lunes, 7 de septiembre de 2020

PASADO DE ROSCA

Ezio Greggio es, sin duda, un personaje interesante. Presentador de televisión, comediante, periodista, guionista, productor y director de cine, además de ser el principal responsable del  Festival de cine de comedia de Montecarlo, no hay palo del mundo del espectáculo que Greggio no toque en Italia. Hombre orquesta de la farándula y popular a nivel nacional. Lo que ocurre es, para que me entiendan, que Ezio Greggio no es un artista de primera calidad; es más bien de tercera. Si tuviera que poner un equivalente español, a bote pronto, el único que se me ocurre es Rody Aragón.
Sin embargo, puede alardear de, en el mundo del cine, haberse quedado bien a gusto.
Greggio, amante apasionado de la comedia, lo es sobre todo de Mel Brooks. Es un fan enfervorecido que, cuando pergeña una comedia, la pone en el mapa con un reparto  americano removiendo Roma con Santiago para conseguir la financiación necesaria para pagar cachés y, si le es posible, contar con los mismos actores con los que contó Brooks en sus películas. De esta forma, fue durante la producción de su película más afamada, “El silencio de los borregos” que en su afán por reunir un reparto tan marciano como apetecible, contacta con su ídolo para que le haga un cameito en la película. Mel, debido a los contactos que el Italiano tiene, accede a aparecer, cuando una vez en el set es testigo directo de cuanto ha influenciado su cine en el del italiano. Greggio habla maravillas de Brooks, de sus películas y, en consecuencia, se hace amigo tanto de Brooks, como de su segundo de abordo, Rudy de Luca. Se hacen amigos, pero íntimos, nada de medias tintas. El feeling entre el italiano y la leyenda de la comedia es total.
De hecho, cuando Mel Brooks rueda “Drácula, un muerto muy contento y feliz” contacta con su amigo europeo porque le hace ilusión que aparezca en ella, y ahí tenemos a Greggio en un cameo. Su amistad le va a la zaga con Rudy de Luca, por lo que su siguiente película, tras el pequeño éxito internacional de “El silencio de los borregos”, sería una suerte de spoof muy deudor de la saga de “Agárralo como puedas” titulado “Killer Per Caso”, que cuenta con un guion escrito a cuatro manos junto al propio De Luca, además de protagonizar ambos la película junto a Dom DeLuise.
Las relaciones entre la factoría Brooks y Greggio van de perlas, por lo que para  su siguiente film, también sobre un guion según De Luca, Greggio tira la casa por la ventana y se trae a italia al mismísimo Mel Brooks para que sea el protagonista absoluto —junto a él, por su puesto— . Brooks está en ella por pura amistad y consciente de que la industria italiana no tiene que ver con la americana (y a día de hoy, casi con ninguna otra porque se encuentra agonizando) rebaja considerablemente su caché para estar en ella. El resultado de esta marciana amistad se inmortaliza en una de las películas con menos razón de ser de la historia, esta “Pasado de rosca”.
Es una absoluta paradoja, porque al final, lo que está haciendo Ezio Greggio es poner a uno de los más grandes genios de la comedia americana en la que probablemente sea una de las peores comedias de la historia. No se puede ser más sosa. No la salva ni Mel Brooks. Es más, está para matarle completamente.
El hijo de un potente empresario vive bajo su yugo. Sin embargo un día sufre un infarto que le dejará maltrecho y moribundo en el hospital dándole el doctor escasas semanas de vida. Así, este le pide a su hijo la última voluntad, que es volver a ver por última vez al americano bajito que le salvó la vida durante una batalla en la Segunda Guerra Mundial. De este modo, el individuo parte a Estados Unidos a buscar a ese tipo. Cuando da con él, resulta que está ingresado en el manicomio, pero se las apañará para sacarlo de allí y que así vaya a ver a su padre. Con lo que no contaba es con que está más loco de lo que se creía y va a convertir su travesía hacia el lecho de su padre en una auténtica locura.
Y ya, tan solo es un recital de aspavientos, muecas y horribles gags perpetrados por Greggio y Brooks, mientras en un segundo plano, al personaje de Greggio le sale un interés romántico.
Todo ello servido con cadencia televisiva, sin ninguna gracia y con una acusada ausencia de talento por parte del hombre que orquesta todo eso, que no es otro que Ezio Greggio. Es como cualquiera de las películas de la saga “Natale” (en la que Greggio también ha participado en un par de ocasiones), pero con mucha menos gracia. Nos enfrentamos a algo malo, malo, malo, pero malo de verdad, y da mucha pena ver ahí a Mel Brooks haciendo algo tan flojo, pese al esfuerzo que le pone el tío.
La película pasó más bien discreta por las taquillas italianas y, quizás por la mera presencia de Mel Brooks, también llegó a nuestro país, muy de puntillas, en formato vídeo. En los USA tuvo un estreno reducido, además de ser el país que editó la única edición en DVD que existe en el mundo.
No se lo que opinarían Mel Brooks y De Luca tras ver el engendro, desconozco como continuarían sus relaciones después de esta película insufrible, pero lo cierto es que tras ella no volvieron a trabajar juntos. De hecho, Greggio no volvería a dirigir cine hasta 2011 que se pegaría la machada de rodar la primera película italiana en 3D, que lleva por título “Box Oficce 3D: Il film dei film”, justo en el momento en el que la cinematografía italiana pasaba por uno de sus peores momentos. Después ya, Greggio se refugiaría en la televisión como tantos y tantos trabajadores del cine italiano.
Desde luego, la mera existencia de esta película ya la vuelve un producto a tener en cuenta y al que dedicarle un sufrido visionado. Por otro lado, yo me imagino que, por muy mierda que sea, tener en ella al mismísimo Mel Brooks como prota fue un  verdadero placer para Greggio. Porque esto no es como hacer “Kika” y traerte a Peter Coyote. Esto es hacer una comedia con el más grande. Ya solo por eso…