Llena de gags, unas veces surrealistas, otras ingeniosos, y
de sal gruesa la mayoría de las veces, “Pepe, no me des tormento” resulta una
película atípica en cualquier caso, desde sus protagonistas, que no son los
habituales en este tipo de comedias de los años ochenta, Emilio Gutierrez Caba
y Luis Varela, hasta la presencia de una Cecilia Roth, recién salida de hacer
“Arrebato” con Zulueta, que estando casi todo el metraje desnuda, da gusto
verla de lo buena que está. Aborda un registro cómico a la vieja usanza, y lo
hace con solvencia.
Cuenta la historia de dos amigos de la infancia que llevan
toda la vida juntos, que han de escribir un guion cinematografico en ocho días.
El como se distraen de las más variopintas formas, para nunca llegar a ponerse
a escribirlo, componen el grueso del argumento.
Dentro del reparto, también destacaría la presencia de Carla Antonelli, la primer diputada transexual, que miren ustedes por dónde,
interpretando asimismo a un transexual, en un momento que ha de vestirse como
un hombre, nunca lo parece, incapaz de trasmitir masculinidad. Muy curioso,
La película, que cumplió su función en la taquilla llevando
a cines a unos casi 180.000 espectadores, apareció en vídeo con la carátula que
adjunto abajo, que tratando de explotar el humor más desmadrado de la época
que no está, sin embargo, tan presente en la película, añade al titulo unos
puntos suspensivos para convertirlo en más zafio todavía, pareciendo la cosa un
estúpido juego de palabras en el que el espectador, al ver la carátula asocia
el título a la sodomía. Me explico; “Pepe, no me des… (cambien los puntos
suspensivos por un más contundente “por el culo”) tormento”, y ya tenemos el
gag hecho. Espero haberme explicado bien.
La dirección corre a cargo de José María Gutierrez González,
quien tan solo dirigió cuatro largometrajes, de los cuales, el más popular
sería “Los Autonomicos” a mayor gloria de Juanito Navarro y Antonio Ozores, en
la que dirigiría un guion de Mariano Ozores.
“Pepe, no me des Tormento”, sería una curiosidad muy
extraña, rara (y desperada) que resulta un divertimento de lo más simpático.