lunes, 21 de agosto de 2023

LOBO SOLITARIO

El director de este bodrio, John Callas, es un currela del mundo audiovisual que lo mismo te dirige una segunda unidad en una película más o menos mainstream —en ese campo es popular por contribuir a “Las colinas tienen ojos 2ª parte”—, que se encarga de dirigir y diseñar la cabecera de Tri-Star Pictures. Cuando no, está trabajando en publicidad y comerciales. En todos estos oficios el individuo se ha ganado cierto respeto, no así como director de largometrajes, sector en el que apenas ha firmado un par de títulos de presupuesto bajísimo y cero repercusión mediática. Las películas de John Callas no se reivindican ni a hostias. Una de ellas data del año 2015 y su existencia no le importó a nadie: “No solicitors” con Eric Roberts —no les digo nada y les digo todo…—, y, la otra, la que nos ocupa, “Lobo solitario”, entra dentro de esa maravillosa categoría que es la serie Z americana ochentera y, aunque tampoco tiene un culto destacable como algunas de sus coetáneas, sí dispone de algún fan a lo largo y ancho del mundo.
El ininteligible argumento trata sobre un profesor de informática con cierta obsesión con las computadoras, un grupo de estudiantes de instituto que deambula a lo largo del metraje y una banda heavy metal que se marca sendos numeritos musicales sin saber muy bien por qué, pero de manera obligatoria al tratarse de una película del año 1988, cuando el heavy estaba en alza. Entre todo este alboroto aparece un hombre lobo que se carga a un par de estudiantes. En consecuencia, unos muchachuelos intentarán eliminarlo. La identidad del hombre lobo en su forma humana es una de las sorpresas del final.
Se trata de una película incompetente de principio a fin, que parece concebida con una única finalidad: Que el espectador sea testigo de la transformación de baratillo directamente inspirada (por no decir plagiada) de la de “Un hombre lobo americano en Londres”. Una secuencia que llama la atención porque es una versión cutre de aquella, pero que deja a uno pasmado porque, aún siendo más pobre, cutre y chabacana, no acaba de estar mal del todo y hasta se parece un poco a la de Rick Baker. Y es que tras los efectos especiales de “Lobo solitario” se encuentra Ted A. Bohus, productor de “Night Beast” o “Criaturas asesinas”, y director ocasional, que también le daba a los F/X y al maquillaje de vez en cuando en películas de su competencia. En ningún caso, el licántropo que vemos en pantalla es tan aterrador y espeluznante como el que luce el póster.
Nada nuevo en el horizonte más allá de esta escena de transformación; se trata de la típica mala película zetosa de finales de los 80, rodada en algo parecido a los 16 mm y tan aburrida, tan tomada en serio y tan serena, que —por suerte— no ha generado un inmerecido culto después. Que se jodan todos esos alelados que solo disfrutan de la serie Z cuando es posmoderna o, en su defecto, cuando es tan mala que les hace reír. Esto es genuino cine malo del que provoca sufrimiento, pero con cierto encanto.
“Lobo solitario” es una producción de Michael Krueger, quien fuera en su momento uno de los editores de la revista "Fantastic Films", fan del cine de terror absoluto que, en cuanto reunió tres o cuatro perras las invirtió en hacer películas como esta, la más "popular" "Transformator" (donde dirigía) o “La casa maldita ” (a.k.a “Amityville 5: La maldición de Amityville”) con las que, no mucho, pero ganaría algunos dinerillos. Contrató los servicios en funciones de director de un currela del cine como era John Callas, dando resultado a esta película de hombres lobo un tanto deslavazada. Pero ahí queda.
“Lobo solitario” llegó a nuestro país en formato vídeo en aquella maravillosa época en la que cualquier cosa que os podáis imaginar llegaba a las estanterías del vídeo-club.