viernes, 24 de julio de 2020

LOS CHICOS DEL MÁIZ

Clásico del horror ochentero que en su momento supuso un auténtico hit en nuestro país con casi 800.000 espectadores en salas de cine y una sustanciosa vida en videoclubes y que, basada en un cuento corto de Stephen King, fue una mala película en su momento y es una mala película ahora.
Pese a estar basada en un relato de King, desde luego, y aunque sea demasiado obvio compararlas, “Los chicos del maíz” no deja de ser una mala versión de “¿Quién puede matar a un niño?” De Chicho Ibáñez Serrador.
La cosa va de unos críos que rinden culto a una extraña deidad de los campos de máiz, que, liderados por un extraño niño llamado Isaac, asesinan a todos los adultos del pueblo y sacrifican a los adolescentes que hayan cumplido los 18 años.
Una pareja formada por Linda Hamilton y el de “Treintaytantos” (jejejejeje!) están de paso por el pueblo y atropellan accidentalmente, con su vehículo, a un niño que está en medio de la carretera. Al examinar el cadaver descubren que la garganta del niño había sido cercenada previamente al atropello, por lo que deducen que este ya estaba muerto antes de que ellos 'pasarán por allí' y, metiendo las narices donde no les llaman, comienzan a investigar y se topan con todo el pifostio. Se las tendrán que ver, pues, con todo esos niños tan fanáticos y repelentes.
Revisada con una diferencia de casi treinta años desde que la vi por primera vez —que no me gustó— hasta el día de hoy —que tampoco— la película no funciona por culpa de una cadencia televisiva que provoca el tedio, mientras que todo lo interesante que podría ofrecernos, que es  lo relativo a la secta formada por niños, se ve relegado a un segundo plano por la presencia de los dos adultos protagonistas que nos importan muy poquito y que, para nuestra desgracia, son el móvil de la película entera. En resumidas cuentas, es un coñazo.
Sin embargo,  tiene una puesta en escena estupenda, con esos niños en la cafetería o ese Isaac con su sombrero de amish asomando de manera inquietante por la ventana y dando la orden para que los otros chicos ejecuten una masacre con los adultos. Empieza bien la jodía… lástima que tras ese prólogo se da paso a los títulos de crédito y a partir de ahí todo va para abajo hasta llegar a ese estúpido desenlace con un demonio realizado a base de colorines y animación barata que resulta hasta molesto.
Stephen King, abomina absolutamente de la película alegando que se trata de una de las peores adaptaciones para el cine que se han hecho de una novela suya (y mira que se han hecho malas adaptaciones), pero su opinión cuenta más bien poco. Durante la preproducción estuvo involucrado en la escritura del guion, y cuando los productores se percataron de que las primeras 35 páginas las conformaban una sola escena el la que la Hamilton y el de “Treintaytantos” discutían, su guion fue desestimado y se le encargó una nueva escritura a George Goldsmith. El motivo que se le dio para ser rechazado (casi, despreciado) es que el cine era un medio audiovisual que requería un guion técnico, y que King, sin tener ni puta idea de esto, escribió el guion de manera literaria, como si fuera una novela, algo que, por descontado, no servía. Vamos, que le llamaron inútil. No es de extrañar que tras esto, King arremetiese contra la película de manera descarnada. Aunque verdaderamente, le va a la zaga, porque casualmente, sí que se trata de una película un tanto mediocre.
Como fuere, la cosa tiró para adelante, salió rentable, y hasta el día de hoy se han ido realizando espantosas secuelas que, muy probablemente, no verán reseñadas por aquí, al menos por mi parte.
Sin embargo, no injustamente, “Los chicos del maíz” se ha vuelto con el tiempo un clásico, una película reconocible de la cultura popular, que hasta en nuestro país ha generado que un grupo de rap formado por muchachos con cierta deficiencia mental, tome el título de la película para dar nombre a su apestoso grupo. Eso sí, cambiando la C final de “Chicos” por la K, porque son muy de izquierdas y muy radicales estos Chikos del máiz, cuyos discos no hay un dios que los escuche de lo rematadamente malos, aburridos y machacones que son.  Bien pensado, hasta hacen justo honor a la película.
Muy mala.