No deja de tener cierta gracia que Steven Spielberg "deba" su mayor éxito noventero a Michael Crichton, autor de la novela que inspiró "Parque Jurásico", mientras que este, en su faceta como cineasta (suyas son "Almas de metal", "Coma", "El primer gran asalto al tren", "Ojos asesinos" o "Contra toda ley"), pariera en 1984 un thriller de ciencia-ficción muy influenciado por las maneras del "cine espectáculo" propios del papá de "E.T.", cuando solían encasquetarle aquello de "Rey Midas de Hollywood". Estoy hablando, obvio es, de "Runaway, brigada especial", otro de los vehículos de lucimiento para Tom Selleck confeccionados durante la dorada década (y ahí tenemos de nuevo la conexión Spielberg, con el bigotudo apunto de dar vida a cierto famoso arqueólogo aventurero de látigo fácil).
Hasta cierto punto, "Runaway, brigada especial" vendría a ser un poco el "Blade Runner" para "tontos", por así decirlo. Tampoco es tan descabellado, siendo Crichton escritor de -más o menos- ciencia ficción, indudablemente conocía la novela de Philip K. Dick que inspiró aquella y se dejaría salpicar. Las dos hablan de un policía especializado en detener robots descontrolados y asesinos. Y que en el título ambos films aludan a la acción de "run" tiene doble guasa. En fin, pues eso, que estamos en un futuro no muy lejano donde un tipo la mar de malo (muy fácil de identificar porque, vamos, ¡es que TIENE cara de malo!) trafica con chips y demás zarandajas y, cuando es de menester, fabrica máquinas homicidas o altera aquellas destinadas a facer tareas del hogar para que adquieran capacidades letales. El bigotudo Selleck se encargará de pararle los pies, proteger a su retoño, enamorar a su nueva compañera en apenas dos o tres días y superar el paralizante vértigo que le atormenta. Menudo crack.
Si nos ponemos farrucos, mirada la película con todos estos años de por medio, lógicamente muchos de los adelantos tecnológicos que muestra han quedado mazo desfasados, empezando por esos robots tan armatoste y poco prácticos. Sin embargo, cabe decir que en otros aspectos Michael Crichton tuvo muy buen ojo, especialmente respecto a la cámara flotante mediante hélice que induce a pensar en los actuales drones. También molan los explosivos rodantes en miniatura cuya función es situarse bajo un automóvil y reventarlo (no muchos años después veríamos algo parecido en "La lista negra", la quinta aventura de "Harry Callahan"), esa bala inteligente que persigue a sus víctimas a base de steadycam acelerada / trucada y, por supuestísimo, las arañas mecánicas especializadas en lanzar ácido mediante temibles agujas. Ideas estas que en esos años hacían vibrar al espectador más joven e inocente (trad: muá).
El resultado, pues, es una peliculita bastante del montón, con salidas de esas de manual (el forzado final feliz, el villano secuestrando al ser querido del prota, bla, bla...), pero bien realizada y lo suficientemente llevadera/amena como para rellenar una noche de fin de semana.
Por supuesto el reparto es un regalo para los sentidos. Cynthia Rhodes, compañera de Selleck, iba para actriz revelación pero, extrañamente, no logró despegar. De hecho, puso punto y final a su carrera tras protagonizar el zetismo de Joe Tornatore "Crystal eye: el ojo de cristal". Kirstie Alley marcándose un rol de chica sessssi, tanto como para medio mostrar palmito. Todo un G.W. Bailey, alias el "Teniente Harris" de la franquicia "Loca academia de policía", como encabritado comisario jefe. Stan Shaw, el inevitable "compañero negro". Chris Mulkey en plan informático chantajeado. Anne-Marie Martin, la futura compañera de "Sledge Hammer", ejerciendo de puta. Una actriz que nunca gozó de demasiada suerte, pasando de roles segundones pero algo notables (como en "Prom Night") a casi cameos, algunos sin acreditar. No extraña nada que dejara la interpretación tras su intervención en la afamada serie lo que, curiosamente, sería aquello que le daría más nombre. Perra vida. Y lo mejor para el final, Gene Simmons de "Kiss" como villano, cosa en la que se especializó durante aquellos tiempos (imposible otra clase de papel con semejante faz). Su muerte en "Runaway, brigada especial" es muy espectacular y reserva un sustazo final a la manera de una peli de terror.
La música lógicamente tira de sintetizador a lo bestia y se encarga de componerla el todoterreno Jerry Goldsmith.
