sábado, 27 de julio de 2024

GODLESS: THE EASTFIELD EXORCISM + THEY WAIT IN THE DARK

Recientemente consumí, seguidas, dos películas con algunos puntos en común. Ambas eran de terror, muy actuales, modestas, aparentemente rutinarias y trilladas pero, por contra, sorprendentes en sendos aspectos. Lo suficiente como para que las viera enteritas y sin arrancarme la piel desesperado de aburrimiento.
"Godless: The Eastfield Exorcism" (conocida en algunos lugares de habla hispana como "El exorcismo de Eastfield" o "Anticristo: El exorcismo de Lara") es una película de... sí, eso que empieza por e. ¿Parece un chiste, verdad? necesitamos un exorcista que nos libere de tantas jodidas películas de exorcismos. Pero esta tiene un aspecto levemente distinto, más allá de su nacionalidad australiana (y de que se base en supuestos hechos reales, también harto recurrente). Gira en torno a una pareja. Ella anda haciendo cosas rarunas. Él, que es muy devoto, se convence de que está poseída por el diablo. Así que recurre a un exorcista, pero uno no demasiado oficial, ya que los del vaticano están muy atareados (haciendo películas para Hollywood, supongo) Y ahí es cuando te descolocas, porque resulta que el tipo tiene unos métodos que harían palidecer -aún más- al padre Merrin. Es el Harry Callahan de su gremio. Agrede, machaca, humilla al poseído. Dice tacos. Hace "bullying" a los demoños. Tanto que, en fin, podría llegar a pasarse. Y se pasa. Y yo, pues flipé mucho encontrando una peli de exorcismos en la que el exorcista vendría a ser el villano. Bien por Nick Kozakis, director (aunque en su ficha de Imdb tenga pinta de gilipollas), y Alexander Angliss-Wilson, guionista, básicamente debutando ambos en el cine comercial.
Por otro lado tenemos "They Wait in the Dark". Si les cuento la trama, se dormirán encima del teclado: Huyendo de la mala vida que le daba su media naranja, una mamá + hijo recalan en la vieja casa familiar donde hubo un asesinato años atrás. Al poco, comenzarán a hacerse notar presencias que agreden a la mujer, con mucha mala baba.
Esto va a sonar feo (por adecuado que sea) pero, de entrada, te extraña que la protagonista sea tan poco atractiva. ¡¡Eh!! por mi bien, genial. Más humana. Pero es así. Y, no nos engañemos, se sale completamente del canon (más siendo una producción norteamericana). Luego descubres su condición lesbiánica. La media naranja, por tanto, vendría a ser más un medio limón. Vamos, que son del palo froti froti y, obvio, el hijo es adoptado. En eso que la otra anda pisándoles los talones. Y acabará dando con ella/os. Pero, antes, te encontrarás con que el fantasma mal lechado es una mujer del mismo color negro que el hijo y, esta sí es buena -lamento el spoiler, pero lo merece-, resultará que las lesbis son las genuinas culpables de todo el asunto espectral. Es decir, las malas del culebrón.
Para cuando te has secado la baba que se ha deslizado por la comisura de los labios, la peli termina. Y dices "Anda, ¿y el WOKEismo permite esto?" No me ha dado por mirar reseñas en ninguna parte, pero seguro que habrá quien raje por ello. Yo, obvio es, lo aplaudo. Y aplaudo al instigador de todo, Patrick Rea, quien -por no alejarnos mucho del contexto- recientemente ha rodado un corto en tono de bufa titulado "The Exorcist: Parabellum".
Bien, ¿se puede comenzar a hablar de la vuelta a un cine de ideas menos políticamente correctas, menos complacientes con la audiencia? No por jorobar, ni buscar la polémica, solo porque, en fin, de todo debe haber en este mundo. E igual que existen hombres blancos heteros más malos que la tiña, también lo contrario es perfectamente válido. Al fin y al cabo, en eso consiste "integrarse". Lo pregunto porque ha pasado antes y todo es cíclico. Al final, el WOKEismo estallará y dará pie a la vuelta de un cine menos lameculero.... y también este estallará, y volverá el WOKEismo... incluso tal vez con mayor fuerza, pero para entonces seré tal pasa humana que, como suelo decir, me impogtagá un cagajo.

martes, 23 de julio de 2024

DE NATURALEZA VIOLENTA

Un título tan molón como “De naturaleza violenta” me hacía presagiar que escondía una película buena. Sin embargo, superó mis expectativas, porque esto es un slasher a priori de lo más trillado, una consecuencia por parte del director, Chris Nash —que debuta en el largometraje, aunque es un estupendo artesano de los efectos especiales proveniente del mundo del corto—, de recrear los visionados de su juventud concibiendo un psycho killer tan inspirado en Jason Voorhees que roza el plagio; retrasado mental, resucita en forma de cadáver putrefacto (como Jason a partir de la sexta entrega), de tamaño corpulencia y fuerza similar, e incluso vestimentas muy parecidas. Lo único que tiene nuevo para diferenciarlo es una máscara de bombero en lugar de una de hockey. Para evidenciar el homenaje, se cuenta en el reparto con la presencia de Lauren-Marie Taylor, una de las víctimas de Jason en “Viernes 13, 2ª Parte”. Y para hacerlo más clichoso, encima se trata de una producción canadiense, muy dada en su fuero a exportar tanto sex comedies como slashers. Entonces tenemos aquí una actualización del slasher ochentero en toda regla. Pasa también, que Chris Nash es, además, seguidor del cine arthouse y, más concretamente, del que muestra gente andando, de “Elephant” de Gus Van Sant y de los árboles filmados durante horas de Terrence Malick. Del cine contemplativo en definitiva. Y no se le ocurre otra cosa que adaptar las maneras de este al slasher, que por norma general está filmado y montado de manera clásica y ordenada ¿El resultado de semejante mezcla? Pues lo mejor de ambos mundos. Largos paseos por el bosque por parte del asesino se entremezclan con los asesinatos más cafres que he visto en una pantalla. Y como tienden a gustarme los paseos filmados y tiende a gustarme el slasher clásico, la combinación me ha resultado de lo más refrescante, casi tanto como desasosegante. Porque la sinopsis no tiene mucha ciencia: Unos campistas despiertan el cadáver de un individuo que se levantará de su tumba en busca de un medalloncito que, siendo niño, le regaló su padre. Decidido a recuperarlo, campará a sus anchas por el follaje, destrozando a todo aquel que se cruce en su camino, mayormente mastuerzos de vidas insulsas que en las hogueras de rigor contarán la historia de Johnny, nuestro protagonista, con el fin de asustar a las chicas. Lo realmente fascinante es que esos personajes que se instalan y divierten en el bosque, están en un segundo plano y solo somos testigos de sus historias cuando el asesino se topa con ellos, la mayoría de las veces a cierta distancia hasta que logra aproximarse. Porque solo son carnaza para ser asesinada y sus problemas de lesbianismo o arrogancia no nos importan ni a nosotros los espectadores, ni al asesino, y porque la cámara se mantiene siempre a las espaldas de este, captando tan solo su punto de vista, hasta que eventualmente se rompe ese ritmo instaurado para pasar a una narración estándar muy breve, que sirve para dar datos concretos sobre las víctimas al espectador. Cuando este ya los tiene asumidos, la cámara vuelve a su sitio, que es al lado del asesino.
A eso hay que sumarle una filmación al estilo documental, la ausencia de música incidental y un realismo atroz; cuando a uno le dan un hachazo en la cabeza, apenas si tiene tiempo para reaccionar. Eso es lo que pasa en los asesinatos que nos muestra “De naturaleza violenta”, estos son salvajes y muy, muy silenciosos, casi tanto como brutales.
Así pues, “De naturaleza violenta”, que despierta tantas pasiones como odios a lo largo y ancho del mundo —no es de extrañar porque no es una película fácil. Y por supuesto, no es divertida, ni mucho menos entretenida— se convirtió en la sensación de los pases golfos del festival de Sundance desde el que despegó, dando su salto a las salas comerciales, donde ha recaudado tres millones de dólares en su primera semana de exhibición, una pasta para una película de estas características.
Pronto llegará a las plataformas, de hecho lleva el logo de Shudder en sus créditos, pero de momento podemos disfrutarla en cine de nuestro país, donde casi es una anécdota que haya llegado a estrenarse.
Cruel, lenta, asalvajada y distinta a cualquier película de terror de las que pueblan ahora nuestras pantallas, por lo que a mí respecta “De naturaleza violenta” es la mejor en su género de lo que llevamos de año, y Chris Nash un director a tener a cuenta… si no se nos estropea como Eli Roth, como Ti West, como…
Muy recomendable, eso sí, para espectadores pacientes.

sábado, 20 de julio de 2024

VIAJE AL CENTRO DE LOS CRAMPS + AXEGRINDER 666

Siempre he sentido bastante simpatía por "The Cramps". Desde que los descubrí a mediados de los ochenta adquiriendo el vinilo de "El regreso de los muertos vivientes", sin saber ande coño me metía, pero sistemáticamente atraído por esa irrepetible y maravillosa cubierta. Y redondeado, el mismo periodo, por su entonces recién editado "A date with Elvis", regalo cumpleañoso de mi hermana. Con el tiempo me pillaría más material del combo y, aunque no lo escucho asiduamente, de vez en cuando cae y entra bien (o mal, pero simplemente porque no es el momento adecuado. Esas cosas pasan con sonidos tan específicos). Llegados los noventa, "The Cramps" comenzó su lento y progresivo declive, hasta la muerte del frontman, y absoluta mitad de su mero existir, Lux Interior. El otro cincuenta por ciento, como saben, era cosa de la carismática guitarrista, Poison Ivy. Pues, justo, sobre ellos gira este "Viaje al centro de los Cramps", firmado Dick Porter, una notable biografía por la que sentía franca curiosidad y anduve persiguiendo hasta dar con ella en una biblioteca. Así, en plan revisión generalista, se puede decir que la lectura es amena, genuinamente entretenida, con buen ritmo... aunque, al chaparlo, te queda una sensación raruna de la que aluego hablaré.
"The Cramps" eran Lux e Ivy. Ivy y Lux. El resto, peña que pasaba por allí, dejaba más o menos huella, y terminaban largándose por distintos motivos. La historia de aquel par es sanamente envidiable. Dos personas de apetencias peculiares y un pelo excéntricas se conocen, se gustan, se aman, echan adelante su sueño de tener un grupo de genuino rock and roll, a pesar de no disponer de la mínima experiencia, y triunfan. Vivieron juntitos las décadas siguientes, gozando de la aventura musical y alguna extra de tipo cinematográfica que, obvio, son las que más cosquillas me daban mientras leía. Que sí, que el cine es mi primer amor, a pesar de los pesares.
Los "Cramps" participaron como actores en "The Foreigner" de Amos Poe (donde agredían con genuinas navajas y consiguientes cortes reales a su protagonista, Eric Mitchell, dato este ignorado en el libro). Aportaron una canción fabulosa a la mentada "El regreso de los muertos vivientes" (en la época se decía que también salían interpretando a unos zombies, pero el tochito no lo confirma... ni desmiente). Colaboraron en el "Drácula" de Coppola. John Waters rechazó unos temas que grabaron para "Cry-Baby, el lágrima" (básicamente porque dejó el curro a un subordinado. Otra muestra más de la discutible "autenticidad" del mangante y vendido director de "Pink Flamingos", ¡¡¡espero que ardas en el infierno!!!) y, por supuesto, Lux puso voz a una resultona copla de "Bob Esponja".
El resto, lo estrictamente musical, no se sale de la norma. Disco nuevo, consiguiente gira. Y así todo el rato, con pequeños momentos de pausa para contarnos puntuales trifulcas. Pero sin mucha variación. Y, de hecho, pasa con la bio de los "Cramps" lo mismo que con la de Mel Brooks. O la de Dario Argento. A medida que los años van sumándose, y el grupo asentando y profesionalizando, todo se vuelve más monótono. Desapasionado. Rutinario. Lux e Ivy se limitaban a cumplir con su curro y poco más, materia esta que contribuye al poso raro del que hablaba. Pero esas cosas ocurren cuando, como digo, alcanzas ciertas cotas de popularidad y credenciales. Nada que criticar al respecto. Desde el principio, Lux e Ivy tenían clarísimo que no deseaban ser de culto, su intención consistía en triunfar a lo grande y formar parte del mainstream, solo que sin cambiar un ápice su manera de hacer. Obviamente iba a ser prácticamente imposible... pero consiguieron aproximarse mucho.
Y, justo, gracias a la lectura, me dio por revisar algunos de sus discos. Decidí que serían el acompañamiento ideal para ilustrar sonoramente el visionado de sendas ponzoñas. A estas alturas ya deberían conocer mi hobby. Y, buscando, me decanté por una titulada "Axegrinder 666" (no lo niego, su llamativa caratula contribuyó).
Es un fenómeno tan fascinante como desconcertante. El mundillo del SOV y, por ende, el de las plataformas, anda plagado de auténticas franquicias adscritas al slasher. Títulos compuestos de interminables entregas, con sus propios pseudo-Jasons (la verdadera razón de que existan), siendo "Truth or Dare" (cuya primera dosis llegó acá bajo el título de "Eliminator") o "Camp Blood" las más extensas. Incluyan en el pack a "Axegrinder" y sus seis chutes. Ninguno consumible más allá de su terreno. Sin embargo, y ahí viene la parte fascinante, es tanto el tirón que gastan esta clase de subsubproductos que, eventualmente, su responsabilidad "directiva" recae en manos de ciertos "nombres" -dentro de lo suyo, el "clickxploitation"- como los de Mark Polonia, Joe Sherlock o Dustin Ferguson.
La parte desconcertante viene dada por el hecho de que, en fin, como dijo aquel en una ocasión, ¿qué sentido tiene querer situarse tras una cámara para dejar explotar tu creatividad y, luego, decantarse por el más rutinario, inimaginativo y hueco de los subgéneros? ¿cuánto más dará de sí el asunto de los campistas acosados y espachurrados por un tipo con careta? En el fondo, si lo miras bien, el devoto de esta clase de películas dedica gran parte de su tiempo de ocio a ver personas insufribles haciendo cosas inútiles y dialogar sin decir nada, a base de cháchara interminable y vacía, durante minutos y minutos y minutos... solo para poder presenciar un par de tetas -otra reflexión: ¿qué son sino dos bolsas de grasa colgantes?, ¿de verdad nos ponen tanto como para justificar tal mandanga?- y un par de crímenes que, encima, ni son creativos ni espectaculares. Triste y miserable existencia la nuestra, amigos.
En el caso de "Axegrinder 666" todo eso se multiplica por diezmil. Para empezar, la pandi de víctimas son un grupo de góticos -en su universo no existe nadie más que no pertenezca al gremio- que ya suman unos cuantos años de edad -en algunos casos, más de unos cuantos- y otros tantos de grasa, especialmente en el caso de ellas. Hablan y hablan, sobreactúan, dicen sandeces sin descanso, son absolutamente inaguantables, irritantes, totalmente "anti-empatizantes", para, finalmente, caer en las zarpas del asesino de rigor. ¿Merece la pena la espera? No mucho, la verdad...
Los efectos gore resultan de lo más rudimentario, echando mano de material de un "Party Fiesta" al que han añadido algo de pintura roja y algún cacho de carne cruda sacada del supermercado, pero poco más. El mismo asesino luce, tras la reglamentaria careta, otra en plan cadavérico que, se supone, es su verdadero rostro. La embadurnan de tomate para disimular, pero los agujeros de los ojos siguen dando el cante. No me entiendan mal, ¡adoro esas tácticas! pero solo cuando no pretenden hacerse pasar por genuinas, menos formando parte de algo que intenta desesperadamente parecerse al cine de verdad, sin lograrlo. Y uno se ofusca porque, entiende, un producto de esta naturaleza debería cuanto menos ofrecer ingentes cantidades de la más extrema violencia, a base de detallada carnicería efectuada látex mediante por algún voluntarioso fan del género. Si le quitas eso, ¡¿qué demonios queda?! y, por ende, ¡¿qué sentido tiene su mero existir?!
En fin. ¿Algo bueno que decir? pues sí, Cara Fay, actriz de talento y belleza que merecería más suerte, y el desenlace, no del todo desdeñable. El único momento de la función donde, por fin, osan transgredir un pelín la biblia del slasher. Lástima que, para entonces, ya sea demasiado tarde.

martes, 16 de julio de 2024

SCARY MOVIE (1991)

No confundan esta “Scary Movie” con ninguno de los spoofs made in Wayans que surgieron a colación de “Scream” a finales de los 90 y en los albores de 2000. En realidad nos encontramos ante un producto semi amateur rodado en 16 mm en el año 1991, que estaría dejado de la mano de dios y completamente olvidado en sus latas tras su estreno local en Austin, Texas (lugar de donde la película es originaria), de no ser porque, recientemente, ha sido rescatada por AGFA (American Genre Film Archive) para su distribución en cines retro y lanzamiento con todos los honores en Blu-Ray.  Pero, al margen de tratarse de una pequeña bosta amateuroide de la época en la que Leif Jonker y coetáneos estaban en activo ¿qué tiene de especial esta “Scary Movie”? básicamente que cuenta con el protagonismo de John Hawkes antes de convertirse en una suerte de actor secundario de carácter en productos del alto copete hollywoodiense. Le hemos podido ver en “La familia que tú eliges” o “Tres anuncios a las afueras” por poner dos ejemplos recientes. También tenemos en un papel poco relevante para Butch Patrick, nada menos que "Eddie Munster" en “La familia Monster”, en lo que denota un toquecito posmoderno de la época. Por lo demás, pues tan solo una mala película llevada adelante con palos y piedras que no pasa de simpática y que, más que un último rescoldo de los slashers de la década anterior, sería uno de los primeros homenajes al subgénero; Un "nerd" va a una feria de Halloween, acompañado de sus “amigos” que le harán blanco de todas sus bromas, con la intención de entrar en una atracción tipo pasaje del terror, muy popular en la época en la que transcurre la cosa. El "nerd" va con la mosca detrás de la oreja porque previamente escuchó en las noticias que un psicópata se ha escapado del autobús que le trasladaba a prisión. Tras sufrir unas cuantas bromas pesadas por parte de sus acompañantes y de los viandantes de la feria, el muchacho comienza a emparanoiarse con la idea de que el psicópata pueda haberse escondido en la atracción, por lo que, una vez dentro, cuando todos esos individuos enmascarados van a por él, este se verá en la tesitura de tener que defenderse de ellos. El espectador no sabe si toda esa carnicería es obra de la mente perturbada del muchacho o si en realidad el psicópata está dentro de la atracción, y ahí radica la gracia de la película.
Nada del otro mundo, leída la sinopsis es mejor de lo que vemos en pantalla, que transcurre a gran lentitud a pesar de apenas durar una hora y pocos minutos.
Algún momento gore divertido, la ambientación general tiene su encanto y poco más. Un producto semi amateur de principios de los 90 como hay tantos. Tampoco es que John Hawkes sea un actor muy a tener en cuenta como para revisar este trabajo primerizo con interés (yo creo que a todos nos la suda John Hawkes).
Pero los americanos son una raza a parte y muy graciosos; no creo que esta película disfrute de mucho culto a rasgos generales, aunque al tratarse de una producción acaecida por completo en Austin, las autoridades competentes tienen a “Scary Movie” en alta estima, y el alcalde declaró el día 18 de octubre como “Día de Scary Movie” por la contribución que ha hecho la película a la industria cinematográfica de la ciudad. Y es que se ve que cuando Austin ha tenido presencia en el cine, ha sido porque ha habido alguna que otra producción de Hollywood ambientada allí, pero, a rasgos generales, poco se ha hecho en cine desde Austin para el mundo. Y, efectivamente, “Scary Movie” es una de las pocas películas enteramente autóctonas.
El director de la cinta, Daniel Erickson, que puede alardear de que eligió a Hawkes para su primer protagonista tras hacerle un casting, no se prodigaría mucho más después, tan solo rodaría en 2010 una cosa grabada en vídeo ¡con maniquís!  titulada “Eve’s Necklace” de la que poco más se sabe, pero (y quizás sea porque de algún modo mantuvieron la amistad) cuenta de nuevo con la presencia de John Hawkes, esta vez siendo ya una celebridad, poniendo su voz al maniquí protagonista. Que curiosidad, a ver si doy con ella.

sábado, 13 de julio de 2024

AL BORDE DE LA EXTINCIÓN (RISEN)

Como bien saben, la táctica de "The Asylum" a la hora de generar sus "mockbusters" (que hoy ya no engañan a nadie. El único atractivo está en descubrir el nivel de jeta que gasta con cada nuevo empeño) consiste en tomar nota del próximo estreno gordo, el siguiente aspirante a "blockbuster". Siempre poniendo su grasiento punto de mira sobre aquellas películas destinadas al público masivo, a generar billetes y complacer a todo cristo tirando de espectáculo, pirotecnia y tramas más elementales que el intelecto del fan medio. Luego, lo recrean cambiando una letra por otra en el título, recurriendo a callejones para los exteriores, un chorrón de cromas muy pestilentes + CGI de saldo -del que duele- y directo a las teles por cable -si es que todavía existen- y/o las plataformas de streaming. ¡Tupendo!.
Ahora imaginen que pasaría si "The Asylum" aplicara esas mismas maneras apuntando a un tipo de películas distintas. Por ejemplo, "La llegada" de Denis Villeneuve, film la mar de serio y sesudo sobre el primer contacto entre humanos y una posible vida extraterrestre. Ochenta minutos apasionantes tristemente trufados por un desenlace aburrido y trillado. Es decir, los marcianos son güenos y solo quieren paz. Mientras los humanos, sobre todo los militares y políticos, son malos y únicamente viven para matar, destruir y mal pensar. Una lástima. Todo ello, además, cocinado a la manera de Villeneuve, con pasmosa calma.
¿¿Y eso daría para un producto prototípicamente "Asylum"?? Ni lo duden. De hecho, existe y se titula "Risen", "Al borde de la extinción" en Aspaña. No, los padres de "Sharknado" no tienen nada que ver, pero como si lo tuviesen. Pal caso, "Risen" aborda el primer encuentro entre humanos y aliens de forma pomposa, trascendental, gélidamente seria y muy muy lentamente. Pero no esa lentitud propia de aquel incapaz de narrar, aburridor de cabras profesional, sino una buscada de manera expresa. Como elección estética. Rebañado todo en un mega dramón a base de protagonista torturada y alcohólica, que se encargará de darle charleta a los visitantes.
Un meteorito aterriza de mala manera sobre un pueblo de la américa profunda. Desprende un gas que mata a la mayoría de la población, salvo los que estaban más cerca. Estos resucitarán 
y comenzarán a mutar. Y si en "La llegada" teníamos una nave con forma de pistacho, o grano de café, en "Risen" es una planta que crece hasta hacerse gigantesca. Sí, amigos, todo suena muy bien. Las ideas que vomita su director y guionista, Eddie Arya, no van sobradas de interés. PEEEERO, ya se conocen la cantinela: Cuidado con las ambiciones que son malas compañeras cuando el montante escasea. Y ahí entra el estilo "Asylum", con cromas bastante cantosos, CGI limitadísimo y algunas salidas de velada mentalidad "exploitativa". Lo que contrasta requetemucho con las pretenciosas intenciones primigenias, dando como resultado algo un pelo raro, incómodo. Como tener el ojete trufado de cucarachas revoltosas.
Eso sí, hay que reconocerle un desenlace mucho más satisfactorio que el de "La llegada". Ahí el amigo Eddie se gana un par de palmaditas en la espalda.
¿Que si la recomendaría? Mmmmh, no sabría decir. Como curiosidad, por la desconcertante mezcla de salidas y estrategias, sí. Y también por las partes del guion que podrían lucir de maravilla en manos de un director más talentoso, o mejor respaldado económicamente. Pero, en fin, sin prisas. No la antepondría a una siesta.

martes, 9 de julio de 2024

COMO CONSOLAR VIUVAS

Cuando la censura fastidió la carrera a José Mojica Marins, propiciando que no pudiera estrenar con facilidad sus películas de terror o corte más experimental (o ambas cosas mezcladas), no le quedó más remedio que aceptar toda suerte de encargos, rodando principalmente los géneros que más demandaba el público en los años setenta en Brasil, esto es, pornografía y comedia. Marins hizo mucho porno y en este siempre introducía toques cómicos, pero en lo que a comedia pura se refiere, verdaderamente Marins tuvo oportunidad de realizar dos. Igual que con el porno, el género le importaba tres pimientos; se abrazó al mismo por motivos meramente alimenticios.
En este sentido, fue contratado por el productor Augusto de Cervantes, quien le exigió que buscase un seudónimo para firmar estas comedias, porque si recurría a su nombre, el público las asociaría demasiado a las películas de Zé do Caixao y perjudicarían su carrera comercial. Así pues, el crédito para el director ambas reza J.Avelar.
La que nos ocupa, “Como consolar viuvas” sería la más popular. Adscrita a la pornochanchada, que vendría a ser el equivalente brasileño a nuestro destape, es muy sorprendente lo mucho que se parecen estas películas a las nuestras. Como si de un film de Mariano Ozores se tratase, en “Como consolar viuvas” tenemos una trama de enredo, tías en cueros y chascarrillos de difícil entendimiento para el público español porque, y al igual que en la comedia española de los 80, estos giran en torno a la política del país, o a personajes de la cultura popular autóctona. Sería lo de menos porque, por lo demás, no dista mucho del resto de corrientes cinematográficas de tetas y culos, ya sea el destape, las ficheras mexicanas o la sexycomedia italiana. Al final las risas, las tetas y los culos son un idioma internacional que suele ser similar para los países de sangre latina.
Entonces tenemos aquí a un vividor que ha dilapidado su fortuna y que, para subsistir, tras enterarse de que tres millonarios han muerto en un accidente de avión, decide poner en marcha un plan en el que, ayudado por su mayordomo contrahecho y algo deficiente mental, visitará a las tres viudas haciéndose pasar por los fantasmas de sus maridos, con la intención de sacarles la pasta y mantener sexo con ellas.
Todo se torcerá en el momento que quedan embarazadas y un exorcista se persona para quitarles el mal a las criaturas que están por venir. De ese modo, veremos consoladores voladores que atacan a nuestro protagonista, muchos gags de corte erótico y cierta sordidez implícita en el cine de bajo presupuesto brasileño. Casi podemos oler las humedades de la pared donde transcurren las situaciones.
Por otro lado, queda patente la obsesión de José Mojica Maríns por su creación Zé do Caixao, tanta que es incapaz de encerrarlo en el armario ni siquiera en una comedia erótica de encargo. No es que aparezca en la película, pero en un momento una de las actrices, ante la presencia del protagonista haciéndose pasar por fantasma, exclama algo así como: “Parece salido de una película de Zé do Caixao”. Y es que en la secuencia el tipo declama como lo hacía el propio Mojica Marins en sus películas con el personaje.
“Como consolar viuvas”, con un guion de Georgina Duarte rodado de forma totalmente desganada, no es en absoluto una buena película. Es graciosa, pero lo justo, y de tan sórdida que es, con esos colores sepia imperantes y los escenarios naturales lúgubres y sucios, resulta muy difícil que desprenda simpatía. Es una muestra del cine que podía hacer Marins si lo sacábamos de lo abstracto y extraño, o de Zé do Caixao, lo cual siempre es interesante. Pero desde luego, la comedia no era su fuerte.

sábado, 6 de julio de 2024

BIG LEGEND

Hace un tiempo comentaba mi última y perversa afición: Escuchar música tirando de películas con pinta mierdosa como acompañamiento visual, por aquello de sacrificar diálogos y sonidos sin sentirme culpable. Eventualmente continúo practicándola y, en general, sigue siendo un pasatiempo de lo más ameno. Pero el otro día, buscando un largometraje adecuado, ocurrió algo curioso. Elegí "Big Legend", producto "indie" del 2018 sobre un tipo al que el bigfoot le asesina la novia y, tras unos meses en el loquero, decide armarse y tomarse la revancha, con ayuda de un cazador furtivo. Estaba convencido que sería roña propia de la era digital, esa que tanto abunda por estos mundos plataformeros de dios. Sin embargo, los primeros minutos resultaron algo mejores de lo esperado: Una pareja de enamorados retoza alegremente por unos bosques muy bellos, y muy bien fotografiados. Llegada la noche y, metidos en su tienda de campaña, son acosados por el "monstro" de manera incluso levemente inquietante. Comencé a dejar de prestar atención a las canciones, detuve la música y decidí centrarme en la película.
Aunque resulte casi un chiste predecible, al final lo mejor de "Big Legend" está, justo, en esos primeros quince minutos. El resto consiste en abundante diálogo y momentos muertos de caminatas bosquiles. Suerte que estos, como decía, son muy bonitos de ver (especialmente esos árboles rebozados en musgo) y, sí, al responsable de la fotografía le sobra capacidad. Vale, un buen guion es siempre lo más importante. También contribuyen unos actores solventes (y nada que lamentar de los protagonistas del "film" reseñado). Pero el empaque visual, como ven, ayuda. Principio que siempre defendió John Carpenter, de ahí su encabezonamiento en destinar buena parte de los escasos cuartos disponibles a una cámara más que decente para inmortalizar  "La noche de Halloween". Obviamente, hablamos de cine comercial, con aspiraciones de atraer a cuanta más plebe, mejor.
En lo referente a elementos "exploitativos", "Big Legend" cojea. El bicho -de aspecto digno- sale poco, y la sangre no abunda. Resumiendo: es una película sosa, más bien plomiza, pero no ofende. Hay basura muchísimo peor ahí fuera.
Y como es toda una costumbre en esta clase de materia, se recurre al fichaje -en roles segundones- de nombres de cierta solera para el fandom. Una estrategia algo pestilente, pero que aceptas deportivamente. Hablamos de Amanda Wyss, la "Tina" del "Pesadilla en Elm Street" original, dando vida a una doctora. Adrienne Barbeau -que no necesita presentación- como madre del protagonista en una interpretación con mucha carga emocional. Siempre que veo a estos actores "condenados" ejercer un papel más "serio y dramático" de lo habitual, a base de diálogo, sin gritos, ni enfrentarse a bestias cavernosas, ni enseñar pechuga, no puedo evitar pensar lo mucho que estarán disfrutando -pudiendo, por fin, actuar de verdad- y, a la vez, sentir algo de pena por ello/as. Y, finalmente, el omnipresente Lance Henriksen en un desenlace que pretende asemejarse a lo que hacía "Marvel Studios" en 2018 (¡¡buenos tiempos!!) pero en plan ultra-humilde. Aparece encasquetado en una silla de ruedas, dando vida al jefazo de un clan de cazadores dispuestos a acabar con el bigfoot e intentando convencer al protagonista para que se una a la causa. Todo ello justo antes de anunciar una secuela que, de momento, no se ha materializado. ¿¿A caso Justin Lee, director y guionista, intentaba demostrar a los gerifaltes de "Marvel" que era bien capaz de introducirse en sus filas?? A saber. Lo único obvio aquí es su condición de "carne de cañón" de la era digital, con un puñadito de largometrajes en su haber de los que, así a rasgos generales, nadie ha tenido mucha noticia. Hay terror, sí, pero también western y algún drama. Entre el mogollón destaca una supuesta serie titulada "Resident Evil: Welcome to Raccoon City". Sin embargo, nada tiene que ver con la que produjo "Netflix". Tampoco con la película de Johannes Roberts. Además, únicamente existe un capítulo. ¿¿Intentaba Lee venderle la moto a alguna cadena?? ¿¿Producto "fan made"?? Ni puñetera idea, oiga.

martes, 2 de julio de 2024

THE RARE BLUE APES OF CANNIBAL ISLE

Extraña película malaya destinada al público infantil que, estrenada en cines angloparlantes (esto es, Estados Unidos, Inglaterra y Australia) a mediados de los 70, dejó un poso en todos esos niños que la vieron en su momento. Lo que pasa es que, quizás por el poco interés que en ese momento suponía preservar copias de lo que en realidad era una película barata y tercermundista, tras el estreno se destruyeron casi todas, por lo que desapareció de la faz de la tierra dejando a toda una generación huérfana de monos azules.
Con la era de internet comenzaron a aparecer publicaciones con recortes de prensa y un póster bastante artesanal de la película, que servían como única y no demasiado fehaciente prueba de su existencia, sin embargo eran unos cuantos los usuarios que en los foros aseguraron haberla visto en el cine en su momento y que, embargados por la nostalgia, intentaban volver a verla sin éxito. Además, había mucha confusión con respecto al título original porque unos recortes la anunciaban como “Cap’N Krock and  the Rare Blue Apes”, existía un póster que rezaba “Mr. Quack, Quack and the Rare Blue Ape”… cuando el título oficial parecía ser “Pirates in Cannibal Isle”. Un verdadero pifostio.
Como fuera, el caso es que la película se tiró cerca de 50 años perdida en algún lugar, hasta que los señores de AGFA dieron con una copia en 35 mm íntegra algo deteriorada. No dudaron en restaurarla para su posterior estreno en cines para sibaritas y, sobre todo, su lanzamiento en flamante Blu Ray, que tuvo a bien editar la gente de Vinegar Syndrome dentro de un pack con otras tantas películas perdidas (y ahora encontradas) bautizado “Lost Picture Show”.  El título con el que se oficializarían las fichas de las bases de datos sería “The Rare Blue Apes of Cannibal Isle”.
Se trata de un musical infantil de lo más grotesco y desasosegante, casi parece una pesadilla generada por una mente enferma, en la que predominan los señores disfrazados de criaturas antropomórficas, a lo Espinete y Don Pimpón, pero con un aspecto verdaderamente feista. Y hasta terrorífico.
Un niño que apenas habla vive con su familia y tiene como mascota un pato al que llama Mr. Quack, Quack. Están todos hasta los cojones del pato y planean echarlo a la olla para pegarse un festín y, a cambio, buscarle al niño un animal más adecuado como mascota. Por supuesto, él no está de acuerdo, por lo que decidirá escaparse de casa con el pato a cuestas, llegando a una extraña isla donde una serie de estrafalarios hombres-cocodrilo les hacen prisioneros. En la jaula en la que los meten, se encontrarán con un insólito simio de color azul que les contará su origen, y, después, juntos, tendrán que abandonar esa isla llena de cocodrilos deseosos de comérselos, y esquivar los innumerables peligros que les asolan en los parajes de Malasia.
A todo esto, decir que cada dos por tres la película cuenta con numeritos musicales que, mediante estridente teclado analógico como toda instrumentación, llega a poner de los nervios al espectador.
Realmente “The Rare Blue Apes of Cannibal Isle” es una experiencia abrumadora, con un montón de gente disfrazada en lo que podemos considerar el equivalente malayo (y lisérgico) a películas como “Dentro del laberinto” o “Cristal Oscuro”, con todos esos disfraces de gomaespuma, animatroneados o no según conveniencia (o presupuesto) y un mal rollo general que tira de espaldas (recordemos que es una película malaya y, por muy infantil que sea, el respeto por los animales no es algo que se tuviera contemplado, por lo que, sin llevarnos las manos a la cabeza, lo cierto es que el pato protagonista y un lagarto que formará parte de un guiso de los cocodrilos, no son tratados en pantalla todo lo bien que se debería).
Por lo demás, es una película que no para. Y aunque los angloparlantes estén que no cagan con ella, a mí me ha hecho gracia por aquello de la desmesura que se gasta, sobre todo por su condición de película perdida y a mí eso me chifla, pero no me ha impresionado ni lo más mínimo porque en España tenemos una idiosincrasia cinematográfica similar a la malaya y, en cuanto a musicales estridentes para niños, disponemos de la también casi perdida (porque solo quedan las copias en beta o vhs que no estén destruidas) “La canción de los niños”; y para locura lisérgica de crío huyendo con pato a cuestas está “Oscar, Kina y el laser”.
Por otro lado, la relación de “The Rare Blue Apes od Cannibal Isle” con estas películas españolas no se queda ahí. “La canción de los niños”, musical infantil igualmente desasosegante, fue dirigido por Ismael González que durante aquellos años se dedicaba a rodar títulos “S” tales como “Los pornoaficionados” o “Escuela de grandes putas”. El director de “The Rare Blue Apes…” es Donn Greer, quien interrumpía su carrera como "sexploiter" para ponerse a los mandos de aquella. Suyas serían “Alice in Acidland” o “Sweetcherooo!”. Tras la reseñada, no volvería a dirigir nada más.
Como les digo se trata de una auténtica anomalía, exótica y extraña gracias, más que a los personajes disfrazados, a esa insólita combinación de actores occidentales y asiáticos que le otorgan un aire enrarecido. Y, por supuesto, los monos azules, absolutamente horripilantes e insoportables... casi como la experiencia de ver el film completo.
Si buscan, podrán encontrar un ripeo del Blu Ray por ahí a disposición de los internautas. Y si buscan más todavía, encontrarán incluso los subtítulos en español, así que no es necesario comprarse el pack completo de Vinegar, a no ser que les sobren los 180 pavos que cuesta… Y ni por esas, porque mientras escribo esto hace ya unos días que se ha agotado.

sábado, 29 de junio de 2024

PROFETAS DE LA CARRETERA

Corría primera mitad de los noventa. Ingenuamente interesado por el, en brevísimo sobreexplotado y desvirtuado, "cine independiente norteamericano", andaba muy enganchado a lecturas como la revista "Film Threat", directores del calibre de Alex Cox (que era inglés, sí, pero ya me comprenden) o Amos Poe y la siempre recurrente, cinematográficamente hablando, estética urbana y decadente transitada por perdedores errantes en busca de una oportunidad. Por eso mismo, el día que leí sobre "Profetas de la carretera" ("Roadside Prophets" 1992) en la mentada publicación, comencé a sentir tembleques. Escrita y dirigida por Abbe Wool, quien había sido pareja sentimental de Alex Cox y es co-autora del guion de la discutible "Sid & Nancy", protagonizada por John Doe (nombre real: John Nommensen Duchac, y anda que no suena bien), actor, cantante y guitarra + bajista de la seminal banda punk "angelina" "X", y, peliculeramente hablando, con toda la pinta de encajar en aquello que ansiaba consumir: Joe, motero de buen corazón, se hace amigo de otro, Dave, recién incorporado a su gris curre en una fábrica. Durante un visita al bar, este le habla de un casino maravilloso donde uno se hace rico y tiene acceso a tías estupendas, situado concretamente en el legendario Eldorado, así todo junto (lugar al que Richard Driscoll dedicó una película entera) Justo entonces, Dave muere electrocutado mientras juega a los marcianitos. A partir de ahí, Joe decide llevar sus cenizas hasta ese supuesto paraíso. Embarcarse en un viaje incierto para localizarlo. Naturalmente, ello desembocará en uno de los formatos predilectos por el cine "indie": la "road movie" de ambientación desértica, con inevitable tufo a "Easy Rider" y, sobre todo, "Paris, Texas", que en "Roadside Prophets" se ve referenciada al incluir al prota de aquella, Harry Dean Stanton, en la banda sonora.
Sin embargo, centrarse en esos datos sería quedarse muy corto. Porque hay mucho, mucho más. "Roadside Prophets" se deja ver, no diré lo contrario, pero al carecer de genuina trama -solo es una acumulación de escenas, en las que el protagonista va conociendo personajes peculiares y viviendo situaciones igualmente nada convencionales- termina siendo un poco coñazo. Esto lo sé ahora, que por fin he tenido oportunidad de verla, porque, aunque sí llegó a España, o nunca la localicé en mis vídeo-clubs (raro considerando que la distribuía MGM) o para entonces todo mi interés se había evaporado, cosa perfectamente posible.
Lo realmente divertido del visionado ha sido, pues eso, ir reconociendo nombres, caras, voces y demás. Un juego que, opino, a poco que sean ustedes unos cinéfilos medianamente curiosos, e interesados por cierta subcultura o contra-cultura a la que el film apela completamente, disfrutarán.
Pero comencemos por el principio, la directora y guionista Abbe Wool. Asumo que "Roadside Prophets" no funcionó ni medianamente, porque jamás retomó las tareas de dirección, limitándose a formar parte de los equipos técnicos en un porrón de títulos más que variados, hasta 2014. Luego desapareció.
El productor, Peter McCarthy, tampoco era manco. Debutó junto a Alex Cox en "Repo Man". Siguió con "No me grites que ya te veo" (vehículo para John Cusack y Tim Robbins en plan pareja cómica), "Voy a por ti" (la "célebre" parodia del "blaxploitation" cortesía de Keenen Ivory Wayans) y lo probó en la dirección. Suyas son "Floundering" (otra con pinta de encajar a la perfección en el molde noventero del cine "indie") o "Death & Taxes" (que puso fin a su carrera en el fatídico 2014). Aunque el ejemplo más raro lo tenemos con "Motín en el planeta prisión", neo-western futurista a mayor gloria de Michael Paré que, por una serie de conflictos varios, McCarthy se vio obligado a co-dirigir.
Justo, en esta última localizamos al director de fotografía de la reseñada, Tom Richmond, ejerciendo como tal. No sorprende que, igualmente, terminaría colaborando con Alex Cox... pero sí nos deja ojipláticos descubrir en su filmografía títulos del "calibre" de "Hard Rock Zombies", "Kill Bots" o "Amityville IV: La fuga del diablo". Un jefe.
"Roadside Prophets" pertenece al catálogo de "New Line Cinema", todavía interesados en apoyar un cine bastante más minoritario a pesar de llevar poco menos de una década petándolo gracias al fenómeno Freddy. Y si la "New Line" de los noventa andaba de por medio, también lo hacía su presidente Bob Shaye. Y quien dice Bob Shaye, dice Lin Shaye, hermana y actriz "nepotista" (hoy día popular por su recurrente rol en la saga "Insidious") que, pal caso, interpreta a una mujer sidosa casada con un hombre canceroso.
Más nombres curiosos: Timothy Leary, famoso defensor de las drogas alucinógenas (quien, graciosamente, se marca un discurso anti-drogas duras), David Carradine pegándose el gusto de cantarnos una canción propia (no olvidemos que darle al estribillo y las cuerdas era su otra gran pasión. Tal vez la primera), John Cusack como alocado revolucionario tuerto, Arlo Guthrie (hijo de famoso cantautor Woody Guthrie), un joven Don Cheadle, el eterno secundario Stephen Tobolowsky y Adam Horovitz, más conocido como uno de los "Beastie Boys" (bajo el nombre de Ad-Rock) Lo cierto es que co-protagoniza el film junto a John Doe en el rol de un chaval desquiciado que, básicamente, persigue al protagonista desesperado por encontrar a sus desaparecidos progenitores. Lo he relegado a este rincón por una cuestión de gustos personales: su personaje resulta de lo más cargante, irritante y agobioso. A mi juicio, uno de los aspectos más flojos del largometraje.
En un momento dado, la pareja aterriza en un pub donde un grupo "lounge" de lo más hortera ("Too Free Stooges") toca una canción romántica. Uno de sus componentes es el omnipresente Flea (de larga y lustrosa carrera musical y cinematográfica) Junto a él dos "crooners", encarnados por un par de personajes sumamente apetitosos. Dick Rude, uno de los más mejores amigos de Alex Cox, actor en sus primeras películas y co-guionista de "Directos al infierno" y Manny Chevrolet, una especie de showman / humorista de segunda. Se convirtió en habitual de la realizadora de video-clips y cortometrajes Modi, una pava surgida del punk que asistió a Penelope Spheeris en el rodaje de "The Decline of Western Civilization", "Los tachuelas" y "Hollywood Vice Squad", donde tenía un papelito junto a su padre, y actor secundario de carácter Ben Frank (pueden verlo también en "Yo soy la justicia") Esa faceta de actriz la continuó explotando para el SOV de culto "Dark Romances" y el célebre punk-film superochero "Lovedolls Superstar" de Dave Markey. Hizo buenas migas con Exene Cervenka, cantante de los mismos "X" donde pululaba John Doe (él y Exene eran pareja), pariendo a pachas el guion de "Bad Day", cortometraje rodado en super 8 a modo de western de espíritu cómico que contaba en el reparto con el mismo Doe y nada menos que Kevin Costner. Así, Modi debutaba como directora. Aunque seguidamente pasaría a centrarse en el videoclipismo, de vez en cuando volvía a las pequeñas ficciones -siempre currando bajo el nombre de su productora "Modivation"- Muchas de ellas vehículos de lucimiento para, justo, Manny Chevrolet (compartiendo plano con otro de los habituales de Modilandia, Henry Rollins) "Rosa Mi Amor" fue el que lo petó más, llevándose varios premios en sendos festivales. Tal vez alguno de ustedes recuerde el monográfico que el programa de "cultura alternativa" del segundo canal de TVE, "Metrópolis", le dedicó a la chica. Tras aquel pequeño subidón, Manny Chevrolet intentó pasarse a la política sin mucho éxito. Y Modi, viendo el aparente fin del negocio musical con la llegada de "Napster", se piró a Texas, fue mamá y abrió una tienda de temática "vintage". Dice que anda currando en una serie formato "streaming", así que no ha dejado del todo las cámaras. Curiosos, pueden visitar su página web.
Efectivamente, la reseña de "Roadside Prophets" era una excusa para hablar de ella.
Pero volvamos al film de Abbe Wool, en plan colofón.
Como ya supondrán a estas alturas, la música tiene un papel preponderante. Aparte de la presencia de los ya mentados Exene Cervenka y John Doe marcándose un par de canciones, localizamos a -inevitablemente- "Beastie Boys", Gary U.S. Bonds, "The Pogues" o "Pray for Rain" -encargándose de la fanfarria incidental-, estos dos últimos muy presentes en el cine de Alex Cox. Aunque, a mi gusto, la guinda la tenemos al final, con una copla bastante guapa canturreada por la reconocible voz rasposa de Keith Morris, vocalista de los míticos "Circle Jerks" -otros Coxistas convencidos- que, pal caso, se parapeta tras el nombre grupal de "Bug Lamp". No es el único "Jerk" que rula por la banda sonora, Zander Schloss, bajista de aquellos, también participa.

martes, 25 de junio de 2024

TIMES SQUARE

El gran fracaso del productor Robert Stigwood, que planeaba un nuevo éxito para la gran pantalla como lo fue su anterior película “Fiebre del Sábado noche”, solo que, esta vez, en clave de punk rock. Varios factores impidieron que se repitiera la hazaña, como por ejemplo, que el punk no era tan comercial como el disco (o al menos no atraía tantas personas a los cines en aquel momento), que el film no contenía estrellas en su reparto y, sobre todo, que las continuas irrupciones del productor en el rodaje propiciaron que la película quedara incompleta, con un montón de secuencias que se perdieron y un director, Allan Moyle, que abandonó el rodaje antes de terminar porque se negaba a convertir una historia sobre dos chicas con problemas mentales en un musical impostado con numeritos punk que no aportaban nada a la historia. A eso añádanle el hecho de que “Fiebre del Sábado noche” era una gran película, mientras que “Times Square” es irregular, con un par de buenos momentos, pero a rasgos generales tirando a mala. No por ello deja de ser una interesante; es de culto para la comunidad LGTBI —supuestamente las protagonistas son lesbianas; en el guion así estaba escrito, pero luego se eliminó todo atisbo de lesbianismo por motivos meramente comerciales— y sobre todo, tiene mucho valor el hecho de estar rodada enteramente en el Deuce neoyorquino antes de su remodelación en los 90, por lo que se ve intacta la sordidez de la zona, así como varios de los locales de puterío y, mejor aún, los cines que programaban sesiones dobles o triples de la época. En ese sentido, el retrato de Times Square que se hace en la película, es el más fehaciente y, a efectos estéticos, de gran valor.
Más allá de eso, tenemos una historia bastante ñoña sobre dos chicas que se conocen en una institución mental y, outsiders perdidas como son, acaban fugándose para acabar de okupas en un sucio antro de Times Square en el que intentarán sobrevivir y buscar su identidad. Así, mientras vagabundean, forman una banda de punk que se verá alentada desde las ondas por un locutor de radio que conoce la historia de las dos chicas e intentará apoyarlas. No obstante, cuando la cosa parece mejorar, el estado mental de una de ellas pondrá en jaque todo lo conseguido.
La idea surge por parte de Allan Moyle. Un día compró un sofá de segunda mano y, entre sus cojines, encontró un diario escrito por una joven con problemas mentales, que narraba su historia en el alambre, dejando al director cautivado. De este modo encargó la escritura del guion a Jacob Brakman, partiendo de pasajes de ese diario. Stigwood rápidamente quiso producirlo. Obviamente fue un grano en el culo. Entre otras cosas, convencido como estaba del futuro éxito, empezó a promocionar a la actriz protagonista, Robin Johnson, como una suerte de John Travolta femenina. Se encargó de no dejarla escapar haciéndole firmar un contrato en exclusiva con su compañía de management durante tres años. “Times Square” fracasó, y, en consecuencia, Johnson tuvo que rechazar las ofertas que le venían de otras gentes en favor de las que le ofreciera Stigwood, pero este perdió el interés tras el fracaso. Cuando la actriz quedó liberada del ese contrato, ya no interesaba para el cine, y aunque hizo algunos papelitos más en algunas películas (salía un momento en “¡Jo, que noche!” de Scorsese), al final tuvo que buscarse la subsistencia entrando en una vida laboral normal y corriente lejos de los focos.
Asimismo, Stigwood decidió lanzar una banda sonora en álbum doble del mismo modo que había hecho con “Fiebre del Sábado noche”, pero esta vez con canciones de grupos punk punteros (aunque la mayoría pertenecieran más a la "New Wave". Quizás el único combo genuinamente punk rock sean los británicos "The Ruts"). También se puso muy idiota con la idea de incluir a los "Bee-Gees" que tanto éxito le habían proporcionado un par de años antes, aunque estos no pegaran ni con cola, y ordenó filmar más números musicales con el fin de poder incluir esas canciones. A causa de dicha estúpida imposición, el director se fue de najas. La segunda unidad hizo lo que pudo y se dejó una película incompleta. En montaje, además, mucho material se perdió por el camino y, en definitiva, lo que se estrenó es un auténtico desbarajuste. Pero ahí quedó. La verdad es que es flojucha, pero tiene algo de gracia (no demasiada).
En el reparto, además de Robin Johnson, tenemos a Trini Alvarado muy jovencita, con 13 años, que asistía cada día al rodaje portando consigo una biblia. Después obtendría cierta popularidad al aparecer en films de renombre como “Mujercitas” o “Agárrame esos fantasmas”. Como locutor que ayuda sin salir de su cabina a estas dos jóvenes punks, tenemos a Tim Curry que fue metido en la película de rebote, primero porque al tipo le gustó la historia que se iba a rodar, segundo porque  necesitaban un nombre popular que pudiera vender y Curry estaba en su mejor momento. Eso sí, fue contratado para tan solo dos sesiones, que se irían alargando en el metraje con el fin de que pareciera que estaba presente todo el largometraje.
En cuanto al director Allan Moyle, no tuvo una carrera fulgurante precisamente, pero sí rodó un par de películas interesantes. Suya es la estupenda “Rebelión en las ondas” con Christian Slater haciendo de un locutor que revoluciona a todo un pueblecito desde una emisora pirata, o “Empire Records” también relacionada con el mundo de la música y la radio.
“Times Square” se estrenó de mala manera en España, apenas la vieron 41.000 espectadores en salas destinadas a la versión original subtitulada. No recuerdo una edición en vídeo en la época, pero sí fue emitida en televisión a horas intempestivas, así como contó con una edición en DVD que a día de hoy es bastante difícil de localizar.
Por otro lado, me hace mucha gracia la traducción que en el póster español (aquí adjunto) se hace de la frase promocional “Go Sleazy In Times Square”; “Toda la basca!... a Times Square!”. Y se quedaron tan panchos.

sábado, 22 de junio de 2024

EN LAS PROFUNDIDADES DEL SENA

Una vez más, mi yo solidario me impulsa a teclear con efervescente entusiasmo una reseña que para nada tenía prevista, la de "En las profundidades del Sena" ("Sous la Seine" en v.o., "Under Paris" si habitas Wisconsin) ¿por qué? pues por la sencilla razón de que, tal y como yo lo veo, está siendo injustamente machacada y uno, pues oiga, tiene su corazoncito.
Ya sabemos lo superficial, elemental y caprichosa que es la cinefilia moderna, aquella que, acorde a la desquiciante velocidad con la que todo se produce, consume, deglute y excreta, tiende a elegir un par de títulos para, seguidamente, situar uno en el bando güeno y otro en el malo. Una vez apoltronados, lo siguiente consiste en perder los papeles. Delirar sin matices. Sin grises. La buena es la repolla, aquella que devolverá a la humanidad su capacidad de amar y confiar en el prójimo. La mala, por contra, es peor que la peste, una aberración sin nombre ni fin cuyos responsables merecerían ser ejecutados públicamente en la plaza del pueblo.
El paradigma, la gracia de todo ello es que, a la larga, no importa cual sea cual, porque en cuestión de semanas ambas acabarán brutalmente olvidadas. Intercambiadas por nuevas víctimas (me vienen al cerebelo las incomprensiblemente hostiles "reviews" que ha recibido el muy decente y entretenido biopic sobre Enzo Ferrari... pero esa es otra historia) Y vuelta a empezar.
Pal caso, "En las profundidades del Sena" sería la villana y, extrañamente, "Vermin. La plaga" la salvadora. Ambas, además, salidas de la misma cinematografía, la franchute. Resulta chocante porque aquello que los gacetilleros critican más de la primera, es decir, unos tiburones mutados dispuestos a dominar el mundo, calificados de difícilmente creíbles, en la segunda se acepta con toda naturalidad, aunque hablemos de unas arañas igualmente mutadas capaces de adquirir el tamaño de perros ovejeros y, sí, dominar el mundo.
A mí "Vermin. La plaga" no me gustó, pero es una mera cuestión de manías personales. Le reconozco un buen acabado y algunas escenas de impacto. Lo mismo que la de los tiburones...  aunque esta sí me ha funcionado. Se aleja totalmente del rollo voluntariamente ridículo de un Asylum. Pero tampoco se presta a las maneras hiper realistas de un, no sé, pongamos "El arrecife". Cae justo en medio, al lado de "Deep Blue Sea". Without embargo, por alguna incomprensible razón, el elemento inverosímil hoy día únicamente se perdona si viene empaquetado en chorrismo, extravagancia desaforada o auto-coña consciente (salvo que te titules, insisto, "Vermin. La plaga"). Me ofende y ofusca que, por comparación, algunos osen considerar más dignos que la reseñada a esos dos pestiños titulados "Meg" y "Meg 2: La fosa".... ¡¿en serio?!
La trama de "En las profundidades del Sena" no tiene mucha complicación. Unos tiburones alterados por el cambio climático se instalan en el curso de agua que cruza la capital del amour. Encima, a pocos días de celebrarse los juegos olímpicos. La policía, ayudada por una especialista, deberá intervenir para arreglar el entuerto, a pesar de una alcaldesa obsesionada en evitar interrumpir el mondongo gimnástico (hay quien ha rajado de este personaje, acusándolo de "excesivamente cómico".... no perdonamos una ¿eh? cuando nos da el parraque, nos da) y, sobre todo, un grupo de ecologistas tirando a fanáticos casi como representación del colectivo Woke, hasta el punto de comandarlo un par de lesbianas. ¿Concesión a la platea paleta? pues no estaría yo muy seguro, porque dicho fanatismo se pinta como perjudicial. La ceguera del que cree que un animal salvaje es inofensivo solo por su papel de víctima y.... ¡¡¡espoiler!!!... lo paga caro. El momento en cuestión es uno de los más satisfactorios del 2024. No exento de su mala leche.
Aunque hay otro. El final. Está clarísimo que, sí o sí, veremos al tiburón papearse a unos cuantos nadadores olímpicos ante los horrorizados ojos del público presente. Si no, no habría película. Y lo vemos, y está muy bien. Pura adrenalina. Pero solo es el principio. Lo que viene después es.... ¿cómo definirlo? ¡¡¡la caña!!! Y no, no aparece un inesperado escualo gigante con tres narices... ni una requetemutación entre foca y pingüino... es algo más terrenal... pero cojones si funciona. A mí, en su intensidad y locura, me dejó con la boca abierta. Alucinado.
Entonces ¿ande reside el supuesto problema de "En las profundidades del Sena"? No es que Xavier Gens sea un director especialmente dotado de gran personalidad, como ya comenté en la reseña de su film de debut, "Frontière(s)", pero en este caso la cosa le sale casi redonda. Termina siendo un divertimento total, una producto desacomplejadamente palomitero, con su punto de desmadre -contenido-, sus escenas espectaculares y dosis de sangre sin, por ello, llegar a tratarnos como subnormales (cosa que sí ocurría con "Meg").... no sé qué más quieren, la verdad. En su defensa, saldría con la teoría de que el cine debe aportar una dosis de inverosimilitud porque, si no, pa eso te miras un documental de "National Geographic" Pero, en fin, no me cuadra con aquellos que, contrariamente, justifican un "Sharknado" solo porque se parapeta tras el humor (una salida algo cobarde, parecida a cuando en la España de los 90 comenzó a hacerse cine fantástico de nuevo, aunque casi siempre disfrazado de comedia) o lameculean un "Vermin.La plaga" por.... no sé.... ¿capricho? ¿o es el rollo políticamente correcto de presentar a los héroes como los marginados de un barrio humilde, todos inmigrantes, mientras la ley recibe el trato de villana? esa misma que en "En las profundidades del Sena" se comporta heróicamente.
Je ne sais pas. Pero me la suda macanudamente, porque lo pasé muy bien viendo a los escualos de Xavier Gens. Yo y un puñao de gente, ya que su paso por Netflix ha sido todo un pepinazo. Me alegro, oye.

martes, 18 de junio de 2024

SUMMERS EL REBELDE

Manuel Summers, director que venero y del que he pasado buena cuenta por aquí, consigue, por fin, una reivindicación dentro del mundo académico que siempre le había negado el pan y la sal, más por cuestiones políticas que artísticas. Por todos es sabido que el padre de Summers era un gobernador del régimen franquista y que el propio director no comulgaba del todo con la izquierda. Con todo eso, sin embargo, la derecha se le echó encima, siendo una de las víctimas más perjudicadas por la censura de la época, ya que esta le consideraba un hombre peligroso al no tener un filtro político contrario con el que lanzar mensajes en las películas. En resumidas cuentas, se le cogió manía por todas partes a nivel político. Así, Summers se abrazó al cine comercial hasta el final de sus días, luchó en contra de la crítica que desde sus inicios le había defenestrado, y se alió a los productores más conservadores en su cruzada contra los cineastas progresistas que se beneficiaban de las ventajas de la nueva ley Miró. Summers fue un auténtico outsider.
Por otro lado, el historiador y  Doctor Cum Laude en Comunicación Audiovisual Miguel Olid (debe ser primo mío), cuenta todo esto que he resumido yo en unas líneas en un documental que si bien a su paso por los distintos festivales llegaba a una duración estándar de 82 minutos, en su emisión por la televisión pública queda reducido a 58: “Summers, el rebelde”.
Lo mejor de todo es que Olid, comienza con su relato afirmando que en un principio el cine de Summers no era el que más le interesase —de hecho no le gustaba— y que es un acto de justicia poética el realizar un documental sobre el que probablemente es uno de nuestros mejores cineastas. El resultado tras 8 años de investigación, es esta estupenda película que, aunque avanza de manera común con la fórmula de cabezotes parlantes y mucho y buen material de archivo, no se conforma con el chupapollismo propio de este tipo de documentales, y a los comentarios positivos por parte de la familia (David Summers, Guillermo Summers, Beatriz Galbó…) o amigos (Garci, Tote Trenas…) se suman los de las voces discordantes, contemporáneas o provenientes del material de archivo, que vienen a decir poco menos que Summers hacía unas películas que o bien eran mierda, o eran flojas, o eras procaces, soeces, controvertidas…
Asimismo, podemos ver montones de entrevistas de la televisión pública en las que Summers decía lo que pensaba sin pelos en la lengua, con perlas de actitud tales como: “A mí ningún crítico puede decirme que mi película es mala mientras esta se tire nueve meses y medio en cartelera”.
Por lo demás, un repaso lógico a la carrera del director, sin llegar a profundizar en según que aspectos (la incursión en Estados Unidos de Summers, materializada en la película “Ángeles Gordos” después de pasar sus películas de adolescentes por productos exploit en cines del Deuce neoyorquino, sigue siendo una de las cuestiones que más en el aire queda siempre que se habla o escribe sobre el director sevillano), en un documental que significa, por fin, la reivindicación de uno de los mejores directores de cine españoles, cuya figura se vio ninguneada y vilipendiada por cuestiones meramente políticas, aun siendo vox populi que su obra (ya fuera en la etapa más autoral, en la más populachera, e incluso trayendo de Europa la cámara oculta para estrenar ese formato en cines y que toda España se lo comiera con agrado), estaba muy por encima de la del resto de sus coetáneos y merecía, no solo su estudio, sino también su divulgación y reivindicación. Y el documental de Miguel Olid, junto con el estupendo pack con sus mejores películas en Blu Ray que recientemente ha editado "A Contracorriente films", lo hacen… aunque sea en una época en la que, quizás, a nadie le importe el cine de Summers. O importe desde el esnobismo.

sábado, 15 de junio de 2024

SKELETON

No han sido pocas las ocasiones en las que mi compañero Víctor, muy sabiamente, ha mencionado esa especie de segunda época dorada del vídeo-club coincidiendo con la imposición del DVD como formato de consumo doméstico. Sí, no fue tan tremendo como la llegada del VHS, pero le quedó a la zaga. Cada vez que pienso en ello, me viene a la mente un lugar específico, un antro del placer cinéfago al que solía acudir muy asiduamente durante los primeros 2000 y destacaba, primero, por haber relegado las cintas de vídeo a una escueta estantería y, segundo, contar con absolutamente todas las novedades de la temporada (en DVD, obvio). Desde lo más renombrado a la mierda oscura. Claro, poco sabía yo entonces que la mayoría de esta última la conformaban telefilms destinados en USA al "Syfy Channel", así que, de buenas a primeras, las alquilaba henchido de curiosidad. Convencido que eran la -y perdonen el uso incorrecto de la etiqueta- "nueva Serie B". Tanto va el cántaro a la fuente que.... en fin, terminé saturado de basura, de fórmulas narrativas explotadas una y otra vez, de actores en horas bajas, de primigenio CGI vergonzante, etc, etc. Solo una vez lo deglutido me dejó medianamente satisfecho, "Skeleton" (o "Skeleton Man" in the lluesei). Al menos así fue en 2004 o por ahí, ¿¿cómo me sentaría a día de hoy??...
Unos insensatos despiertan a una especie de viejo espíritu indio de intenciones revanchistas dispuesto a masacrar sin miramientos al hombre blanco que invade su hogar. Así, tras hacer picadillo a unos cuantos, el ejército manda un puñado de soldados para solucionar el entuerto. Y esa sería toda la trama. No hay más. El continuo escarceo entre el comando protagonista y el "mostro". Hay quien exclama "copia de "Depredador"" y, aunque ciertamente existan elementos que lo prueban, sería quedarse corto. Además, no olvidemos que el clásico del Chuache chupaba mucho de un film previo, "Llegan sin avisar", así pues ¿quién copió a quién?.
Lo realmente fascinante de "Skeleton" es, principalmente, la criatura de rigor. Podría ser un señor enfundado en látex imitando la escamosa piel de un reptil. U otro sepultado bajo una armadura pretendiendo acero puro. Pero no, pal caso hablamos de un infeliz luciendo una máscara de calavera y una capucha + capa negras, cabalgando sobre su corcel y sacando armas de debajo del sobaco según convenga. Es decir, en plenos años 2000, con todo el rollo "high-tech" propio ya del género fantástico, y un montón de títulos afines de referencia, a los responsables de "Skeleton", los chicos de "Nu Image" por entonces totalmente volcados en parir esta clase de furruños, se les ocurre tirar de una criatura con el clásico look de la muerte, solo que cambiando la guadaña por un hacha, o una lanza, o una espada (nunca una hoz, como nos muestra la caratula del DVD patrio). Rarísimo. Pero mola, en serio (ver imagen al final del tocho). El resultante contraste funciona. Quizás no del modo que pretendían sus artífices, pero logra que la película se salga del mogollón, destaque por algo.
¿Por algo? bueno, "Skeleton" destaca por muchas otras cosas... sobre todo su negación. No llega a ser absolutamente horrenda. Ni totalmente incapaz, pero viene trufada de una larga lista de incongruencias narrativas, cagadas técnicas y locuras inexplicables que llaman la atención. Descolocan un rato. En general es bastante caótica. Suerte del simplismo y "elementalismo" de su trama, lo que no nos exige mucha atención, ni un seguimiento exhaustivo de lo narrado, porque, de lo contrario, iríamos más perdidos que un hijoputa el día del padre. Básicamente lo que vemos es al bicho de la capucha asesinar sin parar. Matar todo lo que se le ponga a tiro, sean civiles, sean militares, sea el apuntador. Da igual. Siempre a base de efectos físicos, un poco torpes, pero agradecidos ya que el nivel de hemoglobina, amputaciones, cuerpos atravesados, incluso el gráfico arrancamiento de una cabellera, es generoso. Constante. Lo mismo que los errores de continuidad, impresionantes en su cantidad y calidad. Quizás el más llamativo hace referencia a la túnica del mismo monstruo, que pasa de roída a perfectamente planchada de un plano a otro, sin venir a cuento, ni explicación alguna aparente.
Por si se lo preguntan, el CGI se reserva para momentos muy específicos y no molesta demasiado. El resto, como decía, es físico. Incluida una generosa ristra de explosiones, aunque algo me dice que algunas son reaprovechadas de otras películas. No sé, llámenme mal pensado, pero son ya muchos años consumiendo roña.
El reparto cuenta con un rostro -bonito- de lo más habitual en esta clase de subproducto, Casper Van Dien. Tan normalizada estaba entonces su presencia, que en la caratula yanki sale como reclamo principal, incluso por encima de su genuino protagonista, un perdido Michael Rooker que, a diferencia de su compañero, con los años lograría reencauzar su carrera. Van Dien, además, la palma bastante antes de lo previsto. Y, encima, su muerte es una de las escenas más extrañas, incomprensibles y mal editadas del show.
Acompañan a ambos actores un montón de currelas del celuloide rancio (porque, a diferencia de lo que ocurriría años después, "Skeleton" viene facturada formato fotográfico. 35mm diría yo) como Nils Allen Stewart, Joey Travolta -hermano de- y nada menos que cuatro ¿o cinco? féminas formando parte del comando. Todas guapas, y todas luciendo su top ceñido, por supuesto.
Podríamos culpar del desaguisado al guionista, Frederick Bailey, quien venía de teclear libretos para Cirio H. Santiago. Suya fue la idea de titular al film con el nombre del supuesto indio reencarnado en fantasma "azizino", "Joe boca de algodón" ¡¡!!. Tal vez, en un imprevisto arrebato de racionalidad, al director le parecería ridículo y/o poco comercial y decidió cambiarlo. Este, Johnny Martin, debutaba en lo suyo con "Skeleton", luego haría unas pocas más, todas dentro de los parámetros del subproducto, como "La hora de la venganza", lucimiento para el Nicolas Cage más caricato, o "Delirium", "found footage" de tercera únicamente destacable porque fue grabado en la misma siniestra casa de "Phantasma".
Aunque, lo mejor, para el final. "Skeleton" concluye, muy lógicamente, con la muerte de la criatura. Comienzan los títulos de crédito y suena..... ¿una épica pieza instrumental?.... ¿un "hit" pop menor?.... no, ¡¡el "Yaketi Sax" popularizado nada menos que por Benny Hill!! ¿recuerdan esa alegre y traviesa tonadilla? pues la misma. ¡¿Qué demonios hace al final de una película supuestamente seria de terror?!. Y no solo eso, resulta que los créditos echan para atrás, como volviendo a comenzar, mostrándonos previamente un plano reciclado del hombre esqueleto subido a su caballo, cumpliendo con la esperada papeleta de asegurar una secuela.. que nunca llegó, por supuesto. En fin, un gesto rarísimo, incongruente y alocado que me sacó una sonora risotada. Seguramente los gerifaltes de "Nu Image" eran totalmente conscientes de la basurica que tenían entre manos y decidieron dejarlo claro en su elección musical, porque, de lo contrario, el sentido es nulo. Habrá quien mente el caso de "Posesión Infernal" como algo medianamente parecido, pero no, ahí la copla (que ya sonaba previamente en el film, vinilo mediante) se ajustaba al espíritu extravagante del pitote, en "Skeleton" canta como una almeja.
Aunque para falta de coherencia, lo parte que sigue. En un momento dado, el monstruo entra en una central química y comienza a masacrar al personal. Justo, entre medio de uno de esos crímenes, asoma un obrero sin nombre reaccionando con las maneras propias de un retrasado mental. Así, porque sí. No le vemos luego fenecer, ni nada de nada. Su función se limita a esa extraña aparición mariana que, una vez más, motivó una carcajada por mi parte, tanto como para decidir rescatarla cual pequeño vídeo...



martes, 11 de junio de 2024

VÍCTOR EN "TENÍA QUE SER DE AQUÍ".

Vuelvo a hacer una pequeña incursión en el mainstream de parte de este blog y lo hago, como no, para hablar sobre Pajares y Esteso.
Esta vez fue la semana pasada para Aragón Televisión, en el programa sobre glorias autóctonas “Tenía que ser de aquí” cuyo homenajeado era Fernando Esteso.
La lista de entrevistados en el reportaje es larga, pero, además de mi esbelta figura, pasean la suya por el mismo Emma Ozores, Ciro Altabás, Andreu Buenafuente, Jenny Llada o Micky Nadal, bajo la presentación de la estupenda Itziar Miranda.
Les dejo un par de capturas (no muy hábiles) de mi intervención y el enlace al programa en cuestión.
Está muy bien el reportaje, así pues, espero que lo disfruten.

Pueden verlo AQUÍ.


lunes, 10 de junio de 2024

THE EROTIC MEMOIRS OF A MALE CHAUVINIST PIG

Curiosa película de la “golden era” del porno-chic americano de los años 70. Si por lo general podía considerársele cine en el sentido de que, al final, se trataba de contar historias en un entorno de sexo explícito (y no como en el porno de ahora), “The Erotic Memoirs of a Male Chauvinist Pig” riza el rizo. Ya no es que tengamos aquí un porno en el que las escenas sexuales estén al servicio de una historia, es que además estas son escasas, de intenciones no muy eróticas y tendencia abiertamente cómica. Pero eso no es todo, la película desprende en todo momento un tufillo progresista que no distingo si es satírico o no —al fin y al cabo, tenemos aquí un pequeño catálogo de señoras sometidas— en lo que parece una respuesta al feminismo imperante en los 70 que arremetía contra la industria del porno. Así pues, el título, que traducido vendría a ser “Las memorias eróticas de un cerdo chauvinista” es claramente irónico, pero la película, 50% comedia, 50% paja mental, parece destinada a espectadores intelectuales.
Yo me he quedado turulato porque es un porno muy raro, pero extrañamente divertido e interesante.
Tenemos a un artista que se dedica a la escultura erótica, tiende a grabar sus pensamientos en una grabadora y ha sufrido en sus carnes ya tres divorcios. Su actual mujer, a pesar de las mamadas que le casca, ya no le atrae sexualmente, así que busca otro tipo de emociones siendo felado por una colegiala o amordazando y atando a un amigo suyo para follarse a su esposa delante de él. En definitiva, este cerdo chauvinista de espesa barba y bigote inglés, se tira la película entera follando y confesando su infelicidad al respecto a la grabadora, mientras que por un motivo u otro el espectador es testigo de violaciones simuladas, lluvia dorada (para la que se utilizó cerveza) y, sobre todo, eternas y soberbias mamadas (y pocas penetraciones). Todo ello en una película porno muy moderna y que fue la única obra de su extraño y enigmático director, R.C. Hörsch —hasta que volviera al porno en 2017—, que junto con el director de fotografía John Butterworth firma una de las películas porno con más intencionalidad de film estándar de la época, pareciendo por momentos una comedia de Albert Brooks en la que no se para de follar.
Hörsch es, por otro lado, un tipo sórdido y extraño a más no poder; era cámara de programas televisivos infantiles (trabajó en “Barrio Sésamo”) pero estaba loco por dejar ese trabajo y meterse en el porno, iniciándose en esa industria como doble de lefa de Harry Reems, sustituyéndole en un rodaje en el que la cámara de 35 mm se atascó justo en el momento en el que Reems eyaculaba en un acto sexual, no pudiéndose filmar la corrida. Como Reems fue incapaz de retomar la tarea, Hörsch se ofreció a sustituirle rodando el inserto, tras demostrarle al director de aquella película lo fácil que era para él tener una erección y demostrando su poderío colgándose una toalla del rabo. Lo siguiente a tal virguería sería intervenir en loops de 8 mm y espectáculos en vivo en locales del Deuce.
En un momento dado decidió hacer su propia película. En realidad Hörsch escribió una comedia negra sobre un tipo divorciado tres veces, que aunque era algo subida de tono no estaba concebida para ser porno. Pronto se daría cuenta de que la única forma de llevarla a cabo era dentro del cine para adultos —y de ahí que el sexo sea escaso—. Conseguirá un poco de dinero, más el que aportaría John Butterworth, y de ese modo producirían la película que nos ocupa.
Rodaron en su Filadelfia natal con actrices que a día de hoy son leyendas del género como Tina Russel o la mítica Georgina Spelvin, así como Helen Madigan haciendo de colegiala, y especulándose en los mentideros que entonces aún era menor de edad. También se usaron actores no profesionales en la producción: el protagonista, Paul Taylor, ni siquiera era actor porno, se trataba de un actor de teatro que utilizó seudónimo para acreditarse, aunque demostró no tener ninguna clase de problema a la hora de conseguir erecciones y practicar sexo delante de la cámara (aunque para las corridas era sustituido por el propio director). Su esposa también aparece en la cinta, del mismo modo que la hermana de R.C. Hörsch fue convencida para interpretar un papelito.
Finalizado el rodaje en 12 días, y sin dinero para llevar a cabo la posproducción, pronto la película sería comprada para su exhibición y, en consecuencia, sufragados todos sus problemas económicos. Se hinchó el negativo de 16 mm a 35, se estrenó en Nueva York y Filadelfia y se convirtió en un pequeño éxito.
Tras la experiencia, R.C. Hörsch se alejó del porno para dedicarse a ser fotógrafo, piloto de exhibición, activista político y escritor… pero también  hizo carrera desempeñándose como traficante de drogas y falsificador de billetes y obras de arte (falsificó a Picasso), motivos por los que fue ingresado en prisión para más tarde fugarse y ser buscado por prófugo. Si buscamos fotos en internet da bastante miedo, con su pelo largo y grasiento, su descuidada barba y su parche en el ojo.
En 2017, tras varias estancias en la cárcel, volvería al porno con la película “¡Whore!” (“¡Puta!”) y en 2021 incidiría en el tema con “Transgressions”. Lo cierto es que su obra, de un modo u otro (ya sean libros, poemas o demás zarandajas), se asocian siempre a cierto maldistísmo, a cierta oscuridad intelectual y sexual que me parece de lo más cutre y chapucera, a la alemana (tipo Marian Dora, quizás no tan extremo), y por eso me llama tanto la atención que “The Erotic Memoirs of a Male Chauvinist Pig” sea un genuino, curioso, pizpireto y simpático porno de la era dorada, con más argumento que sus coetáneos, más gracia y posiblemente mejor rodado que cualquier tontería de, por ejemplo, Gerard Damiano. Esta película es entretenida y sus protagonistas no parecen todos deficientes, como sí ocurría en las del antes mencionado.