Dentro de los relevos generacionales de actores cómicos, si durante años el trono lo ostentaron aquellos surgidos de la televisión y, más concretamente, del “Saturday Night Live”, en la pasada década está claro que la corona la portaron esa cuadrilla de locos contemporáneos salidos de distintos lugares, fuesen películas, series de televisión y clubes de comedia, y de la que forman parte actores del todo solventes —algunos de ellos incluso nominados a los Oscar—, como James Franco, Danny McBride, Jonah Hill, Paul Rudd, Dave Franco o Seth Rogen. Sin duda, fueron reclamo para la taquilla y al público les encantaban (no tanto aquí en España, que los números en nada se asemejan a los americanos y hay quien incluso les desprecia). Asimismo, como herederos naturales de la comedia gamberra de toda la vida, ejercieron de paladines en las sex comedies de las dos últimas décadas protagonizado (o escribiendo, o dirigiendo...) algunas de las más punteras de años recientes, con permiso de “Resacón en Las Vegas".
Sin embargo, los tiempos que corren no son buenos para la lírica, y si bien el sexo no es tratado en abundancia en los films correspondientes a lo que nos ha tocado vivir desde finales de los 90, sí que se le pasa una buena factura a la escatología y la incorrección política verbal, es decir, que se habla mucho de follar, de pollas, de tetas y culos, pero no vemos nada de eso en pantalla. Y si lo vemos, suele ser dentro de un contexto netamente cómico y en forma de prótesis de látex, para que ni mamas, ni miembros viriles erectos y purulentos genuninos, aparezcan dentro del encuadre.
A niveles generales, su propuesta funciona (y me funciona).
“Malditos vecinos” se adscribe a esta corriente de la cual les acabo de hablar. Y que sirva de muestra los 270 millones de recaudación mundial que se consiguieron con una nimia inversión de 18 gastados en apenas cinco semanas de rodaje. Se trata de la comedia más taquillera de su protagonista, Seth Rogen, así como la cuarta comedia para mayores de 18 años con mayor recaudación el fin de semana de su estreno, gracias a sus casi 50 millones acumulados. Aquí en España apenas llegaría a congregar 400.000 espectadores. Sin embargo, y a pesar de los excelentes resultados de taquilla, no sería tan redonda como otras propuestas muy superiores con cualquiera de los miembros de esta cuadrilla dentro de sus repartos. “Malditos vecinos” sería una "frat movie" con todos los ingredientes para pasar a la posteridad como tal. De hecho, la película comienza con la pareja protagonista follando delante de su bebé, lo que, entre otras cosas, serviría para que la calificación de la película fuera una R. Me parece una declaración de intenciones estupenda y un magnífico comienzo para una "sex comedy". Por otro lado, combina, en este caso —y siempre bajo producción de Evan Goldberg— elementos de las comedias estudiantiles de los ochenta (puestos al día) con la comedia de enredo más actual y comercial, generando así una película a priori súper atractiva, pero que peca de repetitiva y, por momentos, cursi, motivos estos que no nos privan de pasar un par de horas de lo más entretenidas con las peripecias de estos malditos vecinos y los alcornoques de la fraternidad sita en la casa de al lado.
Un matrimonio que recientemente acaban de ser padres, se instalan en un tranquilo barrio residencial donde educarán a su hija dentro de un ambiente propicio. La casa contigua está alquilada por una hermandad masculina de una universidad cercana. El matrimonio, inmerso en la treintena, se empieza a emparanoiar con las fiestas que se supone que se van a celebrar allí, por lo que deciden ir a hablar con los vecinos para pedirles que, por favor, no hagan ruido. La fraternidad hará caso omiso y la liarán bien gorda. Como el matrimonio no ha conseguido la paz por las buenas, decidirá hacerlo por las malas, así comenzará una guerra sin cuartel entre adultos y universitarios, con trágicas consecuencias y descacharrantes acontecimientos.
Diversión funcional, sin más. Algunos gags son muy buenos, otros más flojos, otros se puede prescindir de ellos. No obstante, también es un film que, aún con su bajo presupuesto, tiene un acabado técnico excepcional, porque así funciona Hollywood.
Seth Rogen encabeza el reparto secundado por Rose Byrne, actriz australiana de indudable vis cómica a la que ya pudimos ver en “La boda de mi mejor amiga”. Pero, sin duda, el rey de la función es Zac Efron. El chico guapo de la factoría Disney se prodiga aquí como un actor cómico de primer orden, eso sí, agarrándose como clavo ardiendo al arquetipo del jock, deportista musculado y cortito de miras, que le dará más de una alegría en posteriores trabajos; antes Efron era el chico guapo de “High School Musical”, hoy es ese cachondo de las pelis de risa al que, en su vida privada, un aparatoso accidente doméstico y una serie de operaciones estéticas han convertido en meme de las redes sociales. No obstante, en estas comedias desarrolla un cambio de registro que, aunque le libera del encasillamiento como chico Disney, igualmente le ancla en el de tío bueno tontorrón. Pero su comicidad, tanto en esta como en otras muchas películas posteriores, es indudable.
También tenemos en el reparto, en un rol destacado, a Dave Franco, el hermano pequeño de James Franco. Su presencia en la cinta es toda una anécdota. Dave Franco debería haber aparecido junto a toda la pandilla en la estupenda “Juerga hasta el fin”. Su papel en aquella película consistía en, interpretándose a sí mismo, morir de manera ultra violenta ante los ojos de su hermano James, que también se interpretaba a sí mismo. Seth Rogen, que co-dirigía, pensó que esa escena era demasiado cruel y deprimente, por lo que se eliminó del guion sin ser rodada siquiera. Por tal motivo se las ingenió para tenerle en un papel destacado en “Malditos vecinos” y compensarle, ya que, al fin y al cabo, Dave Franco era un actor emergente que empezaba y le jodió no tener esa gran escena.
“Malditos vecinos”, titulada “Neighbors” en su versión americana, y “Bad Neighbours” fuera de EUA para que no se le confundiera con la serie australiana del mismo nombre, nace en la cabeza de sus guionistas Andrew J. Cohen y Brendan O'Brien, inspirados por el miedo a las responsabilidades en su transición de la juventud a la adultez, lo que dio lugar al libreto que, en un principio, era una cosa sobre adultos en la fraternidad, una temática que recordaba un poco a la de “Aquellas juergas universitarias” motivo este por el cual el director contratado, Nick Stoller, rescribió la película para que las similitudes no fueran tales. Así, se sacó a Rogen de la fraternidad, y se le metió como vecino adulto en la casa de al lado, declarando la guerra a los chavales. Y para que el peso no recayera únicamente sobre este personaje, se le añadió una esposa y una hija que darían mucha más consistencia a la trama principal. Fue la propia pareja de Rogen la que sugirió que una esposa daría más credibilidad al asunto. Y acertó, Para ello se contrató a Rose Byrne con la que la química ha dado posteriormente para una estupenda serie de la dupla titulada “Platónico”.
Todos esos personajes se escribieron sobre el papel teniendo muy en cuenta el reparto, por lo que a la hora de repartir los 18 millones que se consiguieron de presupuesto, absolutamente todos tuvieron que rebajar sus cachés para ajustarse a este, cosa para la que no hubo mayor problema.
Tras el éxito mundial de la cinta, Seth Rogen tuvo que vérselas con cierta polémica. Resulta que, por aquella época, un universitario británico, bastante poco agraciado y que acusaba una recalcitrante misoginia, había sido detenido por el asesinato de varias personas en California. Resulta que era fan de Seth Rogen y había visto en varias ocasiones “Malditos vecinos”. A una crítica cinematográfica del "Washington Post", Anne Hornaday, no se le ocurrió otra cosa que culpar de la muerte de estas personas a Rogen, aseverando que sus películas no mostraban con realismo lo que podía ser el día a día de una persona poco agraciada físicamente en lo concerniente a sus relaciones sociales. Rogen siempre salía retratado como un individuo gordo y feo sin problemas a la hora de relacionarse románticamente, por lo que el estudiante pudo quedar frustrado y, como consecuencia, cometiera dichos asesinatos. Rogen se defendió al respecto. Por descontado, tales acusaciones de tamaña estupidez se quedaron en mera anécdota, aunque trajeron a Seth Rogen algún que otro quebradero de cabeza.
Como curiosidad, decir también que la ropa que viste el actor en la película pertenece a "Golf Wang", marca deportiva centrada en prendas de golf creada por el rapero new age Tyler The Creator.
Como “Malditos vecinos” fue un éxito de taquilla y también de crítica, era cuestión de tiempo que se produjera una secuela. Así, en 2016 se rodó una continuación directa en la que repetía la mayoría del equipo, “Malditos vecinos 2”, también dirigida por Nick Stoller y que tuvo menos éxito. Resulta bastante mediocre: comienza igual que la primera, con un polvo de los protagonistas —con la variante de que ella está embarazada y, del meneo, vomita sobre la cara de él— y ya el resto se limita a plagiar gags de la original, cambiando la hermandad masculina por una femenina y el descanso de los protagonistas por la venta de la casa en la que están; con tanto ruido, nadie querrá comprarla. Muy floja. Eso sí, cuenta con la presencia de la deliciosa Chloë Grace Moretz, vista en la franquicia “Kick Ass” o en “Carrie (2013)”
Consumidas "Malditos vecinos 1 y 2" seguidas en programa doble, podrían funcionar. Aunque no se a qué niveles.
