También se adscribe a ese género que en los ochenta fue
también que son las comedias que transcurren en hospitales.
Es una película de meter mano. Eso es. Porque al final lo
que tenemos aquí es a un puñado de señores salidos metiendo mano a una
masajista titulada, que va vestida como una puta, ya sea en el hospital, o en
el lecho dónde deja que un babeante Quique Camoiras, la pegue unos sobos de
órdago. Todo ello en pro del humor, pero a pesar de la presencia de grandes del
género como Juanito Navarro o Raúl Sender, la cosa no termina de cuajar. Y es
que el protagonismo cae en Paco Cecilio que no tiene carisma ninguno.
La cosa va de un famoso pelotari que recibe un pelotazo en
los cojones, por lo que tendrá que ir al hospital completamente quebrado.
Allí, recibirá los servicios de una masajista que tiene unas
manos maravillosas, y un culo esplendido, por lo que la cosa se complicará, ya
que escayolado como está, en salva sea la parte, las erecciones que le pueda
provocar la masajista con su sola presencia, pueden ser fatales. Así que su
mejor amigo se pasará la mayor parte de la película intentando evitar que este
se ponga cachondo, cosa difícil, porque la masajista es una cachonda de tomo y
lomo, además de una idiota que se deja manosear y meter mano, ya que ni se
entera, ni tiene voz, ni voto, y permanece pasiva ante el acoso sexual al que
es sometida por todo macho que aparece la historia.
Como ven, pura poesía, firmada, en el guion, por Juan José
Alonso Millan.
Miren que soy fan de la españolada, del destape y de todo
aquél cine español de los ochenta, pero que quieren que les diga, con “La
Masajista Vocacional”, no puedo. Me parece una película estúpida y me caen muy
mal sus personajes, Además, es especialmente mala, y puede confundir a los
neófitos que pueden pensar que todas las películas de destape eran así de
estúpidas. Nada más lejos de la realidad.
El ver a Quique Camorras haciendo de sátiro, detrás del culo
de la masajista, a la que da vida Adriana Vega (ella estupendísima, eso si),
corriendo en gayumbos con topos mientras masculla obscenidades, puede resultar
gracioso, claro que si, pero también da mucha, mucha grima.