lunes, 7 de octubre de 2019

EL NIÑO ES NUESTRO

Tras el éxito que obtuvo “Adiós, cigüeña, adiós”, lo más normal era que se rodara una secuela. Así que retomamos la acción justo dónde acaba la primera película para ver como la pandilla protagonista está sacando adelante al bebé de Paloma y Arturo, encargándose por turnos de su cuidado, e incluso ejerciendo de curas en una improvisada ceremonia de bautizo. Sin embargo, un día el bebé enferma y tienen que llevarle al médico, por lo que no les queda más remedio que confesar que el bebé es fruto de la unión sexual de los dos adolescentes. Ante la ira de los conservadores padres de los muchachos, enviarán al niño a un hospicio y, a la madre, la internarán en un colegio.
No contenta la pandilla con el devenir de los acontecimientos, decidirán, por su cuenta y riesgo, recuperar al bebé por todos los medios.
Al igual que “Adiós, cigüeña, adiós” el final de “El niño es nuestro” no queda del todo cerrado, quizás, con la idea ya preconcebida de continuar haciendo películas con estos personajes. Sin embargo, y aunque la película metió en las salas un millón setecientos mil espectadores, la cosa ya no era como en el primer título, que metió casi cuatro, y ya no se rodó una tercera parte.
El principal problema de “El niño es nuestro” es que es reiterativa con respecto a la anterior y se alarga una situación que ya no da más de sí, por lo que se nos plantean unos hechos durante el primer tercio de la película, para luego alargar el chicle hasta el máximo durante más de la mitad del film. Está entretenida, es divertida —a día de hoy completamente antigua y desfasada— pero es ligeramente inferior a su predecesora.
Por supuesto, el trabajo de los niños actores es el principal soporte de la película, y Currito Summers, sabedor su tío Manolo del gancho que tenía con el público, acapara los mejores momentos, los mejores chistes, e incluso se le hace protagonizar una subtrama en la que el muy granujilla se enamora de una niña dentona y con coletas.
Se deja ver, pero queda claro que es un trabajo que Summers realizó por explotar el filón de su anterior película. La historia que quería contar, ya estaba contada.
Me quedo con sus películas más morbosas y sensacionalistas, como por ejemplo “Charlie and the hooker”, es decir, “El primer pecado”.
Para completistas.