viernes, 27 de febrero de 2015

YO YO DANCER

Desde luego, un complemento ideal para disfrutar al 100% del documental sobre Richard Pryor “Omit the logic” (del que ya hablamos en el podcast nº 32) es ver este  biopic, “Jo Jo Dancer, You life is calling” que en nuestro país lleva la ridícula traducción de “Yo Yo Dancer” (¿Yo Yo, por qué?).
Y es que esta película supone muchas cosas, no se trata de un biopic normal y corriente. De hecho es una consecuencia de la personalidad del cómico afro americano; “Yo Yo Dancer” es, por un lado un testimonio, un exorcismo, pero también un ejercicio de megalomanía, una masturbación por parte de Richard Pryor, una manera de buscar prestigio y el debut en la dirección cinematográfica de un tipo que se hizo popular porque en sus películas improvisaba, no solo los diálogos, sino también las situaciones –sabía como iba a comenzar una escena, pero nunca como terminaría-  y también es una película valiente y honesta… el que no era honesto es Richard Pryor, que como la película medio fracasó, luego dijo que no se trataba de una película autobiográfica. Pero claro, Pryor era un yonkie sin remedio ¿Qué va a decir?
Y es que, aunque nosotros recordamos con nostalgia al Richard Pryor de “Su juguete preferido”, “El Gran Despilfarro” –gran película, por cierto- o “Superman III” este  que tanto nos gustaba de pequeños a los que nos acercamos o sobrepasamos la cuarentena, es el Richard Pryor en decadencia. Y eso que estas películas fueron éxitos. No tanto las posteriores, “Estado Crítico”, “Nos mudamos” o “Noches de Harlem”. Y consciente de que estaba haciendo una mierdecilla , Pryor, justo en medio, en 1986, decidió poner en marcha una película que narrase su propia vida, en la que se desnudase ante el público, que le valiera el reconocimiento del mundo del cine –vamos, que buscaba el Oscar  el gachó- y que le reportara pasta gansa. Así que pidió a Columbia que apadrinara su proyecto más personal, que además, él mismo produciría, dirigiría e interpretaría, co-escribiendo el guión junto a su colaborador habitual, Paul Money. Columbia, que se llenaba los bolsillos con sus películas, le brindó al cómico la oportunidad de llevar a cabo este narcisista proyecto que se tradujo en semi-fracaso – de hecho, a España, como la mayoría de sus películas de aquella época, llegó directamente a los videoclubes, sin pasar por las salas- y que no aportó a Richar Pryor el prestigio que demandaba. Y es que la película, que a mí, no obstante, me gusta mucho, es un poco mala. La dirección es torpona, descompensada, dedicando a ciertos pasajes de su vida un montón de minutos, para luego a otros de la misma importancia o mayor, pasar en un suspiro. Por no hablar de su interpretación. Pryor se interpreta a sí mismo durante cuatro décadas, y si como  cómico su currículun no deja mácula, como actor tragicómico, lo cierto es que deja mucho que desear. Además, el alter ego de Richard Pryor, traspasa de vez en cuando la cuarta pared, desdoblándose de su propio cuerpo y dándose la réplica a sí mismo, a veces se contesta, otras ni se oye, solo le escucha el público, lo que deja la narración un tanto confusa y descolocada. Es más, yo diría que si no sabes de antemano que se trata de un biopic, ese desdoblamiento, ni se entiende. Así que, esta película es un desbarajuste. Pero rollos técnicos a parte, a mi me parece que está  muy entretenida, y que es muy atrevida, más si tenemos en cuenta la época de la que proviene. Porque Pryor no se lleva a su terreno la película intentando excusar sus actitudes, digamos, políticamente incorrectas, no. En la película figura como lo que era: un yonkie que echaba a perder todo por culpa de la droga, y cuyo plato principal es el famoso incidente, ya conocido por todos, de prenderse fuego a si mismo y casi morir. Aquí eso no se esconde. Si lo dota, el director, de algo de misticismo dando a entender, que Pryor mata a Pryor que era una persona nefasta y ese fuego da a luz una persona nueva. El tiempo dejaría claro que churruscado o no, Pryor sería la misma nefasta persona hasta que la esclerosis múltiple le concienció un poco.
Así que no es de extrañar, que tras rodarse a sí mismo, preparándose  y fumándose una pipa de crack, bebiendo como cosaco o esnifando cocaína, al no ser un éxito la película, dijera que no se trataba de una autobiografía… pero que cara más dura.
La primera vez que la vi siendo niño, ni siquiera la detectaba como un biopic del propio Pryor, la vi, sin más, porque a mí me gustaba Pryor, pero si que la tenía en mi subconsciente como esa peli de Richard Pryor tan rara que no daba tanta risa. Muchísimos años después, cuando ya descubro que se trata de un  auto-biopic, corro a localizarla para que todo cobre sentido. Y me quedo a gusto con su visionado, eso si, descubriendo que en realidad es un debut como director bastante flojo, casi telefilmesco. Pero está bien.
El punto de partida de la película es el hospital, tras prenderse fuego Jo Jo Dancer (alter ego de Richard Pryor) estando drogado. Entre vendas, este sale de su propio cuerpo, para contarse la vida y darse ganas de vivir. Y vamos viendo los pasajes de esta, desde su infancia infausta – la madre de Pryor era puta y lo crió en un burdel- hasta el ascenso a la fama, pasando por sus desfases drogadictos.
Junto a Pryor, en el reparto tenemos a Debie Allen (una de las profesoras de “Fama”), Art Evans (“Noche de miedo”, “El negociador”), Michael Ironside y un papelito de putero para Ken Foree, entre otros cuantos.
Con todos sus fallos, que son muchos, y como dijo en su momento la crítica americana,  “Yo Yo Dancer” es el “All That Jazz” de Richard Pryor.