lunes, 20 de mayo de 2024

MURDERLUST

Curiosa película de asesino en serie, un precedente en tono y forma a “Henry: retrato de un asesino”, solo que rodada por menos de la mitad de lo que costó la de John McNaughton (que ya era una película barata de por sí) y, también, con la mitad de talento. El director de esta “Murderlust”, Donald M. Jones, no es un absoluto manazas pero va justito de inventiva, de celuloide virgen y de días para rodar, así nos encontramos ante un film semi amateur confeccionado los fines de semana en estupendos 16 mm, durante 12 jornadas y contando para ello con muchos amigos y favores.
Lo bueno es que la película no va de lo que no es, y prefiere evitar mostrarnos nada antes que desarrollar efectos especiales baratos dispuestos a dar el cante, por lo que, a pesar de sus muchas carencias, tenemos aquí una historia bastante sórdida en la que ni se nos muestra sangre, ni nada que chirríe. Todo contado con una cadencia lenta, tono —involuntario— de documental e interpretaciones no muy eficaces, pero resultonas gracias al físico de los actores.
Un individuo amable y simpático, que ejerce de profesor voluntario en la parroquia local, y se gana la vida como vigilante, pasa el tiempo libre bebiendo cervezas con los amigos (quienes eructan y se expresan inapropiadamente). Nadie sospecha nada, pero el individuo, peinado a cortinilla y con bigote varonil, por las noches se dedica a secuestrar putas, asesinarlas y arrojarlas a su suerte en medio del desierto. Y todo parece salirle bien… hasta que da con una señorita un tanto dura de pelar.
Su mayor virtud es que está hecha apenas sin medios, porque por lo demás es una película totalmente formulaica y simple; se sustenta a base de conversaciones y, entre medias, presenciamos los asesinatos que, aun crueles, no son para nada gráficos.
Sin embargo, esa peste a telefilm que se gasta y la falta de medios, le va bien al subgénero de psycho killers, y si bien películas como “Ted Bundy”, “Gacy” o “Dahmer” buscan una estética parecida a la que nos muestra “Murderlust”, esta la trae de manera natural. Y eso, sumado a que se deja ver perfectamente y no es excesivamente coñazo, al final resulta cuanto menos interesante.
Por supuesto, está basada libremente en fechorías perpetradas por Bundy y el estrangulador de la Colina. A través de sus crímenes se elaboró el guion, según James C. Lane.
El protagonista, el actor Eli Rich (no confundir con Eli Roth como ya hay alguno al que le ha pasado), tiene una carrera discreta de papeles en películas de mierda y papelitos a nivel figuración en cintas mainstream; de esta guisa apareció en, por ejemplo, “The Jigsaw Murders”, pero también lo hizo en “Encerrado” al servicio de Stallone y John Flynn.
En cuanto a Donald C. Jones, su carrera como director es asimismo discreta, hizo pocas películas y muy espaciadas a lo largo de las décadas, pero lo más interesante es que nunca se salió de los parámetros que manejaba. Rodó siete, todas de corte amateuroide. No he visto nada más que “Murdelust”, pero intuyo que cosas como “Domingo Mortal” o “Housewife from hell” pueden estar bien.

sábado, 18 de mayo de 2024

CASADA CON TODOS

Entre su etapa "exploiter", bajo la tutela de Roger Corman, y la reconversión a director de prestigio con "El silencio de los corderos" (así como una posterior decadencia tras sendas películas fracasadas, antes de su triste fallecimiento en 2017), Jonathan Demme rodó varias comedias. Dos más o menos románticas, sin caer en baboserías. Quizás la más exitosa, o de culto, sea "Algo Salvaje". Nunca acabé de congeniar con ella. A mi me gustaba justo la que venía después.... y antes de las archifamosas desventuras de Hannibal Lecter, "Casada con todos" o "Married to the Mob" en versión original (es decir, "Casada con la mafia"). Me encantaba de chaval. Incluso compré la banda sonora trufada de un puñado de "hits" muy de su década, destacando a "New Order", Deborah Harry en solitario o "The Feelies". ¿Y cuál es esa década? fácil deducción: los ochenta. Concretamente 1988. Tal vez, por encontrarse ya en su recta final, la explosión de "tics ochenteros" en "Casada con todos" resulta abrumadora. Sobre todo estéticamente. Haría las delicias de todos esos posmodernos que se encabezonan en recrearla sin haberla conocido realmente, a base de excesos de laca y colores chillones.
Angela está casada con Frank, un mafioso que aspira a escalar puestos en la familia. A diferencia del resto de esposas del clan, es muy infeliz. Quiere huir de semejante vida, pero no puede. Hasta que el capo, Tony, pilla a Frank follándose a su amante y se lo carga. Así, Angela aprovecha para comenzar de cero, a base de piso cutre y curro cutre. Obviamente, Tony la seguirá con intención de convertirla en su nueva amiguita. Pero no es el único, un par de agentes del FBI van igualmente tras ella. A base de casualidades y equívocos, uno de estos, el ambicioso -y amante de los felinos- Mike, conocerá a Angela en lo personal y nacerá el amor.... hasta que la chica descubre el pastel y todo se lía que da gusto.
Hacía años que no veía "Casada con todos". Recordé su existencia, se la pedí a un amigo, me la mandó y le di al "Play" con miedo de que ya no me funcionara igual. Falsa alarma. Por suerte, disfruté del visionado como un cochinillo. Sí, estamos ante una comedia romántica, pero nada que ver con la basura que lleva haciéndose desde hace años en su nombre. Aquí el rollo amoroso no empalaga, es hasta tierno. Y se mezcla con muchos momentos de un humor algo alocado (destacando los arrebatos desquiciados de la celosa y medio psicópata mujer de Tony), un ritmo acelerado, vibrante, y cierta "chispeantez" en el ambiente. Todo ello rebañado en inesperadas y agradecidas dosis de acción y violencia. Disparos y muertos incluidos. Al fin y al cabo, la cosa va de gangsters. "Casada con todos" es una película alegre, y ese es el poso que nos deja. Mientras concluye, a base de un chorrón de escenas eliminadas, resulta imposible no sonreír con genuina satisfacción.
Si a la refrescante dirección de Demme, y el divertido guion de Barry Strugatz + Mark R. Burns (quienes, curiosamente, no harían mucha carrera. La otra única película localizable en sus currículums con cierto brillo es "Vida y amores de una diablesa"), añadimos la extensísima ristra de actores que pululan por la pantalla, ya sea en funciones protagónicas, secundarias, de extra o, directamente, invisibles (Joe Spinell formaba parte del cast, pero toda su labor queda relegada a las escenas eliminadas), pues apaga y vamonos. El orgasmo se multiplica. Así pues, tenemos a una guapísima, pero guapíssssssima, Michelle Pfeiffer. Alec Baldwin. Matthew Modine. Un grandioso Dean Stockwell como jefe mafioso. Una no menos impresionante Mercedes Ruehl interpretando a su maniática esposa. Oliver Platt. Joan Cusack. Nancy Travis requetemonísima enseñando un poco de cacho (sí, amigos, en las "romcoms" de antaño se veían tetas y culos, ni que fuese de refilón). El legendario David Johansen, vocalista de "New York Dolls" con una curiosa carrera secundaria como actor, luciendo nada menos que sotana. Chris Issak. Al Lewis (el abuelo de los "Munster"). Algunos de los habituales del "clan Demme" (es decir, Tracey Walter, Charles Napier o Paul Lazar) y, esta sí es toda una sorpresa, el entonces futuro director Todd Solondz como reportero.
De la música incidental se encarga David "Talking Heads" Byrne, para el que, cuatro años antes, Jonathan Demme había dirigido la hoy bien reputada película-concierto "Stop Making Sense". En la fotografía, otro "Demmeista" convencido, el prestigioso Tak Fujimoto.
Por ello, y algo más, "Casada con todos" termina siendo un delicioso entretenimiento. De cuando estas películas además de divertidas, eran buenas.
(Suspiro) ¡¡que puta mierda hacerse mayor!!.
Muy recomendable.

viernes, 17 de mayo de 2024

UNDERGROUND KINGS

Quizás uno de los grupos que mejor representen a las nuevas generaciones del rap español sean Natos y Waor, dúo de madrileños que, primero con las maquetas, los discos después y sin el aval de ningún sello discográfico, han llegado a convertirse en el grupo con mayor repercusión en estos momentos, al margen de los dinosaurios de los 90 que acaban haciendo cualquier cosa por mantener su ínfimo pedazo de la parcela en la escena del rap.
Natos y Waor representan a esa juventud suburbial de nacidos en los 90 y 00, atolondrada y rebelde por igual, con la que conectan a través de sus canciones de corte tristón y callejero que les ha llevado a estar en lo más alto, siendo el único grupo de rap que ha llenado el Palacio de Vistalegre (por lo que resulta paradójico que la cosa se titule “Underground Kings”) con un aforo de más de 11.500 personas en su mayoría jóvenes de su misma generación o posteriores (Kase. O metió 15.000 en el antiguo Palacio de los Deportes, el actual WiZink Center, pero claro, lo ha logrado tras casi 30 años de carrera).
Lo curioso es que, mientras los rappers de la generación de los 90, que pese al contenido absolutamente lerdo de sus raps, tienen una gran influencia de la escuela americana de la que son coetáneos —básicamente, forjaron la escena a raíz de consumir el rap de la golden era—, esta generación que da sus primeros pasos alrededor de 2003, se desarrolla en un entorno cuya concepción del hip-hop poco o nada tiene que ver con la de las generaciones anteriores. Provenientes del movimiento punk, con las batallas de gallos como escuela donde formarse y una estética muy alejada a la del b-boy, Natos y Waor parecen hacerle un corte de mangas al hip-hop de toda la vida, componiendo canciones de corte intimista, o lúdico, que parecen opuestas a las del rap estilístico nacido en España en los 90.
Natos y Waor, a diferencia de los puretas, aparecen cuando ya hay un rap español establecido en el mercado, cuando ya existen incluso estrellas del rap que no desmerecen, en cuanto a número de seguidores, de las del pop más cotizadas y, en definitiva, cuando ya el rap se ha convertido en una tendencia musical que, mezclándose peligrosamente con la música electrónica y derivando en subgéneros como el trap, no necesariamente tiene por qué verse ya asociado al hip-hop. Natos y Waor nacen cuando ya no existe el underground, o mejor dicho, cuando el mercado está tan saturado de referencias que el underground se torna invisible. Paradójicamente, surgen en un periodo de transición en el género y, con su sede en casas ocupa, llegan al mainstream desde la marginalidad más estricta: sus maquetas son confeccionadas de manera casera y no cuentan ni con instrumentales propias, robando estas de Youtube o recurriendo a aquellas de uso libre concebidas para tal fin. Graban sus demos, las mueven por redes sociales y, sin premeditarlo, lo van petando progresivamente de manera que pasan de llenar pequeñas salas a estadios.    
Esta generación, al no verse condicionada por los dogmas del hip-hop y el rap más convencional, desarrolla una escena  más auténtica que la que le precede y con un público menos sectario que, no siendo estrictamente hip-hopero, les ha llevado a crecer hasta convertirse en números uno. Al margen de eso, Natos y Waor son más macarras, honestos y genuinos, dando un rap menos ortodoxo que conecta a la perfección con hordas de adolescentes sin pajolera idea de quién es Rakim (ni les interesa), que en su vida han oído hablar de KRS-One, pero siguen a Natos y Waor allá donde vayan. ¿Qué han generado Natos y Waor? Una escena de verdad, no como la de los 90, sin duda, mucho más impostada. Al margen de eso, dudo bastante que conecten con las generaciones anteriores. A un señor de mi edad (47 cuando escribo esto), loco por el rap yankee de los 90, es más probable que le genere hostilidad que otra cosa. Personalmente, no aguanto la música de Natos y Waor ni un minuto, pero entiendo el cambio de tercio que representan, la idiosincrasia de esta generación y hasta me caen mejor que los otros señores de mi edad que, intentando mantener lo que han conseguido, o rabiosos por lo que alguna vez tuvieron y hoy han perdido, se aferran  a una vida pública como emcees que, a veces, roza la más brutal vergüenza ajena.
Por otro lado el documental “Underground Kings”, que narra la ascensión del dúo a lo más alto, no deja de ser otra muestra de un ego desmedido, como lo puedan ser “Dentro del círculo” sobre la elaboración del disco más exitoso de Kase.O, “Tengo que volver a casa” sobre las correrías de ToteKing o “Blackbook” que cuenta la historia de SFDK. Curiosamente, y siendo Natos y Waor más soberbios y descarados que esos otros rappers de geriátrico, afrontan un documental sobre ellos mismos de una manera mucho más humilde. “Underground Kings” es más cercano y no tiene la grandilocuencia que trae consigo “Dentro del círculo”, máxime cuando Kase.O es un emcee que lleva la humildad y el buen rollo por bandera, pero en su documental no parece predicar con el ejemplo. Diríase que Natos y Waor también llevan una gestión de la fama más sana que los otros vejestorios.
El documental, en sus dos horas largas de metraje, se compone de una larga entrevista a Natos y Waor que, combinada con otras a sus padres y gente de su entorno, cuenta la historia del grupo desde los inicios, antes de que el rap irrumpiera en sus vidas, con abundante material de archivo para ilustrar su discurso y pocos aspavientos o artificios. Y el espectador es testigo de su espectacular ascenso desde el subsuelo hasta las grandes ligas.
Con pocos medios y pocas florituras técnicas —poco más que planos estáticos con dos cámaras— se consigue algo muy difícil, que un ladrillo de dos horas compuesto prácticamente por dos cabezones parlantes, genere el interés del espectador gracias a la fluida narración de sus dos protagonistas.
Por lo demás, dirigiendo a pachas el propio Waor junto a Adrian Groves, su estructura es de lo más formal. Estos tienen alguna noción audiovisual, pero su bagaje viene precedido más por su amor a la música que al cine (realizan videoclips, que al fin y al cabo es para lo que se han formado) y, en resumidas cuentas, con lo que saben hacer les sobra y les alcanza. Se trata de un documental con fines promocionales, no competitivos en festivales.
Llama la atención asimismo, el ver a viejos raperos de las generaciones anteriores opinando sobre Natos y Waor ante la cámara. Dudo que conecten con la música de los recién llegados, pero como son números uno les conviene estar cerquita, no sea que se les acabe el chollo, así que, por supuesto, les dejan demasiado bien en sus declaraciones. Casi se les ve el plumero.

lunes, 13 de mayo de 2024

HISTORIA DE UN JUNKIE

Nacida inicialmente como “Gringo”, cuando los piratas de Troma compraron esta película para distribuirla, decidieron darle un título más sensacionalista y a todas luces comercial: “Story of a junkie”, sin tener ni pajolera idea el señor Lloyd Kaufman del material contra cultural que tenía entre manos. Esta maravilla en forma de documental ficcionado, oda a la sordidez y la decadencia de las calles del Nueva York de los 80, cuenta con pelos y señales los avatares de un adicto a la heroína llamado John Spacely. El susodicho no es un yonki cualquiera que los productores se encontraron por ahí y al que filmaron inyectándose heroína sin remilgos, no. El personaje en cuestión fue un popular ente de la cultura underground neoyorquina, un punk que eventualmente ejercía como músico, otras veces como actor, y que en sus mejores momentos se codeaba con personalidades del estilo de Keith Richards, Willy DeVille o Joey Ramone, quizás por cuestiones más tóxicas que musicales. Incluso, cuanto tuvo autonomía para trapichear con drogas, se convirtió en el dealer particular de John Belushi. Asimismo, llegó a trabajar como editor y colaborador del célebre “Punk Magazine” a las órdenes de John Holmstrom, pero su desmesurada adicción a las drogas duras —cuyo origen es consecuencia de un trauma, tras un horroroso aborto su novia fue arrollada por un camión— envió todo atisbo de creatividad al traste. De este modo, Spacely se convierte en una leyenda callejera de alta magnitud lo suficientemente interesante como para que se decidiera hacer un retrato sobre su persona y, por supuesto, sobre el poco higiénico y repugnante hábito de inyectarse.
El título de producción, “Gringo” hace referencia al mote bajo el que Spacely era conocido en las calles. Durante mucho tiempo estuvo moviéndose como una rata en Alphabet City, lugar habitado potencialmente por latinos y negros. Spacely era de los pocos blancos que pernoctaban en aquella cloaca, hecho que se hacía aún más evidente con la querencia de este por la decoloración capilar, así que los negratas comenzaron a llamarle Gringo y, de ahí, el título primigenio.
En “Historia de un junkie”, el director Lech Kowalski se gana la confianza de Spacely y de su circulo de chusma yonkie, para introducirse con su cámara de 16 mm en lo más profundo de los bajos fondos neoyorquinos. Así, entre entrevistas a adictos y traficantes, visitas a narcosalas y reconstrucciones en ficción de algunos de los hechos que Spacely le explica, podemos hacernos una idea del infierno que supone ser un adicto a las drogas duras. Infierno que, aunque de vez en cuando se escenifique el teatrillo para darle ritmo a la película, es absolutamente real. Camellos, drogatas, narcosalas, todo estaba allí antes de que la producción llegase con los equipos filmadores.
Yonkies inyectándose, Spacely pasando el mono visto de la manera más gráfica posible, transacciones de droga y trapicheos varios se imponen en un documental del todo sensacionalista y cercano al “mondo”. Tras su visionado, el espectador queda con muy mal cuerpo.
El formato, rodando en 16 mm, de noche con iluminación natural, ayuda a incrementar la sordidez y mal rollo que desprende la película, pero ya lejos de texturas o del grano de celuloide, es que los lugares donde filma Kowalski son lo más asqueroso visto en una pantalla, amén de los individuos que pululan a lo largo del metraje, poco más que despojos humanos, o esos primeros planos de gente picándose las venas. Mención especial para algunos momentos en relación al protagonista. En una escena en la que, tras días de andar por ahí tirado, pinchándose y demás, decide asearse un poco, sus venas están ya tan agujereadas que, en un plano donde está peinándose, la cámara se mueve un poco para mostrarnos unas gotas de sangre en el brazo con el que se atusa el pelo, cuyas heridas, ya tan maltrechas, no se curan jamás. Turbador resulta también el plano en el que el yonki limpia sus botas manchadas con su propia sangre o se quita la roña de los dedos de los pies, con la carne de estos muerta, podrida, por la falta de limpieza y tras muchos días sin desprenderse del calzado.
Un documento tan aterrador como atrayente, al que además tenemos que añadir el valor de incluir algunas escenas de ficción como aquella en que un camello asesina a otro tras un problema territorial.
La filmografía del director, Lech Kowalski, se compone exclusivamente de documentales, ninguno de ellos centrado en aspectos agradables de lo que retrata. Suyo sería “D.O.A” sobre la gira norteamericana que llevaron a cabo en 1978 los "Sex Pistols" o “Born To Loose: The Last Rock-n-Roll Movie”, centrado en Johnny Thunders, miembro de los "New York Dolls" y los "Heartbreakers",  y por donde también asoma el amigo Spacely en los últimos momentos de su vida, agonizando ya terminal por culpa del SIDA. Caerá por aquí.
Muy recomendable esta "Historia de un Junkie"… siempre y cuando dispongas de un estómago de acero y no tengas la sensibilidad a flor de piel.

sábado, 11 de mayo de 2024

INMACULADA

Para nada tenía previsto yo escribir una reseña de "Inmaculada" Sin embargo, estas últimas jornadas he experimentado un par de epifanías que, sumadas al indiscutible regusto positivo obtenido tras el visionado (¡si! no pienso pedir disculpas por ello), han empujado a sentarme frente al teclado, dispuesto a reivindicarla moderadamente.
Primero. Justo ayer vi la cacareada "Vermin. La plaga" y me dejó algo frío. Es cierto que dispone de un par o tres de escenas muy potentes, intensas. Y está muy bien acabada toda ella. Pero, por equis motivos (me disgustan mucho los protagonistas, sobre todo en su condición de semi delincuentes, macarrillas, cholos y chonis, mientras a la policía se la pinta como villana), quedó lejos de deslumbrarme (su director ya ha firmado para un nuevo "Evil Dead"... ¡¡agh!!). Entonces, tras el consumo favorable de "Inmaculada", recordé lo jodidamente difícil que es, a día de hoy, dar con una de terror buena. Aquellas que cumplan con la categoría, pues, merecen ser atendidas... especialmente si la audiencia las ignora. Y ahí entramos en el segundo punto. Hablándolo con un amigo, comentó que no tenía previsto ver "Inmaculada" porque pintaba a que era lo mismo de siempre y estaba harto de monjas poseídas. Ahí me dije yo ¡¡tate!! ¡¡no, mal, wrong, caca, te equivocas!! ¿por qué lo sé? porque a mí me pasó lo mismo. Saquen papel + boli y tomen nota, julais...
Me daba una perezaco de la leche ver "Inmaculada". Como el colega arriba referido, estaba aún dolido por las recientes muestras de películas terroríficas con monjas de por medio. Todas un horror en el peor sentido, plus un coñazo (sí, incluyo aquí el tochazo descolorío de Paquito Plaza) Pero mi -en ocasiones maldecida- función de fan del género me obligaba a deglutir "Inmaculada" (¡¡gratis, of course!!). Bueno, vaaaale, y la presencia de la neumática y deseable Sydney Sweeney. ¿Fea? No, ni mucho menos. Simplemente dispone de una belleza distinta. ¿Mala actriz? Tampoco. Mejorará con el tiempo, no lo duden, cuando sus dos hermosas y turgentes tetas dejen de ser la única razón por la que supera castings (lejos queda esa niña que asomaba el inocente careto en la última y flooooja película de San John Carpenter, "Encerrada"). Y, justo, ahí quería yo llegar (en realidad, ahí querría yo pasar el resto de mi vida), el indiscutible erotismo que destila Doña Sweeney. Quizás a ustedes les pasó como a mí y, al enterarse que interpretaba a una monja, pensarían "¡No jodas! ¡qué desperdicio!" (graciosamente, eso mismo suelta un personaje cuando ella le cuenta sus castos planes en la vida) "Ya está la última tía güena de Hollywood buscando papeles ultra-opuestos a su imagen para ganarse un punto o dos" Pero resulta que no, my friends, en "Inmaculada" la muchacha hace gala, y no poco, de sus encantos (aunque sin llegar a los niveles de una, por así decirlo, "Inmaenculada") "Lightmente", sí, a través de camisones mojados, o escenas de ducha en las que cubre como puede ese par de aldabas (casi sin lograrlo) Pero se agradece requetemucho. Y no es la única, hay otra novicia en el film mostrando sutil cacho. Así que, sorpresón. Tras las descafeinadas muestras de reciente terror monjil, era lo último que esperaba.
A ello, añadan una trama que NADA tiene de posesiones demoníacas y tal. Ni salen fantasmas de nariz larguirucha. Sustos, los justos. Sería más un thriller con elementos horroríficos. Condimentado, encima, con algunos escuetos pero agradecidos momentos de truculencia y ni tan siquiera 90 minutos de duración. ¿Han leído bien? ¡¡ni 90 minutos!!. Los créditos salen a la hora y 28 de película, tras un desenlace cojonudo. Esto sí es un milagro y no el que supuestamente experimenta Sweeney en "Inmaculada". La chavala, virgen como es (ñummm!) se queda preñada. Y, claro, todos flipan. Pero no, hay trampa... y de la buena.
Vale, algunos han perdido el pedal hablando de la recuperación del subgénero de monjas cachondas tan propio de los setenta (¡nah!... tampoco tanto, eso ya lo hizo, y muy bien, Paul Verhoeven con "Benedetta") y ¿algo de horror italiano?... bueeeeno, con pinzas. ¡Ay, este fandom que se descontrola por nada! que mala es la abstinencia (de buen cine de género, digo)
A Michael Mohan (director) y Andrew Lobel (guionista) ni los conocía. Puede que a partir de ahora les siga con algo más de atención.
Tampoco me entiendan mal, no estoy aquí soltando que "Inmaculada" sea una obra de arte. Un nuevo hito del horror. Un clásico...  inmaculado (ejem) Pero sí es una de terror decente, motivo de celebración y, sobre todo, consumición. Eviten ser tan lerdos como yo -y mi amigo- juzgando el libro por la portada. Tal vez hasta me lo agradezcan.

viernes, 10 de mayo de 2024

HERENCIA DIABÓLICA

México, uno de los países que más jugo le sacó al vídeo doméstico, se abrazó al SOV como alma que lleva el diablo a principios de los 90, porque el formato era ideal para lo que aquella industria demandaba: producir mucho, rápido y barato. Así que se liaron a grabar como si no hubiera un mañana con el fin de rentar las inversiones de un día para otro.
De las miles de películas facturadas en aquella época, hace años se hizo viral  la que nos ocupa, “Herencia diabólica”, una especie de exploit de “El muñeco diabólico” que cuenta la historia de un individuo al que se le muere una tía y, en consecuencia, hereda una mansión. Se instala allí con su esposa y reparan en la presencia de un muñeco de payaso de aspecto muy chungo, y que según el tipo, lleva en esa casa desde que él era pequeño. Todo bien, hasta que el muñeco comienza a aparecer en lugares extraños de la casa y arrancan una serie de accidentes. Claro, serán obra del muñeco que está poseído por “alguien” o “algo”.
Mala de solemnidad y rodada con cuatro chavos, su principal aliciente, a parte de lo descabellada que es de por sí, es que al muñeco —da un asco y una grima que tiran de espaldas— lo interpreta nada menos que Margarito Esparza, alias “Margarito”, un actor enano muy célebre en México que se hacía llamar “el actor más pequeño del mundo” En los años 50 intervino en un montón de películas y hacia el final de su vida fue pasto de la prensa rosa. En televisión sacaba a relucir su mala hostia, hablaba como un duendecillo y, además, se tiraba pedos. Eso le hizo famoso. Una especie de Martí Galindo centroamericano, solo que el catalán no ventoseaba, y, salvo porque eventualmente Xavier Sardá se lo sentaba en sus rodillas, era un actor al que se le tenía cierto respeto.
Margarito en los años 90 llevaba mucho tiempo sin trabajar y tenía que cantar rancheras en el metro para poder subsistir. Fue en esa época que le surgió la oportunidad de convertirse en el Chucky mexicano. Y, sin más, ahí le tenemos.
“Herencia diabólica” se infló a 35 mm para su estreno en cines, pero pasó sin pena ni gloria. De hecho, después del estreno teatral fue muy difícil encontrar copias en formato domestico alguno, existiendo únicamente un ripeo de algún pase en televisión que se veía fatal; apenas resultaban distinguibles las caras de los actores.  El caso es que, en plena era de Internet, se hizo viral por varios motivos: el principal, que se trata de una película muy mala que abusa de planos eternos y paseos interminables con el único fin de llegar a la hora y diez de metraje; el segundo, el payaso, Margarito, que luce horripilante, posiblemente por motivos ajenos a la producción. Cuando el puto enano suelta una carcajada, da un miedo de la hostia; en tercer lugar, la inclusión de escenas extrañas, como una muy celebrada en la que el payaso se mete en la cama con la protagonista y, sin motivo previo aparente, comienza a meterle mano tórridamente, así como destacan lo mal resueltos que están los asesinatos a rasgos generales.
Tras el redescubrimiento de la peli, fueron muchos los youtubers que comenzaron a hacer sus reseñas e, inevitablemente, se hizo popular. Es por eso que “Herencia diabólica” fue rastreada por la buena gente de “Vinegar Syndrome”, localizada, remasterizada desde el negativo original de cine (no desde el master de vídeo. Una remasterización no muy escandalosa… se ve mejor que lo que había, pero tampoco es para rasgarse las vestiduras), y editada recientemente en Blu Ray de lujo, dando el pistoletazo de salida al nuevo subsello de “Vinegar”, “Degausser Video”, destinado a sacar como dios manda títulos clave del “direct to video”. Esto incluye un montón de SOV así como películas que, aun rodadas en 35 mm, tuvieron como plataforma de estreno exclusiva el formato domestico.
El director de “Herencia diabólica”, Alfredo Salazar, es guionista de un puñado de clásicos de la "serie B" mexicana que van desde “La mujer murciélago” de René Cardona, pasando por unas cuantas de El Santo, hasta alguna de ficheras, haciendo un inciso en su carrera para dirigir. Suyas son la mítica “El charro de las calaveras”, “Una rata en la oscuridad” y la que nos ocupa, con la que cierra su carrera cinematográfica.
Muy mala, ya saben. Pero mala de las de verdad.

miércoles, 8 de mayo de 2024

MINUTOS MUSICALES 28: THE HUMPERS (O EL CLUB PRIVADO DE FURCIAS LLORONAS)

En pleno "petamiento" de "Epitaph", a Brett Gurewitz -jefazo- le dio por fichar un porrón de bandas garajeras, muy ajenas al recurrente sonido punk-popie de la discrográfica, tal vez en un intento de "limpiar su imagen" de cara al punkismo ortodoxo. Hablamos de gentuza como "The New Bomb Turks", "Zeke", "The Donnas", "Dwarves" (el grupo menos íntegro del panorama), "The Hookers"... algunos mangados directamente del catálogo de "Crypt Records". Probablemente la medalla -y toda una declaración de principios- se la puso al conseguir agenciarse dos monstruos en lo suyo, "The Cramps" y "The Fleshtones". Mientras que de los primeros editó sus discos más flojos, a los segundos les insufló vida de nuevo tras unos años poco inspirados. Incluso editó un cd sampler con todos ellos, "Roadkill - Sleazy & Greazy" del 98.
Y entonces, comenzó el rumor de que muchos de aquellos combos se habían aunado en una especie de "club privado" destinado a "rechazar / despreciar" a "los otros", los del sonido más melódico, bendecidos por el éxito y, sí, compañeros de sello. Imagino que se trataba de ser el más punki del lugar y hacer honor a su supuesta pose macarrilla.
Patético. Simplemente, patético. Si tanto despreciabas a "Offspring", "Nofx" o "Bad Religion" (y créeme, en algunos casos lo comprendo perfectamente), al menos, macho, ten los huevos de negarte a formar parte del mismo catálogo. Pero inventarte esa gilipollada solo por "reparar" tu sucio gesto, me parece ridículo y detestablemente cobarde.
Bien, pues "The Humpers" fueron una de las bandas garajeras que Brett Gurewitz fichó durante su cruzada (aunque, en honor a la verdad, desconozco si formaron parte del "club privado" de furcias lloronas). Una que, al menos yo, no conocía antes de "Epitaphiarse". Los "Humpers" salían del otro sello garajero más auténtico por excelencia -"Crypt" aparte- "Sympathy for the Record Industry". Fue ahí donde editaron dos discos y, precisamente, el tema que les dejo a continuación, "Cops and Robbers", sonaba así de guapamente en uno de ellos, "Positively Sick On 4th St."...


¿Que por qué no pongo ninguno de sus temas grabados para "Epitaph"? pues porque no son gran cosa. El primero de los respectivos LPs ("Live forever or die trying") lo compré en su momento y no me gustó. Al segundo ("Plastique Valentine") lo habría ignorado si no fuese porque molaba la portada. Tal vez escuché su contenido en "Virgin Megastore" cuando podía hacerse gratis, y me sonaría mucho mejor, tanto como para dejarme los cuartos. Durante un tiempo anduve consumiéndolo, sobre todo la primera canción. Sin embargo, acabé quemándolo y hoy no lo aguanto entero. El tercero y último, "Euphoria, Confusion, Anger and Remorse" (las cuatro fases del buen borrachuzo) no sé por qué demonios lo adquirí. Ni recuerdo el motivo, ni el contenido. Todo muy absurdo, la verdad. Finalmente, los "Humpers" se separaron y sus dos cabecillas montaron otra banda. Pero eso, a mí, me impogta un cagajo.
Epílogo: Todos esos señores tan rockeros y chuloputescos no terminaron de cumplir con lo esperado a la hora de vender discos -¡¿bueno, no iba de eso la jugada?!- por lo que, más pronto que tarde -la pela es la pela-, desaparecieron de "Epitaph" sin generar ni gota del ruido que habían producido previamente en formato vinilo y/o cd.

lunes, 6 de mayo de 2024

MUJERES CARNIVORAS

Tras el visionado de esta película alemana del año 1970, colorida y psicodélica, con una presencia tan contundente de la mujer en pantalla y un discurso feminista hasta el insulto, comprendí a la perfección el por qué la etapa setentera de Jess Franco gusta tanto a los alemanes. No se si Franco (el director de cine, no el dictador) vería en algún momento esta película; no se si, de ser así, cuanto mamaría de ella ni cuanto le debe, pero lo que sí se, es que si alguien me pusiera esto y dijera que es de Jesús Franco —etapa alemana—, me lo creería. Toda la ambientación, el vestuario, la estética, es muy similar a los setenta del director español, pero en plan fino. Aunque aquí el mensaje de castración y eliminación del macho (a lo “Operación Mantis”) es demasiado radical como para que se le hubiera ocurrido algo similar al bueno de Jesús.
La cosa va de una tipa con estrés que, por recomendación del médico, acude a un programa de relajación en un pueblo apartado junto con otras mujeres. Allí repara en que la presencia de machos es muy pobre, por lo que decidirá investigar al respecto, llegando a la conclusión de que hay tan pocos hombres (y estos están en calidad de criados) porque las mujeres, tras aparearse con ellos, los asesinan (y se los comen). Además leen el “Manifiesto Scum” de Valerie Solanas. Cuando llegan al pueblo tres hombretones rudos y varoniles, las mujeres les colmarán de sexo y atenciones, pero nuestra protagonista, que trata de poner fin a la carnicería avisando a las autoridades, es tomada por loca del coño.  Del mismo modo, en cuanto la damisela advierte, al que parece va a ser el héroe de la función, que todas esas zorras están acabando con los machos, este no hace caso y en consecuencia es seducido y devorado.
La película es una tontería que se escuda en un discurso feminista tan solo para justificar que a cada momento las chicas se ponen en pelotas. Con la misma excusa se nos muestra algo de sangre, gore contado y, con tanta minifalda de moda entonces, tanto maquillaje y peinados de lo más imposibles, la película queda harto moderna y pintona, con el uso indiscriminado de la iluminación verde, violeta y roja. Al final se queda entre el género y el cine de autor inofensivo. Y muy europeo. Tiene cierta gracia, se deja ver con interés, hasta que pasados 40 o 50 minutos largos comienza al aburrimiento y ya hay que hacer un esfuerzo para llegar al final sin revolverse en la butaca.
Las mantis que se mueven por el encuadre a sus anchas, son viejas glorias del cine erótico europeo, así, contamos con Pascale Petit, Uschi Glass y Francoise Fabian.
Dirige el artefacto el checo Zbynek Brynych . Además de este “Mujeres carnívoras”, que en su momento apareció en vídeo en nuestro país con una carátula sacada de váyanse ustedes a saber donde, dirigió un saco bien grande de películas, todas muy modernas y curiosas, pero al contrario que esta, nunca llegaron aquí.
Sin más, tan solo destaco, como ya les he dicho antes, lo curiosamente franquiana que es.

sábado, 4 de mayo de 2024

THE CURSE

Los chavales de "A24" están viviendo lo que se dice un momento dulce. La muy estupenda "La zona de interés" -de la que son co-productores- ganó con justicia el Oscar a la mejor película extranjera. Y "Civil War", del interesante según le da la neura Alex Garland, ha funcionado de perlas en la taquilla yanki. Me alegro, oye. De verdad, se lo merecen. Me gusta esta gente y su concepción del cine, justo en esa línea entre lo autoral y comercial.
Pues bien, por lo que a mi respecta hay un pequeño triunfo más que añadir a su currículm reciente, uno en formato serie (co-produciendo con la plataforma que la emite, "Showtime"), "The Curse", uno de los productos "televisivos" más originales, frescos, estrambóticos, bizarros y/o inquietantes que he visto en tiempo.
Así de lejos -palabras estas que cobrarán especial sentido dentro de unas líneas-, "The Curse" no parece disponer de muchos ingredientes atractivos. El cartel es soso, casi como de telefilm alemán de "Antena 3" destinado a rellenar las mortecinas sobremesas de los domingos. Y la trama, del montón: Una pareja recibe una maldición y todo comienza a pillar un cariz raro. Vale, bien. 
Eso sería no ya quedarse con la punta del iceberg, sino el trocito de hielo que hay justo en la cima. Adentrarse en "The Curse" supone terminar totalmente atrapado por su contenido o, como le pasó a un amigo, sentir un absoluto y radical rechazo. No pudo concluir ni el primer capítulo. Fascinante.
Hay quien la ha calificado de pretenciosa. Yo creo más bien que la serie se ríe de ello, con un modo de proceder tan único y especial que hay que invertir genuino interés, y paciencia, en descubrirlo. E interés y paciencia son dos palabras que, como bien saben, no están hoy día en el léxico de demasiada gente.
Sorprende encontrarse en roles protagónicos a la recientemente oscarizada Emma Stone. Una mujer de rara belleza e indiscutible talento que me caía un poco gorda, pero comienzo a apreciar... en parte tras descubrir que ejerce de co-productora en "The Curse". Supo ver más allá y entender el valor del proyecto. La secundan dos caballeros hasta ahora desconocidos para mí, Nathan Fielder y Benny Safdie (este involucrado como co-productor en "Pasando Página") Además de actores, son los creadores de la serie, co-guionistas y Fielder, concretamente, se reserva el rol de director en un buen puñado de capítulos.
Whitney es una pijilla obsesionada con ayudar a la humilde comunidad de La Española (en castellano y con ñ) aunque, en realidad, se trata más de limpiar la imagen de explotadora heredada de sus padres, propietarios de unas viviendas a precios abusivos e implacables a la hora de desahuciar. Junto a su maromo, el más bien patético Asher, ha construido una serie de elegantes y semi-futuristas casas ecológicas que quiere promocionar. Justo, aquí es donde entra en juego Dougie, quien se responsabiliza de dirigir un "reality" dedicado a narrar todo el proceso. Siempre buscando el morbo o la lágrima fácil, y manipulador como es, Dougie convence a Asher para que de limosna a una niña negra frente a las cámaras. Este no dispone de calderilla, así que suelta un billetaco tocho. Sin embargo, en cuanto oye la palabra "Corten!", corre a recuperarlo. Vamos, que se lo quita a la cría, y esta le lanza una maldición. A partir de ahí, Asher se obsesionará con el asunto. Y, aparentemente, las cosas comenzarán a ir de mal en peor. La cuestión es si dicha maldición existe o son paranoias del supuesto maldecido.
Lo que más llama la atención de "The Curse" -al menos a mí- son dos cuestiones. Por un lado, que todos los personajes, TODOS, sin excepción, son tremendamente turbios. No hay ni uno limpio. Abunda la hipocresía, la falsedad, la mala educación, el egoísmo, la crueldad, la frialdad, así como incontables situaciones incómodas y/o diálogos tensos o de pura vergüenza ajena. Eso mismo, la tensión, es una constante durante el visionado. Parece que en cualquier momento va a estallar la tragedia. El espectador medianamente atento se ve atosigado por cierto desasosiego. Una intranquilidad que provoca, justo, el comportamiento de los desagradables personajes, o detalles extra como la minimalista / extraña banda sonora y, sobre todo, el segundo aspecto que me encandiló desde el principio, el modo que "The Curse" ha sido rodada. En la gran mayoría de escenas, la cámara se sitúa a la lejanía, como si se mantuviese oculta. Usa el zoom para aproximarse y no disimula cuando hay objetos de por medio que impiden un plano limpio. Tenemos momentos en los que, directamente, oímos los diálogos, pero no podemos ver al actor que los recita. O solo la mitad de su cara. Algunas charlas dentro de un coche en marcha son rodadas desde el interior de otro situado justo al lado, sin ocultarlo. ¿Qué quieren? me fascinó y, como digo, contribuye mucho a la atmósfera atípica de la serie. Entiendo que, acorde a su trama, se trataba de replicar justamente las maneras de un "reality". Uno dentro del otro.
Llegado cierto punto, Dougie, que se muere por follarse a Whitney, la convence de que Asher es un lastre para su carrera hacia el éxito, así, deciden hundirle en la miseria. A partir de ese momento el pobre desgraciado vivirá en absoluta confusión, desconcertado sin entender nada de nada, convencido de que todo forma parte de la supuesta maldición y conteniendo una intensa rabia interior que veremos salir alguna que otra vez a lo largo de la serie. Sensacional cuando acude a un cursillo para ser más gracioso y hace el ridículo de manera absolutamente estratosférica. Aunque, tal vez, sean los problemas con su micro-polla lo más digno de ganarse un -como dicen ahora- "WTF!". Y no todo queda en palabras, nos la muestran alegremente en varias escenas, sujetada por su dueño y expulsando orines. Primer plano incluido, oiga. Flipante.
Mola cacho también el palo que "The Curse" suelta al mundo del artisteo, la pedantería, de los esnobs y
 vividores. Confluyendo todo ello en un personaje deliciosamente detestable, una tipa que estampa su firma en objetos encontrados y los vende carísimos con la excusa del apropiamiento como forma de arte. Además, responde al nombre de "Cara Durand" ¿¿cara dura??
En fin, podría seguir soltando atributos, pero no acabaría nunca, porque "The Curse" está llena de capas. Levantas una, y encuentras otra igualmente estimulante. Mejor me limitaré a recomendarles que se sienten ante sus diez capítulos con la mente abierta, ganas de pasarlo bien/mal, pero también de sorprenderse. Incluso desconcertarse. Tal vez luego les ocurra como a mí, y, concluido el visionado, echen de menos a su trío protagonista. Uno respaldado por nombres / rostros tan curiosos como los de Barkhad Abdi, el líder de los secuestradores en "Capitán Phillips", y nada menos que Corbin Bernsen, habitual en toda suerte de producto televisivo o subproducto cinematográfico. Sí, amigos, fue "El Dentista" en las dos epopeyas firmadas por Brian Yuzna. Ya les decía, muchos atributos... y de variado pelaje.

Si no lo digo, reviento: El capítulo final es DE TRACA.

viernes, 3 de mayo de 2024

HOLLOW GATE

Extraño SOV surgido durante la época dorada del vídeo, pero en su condición de baja estofa, es decir, uno de tantos aparecido a mediados de los 80 con el videoclub (americano) como campo de acción, pero sin lograr granjearse un culto posterior al nivel de “Blood Cult” o “555”. Solo recientemente ha sido redescubierta en la era de Internet generando cierto fandom.
Rodada durante 1986 y montada a lo largo de los dos años siguientes, siendo así su lanzamiento retrasado en el tiempo tras un estudio de mercado realizado por los productores Joseph Merhi, Richard Pepin y Ronald L. Gilchrist (auténticos astros del "exploitation") con el fin de encontrar el momento de mayor rentabilidad, “Hollow Gate” sería una de las últimas películas distribuidas por "City Lights Entertainment", experta en productos de bajísimo presupuesto para explotar en vídeo —el propio Merhi firmó la comedia “Hollywood in trouble”, uno de los “grandes éxitos” de la compañía que llegaría a nuestro país en formato magnetoscópico—, iría medrando hasta especializarse en material televisivo bajo un nuevo nombre, el de "PM Enterteinment Group" (entendemos que PM por Pepin/Merhi) En el fondo, una compañía de "losers" que dejó de existir en los albores del 2000.
"Hollow Gate" cuenta la historia de un niño que jugando a intentar coger manzanas con la boca dentro de un cubo de agua, es casi ahogado por su propio y enajenado padre. Esto, que ocurrió durante la celebración del Halloween, generará que el muchacho crezca traumatizado y odiando la festividad. Años después, unos adolescentes decidirán pasarlo bien donde nuestro hombre... y durante Halloween, por supuesto. Así, el tipejo, disfrazado cada vez de una cosa diferente, dará cuchillo a los chavales que se interpongan en su camino entre traqueteos de trípode y eternas conversaciones de los personajes sin apenas inmutarse.
“Hollow Gate” es una genuina y estrepitosa película mala, de esas que nunca llegarán al olimpo de las suyas porque el público potencial, posmoderno, no comprenderá el tedio y falta de humor del que hace gala. Es una de cuchilladas desgarbada y grabada en vídeo, punto. Sin embargo, tiene cosas destacables, como el hecho de estar —más o menos— bien iluminada (hay un efecto de luz detrás de una persiana veneciana que me parece súper cinematográfico y efectivo  para una producción de este tipo, en el que predomina la sombra de los actores tras el focazo y la imagen quemada), sendos momentos conseguidos (una muñeca de porcelana que aparece durante los créditos iniciales, da bastante mal rollo) o alguna idea potable, como que el asesino cambie de disfraz con cada crimen (claro que eso también lo vimos previamente en "El tren del terror"). Por lo demás, máximo aburrimiento y sensación de asfixia. Parece que no va a acabar nunca. Es decir, lo normal. Su visionado se queda en mera anécdota.
En cuanto al director, Ray Di Zazzo, no volvería a responsabilizarse de una película más en su vida, aunque es poseedor de una productora llamada "Dizazzo Media" y hay quien especula que parte de su tiempo libre lo dedica a la poesía.
Poco más… “Hollow Gate” es, sencillamente, terrible.

miércoles, 1 de mayo de 2024

"HISTORIAS LÚBRICAS", EL OTRO TRAILER

Lo crean o no, "Historias Lúbricas" lleva ya más de un año en "Filmin" provocando toda suerte de reacciones, especialmente ofuscadas y de rechazo, restando puntos en dirección al infierno. Claro que, también, va generando dinerillo y, oiga, eso mola. Así pues, ha llegado el momento de insuflarle un poco de vida, para que continúe generándolo.
Y por ello he decidido lanzar un trailer nuevo. Distinto. Cuando procedí con el primero, me encontré que ninguna plataforma quería tenerlo en su catálogo. Finalmente Vimeo le abrió los brazos, pero solo podía consumirse si tenías cuenta y, así, demostrar tu mayoría de edad. Lo paradójico del asunto es que, a pesar de ello, el contenido era de lo más "light". Había evitado mostrar ninguna de las numerosas escenas más o menos explícitas. Que no, que "Historias Lúbricas" NO es pornográfica, es erótica... pero, visto lo visto, vivimos tiempos demasiado mojigatos incluso para eso.
Así pues, considerando que me van a censurar y/o restringir cualquier trailer que haga, he confeccionado otro ya directamente marrano, donde se vean perfectamente extractos de algunas escenas explícitas (insisto, solo extractos de algunas... un mago no puede revelar todos sus trucos). Y eso es justo lo que pongo a su disposición.
Obviamente, el único modo de verlo es descargando el respectivo archivo de vídeo. Disponen del enlace al final de todo, justo debajo del cartel.

Si, una vez consumido, les ha entrado el morbo y/o la curiosidad, pues se pasan por "Filmin" y le dan al reproductor. O se abren una cuenta. O se la piden prestada a un amigo. Como ustedes vean.