sábado, 16 de agosto de 2008

PROM NIGHT

Poca broma, que estamos ante uno de los mini-clásicos del "slasher" primigenio. El mismo que tuvo la osadia de contar con la scream queen del momento, Jamie Lee Curtis (el otro fue "El tren del terror"). Uno de los primeros en apuntarse al boom iniciado por “La noche de Halloween”/"Viernes 13" y víctima en si mismo. Víctima de una serie de secuelas bastardas bajo la forma de "Mery Lou" y víctima de un reciente remake aún inédito para el que suscribe y que, por lo que sé, no me corre prisa.
Visto ahora, entiendo perfectamente por qué en su época no me gustó y me pareció un rollazo. Hasta los 60 minutos justos el asesino no actúa (pero literalmente, pues a los 59:59 sujeta a su primera presa para degollarla un segundo después). Antes de todo eso, el director Paul Lynch, nos mete en la historia, presenta a personajes (los adultos compensan la idiotez de los jóvenes) e intenta crear suspense y tensión, cuya supuesta eclosión sucederá durante la noche, en el baile de graduación. Y todo ello girando en torno a la clásica venganza ante un crimen oculto por sus perpetradores a lo largo de varios años, como "Sé lo que hicisteis el último verano" por ejemplo.
El mismo señor Lynch (ningun parentesco con el otro) decía que su película era más un thriller, y por su estructura no andaba mal encaminado. De hecho, el film es interesante hasta que se adentra en el terreno del "slasher" propiamente dicho y todo se hace bastante previsible y rutinario. Aún así, esta parte tampoco es del todo desdeñable, aunque en el aspecto sangriento no se luzca mucho salvo por una decapitación resultona.
Lo que sí no tiene precio es ver a Leslie Nielsen, que interpreta al director del instituto donde se desarrolla la acción, bailando música disco en la misma pista que, poco después, Jamie Lee Curtis y su acompañante se montan una coreografía que ya hubiese querido Travolta. Ya sabéis, los 70 aún estaban muy fresquitos, y había que satisfacer a las plateas... lástima que ello le quite seriedad a la propuesta y uno no pueda evitar un cierto descojone.
La resolución de la trama acaba incluso dando un poquito de pena, gracias a un asesino que provoca una notable empatía (a pesar de lucir un look muy poco chanante).