento. Tal es el peso de semejante material que el documental se ve obligado -lógicamente- a dedicarle una generosa porción. Podríamos decir que se divide en dos documentales muy distintos. El primero se centra en los orígenes de la carrera de Adamson y su posterior desarrollo a base de mogollón de imágenes, fotos y carteles -muy en la línea de cómo se hacen hoy día, dinámicos y alegres-. Se disfruta mucho e incluso te ríes con algunas anécdotas (especialmente aquellas que hacen referencia a J.Carrol Naish). Pero luego toca la segunda parte, totalmente volcada en el asesinato, narrado con todo lujo de detalles, como si fuese un programa de esos dedicados a temas escabrosos que echan a las tantas. Y aunque está interesante, corta mucho el rollo y se hace algo pesado. Tal vez habría molado más equilibrar ambas partes. Por separado funcionarían cojonudamente, pero pegadas se anulan un poco mutuamente. Lástima.
Con todo, "Blood & Flesh: The Reel Life & Ghastly Death of Al Adamson" termina siendo bastante gozable. Y ayudan a ello presencias tan curiosas y entrañables como las de Sam Sherman, Fred Olen Ray, John "Bud" Cardos, Russ Tamblyn, Greydon Clark, Gary Graver, Worth Keeter y aficionados / fanzineros ilustres como Tim Ferrante, Chris "Temple of Schlock" Poggiali y Michael J. "Psychotronic Video" Weldon.
A David Gregory, director, debemos alguna ficción puntual (formó parte del clan que firma "The Theatre Bizarre") y, sobre todo, muuuucho material documental de entre el que sobresale "Lost Soul: El viaje maldito de Richard Stanley a la isla del Dr. Moreau", que sin ser nada del otro jueves se deja ver.

lunes, 13 de abril de 2020

SEX AND THE COLLEGE GIRL

Curiosa  e ignota película adscrita a las “beach movies” cuyo valor radica en el tratamiento que se le dio a la misma por parte de los distribuidores en el momento que se estrenó.
También conocida como “The Fun Lovers”, se trata de una pequeña película de bajo presupuesto inspirara en la novela de Helen Gurley Brown, “Sex and the single girl”. Curiosamente ese mismo año, y amparada bajo Warner Brothers, se estrenó la película “La pícara soltera” con Tony Curtis y Natalie Wood, que fue todo un éxito y que se inspira en la misma novela que nos ocupa. Lógicamente, “Sex and the college girl”, que con variantes cuenta prácticamente lo mismo que “La pícara soltera”, rápidamente se vio apartada de los canales de distribución incapaz de pelear con el gigante de Warner, por lo que, rodada en 1964, la película se quedó en las latas, reposando en algún mugriento almacén.
Sin embargo con el auge del exploitation y de los drive-in, fueron muchos los distribuidores que compraron películas que no llegaron a estrenarse en su momento, por lo que en 1970, seis años después de su rodaje, fue comprada con intención de estrenarse en autocines. Lógicamente, estamos ante una película blanca, blanquísima, aunque su título sugiera lo contrario, por lo que se le hizo un lavado de cara con el póster para hacerla comercial y que el público pensara que iba a ver, por lo menos, un porno soft, con esa muchacha sacando levemente la lengua en actitud concupiscente. Nada más lejos, eso ni tan siquiera aparece en la película, ya que “Sex and the college girl” aunque sugiere relaciones sexuales entre sus protagonistas —nos muestran a un par de jóvenes entrando en una habitación y cerrando la puerta para que el resto lo ponga la imaginación— no hay ni una sola secuencia en la misma que pueda despertar la lívido del espectador. De hecho, la película es bastante insustancial y banal en tanto que cuenta como un par de vividores de vacaciones en un resort en Puerto Rico, se dedican a ligar con señoritas universitarias que también pululan por allí. Uno es más ligón y al otro le cuesta más, y llegan a saltar las tensiones entre ellos. Y nada más, la película, básicamente, se compone de conversaciones entre los personajes en las que hablan de lo bien que le fue con tal o cual chica la noche anterior. Todo muy aséptico, muy para todos los públicos y muy de los sesenta.
La película es entretenida y amable, cuenta con un par de numeritos musicales lounge que son maravillosos, pero en realidad se queda a varios kilómetros de ser una buena película, es más bien tirando a mala, pero no tanto como para que treinta años después, en plenos 90, una colección de películas en VHS la incluyera dentro de un pack con “las películas más sórdidas de la historia del cine”.  Yo creo que es una película muy en la línea de las que hizo Elvis Presley, pero con un poquito más de gracia.
Otra de las cosas por las que destaca la película, es por tratarse de la primera en la que aparece Charles Grodin en un rol protagonista, ya con la cara de perro que le caracteriza y con esa vis cómica innata que arrastra consigo con solo poner cara de asco. Está muy bien Grodin, como siempre.
Dirige la cosa Joseph Adler quien después de esta, sí que se dedicaría al cine exploit con mentalidad exploit (que esta no la tenía…) dirigiendo títulos como “Scream, baby, scream” con guion de Larry Cohen y que más tarde distribuiría la Troma o “Convention girls” ya en los 70. Después se retiraría de la dirección cinematográfica para volver en los 90 con una última película titulada “Doubles” que adaptaba una obra de teatro de Broadway y que pasó totalmente inadvertida.
Muy curiosa “Sex and the college girl” y muy curioso Joseph Adler.

sábado, 11 de abril de 2020

WEREWOLF BITCHES FROM OUTER SPACE

De Reverend Jen ya hemos hablado en el pasado. Fue la mano derecha de Nick Zedd en la confección de títulos del supuesto underground neoyorquino como "Lord of the Cockrings" o "The Adventures of Electra Elf", aunque con el tiempo se haya apropiado de la autoría de esos trabajos. Justamente, Zedd es uno de los firmantes, o "directores invitados", de "Werewolf bitches from outer space", largometraje que Doña Jen tardó tres años en completar. ¿Por qué? Pues, aparte de las lógicas complicaciones logísticas, debemos tener en cuenta los novios con los que compartía facturación y con los que acabó cortando antes de finiquitar el mamotreto. Como Courtney Fathom Sell, uno de esos personajes que lo mismo un día es el rey del trash como al siguiente un artista de lo más sensible, según hacia donde sople el viento. Fue coautor de "Werewolf bitches from outer space", hasta que se picó con la Jen y pasó a formar parte de los directores invitados. Así las cosas, la muchacha, que firma el libreto de la empresa, decide pedir ayuda a Dylan Mars Greenberg, curioso individuo surgido de la factoría Troma (pueden verle como actor en algunos productos recientes de la casa), amiguísimo de Lloyd Kaufman (quien se marca un papelito en "Werewolf Bitches...") y con tendencia a escudarse tras la imagen de un "enfant terrible" adicto a grabar vídeo mediante interminables largometrajes delirantes -aunque con cierto poso "arty"- a base de improvisación. Juntos pusieron punto y final a un proyecto apoyado en una trama tan fina como tópica e inimaginativa: Unas mujeres lobo del espacio exterior (concretamente de Urano) llegan a la tierra dispuestas a masacrar a todo aquello que consideran seres despreciables, es decir: machistas, artistas pretenciosos, ejecutivos de grandes empresas, fanáticos religiosos, pijas adictas a las compras, homófobos, hombres que no comen el coño, etc. El peso feminoide / pro-gay / multi-pc del invento es notorio, así que ya saben por donde van los tiros. Una colección de gags/escenas sin ton ni son que dura menos de 80 minutos, pero podría haberse prolongado tranquilamente a 120 o 180 (táctica habitual de Greenberg).
Lo interesante de "Werewolf Bitches from outer Space" es el cómo está concebida. Grabada en vídeo (con una cámara a la que nadie ha limpiado el objetivo en meses, o eso parece), cruda hasta la médula, desvergonzadamente y orgullosamente amateur (lejos de un "quiero y no puedo", pero también de esa búsqueda momentánea de lo cutre como parte del chiste referencial) y haciendo gala de un "estilo de guerrilla" abracadabrante. Vamos, que graban en medio de la puta calle, disfrazados, chillando, haciendo el loco, sin permiso e importándoles un pimiento la reacción de los alucinados transeúntes. De hecho, hay una secuencia situada en un parque repleto de gente tumbada en el césped a la que no tienen ningún miedo de perturbar. Porque "Werewolf Bitches from Outer Space" es puro caos, pura anarquía, pura histeria. La mayoría de los personajes, con algunos de ellos mirando a cámara y sonriendo alegremente, chillan como posesos, se desgañitan y hacen guarradas. Ahí se nota mucho la influencia de Troma, con gags de diarrea, vómitos y babas. También las emparenta esa sensación de ser más una fiesta que un rodaje, aunque pal caso de manera mucho más desmadrada.
Desde luego no puedo decir que sea un dechado de talento, ingenio, diversión o entretenimiento. Para nada. Es bastante palizas e irritante. Tocan los cojones esas puyas al mundo del arte pretencioso y elitista cuando es evidente que los responsables también van de artistas bohemios y artificialmente extravagantes. De esos a los que les gusta llamar la atención a base de disfrazarse con colores chillones o, en el caso que nos ocupa, desfasando con una vídeo-cámara en medio de la calle más transitada. La situación perfecta. Se llaman a sí mismos raros y son felices. Sin embargo, mentiría si no reconociera que, poco a poco, la puta peli se me fue ganando. Me acabó cayendo en gracia su descaro, el modo incapaz de rodar, esa cámara borracha que no descansa un segundo, ese aluvión de filtros y saturaciones o los abruptos cambios en el fondo musical (el tema central está muy bien, muy pegadizo). Supongo que es el tipo de amateurismo que me pone.
Aunque Janeane Garofalo aparezca como protagonista, solo la vemos diez minutos a mitad de peli. También asoma por ahí Robert Prichard, que hizo de punki malote en "Mutantes en la Universidad" y "El Vengador Tóxico", y justamente el primer superhéroe de New Jersey se deja ver a lo largo de "Werewolf Bitches from Outer Space" en plan locutor radiofónico.
Así que, sí, está curiosa. Es basura pura. De cabo a rabo. La misma Reverend Jen la califica de "pedazo de mierda" en los créditos finales y no le falta razón. Y por todo eso es tan odiosa / tediosa como gozosa.
Recomendable si disponen del estómago, el cerebro y la actitud adecuado/as.

viernes, 10 de abril de 2020

VAYA LUNA DE MIEL

La cosa está en que son muchos los títulos que, por inacabados, o por perdidos, permanecen inéditos para el público en lo que es la filmografía completa de Jess Franco. Y de repente, a primeros del año pasado, aparecen unas latas en los archivos de la filmoteca española que contienen integra, montada y sonorizada la película “El Escarabajo de Oro”, basada libremente en un relato de Edgar Allan Poe. Casi por casualidad se descubren estas latas y, tras revisar el primer rollo, el de créditos, se descubre que se trata de la película perdida de Franco, solo que se ve que a última hora, la producción decidió cambiarle el título de marras por el de “Vaya luna de miel”, quizás más acorde al material rodado por su definitivo tono cómico, y que es el que reza en los créditos. Pero efectivamente, se trata de “El escarabajo de oro”.
Lógicamente, este descubrimiento se vuelve un acontecimiento para los francófilos y la película se estrena en Febrero de 2019, con todos los honores, como uno más de los actos de celebración de los 30 años en activo del madrileño cine Doré como sede de la filmoteca Española. Y poco después de un año, y coincidiendo con el estado de alarma por coronavirus que ha dejado a la mitad de los españoles confinados en sus hogares, la filmoteca pone en su canal de Vimeo la película para su visionado gratuito, de manera temporal, para deleite de propios y extraños.
El caso es que cuando se encontró la película esta estaba en perfecto estado, y aunque se desconocen los motivos de porqué permaneció oculta todo este tiempo, se especula que el laboratorio donde se reveló el negativo, Fotofilm, secuestró la película por impago de facturas por parte de Franco y sus productores. Todo esto no deja de ser más que una especulación, máxime, cuando se encuentra también un documento que prueba su envío para exhibición a un cine de Barcelona. Sin embargo, no se encuentra ni una sola prueba de que “Vaya luna de miel” llegara a estrenarse.
Como fuera, el privilegio de poder verla ya pasó a mejor vida en el momento en que se compartió en Internet y cientos de usuarios tiraron de páginas de descargas de vídeo para quedarse con su copia personal de la película.
Al margen de esta historia, lo cierto es que “Vaya luna de miel” no ofrece nada excepcional. Se trata de una de las primeras películas de la etapa ochentera de Franco, etapa esta durante la cual rodó mil locuras y se rodeó de un equipo de habituales compuesto de Lina Romay, Antonio Mayans y otros tantos, y durante la cual se desata el Franco más loco y guerrillero. Así, tenemos a una mujer que, tras un seguimiento, selecciona al muchacho más rico de los que se encuentra en la playa y le seduce con malas artes. Se casan, y se van de vacaciones a Bananas —exótico lugar que se soluciona aquí, poco menos que filmando una costrosa feria o parque de atracciones de Alicante—. Allí, y debido a un equívoco, el muchacho es confundido con un tal Simón con el que comparte nombre, y en un enredo de padre y muy señor mío (para los protagonistas y para el espectador) se meten en una trifulca de mafiosos, tesoros, y un escarabajo de oro, en una comedieta medio slapstick, medio de aventuras, que se convirtió en todo un antecedente accidental de cintas de aventuras románticas al estilo de “Tras el corazón verde”, eso sí, rodada con el presupuesto que tuvo Michael Douglas para tinte del pelo en aquella película.
Se trata de un título muy del montón en la filmografía de Jess Franco, en el sentido que, ni es de las malas, malas (lo cual siempre sería un motivo de festejo), ni es de las buenas (lo cual también merecería ser festejado), si no todo lo contrario. Es una “de las otras” que diría Franco, de aquellas que poseen planteamiento, nudo y desenlace  y que por ser más convencionales, resultan a todas luces mediocres.
La comedia funciona cuando es involuntaria (porque cuando es voluntaria da vergüenza ajena) y, en general, tampoco es especialmente aburrida, pero, desde luego, es uno de los títulos más insípidos de cuantos rodó. Luego, escarabajos y joyas compradas en el chino, chinos interpretados por españoles sin apenas maquillaje, esqueletos de plástico y mucha cochambre, podredumbre y tercermundismo, aderezado por las carnes magras de una Lina Romay ya fondona, que se lo pasa teta rodando este tipo de películas.
 No posee nada especial, de no ser porque ha aparecido en sus latas cuarenta años después de ser rodada. Por lo demás, ni fu, ni fa.
Junto a Lina Romay en el reparto, tenemos a Max B. ("Cazar alnegro") doblado para la ocasión por, creo reconocer en la voz a Ricardo Palacios, Emilio Álvarez, que salía en “El fascista, la beata y su noviadesvirgada”, Antonio Mayans, o Susy Boulois (También presente en “Cazar al negro”).
Los completistas la agradecerán.

lunes, 6 de abril de 2020

HOUSE PARTY

“House Party”, basada en un corto del director Reginald Hurlin del mismo título datado en 1983,  es una película de absoluto culto en los Estados unidos, un film muy querido y respetado por los fans, que marcó escuela y supuso un hito sin precedentes en cuanto a que, siendo una peliculita modesta y no especialmente buena, resultó un éxito de taquilla y — aquí vendría la parte rara del asunto— de crítica, cosechando las simpatías de la prensa sin que en realidad hubiera motivos para ello. Incluso Roger Ebert la puso bien…
Sin embargo, sí que marcó una pauta en el sentido que, hasta entonces, siempre que se había retratado en el cine el ambiente del gueto y el entorno del Hip-Hop, se había hecho desde una óptica dramática y desarraigada. “House Party”, en ese sentido se convirtió en la primera comedia del gueto y el pistoletazo de salida para un estilo del que, posteriormente, cineastas tomarían nota en películas como, por ejemplo, “Colegas” o “Todo en un Viernes” que seguían la pauta marcada por “House Party”.
Cuenta la historia de un par de adolescentes, Kid y Play, que van a organizar una fiesta en casa de uno de ellos. Kid, anda metido en problemas en el instituto con unos matones, por lo que, en una pelea, el rectorado le llama la atención, enviando una carta por mal comportamiento el día de la fiesta. Cuando llega la carta, el padre de Kid le castigará no permitiéndole ir a la fiesta, cosa esta a la que el muchacho hace caso omiso. En consecuencia, los líos se sucederán a lo largo de la noche, y la fiesta se irá de madre, todo en un entorno cómico con situaciones slapstick y un buen montón de canciones de rap y R&B, con momentos que rozan el musical.
No se trata de una película cojonuda, es más bien normalita. En realidad, una tontería, pero está simpática y, sobre todo, entretenida, aunque no deja de ser cine de consumo que el espectador olvida tan pronto como acaba de verla.
Por otro lado, es un film para el completo lucimiento de Kid ‘N’ Play, duo de rap de corte comercial que tuvo a finales de los 80 su tiempo de bonanza para quedar sumidos en el olvido poco después del estreno de esta película… que aun así, contó con dos secuelas para cine y otras dos para el mercado del vídeo y la televisión por cable.
Kid ‘N’ Play, seguían un poco la estela que dejaron por su camino otro dúo de super estrellas del rap como eran Jeff Townes y Will Smith, o lo que es lo mismo, DJ Jazzy Jeff and The Fresh Prince, que habían cosechado un éxito sin precedentes y les habían salido estos imitadores. De hecho, “House Party” era una película que sobre el papel estaba concebida para que la protagonizaran Smith y Townes y no Kid ‘N’ Play.
Todo se remonta a un par de años atrás, cuando DJ Jazzy Jeff and the Fresh Prince, lanzaron un single  titulado “A Nightmare in my street” en el que sampleaban con descaro y sin ningún respeto por el copyright, la banda sonora de la película “Pesadillaen Elm Street”. Y lanzaron el single justo a la vez que se estrenaba la película “Pesadilla en Elm Street 4”, que contenía en su banda sonora una canción de similares características, pero legal, interpretada por The Fat Boys. A New Line, productora de la película, no le hizo ninguna gracia que los raperos samplearan material que les pertenecía, y más aun, que lo lazaran coincidiendo con el estreno de su película haciendo pensar al público que la canción podía formar parte de la banda sonora de “Pesadilla en Elm Street 4” y, asociándola con la película cuando en realidad no tenía nada que ver, podía hacer sombra a la canción de The Fat Boys, que era la que en realidad promocionaba la película. Así que New Line, demandó a DJ Jazzy Jeff and The Fresh Prince, llegando, en consecuencia, a un acuerdo económico.
Por otro lado, New Line tenía en cartera unos cuantos títulos para producir entre los que se encontraba el guion de “House Party” de Reginald Hudlin, que había escrito pensando en los raperos, por lo que la New Line ofertó la incorporación a la película a Jeff  Townes y Will Smith y así  estos no tendrían que pagar el dinero estipulado por la demanda. Los raperos entonces iban sobrados con su música y no tenían pensado hacer cine, por lo que, en un alarde de rebeldía, prefirieron pagar el dinero de la demanda y no aparecer en el film. Asimismo, cuando el director Reginald Hudlin descubrió la forma en que New Line había ofrecido los papeles a las estrellas, no quiso tomar parte de esa estratagema tan rastrera, y decidió que, de ninguna manera, haría una película en la que sus protagonistas estuvieran allí de forma obligada, por lo que pronto los sustituyó, dejándose de rollos, por Kid ‘N’ Play, que respondían al mismo perfil que Will Smith y Jeff  Townes y, también, tenían el éxito suficiente como para que trajeran espectadores a los cines. Y la película se hizo, se estrenó y fue un éxito.
Recientemente, en una entrevista, DJ Jazzy Jeff contó la historia del por qué no se incorporaron a la película y confesó, que al ver el éxito de la misma y el culto cosechado a posteriori, tanto él como Will Smith, se arrepintieron de rechazar la oferta, puesto que la película podía haber significado un gran espaldarazo para ellos. De todas formas no les fue mal, y por allí andaba Quincy Jones haciendo planes para ellos, en una sitcom titulada “El Príncipe de Bel Air”. El resto, es historia.
En “House Party”, que como anécdota diré que está rodada en la casa donde en la vida real habitaba Play, uno de los miembros del dúo, tenemos también un papel de importancia para Martin Lawrence, incipiente cómico afro americano que comenzaba su carrera por aquél entonces, y que después se haría muy popular, así como la película está cuajada de rostros habituales en las “Peliculas de negros” y  cuenta con varias estrellas del funk, el rap y el R&B, como puedan ser George Clinton o Full Force en pequeños cameos.
Curiosamente, Kid ‘N’ Play dejarían rápido  de lanzar discos, pero, aparte de en las dos secuelas posteriores de “House Party” protagonizarían una película más “Dos caraduras con clase” y a día de hoy viven de recoger pequeños laureles de su buena época en el rap de los 80.
En cuanto al autor y director de la película, Reginal Hudlin, rápidamente ascendió al mundo del mainstream rodando al servicio de Eddie Murphy en “Boomerang, el Príncipe de las mujeres”, la ultra divertida “La gran esperanza blanca” o “Colgado de Sara”. Eso sí, entrando en el nuevo milenio, ya le dio bien a la televisión, medio este donde lleva acomodado años.
“House Party”, como digo, está entretenida y poco más. Es simpática.

sábado, 4 de abril de 2020

A YOUNG MAN WITH HIGH POTENTIAL

Piet es un informático brillante y de gran talento. Por desgracia también es regordete, extremadamente tímido y casi agorafóbico. No sale de casa si no es del todo necesario. Anda secretamente enamorado de una hermosa chavala que ronda por su misma universidad, Klara. Incluso se masturba con fotos de ella extraídas de redes sociales. Un día, esta se le acerca y le propone colaborar en un trabajo. Al principio Piet se acojona y le da largas, hasta que se lanza. A partir de ahí, poco a poco, comienza a forjarse una bonita relación de amistad, cada vez más intensa. Tanto que Piet reúne valor e intenta besarla, acto este que, no de forma inmediata pero sí a largo plazo, tendrá consecuencias tremebundas.
Me he percatado de que, si no cuento más sobre esta película alemana, tampoco puedo hablar de sus atributos. Así que tómense esto como un aviso de eso que llaman spoiler. Vamos allá.
Aunque accidentalmente, Karla acaba muriendo en manos de Piet. De manera que, lo que hasta ese momento casi parecía una tierna película romántica, da brusco giro hacia el thriller. Uno truculento, ya que nuestro protagonista decide aplicar su talento y minuciosidad en descuartizar y hacer desaparecer el cadáver, acción esta que presenciaremos de forma gráfica, fría y metódica (reforzado por unos efectos especiales hiper-realistas). Incluso nos comemos un primer plano de una polla flácida. Todo desarrollado prácticamente sin salir del piso que ocupa Piet y sin caer en zafiedades, o golpes de efecto baratos, propios de lo que sería el ultra-gore germano. En este caso, ante todo y a pesar de lo mostrado, la película da especial protagonismo al lado humano, incluso al de un asesino como Piet que, sin comerlo ni beberlo, saldrá "reforzado" de tan traumática experiencia, puntualizado por un desenlace seco, sorprendente y estupendo.

"A young man with high potential" viene dirigida por un tipo de simpático nombre, Linus de Paoli. Previamente había debutado con otro thriller bien considerado, "Dr.Ketel", y a día de hoy trabaja en un drama titulado "Heimatschänke". Habrá que seguirle la pista.
En el reparto destaca, por atípica, una Amanda Plummer que ya había colaborado con De Paoli en su primer largo. Aunque, ciertamente, su aportación es casi anecdótica.
"A Young Man with High Potential" es un film que gasta una estética minimalista y unas maneras reposadas (que no perezosas), tanto como las que dan forma al universo que habita su protagonista. Y a pesar de ello, engancha y no te suelta hasta el final.
Muy recomendable.

viernes, 3 de abril de 2020

FREDY EL CROUPIER

Debut en la dirección del infame Álvaro Sáenz de Heredia que se atreve con un thriller meramente cañí en torno al juego y los casinos ilegales, que pese a tener la película en su momento unas críticas nefastas y una cantidad de espectadores en cines irrisoria, sí que era una película bastante popular a nivel parroquial, y era tema de conversación habitual en los bares periféricos en la época. Vamos, que gustó al obrero medio de extrarradio. No en balde, su copia pirata es de las primeras que circuló bajo el mostrador de los vídeoclubes, y también ostenta el honor de ser una de las primeras películas españolas en circular de manera fraudulenta.
Se ambienta la acción a finales de los años setenta, al poco de legalizarse el juego en España. Aunque ya había casinos y locales habilitados para el juego legal, los usuarios habituados preferían seguir asistiendo a garitos ilegales. Fredy, es croupier de uno de estos locales. Un mafioso apodado “El Calvo” que se ha hecho con todo el control de  los garitos ilegales, toma por la fuerza el perteneciente al padre de Fredy que se encuentra enfermo. Al oponerse, Freddy es apuñalado por uno de los hombres de “El Calvo”, por lo que queda herido de gravedad en un hospital. Cuando por fin sale de allí, clama venganza. Por suerte es disuadido por su socio que ha creado un aparato magnético que les permitirá ganar a la ruleta. Se disponen a viajar por carretera con el fin de instalar ese dispositivo en un casino, mientras ganan algo de dinero engañando a jugadores desaprensivos en partidas de pueblo, hasta que una cantante se cruza en su camino, y “El Calvo” no les pondrá las cosas nada fáciles.
Se trata de una película de género puro con un fin muy concreto: entretener al espectador.  Y lo consigue con creces ya que, a pesar de lo molesto que es el sonido directo primigenio con el que cuenta la cinta, o lo chapucero de algunos de sus momentos, la trama es tan interesante y sus personajes, campechanos, cercanos, son tan simpáticos, que todo lo que vemos en la película resulta ser muy agradable y pasamos su visionado en un santiamén. Y si técnicamente la película es un poco precaria, la elección de los actores no puede ser más acertada. Así, en el papel protagonista, Fredy, tenemos al director y cantante de Jazz Javier Elorrieta (un auténtico cineasta de culto la mar de interesante) haciendo las veces de actor, que con una naturalidad pasmosa afronta el papel de este croupier dándole un aire lumpen muy adecuado y resultón, que hacen preguntarse cómo es que Elorrieta no volvió a protagonizar ninguna película. Quizás porque se le veía demasiado Elorrieta y poco Fredy. Asimismo, no se me ocurre mejor mafioso en el cine español que este “El Calvo” que interpreta Ricardo Palacios, que es todo presencia, todo voz. Si ¿hubiera? mafiosos en España, desde luego, el arquetipo sería el que interpreta Palacios. Jaime Aladid, un señor cercano a la tercera edad, también, actuando con gran naturalidad como el socio de Fredy, nunca más volvió a aparecer en una película —cosa incomprensible porque lo hacía muy bien. Supongo que el hombre no sería actor—. Y, finalmente, tenemos a la siempre estupenda (y no, tontines, no lo digo con ironía) Ana Obregón como la bailarina por la que bebe los vientos Fredy, que además de someterse a las escenas de tortura a las que la tenía acostumbrada Sáenz de Heredia en su primera etapa, se marca unas canciones y unos bailes a ritmo de Disco de lo más disfrutables (si alguien sabe como agenciarse la banda sonora de la película, que nos escriba), que dejan claro que, si bien en la interpretación se defiende a las mil maravillas, cantar es algo que se le quedaba muy grande a la buena de Anita.
Por lo demás, con cierto tufillo —o reminiscencias— del cine quinqui de la época, la película nos ofrece escenas de acción bastante solventes, un humor soterrado y 95 minutos de puro entretenimiento sin concesiones que hacen que la película valga la pena. Yo la recomiendo.
En cuanto a Sáenz de Heredia, que como saben pronto se especializaría en películas-vehículo para humoristas españoles en las que aplicaba la ley del mínimo esfuerzo, cuando hacía una película suya, pese a la mala prensa que arrastra, a mí me parece un cineasta de lo más personal, competente y hasta virtuoso. Dentro de  las que hizo fuera del subgénero de humoristas, tiene dos o tres películas que no es que me gusten, es que me parecen cojonudas. Sirvan “Chechu y familia”, “La hoz y el Martínez” o “R2 y el caso del cadáver sin cabeza” como ejemplo. Añadan esta al pack.

miércoles, 1 de abril de 2020

ALGUNOS FOTOCROMOS DE "EL MONSTRUO DEL ARMARIO"

Que una película con cierta prestancia presupuestaria, y un reparto repleto de rostros populares, acabe en el catálogo de la Troma más ochentosa, significa algo. ¿Qué? Pues que no es, desde luego, gran cosa. "El monstruo del armario" hizo cierto ruido porque, durante el auge de la factoría neoyorquina, estaba en boca de todos junto a basurillas del calibre de "Surf Nazis Must Die!" o "Gritos de agonía". Es decir, la ristra de películas que Kaufman y cía se limitaban a distribuir porque, en esencia, nadie más las quería. Que eso pasara con las mentadas, o con "La venganza de Daphne" e "Igor y los lunáticos", se comprende. Pero sorprende en el caso de "El monstruo del armario" tratándose como se trata de una comedia blanca como la lefa, sin violencia y casi casi nada de sexo (lo único que vemos son las ubres de la preciosa Stella Stevens.... lástima que en el momento de rodar contara con casi cincuenta tacos!!!). En la época era uno de los títulos que menos me atraían de Troma justo por ese motivo. Y no la había vuelto a ver desde entonces. Revisada hace unos días, pues no puedo decir nada mucho mejor de ella. Es una cosa tonta, sosa, aburrida y sin la más mínima muesca de imaginación. Resulta tan elemental y básica en sus ideas y resoluciones que desconcierta. Su director, Bob Dahlin, no haría mucha carrera como tal, pero sí como asistente o responsable de la segunda unidad. Al final, lo más destacable es la presencia de un jovencito Paul Walker.
Claro que si me la comí entera se debe, obviamente, a que disponíamos de los fotocromos y no podíamos colarlos en el blog sin comentar nada de la interfecta. Que exista tal material significa que pasó por las salas de cine, aunque no me suena que así fuese en la Ciudad Condal. Supongo que de lo contrario me habría enterado.
Disfruten.