lunes, 28 de agosto de 2017

GHOST

“Ghost” fue un fenómeno social en 1990, una película que habiendo costado tan solo 22 millones de dólares, llegó a recaudar cerca de 600 convirtiéndose así en la película más taquillera de los 90, y uno de los films de mayor trascendencia en su momento.
Con fama de moñas, de edulcorada y de estúpida, fui a verla de adolescente al cine, como cualquier hijo de vecino (en España fueron a verla cerca de 4 millones de espectadores) y pese a los cientos de pases televisivos que se le ha dado, jamás volví a verla. Recuerdo que en su momento me entretuve, pero no es el tipo de cine que suscite mayor interés en mí. Así que recientemente, y aprovechando que la tenían en un “Cash Converters” por un pavo, dedico ver como ha aguantado el paso del tiempo.
Cuenta la historia de un banquero que está a punto de casarse con su novia, hasta que este es asesinado por un ratero, y quedar en tierra su fantasma. Este, vagando por la vida, descubre que su asesinato no ha sido fortuito, sino planeado por un compañero suyo que está robando unos cuantos millones de dólares y que casi ha sido descubierto por él. Con la ayuda de una Médium, nuestro protagonista hará que su novia descubra todo el entuerto que gira en torno a su asesinato, para así poder irse en paz, no sin antes decirle  a su novia lo mucho que la quiere y la cantidad de amor que se lleva al otro barrio. A las féminas, les encantaba este argumento, y les encantaba el bueno de Swayze, temprana y tristemente fallecido hace algunos años.
Teniendo en cuenta lo mal que queda a día de hoy el cine noventero, he de decir que no ha envejecido tan mal, ni es tan edulcorada ni tan moñas, pero tampoco es una película a reivindicar. Es puro “Fast Food”, ver y olvidar. Sin más.
Sin embargo, toda ella es una rara avis, puesto que fue un enorme éxito a nivel mundial –y una peli muy de su época-  con un director que venía de hacer un cine opuesto a este, que luego no tuvo mucha suerte.
Y es que cuando el guionista Bruce Joel Rubin salió del teatro de ver una obra clásica, y en ella, un fantasma le dice al protagonista que ha de vengar su muerte, se le ocurrió que ese era un buen punto de partida para una película de Hollywood, por lo que desarrolló el guion de “Ghost” y  al verlo los ejecutivos del estudio, a estos les entusiasmó, por lo que el producto tuvo luz verde en seguida. En la mente de  Rubin, estaba que la película se convirtiera en un clásico moderno –lo consiguió, no obstante-  Y producida por Paramount, mucho se tenía que torcer la cosa. En su mente, la película estaría interpretada por Tom Cruise, que rechazó la oferta. Tom Hanks, que parecía adecuadísimo en ese momento, lo rechazó por el mismo motivo que Cruise; no quería interpretar personajes que estuvieran muertos, por pura superstición.
Más avanzada la preproducción, Paramount vino con la estupenda noticia de que ya tenían director para la película. Dijeron que habían conseguido al mejor, al más rentable. Rubin se esperaba a Steven Spielberg o a Martin Scorsese, pero el estudio le dijo que no, que tenían uno mejor todavía. Cuando preguntó que de quién se trataba, y el estudio respondió que Jerry Zucker, Rubin se llevó las manos a la cabeza. ¿Cómo iba a dirigir uno de los directores de “Aterriza como puedas” o “Top Secret” su película? No parecía el adecuado, pero el estudio convenció a Rubin de que esas películas, no solo habían sido taquilleras, sino que además de eso, eran muy buenas películas a pesar de ser “Spoofs”. Nada más conocer a Zucker, y ver los puntos de vista comunes, y el entusiasmo que le ponía al proyecto, pronto hicieron migas y el trabajo fue armonioso. Zucker, estancado como estaba en esos míticos “Spoofs”, quería cambiar de tercio y hacer algo distinto.
Así pues, con las presencias de Demi Moore, que despuntaba, y Patrick Swayze que le encantó a Zucker tras verle en un programa de televisión emocionarse con la reciente muerte de su padre, amén de ser uno de los pocos actores que no rechazaron el papel por hacer de muerto, pusieron en marcha una película que si ajustamos a los precios de hoy en día, sería una de las más taquilleras de todos los tiempos. El contrapunto cómico lo puso una muy en alza Whoopy Goldberg, que acometió el papel de médium sin chirriar demasiado, y se convirtió, según la crítica yankie, en lo mejor de la película. No en valde se llevó el Oscar a la mejor actriz secundaria ese año.
La película fue un bombazo en todos los sentidos, se metió a público y crítica en el bolsillo, miles de parejas se enamoraron viendo la película –o escuchando su banda sonora compuesta de viejos éxitos de décadas anteriores- y dejó para la posteridad la romántica escena en la que, mientras los protas se manosean un poco haciendo alfarería, hacen el amor de una manera sexy y delicada. De hecho, esta escena propició que en 1990, se dispararan las matriculaciones en las escuelas de alfarería. Cosas estas que solo provoca el cine.
La carrera de los tres protagonistas se relanzó con mayor fuerza, si bien es cierto que Zucker, aún habiéndose desencasillado, tan solo haría dos películas después, “El primer Caballero” y “Ratas a la carrera”, sin embargo, tuvo una prospera carrera como productor.
Y del resto, ya saben. Clásico moderno, de los pocos que dio la década de los noventa en lo que a cine de estudio se refiere (que ya sabemos que el indie de aquellos años está muy bien considerado).