martes, 14 de agosto de 2007

HILLSIDE CANNIBALS

En una sociedad tan macro-mediatizada como la nuestra, lograr destacar un poco entre la ingente masa de cabecillas con intenciones es todo un logro, aunque para ello haya que acarrear una poco honrosa etiqueta. Por ejemplo, ahí tenemos a Uwe Boll, que con el cuento de ser considerado uno de los peores directores del cine moderno (cuestión esta muy discutible), cada vez es más y más popular. En el caso que nos ocupa tenemos a The Asylum, productora que se va granjeando un reconocimiento gracias a una particularidad, su especialidad en plagiar descaradamente, y pocos días antes de que se estrenen, supuestos éxitos de taquilla de mayor presupuesto y entidad. El juego de las comparaciones es harto divertido (a "Serpientes en el avión" le precedió "Serpientes en el tren", a "El código DaVinci", "El tesoro DaVinci", a "Transformers", "Transmorphers" y al futuro "I am a legend" de Will Smith, "I am omega" -no olvidemos que la versión anterior de la novela que adapta el film, protagonizada por Charlton Heston, se tituló "Omega Man"-). Resulta casi un juego malicioso esperar a cada gran estreno para ver qué idea chusca se saca de la manga Asylum un par de semanas antes.
Tenía mucha curiosidad de ver qué eran capaces de hacer estos individuos, así que opté por el camino más fácil, agenciarme su versión del remake de "Las colinas tienen ojos", "Hillside Cannibals", supuestamente basada en la historia real (la de Sawney Beane) que inspiró el film de Craven y, de rebote, el de Aja. Si al director francés le hubiera dado por centrarse en la rutina diaria del clan caníbal, en lugar de su lucha con la "familia normal" atrapada en el desierto, el resultado hubiese sido este "Hillside Cannibals". Poco menos de 70 minutos (!) de mamoneos entre los antropófagos, sus peleas por agenciarse comida o demás, y si tenemos en cuenta que no hablan, solo gruñen, dispondremos de un guión escueto y no demasiado difícil de rodar.
La rapidez que los cineastas se dieron en acabar el film con el fin de estrenarlo antes de "Las colinas tienen ojos" salta a la vista... un par de escenarios, pocos personajes, menos diálogos (lo que decía arriba de los gruñidos), escenas sin sentido ni necesidad alargadas al máximo y, muy chocante esto, secuencias que se cortan unos segundos más tarde de lo que deberían (es decir, un personaje se levanta y se va, y la cámara se queda filmando el fondo sin que ocurra nada, lo suficiente para que nos preguntemos "¿Y?"), lo que, a base de sumar y sumar, le añaden algunos minutos a la escasísima hora y quince que dura la peli. Un auténtico caso de saqueo desesperado que deja en pañales la jeta que gastaba el gran Bruno Mattei.
Eso si... ALGO hay que hacer para compensar tanto NADA... ese algo es gore, no excesivo, pero si cuantioso y pretendidamente ofensivo, aunque su cutrismo lo desprende de toda capacidad de molestar. Especial atención merece el jefe del clan caníbal, cuyo careto con pinta de máscara carnavalera resulta que se supone es su rostro real.
Como ejercicio de morbosidad mola... como película, es una basura sin nombre.