Atípica producción de la “Happy Madison” del todopoderoso Adam Sandler. Y es atípica porque está concebida para lucimiento de uno de los rostros menos conocidos de su séquito, Allen Covert, mamporrero mayor de Sandler desde que ambos debutaran en el cine en la semi-amateur “Going Overboard” y que desde entonces le acompaña haciendo las veces de productor, co-guionista y actor en casi todas sus películas. En “Play Boy: el Rey del mando” Sandler se gasta la calderilla, el presupuesto que tiene para palillos de dientes en cualquiera de las producciones en las que él es la estrella, y le concede a su amigo el honor de escribir y protagonizar una película hecha a su medida. Cualquiera pensaría que Sandler no tenía ninguna fe en este film y no iría mal encaminado, ya que en el momento de su estreno, durante las siete semanas que estuvo en cartel y las ventas al extranjero, tan solo logró recaudar siete millones de dólares que a duras penas conseguían cubrir el presupuesto dispensado para rodarla.
Sin embargo, y por la gracia de dios, poco a poco fue adquiriendo culto por parte de fans chiflados que la iban descubriendo a posteriori, lo que se tradujo en una recaudación de más de 50 millones por la venta de DVDs. Todo un fenómeno al respecto. Con lo cual la película es a día de hoy una de las más queridas por los fans y la más rentable de la “Happy Madison”.
Se trata de una “stoner comedy” repleta de chistes de fumetas, que además contiene elementos generacionales que son en realidad los verdaderos motores de su éxito; “Play Boy: El Rey del mando” contiene marihuana, vídeo juegos, tetas, gerontofília, retrasados mentales, vírgenes, hechiceros de tribu africana que consumen cannabis y se tiran olorosos cuescos, chimpancés karatekas, leones custodios de droga y diálogos totalmente demenciales. Solo falta Tom Green molestando por ahí.
En definitiva, se trata de una comedia tonta que funciona a las mil perfecciones. Como para no salirle fanáticos.
También se trataría de una de las escasas incursiones que de vez en cuando hace el cine en el mundo de los “jugones”. Hay pocas referencias o tramas que giren en torno a los jugadores de videojuegos, siendo los máximos exponentes en la comedia títulos como “Joysticks” de Greydon Clark y “Porky’s 4” dentro de los parámetros de la "serie B/Z", o “Pixels” en el mainstream. “Play Boy: El Rey del mando”, sería la película más significativa sobre el tema.
Asimismo refleja una realidad social cada día más extendida en todo el mundo, que es la de los treintañeros —casi cuarentones— que todavía viven en casa de sus padres y, por lo tanto, desarrollan cierta inmadurez que les insta a pasarse el día fumando canutos y jugando videojuegos. Nos presenta al protagonista, Alex, como un buen ejemplo de todo eso.
Alex se dedica a probar videojuegos para una gran empresa del sector. Vive en una casa con su compañero de piso. Este se gasta el dinero del alquiler en prostitutas filipinas y, por tanto, son desahuciados. A Alex no le queda más remedio que irse a vivir con su abuela y sus dos compañeras de piso, igualmente ancianas. Para no parecer más perdedor de lo que es, a sus compañeros de trabajo les dice que se ha mudado con tres esculturales jovencitas con las que se acuesta cada noche.
Por otro lado, el punto neurálgico del argumento está en una descerebrada fiesta que se celebra en la casa de las tres abuelitas, en la que el desmadre, el destete, y el consumo de drogas blandas se convierten en los protagonistas de la función.
En el argumento vemos que Alex, además de probar videojuegos, está desarrollando un nuevo juego llamado “Demoniac” que pretende proponer a sus jefes con el fin de comercializarlo y cuya idea es robada por JP, el villano de la película, un “retarded” maestro del diseño de videojuegos que se cree un robot y se quiere implantar unas piernas mecánicas. El juego en cuestión es una novedad para la "Xbox 360", consola referenciada —y publicitada— en varias ocasiones, que se estaba desplegando con la idea de que su fabricante, “Terminal Reallity”, lo lanzara a la venta después del estreno de la película. Sin embargo el asunto finalmente se canceló antes de estar completamente acabado el proyecto debido a problemas financieros, y jamás se comercializó ese juego, por lo que las imágenes que vemos del mismo en la película son el único testimonio de su existencia.
Como anécdotas del rodaje, reseñar que hay un momento en el que Alex se masturba sobre una "Barbie" mientras le dice guarrerías. En realidad, en el guion decía que debía proceder sobre una réplica de "Lara Croft", la heroína del “Tomb Raider”, pero no se pudo utilizar su imagen por un problema con las licencias. El cambio de muñeca no resiente el resultado de la escena, pero es cierto que tendría mucha más gracia si hubiese sido la famosa aventurera pechugona.
El personaje de Alex, “loser” donde los haya, conduce una chatarra de coche destrozado que le confiere una imagen de perdedor mayor de la que ya desprende de por sí. No es una maniobra de guion premeditada; la producción se estaba quedando sin dinero para sufragar los gastos. El próximo desembolso era para el vehículo del personaje de Alex y, como no había montante, se le sacó esa porquería de un desguace cualquiera. En este caso, las carencias benefician a la historia y, por ende, al personaje.
La marihuana que se consumía durante el rodaje era obviamente falsa, cosa que en absoluto le parecía bien al actor Peter Dante, quien da vida a un camello que además es fumeta. Como pensó que estando fumado interpretaría mejor a un porrero, decidió llevar al rodaje su propia marihuana, por lo que cada vez que se rodaba una escena en la que este tenía que fumar, y cortaban, le pegaba caladas reales al canuto, motivo por el que el actor se cogía unos colocones de aúpa, teniendo que interrumpir el rodaje en una ocasión para ir al hospital porque decía no sentir las piernas.
En otro orden de cosas, “Play Boy: El Rey del mando” se convirtió en una película de prestigio para la comunidad de consumidores de cannabis recibiendo varios premios “Stony” que concede la revista “High Times” (sobre marihuana y su consumo), que incluían el de mejor película “stoner”, mejor escena de fumada y mejor actor para Allen Covert.
Toda una rara avis dentro del panorama cómico americano de la década de 00, y la película más extraña y transgresora de la “Happy Madison”, que no es nueva en aquello de hacer humor “stoner”; a Adam Sandler le encanta interpretar a fumetas, aunque siempre desde el lado más blanco e inofensivo. A “Play Boy: El Rey del mando” le cuesta un poco menos ofender al personal.
También tenemos en el reparto papeles para un jovencito Jonah Hill, dando ya muestras de su talento y lejos de imaginarse que 10 años después se convertiría en uno de los actores más importantes de Hollywood. También tenemos cameo insulso para un Rob Schneider que estaba a punto de romper peras con Adam Sandler (aunque recientemente se reconciliaron de aquella manera).
En la dirección -lo de menos en las producciones “Happy Madison”- tenemos a Nicholaus Goosen. Un par de años después rodaría la película “The Shortcut”, para seguidamente dedicar su carrera por entero a la televisión.
Por cierto, la traducción española del título original, “Grandma’s Boy” (El niño de la abuela), es absolutamente infame ¿Cómo que “Play Boy: El Rey del mando”? ¿Por qué Play Boy? Acojonante. España.