viernes, 26 de enero de 2024

PLENILUNIO (2000)

Otra película española de los dosmiles más o menos olvidada. Pero, esta vez, y a diferencia de las varias de aquella década que de un tiempo a esta parte vengo reseñando, está francamente bien… sin embargo, en su momento la crítica fue más bien discreta con la cinta, y el público apenas llegó a 200.000 espectadores que, igual para el año 2000, ya era un éxito.
Se trata de la adaptación de la novela homónima de Antonio Muñoz Molina que, para la ocasión, adapta al cine su propia mujer, la también escritora Elvira Lindo (la de “Manolito Gafotas”) que firma el guión. Y así todo queda en casa. Dirige el que en su momento fuera uno de nuestros directores más prestigiosos de los 90, Imanol Uribe.
Se trata de un thriller serio y sobrio a más no poder, en el que, tras encontrar el cadáver de una niña que ha sido brutalmente asesinada, un inspector de policía investiga a la vez que las pistas le llevan a conocer a una mujer de la que se enamorará. De este modo, somos testigos de las fechorías del asesino en serie que ha cometido tan atroz crimen, un pescadero sexualmente reprimido que vive con sus padres y se pasa la vida mascullando. Con un par de copitas encima, las noches de luna llena sale a asesinar niñas inocentes. Hasta que un día una de sus víctimas resultará no estar muerta, lo que agilizará la investigación.
En un momento de la película, el inspector, interpretado por Miguel Ángel Solá, dice: “Lo que me da más asco del cine es la forma en que hace atractivo un crimen cuando en realidad no es más que crueldad y chapuza”. Y casi parece una declaración de intenciones porque, efectivamente, “Plenilunio” se cuida de hacer que los crímenes del asesino sean interesantes: este es un tipo repugnante y sus crímenes una auténtica chapuza. A ello contribuye la interpretación de Juan Diego Botto que, pese a que no es un actor al que yo considere muy dotado, aquí, maldiciendo por lo bajini, con ese pelo largo y grasiento y fumando cigarrillos como un poseso, no solo está muy bien, sino que consigue que sus apariciones generen algo de inquietud. Podíamos destacar todas sus escenas como lo mejor del film, y estas se van entrelazando con el romance del inspector de policía con una mujer de mediana edad interpretada por Adriana Ozores, que tampoco están exentas de interés por el trato que se le da al romanticismo, frío, tosco y totalmente alejado de lo rosa. Y me resulta muy curioso ver una historia de amor en una película llevada con la solera del que transporta un saco de patatas.
Así que, en definitiva, tenemos aquí una película serena, oscura, densa y en la que cada pocos minutos estamos palpando el mal rollo. Además de tener una fotografía en scope acojonante —de cuando las películas todavía se rodaban en celuloide—, una estupenda banda sonora firmada por Antonio Meliveo y una cuidada dirección por parte de Uribe, que en lo sucesivo, aunque nunca le faltó trabajo, iría perdiendo el prestigio que en los 90 le proporcionó una que, al contrario que la reseñada, le ha sentado bastante mal el paso de los años: “Días contados”.
En papeles secundarios tenemos a un estupendo Fernando Fernán Gómez haciendo de cura comunista, Chete Lera haciendo de Chete Lera, María Galiana o Manuél Morón.
“Plenilunio” fue nominada a cinco premios Goya. No consiguió ninguno.