viernes, 7 de febrero de 2020

LA JAULA DE LAS LOCAS 3, ELLAS SE CASAN

Cambio de director para una fórmula que ya desde la segunda película de la serie, “La jaula de las locas”, daba profundas señales de agotamiento. Esta vez Edouard Molinaro deja vía libre a Georges Lautner quien firmó muy acertadamente unos cuantos títulos de acción a mayor gloria de Jean Paul Belmondo como puedan ser “El profesional” o “Simpático y caradura”, y que bajo un guion  en el que nada tuvo que ver Francis Veber (ni Jean Poiret) puso en la gran pantalla un nuevo vodevil para que Renato y Albín,  nuestra pareja homosexual protagonista (o lo que es lo mismo, Ugo Tognazzi y Michel Serrault), puedan lucirse.
Todo este asunto de los conflictos  de pareja entre unos gays ya talluditos quizá fuera revolucionario originariamente en los setenta, pero para 1985, año de producción de esta película, resultaba en exceso rancio. De hecho, la película causó cierta controversia con algunos chistes que resultaron, a cierto sector del público, vejatorios y homófobos. Vista hoy, su humor resulta del todo inofensivo.
En esta ocasión Albín viaja a Escocia con el fin de asistir a la lectura del testamento de una tía suya, asquerosamente rica, que le dejará una cuantiosa suma de dinero, amén de un castillo enorme. Sin embargo, una clausula le dice que Albín quedará desheredado si no contrae matrimonio con una mujer con la que tendrá un hijo. Lógicamente, Albín se opone a esta cláusaula, pero, Renato, que tiene problemas financieros y problemas para mantener abierta la sala de fiestas de la que es propietario en St. Tropez, hará todo lo posible para convencerle de que se case con una tía y así cobrar la herencia.
Previsible de principio a fín, con chistes que no funcionan a ningún nivel  y unos actores ya demasiado ancianos para ir haciendo mariconerías por aquí y por allá, “La jaula de las locas (ellas se casan)” tiene una cadencia similar a la de la anterior entrega, si bien resulta, solo por momentos efímeros, levemente más divertida que aquella. No obstante, ambas películas están a años luz tanto técnica como artísticamente de la que dio origen a la franquicia, “Vicios pequeños.
Asimismo, la estructura global de la película que guarda una deuda con la comedia vodevilesca francesa de los años setenta, se queda desfasada absolutamente en unos años ochenta ya muy avanzados que se habían acostumbrado al cine espectáculo hollywoodiense hasta tal punto, que incluso el cine francés echaba un ojo a los USA en lo que a comedia se refiere, por lo que una jaula de las locas en esos años, no tenía ninguna razón de ser. Podría haber funcionado por el cariño que aún se tenía a los personajes, sin embargo, el no contar con los talentos de Molinaro o Poiret, hizo que la cosa se resintiese notablemente.
Fue un fracaso. En España apenas fueron a verla 63.000 espectadores.
Pero en los 90, todavía quedó tiempo para que Hollywood nos diera su propia versión de los hechos…