viernes, 18 de diciembre de 2020

LA CHICA DEL GANGSTER

“La chica del Gangster” es una horrorosa traducción para el título original de esta película, “Mad Dog and Glory”, en alusión al protagonista de la cinta, y, efectivamente, a la chica propiedad del gangster al que hace mención el título castellano.
Se trata de una de las películas más refrescantes de la década de los noventa, una mezcla de cine de mafias y comedia —una verdadera percusora, ya que luego el subgénero tendría una nueva vida con películas como “Una Terapia peligrosa” y su secuela, o la divertida “Mickey Ojos Azules”— que con una puesta en escena totalmente deudora del género negro, avanza en su desenlace con una serenidad pasmosa, dejando, no obstante, perplejo al espectador; es atípico todo lo que cuenta. Siendo una peli sencilla, en realidad es más rara que un perro verde.
Cuenta la historia de un apocado y cobarde policía al que todos llaman Perro Loco que, en un atraco, salva la vida a un individuo al cual el atracador está apuntando con una pistola. Este individuo resulta ser un jefe mafioso, Milo. Por consejo de su psiconalista, busca al policía tras el suceso para darle las gracias, así que, en deuda con él, le invita al espectáculo de  stand up que él mismo interpreta en su tiempo libre. Tras esto, y teniendo en cuenta que la camarera, Glory,  le ha quemado la mano al policía cuando le servía café, el gangster le enviará a esta para que le cure la quemadura, y para que pase con él una semana en su casa (ya que la chica es de su propiedad y este es el pago a esa deuda), cosa esta, que al policía no le parece en absoluto bien, y tratará de evitar a toda costa, mientras surge, por parte de ambos, el inevitable enamoramiento.
El policía apocado está interpretado por Robert De Niro, el gangster chistoso sería Bill Murray y la camarera en propiedad, Uma Thurman.
“La chica del Gangster” es una producción de Martin Scorsese, que no dudó en mofarse un poco del género que le ha convertido en un director histórico y en poner sus cuartos en una película de John McNaughton, quién en aquella época era un director con vistas de prestigio tras su sorprendente “Henry, retrato de un asesino”. Curtido en el cine independiente, en esta ocasión, ponían a su servicio un estudio: Universal. Además, sería su primera incursión fuera del cine fantástico.
Con guion de Richard Price, giuonista de estudio, la película se concibió en un primer momento para que el papel del mafioso que cuenta chistes, Milo, fuera interpretado por Robert De Niro al que le había encantado el guion, Sin embargo, De Niro, pidió expresamente interpretar a Perro Loco , ya que como actor nunca había interpretado a un personaje de esas características, apocado, alienado y alejado completamente del arquetipo de tipo duro. Al mafioso de turno ya lo había interpretado millones de veces, al igual que ya había interpretado a un cómico de stand up en  “El Rey de la comedia”—y que luego volvería a interpretar ventitantos años después en  “The Comedian”—, por lo que el papel de Milo no suponía ningún reto para él. El de Perro Loco, sí. Como a Scorsese le parecía estupenda la idea, y a Mcnaughton también, el principal mecenas, Universal, no puso ninguna pega al respecto. Así que, con De Niro haciendo de policía, el director del casting comete una genialidad pensando que el mejor sustituto de De Niro como mafioso, podía ser Bill Murray.
Una vez rodada la película en 1992, esta sufrió constantes retrasos a la hora de estrenarse, ya que al tratarse de una película de estudio, y la cinta en cuestión tenía cierto tufillo a  comedia autoral, a Universal no le gustó el final que esta tenía. En él, el mafioso se salía con la suya. Sometieron a la película a diversos test con público y la respuesta de este era tajante en  todos ellos; no gustaba el final. Así pues, tuvieron que volver a rodarlo a gusto del público y, por ende, del estudio, quedando en el corte definitivo el final tal y como lo conocemos actualmente. Una pena. En cualquier caso el final impuesto no resiente en absoluto el resultado de la película que es soberbia y, en su extrañeza, funciona todo como tiene que funcionar. Vista hoy, yo creo que es de esas películas que ha ganado con el paso de los años.
Con todo, se estrenaría un año después, en 1993, funcionó en taquilla como se esperaba, y la recepción crítica fue bastante positiva. Sin embargo, la carrera como director de McNaugton, se resentía película a película, no volviendo a rodar nunca ningún producto tan solvente como este o su ópera prima “Henry, Retrato de un asesino”. Y hoy, está bastante alejado de la clase de director que en estos tempranos 90, prometía ser.
En España fue bien, la vieron casi 700.000 espectadores. No obstante, y a pesar de la calidad de la película, es una de las más olvidadas de la nefasta década cinematográfica de los noventa en el cine. Ni creo que a estas alturas se la reivindique; demasiado serena, no es un artefacto a la Tarantino, en definitiva, es demasiado buena película para que recale en los subcoscientes posmodernos, que al final son lo que reivindican y reactivan según que productos.  Pues, oye, casi mejor.