miércoles, 4 de febrero de 2009
PRESA MORTAL
El caso era sacarle jugo a la entonces imperante moda iniciada por "Rambo", ya sabéis, tíos cachas de gatillo fácil contra ejércitos de malosos, hostias a tutiplen, explosiones, venganzas, etc. Sin duda, el más prolífico del grupo fue David A. Prior, quien llegó a rodar hasta cuatro títulos al año, casi siempre de acción cazurra. Y es que, claro, que su hermano Ted fuese un cachas con aspiraciones actoriles, se lo ponía a huevo, ¿por qué no aprovecharse de la situación?, ¡pos venga!.
"Presa Mortal", o "Deadly Prey", es una de tantas. No tiene nada especial... salvo que a mi, de chaval, me gustó más de lo habitual, seguramente porque guardaba algunos escuetos parecidos con el "Commando" de Schwarzenegger, una de mis absolutas favoritas.
La trama está bastante sobada. Un grupo de mercenarios se entrenan secuestrando a ciudadanos normales y dándoles caza por el bosque. Un mal día se encariñan del bueno de Ted, que en realidad es un veterano del Vietnam experto en su tema. Y claro, se da la vuelta a la tortilla y los cazadores pasan a ser cazados. La cosa se complica... aparece el cuñado... luego secuestran a su mujer... entonces Teddy se mosquea, se prepara para la lucha en plan "Equipo A", se pinta de camuflaje... y en fin, todo al son de una música de sintetizador suuuuper macarra y que exagera los momentos de júbilo para los fans de este tipo de productos.
Muchas yoyas, un poquito de gore, poses de chuloputa, actores un poco conocidillos ya en absoluta decadencia (Cameron Mitchell y Troy Donahue) y unos cuantos momentos para la risa, además de un sentido de la estética totalmente telefílmico.
¿Que las hay peores?, ¡no lo duden! (probablemente su tardía secuela, "Deadliest Prey", ya parida con consciencia sobre la condición "cult" de la reseñada) pero para ver con colegas y reírse, cuela... aunque todavía me pregunto por qué coño me la copié en su momento...
sábado, 25 de enero de 2025
QUINTA AVENIDA
Arthur sufrió muchas vejaciones por parte de su madre cuando era chaval. Por ello, acabó matándola. Ya adulto, se ha convertido en un auténtico misógino que secuestra a mujeres golfas, las disfraza de su progenitora y descuartiza. Eso mismo le ha pasado a la amiga de la prota, quien se enamorará del policía que investiga el crimen y, juntos, terminarán enfrentados al temible psicópata.
Hacer un recuento de todas las anti-virtudes de "Quinta Avenida" supone un auténtico esfuerzo. Probablemente me deje algunas pero, oiga, mejor para ustedes. Más sorpresas.
De entrada, por el trauma con su madre y el hecho de que existe un maniquí disfrazado de esta con el que el asesino parlotea, la cosa recuerda mucho a "Maniac". Luego, que el tipo vista con una camisa blanca y su corbata (siempre susceptibles de recibir salpicaduras tras cometer un crimen, aunque al día siguiente luzcan como nuevas) y mutile a sus víctimas -todas "bimbos". A veces cuesta distinguirlas, e incluyo aquí a la protagonista- tumbándolas en una mesa de sacrificios, trae a la memoria los desmanes de "Fuad Ramses" en "Blood Feast", el clásico de Herschell Gordon Lewis. Cosa ampliada a la incapacidad de ambos intérpretes. Los dos "histrionan" que da gusto. Hasta la risa. Aunque, por desgracia, el gore de la reseñada es menos explícito. Mucho líquido rojo, pero casi siempre fuera de cámara.
¿He dicho risas? "Quinta Avenida" reserva unas cuantas de esas involuntarias, las que molan. Tal vez, lo mejor recaiga sobre la historia de amoríos entre la protagonista y el policía. Ella, como decía, rubia, guapa y joven. Él, un señor de mediana edad, medio calvo, con mostacho y no muy agraciado. Primero tienen un encuentro algo tenso en comisaría. Terminan haciendo las paces y él se compromete a llamarla en caso de que haya novedades. Al día siguiente cumple, aunque el motivo no es la investigación del crimen, sino para preguntarle si quiere acompañarle a la playa. Ella, a pesar del trauma de saber que su amiga ha sido descuartizada como quien dice ayer, accede encantada. Y van, y nos comemos una larga escena de ambos jugueteando en la arena, besándose y amándose a base de alegre tonadilla pop, imágenes que se intercalan con otras del asesino cazando y mutilando a otra de las amigas de la protagonista (una vez más, de look perturbadoramente parecido).
Pero no acaba aquí la cosa, seguidamente el poli y la rubia deciden pasar la noche en un jacuzzi, a base de más besos y carantoñas. Y luego, junto a la chimenea. Al menos aquí la chica siente algo de remordimientos... aunque le duran poco. Pero bueno ¿¿es que este poli no curra o qué?? ¿¿no debería estar investigando?? más le valdría, ya que, de mientras, el psycho-killer acude hasta casa de los padres de la protagonista y los asesina -menuda gafe-. Otro momento de órdago porque, primero, papá, al que le encanta situarse frente a su equipo estéreo e imitar las maneras de un director de orquesta, es un señor de unos cincuentaymuchos, gordo y barbudo. Mientras que mamá está un rato rica (tan rubia como -y casi igual de joven que- su hija) y nos regala un desnudo ultra-gratuito a base de teta siliconada.
En fin, ya ven un poco por donde van los tiros. Y hay más. Al parecer en 1985 estaban de moda los locales de strippers a los que acudían marujas para ver a tipos de aspecto afeminado contorsionarse en tanga, así la película los explota a conciencia, mostrando imágenes que parecen totalmente reales... y un par de veces. Es de semejante sucio antro de donde salen las "mujeres golfas" que el asesino captura, incluida la chica prota, aunque ella únicamente fue a tomar apuntes para una tesis doctoral, ¡aaaro! ya saben lo de la doble moral yanki, la heroína debe ser casta y pura.
Quizás lo más decente de "Quinta Avenida" sea el desenlace. Pero no diré más, que ya he largado demasiado.
El culpable de este cristo responde al nombre de Leland Thomas, quien dirigía por primera y última vez. Lo mismo que el co-guionista, Michael Koby... nada que ver con el Michael Coby de infausta memoria.
El reparto viene trufado por una serie de actorzuelos a los que les falta el talento (el que hace de poli es especialmente negado) o les sobra la capacidad de sobreactuar y efectuar escalofriantes cucamonas. Algunas de las víctimas del psycho-killer hicieron luego algo de carrera, casi siempre en función de extra y/o sin acreditar y, también casi siempre, tirando de sus encantos físicos. Destaco únicamente a Sandy Brooke, que venía de marcarse un rol para "Sledgehammer", el infame slasher grabado en vídeo por David A. Prior, y terminaría dándolo todo en subproductos de Fred Olen Ray y David DeCoteau. Vale, no es que sea algo de lo que presumir, pero al lado de Leland Thomas, los señores Prior, Ray y DeCoteau eran Coppola, Scorsese y Spielberg.
Ya no se hace mierda como esta. Lamentémonos al unísono.
sábado, 17 de abril de 2010
C.O.P.S. FUERZA FUTURA

En "C.O.P.S. Fuerza Futura" la policía es una entidad privada, el malo el dueño de una corporación implacable y, a falta de presupuesto para un traje de robot de cuerpo entero, aquí nos obsequian con una mano cibernética que el prota, un desganadísimo, aburrido e inflado David Carradine (exactamente igual que en "Warlords"), utiliza en los momentos que más necesidad (y no, olvídense de chistes sobre onanismo, que a los muertos hay que respetarlos). El caso es que el personaje en cuestión se encabezona en proteger a una presentadora de televisión que todos se quieren cepillar y bla, bla y bla.
Naturalmente, cualquier parecido con el maravilloso clásico de Paul Verhoeven queda ahí. "C.O.P.S. Fuerza Futura" es un coñazo de aúpa, y no hay nada más triste que una peli de acción aburrida, estéticamente plana y chaposa. David A. Prior es incapaz de mover la cámara con gracejo y darle alguna clase de ritmo, brío y vigorosidad a esta cosilla tan insípida y olvidable, carente incluso del encanto que algunas pelis de parecido calibre pueden tener.
Ni siquiera el momento en que la mano mecánica, y en pleno vuelo, le manda un gesto de complicidad buenrollista a Carradine es motivo suficiente para zampársela.
Y sin embargo, hubo secuela, "Future Zone" que, según dicen, al menos es más risible. No sé qué creer, la verdad.
sábado, 8 de febrero de 2025
POLICE FORCE
Y sí, Calhoun es un poli duro -tampoco demasiado-, en perpetua lucha contra sus superiores (nos lo presentan con la típica escena heroica, en la que se hace pasar por médico para detener a un psycho armado. Retrotrae a aquella de "Callahan" fingiendo ser piloto en "Harry, el fuerte"). Será el responsable de pillar a una banda de hermanos malísimos que amenazan con infestar Nueva York de bombas si no les dan dinero (por número, método e intenciones, diríanse la combinación perfecta entre el "Scorpio" de "Dirty Harry" y los terroristas jipis de su tercera entrega, "Harry, el ejecutor"). ¿Exagero? Bien, ¿y si les digo que uno de los actores de "Police Force" es John Vernon, quien interpretara al alcalde en el clásico de Don Siegel, y aquí da vida a un poderoso hombre de negocios extorsionado? Dato tan descarado como cuando Sylvester Stallone fichó para "Cobra" a Reni Santoni y Andrew Robinson (socio y enemigo de "Callahan" respectivamente en el primer film).
Por desgracia, todos esos paralelismos con mi poli favorito se quedan en la superficie, porque "Police Force", a pesar de sus esforzados intentos a base de ritmo acelerado y cierta sutil estilización, termina resultando más bien desaboría. ¿Motivo? pues que estamos ante un telefilm en toda regla, y de los ochenta, cuya naturaleza queda del todo delatada cuando en el reparto localizamos a dos veteranos por entonces más que habituales en estas lides, Robert Vaughn y un Leslie Nielsen apuntito de zafarse de semejante infierno para renacer como "Frank Drebin" (y, a su modo, meterse en otro infierno, el del encasillamiento). Al "Harry Callahan" de mentirijillas lo interpreta Bruce Fairbairn, actor habitual en series bien conocidas (como "La Masa", "Los ángeles de Charlie", "El coche fantástico", "Remington Steele", "Los vigilantes de la playa"...), quien también habría nadado ocasionalmente entre subproductos. Ese mismo 1987 venía de interpretar a otro policía en "Cyclone, al filo de la muerte" del omnipresente Fred Olen Ray. Pero previamente contaba con un crédito de lo más exótico como protagonista, "Vampire Hookers" para -otra vez tú- Cirio H. Santiago, nada menos. Le complementa David Mucci, el matón feúcho finalmente decapitado en "Prom Night", como uno de los villanos.
Por tanto, y por supuesto, el 99% de la carrera de Joseph L. Scanlan, director de "Police Force", se desarrolló entre los márgenes de una pantalla cuadrada. Estaba cantado, vamos.
Al productor, Sandy Howard, ya lo hemos tratado por acá. Un auténtico hombre de cine, capaz de apadrinar desde productos de primera, a cosas más cochambrosas o, como es el caso, telefilms. Graciosamente, no era aquella la primera vez que me decepcionaba, ya lo hizo cuando convirtió a Wings Hauser en un poli no sucio, pero sí frío, de nombre "Stoney".
Que "Police Force" se parió para la caja lerda lo denota también cierta censura moral. Entre la poquísima chicha que hay, tenemos la ejecución de un policía por parte del criminal de turno. Cuando vemos a aquel en el suelo, apunto de recibir el balazo, distinguimos una cantosa aplicación de látex pegada a la frente. Es evidente que su finalidad consistía en falsear un supuesto impacto mortal... pero no llegamos a presenciarlo.
En el tercer acto, los malos exigen que sea Calhoun quien les lleve las maletas con el dinero, previa instrucción telefónica (otra conexión con "Harry, el sucio"), además, han secuestrado a su chorba, por lo que el policía acude más que motivado. No obstante, ni siquiera así se enfunda en el "look" ultra-chanin del cartel yanki, ni saca un pistolaco como el de la caratula del vídeo-club, algo que podría haber sospechado viendo la foto promocional de la parte trasera en la que sujeta una pistolica mas bien mierdosa.
viernes, 27 de abril de 2012
SLEDGEHAMMER
Esta peli está tan abajo en el nivel de lo que es "normal", que ni tan siquiera aparece en las enciclopedias y estudios dedicadas/os al cine de acuchillamientos, a pesar de haberse parido en plena primera mitad de los significativos ochentas. Tal vez contribuya a ello el que esté grabada en formato vídeo (del de la época, que cantaba maravillosamente más que el de ahora) y haciendo gala de poco talento y mucho morro.
Situémonos. Una casa de asépticas, frías y deprimentes paredes blancas. Una madre soltera quiere follarse a su amante, pero el hijo de esta es un incordio, así que lo encierra en un armario. El chaval se escapa, se agencia un mazo y se carga a la pareja. Diez años después, un grupo de jovenzuelos, con más esteroides de lo normal, llegan a la casa para pasarlo de putifa. Por la noche, el guapo/prota cuenta al resto lo del niño asesino (y el director aprovecha para colarnos las imágenes otra vez, ¡toma ya!, no llega a los extremos surrealistas de Germán Monzó, pero por los pelos) y, en plan de coña, lo invoca. No hace falta decir que el crío, ahora convertido en un tiarrón enorme (no sabía yo que los fantasmas crecieran) y con una máscara cubriéndole el rostro (¿pa qué?), aparece y comienza a matar a los jóvenes, mediante mazo, cuchillo y lo que haga falta (y sin derramar demasiada sangre).
Los cerebros (jarl!) tras "Sledgehammer" pertenecen a los hermanos Prior, David y Ted, en su primera incursión en esto del cine... o el vídeo (en su favor hay que decir que el habitualmente llamado "Director of Photography" aquí aparece como "Director of Videography", ¡bien!). No les iría tan mal el invento porque, como deberiáis saber, terminarían siendo los responsables de un porrón más de thrillers y pelis de infra-acción -rodadas en 35mm- destinadas al video-club. Nunca llegaron a facturar nada realmente destacable, pero el caso de "Sledgehammer" clama al cielo. ¿Por donde empiezo?... dejaremos de lado la nula/nulísima imaginación desplegada en todos los aspectos (narrativa y técnicamente, mucho material se resuelve a base de planos generales), tampoco tendremos demasiado en cuenta los clichés horriblemente desarrollados (la broma-macabra de rigor), ni lo repugnantemente irritantes que son los protagonistas con sus continuos chillidos de aprobación, sus conversaciones caóticas, sus patéticos intentos de humor voluntario o la obsesión por lanzarse toda clase de líquidos y alimentos los unos a los otros, lo realmente fascinante de la peli (en el mal sentido) es la ingente cantidad de cámara lenta de la que Prior y su montador echan mano con un único y obvio fin, alargar metraje. Es incluso denunciable. Que lo hagan para incrementar un suspense que no existe, aún tiene cierto sentido, pero que me relenticen un paseo romántico de la pareja prota en uno de los escasísimos exteriores (el 90% de la peli se desarrolla en interiores) me parece de un morro que roza la ilegalidad.
La banda sonora, minimalista como es, cuenta con un tema que recuerda sospechosamente a otro "slasher" (y este de verdad), "La Quema".
Otro detalle: El que hace de asesino comentaba en una entrevista reciente que, siendo homosexual, aceptó unirse al reparto porque su sueño consistía en chuparle la polla a Ted Prior, colega del mismo gimnasio. No hubo suerte.
"Sledgehammer" se hizo con un único fin, dar el salto al cine comercial. Y a David Prior y su brother Ted les salio bien la jugada, así que, ole sus cojones (sin ir más lejos, llegarían a parir otro "slasher", un pelín mejor, "Aerobicide")... pero ello no quita que sea un truñazo de proporciones bíblicas únicamente recomendable a curiosos sadomasoquistas como yo... y ojito, que haberlos haylos: en los USA ha sido recientemente editada en dvd y con todos los honores.
martes, 21 de febrero de 2012
MUERTE SIN DIÁLOGO

Lo que he dicho al final del párrafo anterior es una verdad a medias. Otro motivo de peso por el que sufrí entera "Muerte sin diálogo" reside en el interés por hablar de sus dos productores, Joseph Merhi y Richard Pepin. A finales de los 80 estaba yo obsesionado con ver películas de justicieros, y llegado su momento las anduve buscando entre el inmenso catálogo de series Z llegadas desde Estados Unidos. Dos eran los nombres recurrentes en ese campo, por un lado David A. Prior, del que ya hemos hablado anteriormente, y por otro, Joseph Merhi que, durante un buen porrón de años, estuvo asociado con Richard Pepin (¡gran apellido!). Naturalmente, las pelis de ambos resultaban genuinamente horribles y aburridas, por lo que nunca llegué a hacerme fan suyo. Sin embargo, acabó resultando un tándem por el que sentía verdadera simpatía, ya que me los encontraba continuamente en videoclublandia. Aunque su especialidad eran las pelis de acción y los thrillers urbanos de sobremesa (a Pepin, además, le tiraba mucho el rollo cyborg), Merhi llegó a parir algun que otro film de horror a los inicios de su carrera con cierto culto de tirón chungo, como "Mayhem", "The Newlydeads" o "Epitaph". Vivió un momento de gloria cuando estampó su nombre -cual producer- en títulos bastante más respetables como el "Inferno" de Van Damme o el "Spartan" de David Mamet, nada menos (y sí, ¡con Val Kilmer!), pero fue algo mas bien pasajero. Actualmente ambos caballeros siguen rodando sus cutreces, aunque, por lógica, andan resguardados en el formato televisivo.
Con "Muerte sin diálogo" (lo sé, el título es abominable... casi parece el de una peli de arte y ensayo... claro que el original tampoco se queda corto: "Death by Dialogue") Merhi - + Pepin - volvía al terreno del horror, intentando subirse al carro de lo que entonces era la moda imperante, las aventuras de Freddy Krueger, para lo cual contrataron al actor negro Ken Sagoes, quien se había hecho relativamente popular gracias a sus intervenciones en las tercera y cuarta partes de "Pesadilla en Elm Street", algo de lo que tomaron buena nota los productores, usándolo como desesperado y retorcido gancho comercial. Añadir que, después, la carrera de Sagoes tampoco sería muy lustrosa, salvo por su aparición en "Crueldad Intolerable".
"Muerte sin diálogo" narra la estupidísima historia de un guión maldito... en serio... todo comienza con el espíritu cabreado de un fotógrafo asesinado durante un viaje exótico. No se muy bien por qué, el ente se vale del mentado guión para ver morir a aquellos incautos que se adentran en sus dominios a base de muertes surrealistas y bastante ridículas. Destaco una en la que la víctima huye aterrorizada por el bosque y, de pronto, se topa con una banda de heavy metal en plena creación musical. Aquello que el guitarra eleva su instrumento y lo estrella en el cabestro del chaval, convirtiéndolo en pulpa. Tal y como lo leen. Ocurre que, entre crimen y crimen, y por no perder la costumbre, nos aburrimos mortalmente. El amigo Sagoes no se luce demasiado... hay algo de gore molón... unas cuantas tetas... un monstruo minimalista... pero el estropicio general no compensa... y encima, el desenlace es terriblemente tontuno y precipitado, como si a los responsables se les acabara la película y dijeran: "Pues bueno, pon aquí el "The End" y nos vamos pa casa".
Supongo que podría recomendársela a curiosos, degustadores de chunguismos y fans incondicionales del género, pero se trata de una mierda muy tocha.
lunes, 13 de febrero de 2012
ENTRENAMIENTO MORTAL

Estamos en plenos 80, los gimnasios molan, y no hay chica jamona o maruja que no se plantee lo del aerobic. Así pues, la mini-historia de "Entrenamiento mortal" gira en torno a los crímenes que una mano misteriosa (armada con... ¡¡un imperdible enorme!!) comete entre los clientes que acuden a fibrar sus músculos y moldear sus cuerpos en el gimnasio de turno. Ellos están todos mazas y son unos palurdos malhumorados, ellas están todas muy jamonas y, si se tercia (y si no, también), se despelotan a la primera de cambio. Tenemos un policía con cara de paleto que sospecha hasta del apuntador, y no me sorprende, ya que Prior procura, a base de miradas perniciosas y primeros planos remarcados, que creamos que todos podrían ser el asesino. Tanto se lo curra que al final pues como que te pierdes un poco y no te enteras de mucho. Las secuencias de crímenes son bastante light, hay un poco de acción con disparos y todo (que no porque sí era lo que interesaba de verdad al director y desarrollaría el resto de su carrera), una moza espectacular vestida de rosa chillón a la que, desafortunadamente, nunca veremos en pelotas, muchas secuencias masturbatorias de aerobic, canciones insoportables, el aburrimiento habitual y, en fin... todos los ingredientes por los que "Aerobicide" arrastra la fama de "mala pero divertida" de modo plenamente justificado.
Uno de los personajes secundarios lo interpreta Ted Prior, hermano de David y actor habitual en su cine. De hecho, la siguiente peli que harían juntos fue un auténtico lucimiento para él, "Presa Mortal".
Caca pura, pero con los suficientes elementos nostálgicos y risibles como para darle una oportunidad.
miércoles, 10 de mayo de 2023
TROMA EN "ARKANSAS"
En un momento dado, algunos de sus personajes deciden ponerse a ver películas. Y la elegida no es otra que "El vengador Tóxico", de la que se muestran breves extractos en un televisor. La excentricidad terminaría aquí si no fuese porque se insiste en ello, tanto como para que lleguemos a ver un puñado de cintas de vídeo apelotonadas junto a un reproductor (la escena está ambientada en 1985, si no me falla la memoria) y sean todo productos Troma. Ahí va una captura demostrativa...
Si damos un rápido vistazo, estos son los títulos que reconocemos: La misma "El vengador tóxico", "Chillers" -calzando una sospechosa funda mayor que su caratula-, "Zombie Island Massacre", "I married a vampire", "Stuff Stephanie in the Incinerator" y, al fondo de todo, "Class of Nuke´Em High" (gracias don Israel Mula por el dato).
En cualquier caso, llama la atención que se incluyan cuatro películas POSTERIORES al supuesto año en el que se desarrolla la acción ("Class of..." es del 86, "I married a vampire" y "Chillers" son del 87 y "Stuff Stephanie in the Incinerator" del 89). El que tuvo la ocurrencia no hizo bien los deberes. Un caso aplicable a la siguiente escena de consumo de basura magnetoscópica, donde aparcan Troma y tiran por otra clase de roña, subproductos ochenteros de acción macarra, con altas dosis de hostias karatekas, decantándose aquí por "Kick Fighter" del 89, lucimiento para la infra-estrella Richard Norton, acompañado por otro que tal bailaba, Benny Urquidez. Una co-producción entre USA y Filipinas dirigida por Anthony Maharaj, asistente eventual de Cirio H. Santiago y producida por otro astro del cine "trash" como David Heavener. Distribuye el sello "Action International Pictures" del que eran propietarios dos monstruos del subproducto de acción: David Winters y David A. Prior. Mítico. Ahí va captura...