viernes, 19 de abril de 2019

CÓMO FILMAR UNA XXX

Curiosa película mexicana al borde de la sexy comedia que ahondando en el tan manido —y poco eficaz— planteamiento del director de cine de arte y ensayo que acaba realizando porno y con un enfoque meramente comercial, nos ofrece tal arsenal de corrección política y pacatería, que por poco acaba siendo material didáctico de parvulario.
Y es que en una cinematografía tan  rica (e insulsa) como es la mexicana del presente siglo, donde conviven los más subterraneos e ilegales video home junto con las comedias más edulcoradas o los discursos homofóbicos de la más baja ralea (como en la controvertida “Pink, el rosa no es como lo pintan”) “Cómo filmar una XXX” no es más que el enésimo intento por pergeñar una divertida sátira en torno al cine pornográfico que, también por enésima vez, fracasa en su afán como fracasaron muestras americanas tal que “¿Hacemos una porno?” o españolas como “No lo llames amor… llámalo X”.
Pero en cualquier caso, cualquiera de estas es infinitamente mejor que “Cómo filmar una XXX”.
Un aspirante a director de cine de autor, ve como su proyecto es tirado por la secretaría  de cinematografía mexicana (el equivalente mexicano al Icaa), por lo que se las promete muy tristes; debe 14 meses de alquiler y su futuro es muy negro. En una de estas que un extraño individuo le llama un buen día por teléfono y, diciendo ser productor de éxito, le propone a nuestro director rodar una película, este se apresura a  firmar un contrato por la misma y cuando ya no hay vuelta atrás, se percata de que por lo que ha firmado, es por la producción de una película pornográfica. Así, engañará a todos los que previamente embauca en el rodaje de esta película con la intención de hacerles creer que lo que están rodando es una producción estándar.
Desde luego, todos los personajes de esta película son imbéciles, porque ¿cómo pretende nuestro protagonista hacer una película porno sin que se enteren actores, sonidistas, maquilladores y, lo que es más importante, las actrices que han de ser folladas? las soluciones que toma para llevar a buen puerto su producción parecen ideadas por un retrasado mental. Claro que si hubiera el personaje tirado por la solución coherente, es decir, contratar personal afín a la pornografía, no habría película. Y a lo mejor eso hubiera sido lo más inteligente,  que este engendro no se hubiera rodado nunca.
Una historia mil veces vista, mil veces contada y, casi siempre, mil veces mejor que aquí.
Por descontado, no vemos ni un solo desnudo, porque aunque se trata de una comedia raunchy, en realidad estamos ante un film dominguero para toda la familia.
La falta del dominio del tempo con secuencias eternas que nunca llegan a su fín, así como la poca capacidad que tiene la película para hacer reír al espectador, convierten una cosa a priori ligera, en casi dos horas de suplicio para aquél que, como yo, decida sentarse frente una pantalla a ver de que va la cosa. Su director, Manuel Escalante, debuta para la gran pantalla tras desvirgarse en las labores de dirección con dos telefilmes previos. Sin embargo, es tanta la sed que tiene México de este tipo de productos desenfadados y amables, que las críticas del film en su país, así como la taquilla del mismo, han situado a “Cómo filmar una XXX” en un lugar privilegiado de la comedia mexicana de los últimos años. Para mí, en cambio, no ha resultado más que un bodrio cuyo único aliciente radica en lo exótico de la propuesta.
Dentro de un reparto plagado de actores mexicanos de segunda fila, destaca la presencia de Héctor Jiménez, actor atrofiado, deforme, contrahecho y tullido, que habiendo hecho sus pinitos en la comedia intelectualoide de Jared Hess en cintas como “Super Nacho” o en cosas más cafres como puedan ser “Epic Movie” o “Cerdos Salvajes: Con un par de… ruedas” al final se ha quedado para vestir santos en su México natal donde además, y como pasó en su mini carrera en los EUA, está plenamente condicionado por su físico.