sábado, 25 de enero de 2025

QUINTA AVENIDA

Traduciendo literalmente uno de sus dos títulos originales, "Fifth Avenue" (el otro, mucho más adecuado y conocido, es "Bits & Pieces") "Quinta Avenida" parapeta un auténtico desvarío que, perfectamente, podría encajar en una lista de "malas pero divertidas". Además, fue parida el sagrado 1985... ¿se puede pedir más?
Arthur sufrió muchas vejaciones por parte de su madre cuando era chaval. Por ello, acabó matándola. Ya adulto, se ha convertido en un auténtico misógino que secuestra a mujeres golfas, las disfraza de su progenitora y descuartiza. Eso mismo le ha pasado a la amiga de la prota, quien se enamorará del policía que investiga el crimen y, juntos, terminarán enfrentados al temible psicópata.
Hacer un recuento de todas las anti-virtudes de "Quinta Avenida" supone un auténtico esfuerzo. Probablemente me deje algunas pero, oiga, mejor para ustedes. Más sorpresas.
De entrada, por el trauma con su madre y el hecho de que existe un maniquí disfrazado de esta con el que el asesino parlotea, la cosa recuerda mucho a "Maniac". Luego, que el tipo vista con una camisa blanca y su corbata (siempre susceptibles de recibir salpicaduras tras cometer un crimen, aunque al día siguiente luzcan como nuevas) y mutile a sus víctimas -todas "bimbos". A veces cuesta distinguirlas, e incluyo aquí a la protagonista- tumbándolas en una mesa de sacrificios, trae a la memoria los desmanes de "Fuad Ramses" en "Blood Feast", el clásico de Herschell Gordon Lewis. Cosa ampliada a la incapacidad de ambos intérpretes. Los dos "histrionan" que da gusto. Hasta la risa. Aunque, por desgracia, el gore de la reseñada es menos explícito. Mucho líquido rojo, pero casi siempre fuera de cámara.
¿He dicho risas? "Quinta Avenida" reserva unas cuantas de esas involuntarias, las que molan. Tal vez, lo mejor recaiga sobre la historia de amoríos entre la protagonista y el policía. Ella, como decía, rubia, guapa y joven. Él, un señor de mediana edad, medio calvo, con mostacho y no muy agraciado. Primero tienen un encuentro algo tenso en comisaría. Terminan haciendo las paces y él se compromete a llamarla en caso de que haya novedades. Al día siguiente cumple, aunque el motivo no es la investigación del crimen, sino para preguntarle si quiere acompañarle a la playa. Ella, a pesar del trauma de saber que su amiga ha sido descuartizada como quien dice ayer, accede encantada. Y van, y nos comemos una larga escena de ambos jugueteando en la arena, besándose y amándose a base de alegre tonadilla pop, imágenes que se intercalan con otras del asesino cazando y mutilando a otra de las amigas de la protagonista (una vez más, de look perturbadoramente parecido).
Pero no acaba aquí la cosa, seguidamente el poli y la rubia deciden pasar la noche en un jacuzzi, a base de más besos y carantoñas. Y luego, junto a la chimenea. Al menos aquí la chica siente algo de remordimientos... aunque le duran poco. Pero bueno ¿¿es que este poli no curra o qué?? ¿¿no debería estar investigando?? más le valdría, ya que, de mientras, el psycho-killer acude hasta casa de los padres de la protagonista y los asesina -menuda gafe-. Otro momento de órdago porque, primero, papá, al que le encanta situarse frente a su equipo estéreo e imitar las maneras de un director de orquesta, es un señor de unos cincuentaymuchos, gordo y barbudo. Mientras que mamá está un rato rica (tan rubia como -y casi igual de joven que- su hija) y nos regala un desnudo ultra-gratuito a base de teta siliconada.
En fin, ya ven un poco por donde van los tiros. Y hay más. Al parecer en 1985 estaban de moda los locales de strippers a los que acudían marujas para ver a tipos de aspecto afeminado contorsionarse en tanga, así la película los explota a conciencia, mostrando imágenes que parecen totalmente reales... y un par de veces. Es de semejante sucio antro de donde salen las "mujeres golfas" que el asesino captura, incluida la chica prota, aunque ella únicamente fue a tomar apuntes para una tesis doctoral, ¡aaaro! ya saben lo de la doble moral yanki, la heroína debe ser casta y pura.
Quizás lo más decente de "Quinta Avenida" sea el desenlace. Pero no diré más, que ya he largado demasiado.
El culpable de este cristo responde al nombre de Leland Thomas, quien dirigía por primera y última vez. Lo mismo que el co-guionista, Michael Koby... nada que ver con el Michael Coby de infausta memoria.
El reparto viene trufado por una serie de actorzuelos a los que les falta el talento (el que hace de poli es especialmente negado) o les sobra la capacidad de sobreactuar y efectuar escalofriantes cucamonas. Algunas de las víctimas del psycho-killer hicieron luego algo de carrera, casi siempre en función de extra y/o sin acreditar y, también casi siempre, tirando de sus encantos físicos. Destaco únicamente a Sandy Brooke, que venía de marcarse un rol para "Sledgehammer", el infame slasher grabado en vídeo por David A. Prior, y terminaría dándolo todo en subproductos de Fred Olen Ray y David DeCoteau. Vale, no es que sea algo de lo que presumir, pero al lado de Leland Thomas, los señores Prior, Ray y DeCoteau eran Coppola, Scorsese y Spielberg.
Ya no se hace mierda como esta. Lamentémonos al unísono.