Durante mi obsesión juvenil por consumir toda suerte de películas sobre andanzas justicieras, llegué a un punto en el que, tras devorar los títulos respetados y respetables, e inyectarme una dosis de sus coetáneos italianos, tuve que recurrir a un escalón todavía más bajo (aunque no el último, ese pertenece al "actioner" filipino): subproductos norteamericanos directos al vídeo-club por cortesía de nombres tan poco recomendables como los de Jospeh Merhi & Richard Pepin, David A. Prior o Cirio H. Santiago. Entre muchos más, todos igual de insalubres. La única condición que les ponía era la existencia de cierto parecido con "Paul Kersey" o, sobre todo, "Harry Callahan". Es decir, poli encabronado buscando venganza y armado con juguete de gran calibre. Así, de memoria, recuerdo haberme papeado, siguiendo tal estrategia, películas como "The Big Score" de/con Fred Williamson (se rumoreaba -erróneamente- que partía de un guion para el propio "Harry Callahan" finalmente no realizado), "L.A.Heat" (del amigo Merhi), "Max Force" (con John Matuszak -el "Sloth" de los "Goonies"- impartiendo justicia) o "Juez, Jurado, Ejecutor" (sobre la que leerán en breve). "Police Force" tenía, a primera vista, todos los números para encajar en la lista. Ya desde su tremenda caratula (se la dejo abajo, cortesía -lo mismo que el respectivo ripeo- de mi queridísimo Enorm), cuyo póster lució en mis paredes un tiempo (supongo que los del vídeo-club iban a tirarlo y conseguí que me lo regalaran), el original yanki -donde se la conoce como "Nightstick", año 1987 por cierto- ultra-macarra (y ultra-engañoso... más incluso que la versión pal mercado hispano), su trama de base... hasta el apellido del héroe, Calhoun -muy fonéticamente parecido a "Callahan"-.
Y sí, Calhoun es un poli duro -tampoco demasiado-, en perpetua lucha contra sus superiores (nos lo presentan con la típica escena heroica, en la que se hace pasar por médico para detener a un psycho armado. Retrotrae a aquella de "Callahan" fingiendo ser piloto en "Harry, el fuerte"). Será el responsable de pillar a una banda de hermanos malísimos que amenazan con infestar Nueva York de bombas si no les dan dinero (por número, método e intenciones, diríanse la combinación perfecta entre el "Scorpio" de "Dirty Harry" y los terroristas jipis de su tercera entrega, "Harry, el ejecutor"). ¿Exagero? Bien, ¿y si les digo que uno de los actores de "Police Force" es John Vernon, quien interpretara al alcalde en el clásico de Don Siegel, y aquí da vida a un poderoso hombre de negocios amenazado? Dato tan descarado como cuando Sylvester Stallone fichó para "Cobra" a Reni Santoni y Andrew Robinson (socio y enemigo de "Callahan" respectivamente en el primer film).
Por desgracia, todos esos paralelismos con mi poli favorito se quedan en la superficie, porque "Police Force", a pesar de sus esforzados intentos a base de ritmo acelerado y cierta sutil estilización, termina resultando más bien desaboría. ¿Motivo? pues que estamos ante un telefilm en toda regla, y de los ochenta, cuya naturaleza queda del todo delatada cuando en el reparto localizamos a dos veteranos por entonces más que habituales en estas lides, Robert Vaughn y un Leslie Nielsen apuntito de zafarse de semejante infierno para renacer como "Frank Drebin" (y, a su modo, meterse en otro infierno, el del encasillamiento). Al "Harry Callahan" de mentirijillas lo interpreta Bruce Fairbairn, actor habitual en series bien conocidas (como "La Masa", "Los ángeles de Charlie", "El coche fantástico", "Remington Steele", "Los vigilantes de la playa"...), quien también habría nadado ocasionalmente entre subproductos. Ese mismo 1987 venía de interpretar a otro policía en "Cyclone, al filo de la muerte" del omnipresente Fred Olen Ray. Pero previamente contaba con un crédito de lo más exótico como protagonista, "Vampire Hookers" para -otra vez tú- Cirio H. Santiago, nada menos. Le complementa David Mucci como uno de los villanos, el matón feúcho finalmente decapitado en "Prom Night",
Por tanto, y por supuesto, el 99% de la carrera de Joseph L. Scanlan, director de "Police Force", se desarrolló entre los márgenes de una pantalla cuadrada. Estaba cantado, vamos.
Al productor, Sandy Howard, ya lo hemos tratado por acá. Un auténtico hombre de cine, capaz de apadrinar desde productos de primera, a cosas más cochambrosas o, como es el caso, telefilms. Graciosamente, no era aquella la primera vez que me decepcionaba, ya lo hizo cuando convirtió a Wings Hauser en un poli no sucio, pero sí frío, de nombre "Stoney".
Que "Police Force" se parió para la caja lerda lo denota también cierta censura moral. Entre la poquísima chicha que hay, tenemos la ejecución de un policía por parte del criminal de turno. Cuando vemos a aquel en el suelo, apunto de recibir el balazo, distinguimos una cantosa aplicación de látex pegada a la frente. Es evidente que su finalidad consistía en falsear un supuesto impacto mortal... pero no llegamos a presenciarlo.
En el tercer acto, los malos exigen que sea Calhoun quien les lleve las maletas con el dinero, previa instrucción telefónica (otra conexión con "Harry, el sucio"), además, han secuestrado a su chorba, por lo que el policía acude más que motivado. No obstante, ni siquiera así se enfunda en el "look" ultra-chanin del cartel yanki, ni saca un pistolaco como el de la caratula del vídeo-club, algo que podría haber sospechado viendo la foto promocional de la parte trasera en la que sujeta una pistolica mas bien mierdosa.