lunes, 20 de julio de 2020

TEENAGE MOTHER

El legendario Jerry Gross, antes de convertirse en el rey de la sesión doble y en uno de los distribuidores de cine exploitation con más vista comercial de la historia, dirigió un par de películas en las que ya dejaba más que patente su gusto por el sensacionalismo y lo escabroso. Así que en 1967 y como segunda película de su escueta filmografía, se casca un film de aires modernistas, de naturaleza tan marcadamente exploit, que su visionado casi abruma por la cantidad de incorrección política que se gasta en apenas hora y diez de metraje. Se trata de “Teenage Mother”. 
El tema de las adolescentes embarazadas es algo que les encanta a los americanos. De hecho, hasta el día de hoy, sigue siendo uno de los temas líderes a la hora de tocar el morbo, con reality shows como el “Embarazada a los 16” de MTV, que tenía unas audiencias de miedo. Pero en esta extraña película, el embarazo de la protagonista, no es más que una forma comercial de llamar la atención, para una película que, sí, tiene una adolescente embarazada, pero también traficantes de droga, jóvenes adictos a la marihuana y la cocaína, varios intentos de violación, delincuencia juvenil y, para aumentar el morbo, una escena de archivo con el nacimiento de un bebé que, para traerlo al mundo, se han tenido que servir del uso de violentos fórceps, en lo que es la secuencia más explícita de toda la película. Esa escena, más la inclusión de una subtrama en la que una profesora da clases de anatomía y sexo a los adolescentes, ya la convalidan como una cinta adscrita a esa repugnante corriente de falso cine educativo que fueron los “higyene films”. A todo eso, y para captar al público adolescente, añádanle unas ingentes dosis de música yeyé con las consiguientes escenitas de jovencitos bailoteando el los guateques. Todo muy de los 60.
Olvídense de la muchacha con barrigón del póster: No hay bombos tan contundentes en la película, del mismo modo que ni tan siquiera aparece en esta la muchacha que lo porta en ese cartel.
Así tenemos una parejita que tiene relaciones extramatrimoniales. Por otro lado, tenemos a la profesora de anatomía que les instruye en la materia sexual. Tras pegar un polvo, la parejita protagonista se las verá y deseará con su progenie, cuando ella finge quedarse  embarazada. La asociación de padres de alumnos, culpará del embarazo de la adolescente a la profesora, que por designios de nuestro señor, será asaltada y casi violada por unos jovencitos drogados, liderados por un cocainómano que está a las órdenes de un narco de la tercera edad que le instará a que venda la droga en el instituto de manera violenta. Y, por supuesto, el niño nacerá en un quirófano —o eso parece representar el material de archivo metido ahí a cholón—.
Todo eso nos cuenta “Teenage Mother”. Pero no se dejen engañar por el dinamismo con el que desarrollo la sinopsis: La película se toma su tiempo, y por cada escena más o menos interesante o con un mínimo de acción, veremos eternas escenas de diálogo o escenas correspondientes a las clases de anatomía de la profesora protagonista. Así que, evidentemente, nos aburrimos un poco. Pero dentro de lo que es el cine exploitation de aquella época, esta está medio divertida, gracias a que todo lo que sucede en la película es excesivo.
Más divertido resulta el hecho de que, con el revival sufrido en los USA con este tipo de films a mediados de la década de 00, los aficionados lleguen a afirmar que el equivalente actual a una película con las características de “Teenage Mother” sería “Juno” de Jason Reitman, y no van mal encaminados, sólo que “Juno” es, sin duda, mucho más aburrida que “Teenage Mother” y además tenemos que soportar a la estúpida de Ellen Page.
Por otro lado cabe destacar la frase promocional con la que va acompañada la película, que viene a decir algo así como “La película que explica todo lo que los padres no se atreven a contar”. Pero es que si en la vida real sucedieran las cosas que, con tanta alegría, suceden en el filme, es normal que los padres no se atrevan a contarlo…
Del reparto, compuesto por actores muy malos que no volvieron a aparecer en más películas, destaco el permanente rictus risueño del protagonista, Frederick Riccio, que parece un sosias de John Stamos customizado para aparecer en una película de los años 60. Sin embargo la chica, Arlenne Farber, mostró alegremente su culito al lado del de una jovencísima, pizpireta y deshinibida Debra Winger en la sex comedy “Slumber Party (Fantasías sexuales)”, así como apareció en otros títulos de naturaleza exploit, para acabar apareciendo en calidad de muy secundaria en “French Connection”.
Por otro lado, tenemos la aparición de un joven Fred Willard, que hacía unos de sus primeros pinitos en el cine con esta fruslería.
Dicho lo dicho, bien, divertida. Se puede ver y se puede uno echar unas risillas.