Además, como “Leprechaun” es un personaje mitológico libre de derechos
–realmente, Mark Jones no creó nada- este aparece en la película que nos atañe,
no interpretado por Warwick Davis, sino que bajo su piel se oculta Travis
Eberhard. Otro enano. Sería el desencadenante de la historia y archienemigo del
Gnomo protagonista (¿Tal vez con las miras puestas en un “Gnome Alone Vs.
Leprechaun”? me aventuraría a decir que si).
Aunque solo lo hace durante el epílogo de la película.
Esta nos traslada al lugar y tiempo de Leprechaun. Este está
enamorado de una bruja que le da calabazas. No puede soportarlo, así que busca
un hechicero al cual le ofrece la mitad de su oro, si lanza una maldición a la
bruja, marcándola como a una res. Una vez maldita, esta convoca a un Gnomo que
la proteja durante la maldición, haciendo que esta pase de generación en
generación, haciendo que el Gnomo cumpla los deseos de muerte de la bruja y por ende de sus
descendientes. Así, tras este prólogo, salta la acción hasta nuestros días,
donde la última bruja le pasa la maldición a una jovencita. Esta, inconsciente
de esto, empieza a presenciar como, cuando le desea algo malo a alguien de su
entorno, este muere en las circunstancias que ella describe en sus maldiciones.
Es decir, que si dice “ojalá te arranquen el rabo y te lo metan en un agujero”,
el Gnomo llega y le hace eso mismo a quien ella haya deseado. Una excusa como
otra cualquiera para que el bichejo decapite, destripe, viole y, mientras, se
eche unos chistes.
Y es que es un puto plagio de Leprechaun en toda regla, al
menos en lo que al carácter del enano se refiere, ya que el Gnomo tiene el
mismo comportamiento, verborrea y chascarrillos que el duende al que dio vida Warkwic
Davis. Solo que este resulta mucho más violento –la película tiene muchísimo
gore- y mucho más erótico. No solo presenciamos tetas a tutiplén, sino que el
puto Gnomo mete mano a una recauchutada fémina. Gore en exceso y chistes
malísimos que salen, entre palabrotas, de la boca del Gnomo, no salvan en
absoluto esta oportunista puta mierda. Es mala hasta decir basta. En ella no
funciona nada, toma al espectador por tonto, y mientras se va desarrollando la
película, en su meridiano nos vuelve a contar, a través de flash backs, el principio que acabamos de ver. Una patata
hervida de deshonestas intenciones y horrorosos resultados.
Pero es que encima, la puñetera película trata de ser
transgresora en todos los aspectos, sin conseguirlo ni por un momento.
Dando vida al Gnomo tenemos a Verne Troyer el mítico
“Mini-Yo” de la saga de “Austin Powers”,
hablando como un descosido y haciendo gestos obscenos con la lengua toda la
película, mientras se carga muy a lo bruto a la mayoría del reparto, compuesto
de jovencitos y no tan jóvenes, irrelevantes para citarles y con pocas pelis a
sus espaldas.
Lo mismo digo de sus directores, Timothy Woodward y John Micael Elfers, que tienen mucha
televisión a sus espaldas, y tres o cuatro truños para nada reseñables.
No llega a ser tan mala como “Leprechaun Origins”, pero le
sigue muy de cerca.