lunes, 18 de mayo de 2020

TARDE DE FIESTA

Una de las cosas que hacían única —y entrañable— la era del vídeoclub, era que, más allá de encontrar en Beta o VHS toda suerte de películas de variado pelaje, de vez en cuando, podíamos ver otro tipo de productos. Era muy común poder alquilar en vídeo obras de revista protagonizadas por los más queridos cómicos españoles, así como películas filmadas en primigenio vídeo que se concebían para ser explotadas única y exclusivamente en formato casero. Y también, se podía ver entre los estantes, cosas como el “Humor andaluz, final del III festival”, vídeo que reproducía el tramo final de un concurso de chistes, o esta “Tarde de fiesta” por obra y gracia del parapsicólogo (o mejor dicho, vendemotos) y cineasta chapucero Sebastián D’arbó.
A priori, esta cinta de la que se distribuyeron dos ediciones conocidas, era un misterio. Una de las carátulas sugería que nos encontrábamos ante una película de ambiente circense, a juzgar por el crédito que rezaba “Dirigida por Sebastián D’arbó”, mientras que la otra edición podía parecer que se trataba de una película de dibujos animados. Pues ni una cosa ni la otra. “Tarde de fiesta” en realidad es una filmación de un espectáculo de circo portátil perpetrada bajo encargo por D’arbó, que con un par de cámaras y un equipo técnico completito, se graba el show sin inmutarse y luego eso se comercializa en vídeo de alquiler para sorpresa del que no supiera muy bien que estaba eligiendo.
La filmación es de lo más extraña ya que el sonido es muy nítido para lo que estamos acostumbrados en productos de esta índole y aunque a veces detectamos sonido directo, también se detecta, en algunos extractos, sonido doblado. Como fuere, la cosa es tan sencilla como ver un espectáculo de circo al aire libre con  su mago/ilusionista, su contorsionista, sus jefes de pista que hacen las veces de payasos, o el plato fuerte de la función, Kirman, el faquir tragafuegos, que hace morir de miedo a uno de los niños del  respetable público. Todo muy a saco y sin seguridad ninguna, muy ochentero y entrañable.
La grabación se llevó a cabo en la localidad de Vic en Barcelona, y la compañía a filmar era el Circo Sémola. Ese grupo de artistas, comandados por el ya fallecido Joan Grau i Roca y varios miembros de su familia, a finales de los 80 se recicló en compañía de teatro  haciéndose llamar desde entonces Teatro Sémola y,  hasta el fallecimiento de Grau, se dedicaron a hacer toda suerte de obritas de teatro siempre de carácter itinerante y muy local, no llegando nunca a ser una gran compañía que llenara los complejos teatrales punteros, pero populares dentro del circuito de aficionados. Por eso, lo que tenemos aquí es un documento seminal de la compañía, ya que en sus inicios fueron una agrupación  meramente circense y callejera que actuaban al aire libre y sin una mala carpa en la que resguardarse, adornando el espectáculo, eso sí, con una estupenda orquesta musical.
Lo curioso es que la cinta no está mal, es entretenida, curiosa por la época que retrata, vemos como los mismos artistas hacen las veces de malabaristas, payasos o presentadores y, si como a mí, os llama mínimamente la atención el mundo del circo (y más este tipo de circos pequeñitos y casi tercermundistas), pues estamos ante una grabación añeja de lo más disfrutable. O al menos, sí que es mejor que las películas de D’arbó, o al menos más honesta.
Producida y distribuida por Vadi Mon, sello que en los ochenta operaba en los videoclubes con un logotipo fascinante, he de decir que la cinta está disponible para su visionado en Youtube, y que la descubrí gracias a la reseña que sobre ella hizo Domingo López en su Facebook (lugar de donde le he chorizado la carátula para ilustrar esta entrada) ya que yo no tenía conocimiento de ella y jamás la vi en las estanterías de los videoclubes que yo frecuentaba en la época. Ha supuesto, para mí, todo un descubrimiento. Echarle un ojillo no les va a costar ningún esfuerzo.