Este producto que no llega ni a festivalero, es de un incompetente que asusta, sobre todo porque, por el motivo que sea, a priori tiene pinta que no va a estar mal. Todo indica que se trata de una película de terror protagonizada por Method Man (de Wu-Tang Clan) que, además, formó parte de la sección oficial Panorama del festival más prestigioso del mundo, el de Berlín, en su edición de 2011, compartiendo espacio con el cine de autor español —y de corte social— como la inadvertida “Amador” de Fernando León (goarrr!!) de Aranoa. Sin embargo, de terror poco, es una engañifa. Por otro lado sería una película muy de la década pasada, estando rodada en el por entonces novedoso 3D y con una cámara, la "Red One", que aunque se presentaba como el vídeo digital del futuro siendo a principios de los años 10 lo último en tecnología y la herramienta definitiva para sustituir al celuloide, en 2013 ya estaba absolutamente obsoleta porque, en la era digital, los avances se suceden a la velocidad del rayo. Y en pleno 2025, ya nadie quiere oír hablar de la proyección 3D, ni mucho menos de la "Red One". Así que imagínense lo anticuada que se ha quedado esta película en poco más de 14 años.
Estar seleccionada en Berlín no significa nada y, quiero pensar, que lo estuvo por la condición británica del director, Gareth Maxwell Roberts, porque por otro motivo no se entiende. Y es que “The Mortician” es en realidad una "serie B" —bordeando la Z— con un guion tan mal elaborado, una trama tan tonta y de un resultado tan insípido, que cuesta mucho entender cómo fue seleccionada en cualquier sección de cualquier festival que no sea "Brigadoon" en Sitges, máxime cuando se trata de Berlín quien acoge esta película en su seno.
Es mala a rabiar.
Un médico forense retraído y solitario, es testigo de cómo alguien tira al río un cadáver recién asesinado. También se da cuenta de que un niño ha visto todo, por lo que un buen día el asesino acude a la morgue para intimidar al forense y de paso advertirle que, si en algún momento ve al niño por allí, deberá decírselo. Al mismo tiempo, los agentes de la condicional ponen a su servicio a un tipo con el fin de que cumpla con los trabajos sociales de la libertad condicional. Este resultará ser el tío del niño testigo del crimen que, mira tú por donde, se esconde en la morgue donde estos dos operan. Juntos, se enfrentarán al matón y, durante el periplo, además, exorcizarán sus demonios internos.
La sinopsis aún me ha quedado dinámica para lo que es una película que no avanza ni a trompicones y aburre al más pintado, sin la más mínima pizca de suspense o emoción, ni razón de ser.
Por supuesto, su director, Gareth Maxwell Roberts, es un esteta, y se va a rodar a un Nueva Orleans desolado tras el huracán Katrina, lo que da a la ambientación un toque post-apocalíptico y fecha la acción en un tiempo indeterminado. Todo apunta a que puede que los hechos de “The Mortician” sucedan en un futuro cercano, por eso resulta chocante que el forense vista con ropas de la época victoriana, o utilice cachivaches, cámaras de fotos y demás utensilios propios de aquella misma. Y como en ningún momento se da explicación a esos contrastes, uno termina del todo desconcertado.
Pero para desconcierto el de la barba de Method Man… Desconozco si es por temas de agenda, compaginación de rodajes o qué, pero lo cierto es que en algunas secuencias el rapero muestra una barba completa y frondosa, suya, natural, y en otras la lleva recortada. Para hacerla parecer completa y que no destruya el raccord ¡se la rellenan con pintura! Por lo que de un plano a otro vemos mutar la barba de la manera más bochornosa. Asimismo, Method Man, actor más bien tirando a discretito, vale para hacer de chuloputas o de negrata, pero que como médico forense de aspecto victoriano, retraído y asustadizo, como que no… es una de las peores ideas de casting que yo recuerde. Ahora, entiendo todo cuando vemos que su personaje, aun principal, solventa la papeleta a base de frases cortas y monosílabos; el deseo de cualquier mal actor con mucho afán de protagonismo.
No deja de parecerme gracioso que en reviews firmadas por usuarios en las distintas bases de datos de Internet, llame la atención un pequeño detalle; un “mortician” es el de las pompas fúnebres, un enterrador, por así decirlo. Un enterrador no se encarga de hacer autopsias, de eso se encarga un médico cualificado, es decir, un forense. De manera que algunos usuarios se quejaban del título, puesto que, según esto, la película debía haberse titulado “The Coroner”. Una chorrada como cualquier otra. Probablemente la producción pensase que las funciones de un enterrador son las mismas que las de un forense… en cualquier caso da lo mismo.
Por lo demás, y por apuntar algunos nombres, tenemos los de Dash Mihok, visto en “La delgada linea roja” o Edward Furlong, aceptando un papel de una sola sesión. Aparece por el set un día, y luego su intervención se va repartiendo a lo largo del metraje para que tenga presencia en toda la película… cuando no rodó más de dos horas.
Muy mala, pero ha dado para hablar de ella un poquito.