Inevitablemente, el lanzamiento de la cacareada "La sociedad de la nieve" (muy decente aunque un pelín larga) ha vuelto a poner de actualidad la tragedia real que retrata, aquello del accidente aéreo y cómo los supervivientes se vieron obligados a devorar la carne de sus compañeros fallecidos. Nada más estrenarse, muchos corrieron a puntualizar que ya se había rodado otro film previo sobre idénticos hechos, "¡Viven!", la versión Hollywood dirigida por el mismo Frank Marshall formado a la sombra de Steven Spielberg, cambiando el tono desenfadado de su largo de debut, "Aracnofobia", por uno más serio y dramático, tal vez a la búsqueda de premios y reconocimientos. La cosa debió funcionar más bien "flojuchamente", porque Marshall retomó las maneras más alegres y "tontunas" en su siguiente y muy recomendable "Congo".
Sin embargo, lo que muchos gacetilleros habían olvidado. O querían olvidar. Es que hubo una previa a las dos mencionadas, inspirada también en ese mismo asunto, "Los supervivientes de los Andes" (con un artículo de quita y pon según quien edite). La razón de que, mayormente, fuese ignominiosamente despechada puede deberse a diversos factores: La más sencilla es la ignorancia. Ya sabemos cómo anda hoy el patio. Pero podría haberlas de otro orden. "Los supervivientes de los Andes" es un producto oportunista hasta el tuétano. De abierta y desacomplejada mentalidad "exploitativa". Se rodó solo cuatro años después del movidón. A toda prisa y con el presupuesto justo. Priorizando el elemento más sensacionalista y chocante a modo de reclamo: el canibalismo. De los tres films, es el único donde vemos cómo se corta pacientemente la carne de un cadáver. Y no está para nada mal ejecutado. Semejante desvergüenza se debe, obvio, a su procedencia Mexicana (conocemos sobradamente de qué manera las gastaban -y gastan- allí cuando se trata de sacar cuartos a través del sucio morbo) y su director, el inmortal René Cardona, forjado en las trincheras del más descarnado cine populachero. Produciendo y co-guionizando, su temible hijo, René Cardona Jr, quien ganaba a papá en actitud desalmada y mentalidad truculenta. Seguramente en sus manos -como director- el resultado habría sido mucho más sanguinolento. ¿Y cutre?.
Lo cierto es que "Los supervivientes de los Andes" no está tan tan mal. La escena del avión hostiándose queda lejos de ofender. Sí, las maquetas cantan un poco, pero no excesivamente. Es mucho más chusquero el decorado donde se desarrollan los culebrones del clan superviviente. Se nota un huevo el cartón piedra. Y el poliexpán fingiendo ser copos de nieve. Pero bueno, lo dejamos pasar porque, así de primeras, el ritmo es más acelerado que en la reciente versión. Y, además, el affaire propiamente dicho se intercala con escenas de las autoridades organizando el rescate, por lo que todo se torna un pelo más ameno. Es quizás al final donde comienzan a pesar los fotogramas y la impaciencia por ver llegar el "Fin" se torna inevitable. Suerte que el pifostio solo dura 85 minutos.
En el reparto un auténtico "mostro" en estas cosas del "exploit" mexicano, Hugo Stiglitz.
La imagen expuesta pertenece a una de las varias ediciones que tuvo en su día para el mercado del alquiler. Probablemente, pirata. De ahí que la muchacha horrorizada sea la bella Jenny Agutter, en un plano extraído de "El superviviente", película australiana del 81. Suponemos elegida por los distribuidores porque también va de aviones que se estrellan y personas que sobreviven (bueno, solo una). Lo mismo podríamos decir de la imagen trasera -debajo-, donde un par de tipos devoran entrañas cual zombies desbocados (me viene a la mente sendo film en el que unos hombres desesperados cazan a un oso polar, zampándose a lo bruto sus tripas a pesar de ser advertidos sobre lo escasamente saludable de tal práctica. Pero he olvidado el título. Sorry) Que los copos de nieve vengan pintarrajeados de mala manera (tal vez con "Tipp-ex"), pone la guinda a una sucia práctica amada por estos parajes. Obviamente, en la realidad -y los tres títulos resultantes- el "momento antropófago" no fue TAN espectacular.
Como relleno a una velada tonta, "Los supervivientes de los Andes" se deja ver. Y me parece la mar de feo que sea excluida de la lista de versiones fílmicas inspiradas en los dramáticos hechos, especialmente si ello se debe a cuestiones morales. Puede ser más o menos criticable... pero, a su vez, genuinamente interesante desde un punto de vista histórico, o sociológico, o antropológico. El que exista única y totalmente motivada por fines crematísticos, sin la mínima consideración respecto a los afectados. Alguien podría tildar de políticamente incorrecto que, siendo de donde es, se la ningunee mientras, por otro lado, aquellas paridas (o co-paridas) mediante montante yanki son aplaudidas y respetadas. Pero no seré yo el que proceda. Ya existen demasiados papanatas con aspiraciones redentoras ahí fuera.