martes, 20 de agosto de 2024

VASECTOMÍA

Un banquero, padre de ocho hijos, se plantea tener un noveno. Sin embargo, tras semejante tute, su esposa se niega en rotundo a fornicar con él hasta se haga una vasectomía. El individuo, de carácter mediterráneo (es italoamericano), no quiere pasar por quirófano y ve en la vasectomía un fuerte atentado a su hombría, lo que acarreará conflictos con su mujer, a la vez que deberá lidiar con los problemas propios de su puesto en el banco.
Detrás de ese estupendo póster por obra y gracia de Mort Drucker, uno de los dibujantes clásicos de la revista “Mad” —póster que sugiere desmadre y diversión a raudales—, se esconde una de las comedias más anodinas de los ochenta. Parece que fuéramos a ver algo al estilo de “Los locos del bisturí” o “Jóvenes enfermeras enamoradas”, pero, nada más lejos. “Vasectomía” es en realidad un drama moderado con un par de gags en su haber. Con la excusa comercial de que el protagonista ha de cortarse los conductos deferentes, se nos narra lo que realmente importa, que es una trama de fraudes, herencias y bancos que a los espectadores nos importa un bledo, porque lo que queríamos ver es a Paul Sorvino huyendo por los pasillos del hospital donde ha de ser intervenido. Y efectivamente, le vemos escapar del cirujano, pero nunca en un contexto tan divertido como el que sugiere el póster.
“Vasectomía” es aburrida hasta el extremo; está mal rodada, mal narrada, nos perdemos cada cinco minutos porque la historia va para un lado y para otro sin detenerse nunca en algo concreto, amen de que el par de situaciones cómicas que contiene apenas nos hacen esbozar una sonrisilla. Es MALA a rabiar, una de las peores películas de su época, un verdadero desastre.
Desde el primer fotograma tendemos a pensar que se trata de un mal telefilme rodado para la programación de madrugada de algún canal americano, pero no, se trata de una película legítima, con su estreno teatral en toda regla y que pasó por los cines yankis en 1986, siendo, por otro lado, una producción enteramente tejana que no obtuvo mayor repercusión fuera del estado, donde probablemente haría las delicias de los yuppies rednecks que, en cierto modo, podrían verse retratados en el papel de Paul Sorvino. Sin embargo, con toda la razón, la crítica se cebó con ella, argumentando que Sorvino estaba de pena, gesticulando y justificando cualquiera de sus acciones con el hecho de ser italiano.
Asimismo, al mostrarse partidario de la vasectomía, consiguió ganarse las antipatías de los sectores más conservadores de la América blanca, que condenan cualquier cosa que sugiera no engendrar niños o interrumpir su gestación, sea el aborto, sea la píldora, sea la vasectomía, sea derramar nuestra semilla en el frío suelo.
“Vasectomía” llegó a nuestro país, como tantos otros títulos menores, gracias a la distribución en vídeo, y es la típica película cuya caratula vimos mil veces expuesta en las estanterías de los video-clubs, pero nunca alquilamos. Vista hoy, se ratifica el hecho de que, si no alquilábamos según qué películas en su momento era porque existía un sexto sentido que indicaba que “esta no”. Y no fallaba.
En el reparto, además de Paul Sorvino, contamos con otro clásico secundario de la época como Abe Vigoda (muchos le recuerdan en su esnobismo por “El Padrino”, pero yo le recordaba única y exclusivamente por hacer de padre de John Travolta en “Mira quién habla”) además de a Lorne "Bonanza / Galáctica" Greene, William "Blácula" Marshall y unos cuantos actores y actrices tejanos sin mayor repercusión.
Dirige Robert Burge, de escueta carrera fílmica que, además de esta, también ha dirigido… Es igual, no nos importa que más ha dirigido este manazas.