lunes, 21 de marzo de 2016

DE HOMBRE A HOMBRE

La transición, los ochenta, fueron sin duda una buena época para el cine español. Una época dónde lo que se imponía en el cine era la comedia porque, de siempre, y hasta los noventa, era lo que se nos daba bien en este país.
Por un lado teníamos a Mariano Ozores, Pajares y Esteso, llevando a millones de espectadores, al pueblo llano, a las salas a la vez que “El nuevo cine Español” capitaneado por Colomo y demás, se abría paso a codazos con sus aires progresistas y culturetas, mirando por encima del hombro ese cine populachero y comercial pero, ni por asomo, llegando a las cuotas de pantalla como si llegaban las comedias de Ozores –y clones- .
Sin embargo, entre medias, había otro tipo de comedia muy de los 80 que no dejaban ni un duro en pantalla, pero que eran verdaderamente entretenidas, e incluso, si buscamos bien, superiores a muchas de ambos subgéneros imperantes antes nombrados.
Películas como “La Miel” de Pedró Masó, “El poderoso influjo de la Luna” de Antonio del Real, entrarían junto con esta “De hombre a hombre” dentro de ese subgénero mediano.
Y quizás como consecuencia del éxito de aquellas películas protagonizadas por el niño Lolo García –y en particular la títulada “Dos y dos, cinco”, pese a que no fue un taquillazo-  Tito Fernández se dirige un guion de Joaquín Oristell, en el que se le coloca como compañero de tropelías de Fernando Fernán Gómez, al niño Jorge Nogera, ni la mitad de guapo, salao y gracioso que Lolo García y se cuenta la historia de un anciano que ante la irremediable decisión de sus familiares de meterle en el asilo, decide fugarse y vivir de ocupa en Galerías Preciados de Madrid (lo que ahora es la Fnac). Por otro lado, como sus papás curran demasiado y parece que no le hacen mucho caso, decide escaparse cuando le llevan de compras a dichos almacenes comerciales, quedandonse dentro del edificio y entablando amistad con el anciano. Un grupo de carteristas capitaneado por Fernando Conde –el tercero de “Martes y 13” que tenía un gracejo increíble y que no tuvo suerte en el cine tras su salida del grupo cómico. Demasiado encasillado, quizás- y un Súper Héroe llamado Silvestre Tex, serán parte importante de una trama en la que el niño protagonista, acaba siendo secuestrado.
Lejos de ser cine infantil ya que está destinada a un público meramente adulto, si que formaría parte de ese subgénero tan de la época al que llamaremos “pelis de niño con viejo” al que también se adscribiría, por ejemplo “Mi amigo el Vagabundo” de Jacinto Molina.
Se trata de una película muy agradable y entretenida, que al contrario que sus coetáneas, apenas congregó 40.00 espectadores a las salas, que hace pensar, como si de un abuelo cebolleta me tratase, que los ochenta fueron unos años de gran creatividad que dio a nuestra cinematografía un tipo de cine único, que jamás volveremos a ver. Y es que lo de ahora… pues como que ni de forma, ni de modo.