lunes, 21 de octubre de 2019

EL TELEVISOR

La serie “Historias para no dormir” de Narciso Ibañez Serrador, como casi todo lo que hizo en televisión este hombre, marcó un hito en el medio de los 60 y 70 que todavía hoy colea. Por supuesto, por parte del fandom, hay tendencia a endiosar esta producción por el mero hecho de ser un producto de terror/suspense autóctono, pero seamos serios; A día de hoy es un producto muy rancio que puede funcionar gracias al factor nostalgia, o como muestra casi kitch  de lo que fue nuestra televisión, pero en realidad, y si dejamos a un lado las producciones propias que esa serie emitía, algunas mejores, otras peores, todas ya muy anticuadas, lo que en realidad hacía esa serie era emitir malas películas a las que alteraban el montaje para adecuarlo a la duración pertinente, además de resumir la voz en off de Chicho las tramas tan recortadas, para que el espectador pudiera entenderlas. Es casi una argucia exploit. Pero ahí la tenemos.
Sin embargo, y es por ello que a día de hoy es una serie de culto, cuenta en su haber con pequeñas joyas de producción propia. Una de ellas, la ya mítica “El televisor”.
Cuenta la historia de un recto trabajador, un administrador de fincas, cuya vida se limita a trabajar y trabajar para que su familia tenga lo mejor. Y además tiene el sueño de comprarse un televisor (estamos en la época en que este electrodoméstico era una novedad absoluta, casi un artículo de lujo). Cuando consigue el dinero, se lo compra, y el individuo comienza a obsesionarse con la programación hasta tal punto que descuida sus obligaciones diarias. Su familia ya no sabe que hacer con él y solicita ayuda medica en el momento en el que comienza a delirar y a creer que los personajes salen de la pantalla y le atacan. Como es lógico, porque es una “historia para no dormir”, el desenlace será inesperado, trágico y con cierto componente fantástico.
Parto de la base de que “El Televisor”, al igual que las otras producciones de la serie u otros productos de similar estilo como “LaCabina” de Mercero (que me sorprende inquietantemente la semejanza de estilos entre Mercero e Ibáñez Serrador en los productos televisivos se suspense de aquella época. “El Televisor” y “La Cabina”, casi parecen dirigidos por la misma persona), a día de hoy se han quedado anticuados, muy anticuados, pero ahí reside la grandeza de estas producciones. “El Televisor” es un producto muy ingenuo, de trazas incluso conservadoras y, en verdad, muy inferior a las producciones cinematográficas de Ibáñez Serrador, pero logra que el espectador plante su atención desde el minuto uno y ya no desconecte hasta el final, un final que si en la época podía resultar impactante y rompedor, a día de hoy resulta una tontería infantiloide; lo que pasa es que Chicho le pone muy mala baba a ese final, por lo que, como sea, sigue funcionando. Por lo demás, es ese encanto de lo rancio, lo conservador y lo ingenuo del asunto, lo que sigue dotando a este producto en particular y a la serie “Historias para no dormir” en general, de interés y vigencia en pleno 2019, a un año escaso de la edición en DVD de la serie completa.
La gracia de este “El Televisor” es que se trataba de un producto que criticaba altamente el sistema televisivo, y lo hacía desde la propia televisión española. A Chicho, los directivos, no le tosían, no obstante, por lo que este capítulo cerró la serie en 1974, pero de tapadillo, emitiéndose a altas horas de la madrugada y sin que se anunciase, por lo que en su momento no lo vio casi nadie. Sin embargo, Chicho tenía mucha mano en Televisión, por lo que no dudó en hacerse eco de estos hechos en posteriores reposiciones de la serie, haciendo la celebrada y pertinente presentación del capítulo, variándola según la ocasión y reposición.
Por otro lado, se trata del capítulo favorito del ya desaparecido Ibáñez Serrador.
En el reparto, el padre del director, Narciso Ibáñez Menta, María Fernánda D´Ocón y una jovencísima Kivi Manver.
Está bien. Además de ser historia de nuestra televisión y nuestra cultura.