miércoles, 20 de agosto de 2014

ANGELES S.A.

El caso de la película “Angeles S.A.” y de su protagonista, es un caso curioso.
Ya saben que en los ochenta el fenómeno de los artistas infantiles estaba a la orden del día en España, y continuó fuerte hasta que dejo de dar pingues beneficios  a principios de los noventa. Las mentalidades cambiaban, las de los adultos y las de los niños y la música infantil, prácticamente, desapareció, y con ella las películas vehículo para lucimiento de estos.
Y si bien en los noventa, apenas sobrevivían aquellos “Bom Bom Chip”  y su película “El niño invisible”, en la década de dos mil, no había ni rastro, lógicamente, de artistas infantiles en las radio formulas, mucho menos en los cines. Y de repente, a mediados de esa década, le da por resurgir, eso si, de manera discreta y terriblemente destinado a un público más popular de lo normal (vamos, a un publico paleto) una nueva rama de artistas infantiles. Por un lado Melodie, la de los gorilas. Un rollo agitanado y absolutamente garrulo que vendió miles de discos y que duró lo que duró la infancia de la cantante. Cuando esta ha querido seguir en la adolescencia, o ahora ya adulta, el público (y las discográficas) le han dado la espalda. Por otro lado tenemos a Raulito, una especie de bebé con cara de retrasado mental, que, consecuencia de otro bebé, esta vez de los 90 llamado Jordi, bailaba y cantaba la hostia de mal, los éxitos pachangueros de esa época, decantándose por los de David Civera. Algo patético que tuvo un éxito arrollador, y que en su corto periplo (un año o dos), protagonizó una película para propio lucimiento, que estaba muy bien, “Frankie Banderas”, junto a el hijo de Juanito Valderrama, que es otro que solo le falta mendigar un poco de atención en la tele y junto a –también en esta película- Pablo Carbonell. Y finalmente tenemos a la protagonista de la película que nos ocupa, María Isabel. Esta niña, ganó un concurso que se realizó de la misma forma que podía no haberlo hecho, el “Eurovisión Junior” y lo ganó con una canción verdaderamente asquerosa, degradante para la mujer y para la infancia, pero que la hizo vender millones de discos; la de “Antes muerta que sencilla”. Y por ahí anduvo actuando toda esa temporada.
Lo curioso es que el fenómeno de Maria Isabel, yo lo compararía, salvando las distancias, con el de “Chispita”; niña andaluza casi analfabeta, monilla de cara,un disco de éxito, una película en plena decadencia, y criminal obstracismo –porque aunque después de esto, la niña, ya adolescente, ha andado presentando los Lunnis y demás, ya no fue lo mismo- solo que en una época en la que todo este tipo de productos, no es que no se llevaran, es que, directamente, no existían. Además, mientras que algunas de las canciones de chispita son bonitas, casi himnos (“¡la vuelta al mundo en Góndola!”) las de María Isabel son para embrutecer a los brutos.
Tras el éxito que tuvo la niña, le prepararon el salto al cine, esta “Angeles S.A.”. Una película para lucimiento de la niña cantante, con todo un repertorio de nuevas canciones que les servirá a sus gerifaltes para vender un buen puñado de discos. Eso en la envoltura, porque en realidad, la película es una comedia familiar protagonizada por Pablo Carbonell, en la que, si, María Isabel se canta una cuantas canciones, pero en la que queda relegada a un segundo plano como adorno para que carbonell pueda hacer su trabajo, cosa esta que es de agradecer, porque, no solo las canciones de María Isabel son una mierda, sino que, verla interpretar, roza lo vergonzoso.
Cuenta la historia de un señor que se muere, y cuando llega al cielo, se da cuenta de que su hija no tiene un ángel de la guarda, por lo que las cosas le salen muy mal allá abajo. Así que le dan permiso para bajar a la tierra desde el cielo dentro de otro cuerpo, para guardar las espaldas de su hija y encauzarla por el buen camino, mientras que se las tiene que ingeniar porque su mujer, viuda, está a punto de casarse con su mayor enemigo.
Un folletín que en las navidades de 2007 no fue ni tan mal en las taquillas (700.000 espectadores), pero una cosa discretita para lo que los ejecutivos esperaban de María Isabel. La peli fue bien, pero la venta de discos, no como se desearía.
La peli, no creo que la puedan aguantar ni los niños. O ellos particularmente.
Lo que me hace gracia, por un lado, es el empeño por hacerla parecer una “sitcom” americana: los protagonistas no viven en un pisito como la mayoría de los españoles de a pie, sino que viven en una urbanización de chalets convenientemente adecentada para darle look americano, sin que parezca que están en Estados Unidos; Pablo Carbonell conduce mono-volumen, y su esposa, Silvia Marsó, es aficionada a la jardinería y usa un sobrerito de paja y unos utensilios de jardinería más propios de una película protagonizada por Meryll Streep, que de una película española que retrata a la clase media-alta. Todo muy patético y, por ende, gracioso. Pero no lo suficiente.
Así mismo, parte de la película transcurre en el cielo. Este se resuelve a  base de diseños de ordenador y horrorosos chromas que le dan look de película de “Tom Cat films”. Escenarios digitales al más puro estilo “The amazing Bulk” y efectos de C.G.I. al estilo “The Asylum” primera etapa, solo que mientras que se supone que las películas de estas productoras son de serie Z, esta se estrenó como producto de postín para ser mega-taquillera. España.
Por lo demás, y más allá de la curiosidad que se pueda tener por un producto a destiempo de estas características, la película no vale absolutamente nada. Eso si, Pablo Carbonell me cae simpático. De hecho, me hace mucha gracia ver cantar y bailar junto a unos niños pequeños, al mismo individuo que cantaba cosas como “Se han bebido mi bebida, esnifado mi cocaína, se han follado a mi chica” con su banda “Toreros Muertos”.
Junto a Carbonell y María Isabel, la antes mentada Silvia Marsó, Anabel Alonso, Darío Paso y el repugnante Jimmy Barnatan.
Dirige el negocio un tal Eduard Bosch, más forjado en el mundo de la televisión que en cualquier otra cosa.