sábado, 30 de abril de 2022

LA DAMA DE BLANCO

Ver en su día -alquilada- "La dama de blanco" fue un auténtico palo. Se trataba de la segunda película del poco prolífico Frank LaLoggia, director de la simpática "Lucifer" ¿Cómo no tener ciertas expectativas? Mis queridas revistas franchutes ya me habían advertido que la cosa iba de "terror blando", todo muy light y tal, pero aún así, no me esperaba semejante nivel de ñoñería y mariconismo. La decepción fue tal, que no quise saber más de ella hasta ayer, cuando la localicé en Amazon Prime y pensé aquello de las segundas oportunidades.
Frankie es un niño atontao y debilucho al que sus amiguitos de clase gastan una broma pesada, encerrándolo en el guardarropía del colegio, donde pasará la noche y será testigo, mediante visiones fantasmales, de un asesinato cometido en el pasado pero cuyo responsable aún colea. De hecho, intenta cargarse a Frankie sin conseguirlo, por lo que el crío tratará de descubrir su identidad con ayuda de espíritus y señoras de blanco.
Es evidente que, con esta peli, LaLoggia se hacía un gran pajote nostálgico. No creo que de chaval fuese testigo de lo que narra, pero que el niño se llame como él, tenga un origen italianini, le gusten las películas de monstruos y escriba historias de miedo, resulta tan sospechoso como que, cuando nos lo muestran adulto, lo interprete el propio director (eso sí, de espaldas y reservándose un único primer plano de los ojos).
Tal vez por eso el film sea tan y tan... pasteloso. Sí, amigo lector, mis impresiones juveniles se reafirmaron ayer sufriendo esta sobredosis de azúcar y buenos sentimientos. Realmente empalagoso. Es cierto que, siendo ya un señor mayor como soy, en algunos momentos me tocó la fibra. Aquellos más terrenales, por así decirlo. Pero cuando entra en escena el rollo fantástico, y a LaLoggia se le va la pinza con fantasmas voladores que echan chispas y tal, roza incluso el ridículo. Casi de comedia involuntaria. Además, retuerce tanto la trama, intentando contar tres historias a la vez, que todo adquiere unos tintes un pelo caóticos y confusos (como el hecho de que la dama de blanco sea presentada como una fantasma, deslizándose por el aire, para luego resultar que era de carne y hueso) Destaca el culebrón del negro acusado injustamente por los crímenes, rollo panfleto brasas de esos que quieren otorgar más caché al producto. Pero lo cierto es que no lleva a ningún lado.
Se dice que todo el desmadre final de "Lucifer" a base de rayos de colores fue una imposición de la distribuidora, por aquello de darle lustre. Teniendo eso en cuenta, sorprende mucho ver que el clímax del film reseñado cuente también con una buenas dosis de lucecitas y mandangas tricolor altamente vergonzantes.
"La dama de blanco" fue la última película con cara y ojos (y orejas, si tenemos en cuenta a su protagonista infantil, Lukas Haas) de Frank LaLoggia -luego rodó un "direct to video" titulado "Posesión Maldita" y el resto fueron intervenciones como actor segundón- por todo lo expuesto, me pregunto si el dichoso despliegue de luces no sería otra imposición, lo que acabaría de quemar al cineasta y alejarle de la profesión.
Encima, los efectos visuales dejan bastante que desear, muy especialmente los cromas, realmente horribles para ser un film medianamente mainstream. Que su máximo responsable, Ernest D. Farino, se iniciara en esto del cine de la mano de Don Dohler, tal vez daría sentido al descalabro.
En su día Sam Raimi comentaba en las entrevistas lo mucho que le había gustado "La dama de blanco". Visto cómo se desarrolló el resto de su carrera a partir de ahí, confirma que aquellas declaraciones fueron un auténtico aviso de lo que estaba por venir (lejos, muy lejos, quedaban los tiempos en los que, a la hora de mentar sus favoritas, se decantaba por títulos como "Creepshow" y "La Cosa" -aquí- Snif)
Para su actual edición en dvd -pirata, creo-, se han sacado otro título de la manga: "El misterio de la dama blanca".

viernes, 29 de abril de 2022

HELL HOUSE LLC

El found footage es un subgénero muy de la década pasada, de los años 10 del nuevo milenio, del mismo modo que el slasher fue muy de los 80. Han llevado ambos géneros los mismos derroteros. Y del mismo modo que el slasher, hasta su resurrección a finales de los 90 con la franquicia “Scream” y el resto de sus imitadoras, quedó relegado al ostracismo, en los primeros años de esta nueva década, los locos años 20 que los vuelven a llamar, no solo ha habido un notable descenso en su producción sino que, pandemia mediante, es un producto que ya no sale rentable en las salas de cine, así que hasta mastodontes como la franquicia de “Paranormal Activity” son concebidos para su explotación directa en las plataformas de streaming. Esta “Hell House LLC” es de 2015, pero bien podría ser una muestra palpable de cómo está el subgénero en estos momentos; algunos dirían que decadente, yo, que he defendido a capa y espada las bondades del formato y que he tenido una relación muy amorosa con el mismo, digo que a estas alturas está ya muerto y enterrado. Fue un producto de su tiempo.
Con esto lo que trato de decir es que no es fácil que una película de estas características me sorprenda a estas alturas, me conozco todos los trucos y hasta puedo intuir los siguientes movimientos dentro de las tramas, pero a veces, con según que películas acabo cayendo, como en el caso de esta “Hell House LLC” que venía precedida de críticas bastante positivas. Ya no me fío ni de mi padre después de verla.
La película combina las técnicas del falso documental con entrevistas a los implicados y demás con el mostrarnos el metraje encontrado, igual que en “El proyecto de la bruja de Blair” pero todo realizado con una desidia y una falta de imaginación acojonante.
La cosa va de un grupo de jóvenes que organizan una atracción para Halloween, una especie de pasaje del terror con monigotes y actores caracterizados llamado La casa del diablo. Así que ubican la atracción en un viejo hotel abandonado dentro del cual, supuestamente, murió su propietario ahorcado. Montan todo el espectáculo, y el día de la apertura no se sabe que ocurre dentro, lo achacan a un mal funcionamiento de la atracción, pero la cosa se salda con una masacre que deja 15 muertos y varios heridos. Nadie sabe explicar que ha ocurrido ahí. Así que se muestra al espectador la grabación de una cinta perteneciente a uno de los organizadores que ha documentado todo el proceso. Y así vemos que es lo que realmente sucedió.
El mayor problema de “Hell House LLC” es, no solo que nos muestra una serie de personajes tontos que, montando la atracción, se dan cuenta de que en ese hotel ocurre algo paranormal y a pesar de ello continúan adelante con su intención de realizar el espectáculo, sino que además toma al espectador por estúpido. Así, mientras vemos lo que sucede en la cinta de este individuo, se saltan todos los códigos del metraje encontrado y, cuando en la grabación se ve alguna sombra extraña, alguna imagen terrorífica que vemos perfectamente, en montaje congelan la imagen durante un par de segundos como diciéndonos: “¡Eh! Que aquí tenéis una sombra aterradora” para luego continuar por donde lo habían dejado. Esto es terrible, primero porque ya lo habíamos visto, no hace falta que me lo pongas otra vez, y segundo, porque te saca de situación y, no es que rompa la narración, es que la destroza. Y congelan la imagen unas cuantas veces además.
Pero amén de eso, y quizás sea por saturación de found footage, la película entera me parece un rollo. Y aunque hay momentos que verdaderamente dan algo de canguelo, no son suficientes para salvarla de la quema. Muy mala. Y me da miedo ponerme a ver la nueva entrega de “Paranormal Activity” concebida asimismo para el streaming.
“Hell House LLC” se estrenó en diversas plataformas (en Prime está) y parece que obtuvo el beneplácito de los aficionados. Es más, cuenta con dos secuelas: “Hell House LLC II: The Abaddon Hotel” y “Hell House LLC III: Lake of fire”, pero yo esas ya no las voy a ver. Todas dirigidas por el mismo individuo, Stephen Cognetti, que salvo esta trilogía poco más ha hecho.
Y con esto y un bizcocho…

miércoles, 27 de abril de 2022

MINUTOS MUSICALES 3: SPLODGENESSABOUNDS

Los "Splodgenessabounds" son una banda que, directamente, entra de cabeza en la tercera regional del punk británico de finales, ya muy finales, de los setenta. De cuando estaba tan incrustado en el mainstream que todas las discográficas, sin importar el tipo de música a la que se dedicaran, querían su porción del pastel y fichaban cualquier cosa. Los "Splodge" (versión reducida y manejable) se decantaron desde el principio por el cachondeo puro, lo que algunos llaman fun-punk (club al que pertenecerían "Toy Dolls" o "Macc Lads") y ellos mismos gustaban de calificar como "punk pathetique". Todas sus canciones son en do de guasa. La más famosa, que en su día entró de lleno en los "charts", se titula "Two Pints of Lager and a Packet of Crisps Please", es decir, "Dos pintas de cerveza y un paquete de patatas fritas, por favor" y consiste, básicamente, en el cantante repitiendo dicha frase incesantemente y cada vez más histérico ante el nulo caso que le hace el supuesto camarero. Es tonta como ella sola, pero divertida. El desgañitante se hace llamar Max Splodge (aunque con un nombre real tan chulo como Martin Everest no entiendo por qué cambiárselo), ha sido el líder del combo hasta nuestros días y, cuando no pringa el micro con babas, gusta de empinar el codo o currar en un bingo cantando los números. A finales de los 70 compartía escenario con su pareja quien, acorde al cliché punk del momento, le hacía mamadas en directo buscando el tan deseado escándalo. Si no, la liaban parda tirándose pedos vía amplificador. Todo muy cliché, muy de manual.
Pasan los 80 y llegan los 90. "Splodgenessabounds" siguen dando la matraca con el rollo cachondeo, aunque ya nadie les haga mucho caso. Las cosas mejoran levemente en los dos mil con un par de discos "I don´t know" y "The Artful Splodger", donde suena mi favorita del combo, "The laughing policeman". Una tonadilla con la que no puedo evitar sonreír siempre que la escucho. Y eso nunca es malo. La quiero como acompañamiento musical en mi funeral, tomen nota.
Hoy Max Splodge sigue alternando a los "Splodgenessabounds" (habituales en los pathetiques festivales de nostalgia punk) con su curro “de verdad” como canturreador de números en el bingo.

lunes, 25 de abril de 2022

WEST END JUNGLE

Documental sensacionalista y absolutamente falseado que, en cierto modo, adelantaría por la derecha las intenciones y maneras del mondo italiano, concibiéndose en el tiempo tan solo un año antes de que se estrenase “Este perro mundo”. Sin embargo “West End Jungle” no llegaría a causar polémica tan siquiera, porque, parido en la Gran Bretaña, país este donde la censura estuvo tan de moda gubernamentalmente que se inventaron años después aquello de los Video Nasties, fue prohibida tajantemente por las autoridades competentes quedando encerrada en sus latas hasta que fue rescatada para ser lanzada en DVD allá en 2008 cuando la mayoría de sus artífices hace tiempo ya que están criando malvas.
En los años 50 las calles céntricas de Londres eran poco menos que un lupanar, puesto que entonces no era ilegal allí darle unas cuantas libras a una señorita a cambio de que, por ejemplo, te chupe la polla. No existía una ley que regularizase la prostitución y las putas, los chulos y los puteros campaban a sus anchas por la ciudad impunemente. Por supuesto, el gobierno, con un afán desmedido por limpiar las calles de la ciudad, decretó en 1959 la conocida como Street Offences Act,  una ley que castigaba los delitos callejeros, entre ellos la oferta y demanda de prostitución, y de esta manera se consiguió liberar el centro de rameras o actos sexuales clandestinos ante los ojos de la respetable ciudadanía. Se ilegalizó la prostitución. Pero que se ilegalizara no es óbice para que esta dejara de ejercerse, así que el negocio del sexo prosperó en la clandestinidad.
“West End Jungle”, en un tono tan exagerado que casi parece pitorreo, viene a denunciar la situación de esta ilegalidad, sugiriendo que aunque a primera vista no veamos nada, encontraremos la lujuria y la depravación a poco que la busquemos. Así, y siempre en un tono despectivo y de denuncia, la película nos muestra todas las modalidades existentes de prostitución en Londres que van desde la puta de esquina, pasando por los burdeles y cabaretes, para acabar ahondando en la prostitución de alto copete, donde además sugiere que quienes frecuentan esta modalidad suelen ser importantes hombres de negocios, ministros, etc.
En el momento de ser calificada para su exhibición, a pesar de no mostrar ningún tipo de desnudez, el BBFCI (la Junta Británica de Censores de Cine) consideró que la película ensuciaba el buen nombre de la ciudad, así que la prohibió.
Le hicieron la pascua a su director y productor Arnold L. Miller, pero, esta sentencia no le amilanó, y se tiró la mayor parte de su carrera filmando este tipo de documentales pre-mondo con el sexo y su relación con Londres como premisas principales —y primordiales— en títulos como “Nudes of the World” o “Primitive London”. Y lo continuó haciendo casi hasta llegar a los años 80 cuando quizás este tipo de documentales ya no tenían tirón alguno. Toda su filmografía responde a estos parámetros.
Quizás en los años sesenta la ingenuidad estaba demasiado a flor de piel, ya que lo cierto es que el estilo de cómo está rodado el documental, a poco que hayamos visto, canta a la legua que es falso. Miller recrea todas las situaciones a modo de ficción y desde tantos ángulos como le viene en gana, como el que rueda una película, lo único que lo hace sin sonido directo y, una vez montada, una voz en off nos narra lo que estamos viendo. Cuando hay personas conversando en cuadro, los diálogos también serán recreados en off con unas voces que, sobre todo cuando se recrea las frases de las putas, son demasiado chistosas, por lo que queda todo de lo más falso y bochornoso que se pueda imaginar uno.
Sin embargo, tan ingenua, tan sesentera, y con tan mala hostia al fin y al cabo, amen de unas interpretaciones no profesionales que ayudan lo suyo, la película, que apenas llega a la hora de duración, es tan inocente, tan kitch, que resulta de lo más simpática. Arnold L. Miller se rodeó de amigos y familiares para que interpretasen algunos de los roles principales, que junto con los actores profesionales contratados dan como resultado una cosa de lo más divertida.
Eso sí, mucha puta, mucho putero ávido de hembra y perturbado sexualmente, mucha transparencia y ropa interior sexy, pero no vemos ni una sola tetilla. Los americanos con el nudie en alza, les sacaban ya algo de ventaja a estos puñeteros ingleses, me cago en la madre que los parió.

sábado, 23 de abril de 2022

SESIÓN DOBLE: HEREDERO (SON) + THE SADNESS

Hace una semana me quejaba de que el cine de terror moderno no me suele funcionar. Algún ente todopoderoso debió escucharme porque, los días siguientes a aquella decepción, me enfrentó a un par de "horror movies" que, lejos de ser maravillas estratosféricas, desde luego dejaron en mi un poso bastante más positivo. ¿Significa ello que rectifico? ¡Para nada! Además de incoherente y cabezón, soy orgulloso. Pero sí estoy dispuesto a reconocer que las dos películas de las que hablaré a continuación son lo que llamaríamos un par de "perlas raras". Vamos con ellas.

HEREDERO
: Por los motivos expuestos, no esperaba nada de esta co-producción entre Estados Unidos, Inglaterra e Irlanda. Temía que iba a encontrarme ante la típica y ya cansina vuelta de tuerca a "La semilla del diablo" (si quiere usted hacer terror por cuestiones económicas, o porque no le sale otra cosa, pero teme perder prestigio, copie alguno de los clásicos del género bien considerados por la crítica seria y sesuda) Y, no se por qué, asumía que todo ello rezumaría un tono más bien pretencioso y aburrido. Sin embargo, en ocasiones equivocarse es algo positivo. Y aquí tienen la prueba: "Heredero" ("Son" en v.o.) está bastante, bastante bien. Un film que, "a pesar" de su tendencia a cierto drama, buenos actores (incluido el niño), una pasmosa y agradecida seriedad y una fotografía más que estupenda, esconde sorpresas truculentas.
La movida va de mamá soltera con hijo de ocho años de incierta procedencia. Una noche, entra en el dormitorio del nene y ve a un montón de gente rodeándolo. Asustada llama a la policía que, como era de esperar, no encuentra nada raro. Sin embargo, el detective y la mamá se hacen amigos, muy amigos. Ella le habla de una secta chunga de la que huyó siendo joven y asegura que están planeando algo malo. Aquello que, mientras, el niño cae enfermo, enfermísimo. Los médicos no tienen ni pajolera idea de qué le pasa. Apostarías a que va a palmar hasta que, un fortuito día, se come a la canguro -así como suena- y mejora. ¿Desean saber más?, vean la película.
Protagonizan la monina Andi Matichak (a la que podemos ver en la reciente trilogía de las aventuras de Michael Myers, como esta y esta otra) y el siempre eficaz Emile Hirsch.

THE SADNESS: Que una película sobre las terroríficas consecuencias de un virus capaz de convertir a la gente en maníacos asesinos sexualmente insaciables se titule "La tristeza", descoloca un poco. Una vez vista, cobra sentido. Tampoco mucho. Sigue siendo raro, pero claro, hablamos de un producto asiático, y ya saben lo mucho que allí se les va la pinza y lo más que les mola la violencia.
La idea de base está muy bien, y da verdadero miedo. Lo que ocurre es que "The Sadness" es tan extrema. Tan bestia. Tan exagerada. Tal es su deseo de impactar y provocar (a base de gráfica y detallada ultra-violencia explícita mezclada con violaciones y sexo enfermizo) que al final todo adquiere un tono bufo, burdo, gran guiñolesco, y no ofende ni trauma. Pero eso no quiere decir que no mole ver esa desorbitada cantidad de sangre, que no mole la película (especialmente la escena del pifostio en el vagón del metro) y que no mole ese desenlace, puntuado por unos títulos de crédito capaces de hacer estallar la cabeza a un epiléptico, tanto por los flashes como la canción grindcore que los acompaña.

viernes, 22 de abril de 2022

EL SUPERDETECTIVE DE LA COSTA ESTE

Lanzada en vídeo ya en los 90, “El Superdetective de la costa Este” es otra estratagema, ya tardía, pergeñada por las buenas gentes de Record Vision que, sin duda, rentaron al máximo el producto que se disponían a poner en circulación. Se trata de unir capítulos aleatorios de una serie de televisión hasta llegar a la hora y media de metraje y distribuirlo como si de una película se tratara. Nada nuevo, ya lo hicieron otras distribuidoras con las series de MR.T.
En esta ocasión, lo que vemos son tres capítulos sin relación entre sí de la serie “Sonny Spoon” a mayor gloria de un por entonces de moda Mario Van Peebles. Se trata de una serie de culto en Estados Unidos porque, con apenas 15 capítulos rodados —y apoyados por la NBC— la serie fue suspendida de la parrilla televisiva y olvidada para siempre en 1988; sin embargo, mucha de la gente que la siguió en su momento guarda un grato recuerdo de la misma y como es una serie que no ha tenido reposiciones ni ediciones en vídeo o DVD posteriormente, sueñan con volverla a ver.
En España, igual se emitió en algún canal autonómico, lo desconozco y no he encontrado info al respecto, pero lo cierto es que no me suena de nada esta serie, no así la carátula de la “película”, que sí que vi infinidad de veces en las estanterías del videoclub sin que nada instara a que yo la alquilase nunca (los productos de Record Vision en los 90 no destacaban precisamente por ser de primera calidad… Hasta que distribuyeron “Terminador 2”).
La serie es muy parecida a muchas otras series de finales de los ochenta: Un detective negro con pocos recursos y cuya oficina es una cabina telefónica, Sonny Spoon, se las apaña para aceptar casos que resolverá a lo largo de cada capítulo. Tiene credibilidad callejera y por lo tanto todos los rateros le ayudarán a resolver los casos del mismo modo que la asistente del fiscal del distrito y un vendedor de periódicos le echarán una mano en sus investigaciones. Naturalmente, todo acabará bien en cada capitulo. Así mismo las señas de identidad de la serie son que, en cada episodio, Spoon se disfrazará durante su investigación de algo distinto, a saber: Punk, cura, homosexual, latino, yuppie y hasta de Michael Jackson, haciendo ver que es una especie de maestro del disfraz a la Mortadelo. También aparecen en las tramas toda suerte de tullidos, lisiados y discapacitados que, en un alarde de inclusión, son tratados por el resto de los protagonistas como si no les pasara nada, siendo estos clave a la hora de dar con la resolución del caso a resolver en cada episodio.
Como ya me ha pasado con otras cintas de series montadas a modo de película, ver “El Superdetective de la costa Este”, ha sido poco más que un suplicio, ya sea porque el ritmo de estas series segundonas se resiente considerablemente con el paso de los años, ya sea porque, de origen, ya eran malas de pelotas. Un aburrimiento sin parangón.
Como sea, la estrategia comercial de Record Vision estuvo bien elaborada, ya que no solo vendían como película un producto que no lo era, sino que no tenían ningún rubor a la hora de expoliar personajes populares que nada tenían que ver con lo que estaban vendiendo. Así, rápidamente se percataron de que el protagonista, Mario Van Peebles, era negro, que de vez en cuando se ponía en la serie una cazadora de universitario, y que operaba en Nueva York, es decir, la costa Este. Se acordaron de Eddie Murphy, se acordaron de que en “Superdetective en Hollywood” también vestía con una cazadora universitaria, y se dieron cuenta de que operaba en la costa Oeste. Así que expoliaron la popular franquicia, y a ver que pasaba. Naturalmente, esto salió en vídeo durante el año 91 y 92, el público de vídeo ya no era tan ingenuo y, aunque se alquilaran la cinta porque poseía una carátula atractiva, dudo mucho que  nadie confundiera a Mario Van Peebles con Eddie Murphy o viceversa.
El caso es que debían tener bastantes capítulos de la serie en propiedad, porque después de esta, Record Visión montó otros tres capítulos y estrenó en vídeo lo que sería “El Superdetective de la costa Este II” y hasta una tercera parte, esta vez sin querer tener nada que ver con la franquicia de Eddie Murphy, a la que titularon “El Superdetective de las mil caras”. Tengo ambas ahí para ver… pero me temo que vista una, vistas las otras. Y ya tuve bastante.

miércoles, 20 de abril de 2022

EL OTRO BAÚL DE TÍO VICENTE 10 - CADA VER ES...

Hoy el tío Vicente nos trae un artículo -publicado en el "Casablanca" de Mayo del 83- dedicado a narrar las trifulcas burocráticas de uno de nuestros más afamados títulos malditos, el documental "Cada Ver Es..." de Ángel García del Val. Visto lo visto, las tornas no han cambiado demasiado desde entonces. Los estamentos cinematográficos patrios siguen siendo una casa de putas. Y para muestra, un botón... el izquierdo del ratón, que junto a la tecla Ctrl (presionados en orden inverso) hará que puedan ampliar las imágenes y leerlas cómodamente mientras entonan el inevitable grito de guerra: ¡Graaaaacias ooootra veeeez tío Vicenteeee!


lunes, 18 de abril de 2022

ACADEMIA MORTUORIA

Enésimo exploit de “Loca academia de Policía” solo que esta vez no está perpetrado por unos cualesquiera, sino por el séquito de Paul Bartel que, dándole una vuelta a la estructura de las tan afamadas películas de policías, deciden ambientar la historia en una funeraria. Más allá de eso, con todo el descaro del mundo, copian el esqueleto  argumental del film de Hugh Wilson con un protagonista que tiene que estudiar en la academia mortuoria contra su voluntad, unos profesores que están como una puta cabra, y una serie de personajes con una personalidad muy marcada.
Dos hermanos —que para mayor cachondeo se apellidan Grimm— heredan una academia mortuoria valorada en dos millones de dólares, pero es voluntad de su tío que, para acceder a la propiedad de la academia, antes tendrán que licenciarse como funerarios. A los hermanos no les hace puñetera gracia ponerse a estudiar una carrera tan macabra, pero no les quedará más remedio si quieren acceder a la herencia. Así pues se matriculan en la misma, y el director actual les advierte que como no se gradúen, la academia pasará a ser de su propiedad, por lo que se las ingeniará toda la película para que estos fracasen en el intento. Por el camino se irán desarrollando la ristra de gags protagonizados por la excéntrica galería de personajes de la que se compone la academia y que destacan por tener que ver en su mayoría con la necrofilia y tener un humor negrísimo.
Sin embargo, la película es fallida en todos los aspectos y sentidos. Quizá la presencia de la eterna pareja formada, en el reparto, por Paul Bartel y Mary Woronov, que dan vida al director y profesora de la academia respectivamente, haga brillar a la película con pequeños destellos, pero por lo demás, esta se hunde en un mar de mediocridad. El personaje de Bartel es un necrófilo consumado que encuentra el amor en el cadáver de una adolescente a la que recita, según se va descomponiendo, tremendos soliloquios sobre el amor, mientras que la Woronov es una especie de profesora sexy y ninfómana (al estilo de la Sargento Callahan de la película a la que expolia). Desde luego, lo mejor de “Academia Mortuoria”. El resto, chistes de sal no demasiado gruesa, destacando también una secuencia de créditos inicial a base de animaciones artesanales que recuerdan sospechosamente a las que hacía Terry Gilliam para Monty Python.
También resulta curioso encontrarse en los papeles protagonistas a Christopher Atkins que después de “El lago azúl”, con esa cara de niñato y esos rizos rubios a lo Shirley Temple, se encasilló tanto que no logró levantar cabeza y aquí se encuentra en plena decadencia, a Perry Lang, estupendo Anthony James (le has visto en “Sin perdón”, “Wacko” o “El trueno azúl” siempre en calidad de secundario), Tracey Walter (“El asesino de la máscara”, “Batman”, “Conan, El destructor”, etc, etc, etc… sale en mogollón de películas segundonas, a veces como extra), Stoney Jackson (el negro gracioso de mogollón de films graciosos de los 90… sin ir más lejos, era Wacky Dee en “CB-4”), Wolfman Jack, excentrico y popular DJ y presentador de televisión estadounidense que se hizo popular presentando el programa musical “The Midnight Special” y hasta, en un papel minúsculo, Cesar Romero, el Joker de la serie de “Batman” de los 60.
El guion es cosa del propio Bartel en colaboración con William Kelman y la dirección corre a cargo de todo un director de culto como es Michael Schroeder, responsable de la segunda unidad  de “Siniestra oscuridad” de Tom McLoughlin, y principal artífice de   la anteriormente citada “El asesino de la máscara” y las dos secuelas chunguísimas de “Cyborg”.
El caso es que no es peor película que cualquier comedia de serie B de los ochenta, ni peor que cualquiera de los exploits de “Loca academia de policía”, pero con semejante plantel, sí que le exigía a priori que fuese un poquito, poquito mejor.

sábado, 16 de abril de 2022

X

Películas recientes que me han gustado: "El callejón de las almas perdidas", "La casa Gucci", "El método Williams", "El buen patrón", "Muerte en el Nilo", incluso una serie completa, "Pacificador". También disfruté con "Spiderman: No way home", pero solo para una vez (me suele ocurrir con Marvel Studios) Hay cine moderno que me agrada, cosa que tranquiliza mi espíritu. Ahora bien, ninguna de las mentadas es terror estrictamente hablando. Y ahí puede que tenga un "problema" (o que lo tengan los que las hacen) En general, el terror que se factura hoy día no lo digiero bien. A principios de año me dije que no volvería a consumir NADA parido en la actualidad afín a la etiqueta. Solo rompería la regla en casos muy concretos... casos que, hasta ahora, únicamente han confirmado mis impresiones. "X" entraba en esa lista de elegidas, básicamente porque se anunciaba como el regreso a la buena forma de Ti West, tras unos años bastante flojos y olvidables, y como un auténtico baño de sangre calificado de "brutal". Son ya muchos lustros consumiendo cine, y muchas hostias acumuladas. Sé que no puedo fiarme de los rumores, y sé que debo evitar las expectativas. Es algo que he intentado con todas mis fuerzas en el caso de "X"... pero, ya saben, la carne es débil.
Finales de los setenta. Un grupo de pornógrafos alquilan una casita para rodar su película guarrindonga. Interrumpirán la existencia de una extraña pareja de ancianos que viven justo al lado... y comenzará a correr la sangre.
Me temo que, una vez más, recurro al término decepción a la hora de hablar de una muestra de terror moderno. Muy a mi pesar, créanme. No solo debemos culpar de mis frustradas expectativas al entusiasta y cegato fandom norteamericano por sus apasionadas y desmedidas impresiones, y a una crítica especializada volcada en alabar al film, también podríamos soltar un cachete al mismo Ti West, quien en las entrevistas vendía la moto de que, conociendo como conocía al fan medio del terror, había jugado a sorprenderle desviándose de salidas trilladas y previsibles. MENTIRA.
Contrariamente, es cierto, muy cierto, que la primera hora de "X" está un rato bien. La ambientación setentera (si algo bueno tiene West es que, a diferencia de lo habitual, no carga las tintas cuando recrea la mentada década -¡hola Rob Zombie!-, sabe proceder de modo natural, sobrio y realista), los personajes (me encanta la cara de viciosa que gasta Mia Goth), la banda sonora y, en general, el desarrollo de los acontecimientos, muy serio todo, sin estridencias, ni chorradas. Al fin y al cabo es el director de la muy recomendable "La casa del diablo", o las apetecibles "Trigger Man" y "The Roost", y si algo gasta es estilo. De eso hay cacho en "X", con algunas tomas y salidas de montaje muy frescas e interesantes. No sorprende, ni ofende, que los crímenes tarden casi una hora en arrancar. Sabemos que a Ti West le gusta tomarse su tiempo. La mala noticia es que, cuando sucede, luego todo es cuesta abajo. Dicho de otro modo, "X" me gustaba más como drama sobre los avatares de unos pornógrafos piojosos. En el momento que el terror asoma, la peli cae en picado, ¿por qué? porque nos internamos de lleno en lo previsible, predecible, plano, lineal y aburrido. Matan a uno, otro despierta en plena noche, sale a buscar al primero, repite su nombre varias veces hasta que se lo cargan. Y así sucesivamente. Sin gota de suspense. Encima, y ahí viene el otro gran "plof" de la velada, los asesinatos no son ni tan truculentos, ni tan salvajes. Puede que solo uno, y tampoco es para echarse las manos a la cabeza.
"X" no deja de ser una recreación del cine primigenio de Tobe Hooper, en concreto hay elementos de la inevitable y la que vino después, "Trampa Mortal". Puede que mejor facturada, puede que con algunos aislados buenos momentos. Pero, en términos generales, es una más. Una más de las miles que se producen con los protas llegando en coche o furgo al futuro escenario de los horrores. Una más con los "pueblerinos, habitantes" raros y homicidas. Una más con tendencia a recrear los superiores terrores del pasado. Y una más que termina sumiéndonos en un sopor considerable.
¿Saben el dicho aquel del mono vistiéndose de seda? pues aplíquenlo a "X"
Ahora le toca el turno a "Black Phone" y "Evil Dead Rise". Veremos.

viernes, 15 de abril de 2022

PÁNICO EN BEVERLY HILLS

Extraño slasher tardío y concebido justo en la decadencia del subgénero, que destaca, más que por su condición, por dos motivos concretos: Se trata de una película que sabedora del poco tirón que tiene ya en 1987 el slasher, apuesta por combinarlo con el thriller. Ese sería uno, el otro es que es una película que está espantosamente dirigida. De hecho, posee tanto raccord, que cualquiera diría que se han montado escenas de distintas películas, pero nada más lejos de la realidad. “Pánico en Beverly Hills” es un perfecto ejemplo de la incompetencia de su director, Jag Mundhra, y de la distribuidora que decidió quedarse con los derechos de explotación, Intercontinental Releasing Corporation.
La cosa va de una serie de agentes inmobiliarios que se dedican a vender casas de lujo. Por otro lado tenemos a un locutor de radio nocturno, de esos que abren las líneas telefónicas y a los que los oyentes cuentan sus intimidades. finalmente tenemos un corpulento asesino al que no le vemos la cara hasta el final, que matará a tantos agentes inmobiliarios como se le ponen a tiro, utilizando para ello —entre otras cosas— un arma de su invención: El palo de un desatascador al que le ha pegado unas enormes cuchillas de afeitar en el extremo.
La policía comienza a investigar el caso, que se va esclareciendo cuando descubre que el asesino es uno de esos oyentes que llaman por teléfono al programa del locutor antes mencionado. La policía se pondrá en contacto con este con el fin de encontrar al asesino, que para más rasgos, come comida para perros con sabor a pollo en lata.
“Pánico en Beverly Hills” es un desastre absoluto, larga como un día sin pan sobrepasando la hora y media de metraje, y tan mal rodada que casi parece una cosa intencionada.
El director, Mundhra, de ascendencia hindú, enamorado del cine, creció bajo la disciplina de una estricta y conservadora familia que, prácticamente, le prohibía ver películas. Desarrolla así su amor por el cine hasta llegar a convertirse en director de toda suerte de subproductos estadounidenses que rara vez se dejan ver fuera del mercado del direct to video, todos muy sosos y muy malos. A nuestro país llegó en su momento en vídeo esta “Pánico en Beverly Hills”  (“Open House” en su versión original) que, como ya les he dicho, está tan mal dirigida que bien merece un visionado, si bien, los efectos especiales que usa, artesanales, son de primero de educación básica —ya saben, los dos deditos cortados que se mueven sobre la mesa, etc…— y más que asustarnos nos provoca las tan agradecidas risas involuntarias… pero no muchas ni muy intensas. Al final la sensación que nos deja la cinta es más de sopor y agobio, que de cualquier otra cosa. Parece un mal telefilme.
El caso es que cuando se entregó la película terminada a los señores que se iban a encargar de ponerla en las estanterías de los videoclubs (no llegó a estrenarse en cine), la Intercontinental Releasing Corporation, el vicepresidente de la compañía, Richard Casares, se percató de que el material que le habían entregado era demasiado malo, no servía ni para tirarlo a la basura, por lo que sabiamente decidió rehacer por completo la película. Este quería que alguna de las nuevas escenas que iban a rodar las protagonizara su esposa Tifanny Bolling, actriz proveniente de la televisión a la que hemos podido ver en cosas para todo tipo de paladares, ya sea el clásico de la serie B “Tarántula”, ya sea una sex comedy de tercera como lo era “Las chicas del Valle”. Bolling en un principio se mostró reticente a hacer un papel vista la calidad de la película, pero al final tragó, pasó por el aro y ahí la tenemos en la película. Una vez montado el nuevo corte, este es el que se comercializó (el que pudimos ver en España). Esto hace preguntarme que, si este despojo en celuloide es el rehecho por la distribuidora, el dado por bueno, ¿Cómo sería la versión que desecharon? Me gustaría verlo.
Entre un reparto plagado de rostros desconocidos destacan las presencias de Joseph Bottons (“El abismo negro”) y Adrienne Barbeau cuyo papel es bastante destacado y de la que dice la leyenda, que aceptó porque no estaba muy boyante en 1987 y necesitaba pasta para pagar la matrícula del colegio de su hijo.
Poco más. Hay muchos slashers malos, pero quizá este se lleve la palma. Ciertamente, y pecando el género como peca de aburrido, esto está a otro nivel.

miércoles, 13 de abril de 2022

GALERÍA DE ESCANEOS BONITOS 8 (ZETISMOS)

Imágenes extraídas de las fermosas páginas de "Mad Movies", "L´Ecran Fantastique" y otras revistas franchutes que me alegraron la adolescencia por ahí los años 80/90....


Fabulosa imagen que rezuma exploitation por
todos sus poros. Tetas (y además vaya par!! para censurarlas
-ya saben, blogger y sus tonteridas- hemos tenido que fabricar
dos roscas negras enormes, así que imaginen el tamaño de los 
pezones!). Violencia. Y Al Adamson como responsable de todo ello.




Más exploitation y más astros de la negación. En
este caso hablamos del gran Tim Kincaid y de su
película "Breeders" o "La muerte ataca en Nueva York".
No hay mucho que decir, salvo que esa mugre blanca en la que se
pringan/bañas las mozas se supone líquido extraterrestre... aunque es 
evidente a qué recuerda realmente.


Y para negaciones y mugre, nada como recurrir
a la Troma y tres de esas pelis mierdosas que
solían pillar para distribuir y a las que fabricaban
carteles llamativos, coloristas y acojonantes. Vamos, la
especialidad de la casa. El de arriba es "Maniac Nurses
Find Ecstasy" y no, no la he visto. Ni creo que lo haga.


"Curse of the cannibal confederates" estaba considerada en su
día por el mismísimo Sr. Lloyd Kaufman como LO PEOR de su catálogo.
¡¡Madre mía, como tendría que ser!!  No muy estupenda, según he
leído 
(no obstante, y coherente con la mentalidad mercantilista
de esta peña, fíjense en la frase publicitaria arriba del cartel,
bien positiva y firmada por... como no... ¡"Troma Times"!, el folleto
publicitario que editaban entonces. Y, también, la única "prensa escrita"
dispuesta a tal hazaña). Sin embargo, tal y como anda el patio
actualmente (especialmente 
en los "headquarters" de Troma) seguro
que la película ya ha sido superada en cuanto a negación.
Y con honores.


A diferencia de las anteriores, "La venganza de Daphne" sí la
alquilé y vi en su día. O, mejor dicho, la sufrí. Ya saben la
cantinela, entonces nos pensábamos que todo lo que llevaba el
sello Troma era como "El vengador Tóxico" o "Mutantes en la
universidad
". ¡¡Juas!!. Aún así, miren lo que les digo, no
me importaría volver a deglutirla... ni que sea por 
morbosa curiosidad. ¿Osaré dar tan fatídico paso?.
Veremos...
(Sí, lo dí)



Otros que tal, los chavales de Empire, especialmente
en lo que se refiere a su división de carroña dura, la
"Beyond Infinity Films". En este caso estamos ante dos imágenes
de "Psychos in Love", que Víctor reseñó sabiamente en su momento.
El tipo tumbado en el suelo es el legendario Carmine Capobianco (RIP).

Reflexión: Que nos obliguen a censurar bonitas ubres, pero permitan
publicar imágenes tan brutas como la arriba expuesta, es algo que
perturba y preocupa bastante, la verdad.


Y para tipos legendarios...
Y negados...
Y carroñeros....
Bruno Mattei! Lo que tenemos aquí es el
precioso cartel de su nada preciosa "Shocking Dark", es
decir "Terminator 2" según la distri española.
Ninguna queja al respecto. Después de todo, de eso va el zetismo
y la explotación, de engañarnos con carteles bien chulos.
Y para muestra, un botón... y de los grasientos...



Aunque no podría jurarlo, diría que este
fabuloso cartel de un supuesto "Alien 3" cortesía del 
amigo Mattei pertenece a cuando la arriba mentada
"Shocking Dark" solo era un proyecto encima de la mesa.
Coinciden intenciones argumentales (no olvidemos que aquella es
más "Aliens" que "Terminator"), director y responsables de
los efectos especiales (los hermanos Paolocci). Sin embargo, que la Fox
se enterara y les amenazara con una demanda -así es como fue- empujó
a que Mattei y "Flora Films" al completo decidieran cambiar el título del
proyecto... pero mantuviesen intacta su esencia plagiadora. ¡¡Bravissssimi!!.

lunes, 11 de abril de 2022

UN HOMBRE Y SU CÁMARA

La premisa principal de “Un hombre y su cámara”, película amateur que ha causado cierto interés en los circuitos eminentemente artísticos, no es ni original, ni arriesgada, ni novedosa, pero sí tremendamente resultona: Al joven y reputado documentalista  Guido Hendricks, se le ocurre grabar una película con su cámara de vídeo casera. Cuando este está en la calle, durante los primeros minutos, vemos que graba con ella cualquier cosa; desde el suelo de asfalto hasta un gato que corretea por ahí. Lo natural, lo que grabaríamos todos si nos dejas en medio de la calle con una cámara de vídeo. Pronto se detiene en la presencia humana que hay a su alrededor. Se afana en grabar a un hombre que trabaja en su jardín. Cuando este se percata de que hay un individuo grabándole le pide explicaciones, el director opta por no decir ni palabra y seguir filmándole, por lo que se genera una reacción por parte del caballero que es filmado. Justo en ese momento, y yo diría que sobre la marcha, Hendricks decide continuar la película que ha salido a grabar manteniendo esa tónica. Así, se dedicará a tocar al timbre de todas las puertas del vecindario y, estando en completo silencio y sin reaccionar, registrará en imágenes todas las reacciones de los inquilinos de los hogares en los que irrumpe cámara en ristre. Estas reacciones van desde el desconcierto hasta la violencia, pasando por gentes que comprenden que este individuo se trae algo artístico entre manos e interactúan como buenamente pueden, incluso dejándole pasar al interior de sus casas.
El resultado de “Un hombre y su cámara” es curioso. Las distintas reacciones de los lugareños que son filmados sin permiso y sin saber por qué, llegan a generar hasta desasosiego en el espectador —según la calidad de las reacciones—, y como experimento es algo que está bastante bien. Pero no es una genialidad. Considero que esa idea, que estoy seguro viendo los derroteros que toma su película, Hendricks improvisó según grababa, se le podría haber ocurrido a cualquiera que tenga un mínimo gusto por las cámaras de vídeo (no ya por el cine, porque esto no tiene por qué ir ligado en demasía al cine…). Pero si esta misma película la hubiéramos hecho usted o yo, la elite cultural no hubiera ni reparado en ella. Hay que ser un director prometedor y galardonado como Guido Hendricks (holandés para más señas) para que los gacetilleros digan cosas como “parece un sketch de “Jackass” —cierto— cuyo director busca algo más profundo que unas carcajadas” o que es recomendable para aquellos que “tengan un interés teórico del documental como forma”. Mis cojones.
Pero sí, me ha hecho gracia esta película, primero por lo casero de todo el asunto, segundo porque pese a que Hendricks cuente con el beneplácito de las elites del arte incluso antes de darle al rec, no ha soltado en las muestras y los festivales una película precisamente fácil —“Un hombre y su cámara”, con sus desenfoques y traqueteos, se pasa por los huevos cualquier formalidad ética o estética—, incluso, hay alguno por ahí que no sabe que decir sobre la propuesta porque al final no es más que un puñetero vídeo casero. Y eso asusta.
Sin más, si sienten curiosidad, véanla. Pero no es ni la genialidad, ni la provocación de la que hablan por ahí los dos o tres plumillas que la han visto. Es, como su título indica, un hombre trasteando con su cámara.

sábado, 9 de abril de 2022

EL TIEMPO EN SUS MANOS

Lo he promulgado muchas veces antes, y nunca dejaré de hacerlo. No me va demasiado el cine clásico. O el cine antiguo (antiguo para mí: de los 60 pabajo) Confieso que no entiendo a los de mi quinta y, mucho menos, a las generaciones posteriores que dicen adorarlo. O incluso que lo citan como influencia. Quiero decir que, más allá del exotismo, me resulta incomprensible cómo pueden conectar con unas historias, un modo de narrarlas y una manera de recrearlas tan lejano y ajeno a aquel con el que han crecido y se han formado. Pienso que hay mucho esnobismo en eso de defender el cine clásico.
Por lo que a mi respecta, puedo decirles que de esta clase de materia solo existen unas pocas películas en mi lista de intereses ("El hombre con rayos X en los ojos", "El increíble hombre menguante", "Matar un ruiseñor" y puede que "Senderos de gloria") Lo que ocurre es que una de ellas, directamente, entra en el top ten. Y con honores. Sí, "El tiempo en sus manos" no solo me encanta, además reposa estupenda y cómodamente junto a las imprescindibles. La adoro desde que la vi por primera vez en la tele siendo infante.
No sé hasta que punto "El tiempo en sus manos" es una adaptación fidedigna de la inmortal novela de H.G.Wells. Incluso me han entrado ganas de leerla para comprobarlo (ver actualización al final). Pero, en cualquier caso, ambas vienen a contar lo mismo: Un inventor se saca de la manga una máquina del tiempo con la que viaja al futuro. Será testigo de toda clase de avances y desgracias, incluidas varias guerras. Terminará recalando en una sociedad medio lerda (los Eloi) que sirve de abono alimenticio para unos monstruos subterráneos (los Morlock) y se lanzará a liberarla.
Ayer mismo puse mi dvd en busca de evasión, y disfruté como una cuadrilla de enanos. Joder, que puta delicia. "El tiempo en sus manos" es obscenamente entretenida. Una película de aventuras y desbordante fantasía parida en 1960 y que sería, en cierto modo, el preludio a los blockbusters que Spielberg y gente de idéntica catadura nos darían a finales de los setenta y en adelante. La diferencia es que, en el momento de su confección, los tropos, clichés y salidas narrativas de manual aún no se habían impuesto en el cine comercial (al menos no como ocurriría años después) y, con toda su esencia simplista -dicho muy positivamente-, este absoluto clásico de George Pal resulta menos previsible y lineal que lo que serían consiguientes producciones de su misma condición. Sin ir más lejos, podemos comprobarlo deglutiendo el remake, o la readaptación que la novela de H.G.Wells tuvo en 2002 con "La máquina del tiempo", film que, sin estar a la altura del reseñado, ni ser nada del otro jueves, tampoco es tan terrible como lo pintan... aunque no me resisto a comparar un par de cosas: En la versión de Pal, los Eloi son hipnotizados y acuden por propio pie hasta las grutas de los Morlocks para ser devorados. En la moderna, estos salen a la caza de los otros, que huyen despavoridos. Parece una tonterida, pero me resulta más perturbador lo que muestra la del 60. Por otro lado, en esta versión al inventor lo mueve una ansia descubridora genuinamente científica (al menos para su primer viaje), mientras que en la del 2002 lo que le motiva es el amor. Hagan sus cuentas.
En cualquier caso, los atributos de "El tiempo en sus manos" son innumerables, y van desde su reparto, y su super-carismático protagonista (estupendo Rod Taylor), a cuestiones técnicas, la insuperable y reconocible banda sonora (cortesía de Russell Garcia), esos colorines chillones, esos efectos especiales artesanos que, aunque cantan un poquito, chorrean encanto (y ganaron un Oscar en su día), el brutal diseño de los Morlocks (parecen unos "Beatles" con sobrepeso surgidos del infierno) y, cómo no, la misma máquina del tiempo. Preciosa. Tendrían que comercializarla en plan merchandising porque la compraría.
Obviamente, siendo de la época que es, el film también luce algunas ideas que, vistas hoy, podrían considerarse "incorrectas" o gozar de una doble lectura perversa. Por ejemplo, la relación de un maduro Rod Taylor con una jovencísima, dulce, inocente, rubia, tonta y virginal Weena. Da hasta un poco de mal rollo. Y el hecho de que la sociedad de los Eloi viva en paz, sin dar golpe y tirando de extremo hedonismo, hasta que Taylor llega, les enseña cómo ser violentos y les jode para siempre su envidiable existencia cotidiana. Vamos, que desde ese momento se van a tener que poner a currar si quieren seguir comiendo. Como si fuese malo no pegar sello... vale que a cambio se te comen los Morlocks... pero oye, que te quiten lo bailao. En una secuencia concreta, Taylor, muy enfadado ante la pasividad de los Eloi y sus pintas casi gays, grita aquello de que se vuelve a su época porque, al menos, allí "moriré entre hombres", ¡¡encantador!!.
A modo frikista mentar que los gruñidos de los Morlocks son el mismo efecto sonoro que soltaría dos años después el dragón de "El maravilloso mundo de los hermanos Grimm", también de Pal emulando al Corman más reciclador. Y que, en la escena que precede al holocausto nuclear, los guardias encargados de llevar a la gente a los refugios visten el mismo uniforme que los astronautas de "Planeta Prohibido"
No olvidemos la existencia de "Los pasajeros del tiempo", estupenda película con una deuda más que consciente, y buscada, con la absoluta obra maestra altamente disfrutable y recomendable que es "El tiempo en sus manos".

Actualización (25 de Mayo del 2022) Pues al final me animé a visitar la biblioteca del barrio y hacerme con el libro. Lo mejor, obviamente, es el juego de las comparaciones. Sorprende descubrir que la película es bastante fiel en algunos aspectos (mucho más que la versión moderna) pero, curiosamente, es en el tono donde difieren totalmente. La novela de H.G.Wells es mucho más sesuda, intelectualoide, con un importante mensaje social de fondo. La peli es la versión para tontos. Y yo soy tonto. Por eso mismo devolví el libro sin terminarlo. Menudo coñazo. Me quedo con lo que hizo George Pal, sin duda.

viernes, 8 de abril de 2022

FRANKENSTEIN 90

Comedia muy afrancesada (y francesa), sosa como ella sola, al estilo de la también franchute “Drácula e hijo”, “Frankenstein 90” es un cambio de tercio en la carrera de un cineasta que llegó a ser una influencia para Martin Scorsese, o cuyos films son exhibidos a modo de obra de arte en las instalaciones de MOMA de Nueva York: Alain Jessua. También es muy francés el hecho de que un director de prestigio un día decide realizar una comedia alocada.
Así, “Frankenstein 90” tiene como principal objetivo parodiar la obra intocable de James Whale, “El doctor Frankenstein”, siguiendo paso por paso los acontecimientos del clásico, pero adaptándolos a los años 80 cuando se rodó, trufando el argumento de una serie de gags y situaciones cómicas que lo cierto es que me resultan bastante poco graciosas. No resulta original ni la idea de base, antes ya parodiaron Frankenstein con mucha más gracia y tino Mel Brooks con “El jovencito Frankenstein” e incluso Armando Crispino desde Italia con “Frankenstein a la italiana”.
Un descendiente directo de Victor Frankenstein (que también se llama Victor Frankenstein) es un doctor experto en cibernética y decide acabar lo que su antepasado empezó; así pues se dedica por las noches, disfrazado, a robar partes de cuerpos muertos con el fin de crear una criatura y darle vida. Cuando lo consigue, esta le sale con un nivel intelectual bastante alto que lo lleva a soltar toda suerte de diatribas filosóficas. Cuando el monstruo ve hacer el amor con su novia a su creador, le da cierta envidia, por lo que el doctor le fabricará una novia a base de partes del cuerpo de strippers asesinadas. Por otro lado, al tener el monstruo un carácter bastante fuerte, las cosas se complicarán cuando interactúe con el resto de miembros de la sociedad.
El resultado de la película, muy europeo y particular, como dije al principio es soso y desangelado, apenas si funcionan un par de gags, pero se deja ver por la ligereza del asunto y por el papel del monstruo interpretado por el cantante Eddy Mitchell que con su corpulencia, sus cicatrices rojas (como si fueran cicatrices reales) y su tupé que hace parecer a su cabeza cuadrada como la de Frankenstein, tiene bastante gracia. Habida cuenta de la cinefilia del artista, cuyo nombre artístico viene dado en homenaje a uno de sus actores favoritos, Eddie Constantine, se comenta que durante el rodaje se lo pasó estupendamente, no así, Jean Rochefort, uno de los actores gabachos con más prestigio en su país, que se tomó su papel de doctor Frankenstein más como un trabajo alimenticio.
Poco más que decir al respecto, tan solo destacar su maravilloso póster, con esas caricaturas gomosas y desternillantes y contar como anécdota que “Frankenstein 90”, es citada como principal “placer culpable” por el director coreano de moda, el prestigioso —y oscarizado— Bong Joon Ho. Suyas son “Rompenieves”, “Okja” o, por supuesto, “Parásitos”.

miércoles, 6 de abril de 2022

MIERDCADERÍAS: RUGGERO DEODATO ALUCINARÍA UN RATO

Es un hecho que, ocasionalmente, algunas de las mierdcaderías aquí expuestas no necesitan demasiada introducción. Basta con verlas para entender el sentido ridículo de su mero existir. Pero nunca ha sido tan evidente como lo que les traigo hoy. Antaño, "Holocausto Caníbal" era sinónimo de la más absoluta sordidez cinematográfica, desde el momento que la alquilabas del vídeo-club con esa caratula perturbadora de la tipa empalada. Sentarte a verla significaba ser testigo de las mayores atrocidades imaginables. De una crueldad en su máximo exponente, sobre todo si eras amante de la vida animal que, como saben, en los sucios fotogramas de este clásico enfermizo de Ruggero Deodato, sufren y mueren sin truco alguno.
Por todo ello, ver "Holocausto Caníbal" convertido en el adorno, en la estampa, de un... ¡¿body de color azul cielo?! supone, no sabría decir, algo más desasosegante que la misma película. Incluso más ofensivo. Sí, claro, es muy "cool", muy rompedor y muy "Me too" Pero, seamos prácticos, ¿convertir una obra incunable del mal rollo en algo tan cursi (a lo que deberán añadir los adjetivos habituales: banal, inofensivo, superficial, frívolo, etc) ? Vivimos tiempos aciagos, queridos amigos cinéfagos.


lunes, 4 de abril de 2022

CINEMA PERVERSO

Enésima reivindicación del fenómeno “grindhouse”, esta vez proveniente de Alemania, en este estupendo —y cortito— documental que, más que de un tipo de subgénero, vendría a hablarnos de los cines donde era habitual que se proyectaran en Alemania las películas exploitation. Al igual que en España serían los cines de barrio y los de sesión continua los lugares donde el espectador podía ver por pocos duros películas exploit, serie Z, cine de Kung Fu o películas “S” —aunque hay que tener en cuenta que en nuestro país muchas de estas películas se estrenaban en cines de estreno con todos los honores—, en Alemania los complejos cinematográficos en los que se solía exhibir toda esta morralla eran los llamados “cines de estación”. Se ve que en los años 50, con la proliferación del comercio en las estaciones de tren, dentro de muchas de ellas se habilitaron salas de sesión continua que servían, más que para que el público disfrutara de las películas, para que los viajeros que llegaban a la estación con tiempo o los que su tren sufría un retraso, tuvieran un lugar en el que esperar entretenidos. Durante el declive de lo que fueron en general los cines de estación, estos se convirtieron progresivamente en lupanares de vicio que proyectaban cine porno y alojaban a toda suerte de chaperos, pajilleros y prostitutas. Es por eso que junto a la pantalla solían colgar relojes grandes y luminosos para que a sus clientes no se les pasara la hora de tomar el tren.
La programación sería la típica de un cine de barrio.
“Cinema Perverso”, con la eterna estructura del cabezote parlante, reúne a un buen número de reputadas (o no) personalidades del cine fantástico alemán como puedan ser Uwe Boll, Christian Anders, Jörg Buttgereit o René Weller que recordarán el tipo de películas que se proyectaban en esos lugares o su experiencia con alguna de aquellas películas, en el caso de haber participado.
La verdad es que el documental no propone nada nuevo más allá de lo que nos han contado otros documentales americanos, sin embargo la baza fuerte la tiene a la hora de hablarnos del producto autóctono. De esa manera “Cinema Perverso” le pasa factura a subgéneros alemanes que en la mayoría de los casos son desconocidos para el público estándar, como la popular comedia sexy bávara o una especie de subgénero parejo a nuestra clasificación “S” que serían las “report movies”, poco más que documentales sensacionalistas que con la excusa de educar al personal se nos muestra todo el folleteo posible al estilo de los “higiene films”, y que contaba con una zona concreta como era el barrio de St. Pauli en Hamburgo (sí, el barrio donde “El monstruo de St. Pauli” cometía sus fechorías…) para situar las escenas morbosas que querían enseñarnos los directores, ya que se trata de un barrio popular por la inmundicia, los marineros y las chicas fáciles que albergan sus calles. También descubrimos los “stereostrips” que vendrían siendo el equivalente al nudie americano, pero más soso aún si cabe y que, proveniente de Suiza o Finlandia, fue plagiado por nuestros amigos alemanes sin ningún tipo de escrúpulo porque, al fin y al cabo, era un producto que resultaba altamente rentable. También nos hablan de géneros alemanes de corte popular o, más curioso todavía, nos explican que muchas películas americanas eran demasiado cortas para los circuitos de exhibición alemanes, así que, con el fin de llegar a un mínimo de metraje estipulado, las distribuidoras rodaban material de relleno que luego insertaban de manera tosca y chabacana sobre el negativo original, por lo que se alteraba la obra considerablemente. No hay nada que me parezca más estafa que eso, una película americana que, sin la productora saberlo siquiera, lleva minutos extra de metraje alemán dirigido por váyanse ustedes a saber quién.
En definitiva se trata de un documental ameno, dinámico, curioso y entretenido con el que a estas alturas no vamos a aprender ya mucho más, pero que al menos nos descubre una serie de títulos y estilos alemanes que hay que tener presentes porque, al fin y al cabo, se trata de la cinematografía folclórica de un país que, aunque cercano, en muchos aspectos sigue siendo un gran desconocido.
Dirige la cosa Oliver Schwehm, documentalista para televisión que, además de este, ha dedicado documentales a figuras internacionales del fantástico como pueda ser Christopher Lee, pero también, a figuras del más rutilante eurodance como el dedicado a la estafa que supuso al mundo los Milli “don’t forget my number” Manilli.
Recomendable para echar un ratillo agradable.

sábado, 2 de abril de 2022

ARIZONA BABY

Hay mucha gente fascinada por la historia de Sam Raimi, Bruce Campbell y Robert Tapert. El grupito de colegas que crecieron como cineastas sin perder nunca su amistad, siempre de la mano. Sí, es muy bonito. Pero lo cierto es que a mi me fascina un poco más la relación de Raimi con Joel y Ethan Coen. Una fábula que se remonta a los tiempos en los que el primero andaba liado supervisando el montaje de "Posesión Infernal" y Joel asistía a Edna Ruth Paul en tales tareas. Luego, cuando los hermanos quisieron hacer su propia película (la muy recomendable "Sangre Fácil"), siguieron un poco la estrategia de su amigo y rodaron un trailer para convencer a posibles inversores, uno que contaba con protagonismo de Bruce Campbell himself (es feo que, luego, cuando facturaron la peli en sí, no le ficharan ni como secundario... pero lo pasaremos por alto) Y no olvidemos la primera colaboración oficial de los Coen con Raimi en la divertida "Crimewave (Ola de crímenes... ola de risas)" (donde surgiría el nombre de "Hudsucker", que los hermanos reciclaron para la misma peli ahora reseñada y, de forma más llamativa, su simpática-pero-poco-más "El gran salto") Con los años, unos y otros se harían un nombre en la industria. Raimi apostando por un cine abiertamente comercial, y los Coen por uno un pelo más autoral, que les valió mucho prestigio y, por supuesto, algún que otro Oscar. Pero la amistad de los cineastas siguió. Podemos ver a Raimi acribillado en "Muerte entre las flores" o a Campbell en una pantalla de televisión en la estupenda "Fargo". Según leí, el director de "Darkman" anda rodando un documental sobre los Coen que, dijo, terminará el día que uno de los dos palme.
Cuando Sam Raimi decidió apuntarse a un cine un poco más "serio", más "de personajes", lo hizo con una película nada desdeñable, "Un plan sencillo". Inevitablemente, por su condición de thriller, sus poso dramático y su ambientación nevada, recordaba un poco bastante a "Fargo". Sí. Es posible. Y pronto cayeron acusaciones de "copia" o "imitación". Lo que nadie parece ver, o querer ver, es que años antes los Coen se habían inspirado en el cine de su amigo, concretamente con "Arizona Baby". Así pues, el caso de "Un plan sencillo" estaba perfectamente justificado.
Que después de una peli tan "indie", tan "arty", reposada y relajada como "Sangre Fácil", Joel y Ethan Coen dieran el salto a cierto cine mainstream con una comedia desmadrada, loca y excéntrica como es "Arizona Baby", seguro les valió muchos palos de cierta crítica sesuda. No me extrañaría que incluso llovieran acusaciones de "vendidos". Todo es posible. Obviamente, vista hoy, está claro que "Arizona Baby" poco tiene de convencional. A pesar incluso de su mensaje "conservador" (la familia es lo primero) y su "happy end". Suerte que los Coen son los Coen, y abordan todo ello con cierta ironía.
H.i. es un delincuente de baja estofa que no para de entrar y salir de la cárcel. Hasta que un día se enamora de una policía. Deciden casarse y formar una familia. Pero ella no puede tener hijos, así que, ante el desespero, le mangan el bebé a un magnate que ha tenido nada menos que cinco... con el consiguiente y consecuente lío.
La relación de los hermanos Coen con la comedia es irregular. Está asumido y demostrado que su fuerte es el thriller, porque cuando se meten en una abiertamente de risas, les suelen salir o razonablemente bien ("El gran Lebowski", "Un tipo serio", así como los acertados momentos humorísticos de la misma "Fargo") o muy mal ("Quemar después de leer" es espantosa. Y "O brother!" le va a la zaga, solo se salva la banda sonora) Afortunadamente, "Arizona Baby" pertenece al primer grupo. Como decía, lo más llamativo es el dinamismo y la velocidad que gasta, con unas maneras de "cartoon" (el personaje de Nicolas Cage es casi la versión carne y hueso del Pájaro Loco. También están esas llamaradas de fuego en plan Coyote & Correcaminos que deja la moto del caza recompensas ... entre otras ideas) y, pues eso, los ya citados préstamos del cine de Sam Raimi, como los frenéticos steadycams (hay quien los cita como directo homenaje a "Posesión Infernal"... no se yo), la cámara subjetiva, planos aberrantes, bizarros y forzados, etc.
Añadan al caldo las clásicas "set pieces" de comedia puramente visual que los Coen hacen tan bien (y que abundaban generosamente en "El gran salto", siendo lo mejor de la misma). La parte intermedia del atraco al supermercado es de órdago. Pero hay más. Todas estupendas, muy conseguidas, y que le dan a la película un aire muy fresco, muy vivo, enormemente agradecido. Incluso los diálogos tienen un chorro de chispa, y hay chascarrillos que se te quedan grabados, como ese "Pues entonces, adelante!".
El reparto está cojonudo, del primero al último. Un Nicolas Cage casi irreconocible. Una guapísima, pero guapísima, Holly Hunter (aún fresca de su paso por "La quema"), haciendo de mujer inquisidora y agotadora en su deseo de tener prole. Un sensacional John Goodman (puede que sea lo mejor de la peli), acompañado de un pizpireto William Forshyte. La inevitable Frances McDormand como maruja insufrible y M. Emmet Walsh, repitiendo ambos con los Coen tras "Sangre Fácil", o Randall 'Tex' Cobb en su impagable parodia de un guerrero de la carretera propio de "Mad Max 2" (detalle que cobra todo el sentido cuando vemos a los hermanos, en una entrevista publicada en la revista "Fangoria", referirse a aquella como su película favorita de todos los tiempos. Ahí es nada)
Si algo saben hacer bien Joel y Ethan Coen es elegir canciones para la banda sonora. Lo han demostrado de sobras con "Sangre Fácil", "A propósito de Llewyn Davis" o, como decía, "O brother!". Y aquí ocurre otra vez. El tema central, a base de banjo, aullidos y silbidos, es una delicia.
Como dato alternativo, señalar la posterior, curiosa y "exploitable" -al menos para el mercado nacional- aparición de una oscurilla película que llegó a nuestros estantes videocluberos con el muy evidente título -y una no menos parecida caratula- de "Motor Baby" ("Easy Wheels" en v.o.) En su época la ignoré. Y así ha sido durante décadas hasta que hace poco, y de modo totalmente accidental, descubrí que venía producida por Sam Raimi, Robert Tapert + Bruce Campbell y coguionizada por el hermano Ivan Raimi (hay quien sitúa a Sam también como responsable del liberto pero, a menos que se oculte tras seudónimo, en los créditos no figura como tal)
Lo dicho, "Arizona Baby" es una estupenda película, y una no menos estupenda comedia, muy recomendable.

viernes, 1 de abril de 2022

SOMBRAS TRÁGICAS ¿VAMPIROS?

Concebida como alternativa al cine de estudios y de manera casi independiente, “Sombras trágicas, ¿Vampiros?” es un pequeño clásico de la serie B más resultona y entrañable de los años 30, ejecutada por la Majestic Pictures, compañía pequeñita de bajos presupuestos que se ganó una buena fama gracias a que, según los historiadores, conseguían facturar con dos duros películas de calidad no muy inferior a la de los estudios.
Rodada justo en un periodo en el que el código Hayes todavía no operaba al 100% y se podía juguetear ligeramente con la violencia o el sexo, se trata de una peliculita de terror un tanto escabrosa en torno al vampirismo que, pese a lo austero de lo que nos propone y la ingenuidad con la que trata el tema, deja en el espectador un buen sabor de boca.
En un pueblecito comienzan a sucederse una serie de asesinatos cuya principal característica es que, cada cadáver, posee dos marcas en el cuello como si fuera la mordedura de algún animal. Por supuesto, los habitantes creen que los asesinatos son obra de un vampiro, sin embargo, el inspector de policía de la zona, más cabal, piensa que en realidad son obra de un hombre, que los vampiros no existen. El pueblo se dividirá en los dos correspondientes bandos. Durante el trasiego pagarán justos por pecadores, linchando a un pobre contrahecho y retrasado mental —que se parece a Leonardo Di Caprio— al que le gusta jugar con murciélagos. El desenlace resulta totalmente enloquecido.
“Sombras trágicas, ¿Vampiros?” asimismo es una temprana muestra del más feroz exploitation, ya que nace con la idea de estrenarse deprisa y corriendo para aprovechar el tirón mediático de una película ya rodada. Se había estrenado con gran éxito “El doctor X” según Michael Curtiz, con protagonismo de Lionel Atwill y Fay Wrey —la eterna novia de King Kong, y una de las primeras scream queen del cine de terror primigenio— que eran la pareja de actores del momento. Justo entonces, se finiquita la nueva producción de Warner, “Los crímenes del museo” con Atwill y Wrey también como protagonistas. Debido a su gran presupuesto, la postproducción se prolonga varios meses. Majestic Pictures, consciente de esto, decidió contratar los servicios actorales de Atwill y Wrey con la idea de rodar una película de terror a toda velocidad y estrenarla antes que “Los crímenes del museo” De esta manera, conseguirían beneficios en taquilla aprovechándose de la publicidad previa que se le estaba haciendo a los actores y a su película para Warner.
Por otro lado, Majestic Pictures había alquilado, por muy poco dinero, los decorados ya utilizados de otras grandes películas de estudio, por lo que “Sombras trágicas, ¿Vampiros?” se rodó en los sets de “El doctor Frankenstein” y “El caserón de las sombras” de James Whale. Con eso, y con el caché de los actores, que no aparecían tanto tiempo en pantalla en “Sombras trágicas, ¿Vampiros?” como en los títulos de estudio, la Majestic se sacó de la manga una película que no parecía para nada tener carencias. Además, consiguió estrenarse casi un mes antes que “Los crímenes del museo”, por lo que la jugada les salió bien, y resultó ser rentable.
Sin embargo, pese a su apariencia lujosa no deja de ser una película en la que priman las escenas de diálogo, lo que puede resultar algo cansino.
Del mismo modo, y con la idea de ofrecer a los espectadores algo espectacular, en una escena en la que los habitantes del pueblo buscan al personaje contrahecho para lincharle, estos portan antorchas encendidas. El negativo de esa escena fue coloreado a mano de tal manera que, en los cines en los que se proyectó, el fuego se veía rojo incandescente, lo que resultaba un efecto impactante y novedoso. Con las distintas ediciones videográficas posteriores y la remasterización de los negativos, en DVD podemos ver ese mismo efecto tratado infográficamente, para que nos hagamos a la idea de cómo se veía aquello en los cines.
El director contratado para llevar a buen puerto este exploit sería Frank Strayer, artesano de la serie B de la época que facturaba entre cinco y seis películas al año, quien por pocos dólares supo sacar adelante, no solo films de terror, sino también comedias de todo tipo, siendo además el responsable de la mayoría de las títulos de “Blondie”, una serie de films que adaptaban las aventuras de una mujer rubia en una popular tira cómica. Llegó a dirigir la friolera de doce películas del personaje.
Curiosamente, “Sombras Trágicas, ¿Vampiros?” como podrán imaginar por el graciosísimo título español, se estrenó en cines en nuestro país, pero de eso hace tantísimos años que el Ministerio de Cultura no ha podido estimar un número preciso de espectadores en su momento.