Mediometraje satírico y horrorosamente postmoderno
perpretado por un guru de la cultura underground danesa, Morten Lindberg, más
conocido como Master Fatman, músico, fanzinero, performer, pinchadiscos y todo
lo que se os ocurra, que entre trabajos de medio pelo y viajes a la india,
promoción de lo vegano y postureo de moderno, estuvo operando desde mediados de
los años 80 hasta que falleció prematuramente en 2009 a los 53 años.
Como era un artista completo, en 1992 le dio por hacer una
película, esta, un batiburrillo filmado en vídeo de la época. Se trata de una
parodia del blaxploitation en el que los tripulantes negros y maricones de una
nave espacial procedente del planeta Anus, detectan una fuerte presencia
femenina en el planeta tierra, donde tienen sometidos a los hombres. Deciden
destruir a todas las mujeres y así homosexualizar el planeta.
Una completa basura donde se le ve el plumero a Lindberg.
Comprobamos que tiene menos talento que una escoba con esta película con
ínfulas cuyo resultado es similar al de cualquier corto amateur de la época,
nada, vacío, muerto. Y lo que es peor, pretendiendo ser muy gracioso, no lo es
en absoluto. Morten Lindberg se debió dar cuenta de que era una puta mierda y
al saberse un completo inútil, no volvería a rodar nunca más material
audiovisual alguno: siguió haciendo sus cosas de moderno mientras asistía a los
programas de la televisión danesa donde participaba en los equivalentes daneses
de nuestros “Mira quién baila” o “Tu cara me suena”, siempre desde la condescendencia,
por supuesto, y hacía viajecitos
espirituales a exóticos parajes y se casaba con una negra de Mozambique y, en
un alarde feminista, adoptaba su apellido pasando a llamarse Morten Mabunda.
Se trata de un mediometraje que, con sus maquetillas, sus
escenarios de cartón piedra y sus naves espaciales de juguete, de haber sido
dirigido por cualquier otro, hubiera sido despreciado y ninguneado, pero al
tratarse de un gurú de la contracultura europea, “Gay niggers from outer
space”, al que acompaña de manera velada un mensaje social camuflado en un
argumento misógino, se convirtió en una pieza de culto para un buen puñado de
gafapastas asquerosos.
Pero es tonto, aburrido, no se entiende muy bien porque
Lindberg no sabe narrar, y sus negratas mariquitas haciendo artes marciales a
ritmo de funk, se me antoja la cosa más trillada, más estúpida y mas irritante
que he visto en mi vida. Y eso que es una cosa de 1992, una consecuencia del
boom del gore de los 90 que extendía sus tentáculos por esos círculos también en
la vieja Europa…que no es óbice para que en esos años fuera igualmente
irritante.
Como siempre digo, si sienten curiosidad, sácienla, pero
luego, pueden enviar la película a tomar viento fresco.