lunes, 18 de octubre de 2021

SEÑORA, QUÉDESE MUERTA

“Señora, quédese muerta” es un popular film australiano perteneciente a la corriente del Ozploitation, que resulta una muestra más que palpable de lo inútil que puede llegar a ser un director.  De ahí, que la cosa comience como una vulgar serie Z con actores que sobreactúan, una banda sonora infame y un par de momentos descacharrantes, para, poco a poco, volverse un thriller de lo más formal y correcto. Claro, que una vez la película pasa a ser visible, es cuando el espectador empieza a aburrirse. Esa es la poca pericia de su director, Terry Bourke, que sabiendo filmar en condiciones, acaba rodando escenas de mierda, váyanse ustedes a saber si dominado por la pereza o por un criterio extraño a la hora de dar por buenas las tomas.
La cosa va de un encargado de mantenimiento en aparta-hotel con ciertas tendencias psicóticas. Habla con una muñeca hinchable, hace cosas raras…
En una de las habitaciones hay una mujer despótica que trata fatal a este individuo. Esto no es óbice para que él, en sus ratos de solaz, la espíe con intenciones onanistas. Un día, esta señora le pegará la bronca, y este, decide violarla y asesinarla metiéndole cabeza abajo en un acuario con el fin de ahogarla. Cuando intenta deshacerse del cadáver su vecino le sorprende, por lo que también tendrá que matarlo. Todo se complica cuando llega de visita la hermana de la señora a la que ha dado matarile, y se da cuenta de que algo raro pasa allí, ya que aunque no la encuentra a ella por la casa, sí que encuentra pistas suficientes para intuir que ha sido asesinada y, por supuesto, su principal sospechoso es ese extraño individuo de mantenimiento. Comienza así, el juego del gato y el ratón.
Resulta muy curioso que pretendiendo ser una película sórdida y cruel —el de mantenimiento mata, sin miramientos, incluso perros—, se queda a medio camino de eso, porque, pese al montón de asesinatos que nos muestra, la sangre y el gore brilla por su ausencia. Se queda cortísima en cuestiones de hemoglobina. Esto no sería más que una de sus muchas torpezas que va combinando con momentos bien rodados y llenos de tensión. Pero, una de cal y otra de arena, al final el visionado se va haciendo cuesta arriba.
Terry Bourke, su principal artífice, no deja de ser un tipo interesante; periodista y escritor, su primer acercamiento al cine llega en Hong-Kong, donde residía en los años 60, y se pone a producir películas para los chinos. También le da por dirigir y se pega la machada de rodar la primera producción de Hong Kong realizada  por un occidental, “Sampan”, un film que tuvo infinidad de problemas con la censura del país porque este de dedicó a filmar en ella a señoritas orientales en pelotas. También por esa época, trabaja como jefe de producción para una película de Lindsay Shonteff —que le va a la zaga—, el director de “Nº1 del Servicio Secreto”.
Con unos humos y con el ego bien subidito, en los años 70 regresa a su Australia natal, y se aprovecha de las subvenciones del gobierno (la Ozploitation, claro), poniéndose a rodar películas, algunas buenas, otras regulares, la mayoría horrorosas, que le convierten en uno de los nombres visibles de la corriente cinematográfica pegándose otra machada; rodó un episodio piloto para una serie que, si se llegaba a realizar, se titularía “Fright”, y que fue rechazado por su extrema violencia en televisión. Le echó dos cojones, la tituló “Night Of Fear”, y buscó distribución para estrenarla en salas. No pudo estrenarla porque la censura se la tumbó, pero, a día de hoy, “Night Of Fear” está considerada la primera película de terror Australiana y, por ende, poseedora de un culto arrollador en el país.
El tema es que las películas fueron funcionando y su nombre sonando, al mismo tiempo que su reputación de déspota y desequilibrado crecía. Gente que trabajó con él lo acusó de pesetero, de tratar mal a los compañeros, de ser mentiroso compulsivo y un ser profundamente envidioso que arremetía contra cualquier otro que se dedicara al cine, y de tenérselo creidísimo a pesar de ser un director que penduleaba bastante; pasaba de rodar una genialidad, a no saber ni dónde colocar la cámara.
Con esta “Señora, quédese muerta” (estupendo título), incluso llegó a recibir algún premio en festivales de cine de terror de tercera, pero tras un par de películas más, en 1987 abandona el cine para siempre, dejando un interesante legado de películas exploit en su haber.
Curiosamente, “Señora, quédese muerta”, no logró estrenarse en cines en Australia, pero consiguió exportarla a varios países, entre ellos el nuestro, donde se estrenó en vídeo como tantos y tantos productos de la época. Pero más allá de eso, la película tiene medio visionado.
Curioso individuo este Terry Bourke.