miércoles, 1 de abril de 2020

ALGUNOS FOTOCROMOS DE "EL MONSTRUO DEL ARMARIO"

Que una película con cierta prestancia presupuestaria, y un reparto repleto de rostros populares, acabe en el catálogo de la Troma más ochentosa, significa algo. ¿Qué? Pues que no es, desde luego, gran cosa. "El monstruo del armario" hizo cierto ruido porque, durante el auge de la factoría neoyorquina, estaba en boca de todos junto a basurillas del calibre de "Surf Nazis Must Die!" o "Gritos de agonía". Es decir, la ristra de películas que Kaufman y cía se limitaban a distribuir porque, en esencia, nadie más las quería. Que eso pasara con las mentadas, o con "La venganza de Daphne" e "Igor y los lunáticos", se comprende. Pero sorprende en el caso de "El monstruo del armario" tratándose como se trata de una comedia blanca como la lefa, sin violencia y casi casi nada de sexo (lo único que vemos son las ubres de la preciosa Stella Stevens.... lástima que en el momento de rodar contara con casi cincuenta tacos!!!). En la época era uno de los títulos que menos me atraían de Troma justo por ese motivo. Y no la había vuelto a ver desde entonces. Revisada hace unos días, pues no puedo decir nada mucho mejor de ella. Es una cosa tonta, sosa, aburrida y sin la más mínima muesca de imaginación. Resulta tan elemental y básica en sus ideas y resoluciones que desconcierta. Su director, Bob Dahlin, no haría mucha carrera como tal, pero sí como asistente o responsable de la segunda unidad. Al final, lo más destacable es la presencia de un jovencito Paul Walker.
Claro que si me la comí entera se debe, obviamente, a que disponíamos de los fotocromos y no podíamos colarlos en el blog sin comentar nada de la interfecta. Que exista tal material significa que pasó por las salas de cine, aunque no me suena que así fuese en la Ciudad Condal. Supongo que de lo contrario me habría enterado.
Disfruten.