martes, 15 de octubre de 2024

EL REY PERET

Biopic televisivo para "Radio Televisión Española" que, inspirado en las memorias del rumbero, repasa, por encima de su carrera musical, episodios de su vida personal e íntima desde un prisma blanco y suavizado para todos los públicos.
Se centra especialmente en sus trifulcas amorosas y sendos problemas familiares, es decir, su relación primigenia con una prostituta paya, su matrimonio con “La Santa” y la oposición de la familia de Peret a que este se ganase la vida cantando. La película abarca muy de puntillas pasajes que van desde sus inicios en los años 60, su éxito a nivel internacional en los 70, su conversión religiosa como pastor evangélico y su mastodóntica vuelta a los escenarios con una de las canciones oficiales de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.
El telefilme es lo que cabía esperar, una narrativa formal y para echar el rato sin sembrar polémica ni ensuciar un mínimo la imagen del cantante. Momentos importantes de su vida, como el accidente de moto que le dejó parcialmente impedido de una pierna, son suavizados hasta el punto que, si en la vida real Peret iba borracho como una cuba cuando se montó en su vehículo, aquí el accidente transcurre después de una acalorada discusión con su novia de entonces y sin una gota de alcohol de por medio.
Dos cosas destacables que hacen que “El Rey Peret” por momentos roce la comedia involuntaria; la mala elección en el casting, lleno de caras desconocidas, no porque los actores sean malos —son más bien regulares— si no porque, estando el entorno de Peret compuesto de gente más bien fea, aquí se pasan de guapos. El propio Peret, que puede que contara con el atractivo de la tarima, pero que en realidad era un hombre bastante poco agraciado y con bisoñé, esta interpretado, en su primera etapa, cuando es joven,  por Jordi Coll, actor con trazas de galán, mil veces más atractivo y que quizás daría el pego interpretando a Paquirri en un hipotético biopic, pero se parece al de Mataró como un duro a una peseta. Para más inri, lo aborda como si se tratara del apuesto protagonista de una telenovela. Todo mal.
El asunto está mejor sorteado siendo Peret ya un hombre mayor, dándole vida Pep Antón Muñoz, genial actor de doblaje que ha prestado su voz a astros de la talla de Hugh Grant o Christoph Waltz. Cuando se ponen frente a la cámara, los actores de doblaje son infinitamente mejores que los actores al uso. Sin embargo, pese a la caracterización y los buenos resultados, Pep Antón Muñoz es demasiado mayor y hace parecer a Peret un anciano, cuando en realidad en esa etapa aún no lo era. Aquí el tema de la belleza es más equitativo que en la primera parte de la película.
La otra cosa que me llama la atención es que, siendo todo el entorno de Peret de raza gitana, los actores que aparecen en el biopic son payos. Quizás haya uno o dos gitanos contados con los dedos, en el caso de que lo sean.
Más allá de eso, nos encontramos ante un telefilme formal, para pasar el ratillo que no trasciende más, y cuya baza más interesante y curiosa es que se centra en la vida de un cantante del que nunca esperaría un biopic. Entretenidillo y muy consciente de lo que es.
Dirige el tinglado Estebe Rovira de trayectoria meramente televisiva y con algún cortometraje a sus espaldas.